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El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico (página 2)




Enviado por carmen andreu



Partes: 1, 2

Así, con el fin de que las sentencias no dependieran de
las opiniones personales de los jueces, antes de que la Psicología se
constituyera como disciplina
científica y permitiera el estudio de cada caso con un
método
psicológico individual, los legisladores trataron de
corregir los defectos del sistema de la
mejor manera posible, para lo que introdujeron los siguientes
principios en
la justicia
penal:

  • Determinación de tipos casuísticos
    "Tendencia pseudoexacta de la jurisprudencia".

  • Establecimiento de Tribunales profanos en Derecho (jurados
    o escabinos), reconociendo la imposibilidad de un
    enjuiciamiento objetivo y pseudoexacto, con la consiguiente
    readmisión de la Psicología, en forma de juicio
    por jurados, según el sentido común.

  • Participación de los peritos médicos en el
    proceso, vía ensayo, acudiendo a la llamada
    Psicología científica o Psiquiatría.

Los tres principios han fracasado.

El primero por lo abstracto y casuístico de los tipos
penales que ha conseguido que la justicia cotidiana se convierta
en una tarea hermética del juez, alejada de la
comprensión del hombre
normal.

El segundo, que trata de mitigar el divorcio entre
la jurisprudencia
y la vida, porque a pesar del progreso que representa, ya que ha
de juzgar fundándose en la comprensión
psicológica, no ha sido capaz de mostrar un camino lo
suficientemente hábil para salvar la crisis de la
justicia.

El diagnóstico
psicológico, no implantado, más que a modo de
ensayo, como
hemos visto, mediante la intervención de peritos
médicos en el proceso, es el
único fundamento fiel para la elección del
tratamiento penal, con independencia
de la postura que se mantenga sobre la pena y las medidas que se
deben adoptar para el agente, y a pesar de que ésta sea
crítica; si algo hay que hacer con el
criminal, el qué depende del juicio psicológico que
se extraiga del caso concreto.

En el III capítulo "El papel de la Psicología
en el enjuiciamiento del agente"
afirman que la
elaboración de toda sentencia penal requiere
Psicología.

El progreso del Derecho penal
consiste en ir haciendo elásticas las normas objetivas,
con Liszt "no es el hecho, sino el malhechor el que tiene que ser
castigado" se inicia la evolución hacia una Psicología
diferente, la que se aplica no se encamina al conocimiento
de la
personalidad individual, da razón de experimentos
psicológicos generales, casi siempre abstractos. Es con el
Psicoanálisis con el que surge la
Psicología del individuo, que
nos puede conducir a la comprensión íntegra de las
acciones de
los delincuentes.

El Psicoanálisis muestra
cómo puede ser querida y odiada la misma persona,
inconscientemente, al mismo tiempo.

Las acciones humanas están siempre motivadas de
diversas maneras y los distintos móviles son
contradictorios muchas veces, por lo que puede darse el caso de
que un delito tenga
móviles inconscientes no criminales o que surja un hecho
lícito de un motivo antisocial.

Por la misma razón, la acción
criminal tiene diversos móviles, la mayor parte de ellos
desconocidos para el agente y, sólo el
conocimiento de la totalidad de los mismos, puede facilitar
la plena comprensión del acto.

Propugnan la admisión del Psicoanálisis en el
foro, al considerarla como
ciencia exacta
y estiman insuficiente, por superficial, la Psicología
criminal, aunque algunos autores abarcan además del
estudio de la inteligencia,
el de la vida emocional, más importante para las acciones,
delictivas y no delictivas.

En el capítulo IV "La criminalidad como
fenómeno general humano"
destacan la normalidad del
criminal, la mayor parte de ellos son semejantes, desde el punto
de vista somático, a los hombres normales, también
en cuanto a su constitución anímica, estudiada
superficialmente. Las diferencias se encuentran en el
desenvolvimiento de la propia vida.

Todo hombre es innatamente un inadaptado, un criminal, y
conserva esta tendencia durante los primeros años de su
vida.

La única diferencia que hay entre el delincuente y
el hombre
normal consiste en que éste desvía sus instintos
criminales hacia fines inocuos, adquiriéndose éste
dominio y
ésta desviación permanente de las tendencias
primitivamente antisociales, en el transcurso de la educación.

