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El concepto de Justicia en Platón y en Karl R. Popper (página 2)




Enviado por Orlando Chirinos



Partes: 1, 2

5. El Estado debe
bastarse a sí mismo. Debe apuntar hacia la
autarquía económica. Esto se plantea para evitar
que los magistrados dependan de los comerciantes o peor
aún, que ellos mismos se conviertan en comerciantes.

A pesar de este claro enfoque totalitario, algunos autores
creen que la doctrina de Platón
se distingue netamente del totalitarismo moderno por los objetivos de
búsqueda de la felicidad para los ciudadanos e imperio de
la justicia.

Popper, por el contrario, considera que el programa
político de Platón
lejos de ser moralmente superior al del totalitarismo, es
fundamentalmente idéntico al mismo y considera, que la
anterior consideración se basa en el antiguo y arraigado
prejuicio de
idealizar a Platón. Según Popper esa
idealización impregna, no sólo las interpretaciones
sino también las traducciones. La tesis
popperiana sobre las ideas platónicas del Bien, la
Justicia, la Verdad y, en general, las que se manejan dentro del
programa político de Platón, reflejan un estilo
totalitario.

La idea de
justicia según Popper

La opinión de Popper es que se debe entender por
justicia un concepto que
englobe:

1. Una distribución equitativa de la carga de la
ciudadanía, en aquellas limitaciones de la
libertad,
necesarias para la vida social.

2. Un tratamiento igualitario de los ciudadanos ante la
ley siempre
que:

2.1. Las leyes mismas no
favorezcan ni perjudiquen a determinados individuos o grupos o
clases.

2.2. El tratamiento por parte de los tribunales de justicia
sea imparcial para todos los individuos.

3. Una participación igual tanto en las cargas como en
las ventajas que pueda presentar para el ciudadano el ser miembro
del Estado.

La idea de
justicia de Platón

En "La
República", Platón utiliza el término
"justo" como sinónimo de lo que interesa al Estado
perfecto. Al Estado perfecto le interesa detener todo cambio,
mediante el mantenimiento
de una rígida división de clases y un gobierno de
clases.

Para indagar la naturaleza de
la justicia, Platón trata de buscar primero esta idea en
el Estado y sólo después es que intenta aplicar el
resultado al individuo.

La ciudad se funda en la naturaleza
humana, sus necesidades y sus limitaciones. Cada hombre debe
hacer un sólo trabajo, el
que le corresponde de acuerdo a su clase. Cada
uno debe ocuparse de sus propios asuntos. Todo cambio o
interferencia entre clases debe ser injusto, y lo contrario es,
por tanto, justo. Según Platón, la ciudad es justa
si cada clase atiende a su normal labor. Vemos como Platón
identifica la justicia con el principio del gobierno de clase y
de los privilegios de clase.

Simplemente, el Estado es justo si gobierna el gobernante, el
trabajador trabaja y el esclavo obedece.

La justicia
popperiana vs. La justicia platónica

El concepto de justicia de Popper es totalmente opuesto al de
Platón. Platón considera "justo" el privilegio de
clase, en tanto que Popper cree que lo justo es, más bien,
la ausencia de dichos privilegios; cierta clase de igualdad en el
tratamiento de los individuos. Platón no considera la
justicia como una relación entre individuos, sino como una
propiedad de
todo el Estado, basada en la relación existente entre las
clases. El Estado será justo si es, a la vez, sano,
fuerte, unido y estable. De acuerdo a esta concepción de
justicia se establece la idea de un gobierno de clase
totalitario.

Popper analiza la posibilidad de que la razón por la
cual Platón sostuviera esa idea de justicia estuviera en
el uso que se daba a ese concepto en la época que al
filósofo griego le tocó vivir. Dice textualmente:
"Pero, ¿tendría quizá razón
Platón?… No correspondería, tal vez, su idea de
justicia a la forma griega de emplear este término"
(Popper, 1984)

A estas interrogantes responde que no. El uso griego de la
palabra "justicia" era similar al empleo actual
del término, individualista e igualitario. El mismo
Platón en el "Gorgias" (anterior a "La República")
sustenta el concepto de justicia en cuanto igualdad y hace
mención que eso era lo que pensaba la mayoría de la
gente y que concordaba con la naturaleza misma. La palabra
"justicia" mantiene en la actualidad el mismo contenido antiguo y
universal.

