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Los pies del tiempo. Diez poemas cubanos (página 3)



Partes: 1, 2, 3

No es a usted a quien aman,
compréndalo, renuncie gentilmente.

Piense en las estrellas e invéntese
algunas constelaciones.

Hable de todo cuanto quiera, pero no diga
su nombre verdadero.

No se palpe usted el fantasma que lleva
debajo de la piel.

No responda ante el nombre de un sepulcro.
Niéguese a morir. Desista. Reconcilie.

No hable de la muerte, no
hable del cuerpo, no hable de la belleza.

Para que los barcos anden,

Para que las piedras puedan moverse y
hablar los árboles.

Para corroborar la costumbre un poco
antigua de morirse,

Remonten suavemente las amazonas el blanco
río de sus cabellos.

VIII

Yo soy el mentiroso que siempre dice su
verdad.

Quien no puede desmentirse ni ser otra cosa
que inocente.

Yo soy un niño que recibe por sus
ojos la verdad de su inocencia.

Un navegante ciego en busca de su morada,
que tropieza en las rocas

vivientes del cuerpo humano,
que va y viene hacia la tierra bajo
el

peso agobiante de su pequeño
corazón.

Quien padece su cuerpo como una
herejía, y sabe que lo ignora.

Quien suplica un poco más de
tiempo para
olvidarse.

La mano de su Padre recogiéndolo
piadosa en medio del parque.

Sonriendo, sollozando, mintiendo,
proclamando su nombre

sordamente.

Bufón de Dios, vestido de pecado,
sonriendo, gritando bajo la piel ,

por su fantasma venidero.

Amor hacia las más bellas torres de
la tierra.

Amor hacia los cuerpos que son como
resplandecientes afirmaciones.

Amor, ciegamente, amor, y la
muerte velando
y sonriendo en el balcón

de los cuerpos más
hermosos.

Las manos afirmando y el corazón
negando.

Vuelve, vuelve a soñar, inventa las
precisas realidades.

Aduéñate del corazón
que te desdeña bajo los cielos de Burma.

Suena donde desees lo que desees. No
aceptes. No renuncies.

Reconcilia.

Navega majestuoso el corazón que te
desdeña.

Sueña e inventa tus dulces
imprecisas realidades, escribe su nombre

en las arenas, entrégalo al mar,
viaja con él, silente navío

desterrado.

Inventa tus precisas realidades y borra su
nombre en las arenas.

Mintiendo por mis ojos la dura verdad de mi
inocencia.

IX

Estamos en Ceilán a la sombra
crujiente de los arrozales.

Hablamos invisiblemente la Emperatriz
Faustina,

Juliano el Apóstata y yo.

Niño, dijeron, qué haces tan
temprano en Ceilán,

Qué haces en Ceilán si no has
muerto todavía,

Y aquí estamos para discutir las
palabras del Patriarca Cirilo,

Y hablaremos hebreo, y tú no sabes
hebreo?

El emperador Constantino sorbe ensimismado
sus refrescos de fresa.

Y oye los vagidos victoriosos del
niño occidente.

Desde Alejandría le llegan
sueños y entrañas de aves
tenebrosas

como la herejía.

Pasan Paulino de Tiro y Patrófilo de
Shitópolis.

Pasan Narciso de Neronías, Teodoto
de Laodicea, el Patriarca Atanasio.

Y el emperador Constantino acaricia los
hombros de un faisán.

Escucha embelesado la ascensión de
Occidente.

Y monta un caballo blanquísimo
buscando a Arlés.

El primero de Agosto del año
trescientos catorce de Cristo.

Sale el emperador Constantino en busca de
Arlés.

Lleva las bendiciones imperiales debajo de
su toga,

Y el incienso y el agua en el
filo de su espada.

Faustina me prestaba su copa de
papel

Y yo bebía del vino que toman los
muertos a la hora de dormir.

Pero no conseguían
embriagarme

Y de cada palabra que decían sacaba
una enseñanza.

El pez vencerá al
Arquitecto.

Los hijos son consubstanciales con el
padre.

Si descubren un nuevo planeta, habrá
conflagraciones, y renunciará a

existir el Sínodo de
Antioquia.

Y de todo ello salía una
enseñanza.

Estamos en Ceilán a la sombra de los
crujientes arrozales.

Mujeres doradas danzan al compás de
sus amatistas.

Niños grabados en la flor de amapola
danzan briznas de opio.

Y en todo el paraninfo de Ceilán las
figuras del sueño testifican:

¿Quién es ese niño que
nos escribe en palabras en la arena?

¿Qué sabe él
quién lo desata y lanza?

Me prestaba su copa de papel.

El patriarca hablaba desde su estatua de
mármol, con su barba natural

y voz de adolescente:

Preparaos a morir. La hora está
aquí. Vengan.

Continuaba bebiendo el vino de los muertos
y fingía dormir.

El patriarca me ponía su manto para
cuidarme del sueño.

Y oía su diálogo
por debajo del vuelo, la voz enjoyada de Faustina, la

voz de la estatua, el vino de
Ceilán, la canción de los
pequeños

sacrificados en la misa de
Ceilán.

¿Quién es ese niño que
nos escribe en palabras en la arena?

¿Qué sabe él
quién lo desata y lanza?

