Capitalismo y
Socialismo
Indice
1.
Introducción
2. El capitalismo y el
socialismo
3. La critica socialista y la
planificación de actividades
4. Varios
5.
Bibliografía
Los países socialistas o también llamados
diplomáticamente por las naciones unidas
"países con economías de planificación centralizada".
De acuerdo mas o menos visible en los campos socio
económico que se están produciendo en la actualidad
con una rapidez inesperada, podría parecer que en estos
países se experimenta simplemente un cambio desde
una "economía de planificación centralizada" a una "economía de mercado".
Sin embargo esto no se ciñe tanto a la realidad. Debido a
que la transformación del este (un este más
político que geográfico), no solo se cuestiona las
terminologías diplomáticas sino que provoca la
necesidad de un replanteamiento general de los actuales sistemas
socialistas.
Porque decimos esto, porque, es bastante engañoso o
ambiguo él termino "economías planificadas" del
este, en contra partida con las "economías de mercado" del
oeste. Debido a que en una economía a que en una
economía occidental también se puede planificar y
además porque en una economía con
planificación o planificada no se puede eliminar por
completo la existencia de mercados en
especial los "subterráneos"
2. El capitalismo y
el socialismo
¿El fracaso del socialismo, deja
invalida a la critica socialista de la irracionalidad del
capitalismo?.
Procuro contestar esta pregunta en términos de los
proyectos, de
su viabilidad y de las experiencias reales.
Los Proyectos
Las críticas socialistas del capitalismo a veces son
pintorescas, a menudo incoherentes, y a veces, estrafalarias.
Llevan la hulla del siglo diecinueve: la misma noción de
que cualquier sistema social
descentralizado pueda funcionar de forma ordenada sigue dejando
la imaginación de muchos socialistas críticos del
capitalismo en un estado de
perplejidad.
Para formular estas criticas de una manera moderna, es necesario
que reconstruyamos el proyecto original
capitalista, es decir recuerdo a los lectores el modelo del
capitalismo que concede a los defensores todos los supuestos
salvo la viabilidad. Este proyecto se
desarrolla durante los últimos anos de la vida de Marx por
Walras(1874) y Edgeworth (1881) y posteriormente la reformularon
Pereto(1906), Pigou(1920) y otros.
El modelo es
sencillo: los individuos saben lo que se necesita, tienen
dotaciones de factores de producción, realizan intercambios y se
dedican ala producción cuando quieren. En el equilibrio,
nadie desea hacer otra cosa, en vista de que otros habría
hecho o, de forma equivalente, se cumplen todas las expectativas
sé las cuales obran los agentes individuales.
Además, en equilibrio
todos los mercados se
compensan. De ahí que a los precios a los
cuales los individuos efectúan sus intercambios reflejen
sus preferencias y escoceses relativas; estos precios
informan a los individuos sobre las oportunidades a los que ellos
renuncian. Como consecuencia, los recursos se
distribuyen dé tal modo que se agotan todos los beneficios
derivados del comercio.
Nadie puede ser ya más rico sin que otra persona sea ya
más pobre; se alcanzaría así una
racionalidad colectiva "optimalidad", en el sentido aplicado por
Pareto.
En las economías reales, se infringen estos supuestos:
hasta aquí todo el mundo esta de acuerdo. Pero, lo
único que esto implica es que cualquier proyecto razonable
del capitalismo ha de contar con formas de hacer frente a
situaciones de las cuales difieren las tasa sociales e
individuales de rendimiento.
Una consiste en recurrir a la intervención fiscal
correctiva otra a la redistribución de los derechos de propiedad. De
ahí que, los mercados, incluso bajo el capitalismo, puedan
hacer solamente lo que saben hacer bien y fallan, el estado
pueda verse obligado a intervenir. Como dijo Arrow (cuando
fortunados, producto de la
distribución inicial de las taciones, la
democracia les
ofrece la oportunidad de hallar un desagravio a través del
estado.
Por lo tanto, (el pueblo), en su forma singular del
siglo dieciocho, si es soberano, entonces tiene preferencia por
un destino y una distribución de los recursos,
diferentes de los resultados del mercado. Esta es la preferencia
que no puede lograrse cuando las dotaciones son de propiedad
privada y se destinan de forma descentralizada. Incluso los
individuos, como ciudadanos, expresan su preferencia colectiva
por un destino concreto y
cuando existen las condiciones materiales
para permitir la implantación a esta preferencia, el
destino elegido democráticamente es inalcanzable por el
capitalismo.
