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K. Marx & F. Engels: Manifiesto del Partido Comunista (1848) (página 3)




Enviado por José Aguirre



Partes: 1, 2, 3

Este socialismo ha
analizado con una gran agudeza las contradicciones del moderno
régimen de producción. Ha desenmascarado las argucias
hipócritas con que pretenden justificarlas los
economistas. Ha puesto de relieve de
modo irrefutable, los efectos aniquiladores del maquinismo y la
división del trabajo, la
concentración de los capitales y la propiedad
inmueble, la superproducción, las crisis, la
inevitable desaparición de los pequeños burgueses y
labriegos, la miseria del proletariado, la anarquía
reinante en la producción, las desigualdades irritantes
que claman en la distribución de la riqueza, la aniquiladora
guerra
industrial de unas naciones contra otras, la disolución de
las costumbres antiguas, de la familia
tradicional, de las viejas nacionalidades.

Pero en lo que atañe ya a sus fórmulas
positivas, este socialismo no tiene más aspiración
que restaurar los antiguos medios de
producción y de cambio, y con
ellos el régimen tradicional de propiedad y la sociedad
tradicional, cuando no pretende volver a encajar por la fuerza los
modernos medios de producción y de cambio dentro del marco
del régimen de propiedad que hicieron y forzosamente
tenían que hacer saltar.  En uno y otro caso peca, a
la par, de reaccionario y de utópico.

En la manufactura,
la restauración de los viejos gremios, y en el campo, la
implantación de un régimen patriarcal: he
ahí sus dos magnas aspiraciones.

Hoy, esta corriente socialista ha venido a caer en una cobarde
modorra.  

c) El socialismo alemán o "verdadero" socialismo

La literatura
socialista y comunista de Francia,
nacida bajo la presión de
una burguesía gobernante y expresión literaria de
la lucha librada contra su avasallamiento, fue importada en
Alemania en el
mismo instante en que la burguesía empezaba a sacudir el
yugo del absolutismo
feudal.

Los filósofos, pseudofilósofos y grandes
ingenios del país se asimilaron codiciosamente aquella
literatura, pero olvidando que con las doctrinas no habían
pasado la frontera
también las condiciones sociales a que
respondían.  Al enfrentarse con la situación
alemana, la literatura socialista francesa perdió toda su
importancia práctica directa, para asumir una
fisonomía puramente literaria y convertirse en una ociosa
especulación acerca del espíritu humano y de sus
proyecciones sobre la realidad.  Y así, mientras que
los postulados de la primera revolución
francesa eran, para los filósofos alemanes del siglo
XVIII, los postulados de la "razón práctica" en
general, las aspiraciones de la burguesía francesa
revolucionaria representaban a sus ojos las leyes de la
voluntad pura, de la voluntad ideal, de una voluntad
verdaderamente humana.

La única preocupación de los literatos alemanes
era armonizar las nuevas ideas francesas con su vieja conciencia
filosófica, o, por mejor decir, asimilarse desde su punto
de vista filosófico aquellas ideas.

Esta asimilación se llevó a cabo por el mismo
procedimiento
con que se asimila uno una lengua
extranjera: traduciéndola.

Todo el mundo sabe que los monjes medievales se dedicaban a
recamar los manuscritos que atesoraban las obras clásicas
del paganismo con todo género de
insubstanciales historias de santos de la Iglesia
católica. Los literatos alemanes procedieron con la
literatura francesa profana de un modo inverso.  Lo que
hicieron fue empalmar sus absurdos filosóficos a los
originales franceses. Y así, donde el original
desarrollaba la crítica
del dinero, ellos
pusieron: "expropiación del ser humano"; donde se
criticaba el Estado
burgués: "abolición del imperio de lo general
abstracto", y así por el estilo.

Esta interpelación de locuciones y galimatías
filosóficos en las doctrinas francesas, fue bautizada con
los nombres de "filosofía del hecho" , "verdadero
socialismo", "ciencia
alemana del socialismo", "fundamentación filosófica
del socialismo", y otros semejantes.

