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El Profesor Docente Universitario en la Nueva Universidad (página 2)



Partes: 1, 2

Prioridad en la formación básica, con
relación a la especializada:

Ciclo básico (40-50%).

Básicos de la profesión
(35-40%).

Ejercicio de la profesión (25-30%).

Tendencia en la introducción de la
computación.

Integración de lo tecnológico con lo
administrativo y lo social.

El incremento del papel del estudiante en el desarrollo
del P.D.E.

La tendencia hacia la organización del P.D.E en
temas o unidades.

Vamos a partir de algunas problemáticas que
están presentes en la Universidad
actual, para entender luego las consideraciones que haremos en
relación a la temática referida.

  • Poca vinculación de la Universidad con el
    medio social.

  • La no integración de lo académico, lo
    laboral y lo investigativo.

  • La estrechez del perfil del egresado.

  • La explosión de la
    matrícula.

El objetivo del presente trabajo es
abordar desde una perspectiva teórica las
características generales del docente universitario,
abordando elementos de la profesionalización de este para enfrentar
los retos de la nueva universidad.

Desarrollo

Como la universidad prepara a los especialistas que
demanda la
sociedad pero
no a sus propios docentes, en
la actualidad es objeto de discusión por parte de algunos
si ser profesor
universitario constituye una profesión o no, ya que
constituye una contradicción evidente que los encargados
de formar a los especialistas universitarios en múltiples
ramas del conocimiento
no tengan previamente una preparación
idónea.

Hay quienes se preguntan qué significa ser
profesor universitario (A. Gewerc y L. Montero, 1996), cuya
respuesta está relacionada con las características
que lo identifican profesionalmente, lo cual está a su vez
determinado por las condiciones históricas y los contextos
institucionales en que desarrollan su labor. Es decir, que
caracterizar al profesor universitario presupone tener en cuenta
los momentos históricos actuales de inicios del siglo XXI
y las peculiaridades de las instituciones
universitarias donde laboran debido a que entre ellas existen
grandes diferencias estructurales y funcionales, en dependencia
no solo de su nivel de desarrollo,
historia y
tradiciones sino también de las áreas
geográficas donde se encuentran insertadas, así
como las condiciones sociales, políticas
y culturales de los países a los cuales
pertenecen.

Al valorarse la interrogante qué es ser
profesional docente, se afirma que la profesión docente
constituye el compromiso con una forma de trabajo en los espacios
pedagógicos basada en la reflexión, en la
investigación, en la innovación en torno a los
problemas de
la práctica que la mejoren y que vaya dando paso a una
nueva cultura
profesional construida desde el trabajo en equipo
y orientada a un mejor servicio a la
sociedad (J. Sarramona y otros, 1998). Se identifican a los
profesionales de la educación con tres
funciones
pedagógicas básicas: de docencia, de
apoyo al sistema
educativo y de investigación. Y definen al profesor como
todo aquel que enseña de una manera organizada, en virtud
de la preparación académica adquirida, que acredita
a través de algún título, en alguno de los
niveles del sistema escolar o
estudio reglado. Y proponen como características
definitorias de la profesionalidad en la docencia las
siguientes:

  • Delimitación de un ámbito
    específico de actuación.

  • Preparación técnica y
    científica para resolver los problemas propios de su
    ámbito de actuación.

  • Compromiso de actualización y
    perfeccionamiento de los conocimientos y habilidades que le
    son propios.

  • Unos ciertos derechos sociales como individuo y como
    colectivo profesional.

  • Autonomía de actuación.

  • Compromiso deontológico (de los deberes y los
    derechos) con la práctica docente.

Otros autores caracterizan al profesorado universitario
con los siguientes rasgos (E. Fuentes y M.
González, 1997):

  • Heterogeneidad: se caracterizan por su
    relativa juventud, por la gran cantidad de campos
    disciplinares en que se especializa, ya que
    prácticamente todas las ramas del saber se encuentran
    en la institución universitaria, así como por
    las diferentes biografías personales, trayectorias
    profesionales y edades cronológicas.

  • Multiplicidad de libertades: dispone, en
    comparación con otros niveles del sistema educativo,
    de un elevado grado de autonomía para el desarrollo de
    su función docente, lo que puede resultar un
    estímulo a la innovación.

  • Diversidad de responsabilidades: el docente
    universitario no solo enseña y en algunos casos se
    convierte en investigador, sino que en su inmensa
    mayoría tiene responsabilidades en relación con
    la investigación sobre un campo determinado, en
    ciertas ocasiones con la gestión y en una
    concepción ampliada de las funciones, también,
    entre otras, de extensión cultural y de
    proyección social de los conocimientos. Es considerado
    un profesional doble porque no solo enseña sino
    también investiga.

