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La causación universal (página 2)




Enviado por Pedro Sandrea



Partes: 1, 2

Reproducciones del pasado: en estas concurren
mayor número que en las precedentes, dominando los
inductivos. El hecho aparece como una consecuencia o un efecto,
cuyas causas pueden ser inducidas como si se tratara de un
fenómeno presente o futuro; pero en este caso, los
medios de
verificación son abundantes: en el primer lugar se pueden
deducir las consecuencias lógicas del efecto, según
las causa supuestas y compararlas con las naturales.

Los agentes policiales por ejemplo y los jueces instructores,
hacen uso de este género de
razonamientos mixtos en los sumarios criminales. Los
historiadores proceden igual manera para reconstruir ciertos
acontecimientos históricos, explicar las causas, o indicar
sus efectos y consecuencias.

Pero el valor de un
proceso
jurídico, lo mismo que de un tratado histórico
depende mucho más de la moral
delicada y conciencia recta
del autor, en tratar las concomitancias consecuentes en su
verdadero valor, que de los documentos
relatantes; de los que si se puede tener fe en los hechos
acaecidos, pueden (y generalmente es así) estar abultados
y aun dando valor a protagonistas no merecedores de todo el
laurel o cargo: hay parcialidad, por una inducción muchas veces de afinidad y otras
por influencia de clase, nombre
y representación. Vicio que se observa en la casi
totalidad de los juicios e historia, lo que no debe
observarse después de estos Cursos Austeros de Filosofía, de la que todos deben tomar el
caudal necesario de moral y
justicia.

El prejuicio
tiene tal influencia en las predicciones y
reproducciones,
que no costaría nada entrar al
estudio de cualquier proceso jurídico o policial y
señalar la nulidad de todo lo actuado, por causa del
prejuicio que obliga a ver las cosas bajo un prisma vicioso,
inferido por la herencia de
supremacías y diferencias de clases que han creado un
sin fin de errores que ocasionaron los desastres humanos
que presenciamos.

Para el vaticinio o predicción se requiere sobre todo,
el
conocimiento perfecto de los hechos ocurridos en largos
siglos, que estén relatados con el mayor acopio de
datos
verídicos, para entonces y en posesión de toda
la ciencia
matemática, astronómica, social y
más. Amen de la cantidad de moral eficiente y su
espíritu despierto para que inspire a la materia,
podrá predecir con probabilidades los hechos que
ocurrirán por ley; más
no podrá nunca precisar hora ni aún tampoco
día; porque no existe día, ni noche, ni hora,
tratándose de la división del tiempo, que es
uno e indivisible, aunque nosotros lo utilicemos por
segundos.

No existiendo, pues, en el tiempo esas medidas tan pronto un
hombre
vaticina, predice un hecho de la naturaleza,
con hora, día año, es un falso profeta: un
detractor.

Aun los decretos inflexibles del Creador, no pueden fijar el
momento preciso, por la razón suprema del libre
albedrío
que tiene el espíritu y el hombre, de
trabajar más o menos; de adelantar o detenerse, y es esto
precisamente lo que hace llegar las evoluciones y las epopeyas
marcado por el Creador, en la cadena sin fin de la vida
de cada mundo y de cada existencia de los hombres, por lo cual no
es posible predecir para una hora fija.

Por tanto, las predicciones por cualquiera que sean hechas con
determinada hora, día y año, referente a hechos de
las evoluciones universales, llevan un sello de
ignorancia del conocimiento
de la ley y es detractor de la ley y falso profeta.

En lo que se refiere a la astronomía ya es más fácil.
Porque esas leyes no dependen
de la voluntad y albedrío del hombre.

Con esta explicación, queda puesto un jalón
seguro y
prudente, para los que se ocupan del vaticinio y
predicción de hechos posibles, por la deducción de hechos anteriores y vamos a
estudiar algo sobre la observación y el
experimento.

PÁRRAFO 3º

La
observación y el experimento

Veamos las explicaciones universitarias:

Las inferencias inductivas tienen por punto de
partida hechos concretos, o más bien
percepciones. La operación intelectual que tiene
por objeto reunir las percepciones necesarias para formar un
juicio inductivo, constituye la observación

Ésta abarca el análisis del
fenómeno percibido y las circunstancias que con él
aparecen conexionadas.

Mientras mayor y más rico en detalles sea el campo de
observación, más certera será la
inferencia de sus antecedentes. Por consiguiente, las
inducciones dependen de las buenas observaciones.