Esta critica del capitalismo, implica que la frontera de
posibilidades seria accesible si los recursos se destinaran
racionalmente, bajo el socialismo, a
satisfacer las necesidades humanas?. Podríamos alcanzar el
punto E, es decir una utilización plena del potencial
productivo y una distribución igualitaria del bienestar.
No se me ocurre ninguna critica del proyecto socialista que
niegue esta posibilidad. Si los individuos manifestasen sus
necesidades y su potencial productivo de forma sincera, si
hicieran un esfuerzo, independencia
de la recompensa, si los planificadores actuasen como unos
agentes perfectos y si supieran resolver los problemas del
destino optimo de los recursos, entonces el socialismo
produciría todos los efectos maravillosos que anuncian sus
defensores. Todo esto sugiere que las criticas razonables al
socialismo no están dirigidas contra el proyecto sino a la
viabilidad de este proyecto y sus manifestaciones
reales.
La Viabilidad
Los debates al respecto son mas acalorados, porque
inevitablemente son menos concluyentes. Una vez establecidos los
supuestos, las discusiones relativas a los proyectos exigen
solamente una serie de deducciones lógicas. Sin embargo
los veredictos sobre la viabilidad exigen una serie de juicios y
por ello dejan mas margen para el desacuerdo.
La línea socialista de ataque contra la
viabilidad del proyecto capitalista son tres:
No puede existir el capitalismo sin la intervención del
estado
El capitalismo nunca podrá alcanzar, sin un coste, los
equilibrios en virtud de los cuales sus defensores proclaman
todas sus virtudes.
El capitalismo es autodestructivo porque conduce, por fuerza, al
monopolio.
He comentado el anterior punto y pienso que puede
descartarse con un y qué?. El segundo punto es sumamente
complejo y se encuentra fuera de mi competencia. La
convergencia hacia el equilibrio, y las expectativas implicadas
en ello, constituyen el tema más candente de
discusión en la ciencia
económica. La misma cuestión de la
definición de una noción convincente del equilibrio
es muy amplia y hasta ahora, nadie ha ofrecido una descripción satisfactoria de la
convergencia hacia los equilibrios. Es difícil llegar a
comprender la idea de que los mercados se encuentran
permanentemente en un estado de equilibrio competitivo; la
afirmación de que los ajustes suponen un despilfarro
parece muy plausible. Por ultimo, el argumento que mantiene que
los mercados competitivos son autodestructivos es verdad, en
cierta medida, pero lo que no es tan evidente es el alcance de
esta medida.
Si trato estas afirmaciones de forma somera no es porque
considere que carecen de importancia sino sencillamente porque
parecen que aportan poco a la cuestión central. Si el
proyecto capitalista es inviable, entonces, es posible que el
capitalismo no sea capaz de cumplir ni siquiera con las promesas
que ofrece. A mi juicio, sin embargo, la critica socialista del
capitalismo va dirigida sobre todo contra el proyecto de este:
los socialistas rechazarían su capitalismo aun cuando este
sistema realizase
su potencial pleno. Así pues, los argumentos en contra de
la viabilidad de un equilibrio competitivo y permanente tienen un
papel
secundario en la critica socialista.
Los argumento relativos a la viabilidad afectan también al
socialismo. Reconsideremos, primer, el proyecto socialista. El
problema con que se encuentra el planificador consiste en lograr
la distribución de los recursos de tal modo que se
maximice el bienestar que obtienen los individuos del consumo y del
ocio.
Las criticas de la viabilidad del socialismo de dividen
en dos categorías:
– Aunque los planificadores dispusieran de una información verídica, serian
incapaces de manejarla a causa de la absoluta complejidad del
problema.
– Si los individuos se mueven por interés
propio, no revela, de forma verídica, ni su utilidad ni su
función
productiva, y los planificadores no actúan para favorecer
el bienestar general.
El debate sobre
él calculo socialista tiene una historia propia. Me
abstendré de resumirlo aquí. Pero aunque los
planificadores sean capaces de resolver el problema del calculo,
el argumento en favor de la viabilidad del socialismo gira sobre
el supuesto de que, una ves que los individuos se convierten en
propietarios de la riqueza productiva, actúan de forma
espontanea de tal modo que apoyan el bienestar colectivo.
Concretamente todos los individuos revelan, de forma
verídica, sus preferencias y sus capacidades productivas
al planificador, mientras que los planificadores actúan
como unos agentes perfectos del público. Además,
una ves que el planificador encomienda los agentes individuales
las tareas, estos deberían cumplirlas de la mejor manera,
sin necesidad de una supervisión externa.