Una parte de los criminales se caracteriza por la
tensión excesiva que en ellos existe entre las exigencias
sociales y las del instinto, demostrando que los modelos
educativos no se han fundido orgánicamente con el Yo y se
oponen a éste como a un extraño. Son los
neuróticos.

Otra parte no demuestra esta desviación con la norma
recibida, poseen un Superyó criminal, se han adaptado a
las personas adultas delincuentes que les rodean y a sus modelos
criminales, se identifican con una sociedad
criminal.

Este tipo criminal, muy extendido, no se diferencia ni
siquiera en su estructura
psicológica del hombre honrado normal, con la
particularidad de que se han adaptado a la parte más baja
de la sociedad. Cualquiera de ellos, podría llegar, fuera
del medio criminal en que vive, a una adaptación social
perfecta. Son los normales.

El último grupo lo
constituyen aquellos con un desarrollo
retrasado por causas somáticas o patológicas.

A estos tres tipos de delincuentes, proclives al crimen por
disposición personal
(somática o psíquica) los llaman "crónicos"
para diferenciarlos de los "agudos", aquellos que delinquen por
encontrarse en condiciones tales que cualquiera en su
situación delinquiría. Estos últimos tienen
una gran transcendencia para los Tribunales, ya que el
tratamiento penal no puede servir para la adaptación ni
para la intimidación.

En el capítulo V "La teoría
psicoanalítica de la formación neurótica de
los síntomas como fundamento de la psicología
criminal"
advierten que la neurosis
representa una concatenación de las tendencias
antisociales del hombre civilizado, desviadas al terreno
psíquico, representando en su contenido psicológico
y en su estructura la reproducción fiel de la justicia penal de
los tiempos primitivos.

Delito y pena forman parte de toda psiconeurosis.

El síntoma neurótico, tanto el síntoma
corporal de la conversión (enfermedades) como las
perturbaciones puramente anímicas, obtienen sentido al
desentrañar los móviles inconscientes de los que
son encarnación; es el producto de
deseos reprimidos, ajenos a la personalidad
consciente y condenados por ésta.

Una de las importantes conquistas del Psicoanálisis fue
lograr el conocimiento del contenido inconsciente y asocial de
los síntomas, describiéndolos como tendencias
sexuales infantiles y agresiones contra los miembros de la familia, en
primer lugar, los padres.

El complejo de Edipo constituye el contenido inconsciente de
todos los síntomas y sueños neuróticos, las
investigaciones demuestran que todos los
contenidos anímicos que el hombre reprime en su vida
posterior, están relacionados con la situación de
Edipo.

Inicialmente las investigaciones consideraron el Yo y la vida
instintiva, o lo consciente y lo inconsciente, como dos polos
opuestos de la personalidad.

Pronto se aclaró que el Yo y lo consciente no eran
idénticos, ya que el síntoma no sólo
representa el disfraz de un deseo ajeno al Yo (consciente),
contiene también un elemento moral, una
especie de autocastigo, surgiendo la necesidad de castigarse,
(inconsciente) ligada estrechamente al Superyó o parte
moral y social del Yo.

La satisfacción de deseos prohibidos, aún en su
forma disfrazada de síntomas, provoca la angustia en el
Superyó, la misma que de niño se siente ante los
educadores, de mayor se tiene ante la propia conciencia; la
necesidad de expiación (delito-pena) es la consecuencia de
esta angustia inconsciente. Lo que no significa nada más
que otro paso, ya que los autocastigos y sufrimientos levantan la
angustia impeditiva que existe sobre la conciencia y abren el
camino, como patente de corso, a la satisfacción de nuevos
deseos prohibidos.

La consecuencia, para este tipo de criminales, es que la
caridad (Víctor Hugo en "Los miserables") es un medio
preventivo más eficaz que la pena, ya que esta purga al
criminal, destruyendo sus impedimentos morales, pero la caridad
levanta en los mismos la fuerza
impeditiva del Superyó, bastante riguroso, evitando la
patente de corso referida.

En el capítulo VI "La pregunta sobre la responsabilidad del procesado y el papel de los
peritos médicos ante los tribunales"
parten del
concepto de
responsabilidad puramente psicológico.