Una voz contesta desde su garganta de
mármol:

Dejadlo dormir, es inocente de todo cuanto
hace,

Y sufre su sangre como el
martirio de una herejía.

Dormir en la voz helena de
Cirilo.

Con las soterradas manos de
Faustina.

Dialogando interminablemente Juliano el
Apóstata.

X

Echemos algunas gotas de horror sobre la
dulzura del mundo.

Mira tu corazón frente a frente,
piensa en la terrible belleza y renuncia.

Los ancianos ya tiemblan al soplo de la
muerte.

Los ancianos que fueron también la
belleza terrible.

Los que turbaron un día las
débiles manos de un niño en la arena.

Ellos son los que tiemblan ya ahora al
soplo de la muerte.

Piensa en su belleza y piensa en su
fealdad.

Aún los seres más bellos
conducen un fantasma.

Ellos son los que tiemblan ya ahora al
soplo de la muerte.

Escapa, débil niño, a la
verdad de tu inocencia.

Y a todos los que se imaginan que no son
inocentes

Y adelantándose al proscenio
dicen:

Yo sé.

Dejemos vivo para siempre a ese inocente
niño.

Porque garabatea insensatamente palabras en
la arena.

Y no sabe si sabe o si no sabe.

Y asiste al espectáculo de la
belleza como al vivo cuerpo de Dios.

Y dice las palabras que lee sobre los
cielos, las palabras que se le

ocurren, a sabiendas de que en Dios tienen
sentido.

Y porque asiste al espectáculo de su
vida afligidamente.

Porque está en las manos de Dios y
no conoce sino el pecado.

Y porque sabe que Dios vendrá a
recogerle un día detrás del laberinto.

Buscando al más pequeño de
sus hijos perdido olvidado en el parque.

Y porque sabe que Dios es también el
horror y el vacío del mundo.

Y la plenitud cristalina del
mundo.

Y porque Dios está erguido en el
cuerpo luminoso de la verdad como

en el cuerpo sombrío de la mentira.

Dejadlo vivo

para siempre.

Y el niño de la arena
contesta:!Gracias¡

Y una voz le responde:

Sea Pablo,

Sea Cefas,

Sea el mundo,

Sea la vida,

Sea la muerte,

Sea lo presente,

Sea lo por venir,

Todo es vuestro:

Y vosotros en Cristo,

Y Cristo en Dios.

Vuelve a dormirte.

Publicado en 1942

Eliseo diego

(La Habana, 1920-Ciudad México,
1994)

Desde la aparición, en 1949, del revelador En la
Calzada de Je´sus del Monte, texto medular
de la lírica cubana, la poesía
de Eliseo descubrió una personalidad
descollante.

En líneas generales, su obra se caracteriza por
la indagación consciente de nuestra identidad, la
voluntad y el logro de una profunda comunicación, la adopción
de un estilo donde se evidencia un tenue barroquismo relacionado
con el empleo de la
sintaxis que generalmente se altera, una visible tendencia (al
decir de Cintio Vitier) a fragmentar la realidad y el empleo
abundante del símbolo que adquiere la calidad de
categoría.

Autor, además, de En las oscuras manos del
olvido
(1942); Diverti-mentos (1946); El oscuro
esplendor
(1966); Versiones (1970); Nombrar las
cosas
(1973); Libro de quizás y de quién
sabe
(1989), entre otros títulos de poesía,
narrativa, ensayo y
poesía para niños;
la obra de Eliseo fue reconocida con el Premio nacional de
Literatura en
1986 y con el Premio Juan Rulfo en
1993.

EL SEGUNDO DISCURSO:
AQUÍ UN MOMENTO

Tendrán que oírme decir: no
me conozco,

no sé quién ríe por
mí la noble broma.

en torno de mi
abuelo dicen

que buen vino rondaba,

que gruesa frente y respirar de
toro,

dicen, aquí en familia,

que su padre rompió la sien como
crujiente almendra

para moler la noche ciega,

para librar la sombra

que le cegaba la nariz al moro,

sino que puede que fuese mi
vecino

puesto que toda muerte, dicen,

es sólo un crimen, una farsa
salvaje,

y hace ya tanto tiempo que no
importa

hace ya tantos viernes

(¿barajas las semanas?)

que no sé si es el sueño de
ayer tarde

o el recuerdo que tengo,

que tuve, que tenía de mis
manos,

que dos espejos, dicen, fácilmente
procuran

estas visiones y yo digo

que primero me invento alguna
cosa

con que atarme las cuerdas de la
cara

y luego los abuelos, quizás, y
la
memoria.

Porque yo vi la pesadumbre,

las jerarquías cerradas del
velorio,

la madera final y
la
pobreza,

me pasma lo callado, brutalmente

me pasma lo callado y digo

no sé quién ríe por
mí la noble broma,

no me conozco, dicen, qué buen
vino,

dejadme que lo piense aquí un
momento.

