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Características, problemas y soluciones de la notación musical




Enviado por Sergio Aschero



Partes: 1, 2

    La música (algún
    tipo de música) forma parte de la existencia de la
    mayoría de las personas.La escritura
    musical tradicional es leída sólo por un 5% de la
    humanidad; el 95% restante ama los resultados de lo creado por
    otros, sin ser capaz de apropiarse del lenguaje:
    vivimos en un mundo de analfabetos musicales. Incluso se da la
    paradoja de músicos populares que rechazan la escritura
    musical tradicional, por encontrar en su aprendizaje
    (teoría
    y solfeo) mayores dificultades que beneficios. Sin embargo al
    estar marginados del sistema, su labor
    es mucho más compleja. Esto es inconcebible en otros
    campos: no se nos ocurre pensar en escritores que no sean capaces
    de leer y escribir sus propias obras.Todos los códigos
    normativos están constituidos por su propia función y
    son un instrumento convencional no originado en la naturaleza.Para cambiarlos hace falta tener en
    cuenta los siguientes requisitos:Constatación de la
    necesidad del cambio.Explicación de la finalidad por la
    cual se quiere cambiar.Análisis crítico y comparativo del
    viejo y del nuevo código.Sustitución del código
    que presenta mayores deficiencias.Los sonidos se representan por
    medio de siete notas. La octava nota es repetición de la
    primera.Faltan cinco nombres o sobran cinco sonidos: las teclas
    de un piano son doce.Existe discrepancia entre el sonido y su
    imagen.Una
    sola nota, con todas sus variables
    (siete claves y cinco alteraciones) tiene cuarenta y dos lecturas
    diferentes.Clave es la idea que permite comprender un enigma.

    Una clave es imprescindible en todo código, siete no.Se
    aceptan varias escrituras para representar la misma altura del
    sonido (enarmonía) y sin embargo no se contemplan nombres
    diferentes para lo que no suena igual (homonimia).Si no se
    responde a este principio: para cada sonido un signo, para cada
    signo un nombre, se dificulta la utilización racional del
    código.Las notas se representan temporalmente por medio de
    siete figuras.Surge nuevamente en la teoría la falsa
    supeditación a un número erróneo. El siete
    no contiene la realidad temporal del sonido. La cábala
    sigue ocupando el lugar de la razón.Los silencios se
    representan temporalmente por medio de siete signos.Se
    observa una representación redundante: si figuras y
    silencios comparten el mismo tiempo
    ¿qué les impide compartir, con alguna variable, el
    mismo signo?El puntillo es una confusa imagen de absurda
    explicación que representa ciertas modificaciones en la
    duración.

    Es tan erróneo el exceso como la carencia de signos claros
    para definir, en este caso, todos los atributos
    temporales.Aire es el grado
    de lentitud o rapidez con que se ha de ejecutar una obra musical.
    El aire se expresa por medio de términos generalmente
    italianos, que se colocan en la parte superior del pentagrama.No
    se puede depender de términos arbitrarios para definir
    parámetros concretos del sonido.Carácter es la expresión especial de
    una obra musical o fragmento. El carácter de una obra
    musical se determina por medio de términos generalmente
    italianos que pueden presentarse unidos con los términos
    del aire.Si el carácter de un sonido no está en la
    estructura del
    propio sonido, no está en ninguna parte: la
    verbalización de los fenómenos de un lenguaje no
    verbal, además de ser innecesaria, lo subordina.

    También las abreviaturas musicales son en muchos casos el
    residuo de la italianización del lenguaje musical.
    Los valores
    irregulares determinan la incapacidad del sistema para afrontar
    la realidad de lo temporal, que va más allá de las
    siete figuras oficiales.Notas de adorno son
    notas pequeñas, o signos que las expresan, que se
    intercalan en la melodía y no tienen valor
    propio.Los adornos del sonido son sonidos, y no por
    empequeñecer su tamaño, dejarán de ser lo
    que son.Prolongar, acelerar, retardar, dejar a voluntad del
    intérprete lo que se podría fijar con exactitud,
    señala otra de las tantas ineficiencias del sistema.Y con
    respecto a la altura, en lugar de seguir insistiendo sobre las
    siete notas, habría que pensar que con doce sonidos, la
    realidad combinatoria nos señala que existen veinticuatro
    mil quinientas sesenta y cuatro escalas y otros tantos acordes
    posibles.

