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El rol del educador y la idea del pensamiento crítico y la actitud filosófica




Enviado por Paula Herrera



Partes: 1, 2

    1. Hacia una actitud
      crítica
    2. Nuevos
      enfoques
    3. El rol
      docente hacia una actitud crítica
    4. Algunas
      consideraciones propias
    5. Bibliografía

    Introducción

    Me pareció acertado, tomar y desarrollar un tema
    que esta tan relacionado con la práctica docente de
    nuestros días, como lo es el rol del educador y la idea
    del pensamiento
    crítico y la actitud
    filosófica. Hablo de acertado, no sólo porque me
    convenció el tema desde mi primer encuentro con el mismo,
    sino también porque pretendo descubrir, a lo largo de este
    trabajo, un
    sentido diferente, "crítico" a mi propia práctica
    habitual, ya que como docente actual, me corresponde el hecho de
    reflexionar activamente sobre mis acciones.

    Diariamente me pregunto, cuál es el rol del
    educador frente a esta nueva infancia, tan
    diferente, exigente y necesitada de perspectivas nuevas. Como
    opina Cullen, actualmente lo que tenemos es una educación con los
    "nombres desnudos"[1]. Esta metáfora de
    Eco, nos da la pauta de que ya no se puede definir con claridad,
    el rol docente, el rol de la infancia y ni siquiera es posible
    conceptuar el significado de la
    educación.

    Por estas razones, mediante el recorte seleccionado,
    estableceré según mi punto de vista, un esbozo de
    algunas de las características que debería tener
    este docente actual y su espacio de trabajo, interesado en
    formar, según mi opinión, sujetos críticos
    de su realidad y comprometidos con su contexto. Sujetos que sean
    capaces de elaborar diferentes puntos de vista.

    Relacionando autores de los tres ejes, intentaré
    explicar, según mi criterio, los argumentos y las
    condiciones que tenemos que tener en cuenta para que se considere
    a un docente crítico. Actitud, que solo se logra si el
    educador puede ser realmente observador de su propia
    práctica y conciente de ella. Si se permite desarrollar un
    punto de vista propio y permitir o admitir que no siempre sea el
    correcto, si acepta que "el enseñar y aprender se van
    dando simultáneamente
    "[2].

    Hacia una actitud
    crítica

    Como punto de partida de mi trabajo, tomaré dos
    metáforas de Eco, una de ellas ya comentada en la introducción.

    "Antiguamente la rosa estaba junto con su nombre;
    nosotros, en cambio,
    tenemos los nombres desnudos"
    [3]. Esta
    metáfora se refiere, según Cullen, a la mirada de
    la educación, a partir del llamado mundo
    moderno.

    Con el advenimiento de las pedagogías modernas,
    actualmente nos encontramos en una etapa de transformaciones en
    la educación debido a los profundos cambios sociales por
    los que atravesamos. Se presentan nuevas direcciones, problemas en
    la toma de
    decisiones, en las tareas que se proponen, en las
    metodologías que se emplean. La educación ha
    necesitado y necesita plantearse y replantearse su discurso.

    Tantos cambios por los que esta pasando la
    educación, obliga a construir y reconstruir sus conceptos
    y discursos
    utilizando los nombres que poseía antiguamente, no se
    trata de desechar, sino de redefinir. Ante esta nueva
    situación han quedado, parafraseando nuevamente a Eco,
    "(…) los sujetos desfondados, escindidos,
    fragmentados"[4],
    se hace necesario el
    planteo de nuevos interrogantes, un nuevo accionar.

    Así es como se comienza a plantear la
    educación, no ya como una práctica natural o
    cultural, sino desde un pensamiento crítico de su
    discurso, dotado de carga histórica y social. Teniendo en
    cuenta la intencionalidad del educador y replanteando los
    objetivos que
    se intentan lograr, se concibe la necesidad del educador de
    desatar, según Saviani, una "actitud
    filosófica
    "[5], reflexiva de las
    problemáticas educativas de nuestro tiempo.

    Esta actitud se refiere, en efecto, a una mirada
    crítica, filosófica del discurso
    educativo. Que pretenda problematizar a la educación desde
    la práctica cotidiana, replanteando los objetivos que se
    pretenden lograr desde dentro mismo de la realidad educativa por
    medio de la filosofía de la educación. Dicha
    práctica solo es posible si se la considera como no
    acabada, interna y punto de partida de este acto
    reflexivo.

    Nuevos
    enfoques

    Partiendo de esta nueva perspectiva, pretendo abordar al
    docente educador desde las características necesarias para
    incorporar en su práctica esta actitud filosófica,
    antes mencionada como pensamiento crítico.

    Cuando hablo del rol actual del docente, no puedo evitar
    referirme a la concepción moderna de "sujeto
    moral
    "[6] en reemplazo del "individuo
    prudente
    "[7].

    Según Cullen, sujeto moral, se
    refiere al individuo como
    sujeto capaz de auto legislarse, de encontrar en la
    relación con el otro, una cierta autonomía, es
    decir la libertad para
    llevar a cabo sus acciones.

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