Aquí en el patio, junto

a las columnas romanas,
impasibles

en su agobiada pesadumbre,
altas,

y mientas hiere mi garganta

la transparencia de la noche,

tan profunda, tan limpia

que saciara la sed de la
tiniebla,

mientras recuento los brocados

y otras riquezas oscuras de mi
tedio

con la mano sagaz, la mano
ciega,

y confundo las palmas

con los desgarradores sucedidos

en la tarde del Viernes,

por no dormirme antes de tiempo,

confundo los harapos

polvorientos del alma

con el abrigo luzbel de la
baraja,

imagino las harpas silenciosas,

el llanto de David,

las caras aguzadas

de los vecinos y su pena,

sepulto mi lugar en áurea
fábula

sin poder
remediarlo,

por no dormirme antes de tiempo,

sigo pensando, aquí, mi amigo,
sucediéndome.

Dicen que soy reciente, de ayer
mismo,

que nada tengo en qué pensar, que
baile

como los frutos que la demencia
impulsa.

Si dejo de soñar quién nos
abriga entonces,

si dejo de pensar este
sueño

con qué lengua
dirán

éste invento edades si nadie ya las
habrá nunca.

Porque no sé de nada duro a no ser
la semilla,

la muerte florecida con mis lujosas
invenciones

que una por una entre mi sangre bajan a los
huesos,

dedo soñar a Plauto, y al
guerrero

cubierto de lejano polvo,

cubierto de mi polvo junto al
río.

Luego de la primera muerte, señores,
las imágenes,

(la despaciosa siega final, el canto
llano

luego de la primera comprobación de
la ceniza),

luego de bien molida por los voraces
ojos

dirán allí en el campo
mira

tu hijo está temblando,

recién ahora lo vimos entre las
espigas

recién cortadas como crujiente
torre,

recién ahora

lo vimos, testifica,

di si es verdad el relumbre bermejo de la
sangre,

bajo la telaraña menuda de las
sombras

y la fragancia de las raídas
hojas,

di si es verdad, contempla,
testifica,

este manchado estorbo de los
ojos,

mugrienta bestia, petrifica sus garras en
el polvo,

abomina quien dice

que sea nuestro lamentado
hermano,

los de las filas más
lejanas

alcen la voz, auguren,
testifiquen

cómo nos envenena

este residuo infame,

mientas tú, me
dirán,

(como un sueño que tengas, como un
sueño tan sólo),

mientras tú, me
dirán,

qué, no te importa

del desgarrante hielo que nos
mueve

como la cuerda a un pelele,

pero nosotros sí, nosotros
vemos

y una palabra, un alarido jamás
visto

por el gallardo viento pastor de los
crepúsculos

para llamarte inauguramos,

para sacarte de tu contemplación de
la miseria,

para que vengas recién ahora
donde

tu hijo Caín está
temblando.

Porque yo soy reciente, de ayer
mismo,

mientras soñaba, como un
sueño

lo miro desangrarse como un
sueño

que acaba en humo, en el vacío del
alba,

como el recuerdo que tengo de ayer
tarde

o la lívida
máscara

con que socorro la penuria,

la indecible, la trágica penuria de
mis muertos,

puesto que nunca

puedo mirar los surcos de tu
boca

y un mismo paño hace

tu traje de costumbre, padre,

y el lienzo que imagino rojo

bajo las manos manchadas de remotos
reyes

y me confundo de lugar y
año

diciendo: fue por el noventa,

cuándo o viste, tu lo
sueñas,

porque yo soy reciente cada
día,

digamos que soy,

digamos que soy el que contempla

su horror en dos espejos,

y es a la vez el que contempla

y el infinito pavor de las
imágenes,

digamos que me invento, que
procuro

restañar este rostro con mis
manos,

que dos espejos las esparcen,

estas visiones, que la muerte

ha de ser como un hombre

contemplando su horror en el
espejo,

como Caín y Abel ya frente a
frente,

como Caín y Abel reunidos en
Adán, como la muerte.

Y pregunto qué sea

el lugar donde vivo, este mi
sitio

de pensar un momento,

los helados alambres, esta
palma,

y el niño de Damasco, el grave
niño

que viene con el asno

atravesando por el humo

alucinante siempre del
bohío

y esta costumbre,

esta costumbre de soñar lo
mismo,

siempre lo mismo, siempre

los espejos dorados como el
tiempo,

hasta cumplir la edad de siete
años,

y ver la pesadumbre,

la pobreza solemne
de este pobre.

Tendrán que oírme decir no me
conozco,

aquí en el patio, junto

a las columnas que toco
provincianas,

no sé quién ríe por mi
la noble broma

pero en torno de aquel hombre
veo

que su madre lo ronda,

en las selladas jerarquías del
polvo,

velándole la muerte

como el sol en torno
de la tierra,

mirándolo tan fijo. Dejadme que
restañe

la minuciosa

fuga de mis ojos,

que les devuelva el canto, su
pobreza,

la ternura paciente de mi
día

a la traición volviendo y a la
nada.

Cómo el oscuro tedio nos
reunía

en la cerrada estancia de su
polvo

alrededor de la pobreza suma.

Y su paciencia nos
empobrecía

las ilusiones fastuosas de la
cena,

este lujo del sueño por mis
ojos.

Pobres, solemnes pobres, ya
veían

el alba cenicienta de las cosas,

la estrechez de mi lugar, la
noche,

aquella irreparable
jerarquía

de la madera, la voz y el arduo
fuego

en la redonda isla del velorio.