La concepción psicoanalítica considera que las
acciones humanas están determinadas por móviles
conscientes e inconscientes, por lo que el libre albedrío
no es más que un deseo narcisista de que el Superyó
domine ilimitadamente el aparato anímico del hombre.

Desde este punto de vista psicológico, no moral ni
filosófico, el Yo, el Superyó y el Ello, son
coeficaces respecto de los otros en todas las acciones humanas;
en las personas sanas, las acciones se desenvuelven sometiendo
los impulsos dinámicos del Ello a los móviles
prevalecientes del Yo, porque el Yo y el Superyó forman un
sistema unitario. En los estados patológicos, la
influencia del Yo consciente sobre las acciones es menor frente a
los móviles inconscientes impulsivos.

Para el tratamiento del delincuente es decisivo comprobar la
participación del Yo consciente, supuesto en el que es
responsable.

Sólo cabe esperar un efecto duradero sobre las partes
inconscientes de la personalidad, a través de la educación en los
jóvenes, y el tratamiento
psicoanalítico, en los adultos.

Los Códigos Penales y Proyectos de los
mismos, al regular la responsabilidad del delincuente ignoran por
completo el inconsciente, por lo que no son viables a la luz de la ciencia
psicoanalítica.

La reforma del Derecho penal ha de reconocer la eficacia de los
móviles inconscientes, sólo a partir de ese punto
podrá sustituirse, en muchos casos, la pena por medidas
curativas y de educación.

En el capítulo VII "El grado de participación
del Yo en los diferentes acontecimientos anímicos y en el
delito"
destacan el sueño como la más inmediata
fuente de conocimiento para la
investigación de la criminalidad inconsciente.

Hacen el Psicoanálisis de un sueño con un
contenido criminal disfrazado: Se trata de una persona madura con
carácter especialmente bondadoso que tuvo
el siguiente sueño: "Iba de paseo con un jefe del
ejército ruso, cuando advirtió que su
acompañante era el Zar en persona. De pronto,
apareció un extraño que sacó un
puñal, intentando dar muerte al
soberano. Nuestro sujeto quiso interponerse para salvarlo; pero
no tuvo tiempo de impedir que el desconocido matase al
Monarca".

La técnica psicoanalítica consiste en
descomponer el sueño en partes aisladas y pedir al sujeto
que diga, espontáneamente, lo que le sugieran.

Respecto al Zar: se le llamaba "padrecito".

Respecto al jefe del ejército ruso: declara haber
disparado en la guerra contra
los rusos, se extraña de haber sido capaz de semejante
crueldad.

Respecto del extraño: no se le ocurre nada, dice que le
es desconocido; se le sugiere que pueda ser él mismo, lo
que rehúsa, diciendo que él lo que quería
era salvar al Zar y no asesinarlo.

Podría haber sido el autor soberano de su sueño,
representando con éxito
el intento de salvación, si su propósito hubiera
sido serio.

Empleó, despierto, el mismo mecanismo de
ocultación que en el sueño, subrayando el gesto
hipócrita de haber intentado salvar a la
víctima.

Ha utilizado dos procedimientos
para esconder su tendencia criminal:

1.- Una parte de sí mismo se ha representado por un
extraño (proyección), dando así cierta
satisfacción a la verdad. La idea de dar muerte a alguien
es una idea extraña a su Yo moral, pero en la
situación especial de la guerra era excusable y la
ejecutó.

2.- Ha escondido ésa idea, con el gesto de intentar
salvar a la víctima, lo que le sirve para apaciguar al
Superyó y poder
representarse, sin remordimientos, el asesinato.

Pero no era un asesinato común, era un parricidio;
niega el agente su papel de actor y al no ser suficiente y para
cubrirse de cualquier sospecha , substituye al padre por el
enemigo anterior (substitución), pudiendo así
atravesar el sueño la censura del Superyó, a pesar
de ser, sin duda, la representación de un asesinato.

Por lo que sueño como el síntoma
neurótico, es un escape psíquico de tendencias
asociales reprimidas.

El criminal neurótico se encuentra bajo el fuerte
influjo de móviles inconscientes, se identifica
sólo parcialmente con el Ello, tiene más tendencia
a identificarse con el Superyó, una parte de su
personalidad está del lado de la sociedad.