  • Organización en una estructura
    departamental
    : las funciones básicas antes
    señaladas se desarrollan en el marco de una
    organización departamental. El departamento es
    considerado como la principal unidad orgánica de
    docencia e investigación, además de los
    aspectos de gestión, administración y
    relaciones institucionales.

Mª Begoña Rumbo (2000) concibe al profesor
universitario como aquel docente e investigador a la vez, que
reflexiona sobre y desde su práctica educativa, lo que
coadyuva a mejorarla en función de
las necesidades contextuales donde se desenvuelve. En esta
definición se destacan dos aspectos que son esenciales y
que diferencian al profesor universitario del resto de los
niveles de enseñanza precedentes: a la vez que imparte
clases investiga, precisando que esta función
investigativa no está relacionada solo con el contenido de
las asignaturas y disciplinas que imparte sino también
sobre su labor educativa, a partir de la reflexión que
hace de ella desde el punto de vista teórico y
práctico.

No todos los profesores universitarios investigan, lo
cual es cierto, y de los que cumplen esta función no todos
lo hacen sobre su práctica educativa cotidiana, que
también es cierto. Pero habría que preguntarse, en
primer lugar, ¿por qué no investigan?, y en segundo
lugar, ¿al no cumplir esta función se están
desarrollando como profesionales? Con respecto a la primera
interrogante pudieran no investigar por falta de
preparación para hacerlo, lo que manifiesta una carencia
significativa en su nivel profesional, que conduce directamente a
la segunda interrogante: es evidente que se encuentran poco
desarrollados como profesionales de la educación
superior, es decir, que les falta profesionalismo.

De modo que el profesionalismo de los profesores
universitarios tiene variadas y elevadas exigencias que se erigen
como verdaderos retos para los claustros en esta época, lo
cual va complejizando más esta profesión. Tienen
razón los que afirman que ser profesor universitario en
esta época es más difícil que años
atrás porque las exigencias han ido aumentando
paulatinamente junto con el desarrollo
social, lo cual es lógico pues las demandas que la
sociedad le plantea a la universidad también se han
elevado.

Dentro de estas exigencias está la función
investigativa al mismo nivel que la docencia, pero no concebidas
de manera separada o paralelas, pues se complementan y se
presuponen. Incluso la investigación sobre el contenido de
las asignaturas y disciplinas que se imparten y que responden a
determinado campo de la ciencia no
se puede concebir como contrapuesta al ejercicio docente, pues
hay quien afirma (T. R. Neira, 1988-89) que la enseñanza
es una actividad de la ciencia misma,
ya que una vez constituida puede y debe ser enseñada, es
decir, que el conocimiento
científico, como resultado de la investigación,
una vez obtenido debe ser enseñado como parte del proceso
continuo de actualización en la educación superior,
lo que algunos autores denominan como un proceso creciente de
"pedagogización" de las ciencias.

La pedagogía ha sido, es y será la
ciencia de la educación del hombre y por
eso el concepto original
evoluciona consecuentemente con el desarrollo social del hombre,
adoptando nuevas modalidades, haciéndose más
compleja y abarcando nuevas esferas en la educación del
hombre.

El arte de la
educación tiene la particularidad de que a casi todos nos
parece algo conocido y comprensible, incluso a algunos les parece
fácil y no falta quien considere innecesarios los
conocimientos pedagógicos para desarrollar su labor en un
Centro de Educación Superior. Y tanto más
comprensible y fácil parece, cuanto menos se conoce tanto
teórica como prácticamente.

Casi todos reconocen que la educación requiere
dedicación, paciencia, algunos piensan que requiere
capacidad innata y destreza, pero muy pocos han llegado a la
convicción de que además de lo anterior se
requieren hábitos y conocimientos específicos en el
campo de la didáctica, más que sentir
pasión por la educación, hay que sentir
obsesión por educar.

Antiguamente, el profesor de la Educación
Superior se caracteriza por el dominio de la
materia que
impartía, pero sucede que han aparecido en la sociedad
tantas personas que por el dominio que tienen de una rama
específica del saber se igualan e incluso superan a los
docentes universitarios, que el dominio del contenido es una
condición que se impone ante el docente de la
Educación Superior, pero que no lo caracteriza. Lo que
caracteriza al docente de la Educación Superior
Contemporánea es que sabe enseñar y
educar, sabe cumplir las tareas pedagógicas, sabe
cuáles son las vías que conducen más
rápido y económicamente al cumplimiento de los
objetivos
trazados.