De tal manera que -según Popper- la interpretación holista y anti-igualitaria
de la justicia contenida en "La República" era una
novedad. Platón procuraba presentar como "justo" su
gobierno de clase totalitario, a pesar de que la mayoría
de la gente entendía por "justicia" exactamente lo
contrario. A partir de ese momento el igualitarismo era su
enemigo acérrimo y debía destruirlo (probablemente
por el convencimiento sincero de que constituía un gran
peligro).

Dice Popper: "… pero su ataque contra el igualitarismo no
fue honesto, pues no se atrevió a enfrentar abiertamente
al enemigo" (Popper, 1982).

Platón en "La República" eludió el
concepto igualitario de justicia y se dedicó a formular su
concepto totalitario, expresando abiertamente sólo las
ventajas que éste representaba para el Estado y ocultando
las desventajas que conllevaba para el individuo.

En ningún momento menciona en su examen ninguna
teoría
acerca de que la justicia es igualdad ante la ley. Es poco
probable que Platón, gran conocedor de la cultura de su
época, las hubiera ignorado. Lo más seguro es que las
eludió deliberadamente. Platón no sólo
debió hallarse perfectamente familiarizado con la
teoría igualitaria, sino que debió tener plena
conciencia de su
importancia cuando escribió "La República" (I).

El movimiento
igualitario, tal como lo conoció Platón,
representaba todo aquello que él más
aborrecía. Su obra "La República" y todas las obras
posteriores fueron una especie de respuesta al poderoso
desafío de las nuevas tendencias igualitarias y
humanitarias, que se formulaban cada vez más
convincentemente.

Los principios de
la teoría igualitaria y los opuestos
platónicos

La teoría igualitaria se sustenta en los siguientes
principios:

a. El principio igualitario propiamente dicho, que establece
la eliminación de privilegios naturales.

b. El principio general del individualismo.

c. El principio de que la tarea y la finalidad del Estado
deben consistir en proteger la libertad de los ciudadanos.

A cada uno de estos principios le corresponde un principio
opuesto en el programa platónico:

a.1. El principio del privilegio natural.

b.1. El principio general del holismo y colectivismo.

c.1. El principio de que la tarea y finalidad del individuo
debe consistir en conservar y fortalecer la estabilidad del
Estado.

Revisemos a continuación cada uno de estos
principios:

a. El principio Igualitario (II): el igualitarismo exige que
los ciudadanos sean tratados con
ecuanimidad, que el nacimiento, los nexos familiares o la riqueza
no sean factores de influencia para aquéllos que
administran la ley. No reconoce ningún privilegio
"natural".

El principio platónico de la justicia es diametralmente
opuesto a esto. Platón exigía privilegios naturales
para los jefes naturales. ¿Cómo rebate el principio
igualitario para fundamentar sus propias afirmaciones?

Dice Popper que Platón no tardó en descubrir que
el naturalismo (III) era un punto débil dentro de la
doctrina igualitaria y trató de sacarle el mayor partido a
esta debilidad. Decir a los hombres que son iguales despierta un
fuerte sentimiento de solidaridad, pero
este sentimiento es pequeño al compararse con el que se
produce si se les convence que son superiores a otros hombres, o
los demás inferiores a ellos. ¿Cómo
convencer a un noble que es igual a su sirviente? La propaganda que
lo induce a sentirse superior causa un mayor efecto.

Platón nunca subestimó la teoría
igualitaria (IV).En "La República" se limitó a no
considerarla, atacándola sólo una que otra vez,
pero nunca abiertamente.

En "La República" establece su anti-igualitarismo a
través de varios argumentos. Algunos de los más
interesantes son los siguientes:

Trata de demostrar que el anti-igualitarismo puede deducirse
de la opinión igualitaria de que la justicia es
imparcialidad.