De este modo, la literatura socialista y comunista francesa
perdía toda su virilidad.  Y como, en manos de los
alemanes, no expresaba ya la lucha de una clase contra
otra clase, el profesor
germano se hacía la ilusión de haber superado el
"parcialismo francés"; a falta de verdaderas necesidades
pregonaba la de la verdad, y a falta de los intereses del
proletariado mantenía los intereses del ser humano, del
hombre en
general, de ese hombre que no reconoce clases, que ha dejado de
vivir en la realidad para transportarse al cielo vaporoso de la
fantasía filosófica.

Sin embargo, este socialismo alemán, que tomaba tan en
serio sus desmayados ejercicios escolares y que tanto y tan
solemnemente trompeteaba, fue perdiendo poco a poco su pedantesca
inocencia.

En la lucha de la burguesía alemana, y principalmente,
de la prusiana, contra el régimen feudal y la monarquía absoluta, el movimiento
liberal fue tomando un cariz más serio.

Esto deparaba al "verdadero" socialismo la ocasión
apetecida para oponer al movimiento político las
reivindicaciones socialistas, para fulminar los consabidos
anatemas contra el liberalismo,
contra el Estado
representativo, contra la libre concurrencia burguesa, contra la
libertad de
Prensa, la
libertad, la igualdad y el
derecho burgueses, predicando ante la masa del pueblo que con
este movimiento burgués no saldría ganando nada y
sí perdiendo mucho.  El socialismo alemán se
cuidaba de olvidar oportunamente que la crítica francesa,
de la que no era más que un eco sin vida,
presuponía la existencia de la sociedad burguesa moderna,
con sus peculiares condiciones materiales de
vida y su organización política adecuada,
supuestos previos ambos en torno a los
cuales giraba precisamente la lucha en Alemania.

Este "verdadero" socialismo les venía al dedillo a los
gobiernos absolutos alemanes, con toda su cohorte de
clérigos, maestros de escuela,
hidalgüelos raídos y cagatintas, pues les
servía de espantapájaros contra la amenazadora
burguesía.  Era una especie de melifluo complemento a
los feroces latigazos y a las balas de fusil con que esos
gobiernos recibían los levantamientos obreros.

Pero el "verdadero" socialismo, además de ser, como
vemos, un arma en manos de los gobiernos contra la
burguesía alemana, encarnaba de una manera directa un
interés
reaccionario, el interés de la baja burguesía del
país.  La pequeña burguesía, heredada
del siglo XVI y que desde entonces no había cesado de
aflorar bajo diversas formas y modalidades, constituye en
Alemania la verdadera base social del orden vigente.

Conservar esta clase es conservar el orden social imperante.
Del predominio industrial y político de la
burguesía teme la ruina segura, tanto por la
concentración de capitales que ello significa, como porque
entraña la formación de un proletariado
revolucionario. El "verdadero" socialismo venía a cortar
de un tijeretazo -así se lo imaginaba ella- las dos alas
de este peligro.  Por eso, se extendió por todo el
país como una verdadera epidemia.

El ropaje ampuloso en que los socialistas alemanes
envolvían el puñado de huesos de sus
"verdades eternas", un ropaje tejido con hebras especulativas,
bordado con las flores retóricas de su ingenio, empapado
de nieblas melancólicas y románticas, hacía
todavía más gustosa la mercancía para ese
público.

Por su parte, el socialismo alemán comprendía
más claramente cada vez que su misión era
la de ser el alto representante y abanderado de esa baja
burguesía.

Proclamó a la nación
alemana como nación
modelo y al
súbdito alemán como el tipo ejemplar de hombre. Dio
a todos sus servilismos y vilezas un hondo y oculto sentido
socialista, tornándolos en lo contrario de lo que en
realidad eran. Y al alzarse curiosamente contra las tendencias
"barbaras y destructivas" del comunismo,
subrayando como contraste la imparcialidad sublime de sus propias
doctrinas, ajenas a toda lucha de clases, no hacía
más que sacar la última consecuencia lógica
de su sistema
Toda la pretendida literatura socialista y comunista que circula
por Alemania, con poquísimas excepciones, profesa estas
doctrinas repugnantes y castradas .  