A la salida, qué
distintos,

qué limpios, qué recientes
eran

recordando la calle solamente,

su aspereza filial, su extraña
lumbre,

su temblorosa realidad naciendo.

Pero si dejo de soñar

quién nos abriga entonces, si la
nada

es también el dormir,
pesadamente

la caída sin voz entre la
sombra.

Oh la noche es distinta, la
mirada,

la memoria del
Padre, el Paraíso

realizado en la tierra, como un
nombre!

Y ahora es el tiempo de levantarme y de
trazar

mi amplio gesto diciendo:

luego de la primera muerte, señores,
las imágenes,

invéntense los jueves,

los unicornios, los ciervos y los
asnos

y los frutos de la demencia,

y las leyes, en
fin,

y el paño universal del
sueño

espeso de criaturas, de fábulas,
de tedio,

hinchado por el soplo de los dispersos
días

verán el libro de las
generaciones

y cómo el olvido engendró a
la muerte

cuyos morados ojos decimos la
distancia,

cómo la muerte engendró a mi
espejo,

mi espejo engendró

la fiel imagen que inicia
su periplo

entre las barbas rielantes que orillan los
dormidos ancianos,

porque después de la primera
comprobación de la ceniza,

cuando arrugan mi piel los pómulos
del viejo

y en la pared opuesta, por el azogue
nocturno de la sangre

aquel fervor oscuro, aquella
música

de mis huesos se pierde
irrestañable,

cuando todo es uno,

el día y e recuerdo

en el oficio de la lluvia que pulsa las
persianas,

la mirada segura nos deshace

su deleitoso paño entreverado de
sierpes

y en la pobreza intacta del polvo se
resume.

Jesús Orta Ruiz
(Indio Naborí)

(La Habana, 1922- 2005)

Según palabras del poeta y crítico
Virgilio López Lemus, Jesús Orta Ruiz "es el
más importante decimista del siglo XX cubano, por su
carácter integrador de lo popular, lo culto
e incluso hasta folklorista de la décima
campestre".

Autor de diez libros de
prosa y once de poesía, el Indio Naborí resalta
entre los creadores de su generación, no sólo por
su conocimiento y
dominio de la
versificación sino por lo diáfano y profundo de su
discurso, pletórico de siluetas y acontecimientos
cotidianos y, en ocasiones, levemente inclinado hacia lo
onírico.

Merecedor del Premio nacional de Literatura por el
conjunto de su obra, en 1995, Orta Ruiz alcanza los momentos de
mayor intensidad lírica en sus Elegías a
Noel
(1955) y en estos sonetos que presentamos a los
lectores.

UNA PARTE CONSCIENTE DEL
CREPÚSCULO

¡Y en un olvido largo….me
olvidaré de mí!

Rubén Martínez
Villena

I

El tiempo cae sobre nosotros,
pero

no se siente caer mientras la
vida

va ruidosa, embriagada,
enloquecida,

como el andante que no ve el
sendero.

El tiempo cae sobre nosotros,
pero

mientras haya una meta prometida

no se siente el gotear de su
caída

ni consulta relojes el viajero.

Arrobados de sueños y
paisaje

creemos infinito nuestro viaje,

pero ¡ay! el viaje es demasiado
breve.

En vísperas del fin viene la
calma

y se siente caer –cernida
nieve-

el tiempo gota a gota sobre el alma.

II

Yo no sé qué especial
malabarismo

para cambiar el rostro hay en mi
espejo:

sólo unos días de mirarme
dejo,

vuelvo a mirarme…. y ya no soy el
mismo.

¿Dónde está mi otra
cara? ¿De qué abismo

me vienen esta mueca, este
entrecejo,

estos ojos marchitos…? Soy
reflejo

de no sé qué silente
cataclismo.

¿Y este algodón
añoso, esta blancura

de nube de la tarde en la
negrura

de mi antigua cabeza? Es,
simplemente,

el final de una ola que tropieza

y se rompe en la laya de la
frente,

dejándonos espuma en la
cabeza.

III

Estoy con el paisaje cara a
cara,

contemplando la tarde que
agoniza.

Hay una estrella que
espiritualiza

al horizonte, como si pensara.

Reina una sombra todavía
clara.

El día es una terquedad
rojiza.

¡Qué lenta rapidez en la
plomiza

hora que de la noche me separa!

Todo se queda en un
recogimiento:

los cálices, los pájaros, el
viento,

la luz que sosegada
se retira,

la yerba leve y el palmar
mayúsculo,

y yo –la tarde que a la tarde
mira-

soy la parte consciente del
crepúsculo.

IV

– Anda por tu camino, caminante,

– dijo a mi juventud el
horizonte-:

atraviesa los llanos, sube el
monte,

que tienes larga vida por
delante.

Anduve desde entonces anhelante

sin pensar en la barca de
Caronte.

A cada rama demandé un
sinsonte,

a cada roca reclamé un
diamante.

Agoté con mi sed más de una
fuente.

Seguí mordido por la sed
ardiente.

Ahora tengo la muerte por
delante,

se aproxima la barca de Caronte,

y me dice la voz del horizonte:

– Anda por tu camino, caminante.

V

Me queda por decir no sé qué
cosa

que me parece inusitada y bella.