Ninguno de estos supuestos han funcionado bajo el
socialismo real. Este tal ves sea un argumento decisivo, puesto
que es fácil mantener que la naturaleza no
democrática de la toma de
decisiones económica de los países parte de los
salarios la
inversión y el consumo por
parte de los capitalistas. Para los asalariados la última
parte esta perdida para siempre: es el precio que
tienen que pagar por la propiedad privada de la riqueza
productiva.
Y este precio varia
muchísimo en los países capitalistas: en 1985, por
cada unida monetaria del valor
añadido en la producción manufacturera el consumo
por parte de los socialistas oscilaba entre unos 10
céntimos en Australia y Noruega, algo menos de 40
céntimos en el Reino Unido y los Estados Unidos y
unos 60 céntimos en el Brasil y 70 en
Argentina. De
ahí que, en unos términos puramente distributivos,
los asalariados austríacos y Noruegos tengan poco que
ganar de la nacionalización o de la socialización. Dado que la
transición acarea unos costes inevitables, se
beneficiarían más de la utilización de su
poder sobre el
mercado y su influencia electoral. Los obreros británicos
y estadounidenses tienen más que ganar experimentando de
forma directa los beneficios, que tratando de apropiarse de la
riqueza productiva: termina mas bien por ir a la huelga. Sin
embargo, el efecto distributivo de una nacionalización en
la Argentina como en
el Brasil seria
enorme.
La paradoja consiste que aquellos movimientos obreros con la
fuerza
política
suficiente para conseguir alguna forma de socialismo mediante el
ejercicio de la democracia no
tienen los incentivos para
hacerlo, mientras que aquellos movimientos que más
ganarían con el cambio carecen
de poder para
conseguirlo. De ahí que, el socialismo como programa de
propiedad publique de la riqueza productiva sé solo el
proyecto político de aquellos movimientos que no pueden
conseguirlo.
En ultima instancia, el socialismo de mercado, si que parece
atractivo por motivos distributivos. Aunque no podamos anticipar
con exactitud sus efectos sobre el empleo, la
inversión y la productividad
laboral, una
combinación de cooperativas y
mercados seria superior al capitalismo a la hora de igualar la
distribución de los ingresos.
A su vez, la información según la cual el
socialismo de mercado seria un sistema de democracia industrial,
en el sentido de que el proceso de
producción seria democrático, no parece tener
fundamento.
Bajo el socialismo del mercado, la utilización de los
recursos dependería de las tasas de rendimiento. Este
sistema acusaría así la inviabilidad social de unas
distribuciones del bienestar técnicamente viables: la
irracionalidad que hemos indicado anteriormente como una característica del capitalismo.
La premisa fundamental de la social democracia consiste
en que la nacionalización de los medios de
producción no es necesaria para reducir la irracionalidad
del capitalismo, es decir para evitar las perdidas de bienestar
ocasionada por los derechos inherentes a la
propiedad privada de los medios de
producción.
Según estos puntos de vista, todo intento de redistribuir
los ingresos provoca
la retirada de los recursos de los usos productivos. Los impuestos sobre
el rendimiento del trabajo causan una reducción del
ahorro y de la
inversión. De ahí que no sea imposible que los
gobiernos deseen erradicar la pobreza a la
ves que minimizar las perdidas de eficiencia de las
economías capitalistas el modelo social democrático
es económicamente viable. El grado de irracionalidad del
capitalismo no viene dado de ante mano: los gobiernos elegidos
con el mandato de garantizar la seguridad
material de todo el mundo cuentan con instrumentos útiles
para cumplir su misión.
3. La critica socialista y
la planificación de actividades
La planificación global se desarrollo en
el presente siglo a partir del momento en que los revolucionarios
de 1917 se enfrentaron a los problemas
prácticos relacionados con la construcción de un nuevo orden
económico en la EX-URSS, inspirado en las doctrinas
socialistas del S. XIX y opuestas a las clásicas
instrucciones del liberalismo.
Aunque a pesar de esa forma de organización de actividades esta
directamente ligada a las doctrinas socialistas, son raras las
preferencias explícitas a los propósitos
prácticos de planificación en la las obras de los
primeros pensadores socialistas, así como en los escritos
de K. Marx y F.
Engels.
Los franceses como Babeuf, Blanc y Proudhon elogiaron los
sistemas
nacionales de cooperativas
de trabajo, mientras que Fourier, propuso la creación de
comunidades autosuficientes cuya producción seria
repartida entre la colectividad.
Entre los socialistas ingleses como Owen, Gray, Thompson, y Hall
lo más común es encontrar referencias de ciertos
tipos de
organización que eliminarían la competitividad, el auto interés,
así como la moneda, por medio de la socialización integral de la actividad
económica.