En "La República", Sócrates
pregunta a los gobernantes y jueces de la ciudad, si no es su
propósito evitar que ningún hombre tome lo que
pertenece a otro. Su interlocutor, Glaucón, responde
afirmativamente que eso sería lo justo.

Sócrates concluye que entonces deberemos entender que
la justicia es la conservación y usufructo de lo que nos
pertenece. Conservar y usufructuar lo que es de uno
constituiría el principio de la jurisdicción justa.
Este argumento llega a la conclusión de que la justicia
consiste en conservar el puesto que nos corresponde de acuerdo a
la clase o casta a la que se pertenezca.

Si debemos conservar lo que nos pertenece, debemos, entonces,
conservar el puesto que ocupamos que es el que nos pertenece.

Platón induce a sus lectores a extraer la siguiente
inferencia:

Es justo conservar y usufructuar lo que es de uno, lo que le
pertenece

Me pertenece mi lugar, mi puesto

Es justo que yo conserve mi lugar, mi puesto

Según Popper esta inferencia no es más que un
burdo juego de
palabras en torno al
significado del concepto "ser de uno". Este juego de palabras es
el recurso a través del cual Platón intenta
conectar su propia concepción con el sentido corriente del
término.

En otro argumento Platón recurre al principio del
holismo o colectivismo relacionándolo con el principio de
que la finalidad del individuo consiste en mantener la
estabilidad del Estado.

b. El principio general del individuo

El término "individualismo" puede emplearse con dos
sentidos diferentes: en oposición al colectivismo y en
oposición al altruismo. El sentido utilizado por Popper
está tomado del primero, de oposición al
colectivismo, ya que el segundo sentido puede definirse como
egoísmo.

Establece la siguiente comparación:

Individualismo

es lo contrario de

Colectivismo

Egoísmo

es lo contrario de

Altruismo

El colectivismo no se opone al egoísmo ni tampoco es
idéntico con el altruismo. Existen, por ejemplo, el
egoísmo colectivo o de la clase.

Según Platón la única alternativa fuera
del colectivismo es el egoísmo, pues identifica el
altruismo con el colectivismo y cualquier tipo de individualismo
con egoísmo. Platón sólo reconoce dos
posibilidades en lugar de cuatro.

Esta equiparación que hace Platón del
individualismo con el egoísmo le proporciona un arma
poderosa para defender el colectivismo y, al mismo tiempo, para
atacar el individualismo. Platón conoce a ciencia cierta
que el individualismo constituía un verdadero
bastión en la defensa del nuevo credo de la
humanidad; por esta razón, es que aprovechamos cualquier
ocasión para atacarlo. La revolución
espiritual que condujo al derrumbe del tribalismo y al
advenimiento de la democracia no
fue sino la emancipación del individuo.

El individualismo formaba parte de la antigua idea intuitiva
de la justicia.

Ese individualismo, que no prescinde del altruismo, se ha
convertido en base de nuestra civilización occidental y
constituye la doctrina central del cristianismo.

Nadie atacó jamás tan vehementemente al
individuo como Platón. Esta hostilidad se halla
profundamente arraigada en el dualismo de su filosofía. Rechaza, por un lado, al
individuo y a su libertad exactamente del mismo modo en que
odiaba las cambiantes experiencias particulares y la variedad del
mudable universo de los
objetos sensibles. En el campo político, el individuo es
su mayor enemigo.

Para Popper resulta paradójico que esa actitud haya
sido sistemáticamente idealizada, reputándosele de
humana, generosa, altruista y cristiana. Según algunos
platónicos, el antiindividualismo supone de suyo
generosidad. Esta engañosa equiparación -dice
Popper- ha elevado a Platón al pedestal de maestro de
moral,
señalándose que su ética
constituye el sistema
más próximo al cristianismo antes de Cristo;
cuando, por el contrario no hace sino abrir las puertas al
totalitarismo y especialmente a una interpretación
totalitaria y anticristiana del cristianismo.