He gastado palabras como
estrella,

rocío, rosicler, sonrisa,
rosa.

Y en lo pobre del verso y de la
prosa

no he logrado apresar el alma de
ella.

La he visto: fugitiva mariposa

o pájaro con alas de
centella.

Cuando callo, la escucho y la
medito,

pero se pierde en el poema
escrito.

Me queda poco tiempo de palabra.

Me desespera la que nunca
encuentro.

¿Y de morir sin que mi mano
abra

puertas al ave que me canta
dentro?

VI

Los anónimos huesos que el
arado

indiferentemente desentierra

aparecen fundidos con la tierra,

el paso y las excretas del
ganado.

El tiempo su amarillo y verde ha
dado

a la blancura que el secreto
encierra.

¡Qué paz más honda en
lo que fuese guerra,

en lo que fuera incendio
enamorado!

Digo al despojo: ¿Dónde
están los besos

que llegan en la vida hasta los
huesos?

¿Cuál era tu figura?
¿Cuál tu arte?

Y él me responde en su silencio
duro:

-De mi pasado, nada puedo
hablarte;

mírame, y hablaré de tu
futuro.

VII

Canta la lluvia una profunda
nana,

expresión de un telúrico
cariño.

No cabe duda de que el viejo es
niño

y el agua es madre
de la vida humana.

Siento que toma mi cabeza cana

para dormirla sobre su
corpiño.

De todo aquello con que sufro y
riño

me aísla, mientras besa mi
ventana.

Cuando escucho llover, me quedo
inerme,

La lluvia tiene el don de
conmoverme

y dedos finos con que me
acaricia

como si salpicara en el
desierto.

Si es que se prolongara esta
delicia

me dormiría y soñaría
muerto.

VIII

Animan los colores de mi
tarde

los abrazos y besos con que
atizas

el último rincón que entre
cenizas

para el invierno de nosotros
arde.

No es el amor aquel,
todo un alarde

de fuerzas, aquel mar de nuestras
risas,

sino las filosóficas
sonrisas

ante la fuga de una luz cobarde.

La pasión se suaviza y es
ternura

cuando como una fruta que madura

el corazón se va poniendo
viejo.

Algo queda en el fondo de la
copa.

Bebamos lentamente el vino
añejo.

No importa el frío si el amor
arropa.

IX

No me asusta morir, sólo
lamento

no tener ojos para ver las cosas

que se transformarán: zarzas en
rosas,

lobos en hombre, polvo en
monumento.

No me asusta morir… Sólo
lamento

ser sordo como el frío de las
losas

cuando vengan las músicas
gloriosas,

cuando una larga risa sea el
viento.

Sólo lamento no tener mi
tacto

cuando sea concreto el
mundo abstracto

que en crisoles de sueño se
moldea.

No me asusta morir… Sólo
lamento

quedarme quieto cuando todo sea

la perfecta expresión del movimiento.

X

Vendrá mi muerte ciega para el
llanto,

me llevará, y el mudo en que he
vivido

se olvidará d mecí pero no
tanto

como yo mismo que seré el
olvido.

Olvidaré a mis muertos y mi
canto.

Olvidaré tu amor siempre
encendido.

Olvidaré a mis hijos, y el
encanto

de nuestra casa con calor de
nido.

Olvidaré al amigo que más
quiero.

Olvidaré a los héroes que
venero.

Olvidaré las palmas que
despiden

al sol. Olvidaré toda la historia.

No me duele morir y que me
olviden

sino morir y no tener memoria.

1979

Raúl
Hernández Novás

(La Habana 1948-1993)

Nació en La Habana. Poeta y ensayista, fue autor de uno
de los más profundos estudios acerca de la vida y la obra
del peruano César Vallejo.

Publicó Da Capo (1982); Enigma de las
aguas
(1983); Embajador en el horizonte (1984);
Al más cercano amigo (1987); Animal
civil
(1987); Sonetos a Gelsomina (1991) y el
extenso poema "Atlas salta" (1994) que apareció
en la revista
Casa de las Américas (1992).

Recibió el Premio Julián del Casal de la UNEAC y
en dos ocasiones el Premio Nacional de la Crítica.

Obsesivo hasta las últimas consecuencias, Raúl
creó un cosmos en el que definitivamente parecía
encerrarse, sin dejar un solo tragaluz o un respiradero.
Conocedor y propietario sumo de la autoparodia, utilizó en
su obra algunos principios
geométricos y abundantes intertextualidades, sobre todo de
la música
y el cine. Poeta
altamente introspectivo, demostró su dominio de las
estrofas clásicas y del verso libre; y le pero-cupó
como a Lezama, la unidad total.

Se suicidó en La Habana el 12 de junio de 1993.

SOBRE EL NIDO DEL
CUCO[1]

Ellos tienen unas vitrinas y usan unos
zapatos.

En esas vitrinas alternan el
maniquí con el quebrantahuesos disecado,

y todo lo que ha pasado por la frente
del hastío

del búfalo
solitario.

Si no miramos la vidriera,
charlan

de nuestra insuficiente desnudez que no
vale una estatuilla de Nápoles.

Si la atravesamos y rompemos los
cristales…

José Lezama Lima: "Pensamientos en
La Habana".