Pero no basta observar un caso aislado o varios casos rodeados
de circunstancias semejantes. Estas últimas pueden variar
y determinar un cambio en la
naturaleza del fenómeno observado: un huevo se va a fondo
en un vaso lleno de agua pura pero
se mantiene a flote en una vasija llena de agua salada
(salmuera).

Por consiguiente, la inducción debe apoyarse en el
mayor número de casos practicando la observación en presencia de todas las
circunstancias posibles. Y como es sobradamente difícil
encontrar casos que se presentan espontáneos y
naturalmente, hay que apelar a producir los fenómenos
difíciles de dicho efecto a lo que al
experimento.

Ahora bien: el experimento reúne varias
ventajas sobre la observación:

a) Pueden multiplicar las variaciones de las circunstancias
adecuadas.

b) Puede someter a medidas apreciables, tanto los
fenómenos artificiales, como las circunstancias
adecuadas.

c) Y pueden producir el aislamiento de los fenómenos.
Empero hay fenómenos, que no son susceptibles de producción artificial (como los
astronómicos), o que no es posible aislarlos de sus
circunstancias, como los Fisiológicos, Psicológicos
y Sociológicos).

Entonces, la observación tiene que ser integrada por la
deducción completada a su turno por la variación
perceptiva de las conclusiones deducidas y predichas.

Cuando se perciben los efectos y se procura encontrar
las causas, la observación hace conocer las
condiciones, antecedentes y concomitantes del fenómeno
observado; y si se descubre que entre esas condiciones existe una
invariable constante y necesaria, esta será la
causa que se puede someter a la
experimentación a fin de verificarla,
haciéndole producir el efecto conocido. Principio en que
se apoyan la física, la química y la mecánica.

Pero si se trata únicamente de individuos vinculados
por sus cualidades analíticas, y de las cuales no se puede
conocer sino contigüidades y similitudes, sólo es
aplicable la observación simple: razón por la cual
es imposible obtener relaciones de causalidad (historia
natural).

Las aplicaciones precedentes, son buenas y muy prudentes, pero
de ahí adelante, no puede ser que no sea un misterio
la vida,
porque el misterio no existe: no puede existir.

Mas la idea materialista que prejuició a la casi
totalidad de los científicos, dejó dudas,
vacíos y extravíos al estudiante, anulándose
los autores de textos irracionales que trajeron la mayor plaga
que pude sufrir la una humanidad: el esceptismo; creando
a la vez dos terribles manías, dos clases de
cobardías funestas: los sistema ticos y los
fanáticos, que ninguno puede ser
racional.

Al encontrar Schopenhauer
la sentencia materialista "Del polvo viene el hombre y al polvo
vuelve", sostenido, por una desgraciada religión, llega
estudiando hasta el borde máximo de la materia y exclama:
"Si este es el fin de mi vida, maldito el Dios de la vida, que no
vale la pena de vivirla; si es así, yo tengo derecho al
robo, al estupro y a la vida de otros, para alargar mi vida".

He ahí lo que en verdad encierra el materialismo
¿ciencia?

No puede ser y no es ciencia, como la religión no puede
ser moral, y por fin, ¿pueda ser ciencia ningún
sistema ni
doctrina que no tenga por base y por fiel de su balanza el
espiritismo?

Tan pronto los hombres obren de este modo, ya no habrá
vicios en las ciencias, ni
místicos, ni fanáticos, ni escépticos,
porque todos serán racionales, espiritistas, que
aunque no quieran lo son aun negándolo, pero detractores,
religiosos; por esto son espiritualistas.

PÁRRAFO 4º

La
descripción y la abstracción

Es aquí donde se requiere la moralidad
eficiente del historiador de los hechos y la supresión
absoluta de prejuicios, abstrayéndose de todo y no viendo
absolutamente más que el hecho desnudo, aunque le acuse a
él mismo, pero es necesario ser estoico.

Han sido hasta hoy muy raros esos ejemplares en
la tierra; tan
raros que aun sobrarán dedos de la mano para
contarlos.

La descripción es también un auxiliar
del razonamiento inductivo y no debe confundirse con la
observación, ni aun como efecto; puesto que la
descripción implica:

1º Una concepción general de las
explicadas en el párrafo
quinto del capítulo cuarto.

2º O una inferencia inductiva, formada en virtud
de una serie de percepciones y reflexiones.

En este último caso, la descripción no
hace sino expresar el raciocinio inductivo, o su
conclusión. Pero como la descripción se
basa en las semejanzas y diferencias, debe adoptarse en materia
científica, únicamente de acuerdo con preceptos
relativos a la definición. Pero cuanto toca a la
abstracción ésta es realmente la fuente de
inducciones superiores, en virtud de la cuales, son inferidos los
principios
constantes que rigen las conexiones entre conexiones y
que de termina las series de géneros y especies
(causas y efectos).

