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La ciudad tomada



Partes: 1, 2

    1. La protesta y
      el choque de miradas
    2. Bailando en medio de la
      calle
    3. El origen del Gran
      Poder
    4. Los unos y los
      otros
    5. Los cambios con el paso del
      tiempo
    6. Las innovaciones en el gran
      poder
    7. La religiosidad y lo
      mundano
    8. La estrategia
      narrativa
    9. El bullicio contra el
      silencio
    10. Bibliografía

    ¿Quiénes habitan la ciudad de La
    Paz?, ¿Por qué ésta ciudad se debate entre la tradición
    y la modernidad? y ¿cómo
    usan los paceños la ciudad?

    Esta urbe andina de un millón y medio
    de habitantes, se destaca por ser cosmopolita, donde los
    migrantes aymaras conforman la mayor parte de la población. La imagen de La Paz es aquélla
    que muestra distintos rostros, esos
    que hacen a su diversidad cultural. Una imagen saturada de gente
    que no sólo transita de un lugar a otro sino que vive la
    ciudad intensamente.

    En su interior están presentes varias
    ciudades imaginadas donde sobreviven tradiciones indígenas,
    mezcladas con las prácticas de la sociedad de consumo. Sus altos edificios y
    automóviles lujosos son imágenes que se contraponen
    a la calle de las Brujas y a los Tambos de la Calle
    Sagárnaga.

    Al margen de su topografía accidentada,
    una de sus características es que oscila entre el
    conflicto social, la cotidianidad y la fiesta. A
    través de estos tres elementos es posible interpretar
    cómo los habitantes usan la ciudad.

    La protesta y el choque de
    miradas

    Desde la revolución de 1952 cuando el
    país ingresó en un proceso de modernización
    y dejó de lado el Estado feudal, los
    movimientos sociales han ocupado las principales calles de la
    ciudad, en actitud de protesta por las
    condiciones de pobreza e injusticia social, las
    que perduran en la actualidad.

    Al ser un enclave nacional por su
    condición de sede de gobierno, la convulsión
    social ha marcado a la ciudad como el escenario principal de la
    protesta política. Sobre sus principales calles
    y avenidas se realizan, varias veces al año: mítines,
    paro de actividades, bloqueos
    y marchas protagonizadas por maestros, trabajadores, comerciantes
    minoristas, universitarios, indígenas y
    campesinos.

    La avenida Mariscal Andrés de Santa
    Cruz, principal arteria que divide en dos a la ciudad, es el eje
    troncal donde frecuentemente se efectúan marchas de
    numerosas personas en actitud de disconformidad con los gobiernos
    de turno, cantando estribillos contra la clase política, coreando
    vivas a sus organizaciones sindicales y
    mueran a los políticos como a las leyes que en los últimos
    años propiciaron la estabilización económica de la
    nación y al mismo
    tiempo, son responsables de la
    caída del nivel adquisitivo de los salarios.

    Estas acciones que consisten en
    interrumpir el libre flujo vehicular, se han vuelto muy comunes
    para el conjunto de la ciudadanía y aún
    así no dejan de provocar controversia entre los que aprueban
    y rechazan esta situación, mientras las autoridades de la
    ciudad no encuentran la solución para hacer frente a los
    problemas del estado.

    La ocupación del espacio público
    es, de forma expresa, una estrategia discursiva utilizada
    por las organizaciones gremiales y sindicales de todos los
    sectores de la población.

    La protesta en las calles consiste en hacer
    evidente la disconformidad y el desencanto, entorpeciendo el
    libre transito de vehículos y provocando el caos y el
    descontento de la ciudadanía. Esta expresión callejera
    produce la imagen de una ciudad convulsionada, ambiente en el que se propicia
    un juego de miradas, de aquellos
    que toman las calles y de quienes son espectadores casuales del
    hecho. En el cruce de miradas se produce una relación
    dinámica de puntos de
    vista ciudadanos, en los que se marcan claramente los roles que
    cada actor tiene en esta escena. Para cada actor (marchista y
    transeúnte) subyace un relato manifiesto: por un lado
    están los que demandan mejores condiciones de vida y por el
    otro los ciudadanos que ven entorpecidas sus actividades
    cotidianas.

    La protesta callejera al ser atravesada por
    los medios masivos de comunicación, produce un
    imaginario donde la ciudad es escenario del conflicto.

    Es evidente que los paceños, ven a
    ésta ciudad como la representación misma del Estado o
    del país, el discurso informativo de
    los medios de
    comunicación nos predispone a esta imagen y no permiten
    ver a la ciudad por fuera de su rol de sede de
    gobierno.

    Partes: 1, 2

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