I

En estas tardes medrosas

en que no llama nadie a la puerta

y no suenan los timbres y la casa

es un gran frigorífico lleno de
silencio

en estas tardes que gravitan sobre los
parques

impidiendo la vida y los juegos

-tardes que pesan como un fardo hiriente

sobre los hombros de la estatua
inmóvil-

en medio de esta lluvia que no cae y moja

los huesos tan desnudos en la ausencia de
voces

sin nadie en mi experiencia I think of
you

Billy

yo ta también pienso en ti Bi Billy

reconstruyendo mis memorias de
piedra

tan pesadas como fuente de sangre

y no tengo nada que decirte porque no

llama nadie

y no hay nadie en mi experiencia

Quizás juguemos en el mismo parque

un teléfono mudo entre nosotros

un eléctrico hilo que devano temblando

trabajando en la blanca rueca de la

distancia

la senda en cuyo fin cae una nieve triste

un vuelo de pájaro callado

un empeño de ave que emigra

viste con tierra de Wisconsin mis huesos

al garete

un telegrama que las aves llevan y entre

nosotros

no más una vitrina luminosa

que yo atravieso sin romper los vidrios.

II

Qué gaviota de azúcar
rozó las olas

de aquellos mares de Virginia

donde viaja la barca de los locos

con todos nosotros Billy con todos nosotros

Dios mío somos nada más unos
pendejos

somos unos locos en un barco que gira

y echamos velas y anclas y gobernalle al

mar

y echamos a suerte el viento enemigo y

estamos esperando

esperando a Jaws y Jaws no viene

y no hunde el barco y la ballena blanca

como una tumba de cristal no viene

Mac Mac dónde te has metido

me has dejado al timón y yo no

gobernar esta nave y te escondiste te

escondiste with candies

pero en vez de ocultarte riendo estabas

triste

Por qué dime te escondiste con tu
dulce

luminoso en los labios y nos dejaste solos

por qué hermano

por qué padre nos has dejado solos en
esta

barca de los locos

que no sé gobernar

denme el cuaderno

de bitácora que han repasado las
sirenas

con esas manos verdes como nubes

con sus manos de algas y jacintos

Y en el cuaderno de bitácora

tras la noche estéril sin dulces y sin
juegos

tras el juego
soñado without candies

sin la estrella de azúcar en la boca

vacía la piñata de los cielos

y el garrote tierno en nuestras manos el

garrote

con que hemos de golpearnos a ciegas sin

dar con la piñata

poniéndonos el rabo vergonzoso y las

orejas del indecible burro

sin dar con la pelota redonda como el

mundo en el vacío estadio

después del halloween
lluvioso y de puertas

cerradas

(han envenenado los dulces han enterrado

agujas en las manzanas

y mudas calabazas sin luz las calabazas

de ella

junto a un cuerpo d estrellas parpadeante

en el cuaderno en blanco de bitácora

Billy yo escribo rien como el
monarca

en la noche vacía de sus bodas

III

Yo know

If you break my heart I´ll go

But I´ll be back again

"Y llevé las flores y así le dije
Would

you

marry me anyway? World you have my

baby?

y ella sonrió con labios de caramelo
con

sus colmillos de azúcar el ángel
vigilaba

el telón de las hojas del jardín
soñoliento

y yo le dije quieres compartir esta suerte

la barca sin estrella mar hiel enamorada"

no es usted a quien aman

compréndalo

renuncie gentilmente

"Le llevaba unas flores al retablo
vacío

descorrían las hojas su telón
soñoliento

una escena una escena el carnaval del

mundo

en medio de la turba de feos monigotes

una estrella riendo como un ángel de

azúcar

tan sólo un torbellino que la dejara a
ella

ángel y marioneta en el jardín del
sueño"

no es usted a quien aman

"El tablado vacío seguiría
aplaudiendo

las luces se apagaron me quedo sin

embargo

siempre hay algo que ver se hizo lo

oscuro ahora

vendrán caras extrañas sobre el
tablado

a ciegas

compréndalo las hojas del telón
se

cerraron

y cerraron las puertas de la ciudad

hiriente"

renuncie gentilmente

"Que la siga leal en extramuros

el perro de la casa es un consuelo

ser gozque de su falda el halloween

lluvioso

por los lejanos pueblos que la siga

llevando

la cántara de flores junto al
jardín

dormido

velado por el ángel con su espada de

fuego

ante el telón cerrado junto al jardín
me

dijo

no es usted a quien aman

compréndalo

renuncie gentilmente

"Lleva el cántaro al río trae el
cántaro a

casa

llénalo de tu leche la leche
de tu piel

las olas de tu pecho hondos cielos de

leche

los hilos de tu entraña filamentos de
nube

escucha esta vasija sus latidos de barro

trae el cántaro a casa lleva el cátaro
al

río"

"La lecherita ciega

quebró mi corazón"

…but I´ll be back again

IV

I never lost as much but twice

and that was in the sod.