El criminal normal tiene toda su personalidad consciente al
lado del hecho delictivo y está enfrentado con las
exigencias sociales de la convivencia.

El individuo no criminal, que en cierta situación
especial reacciona criminalmente, tiene una participación
activa del Yo en el hecho, no menor que la del delincuente
normal.

Por lo que concluyen afirmando que todos los hombres tienen un
gran depósito de tendencias disociales y delictivas y que
es común a todos la inclinación a liberarse de
dichas tendencias. La diferencia está en la medida en que
puede relajarse la dependencia del Yo respecto del
Superyó.

En el capítulo VIII "Mecanismos psíquicos
generales de la criminalidad"
tras afirmar que un acto
criminal se produce, prescindiendo de las acciones de los
delincuentes normales, porque la dependencia del Yo respecto del
Superyó impeditivo se debilita y deja que sus tendencias
instintivas ayuden hacia la motilidad a las tendencias del Ello,
destacan algunos elementos comunes a los distintos sucesos
psíquicos que desembocan o pueden desembocar, en actos
criminales.

Uno de ellos es el dolor, que puede ser: sufrido realmente;
buscado con intención inconsciente (mecanismo
neurótico) y representado y vivido fantásticamente
(mecanismo psicótico).

Otro es la racionalización, es otra forma de ganar al
Yo para cometer un hecho antisocial, entendida desde el
Psicoanálisis como la elección arbitraria de un
motivo suficiente ante el yo para el hecho, que obedece,
también, a otros móviles no captados por el Yo,
esas tendencias inconscientes extrañas al Yo pueden
permanecer en la sombra, porque el hecho ya está bastante
fundamentado por la
motivación que la consciencia ha percibido.

Supuesto del snob racionalizando su impulso de llamar la
atención para ser admirado, con el pretexto
de servir a los intereses de la cultura, mucho
menos trascendentes que las tendencias exhibicionistas ajenas al
Yo y que no quiere aceptar ante sí mismo. En el terreno de
la criminalidad, es frecuente en algunos delincuentes
políticos, que se construyen una teoría política, para poder
dar cauce a sus tendencias parricidas, sublimadas, sin
remordimientos.

En el capítulo IX "El criminal neurótico"
describen al grupo más importante desde el punto de vista
criminológico: los criminales por sentimiento de culpabilidad
("Algunos tipos de carácter según el trabajo
psicoanalítico" Freud, 1915).

Tienen una conciencia de especial rigor, sufren más
ante su propia exigencia moral que ante los tribunales, la pena
significa una ventaja moral, apacigua su sentimiento de
culpabilidad. El delito representa, en estos casos, la
combinación de dos mecanismos: el escondimiento y el
autocastigo.

En el carácter del neurótico existe una lucha
trágica del individuo contra la sociedad; unos se alzan
contra la coacción social, delinquiendo, y otros
más benignos, son los excéntricos, quienes salvan
su individualidad en su vida privada, haciendo cosas raras, como
batir récords, los jugadores, los tenorios.; por lo que el
criminal neurótico es un caso particular del
carácter neurótico, cuyo actuar instintivo se
enreda en las leyes
penales.

El criminal neurótico es un enfermo de psiconeurosis,
curable como tal, por lo que puede ser tratado
médicamente. Sufre por la salud demasiado joven de su
vida instintiva, por un primitivismo que no puede soportar su
propio Superyó, ni la sociedad que le rodea. No obstante,
su actuación socialmente lesiva se produce bajo el influjo
de móviles inconscientes, excluidos del imperio de su
voluntad, por lo que su castigo carece de sentido, cualquiera que
sea la significación de la pena.

En el capítulo X "Perversión y crimen"
mantienen que las mismas consideraciones psicológicas que
exigen un enjuiciamiento especial para el delincuente
neurótico, lo exigen para el pervertido, ya que la base de
la responsabilidad criminal es la voluntad consciente del
sujeto,

Las perversiones puras son imposibles de corregir, no sufren
el influjo de la parte responsable del sujeto, por lo que su
prohibición sólo tiene sentido si se trata de
perversiones nocivas para la sociedad, el resto deben ser
consideradas como asuntos privados.