Por otra parte como señala Lange, los fundadores del
socialismo científico Marx y Engels, dedicaron todos sus
esfuerzos al análisis de la economía capitalista
y solo hicieron unas cuantas observaciones muy generalizadas de
la economía socialista. Por cuestiones de principio, se
negaron a examinar el problema mas detalladamente, tal vez por
temor a que sus escritos recibieran él titulo de
utopías. Además, como reflexiona Bobrowski, es
igualmente difícil encontrar en las obras de Marx
referencias relacionadas con la planificación. En el final
de su primer libro de El
Capital (1867)
Marx advirtió que se rehuso a formular recetas para las
organizaciones
sociales del futuro.
Lo que los socialistas deseaban explícitamente era la
eliminación de la propiedad privada de los medios de
producción. El móvil predominante de la actividad
seria la supresión de las necesidades de la colectividad y
el no lucro institución básica del capitalismo. La
desigualdad en la distribución de la riqueza, se
atenuaría sensiblemente por medio de la eliminación
de rentas de propiedad y, según creían, una vez. El
Patrón capitalista, el obrero trabajaría
libremente, en lugar de estar en la mano dura y muchas veces
arbitraria de la autoridad.
Con tales expectativas, los escritores socialistas no
visualizaban los rigores de la planificación global. Todos
en cierta forma, subestimaban los problemas prácticos que
gravemente surgían para la eliminación de las
instituciones
económicas tradicionales del liberalismo.
Aun después de los primeros años de la revolución
socialista soviética, Lenin enfrento los problemas
prácticos surgidos de la construcción de un nuevo orden social y
económico, y no tuvo otra opinión que establecer
las bases de una organización altamente centralizada,
según la cual la economía seria dirigida por una
planificación integral de todas las tareas relacionadas
con la solución de las cuestiones económicas
fundamentales.
Surgieron entonces los primeros estudios sobre la
planificación global de actividades, desarrollados por
Gusov, Perobrazhenk y Bukharin, mientras otros autores se
dedicaron a los aspectos sectoriales: Krennikov y Gartvan, del;
sector industrial; Kondratev y Oganovski del agropecuario:
Neopikanov del transporte y
otros servicios
básicos.
Según esos autores, una vez eliminada la
propiedad privada de los medios de producción,
convendría al estado la tarea de dirigir centralmente las
unidades productoras. Los organismos de planificación
establecerían planes globales y sectoriales y
cuidarían del control de su
ejecución. Los problemas relativos a la inversión,
a la distribución de la renta social, al establecimiento
de estructuras
económicas y al ritmo de actividades, serian competencia de
las agencias de planificación. Por ultimo, un ves
socializadas integralmente las actividades y evitadas las
relaciones concurrentes entre las unidades de producción,
la fijación de precios se constituiría
también en tarea de responsabilidad de los organismos estatales.
La planificación global de las actividades incluida una
compleja problemática económica, desde la
determinación de los objetivos
macroeconomicos que habrían de alcanzar hasta el
establecimiento de precios para la diversa producción
interna, debería estar controlada, a nivel superior, por
una central de planificación a la que se
subordinaría lo otros organismos del sistema nacional de
planificación.
Los primeros estudios de la planificación
socialista sostienen que para el control integral
de la economía, la central de planificación y los
numerosos organismos subordinados a ella deberían elaborar
planes de variada envergadura; desde los de perspectiva para
largos periodos, pasando por quinquenales pasando hasta los
pormenorizados planes operacionales. Los primeros se
ocuparían de fijar las metas económicas, regionales
y sectoriales para periodos de 10 a15 años, caracterizando
claramente por sus funciones
provisionales. Los quinquenales indicaran el conjunto de medidas
practicas en todas las esferas de la política
económica, que asegurarían el crecimiento
previsto de la economía interna. Los operacionales,
formuladas para periodos anuales, determinarían el nivel
microeconómico, los procedimientos
que deberían ser adoptados por las diversas unidades de
producción de sistema, teniendo a la vista las metas
físicas fijadas cada uno de ellos. Esos últimos
planes, desarrollados anualmente, serian además
conductores de la correcciones o cambios de dirección que la central de
planificación determina en función de
los planes inicialmente trazados. En la figura se encuentra una
representación esquemática de esas
propuestas.
Ese cuadro ideal de la planificación socialista
habría sido adoptado efectivamente por la EX-URSS,
inmediatamente después de la revolución
de 1917. Habrían sido mantenidas sus características a lo largo de 70
años de experiencia socialista. Y sobre que bases se
implantan los sistemas centralistas de los países de
Europa del este y
de China
continental en la segunda pos guerra. Como
evolucionaron. Caminaron a la dirección de un centralismo cada
vez mas rígido e inflexible o mitigaron el modelo
planificador. En fin. Como se encuentra actualmente.