El docente de la Educación Superior
Contemporánea, debe caracterizarse, entre otros por los
siguientes aspectos:

  • 1. Ser ejemplo ante sus estudiantes dentro y
    fuera de la escuela.

  • 2. Dominar a profundidad el contenido de su
    disciplina.

  • 3. Dominar la didáctica especial de su
    disciplina, es decir, la metodología para impartirla
    con calidad.

  • 4. Dominar el campo de acción y las
    esferas de actuación del profesional que está
    formando y poner su asignatura o disciplina en función
    de ello.

  • 5. Dominar las leyes de la didáctica de
    la Educación Superior y aplicarlos
    consecuentemente.

  • 6. Dominar los niveles de sistematicidad del
    contenido, ¿cuál es la célula
    básica del proceso docente – educativo?,
    ¿cuál es la unidad organizativa del desarrollo
    del proceso docente, dominar la tipología de la clase
    y sus características?

  • 7. Dominar las características
    psicológicas de los estudiantes
    universitarios.

  • 8. Lograr la integración de los
    contenidos para motivar a los estudiantes.

Una de las tendencias actuales de la Educación
Superior es eliminar el escolasticismo, la dispersión y la
fragmentación de los contenidos, la práctica obliga
a integrar los conocimientos, a integrar a asignaturas y
disciplinas en nuevas disciplinas, integrar donde sea posible,
sin seguir recetas, sin dogmatismo. Integrar todos los
componentes del Proceso Docente y esto desde los primeros
años. (Académico, Laboral,
Investigativo, Extensión Universitaria).

  • 9. Debe conocer a sus estudiantes, el medio en
    que se desenvuelven. Los intereses no se producen por
    generación espontánea, hay que orientarlos,
    dirigirlos, conocer quienes son sus estudiantes, como visten,
    qué gustos y preferencias manifiestan, ayudarlos a
    buscar el incentivo apropiado para el trabajo
    diario.

  • 10. Debe lograr un Proceso Docente –
    Educativo de calidad, que se caracterice por ser:
    Problémico, productivo, científico,
    democrático, comprometidos, afectivo y
    feliz.

  • 11. Poseer maestría
    pedagógica.

La condición fundamental del trabajo productivo
del profesor en un CES es la maestría pedagógica,
la cual es síntesis
de las cualidades personales del profesor, de sus conocimientos,
hábitos y habilidades.

El profesor es el responsable fundamental en el
desarrollo del PDE y está obligado a:

  • Dominar los conocimientos científicos –
    técnicos de su disciplina.

  • Dominar las habilidades profesionales
    generales.

  • Enseñar dichos contenidos a los estudiantes
    de acuerdo con los objetivos de la actividad docente y
    haciendo uso del sistema de leyes
    didácticas.

El concepto de maestría pedagógica no se
refiere a una habilidad aislada, aunque sea perfecta, sino a un
conjunto de habilidades que pueden ser formadas en distintos
niveles.

En la Educación Superior, el docente debe llegar
a dominar los fundamentos de la maestría pedagógica
mediante.

  • Su educación teórica.

  • La actualización constante de su
    disciplina.

  • Actualización constante en
    didáctica.

  • Adecuado espíritu crítico ante su
    propia experiencia.

  • Constante disposición al trabajo.

La maestría pedagógica se resume en 9
componentes:

  • 1. Sólida formación
    político – ideológica.

  • 2. Sólida formación
    científica.

  • 3. Sólida formación
    pedagógica.

  • 4. Superación constante en el campo
    investigativo de su ciencia y en la didáctica
    especial

  • 5. Autoridad pedagógica.

  • 6. Tacto pedagógico.

  • 7. Capacidad didáctica:
    ¿qué saben, qué no saben, qué han
    olvidado?: los estudiantes.

  • 8. Dominio del lenguaje.

  • 9. Aspecto externo.

La maestría pedagógica no es propiedad de
las personas de talento exclusivamente, este es una especialidad
que debe enseñarse al igual que se enseña cualquier
otra. Va creciendo a medidas que se acumula experiencia y se
amplían los conocimientos pedagógicos.

Las relaciones de conflicto en
el colectivo de profesores constituyen un freno para alcanzar el
dominio de la maestría.

La maestría pedagógica debe manifestarse
en todas las acciones del
docente, dentro y fuera del aula.