El engaño en la interpretación. Sus concepciones
sobre la justicia se deben, en gran parte a la habilidad de
Platón. Este supo preparar el terreno para introducir su
doctrina colectivista. Suele comenzar con la cita de una noble
máxima o proverbio, como por ejemplo: "Los amigos tienen
en común todo cuanto poseen". Además recordemos,
que en diálogos anteriores a "La República", su
idea de justicia era diferente. Esto pudo provocar la creencia de
que se trataba de la misma concepción, más
aún si se toma en cuenta que Platón hace
constantemente referencia a máximas humanitarias como la
de que "es mejor sufrir que cometer una injusticia".

Lo cierto es que debido a su colectivismo radical
Platón no demuestra interés ni
siquiera por aquellas cuestiones que los hombres suelen denominar
problemas de
la justicia, como por ejemplo, la estimación imparcial de
las pretensiones contradictorias de los individuos. Tampoco le
interesa ajustar los derechos del individuo con
los del Estado, ya que el individuo es considerado completamente
inferior. Lo único que le importa es el todo colectivo
como tal y la salud no es más que
la unidad y estabilidad del cuerpo colectivo.

c. El principio de que la tarea y la finalidad del Estado
deben consistir en proteger la libertad de los ciudadanos.

De acuerdo con la teoría popperiana el Estado debe
brindar protección a los individuos. El Estado debe
asegurar nuestra protección y la de los demás. Debe
proteger a cada miembro de la agresión de los demás
hombres. Debe reconocer la diferencia entre la agresión y
defensa, y, esta última debe descansar en un poder
organizado del Estado.

Cada uno se siente dispuesto a aceptar que sea algo
restringida la libertad propia siempre que eso suponga la
protección a la libertad restante, ya que no se ignora la
necesidad de algunas limitaciones. Se exige que el Estado limite
la libertad de los ciudadanos de la forma más
equitativamente posible y no más allá de lo
necesario para alcanzar una limitación pareja. Esta
concepción del Estado es denominada "proteccionismo".

Algunas objeciones que se le han hecho a esta doctrina se
refieren a que no es posible establecer un objetivo de
esta naturaleza con suficiente claridad y precisión y que
al reconocer que la libertad necesita ser limitada, se derrumba
todo el principio de la libertad. Además, se discute la
cuestión de cuáles limitaciones son necesarias y
cuáles superfluas.

Popper defiende esta concepción proteccionista del
Estado y alega que esos reparos obedecen a una confusión,
ya que, ciertamente, es difícil determinar exactamente el
grado de libertad que puede concederse a los ciudadanos sin poner
en peligro aquella libertad cuya salvaguarda constituye el objeto
del Estado. Pero, la experiencia demuestra que es posible una
delimitación aproximada de dicho grado de libertad, y,
prueba de esto se puede buscar en los actuales Estados
democráticos.

El proceso de la
delimitación aproximada constituye una de las tareas
principales para la legislación de los países
democráticos.

Así, según Popper, se trata de un proceso
difícil pero no imposible y la magnitud del problema se
disminuye ante lo elevado del principio de protección del
individuo.

En "La Sociedad
Abierta y sus Enemigos" Popper clarifica con un simple relato
esta idea de protección de la libertad individual: "Y
puede responderse, en principio, a la objeción de que es
difícil saber dónde termina la libertad y empieza
el delito, con la
famosa historia de
aquel matón que protestaba ante el tribunal de justicia
porque, siendo un ciudadano libre, podía mover el
puño en la dirección que se le antojase, a lo cual
repuso el Juez prudentemente: "La libertad del movimiento de tus
puños está limitada por la posición de la
nariz de tu vecino" (Popper, 1982)

La cuestión de los límites de
la libertad es en extremo difícil e importante y no puede
llegar a resolverse mediante fórmulas secas y tajantes.
Más, los extremos de la limitación no deben
convertirse en un obstáculo insalvable. Sin estos
extremos, sin el estímulo de los problemas
políticos y las luchas de este tipo, desaparecerá
la disposición de los hombres a combatir por su libertad,
y con esto, desaparecería la libertad misma.