2. El socialismo
burgués o conservador

Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias
sociales, para de este modo garantizar la perduración de
la sociedad burguesa.

Se encuentran en este bando los economistas, los
filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar
la situación de las clases obreras, los organizadores de
actos de beneficencia, las sociedades
protectoras de animales, los
promotores de campañas contra el alcoholismo,
los predicadores y reformadores sociales de toda laya.

Pero, además, de este socialismo burgués han
salido verdaderos sistemas
doctrinales.  Sirva de ejemplo la Filosofía de la
miseria de Proudhon.

Los burgueses socialistas considerarían ideales las
condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas y los
peligros que encierran.  Su ideal es la sociedad existente,
depurada de los elementos que la corroen y revolucionan: la
burguesía sin el proletariado.  Es natural que la
burguesía se represente el mundo en que gobierna como el
mejor de los mundos posibles.  El socialismo burgués
eleva esta idea consoladora a sistema o semisistema. Y al invitar
al proletariado a que lo realice, tomando posesión de la
nueva Jerusalén, lo que en realidad exige de él es
que se avenga para siempre al actual sistema de sociedad, pero
desterrando la deplorable idea que de él se forma.

Una segunda modalidad, aunque menos sistemática
bastante más práctica, de socialismo, pretende
ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario
haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales
o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas
mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su
vida.  Claro está que este socialismo se cuida de no
incluir entre los cambios que afectan a las "condiciones
materiales de vida" la abolición del régimen
burgués de producción, que sólo puede
alcanzarse por la vía revolucionaria; sus aspiraciones se
contraen a esas reformas administrativas que son conciliables con
el actual régimen de producción y que, por tanto,
no tocan para nada a las relaciones entre el capital y
el trabajo
asalariado, sirviendo sólo -en el mejor de los casos- para
abaratar a la burguesía las costas de su reinado y
sanearle el presupuesto.

Este socialismo burgués a que nos referimos,
sólo encuentra expresión adecuada allí donde
se convierte en mera figura retórica.

¡Pedimos el librecambio en interés de la clase
obrera! ¡En interés de la clase obrera pedimos
aranceles
protectores! ¡Pedimos prisiones celulares en interés
de la clase trabajadora!  Hemos dado, por fin, con la
suprema y única seria aspiración del socialismo
burgués.

Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en
efecto, a una tesis y es que
los burgueses lo son y deben seguir siéndolo… en
interés de la clase trabajadora.  

3. El socialismo y el
comunismo crítico-utópico

No queremos referirnos aquí a las doctrinas que en
todas las grandes revoluciones modernas abrazan las aspiraciones
del proletariado (obras de Babeuf, etc.).

Las primeras tentativas del proletariado para ahondar
directamente en sus intereses de clase, en momentos de
conmoción general, en el período de derrumbamiento
de la sociedad feudal, tenían que tropezar necesariamente
con la falta de desarrollo del
propio proletariado, de una parte, y de otra con la ausencia de
las condiciones materiales indispensables para su
emancipación, que habían de ser el fruto de la
época burguesa.  La literatura revolucionaria que
guía estos primeros pasos vacilantes del proletariado es,
y necesariamente tenía que serlo, juzgada por su
contenido, reaccionaria.  Estas doctrinas profesan un
ascetismo universal y un torpe y vago igualitarismo.

Los verdaderos sistemas socialistas y comunistas, los sistemas
de Saint-Simon,
de Fourier, de
Owen, etc., brotan en la primera fase embrionaria de las luchas
entre el proletariado y la burguesía, tal como más
arriba la dejamos esbozada. (V. el capítulo "Burgueses y
proletarios").