  • Al realizar trabajo educativo.

  • Al resolver un problema.

  • Al tratar un aspecto determinado ajeno a la
    docencia.

  • Al participar en debates científicos –
    técnicos y culturales.

  • Al responder a las dudas de los
    estudiantes.

Si el profesor pierde la maestría y lo reconoce,
debe esforzarse por recuperarla y perfeccionarla, aunque no
siempre se tiene la valentía de reconocer sus propios
errores y generalmente no se busca la causa del fracaso en si
mismo
, sino en los estudiantes.

La maestría pedagógica engloba al tacto
pedagógico
que es un sentido específico de
medida, de racionalidad pedagógica, de todo lo que hace el
profesor. Sus palabras, conducta y trato
a los educandos. Pero el tacto pedagógico debe estar
relacionado no sólo con el trato a los estudiantes, sino a
los colegas, a los dirigentes, al resto de los
trabajadores.

Un profesor feroz, burlón, coceaste o
empalagosamente amable, o el que hace caso omiso al amor propio y
la dignidad del
estudiante causa un daño
irreparable en los mismos.

El tacto pedagógico le insinúa al docente
el momento y lugar oportuno para conversar con los estudiantes,
le permite cumplir el principio didáctico de "la
atención individual al estudiante sobre la
base del trabajo en colectivo".

La autoridad
pedagógica ha de entenderse como una fuerza
específica de la influencia educativa de la
personalidad del docente en la personalidad
del estudiante.

Un docente de autoridad goza de gran confianza entre sus
educandos, sus palabras, conducta, gestos, e incluso
mímica son percibidos por los estudiantes como
estímulos que impulsan o frenan la realización de
ciertas acciones.

Vale señalar que la autoridad pedagógica
de un docente puede decaer a consecuencia de cualquier
situación conflictiva, de una decisión
errónea que no se ajuste a la opinión del
colectivo, a causa de la pérdida del dominio de si mismo,
en situaciones donde se requiere un máximo esfuerzo de la
voluntad y dominio propio.

En ocasiones la autoridad no se recupera una vez perdida
y abundan en la vida práctica los ejemplos de profesores
que han tenido que dejar el aula por haber perdido su autoridad
frente a los estudiantes.

Muchas veces oímos decir que un docente tiene
alta calificación, esto es sencillamente que ese docente
tiene:

  • Conocimientos seguros y precisos.

  • Mano de oro

  • Ausencia completa de frases rimbombantes

  • Constante disposición al trabajo y esto es lo
    que en mayor medida atrae a los jóvenes.

El docente de la Educación Superior debe cuidar
mucho el lenguaje,
debe dominar perfectamente la lengua materna
e influir en los estudiantes.

Si consideramos que en el lenguaje
existen dos normas:

  • La norma técnica o culta

  • La norma popular.

En el aula y en las relaciones con los
estudiantes hay que emplear siempre la norma culta, cuidar el
léxico al hablar, la ortografía (al hablar y al escribir) no
emplear en ningún momento en las relaciones/estudiantes la
norma popular.

Por último queremos recordar que la
maestría se logra por etapas. Diferenciando:

  • 1ra etapa: Asimilación de los conocimientos
    por parte del docente.

  • 2da etapa: Formación de habilidades y
    hábitos/profesor.

  • 3ra etapa: Adquisición de maestría
    propiamente dicha.

  • 4ta etapa: Creatividad pedagógica.
    Perfeccionamiento de la maestría a través del
    trabajo científico metodológico, la
    búsqueda de nuevos métodos y procedimientos
    pedagógicos, el perfeccionamiento del sistema de
    evaluación en correspondencia con el encargo
    social.

El ejercicio docente es una práctica cotidiana
que necesita de la investigación sistemática no
solo para enriquecer y actualizar los contenidos (conocimientos y
habilidades) que se trasmiten a los alumnos, sino también
para valorar, a través del filtro de los métodos
científicos y las reflexiones teóricas la propia
práctica diaria y enriquecerla, lo que promueve un
perfeccionamiento del proceso educativo y por tanto, una
elevación en la labor formativa de los futuros
profesionales que demanda la sociedad moderna y el
perfeccionamiento de la propia institución
universitaria.

El proceso de
profesionalización del docente
universitario

La profesionalización como proceso es una
exigencia que deviene del desarrollo social y que como tendencia
es deseable porque garantiza mayor calidad en el
desempeño profesional.