La descripción es producto de la
reflexión: la abstracción lo es de la
razón. La idea abstracta como la ley
universal,
como la causa primera, son formas
elevadas y racionales de la inducción.

Tanto descripción como la abstracción, revisten
caracteres de legitimidad lógica,
cuando son el resultado de concepciones claras,
asentadas sobre observaciones exactas y concordantes.

Las mismas explicaciones universitarias, con ser todo lo
pobres posible para no verse en la precisión de
entablar juicio espiritual, confirman nuestra premisa al
principio del párrafo, por lo que lo damos como sentado y
la ley para la descripción de los hechos.

PÁRRAFO 5º

El lenguaje y
clasificación

El lenguaje y la clasificación es la
parte mecánica que no necesita más que
gusto estético aunque dice el adagio "Hay gustos
que merecen palos" y como "de gustos no hay nada escrito", hay
necesidad de que el lenguaje y
la clasificación se sujeten a reglas filológicas y
estéticas. Pero sin que en ningún caso se ocupe su
puesto y valor a la contundencia, que es la prueba más
eficiente de la verdad sostenida y, jamás el estudio
contundente es un mal lenguaje,

más que para los nulos e inmorales, que se
escandalizan porque ellos son escandalosos.

Si la inducción conduce a proposiciones generales, (no
siendo susceptibles de expresión sino por medio de nombres
universales, derivados de los particulares), fácil
será concebir (por buena lógica), la necesidad del
lenguaje en esta clase de inferencias.

Los nombres generales, indispensables para expresar
las inducciones deben reunir los dos últimos requisitos de
las definiciones; es decir que:

1º Deben ser convertibles en la enumeración de la
cualidad común y peculiar del grupo
denominado.

2º Deben convenir a cada uno de los distintos individuos
comprendido en el grupo denominado.

En la realidad, las inducciones dan los nombres de las
propiedades
comunes inferidas; pero la denominación
específica o individual, abarca la terminología
particular
y cuyo conjunto de vocablos forma la Nomenclatura.

La mejor Nomenclatura es indudablemente la que se funda en una
clasificación científica.

Clasificar es ordenar en forma de series, los
géneros y especies de una categoría de
conocimientos, de modo que cada clase que subordinada a la
precedente, tocándola en una semejanza
genérica
y separándose de ella por una
diferencia específica.

Formada una clasificación es evidente que cada
término de la misma puede ser expresado:

Por un nombre propio, o por el nombre de la clase anterior,
ligado al de aquella que pertenece al individuo
clasificado.

En el primer caso, habría que retener un nombre para
cada individuo; en el segundo caso, bastaría conocer los
nombres generales e inmediatos de una clasificación, para
designar un grupo de individuos semejantes; y entre estos, no
emplear nombres propios, sino para los conocidos
directamente.

De aquí se entiende que, los nombres caballo y
perro
sirven para designar a cada uno de los millares de
caballos de esa clase, evitando tener que retener innumerables
denominaciones particulares. Estos quedan limitados al
número conocido de caballos puros, por ejemplo,
"Los caballos que corren en el hipódromo, son puros".

La clasificación y la
denominación deben reunir ciertas condiciones
para que puedan ser utilizados en beneficio de las inferencias
inductivas.

En primer lugar, cada género debe ser determinado por
sus caracteres más estables y fundamentales; por ejemplo:
sería desatinado distinguir los peces de las
aves, por las
escamas y la plumas, en vez de hacer por los órganos de la
locomoción acuática de los unos, aérea de
los otros y por los de la circulación simple en los unos y
doble en los otros.

En punto a terminología, debe ser ésta
descriptiva de la peculiaridad sobresaliente o distintiva del
grupo denominado.

Hay por ejemplo de la historia natural: El hipopótamo
tiene todas sus denominaciones técnicas,
así: vertebrado, mamífero, placental; orden
Arciodáctilo (o número par de dedos);
suborden Paquidermo (o piel gruesa); familia obesito
(o corpulento); género Hipopótamo o
caballo de río); especie Anfibios que viven en
el agua y en
tierra).

Ese es un patrón para el lenguaje y
clasificación de los irracionales. En el hombre hay muchas
más consideraciones y nombres que clasificar del que puede
excluirse al espíritu suyo; por lo que, al hombre
pertenece hasta el nombre de divina criatura, pero sin
privilegio ni singularidad para ningún hombre como tal ni
como espíritu.

 

 

 

Autor:

Pedro Sandrea

Partes: 1, 2
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