Cierto es que los autores de estos sistemas penetran ya en el
antagonismo de las clases y en la acción
de los elementos disolventes que germinan en el seno de la propia
sociedad gobernante.  Pero no aciertan todavía a ver
en el proletariado una acción histórica
independiente, un movimiento político propio y
peculiar.

Y como el antagonismo de clase se desarrolla siempre a la par
con la industria, se
encuentran con que les faltan las condiciones materiales para la
emancipación del proletariado, y es en vano que se debatan
por crearlas mediante una ciencia social y a fuerza de leyes
sociales.  Esos autores pretenden suplantar la acción
social por su acción personal
especulativa, las condiciones históricas que han de
determinar la emancipación proletaria por condiciones
fantásticas que ellos mismos se forjan, la gradual
organización del proletariado como clase por una
organización de la sociedad inventada a su antojo. 
Para ellos, el curso universal de la historia que ha de venir se
cifra en la propaganda y
práctica ejecución de sus planes sociales.

Es cierto que en esos planes tienen la conciencia de defender
primordialmente los intereses de la clase trabajadora, pero
sólo porque la consideran la clase más
sufrida.  Es la única función en
que existe para ellos el proletariado.

La forma embrionaria que todavía presenta la lucha de
clases y las condiciones en que se desarrolla la vida de estos
autores hace que se consideren ajenos a esa lucha de clases y
como situados en un plano muy superior.  Aspiran a mejorar
las condiciones de vida de todos los individuos de la sociedad,
incluso los mejor acomodados.  De aquí que no cesen
de apelar a la sociedad entera sin distinción, cuando no
se dirigen con preferencia a la propia clase gobernante. Abrigan
la seguridad de que
basta conocer su sistema para acatarlo como el plan más
perfecto para la mejor de las sociedades posibles.

Por eso, rechazan todo lo que sea acción
política, y muy principalmente la revolucionaria; quieren
realizar sus aspiraciones por la vía pacífica e
intentan abrir paso al nuevo evangelio social predicando con el
ejemplo, por medio de pequeños experimentos que,
naturalmente, les fallan siempre.

Estas descripciones fantásticas de la sociedad del
mañana brotan en una época en que el proletariado
no ha alcanzado aún la madurez, en que, por tanto, se
forja todavía una serie de ideas fantásticas acerca
de su destino y posición, dejándose llevar por los
primeros impulsos, puramente intuitivos, de transformar
radicalmente la sociedad.

Y, sin embargo, en estas obras socialistas y comunistas hay ya
un principio de crítica, puesto que atacan las bases todas
de la sociedad existente.  Por eso, han contribuido
notablemente a ilustrar la conciencia de la clase
trabajadora.  Mas, fuera de esto, sus doctrinas de carácter positivo acerca de la sociedad
futura, las que predican, por ejemplo, que en ella se
borrarán las diferencias entre la ciudad y el campo o las
que proclaman la abolición de la familia, de la
propiedad privada, del trabajo asalariado, el triunfo de la
armonía social, la transformación del Estado en un
simple organismo administrativo de la producción…. giran
todas en torno a la desaparición de la lucha de clases, de
esa lucha de clases que empieza a dibujarse y que ellos apenas si
conocen en su primera e informe
vaguedad.  Por eso, todas sus doctrinas y aspiraciones
tienen un carácter puramente utópico.