Un profesor universitario necesita de un tiempo
relativamente largo de preparación, llegar a ser un
profesional de la educación superior requiere de un
proceso de profesionalización de carácter mediato, supone un transcurrir por
diferentes etapas, cada una de las cuales constituye un salto
cualitativo con respecto a la anterior, en las que se van
obteniendo diferentes niveles de desarrollo y de competencias
profesionales y que no tiene una última etapa porque no
termina sino con la jubilación definitiva, debido a las
demandas cambiantes de la sociedad a la educación
superior. Proceso que de ninguna manera es espontáneo ni
totalmente autodirigido, ya que requiere de la existencia de
estrategias
institucionales que estimulen y guíen dicho proceso,
además del interés
individual de cada profesor implicado.

Este proceso de profesionalización hay que
entenderlo como una mejora continua y sistemática de su
calificación académica, lo cual presupone un
cambio en
todos los órdenes, tanto en la labor profesional como
mental, pues como afirmó Federico Mayor, ex director de la
UNESCO: El cambio es el medio por el cual el futuro invade
nuestras vidas (citado por J. Manso, 1999).

Han existido diferentes modelos de
preparación de los profesores (E. Martín, V.
González y M. González, 1998):

  • Los modelos centrados en la búsqueda y
    formación de la competencia docentes por la vía
    de la identificación de rasgos de personalidad,
    conocimientos, habilidades y valores del profesor (Paradigma
    proceso-producto). Basado en ideas conductistas, mecanicistas
    y positivistas.

  • Los modelos mediadores, que centran la actividad del
    profesor como el factor más importante y relevante
    para alcanzar resultados más exitosos, no solo
    mediante sus cualidades personales sino también en
    cómo promueve la actividad del estudiante y su
    influencia sobre este. El profesor como agente de
    cambio.

  • Los modelos ecológicos, hermenéuticos
    que subrayan la singularidad del hecho educativo, de modo que
    niegan un modelo ideal del profesor. Su competencia
    está determinada por la capacidad de solucionar
    problemas situacionales en función de la diversidad
    educativa.

Es evidente que los dos últimos modelos son muy
oportunos por tener gran influencia e impacto actual en la
sociedad.

El profesor universitario deber ser un educador, lo que
significa trascender las funciones de ser un simple instructor,
expositor o dictador de lecciones asequibles en los textos, por
lo que necesita de conocimientos psicopedagógicos y
conocer a sus alumnos (M. Rodríguez, 1999).

El docente universitario debe ser competente desde una
concepción humanista de la educación, lo que
significa no solo ser un conocedor de la ciencia que explica,
sino también de los contenidos teóricos y
metodológicos de la Psicología y la
Pedagogía contemporáneas, que lo capacite para
diseñar en sus disciplinas un proceso de
enseñanza-aprendizaje
potenciador del desarrollo de la personalidad del estudiante (E.
Martín: V. González y M. González,
2002)

Es decir, que el profesor en la universidad debe ser un
sujeto que orienta su actuación con independencia
y creatividad
sobre la base de una sólida motivación
profesional, así como valores
profesionales firmemente arraigados, es decir, con un
profesionalismo ético (J.
Ibáñez-Martín (2001).

Por tanto, se debe trascender la mera adquisición
de conocimientos y habilidades profesionales del docente para que
su profesionalización implique también un cambio en
su personalidad, para que sea más competente.

Actualmente existen muchas publicaciones que abordan el
término competencia, por
lo que resulta novedoso y acuñado hace relativamente poco
tiempo en la educación (Y. Argudín, 2000), refleja
un afán integrador porque resulta un conjunto
holístico que emerge de la práctica (L.
Álvarez, 2000) y no es privativo de la educación,
pues fue objeto de atención primero en la gestión
de recursos
humanos como respuesta a la formación
laboral y a la selección de
personal (M. Gallego, 2000).

La Educación es de hecho un proceso orientado a
la formación y desarrollo de competencias generales y
específicas (L. Castro, 2000). Las competencias presuponen
un nivel de desempeño dentro de una educación
terminal, por lo que se proyectan para un período
relativamente largo de formación (O. Orellana,
2000).

Las competencias profesionales pueden ser definidas como
aquellas cualidades de la personalidad que permiten la
autorregulación de la conducta del sujeto a partir de la
integración de los conocimientos
científicos, las habilidades y las capacidades vinculadas
con el ejercicio de su profesión, así como de los
motivos, sentimientos, necesidades y valores asociados a ella que
permiten, facilitan y promueven un desempeño profesional
eficaz y eficiente dentro de un contexto social determinado.
Expresan un enfoque holístico de la personalidad en la
unidad de lo cognitivo, afectivo y conductual (E. Ortiz,
2001)

El término competencia constituye también
un concepto integrador porque unifica en un solo término
los elementos ejecutivos e inductivos de la
autorregulación de la personalidad (S .L. Rubinstein,
1979) dentro del proceso docente-educativo.