    La intensidad también se puede medir, tal como sucede con
    la duración y la altura.La tecnología al
    servicio del
    arte, lo
    hará menos abierto a la interpretación caprichosa.Y de eso
    también se trata.La duración se fija
    aproximadamente a través de dos signos:FiguraSilencioUna
    negra (o silencio equivalente), tiene una duración mayor o
    menor de acuerdo a la indicación literal del movimiento:
    rápido, tranquilo o lento. La ayuda opcional del
    metrónomo, mecanismo que precisa un número de
    oscilaciones por minuto, puede servir para medir mejor a la
    negra, pero forma parte de un instrumento ajeno a la escritura.La
    intensidad se fija deficientemente a través de signos
    diversos.Fuerte expresa una sensación subjetiva de
    intensidad, que el músico debe transformar en una potencia sonora
    determinada, siguiendo su particular criterio.El timbre no se
    fija en absoluto.

    Un violín no representa el timbre, como no lo representa
    en verdad ningún instrumento acústico. Es
    más, cada violinista genera un timbre distinto aún
    tocando en el mismo violín, y si bien existe un timbre
    básico al que nosotros llamamos violín, hay que
    entender también que no es menos cierto que el timbre se
    forma a partir de una mezcla de sonidos armónicos e
    inarmónicos en constante transición, a los que hay
    que sumarles una forma dinámica determinada.Recordemos que todos
    los parámetros del sonido tienen la misma importancia.A
    veces, dos notas en sucesión, pueden representar
    simultaneidad (un solo pentagrama).Un signo que no represente
    claramente su función, debe cambiarse por otro.Existen
    instrumentos que leyendo la misma nota, producen sonidos
    distintos (transposición).

    Todo código de única lectura y
    resultado polivalente, genera contradicciones en su sentido.Para
    representar los límites
    del sonido, se necesitan veintitrés líneas
    adicionales y dos claves.Los códigos con excesivos signos
    secundarios, son poco efectivos ya que dificultan la
    comprensión y la lectura.La
    necesidad de adjetivar los intervalos surge por partir de una
    base matemática errónea (siete notas).El
    número es el mejor signo para representar las magnitudes
    ya que no necesita adjetivarse.La discrepancia entre
    cromático y diatónico, consecuencia de no aplicarse
    rigurosamente la base doce, así como el agregado de nuevas
    alteraciones para expandir el código a cuartos y octavos
    de tono, hacen todavía más complejo el
    lenguaje.

    El sistema general de quintas (Pitágoras –
    Barberau), es erróneo e inaplicable, ya que por un lado no
    puede explicar científicamente la serie armónica
    (física) y
    por otro es inoperante en instrumentos temperados (doce sonidos
    en lugar de treinta y cinco), por lo cual, si todo el aparato
    teórico se basa en él, el sistema tradicional de
    notación está construido sobre principios
    falsos.Cualquier sistema musical que no se base en la serie
    armónica y su representación precisa, es un sistema
    con deficiencia acústica.Tal como acontece con las cinco
    alteraciones, lo mismo ocurre con los sonidos de altura
    indeterminada, otra realidad no prevista por la teoría
    tradicional de la música.Al invertir la serie
    armónica (sólo desde el punto de vista
    teórico ya que físicamente es imposible), Rameau
    intentó explicar el modo menor que es inexistente en la
    naturaleza del sonido.La ley de
    monovalencia, no acepta discrepancia alguna entre signos y
    sonidos, siendo la partitura orquestal la evidencia más
    concreta de esta contradicción.

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