El complejo de Edipo tiene una significación central en
la Psicogénesis de las perversiones, que implican una
desviación regresiva hacia los instintos pregenitales.

La educación consistente en reprimir los instintos
sexuales haciendo del niño una persona mendaz e
hipócrita, es el factor más decisivo de la
etiología de las perversiones; es la educación la
culpable de la perversión, no el niño. Por ello
resulta inadmisible para el sentimiento de justicia castigar al
pervertido que no he hecho nada más que convertirse en
víctima de las falsas exigencias de la sociedad.

Si es cierto que, según Liszt "todos los delincuentes
son víctimas del medio y de la educación", en el
supuesto de la delincuencia
corriente, la voluntad cponsciente participa en el hecho y se
deja influir, pero en el caso del delincuente perverso, no puede
cambiar los instintos sexuales perversos.

En el capítulo XI "El diagnóstico criminal
psicoanalítico"
presentan el siguiente esquema,
resultado de un diagnóstico criminal basado en el grado de
participación del Yo consciente y del Yo inconsciente, en
el hecho:

I.- Criminalidad crónica:

– acciones criminales por causas tóxicas o
acontecimientos orgánico-patológicos, en los que el
grado de participación del Yo en la acción puede
llegar a ser nulo. Pertenece al dominio médico.

– acciones criminales condicionadas neuróticamente, en
las que el Yo es ganado para la ejecución del hecho. Son
competencia del
terapeuta psicoanalista.

– acciones criminales de delincuentes normales no
neuróticos con un Superyó criminal, en las que su
personalidad se identifica totalmente con la acción. El
problema es más de índole pedagógica.

– el criminal genuino, caso límite de hombre sin
Superyó, cuya existencia real es cuestionable.

II.- Criminalidad accidental:

delitos por
equivocación, cuando el Yo tiene la atención en
otra cosa distinta (culpa o negligencia)

– delitos de situación, cuando el choque afectivo
provoca una reacción criminal, por quedar anulado el poder
impeditivo del superyó.

Si bien será necesaria la reclusión de
determinados delincuentes crónicos, durante un tiempo, el
castigo en el supuesto del delincuente accidental, carece de
sentido, bastando, en cualquier caso, la indemnización
civil (multa) y el trabajo
obligatorio para indemnizar el hecho.

TENTATIVA DE
HOMICIDIO DE UN NEURÓTICO A LA LUZ DEL
PSICOANÁLISIS

Una noche de invierno, alquilaron un cuarto en un hotel, por horas, en Berlín, Carlos,
de veinticinco años de edad, y su amante, sirvienta de
profesión. Cuando ambos se encontraban solos, Carlos
disparó un tiro de revólver sobre ella,
hiriéndola en el cráneo, y sufrió un
desvanecimiento, por lo que pidió ayuda. La policía
lo detuvo.

Resultó que los amantes habían decidido
suicidarse juntos, reuniéndose aquella noche para este
fin, escribiendo cartas de
despedida y recorrido bares y establecimientos, antes. El arma se
compró con dinero de
ella. En el trance del suicidio,
después de disparar Carlos sobre ella, no tuvo valor para
dispararse él y prefirió entregarse a las
autoridades.

La amante quedó tuerta de resultas del disparo.

La solución jurídica del caso, conforme al CP
alemán, es la siguiente: el homicidio
ejecutado a ruego de la víctima se castiga con pena
privativa de libertad no
inferior a tres años, la tentativa queda impune, pero si
resultan lesiones graves, según la jurisprudencia, la pena
es de dos a diez años.

El hecho no tenía móviles manifiestos.

Carlos era joven, sano, aficionado al alcohol y a
las mujeres, su madre había muerto siendo él
pequeño, su padre fue oficial y estuvo en el frente
durante la guerra; Carlos tomó parte en la guerra siendo
muy joven, su formación fue escasa y posteriormente la
mayor parte del tiempo estaba sin empleo.

La amante, descendiente de buena familia de
pequeños burgueses provincianos, estaba al servicio de
una familia acomodada y estaba prometida con un paisano con el
que los padres querían casarla.

Carlos lo sabía y lo aceptaba, hasta que se
perturbó el equilibrio
entre los dos.