Las competencias
de los profesores universitarios

J. Ibáñez-Martín (1990) divide las
competencias de los profesores universitarios en docentes e
investigativas. Sobre las primeras plantea varias
dimensiones:

  • Preparación para la docencia: la
    preparación curricular, la preparación
    actitudinal y una formación pedagógica
    esencial.

  • Comunicación de los conocimientos: la
    presentación del discurso del profesor con claridad y
    rigor, la preparación que existe por implicar al
    alumno en la captación del discurso, la
    consideración que se presta a las
    características de la enseñanza realizada en
    grupo, qué iniciativas especiales se ponen en
    práctica para que el discurso captado adquiera
    raíces en los alumnos

  • Comprobación de lo captado por el alumno: la
    adecuación a las finalidades de la evaluación,
    las formas de conducir el proceso de evaluación y los
    medios para dar una proyección educativa a la
    evaluación.

Con respecto a la competencia investigativa este mismo
autor plantea:

  • Criterios externos: la evaluación de los
    congresos, editoriales y revistas en que participa y
    publica.

  • Criterios intrínsecos: los resultados
    investigativos que aporta a través de su relevancia en
    patentes, innovaciones, libros, monografías,
    etc.

Esta propuesta es muy interesante, pero demasiado
analítica al separar las competencias docentes e
investigadoras como independientes, lo cual traiciona el enfoque
holístico que subyace en la comprensión antes
planteada sobre las competencias profesionales del docente
universitario. Se deben buscar competencias de un carácter
más integrador que expresen mejor el nivel de desarrollo
profesional alcanzado y a la vez faciliten el desarrollo de
diferentes vías para su continua y creciente
profesionalización.

Una propuesta más integradora debe considerar a
las competencias profesionales del docente universitario como
expresión de las diferentes aristas y esferas de su
actuación en el ámbito universitario y conformado
por subcompetencias o competencias específicas, como
son:

  • Competencia Didáctica: caracteriza la
    facilidad de trasladar de manera asequible (y no facilista) a
    los estudiantes los contenidos de las ciencias que imparte
    por difíciles que parezcan sin distorsionarlos ni
    vulgarizarlos. No basta con el dominio de dichos contenidos,
    es esencial que el profesor sea capaz de "pedagogizarlos",
    pues la lógica de la ciencia no coincide siempre con
    la lógica de su impartición.

  • Competencia Académica: expresa el
    dominio de las ciencias que aportan a su labor docente en las
    diferentes asignaturas y disciplinas que imparte, así
    como de la Psicología y la Pedagogía, como
    ciencias que explican y fundamentan su actuar cotidiano en la
    enseñanza y en la investigación acerca de su
    práctica educativa.

  • Competencia Investigativa: el saber hacer
    investigativo despierta una actitud más crítica
    y reflexiva sobre su labor pedagógica, obliga a hacer
    coincidir la teoría con su práctica, incrementa
    su sensibilidad para detectar aquellos problemas que
    requieren de investigaciones científicas para su
    solución, exige de una mejor planificación y
    organización de su trabajo y a un mejor uso de
    él, un incremento sustancial de su espíritu
    crítico y autocrítico, es más objetivo
    en sus juicios y más flexible para aceptar los cambios
    provocados por los procesos renovadores e innovadores, un
    mayor tiempo dedicado al estudio individual y a la lectura
    sobre temas de interés profesional y una
    reafirmación de sus motivaciones profesionales como
    docente y como investigador.

  • Competencia Ética: refleja su
    autonomía moral como modelo a imitar por sus alumnos y
    colegas en cuanto a los valores profesionales que lo
    caracterizan como persona, como profesor universitario y a la
    vez como especialista en una rama del saber
    científico.

  • Competencia Comunicativa: posee tres
    componentes: el uso eficiente de su lengua materna, tanto
    oral como por escrito; el dominio de una lengua extranjera,
    preferentemente el idioma inglés, al menos para
    extraer información de la literatura científica
    actualizada y el desarrollo de habilidades para ser un
    comunicador profesional por su oratoria, por la brillantez y
    exactitud de su discurso, así como por la calidad de
    sus escritos debido a la esencia educativa de su
    labor.

