- 1.
- 2. Manifiesto
del partido comunista - 3. Burgueses
y proletarios - 4. Proletarios
y comunistas - 5. Literatura
socialista y comunista - 6. El
socialismo burgués o conservador - 7. El
socialismo y el comunismo
crítico-utópico - 8. Actitud
de los comunistas ante los otros partidos de la
oposicion
Digitalizado para el Marx-Engels
Internet Archive
por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists
Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.
PRÓLOGOS DE
MARX Y ENGELS A VARIAS EDICIONES DEL MANIFIESTO
1 PRÓLOGO DE MARX Y ENGELS A LA EDICIÓN
ALEMANA DE 1872
La Liga Comunista, una organización obrera internacional, que en
las circunstancias de la época –huelga
decirlo- sólo podía ser secreta, encargó a
los abajo firmantes, en el congreso celebrado en Londres en
noviembre de 1847, la redacción de un detallado programa
teórico y práctico, destinado a la publicidad, que
sirviese de programa del partido. Así nació
el Manifiesto, que se reproduce a continuación y cuyo
original se remitió a Londres para ser impreso a pocas
semanas antes de estallar la revolución
de febrero. Publicado primeramente en alemán, ha
sido reeditado doce veces por los menos en ese idioma en Alemania,
Inglaterra y
Norteamérica. La edición
inglesa no vio la luz hasta 1850, y
se publicó en el Red Republican de Londres,
traducido por miss Elena Macfarlane, y en 1871 se editaron en
Norteamérica no menos de tres traducciones distintas. La
versión francesa apareció por vez primera en
París poco antes de la insurrección de junio de
1848; últimamente ha vuelto a publicarse en Le Socialiste
de Nueva York, y se prepara una nueva traducción. La versión polaca
apareció en Londres poco después de la primera
edición alemana. La traducción rusa vio la
luz en Ginebra en el año sesenta y tantos. El danés
se tradujo a poco de publicarse.
Por mucho que durante los últimos veinticinco
años hayan cambiado las circunstancias, los principios
generales desarrollados en este Manifiesto siguen siendo
substancialmente exactos. Sólo tendría que
retocarse algún que otro detalle. Ya el propio Manifiesto
advierte que la aplicación práctica de estos
principios dependerá en todas partes y en todo tiempo de las
circunstancias históricas existentes, razón por la
que no se hace especial hincapié en las medidas
revolucionarias propuestas al final del capítulo II. Si
tuviésemos que formularlo hoy, este pasaje
presentaría un tenor distinto en muchos respectos. Este
programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso
desarrollo
experimentado por la gran industria en
los últimos veinticinco años, con los consiguientes
progresos ocurridos en cuanto a la
organización política de la
clase obrera,
y por el efecto de las experiencias prácticas de la
revolución de febrero en primer término, y sobre
todo de la Comuna de París, donde el proletariado, por vez
primera, tuvo el Poder
político en sus manos por espacio de dos meses. La comuna
ha demostrado, principalmente, que "la clase obrera no puede
limitarse a tomar posesión de la máquina del
Estado en
bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines". (V.
La guerra civil
en Francia,
alocución del Consejo general de la Asociación
Obrera Internacional, edición alemana, pág. 51,
donde se desarrolla ampliamente esta idea) . Huelga, asimismo,
decir que la crítica
de la literatura
socialista presenta hoy lagunas, ya que sólo llega hasta
1847, y, finalmente, que las indicaciones que se hacen acerca de
la actitud de los
comunistas para con los diversos partidos de la oposición
(capítulo IV), aunque sigan siendo exactas en sus
líneas generales, están también anticuadas
en lo que toca al detalle, por la sencilla razón de que la
situación política ha cambiado radicalmente y el
progreso histórico ha venido a eliminar del mundo a la
mayoría de los partidos enumerados.
Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico,
que nosotros no nos creemos ya autorizados a modificar. Tal
vez una edición posterior aparezca precedida de una
introducción que abarque el período
que va desde 1847 hasta los tiempos actuales; la presente
reimpresión nos ha sorprendido sin dejarnos tiempo para
eso.
Londres, 24 de junio de 1872.
K. MARX. F. ENGELS.
2 PROLOGO DE ENGELS A LA EDICION ALEMANA DE 1883
Desgraciadamente, al pie de este prólogo a la nueva
edición del Manifiesto ya sólo aparecerá mi
firma. Marx, ese hombre a quien
la clase obrera toda de Europa y América
debe más que a hombre alguno, descansa en el cementerio de
Highgate, y sobre su tumba crece ya la primera hierba.
Muerto él, sería doblemente absurdo pensar en
revisar ni en ampliar el Manifiesto. En cambio, me
creo obligado, ahora más que nunca, a consignar
aquí, una vez más, para que quede bien patente, la
siguiente afirmación:
Página siguiente |