Para Popper, la teoría proteccionista del Estado se
halla libre de todo elemento historicista o esencialista. En
ningún momento esta teoría establece que el Estado
se haya originado por una asociación de individuos
reunidos con un propósito proteccionista o que
algún Estado de la historia se hubiera gobernado en base
solamente a este objetivo. Tampoco postula nada acerca de la
naturaleza esencial del Estado o de cualquier pretendido derecho
natural de la libertad.

Igualmente, tampoco toca el punto de cómo el Estado
funciona en la práctica. Lo que hace es formular una
exigencia política, o dicho con
más precisión, una propuesta para la adopción
de cierta política.

Desde los tiempos de Aristóteles se han hecho reparos a esta
teoría proteccionista del Estado. Lo que principalmente se
aduce es que esta teoría representa una visión
estrecha de las tareas correspondientes al Estado y que
éste debe ser considerado con mayor respeto, ya que
no se trata de una simple asociación de objetos
subordinada a la existencia animal de una naturaleza temporaria y
perecedera. Aristóteles expresaba que cuidar la virtud es
la principal función de
un Estado que merezca verdaderamente el nombre de tal.

Del análisis de estos reparos Popper extrae dos
conclusiones: a) expresan el deseo de convertir al Estado en un
objeto de adoración, lo cual constituye, más bien,
un problema religioso y es a los cultores del Estado a quienes
correspondería conciliar este credo con otras creencias
religiosas. b) Expresan el criterio de exigir a los funcionarios
que sólo se preocupen por la moralidad de
los ciudadanos. Dichos funcionarios se dedicarán,
más que a la protección de la libertad, a la
vigilancia de la vida moral. Aquéllos que proclaman estos
criterios no advierten que su adopción
representaría el fin de la responsabilidad moral del individuo, y lejos de
perfeccionar la moral,
terminaría por destruirla, ya que la responsabilidad
personal
sería reemplazada por tabúes de tipo tribal y por
la irresponsabilidad totalitaria del individuo. Es mucho
más conveniente que la moralidad del Estado sea controlada
por los ciudadanos y no a la inversa.

Expresa Popper: "Lo que queremos y necesitamos es moralizar la
política y no hacer política con la moral" (Popper,
1984), con lo que se opone tenazmente a la adopción de
este criterio.

En apoyo de su concepción individualista
continúa diciendo que desde el punto de vista
proteccionista de los Estados democráticos existentes,
aún cuando estén lejos de ser perfectos,
representan una considerable conquista en
el campo de la ingeniería social de tipo gradual.

Principio
platónico sobre la tarea y finalidad del
individuo

Es tarea y finalidad del individuo conservar y fortalecer la
estabilidad del Estado. Vemos como ésta es una
concepción diametralmente opuesta a la teoría
proteccionista del Estado. En ésta, es el Estado quien
debe proteger al individuo y en Platón, es el individuo
quien debe fortalecer al Estado.

En "La República", Platón establece varios
supuestos acerca de por qué la ética del individuo
se debe fundamentar en el deseo de fortalecer al Estado.
Encontramos: a) un supuesto sociológico, según el
cual cualquier fisura en el rígido sistema de castas
conducirá irremediablemente al derrumbe de la ciudad; b)
una reiteración constante del argumento de lo que
daña a la ciudad debe ser injusto y c) la inferencia
constante de que lo contrario, entonces, debe ser la
justicia.

Popper admite el supuesto a) ya que, de acuerdo al ideal de
Platón, consiste en detener todo cambio social y por
"dañino" entiende todo lo que pueda involucrar
algún cambio. El mantenimiento de un rígido sistema
de castas podría ser una especie de freno a la evolución social. También admite el
supuesto c) ya que lo contrario a la injusticia ha de ser la
justicia.

Ahora bien, veamos cuál es su reacción ante el
supuesto b), al cual considera el más interesante. Es
objeto de constante preocupación para Platón el
indagar sobre los factores que causarían perjuicios a la
ciudad. Lo que puede dañar a la ciudad será
invariablemente malo e injusto. Sólo reconoce como
patrón fundamental el interés del Estado: todo lo
que lo favorezca será bueno, virtuoso y justo, todo lo que
lo amenace será malo, perverso e injusto.