Todas estas preguntas no tienen una respuesta
única.
En el este de Europa, los
sistemas practicados por Hungría, Polonia Y Checoslovaquia
fueron menos rígidos que los implantados por Alemania
oriental, Bulgaria y Rumania. Yugoslavia cimento un modelo propio
flexible y mas abierto. En el otro extremo Albania, inflexible,
siguió el camino de la ortodoxia centralista. En
posiciones también ortodoxas y alineadas al Marxismo
Leninismo extremo, se mantuvieron las economías
socialistas no Europeas de que son ejemplos: En Asia, Corea del
Norte; en Africa, Angola y
Mozambique; en América
Latina, Cuba. En los
70 años de sus experiencia socialista-colectivista la
EX-URRS vivió momentos de centralismo
inflexible, con frecuentes revisiones de flexibilidad.
Sus marchas y contra marchas desembocaron en la
glasnost/perestroica de Gorbachov. Siguiendo su desarrollo mas
de cerca veremos c/u de esos modelos y sus
evoluciones recientes.
La planificación global: la experiencia y el
modelo de la EX-URSS
El fracaso militar del gobierno zarista,
la crisis
política
resultante que se extendió en la ex-URSS en los
últimos años de la ultima guerra mundial y
la resistencia
oficial a las reformas económicas fueron los principales
factores determinantes de la revolución socialista de
Octubre de 1917, que sustituyo al gobierno
provisional de Kerenski, se instalo en febrero de ese
año.
Después de los primeros años de la
revolución socialista, el comité revolucionario de
Petrogrado busco eliminar las instituciones
básicas del capitalismo e instalar un nuevo orden
económico, político y social, a partir de la
apropiación estatal de los medios de producción y
de la centralización del poder económico
por un consejo supremo.
Para formarnos una idea de como evoluciono a partir de entonces
la planificación global de la ex-URSS, describiremos
algunas de sus características de sus fases mas
significativas.
Los Primeros Años Y La NPE
Dos meses después de la revolución de octubre,
Lenin (primer dirigente revolucionario del sistema
político económico de la ex-URSS) creo el consejo
supremo de economía nacional o Vesenkha. Reuniendo amplios
poderes operacionales, ese organismo promovió la centralización de las decisiones
económicas tratando de nacionalizar y estatizar los
sectores principales de la economía. El nuevo sistema
implantado, subordinado a las directrices establecidas por el
Vesenkha, aboliría a partir de entonces los mecanismos
indicadores de
mercado y del sistema de precios. En su lugar, se fijarían
las bases de un nuevo orden económico cuya
característica principal seria la planificación
global de la economía de todas las actividades internas de
producción, distribución, consumo e
inversión.
Los primeros años de esa fase estuvieron marcados
por el fracaso.
La sustitución de los mecanismos inherentes a la libre
iniciativa por un nuevo sistema con base en la
planificación global creo, inicialmente, un conjunto de
barreras institucionales y psicosociologicas. De 1917 a 1991 la
economía rusa registra severas crisis
sectoriales. La producción agrícola mostró
en sensible caída y la
administración de la industria
basada en comités obreros no se consideró
satisfactorias.
La política de la nacionalización total de las
empresas
agrícolas, comerciales e industriales según relata
Niveau había creado entre el poder central y la población, graves malentendidos,
provocando, anarquía hambre y rebelión. Los precios
subieron vertiginosamente mientras la producción se
desmoronaba y la moneda, devaluada, dejaba de ser un medio normal
de cambio. Los pequeños campesinos se sintieron frustrados
en la esperanza de acceso a la propiedad individual. Los obreros
incidieron en el mismo contrasentido al considerar que las
fabricas bajo su control eran de su propiedad. La carencia de
nuevos cuadros dirigentes y la pura y simple destrucción
de los mecanismos de mercado condujeron, por lo tanto, al caos
económico.
Los mecanismos de sustitución no pudieron ponerse tan
inmediatamente en acción, entre otras razones por tratarse
de una experiencia sin precedentes históricos: el
funcionamiento de un sistema colectivista centralmente
planificado.
El fracaso de los 1eros años condujo a Lenin a llevar a
cabo profundas modificaciones en la economía, por medio de
la redefinición de las directrices estatizantes
establecidas inicialmente. Los cambios introducidos recibieron el
nombre de nueva política
económica (NPE), cuya característica
básica era un especie de retorno a las instituciones
capitalistas. El objetivo
central de ese retroceso era la reanimación de la
actividad económica, seriamente respaldada por los
procesos
revolucionarios implantados originalmente. Con vistas a esta
finalidad, la NPE restituyo a la iniciativa privada un amplio
campo de acción, llegando así mismo a admitir
procedimientos
que estimularan el interés personal. La
libertad del
comercio seria
establecida para la mayor parte de los sectores
económicos, permitiéndose también la
propiedad privada para la agricultura,
tanto para la pequeña como para la mediana industria
urbana. Con tolerancia del
comercio privado seria establecido las bases del mercado, a
partir de lo cual se fijarían los precios en
función de los mecanismos de oferta y
demanda.