Emily Dickinson

Cerré la puerta y dejé el mundo
afuera

me recluí intramuros de mí
misma

y no había nadie en mi experiencia

y no se lo dije a mi madre

y no se lo dije a mi padre

cuando cerré la puerta a la tarde
vacía

de Amherst

y me quedé a intramuros los ángeles
llegaban

recibía

la visita de Walt con sus barbas de nieve

su pecho tormentoso sus regalos

de blanca navidad yo
estaba sola

y había perdido y ganado dos veces

todo ocurrió en la tierra y en el
césped

sólo llevaba pequeños presentes

a los graves vecinos a mi dueño

dulces pequeñas estrellas de
azúcar

y fui dos veces dueña del tesoro

y no se lo dije a mi madre

y no se lo dije a mi padre

y me encerré a morir entre los muros

para guardar avara mi tesoro

sedoso intramuros de mí misma

Padre

estoy llamando tirándote la puerta

mira mis ojos aún vacíos

de los anillos de la felicidad

y yo gritaba ¡despierta!

burglar banker father

I´m poor once more!

V

Someone is knocking at the door

Somebody is ringing the bell

Someone is knocking at the door

Somebody is ringing the bell

Open the door

Let them in

Billy I have long dreamed without
candies

la estrella de azúcar et rien

et rien nada ha pasado

que no lo sepa el padre que no lo sepa

madre

ni el maestro y su mujer la
señorita

las personas mayores

estoy en la habitación vacía

en el viaje vacío de los locos

en el hueco oscuro del árbol que cruje

como un frigorífico de silencio

Billy crece la sombra

como una marea sin estrellas

y ya está muy oscuro

hello darkness my old friend

Billy yo estoy contigo

¿Vendrá el doctor Noel con sus barbas
de

nieve

a dejar caramelos en las habitaciones

a abrir los corazones y restañar los

cántaros deshechos?

¿Vendrá a despertar al niño
muerto

al que durmió a tu lado without
candies
?

No hallo las indicaciones señorita

enfermera

miss Ratched la enfermera está
hablando

con su lengua de fuego

y de su boca salía una espada aguda de

dos filos

una espada de fuego para guardar el camino

del árbol

Billy yo estoy contigo

Déjenlo que entre let him in

a la terraza donde están dormidos

a los dormidos los cuidará quejoso

se agrupará la mañana helada en
terrones

de azúcar

Let the sunshine

Let the sunshine in

the sunshine in

Alguien está tocando a la puerta

a la puerta cubierto de rocío

pasas las noches del invierno

Open the door

Let him in

Billy un teléfono mudo entre nosotros

estás sangrando en el manicomio helado

Let it be Let it bleed

déjenlo déjenlo que sangre

con que ha de convencer al mundo

y ha de vencer al mundo

y melar la espada del ángel

la espada de la boca de miss Ratched

Let it be let him bleed

Billy yo estoy contigo

tú estás bajo la nieve yo en mi
cuarto

yo estoy con los dormidos without
candies

ruedan mis ojos por la nieve

es una blanca estepa ¿se da cuenta?

allí vi a un conocido y lo detuve

gritándole ¡Hernández!

rueda la nieve en pelotas que no hemos

de golpear

muñeca de la nieve como blanca mujer

en pelotas que no hemos de acertar

que no hemos de acertar con nuestros

leños

en este juego en el vacío estadio

las pelotas fantásticas de nieve

blancas esferas de algodón dulce

y no podremos romper la piñata del
cielo

para que caigan las estrellas de
azúcar

Billy yo estoy contigo

en la tarde medrosa y vacía donde no

suenan timbres

en el juego vacío donde no acude nadie

en el cuarto vacío donde todos
dormimos

sin dulces con pastillas

en la barca vacía de los locos que
gira

como el mundo

en la noche vacía de las bodas del rey

en la casa callada como un gran
frigorífico

vacío

en el parque vacío donde la tarde
abruma

los hombros de la estatua

Billy yo estoy contigo yo estoy contigo

madre

padre yo estoy contigo

río manzanares

yo estoy contigo

señorita Ratched

déjame pasar

entremos todos juntos

let us in

Alguien está tocando a la
puerta

Alguien está sonando el
timbre

Alguien está tocando a la
puerta

Alguien está sonando el
timbre

Abran la puerta

Déjenlos entrar

VI

Como sueñan humillarnos

repitiendo día y noche con el
ritmo

de la tortuga

que oculta el tiempo en su
espaldar:

ustedes no decidieron que el ser
habitase

en el
hombre…

Como quieren humillarnos les
decimos

the chief of the tribe descended the
staircase.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . .

Ellos que cargan con sus maniquíes

a todos los puertos

y que hunden en sus baúles un chirriar

de vultúridos disecados

Ellos no quieren saber que trepamos

por las raíces

húmedas del helecho…

y que aunque mastiquemos su estilo

we don´t chose our shoes in a
show

window.

José Lezama Lima: "Pensamientos en la
Habana".