  • Competencia Cultural: debe poseer una cultura
    general e integral especialmente de carácter
    humanística, que le permita estar actualizado sobre
    los acontecimientos científicos, políticos,
    económicos, históricos, sociales,
    ideológicos, artísticos más acuciantes
    de su tiempo, tanto en el ámbito universal, como
    regional y nacional.

  • Competencia Tecnológica: el gran
    desarrollo de la ciencia y la tecnología
    contemporáneas, cuya manifestación más
    evidente y acelerada es el creciente proceso de
    informatización de la sociedad, debe reflejarse en el
    docente universitario en su explotación pertinente a
    través del uso de las nuevas tecnologías de la
    información y la comunicación, en
    función de su labor docente e investigativa como
    herramientas insustituibles.

Estas subcompetencias o competencias específicas
no son más que abstracciones de la competencia profesional
general que va apareciendo y desarrollándose en el
profesor universitario. Ellas constituyen parte de la gran
configuración psicológica que es la personalidad
como un sistema, en la que nada permanece aislado e inconexo
dentro de ella, sino que se integran dentro de síntesis
autorreguladoras cada vez más complejas. Una
manifestación concreta de esta afirmación es que si
la labor profesional del docente universitario se fragmenta en
funciones paralelas y aisladas sin vínculo alguno se
desprofesionaliza paulatinamente. El desarrollo incoherente o
aislado de dichas competencias provoca la aparición de
desniveles en la calidad de la ejecución de sus funciones,
como un reflejo de un desarrollo no profesional de su
personalidad, y por tanto, una ejecutoria improvisada,
intermitente e inefectiva.

Las competencias antes mencionadas se presuponen y se
complementan al irse conformando personalmente con un enfoque
holístico. Por ejemplo, la adquisición de las
competencias didáctica y académica contribuye al
desarrollo de la competencia cultural, exige de las competencias
informática y comunicativa a la vez y deben
estar impregnadas de una competencia ética.

Papel del
profesor en las sedes universitarias

En Cuba, como
parte de ese proceso que pretende llevar la Educación
Superior a todos y dentro de la Batalla de Ideas que ha
emprendido nuestro pueblo, ha comenzado el desarrollo de la
Municipalización de la Universidad. Este nuevo concepto
consiste en la extensión paulatina de todos los procesos
sustantivos realizados en los Centros de Educación
Superior hasta todos los rincones del país donde halla
necesidades y posibilidades. El objetivo final
de este proceso será llegar a la Universidad Popular,
similar a la soñada por Mella, donde cada cubano que lo
desee pueda cursar estudios superiores.

El programa de la
Universalización revoluciona desde sus cimientos a toda la
educación cubana, es también el principio martiano
del estudio y el trabajo, es
donde se aprende como un gran taller en la vida, y está
acorde con las nuevas necesidades y condiciones del país,
y con la idea revolucionaria de que a nuevos tiempos corresponden
nuevas universidades. Por lo tanto, está en manos del
profesor universitario llevar a cabo con calidad el programa de
la universalización, exigiéndose con más
rigor la preparación científico-técnica de
estos, la sistematicidad y tratamiento diferenciado de los
educandos, la vinculación de los estudiantes a la
práctica laboral, la preparación
metodológica vista desde la didáctica de la
educación superior, y todas las acertadas alternativas que
permitan materializar un proceso docente con calidad, de acuerdo
con las necesidades políticas y sociales, de lograr
profesionales integrales.

Consideramos es de suma importancia analizar los
particulares relacionados con el papel que juega el profesor en
la sedes universitarias municipales, pues, la
generalización de estos aspectos nos impide conocer a
fondo cómo accionar ante determinadas problemáticas
y trabajar con eficiencia en la
nueva universidad.

El docente en las sedes universitarias es meramente un
facilitador del conocimiento, director, organizador,
fuente de información, investigador (investiga sobre
las características, las necesidades de los alumnos, y
sobre la dinámica del grupo); es
creador, orientador, promotor, controlador y autoridad en la
clase.

El modelo
pedagógico que se implementa en las sedes universitarias
es muy diferente al modelo de la universidad tradicional, entre
otros aspectos, por las propias exigencias de la clase
contemporánea (la clase encuentro), la educación a
distancia, las características de los educandos y el
papel del profesor a tiempo parcial.