A pesar de haber sido creada en ese año la
Comisión Estatal de Planificación General (Gosplan)
para operar al lado del Vesenkha, con la tarea de realizar
estudios en el largo plazo con miras a una futura
planificación integral de actividades, el hecho es que se
descentralizaron las decisiones económicos bajo las nuevas
determinaciones de la NPE. Era transitorio, mientras tanto, ese
cambio de orientación. En realidad, el retroceso tuvo el
fin especifico de reanimar el sistema, mientras las centrales de
planificación no concluyeran los estudios técnicos
de implantación del régimen colectivista de
dirección central.
La Era De Los Planes Quinquenales
Con la reanimación del sistema y con la disponibilidad de
planes técnicamente elaborados para una estatizacion y
colectivización del sistema, a partir de 1924 se
desvanecieron las tentativas de descentralización y supresión del
poder absoluto del Estado, lanzadas por Lenin a través del
NPE. En ese año, con la desaparición de su
dirigente se reforzaron definitivamente las ideas favorables a la
planificación global. El Vesenkha retoma sus poderes
operacionales y el Gosplan intensifica sus estudios prospectivos,
miras a la preparación e implantación de los
primeros grandes planes sectoriales.
Se elabora para la industria pesada un plan de
desarrollo para el periodo 1924 – 1928. En 1925 surge el primer
plan global
para al colectivización de la agricultura y
en 1926 se publica en plan general para las operaciones
financieras internas.
En ese ultimo año surgen los primeros planes globales,
todavía anuales, denominados Cifras de Control de
Economía Nacional, y en 1928, 11 años
después de haber sido implantado el sistema socialista,
fue elaborado el primer Plan Quinquenal. Publicado en septiembre
de ese año, el plan establecía metas para el
quinquenio 1928 – 1932. El segundo y el tercer Planes
Quinquenales vinieron luego para los periodos 1933 – 1938 y 1938
– 1943. La era de los Planes Quinquenales ponía fin a la
NPE y la economía soviética, que alcanzaba entonces
altos grados de colectivización y centralización,
fue efectivamente controlada por el Vesenkha.
El Vesenkha, organismo superior del sistema nacional de
planificación, era asesorado por ministerios que se
dedicaban a la elaboración de planes sectoriales. El 1932
había tres de esos ministerios, que se fueron
subdividiendo al paso de los años y llegaron a 32 en la
época de la Segunda Guerra
Mundial.
Operando a través de esa organización
ministerial, Stalin (que asumió el control del sistema
después de la muerte de
Lenin) promovió el control global de la economía,
colectivizo la agricultura y construyo un sistema central para la
dirección de la industria y el comercio. La
planificación global tomo entonces su forma definitiva al
abarcar también el sector bancario, por medio del Gosplan
y de los bancos estatales
de inversión para la industria, la agricultura y el
comercio.
Durante todo el periodo de esos primeros Planes Quinquenales, la
economía soviética conoció varios grados de
centralización y de rigor operacional. Permaneció
sin cambios, por lo menos durante los tres primeros planes, el
objetivo de
promover esencialmente el desarrollo de la industria pesada y de
la infraestructura económica. Las actividades dirigidas al
consumo eran menos significativos. En esta transición como
aclara Lajugie la moneda desempeño en el establecimiento de los
objetivos de
los planes centrales, un papel de
segunda importancia. Los productos se
distribuyen entre los consumidores mediante las tarjetas de
racionamiento. No solo se determina la parte social de
producción que pertenece a cada cual, como aun indica la
central de abastecimiento a la que se debe dirigir, y los
diferentes precios se fijan autoritariamente. Con esos primeros
planes se eliminaron, por lo tanto, las funciones
básicas del mercado.
El criterio de firmes inversiones en
áreas de base y reducción de consumo al
mínimo admisible solo fue menos riguroso al inicio del
tercer plan quinquenal. Se esbozo a partir de entonces un mercado
incipiente y, aunque limitadamente, se restableció el
poder de opción de consumir. Sin embargo, los rigores de
la segunda guerra
mundial impidieron la continuidad de dicha tendencia.