La importancia de este socialismo y comunismo
crítico-utópico está en razón inversa
al desarrollo histórico de la sociedad.  Al paso que
la lucha de clases se define y acentúa, va perdiendo
importancia práctica y sentido teórico esa
fantástica posición de superioridad respecto a
ella, esa fe fantástica en su supresión.  Por
eso, aunque algunos de los autores de estos sistemas socialistas
fueran en muchos respectos verdaderos revolucionarios, sus
discípulos forman hoy día sectas indiscutiblemente
reaccionarias, que tremolan y mantienen impertérritas las
viejas ideas de sus maestros frente a los nuevos derroteros
históricos del proletariado.  Son, pues, consecuentes
cuando pugnan por mitigar la lucha de clases y por conciliar lo
inconciliable.  Y siguen soñando con la
fundación de falansterios, con la colonización
interior, con la creación de una pequeña Icaria,
edición
en miniatura de la nueva Jerusalén… . Y para levantar
todos esos castillos en el aire, no tienen
más remedio que apelar a la filantrópica
generosidad de los corazones y los bolsillos burgueses. 
Poco a poco van resbalando a la categoría de los
socialistas reaccionarios o conservadores, de los cuales
sólo se distinguen por su sistemática
pedantería y por el fanatismo supersticioso con que
comulgan en las milagrerías de su ciencia social.  He
ahí por qué se enfrentan rabiosamente con todos los
movimientos políticos a que se entrega el proletariado, lo
bastante ciego para no creer en el nuevo evangelio que ellos le
predican.

En Inglaterra, los
owenistas se alzan contra los cartistas, y en Francia, los
reformistas tienen enfrente a los discípulos de
Fourier.

 

IV ACTITUD DE LOS
COMUNISTAS ANTE LOS OTROS PARTIDOS DE LA OPOSICION

Después de lo que dejamos dicho en el capítulo
II, fácil es comprender la relación que guardan los
comunistas con los demás partidos obreros ya existentes,
con los cartistas ingleses y con los reformadores agrarios de
Norteamérica.

Los comunistas, aunque luchando siempre por alcanzar los
objetivos
inmediatos y defender los intereses cotidianos de la clase
obrera, representan a la par, dentro del movimiento actual, su
porvenir.  En Francia se alían al partido
democrático-socialista  contra la burguesía
conservadora y radical, mas sin renunciar por esto a su derecho
de crítica frente a los tópicos y las ilusiones
procedentes de la tradición revolucionaria.

En Suiza apoyan a los radicales, sin ignorar que este partido
es una mezcla de elementos contradictorios: de demócratas
socialistas, a la manera francesa, y de burgueses radicales.

En Polonia, los comunistas apoyan al partido que sostiene la
revolución
agraria, como condición previa para la emancipación
nacional del país, al partido que provocó la
insurrección de Cracovia en 1846.

En Alemania, el partido comunista luchará al lado de la
burguesía, mientras ésta actúe
revolucionariamente, dando con ella la batalla a la
monarquía absoluta, a la gran propiedad feudal y a la
pequeña burguesía.

Pero todo esto sin dejar un solo instante de laborar entre los
obreros, hasta afirmar en ellos con la mayor claridad posible la
conciencia del antagonismo hostil que separa a la
burguesía del proletariado, para que, llegado el momento,
los obreros alemanes se encuentren preparados para volverse
contra la burguesía, como otras tantas armas, esas
mismas condiciones políticas
y sociales que la burguesía, una vez que triunfe, no
tendrá más remedio que implantar; para que en el
instante mismo en que sean derrocadas las clases reaccionarias
comience, automáticamente, la lucha contra la
burguesía.

Las miradas de los comunistas convergen con un especial
interés sobre Alemania, pues no desconocen que este
país está en vísperas de una
revolución burguesa y que esa sacudida revolucionaria se
va a desarrollar bajo las propicias condiciones de la
civilización europea y con un proletariado mucho
más potente que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de
Francia en el XVIII, razones todas para que la revolución
alemana burguesa que se avecina no sea más que el preludio
inmediato de una revolución proletaria.

Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve,
cuantos movimientos revolucionarios se planteen contra el
régimen social y político imperante.

En todos estos movimientos se ponen de relieve el
régimen de la propiedad, cualquiera que sea la forma
más o menos progresiva que revista, como
la cuestión fundamental que se ventila.

Finalmente, los comunistas laboran por llegar a la
unión y la inteligencia
de los partidos democráticos de todos los
países.

Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas
sus ideas e intenciones.  Abiertamente declaran que sus
objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la
violencia todo
el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases
gobernantes, ante la perspectiva de una revolución
comunista.  Los proletarios, con ella, no tienen nada que
perder, como no sea sus cadenas.  Tienen, en cambio, un
mundo entero que ganar.

¡ProlGuía de estudio para el
MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA de C. Marx y F.
Engels

 Lectura
preparatoria:Un bosquejo anterior: Principios del
Comunismo (noviembre de 1847)

I: BURGUESES Y PROLETARIOS

Personajes: Metternich, Guizot, Morgan

Términos: Clases y lucha de clases, Sociedad feudal,
Burguesía, Proletariado, Libre comercio,
Mercado,
Comodificación, Capital, Fuerzas productivas.Preguntas
para discusión:1. ¿Por qué y cómo
Marx y Engels alaban al Capitalismo en
éste capítulo?2. La palabra
"mercantilización" no fue inventada sino recientemente
pero, ¿crees que éste capítulo está
hablando de mercantilización?3. ¿Qué nos
dice el Manifiesto acerca de cómo cambia el proletariado
al desarrollarse el Capitalismo y al hacer la
revolución?4. ¿Qué están diciendo
Marx y Engels acerca de la "globalización" en éste
capítulo?

II: PROLETARIOS Y COMUNISTASTérminos: Partido,
Sectarismo, Estado, Propiedad, Propiedad privada, Libertad,
Trabajo asalariado, Individualismo, Liberación femenina,
Democracia,
Socialismo.Preguntas para discusión:1. ¿Qué
quieren decir Marx y Engels con que los comunistas no forman un
partido separado?2. ¿Qué quieren decir Marx y
Engels con abolición de la propiedad privada y cómo
responden a las varias críticas a éste programa?3.
¿Qué quiere decir el Manifiesto con "la
conquista de
la democracia"?4. Stalin afirmó que el programa de 10
puntos
había sido alcanzado en la Unión
Soviética a mediados de los 1930s. ¿Crees que es
válida ésta afirmación? 5.
¿Cuántos de los 10 puntos del programa han sido
alcanzados por la clase obrera de tu país? Si algunos de
los puntos han sido logrados bajo el capitalismo,
¿qué te dice éste hecho acerca del Manifiesto
Comunista? ¿Por qué es que algunos puntos han
sido, por lo menos, parcialmente logrados y otros, sin
embargo,parecen tan lejanos como siempre?6. ¿Qué
crees que haría un anarquista o un reformista con la
última parte de éste capítulo? ¿Crees
que concordarían, y si no, por qué?7.
¿Cómo describirías el concepto de
Libertad propuesto en éste capítulo?

III: LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTATérminos:
Reformismo, Clase media, Pequeña burguesía,
Utopía, División del trabajo.Preguntas para
discusión:1. ¿Qué tipo de crítica
hacían al capitalismo los "socialistas feudales" y
cómo reconocerías hoy una crítica de
éste tipo? 2. ¿Qué tipo de "Socialismo" se
imaginan los "socialistas pequeño-burgueses y cómo
reconocerías hoy cualquier partido como éste?3.
¿Cuáles son los errores del "socialismo verdadero"
y cómo reconocerías alguno semejante hoy?

IV: ACTITUD DE LOS
COMUNISTAS RESPECTO DE LOS DIFERENTES PARTIDOS DE
OPOSICIONTérminos: Cartistas, Socialdemocracia. Preguntas para
discusión:1. ¿Podrías repetir el
último párrafo
del Manifiesto?

PREFACIOS A VARIAS EDICIONESPreguntas para discusión:1.
¿Qué cambios importantes se hicieron al Manifiesto
en 1872 y qué acontecimiento provocó tal
enmienda?2. ¿Cómo aprecian Marx y Engels las
oportunidades del Comunismo en Alemania, Inglaterra, los Estados Unidos y
Rusia?

¡Etarios de todos los Países, uníos!

 

 

 

Autor:

Jose Aguirre

Partes: 1, 2, 3
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