Un día ella le dijo que sería mejor casarse con
el novio y que él podría ser el "amigo de la casa",
lo que fue descartado por Carlos produciéndole una fuerte
depresión con anuncios de suicidio, por
lo que le ruega a ella que le acompañe a morir; ella,
también muy desgraciada, acepta y deciden el doble
suicidio.

La expresión "amigo de la casa" significa desde el
Psicoanálisis, un delito de Edipo realizado, un tercero
sin derecho a ello, posee ilícitamente a una mujer que
pertenece a otro, es lo que el niño desea en su complejo y
es lo que representa esta situación para Carlos, cuya
madre murió joven y con quien la amante sostenía
una relación en parte maternal, ya que ella era la que se
hacía cargo de todo, convidaba y proporcionaba beneficios
a la relación.

El inconsciente deseo incestuoso no le era soportable, por lo
que decisión de matarla y suicidarse era el intento de
resolver, de una manera explosiva, cortándolo, el estado de
tensión.

Esta muerte significa a un tiempo el autocastigo y la
satisfacción de deseos eróticos. La
expresión "unidos por la muerte",
muestra la acentuación erótica de la idea de la
muerte común, haciendo posible el desencadenamiento del
impulso incestuoso, ya que la pena capital
dictada contra sí mismo, apacigua todo sentimiento de
culpabilidad.

La propuesta de casarse con su novio pudo desencadenar una
depresión, en Carlos, porque suponía el triunfo del
modelo
paterno, por lo que la resolución de matarla significa un
intento de robar la mujer al
padre. Se dan pues los dos componentes de la situación de
Edipo: quitar la mujer al padre y unirse a ella.

El suicidio se refiere al deseo de Edipo llevado al extremo:
matándose, mata al padre con el cual se ha identificado,
identificación respecto de la mujer. El hombre
dueño de la madre, debe morir. Significa la
supresión del Superyó, y al mismo tiempo del padre,
en él inmiscuido, de donde emanan los sentimientos de
culpabilidad, que se callarán con su suicidio.

Finalmente triunfa el impulso de la propia
conservación, se reconcilia con su padre, con quien,
suprimida la madre-amante, podrá vivir tranquilamente.

Los sentimientos más fuertes de Carlos eran el
remordimiento ante el padre y su fijación homosexual
inconsciente respecto del mismo. Por lo que renuncia a su deseo
incestuoso de morir unido a su amante, refugiándose en su
comportamiento
pasivo homosexual respecto de su padre. Conducta que
significa la satisfacción al revés del complejo de
Edipo, es decir, la unión homosexual con el padre.

Carlos es un criminal neurótico que no puede darse
cuenta de su Yo consciente en el hecho, por lo que su tratamiento
corresponde al Psicoanálisis, para resolver su complejo de
Edipo no superado.

ÍNDICE DE
CONTENIDOS DEL LIBRO

Al Prólogo de la edición
alemana e Introducción hay que añadir dos
partes con los siguientes contenidos:

Primera parte

La teoría del delito

  • I. La lucha por el Derecho

  • II. La crisis de la justicia oficial en nuestros
    días.

  • III. El papel de la Psicología en el
    enjuiciamiento del agente.

  • IV. La criminalidad como fenómeno general
    humano.

  • V. La teoría psicoanalítica de la
    formación neurótica de los síntomas como
    fundamento de la Psicología criminal.

  • VI. La pregunta sobre la responsabilidad del
    procesado y el papel de los peritos médicos ante los
    tribunales.

  • VII. El grado de participación del YO en los
    diferentes acontecimientos anímicos y en el
    delito.

  • VIII. Mecanismos psíquicos generales de la
    criminalidad.

  • IX. El criminal neurótico.

  • X. Perversión y crimen.

  • XI. El diagnóstico criminal
    psicoanalítico.

Segunda parte

Algunos casos criminales a la luz del
psicoanálisis.

  • I. Previas advertencias metodológicas.

  • II. Un delincuente por sentimiento de
    culpabilidad.

  • III. Tentativa de homicidio de un
    neurótico.

  • IV. Economía anímica del caso de madame
    Léfebvre.

Apéndice

Algunas notas sobre el ius puniendi

 

 

 

Autor:

Carmen Andréu Arnalte

Valencia, 30 de noviembre de 2008

Partes: 1, 2
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