Durante la post guerra se
elaboro el cuarto plan quinquenal para el periodo 1946 – 1950. La
contención del consumo permaneció no solo en
razón de continuidad de los objetivos de
implantación de infraestructura, sino para hacer posible
la aceleración de las obras de reconstrucción y
reequipamiento del sistema. Esos objetivos permanecieron sin
cambio durante el quinto plan quinquenal, en el periodo 1951 –
1955. En ese documento las actividades básicas se
mantenían estimuladas, aunque algunas industrias
ligeras (como la textil) recibieran un volumen de
inversión un poco mas significativo que en los planes
anteriores.
La idea subyacente de un sistema de este tipo "encierra la
pretensión- como señala Cornejo e Iturrioz- de
alcanzar una sociedad
organizada científicamente, sin concesiones a los deseos,
veleidades y caprichos de los habitantes, pero si de acuerdo con
las percepciones de sus gobernantes y planificadores. Los que
dirigen la economía se proclaman interpretes de las
aspiraciones de la colectividad y de las necesidades
sociales.
Parten de la premisa de que la libre iniciativa conduce al
desperdicio en la escala social,
aunque pueda maximizar los intereses privados de las empresas. Los
intereses colectivos, según los dirigentes de los sistemas
socialistas del Estado, se sitúan mas bien en centrales de
planificación que por medio de mercados libres, aunque esa
concepción implica el riesgo de
subordinar por entero las aspiraciones de la sociedad a las
opciones de los asesores técnicos del gobierno.
Además, la planificación integral al destruir la
ansiedad de lucro y de competencia, elimina las motivaciones para
la reducción de costos y
mejoramiento de los productos.
Al lado de estas consideraciones existen aun la
cuestión de la burocratización del sistema,
incompatible con la deseada expansión de la productividad y
de equipamiento económico. Cuando son excesivamente
centralizados, los mecanismos de la planificación reducen
los grados de eficacia del
sistema económicos. Las posibles ventajas resultantes de
opciones socialmente justificables se pierden con los posibles
impedimentos operacionales de la implantación de los
planes.
Debido a tales razones, seria internamente contestadas
en la década de los 50 las virtudes de la planeación
global. Y como resultado se operan nuevos cambios en el sistema
nacional de planificación. El debate en
torno de ellos
obtuvo mayor consistencia después de la muerte de
Stalin en 1953. A partir de entonces se inicio una nueva
experiencia histórica, políticamente conocida como
periodo de desestalinización.
La Desestalinizacion Del Sistema
En 1956 Kruschev que asumió el mando del sistema
soviético después del periodo de Stalin anuncio el
inicio de un proceso de
desestalinizacion de la economía: no un regreso a los
tiempos de la NPE, sino una búsqueda de mayor descentralización de las decisiones.
Los cambios enfocaban el fin del sistema ministerial. Y
había, como señala A. Nove, suficientes motivos
económicos para las nuevas modificaciones. Cada ministerio
industrial mostraba marcadas tendencias a tomarse en un imperio
económico independiente, no había autoridad
responsable de la planificación regional y la
concentración de autoridad en Moscú, sobre empresas
esparcidas por todo el país, causaba retrasos
burocráticos en el ajuste de muchas cuestiones cotidianas
que invariablemente surgen.
Anunciadas en 1956, las reformas se concretaron en 1957, a la
terminación del sistema ministerial. El Gosplan, que
entonces se dedicaba a la elaboración de planes y análisis prospectivos, se transformo en un
organismo central del sistema nacional de planificación.
Sus atribuciones fueron determinadas por un decreto publicado en
ese ultimo año y desde entonces le correspondió el
estudio permanente de las necesidades económicas
nacionales, la preparación de planes de corto y largo
plazo para la economía interna y la ejecución de la
política descentralizada para el desarrollo de los
sectores claves de la economía, la distribución
regional de los recursos y la adopción
de normas que
aseguran la integral disciplina
estatal en las entregas de la producción
industrial.
Las reformas introducidas en el sistema nacional de
planificación económicas se esquematizan en la
figura. Durante la vigencia del sistema ministerial, el Vesenkha
ocupaba la posición de un organismo de mando y de
centralización. Todo el proceso de elaboración,
implantación y control de los rígidos planes
económicos nacionales se desarrollaba bajo la
orientación centralizada de ese consejo supremo.
El Gosplan, durante la vigencia del sistema ministerial, se
comportaba como un organismo de asesoría, cuidando de la
preparación de proyectos de gran envergadura, de estudios
prospectivos globales y sectoriales del desempeño de la economía,
suministrando igualmente al Vesenkha bases técnicas y
estadísticas para las actividades de
planificación.