Let us enter the tree

Let us enter the room

Let us enter the garden

Romped la sórdida vitrina

Quitad al ángel de la puerta

con su espada flamígera

la tierra será el paraíso

el guardián a la puerta de la ley

poned en su lugar al cherokee de roble

con la frente de hastío del búfalo
diezmado

y vio en sueños una escala

el jefe de la tribu descenderá la
escala

porque no entre el ángel de exterminio

con su lengua neutrónica de fuego

que crezca el Gran Teatro de
Oklahoma

para cubrir para abrigar al mundo

como la sangre cálida del tonto en la
colina

y en la muralla china otra
torre de Babel

para escalar el árbol de la vida

para tocar las barbas de nieve del cielo

como el pecho finísimo de Walt

la hierba perfumada de los muertos

Venga Noel a repartir regalos

dulces de miel a las habitaciones

a reparar los viejos corazones

de hiriente maquinaria enmohecida

y a restañar los cántaros
deshechos

Somos los humillados los pendejos

Los abalorios que nos han regalado

han fortalecido nuestra propia miseria

Somos los parias íngrimos del mundo

ah look at all the lonely people

los descosidos los amarrados los ateridos

trepamos por las raíces del helecho

no escogemos nuestros zapatos en una

vitrina

nuestra alma no está en un cenicero

aquí estamos los negros y los indios

a la puerta cubiertos de rocío

allí vi a un conocido y lo detuve

gritándole ¡Billy!

somos un tal chatterjee un tal
Hernández

somos un tal zuzuki un tal kuusinen

un tal jones un tal muller un tal nguyen

Aquí estamos todos los negros

que no venimos a rogar

Estamos

llamando tirándote la puerta

y yo gritaba ¡despierta!

Let us in

Let us in

Donn´t worry

Billy

Te enviaré un telegrama con las

aves

viajeras:

Romperemos la piñata

del cielo

Y habrá estrellas para todos.

7 de noviembre de 1982

Palabras de
contracubierta

Los pies del tiempo recoge diez textos para los
que aseguramos su pertenencia a los misteriosos caminos de la
eternidad (tan parecidos a los camino de la mítica
Eleusis) y es resultado de numerosas confrontaciones acerca del
acto siempre nuevo de percibir el poema, lo cual no niega la
visión parcial de tres valientes mosqueteros que apoyan
aquella definición de Gastón Bachelard de que "el
poeta es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que
conoce".

 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Categoría: Lengua y Literatura

Es muy difícil reunir los textos poéticos
más significativos escritos en Cuba desde 1800 hasta 1998,
por la razón de que es interminable la lista de excelentes
creadores y de que las antologías siempre responden a los
gustos e intereses de sus autores. Sin embargo, desde la
osadía que les otorga a sus autores su juventud, se arriesgan a
presentar este libro a consideración de
los lectores, acuñando el término de antología
(sustantivo resbaladizo que rehúyen los críticos o
editores actuales) conscientes de las implicaciones.

Los pies del tiempo recoge diez textos para los
que sus autores aseguran su pertenencia a los misteriosos caminos
de la eternidad (tan parecidos a los camino de la mítica
Eleusis) y es resultado de numerosas confrontaciones acerca del
acto siempre nuevo de percibir el poema, lo cual no niega la
visión parcial de tres valientes mosqueteros que apoyan
aquella definición de Gastón Bachelard de que "el poeta
es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que conoce". Se
advierte que los criterios de selección tenidos en cuenta,
están relacionados con la búsqueda, a toda costa, de la
coherencia y de la imagen múltiple; por lo que
debe entenderse que cualquier omisión responde a un acto
completamente voluntario. Por lo demás, sus autores aclaran
que, deudores de un libro fundacional publicado en La Habana del
1948 bajo el título certero: Diez poetas cubanos,
dedican su antología al Maestro Cintio Vitier.

Monografias.com

Edición: Asela Suárez

Diseño: Martha Mosquera

Composición: Virginia Pacheco
L.

ISBN 959-11-0228-3

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

EDITORIAL ORIENTE

J. Castillo Duany, NO. 356, Santiago de
Cuba

Prefacio

Cuando sólo restan (metafóricamente hablando)
unas horas para que finalice el siglo XX y los jóvenes
poetas de hoy contemplamos la historia literaria de la Isla como un
fenómeno integrador y diverso, resulta verdaderamente
difícil y comprometedor, reunir los textos poéticos
más significativos escritos e Cuba desde 1800 hasta la
fecha, por la razón de que es interminable la lista de
excelentes creadores y de que las antologías siempre
responden a los gustos e intereses de sus autores. Sin embargo,
desde la osadía que nos otorga nuestra juventud, nos
arriesgamos a presentar este libro a consideración de los
lectores, acuñando el término de antología
(sustantivo resbaladizo que rehúyen los críticos o
editores actuales) conscientes de las implicaciones.

Los pies del tiempo recoge diez textos para los
que aseguramos su pertenencia a los misteriosos caminos de la
eternidad (tan parecidos a los camino de la mítica Eleusis)
y es resultado de numerosas confrontaciones acerca del acto
siempre nuevo de percibir el poema, lo cual no niega la
visión parcial de tres valientes mosqueteros que apoyan
aquella definición de Gastón Bachelard de que "el poeta
es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que
conoce".

Advertimos que los criterios de selección tenidos
en cuenta, están relacionados con la búsqueda, a toda
costa, de la coherencia y de la imagen múltiple; por lo que
debe entenderse que cualquier omisión responde a un acto
completamente voluntario.

Por lo demás, aclaramos que, deudores de un libro
fundacional publicado en La Habana del 1948 bajo el título
certero: Diez poetas cubanos, dedicamos nuestra
antología al Maestro Cintio Vitier.

l

José María Heredia y
Heredia

Partes:
1, , 3

Partes: 1, 2, 3
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