De hoja facciosa a empresa periodística moderna. La transformación finisecular del diario La Capital
- La prensa
rosarina del siglo XIX: un periodismo explícitamente
faccioso - El
Decano de la Prensa Argentina. Un origen faccional para una
empresa comercial - "Las
columnas de La Capital pertenecen al
pueblo" - Bibliografía
Hay ciudades con historias y ciudades
nada más,
unas miran adelante, otras viven hacia
atrás.
Yo vengo de una modesta donde nadie
piensa mal,
ciudad con un solo vicio: el diario La
Capital.
La leyenda de Rosario. Rafael
Ielpi.
Introducción
En este trabajo vamos a intentar
acercarnos a la emergencia de una nueva forma de periodismo en el cambio del siglo XIX al XX,
tomando como caso testigo a un diario rosarino en particular
enmarcado en el contexto general del escenario social,
político y periodístico en que estuvo inserto,
considerando para el análisis la pertinencia
de la noción gramsciana de hegemonía cultural.
En los procesos históricos los
cortes producidos suelen ser tener mayor contundencia que las
continuidades. Conviven ambos en el común espacio de un
tiempo de transición.
Este es un período privilegiado en tanto modelo temporal de
análisis, ya que se instituye como bisagra entre tiempos con
rémoras de las actitudes vituperadas por los
defensores del progreso y evidentes cambios estéticos y de
prácticas en un sentido más moderno; ve acrecentarse el
influjo de la modernidad liberal y el mercado que paulatinamente
destruye o transforma las viejas situaciones y comportamientos de
los más diversos sectores. Un tiempo relativamente corto
(casi "espuma de la historia" si se lo mide en términos
braudelianos), donde los diarios pasan a ser regulados no por el
sistema político sino por
el mercado periodístico. Centramos entonces nuestra
investigación en la
emergencia de esa prensa que en el término de
pocos años transforma el hierro de la espada facciosa
en el oro de las ganancias
empresariales, Hacemos objetivo principal de estudio
al diario que surgido en una vorágine de efímeras hojas
facciosas perduró el tiempo suficiente para -tras producir
las necesarias operaciones modernizadoras
– constituirse primero entre pares en el campo
periodístico local y en referente hegemónico por sobre
las distintas corrientes políticas, con capacidad de
establecer legitimaciones a partir de su propio discurso.
La prensa rosarina del siglo XIX:
un periodismo explícitamente faccioso
En la prehistoria del periodismo
rosarino corresponde señalar a la imprenta volante del
Ejército Grande que fue desembarcada por Sarmiento en la
aún villa del Rosario en diciembre de 1851. El sanjuanino
imprimió entonces una carta a los rosarinos, donde
agradecía el entusiasmo con el que el vecindario había
recibido a las tropas urquizistas que transitaban rumbo a la
provincia de Buenos Aires a terminar con la
larga y ya insostenible autocracia rosista.
A partir de ese hecho módico y fundacional a la
vez, realizar la crónica del periodismo rosarino en la
segunda mitad del siglo XIX es tarea ardua, dada la multiplicidad
de publicaciones editadas, la mayoría de ellas de
efímera existencia. Podemos sin embargo señalar
cronológicamente algunos hitos.
El primero se da en 1854 con la aparición del
inicial periódico rosarino, La
Confederación, dirigido por Federico de la Barra. Al
igual que la estructura estatal que le dio
título, desaparecerá en septiembre de 1861, tras la
pactada farsa bélica de Pavón.
En 1856 se suma El Comercio. De 1860 es El
Progreso. De 1861 es El Eco Comercial. En 1864 se
fundó El Cosmopolita. En 1865, editado en inglés, The Argentine
Citizen. Todas hojas de corta existencia
El Ferro-Carril expresó entre 1863 y 1868
el ideal de progreso que la proyectada línea a Córdoba
encarnaba. Enrolado de modo explícito con el gobierno de Mitre, finará al
término de la presidencia de este, no llegando a ver
terminado el camino de fierro por el que había bregado desde
su título mismo.
De 1870 es La Opinión Nacional.
Desde 1871 y hasta 1877 apareció La
Cabrionera, popularísimo semanario dominical que hizo
de la sátira política y de la burla de costumbres su
línea editorial.
Hijo putativo de La Cabrionera fue entre 1899 y
1906, El Negro Sinforoso, semanario, liberal,
político, "chillón", y literario. Autodefinido como
"cívico radical hasta la grasa",
gozó también de gran popularidad.
En 1872 surgió El Mercurio, que
alcanzó dos años de existencia con una impresión
tipográfica de excelente factura.
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