El código
de moral platónico es netamente utilitario: las acciones que
sirven al Estado son morales; las que lo amenazan, inmorales. Es
un código de utilitarismo colectivista o político.
Para él, la moralidad no es más que lo que interesa
al Estado.

Según esta teoría colectivista de la moralidad,
lo bueno es lo que favorece al interés del grupo, tribu o
Estado; "… mientras el Estado conserve su poderío
jamás se equivocará. Poseerá el derecho de
ejercer violencia
sobre sus ciudadanos si ello redundase en el crecimiento de su
poderío y, además, podría también
atacar a otros Estados, siempre que esto no lleve a su
debilitamiento" (V)

Sin embargo, desde el punto de vista de la ética
colectivista, la teoría platónica será
perfectamente correcta. La acción
de conservar su puesto será la virtud civil que
correspondería a la virtud militar de la disciplina.
Las partes del engranaje del Estado (los individuos)
manifestarán virtud de dos maneras: a) siendo aptas para
la tarea que les corresponda de acuerdo a su tamaño,
forma, resistencia,
etc., y, b) colocándose en el lugar adecuado, que bajo
ningún concepto deben perder.

La virtud de conservar el propio lugar deberá ser
compartida por todos por igual y la virtud del conjunto
será la de hallarse todas las partes perfectamente
ajustadas entre sí, estar en perfecta armonía. Esta
es la virtud universal a la que Platón da el nombre de
"justicia". Si el individuo no es sino una pieza dentro de un
engranaje, entonces la ética no será sino el
estudio de la forma más adecuada de ajustarlo al todo.

Popper cree en la sinceridad del colectivismo de
Platón, a pesar de conllevar la completa dominación
de una clase sobre el resto, su ideal no se basaba en el deseo de
la explotación máxima de las clases trabajadoras,
sino en la estabilidad del Estado. Este deseo, también es
netamente utilitario. Su interés primordial es la
estabilización de la clase gobernante. El colectivismo no
es amoral, su moral es la de una sociedad cerrada, del grupo,
tribu o Estado; no constituye un egoísmo individual sino
colectivo.

Según Popper esta teoría totalitaria del Estado
trata de responder a las siguientes preguntas:

a) La pregunta historicista de ¿Cómo se
originó el Estado y cuál es el principio de la
obligación política?

b) La pregunta esencialista de ¿qué es el
Estado, cuál es su verdadera naturaleza, su significado
real?

Al dirigirse por ese sentido, esta concepción se opone
totalmente a la teoría humanitaria, que más bien
considera importante tratar de responder a la siguiente
interrogante: ¿qué exigimos de un Estado?
¿Qué hemos de considerar como objetivo
legítimo de la actividad estatal?

En la búsqueda de respuestas nos adentramos en la tarea
de descubrir cuáles son nuestras exigencias políticas
fundamentales, el porqué preferimos vivir dentro de un
Estado organizado y no en anarquía. Sólo si sabemos
lo que queremos podemos decidir si la institución se
adapta bien a su función. La teoría proteccionista
del Estado esgrimida por Popper se convierte en la respuesta
individualista que pretende contrarrestar la posición
totalitaria de Platón.

Notas

  • (I) En el Gorgias no sólo trató el
    principio igualitario, sino que llegó incluso a
    defenderlo.

  • (II) Este principio igualitario fue admirablemente
    expuesto por Pericles poco antes del nacimiento de
    Platón.

  • (III) Doctrina basada en la igualdad natural
    (biológica) del hombre.

  • (IV) Menos aún cuando se trataba de la
    teoría defendida por el gran Pericles.

  • (V) Popper admite lo pernicioso que representa esta
    concepción totalitaria para el mantenimiento de las
    relaciones internacionales.

Bibliografía

  • 1. PLATÓN. 1978. La República.
    Ediciones UNAM, México, D.F. (México).

  • 2. POPPER, Karl R. 1984. La Sociedad Abierta y sus
    Enemigos
    . Tomo I. Ediciones Orbis S.A., Barcelona
    (España).

 

 

 

Autor:

Orlando José Chirinos

Partes: 1, 2
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