¿Garantiza el Estado venezolano la Libertad y Protección de la Vida?
- Bicando algunas
pistas - Una
acotación necesaria - Cultura
y contracultura del delito - Fariseismos
de las campañas antidroga - ¿Es
disuasiva la pena capital? - Todavía
utilizamos la escritura cuneiforme de los
babiloncos - Refundación
o ¿Retórica altisonante?
Bibliografia
1 UBICANDO ALGUNAS PISTAS
"Sería ridículo tenerle miedo a la libertad, que nos permite
trazar personalmente nuestro rumbo de vida. Sólo el bien
conocido y libremente querido es un bien en el pleno sentido de
la palabra. Valga citar aquí las palabras de un gran
defensor de la libertad cristiana". 1
"Si interesa mi testimonio personal, puedo decir que he
concebido siempre mi labor de Sacerdote y de Pastor de almas como
una tarea encaminada a situar a cada uno frente a las exigencias
completas de su vida, ayudándole a descubrir lo que Dios, en
concreto, le pide sin poner
limitación alguna a esa independencia Santa y a esa
bendita responsabilidad individual que
son características de un conciencia cristiana. Ese modo de
obrar y ese espíritu se basan en el respeto a la trascendencia de la
verdad revelada y en el amor a la libertad de la
humana criatura. Podría añadir que se basa también
en la certeza de la indeterminación de la historia, abierta a múltiples
posibilidades, que Dios no ha querido cerrar". 2
La libertad, como puede inferirse, es objetivo principalísimo
de la Educación, así como
de la formación personal y de la preparación para todas
las manifestaciones importantes de la vida. Es la libertad de
autodeterminación en la que el ser se entrega no se enajena
sino alcanza su plenitud (dice El Concilio Vaticano II en Gaudium
et Spes n 24: 4 el hombre "no puede encontrar
su propia plenitud sino en la entrega sincera de si mismo a los
demás").
El ser humano, por su irrenunciable condición
social, se encuentra inmerso en un particular complejo de modos
de ser y de hacer que resultan de una concreta manera de
organizar la vida, la cual, siéndole antecedente, le
condiciona, si bien es susceptible de recibir el aporte personal
de cada cual. Tal contribución puede actuar como refuerzo de
los mecanismos de funcionamiento vigentes en la sociedad, pero también
puede introducir modificaciones y hasta alterar radicalmente esos
mecanismos, así como los comportamientos sociales
concurrentes.
El acto humano es el resultado de actuaciones conjuntas
de la inteligencia y voluntad del
hombre que se determinan,
recíprocamente, en el orden respectivo, como causa objetiva
o formal intrínseca y causa eficiente.
2 UNA ACOTACION NECESARIA
Cuando el vienes Edwin Schödinger premio Nobel, por
los primeros conceptos de la mecánica cuántica,
nos ofreció un pequeño libro titulado "¿Qué
es la vida?" cuestión a primera vista sencilla y sin
complejidad; hoy esos dictados siguen manteniendo elevadas
polémicas en paraninfos universitarios. 5 Igualmente el
pensador George Steiner dijo un día en Oviedo al recibir el
premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades,
"Bajo las circunstancias actuales quiero decir que algunos de
nuestros problemas son más grandes
que nuestros cerebros". 6
Parece haber sido así desde siempre de una forma u
otra, pero en la actualidad, cuando la raza humana esta tocando
el borde de la concepción universal y tenemos preguntas
vagas pero bien enmarcadas a redefinir las razones de la
preexistencia y las leyes físicas que nos
sostienen en el cosmos, es de suma urgencia la potencialidad de
nuestra fuerza interior y de la
necesaria espiritualidad.
Estamos aterrorizados. Hicimos poesía, música, prosa excelsa, alabamos al
creador, elevamos cohetes a la oscuridad del espacio, clonamos
seres vivos, glorificamos Las Pirámides, El Partenón,
El faro de Alejandría, moldeamos en mármol "La Venus de
Milo" y en toque de inspiración sublime nació La
Biblia, El Paraíso perdido, los poemas de Petrarca, "Hojas de
Hierba", la partitura del "El Himno de la Alegría", La Iliada, La Odisea y La Cáscara de
nuez, y aún no hemos aprendido a formar una humanidad donde
impere el respeto supremo a la existencia, con todo, seguimos
creyendo en la potencialidad del ser humano, y su épica
lucha, ese preterido enfrentamiento contra los abatimientos del
espíritu.
Por eso debemos recordar sin parpadear que a nuestra
nación Venezuela no la construyen los
neo-políticos de oficio, sino su gente. Hay que forzar un
punto de inflexión con las reservas morales que le quedan al
país.
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