En primer lugar, el docente de la sede universitaria es
un profesor que se dedica parcialmente a esa tarea, el modelo
pedagógico contiene una tipología de clase
semipresencial, en la que el profesor es solo un gestor y
facilitador del conocimiento, por lo que se requiere esté
bien preparado en la materia que imparte, ya que debe
ubicar al estudiante en la forma más acertada de
apoderarse de los conocimientos, cómo investigar y
resolver las problemáticas que se presentan en la
práctica y desarrollar habilidades en ellos.

Es muy ventajoso el hecho de que el profesor sea un ente
directamente vinculado a la práctica, y que se
desempeñe en la propia materia que imparte, pues, esto
permite, que lleguen a los educandos sus experiencias y puedan
prepararse, desde la universidad, para resolver las situaciones
problémicas que se le presenten una vez graduados.
Además, materializan las habilidades y conocimientos
adquiridos, durante la propia vinculación laboral, como
manera efectiva de lograr profesionales con calidad.

La clase contemporánea exige la
autonomización de los alumnos, para que puedan "aprender a
aprender", por lo tanto el profesor debe crear habilidades y
valores, que les permitan autoprepararse, lograr independencia
cognoscitiva y desarrollar la actividad creativa, lo que requiere
una caracterización individual de los educandos, con el
objetivo de darles tratamiento diferenciado de acuerdo a sus
necesidades.

Se requiere en la nueva universidad, profesionales de
experiencia y con un alto nivel científico
pedagógico, pues, debemos llevar a nuestros educandos
informaciones actualizadas y novedosas relacionadas con la
materia, así como inculcar en ellos la creatividad e
independencia para investigar, apropiarse de los conocimientos de
manera autónoma y desarrollar acciones que potencien y
multipliquen el desarrollo local. La ciencia en las universidades
estará siempre al servicio del pueblo.

Problemas relacionados con el desempeño del
profesor en las sedes universitarias:

  • Falta de preparación pedagógica y
    metodológica.

  • Programas de las asignaturas que incluyen contenidos
    que no se ajustan a las horas establecidas para su
    estudio.

  • Carencia de Materiales
    Bibliográficos.

  • En muchos casos, el no poder utilizar las
    TIC.

  • La no realización de investigaciones
    científicas.

  • Factor tiempo

El talón de Aquiles del profesor en la sede
universitaria, a nuestro juicio, está en la evaluación, es necesario exigirle al
estudiante y evaluar con rigor los contenidos anteriores, porque
de lo contrario los educandos no sentirán la
obligación y necesidad de prepararse, de hecho no lo
harán si el profesor no se toma en serio el control de los
mismos, de ahí se deriva el tratamiento individualizado
que debe darle a los que presenten mayores dificultades
académicas.

Conclusiones

  • 1. La profesionalización de los
    claustros en las universidades no constituye una
    campaña sino una estrategia por su papel
    protagónico en el desarrollo de las instituciones de
    educación superior a inicios del siglo XXI.

  • 2. Los retos que impone el proceso de creciente
    globalización al nivel mundial y la elevación
    paulatina de las demandas sociales a las universidades, como
    los centros culturales más importantes con que cuentan
    los países, suponen que los profesores en dichos
    centros tengan que estar a la vanguardia de los cambios, los
    cuales no solo se deben operar en los órdenes material
    y organizativo sino también mental debido a las
    transformaciones que deben ocurrir en las concepciones
    imperantes hasta ahora y en la riqueza de sus conocimientos y
    actitudes.

  • 3. El desarrollo de las competencias
    profesionales de los docentes universitarios deberá
    ser el objetivo del proceso de profesionalización con
    un enfoque integrador, que soslaye cualquier
    concepción atomista de priorizar unas en detrimento de
    otras.

  • 4. Existen variadas vías y formas de
    profesionalizar a los profesores, las cuales exigen de una
    caracterización previa de sus necesidades de
    aprendizaje, de acuerdo con la experiencia profesional previa
    y sus motivaciones profesionales. La incorporación
    consciente, entusiasta y organizada de los claustros en este
    empeño resulta decisiva para el éxito de
    cualquier estrategia que se adopte.

  • 5. Los profesores universitarios devienen en
    actores fundamentales para la elevación de la calidad
    en este nivel de enseñanza, pues sin ellos cualquier
    intento de perfeccionamiento devendría en vano e
    infructuoso.

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Autor:

Lic. Yuliet León
Brizuela

Lic. Ingrid de la Paz
Montenegro

Lic. Diana Iglesias
Aguilar

Sede Universitaria Municipal Bayamo,
prolongación General García s/n, Bayamo, Granma,
Cuba

Partes: 1, 2
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