Al Vesenkha se subordinaban los ministerios 1,2 y 3 y a cada uno
de estos, enfocado fundamentalmente hacia determinado sector de
actividad económica, se subordinaban las respectivas
industrias. Con
base en esa organización, la dirección del proceso
de planificación, seguía las líneas
jerárquicas de un mando inflexible de arriba hacia
abajo.
Los planes y los detalles de su ejecución provenían
de Vesenkha. Eran impuestos
obligatoriamente a cada ministerio y a partir de allí se
distribuían a cada industria. En el caso de error u
omisión, las correcciones necesarias se encaminaban en
dirección opuesta; se consultaban obligatoriamente los
niveles superiores y al final se canalizaba al Vesenkha toda la
información de las distorsiones sucedidas. En ese
organismo centralizado se efectuaban las correcciones. Estas
regresaban a las industrias siguiendo de nuevo todo el complejo y
largo proceso de la burocracia.
Las dificultades burocráticas creadas por el
sistema ministerial surgían sobre todo cuando
sucedía la ejecución e implantación de los
dos últimos planes quinquenales, lo que reducía
sensiblemente le eficiencia del
sistema económico. Para la corrección de los vicios
existentes en 1957 se modificaron, las bases organizacionales de
planificación. El sistema ministerial se desarticulo,
suprimiéndose el Vesenkha. El Gosplan se reorganizo y se
reestructuro para colocarse en el centro de una nueva
sistemática de planificación económica,
cuyas bases principales serian los sournakhozes (Consejos
económicos regionales).
El sistema sournakhozes permitió la
descentralización de los ejes de decisión. Se
crearon 107 consejos económicos regionales, establecidos
en regiones con características geoeconomicas diferentes.
Su misión era
elaborar y ejecutar planes de producción en el interior de
cada región, accionando directamente las industrias y las
respectivas empresas instaladas en su jurisdicción. El
organismo central cuidaría solo de las directrices
globales de la economía, de la planificación en el
largo plazo y de la conformación de los objetivos
nacionales máximos.
Las cifras globales esperadas, así como la
distribución de las inversiones,
eran comunicadas sounarkhozes, que luego procedía a una
planificación mas pormenorizada, con bases en las
proposiciones de las mismas industrias. Esta planificación
llegaba al Gosplan para su consolidación y sus ajustes
cuando fueran necesarios. Esa nueva sistemática implico,
por lo tanto, un cambio radical de dirección.
Los centros de decisión se establecieron en la periferia
del sistema. El organismo central cuidaría mucho mas de
supervisar las acciones de la
jurisdicción de los organismos regionales, que de
establecer planes y proyectos detallados para cada una de las
unidades de producción en la economía nacional.
De acuerdo con ese nuevo sistema se desarrollaron el sexto plan
quinquenal, para el periodo 1956 – 1961 y el séptimo plan
para el periodo septenal 1968 – 1970. Esos dos últimos
planes, además de haber transferido la espina dorsal de la
planificación y el eje de decisión de la
economía de los ministerios hacia las regiones,
estimularon la producción de bienes de
consumo, que alcanzaron niveles superiores registrados desde
1917. En ese mismo periodo también habían sido
lanzadas las semillas de un sistema híbrido: el socialismo
de mercado dirigido por la demanda del
consumidor.
Según la nueva orientación que a partir de
entonces se deseaba imprimir, los medios de producción
continuarían perteneciendo a la sociedad, pero la
distribución de los recursos y la producción de la
industria ligera dejarían de ser determinada por una
agencia central de planificación. Tales cambios se
iniciaron en 1962 cuando Yesei G. Liberman, de la Universidad de
Kharkov, sugirió al gobierno central, en un articulo
publicado en el
periódico Prauda, la adopción
de la política descentralizada y el recurso de
estímulos propios de economías liberales. En 1964,
se inicio esta experiencia y 1965 se extendió a 400
fabricas, en relación con las que organismos
gubernamentales retenían poderes suficientes para la
fijación de precios y de tasas salariales. Los dirigentes
de las fabricas obtuvieron mayor autonomía y el lucro
sustituyo el volumen
físico de la producción como indicador
básico de la eficiencia.
El Camino De Nuevos Cambios
A pesar del vigor con que fueron implantadas y de la rapidez con
que se extendían a varios sectores y unidades de la
producción y de la economía soviética, las
reformas sugeridas por Liberman no llegaron a sustituir por
completo el sistema de planificación central. El
liberalismo, asociado al sistema de sounarkhoz, promovió
la clara descentralización de las enteramente del mando y
la dirección de la economía. La propiedad colectiva
de la libre iniciativa. La esencia y la profundidad de las
reformas iniciadas en 1957 aun tenían nuevos rumbos y no
llegaron a modificar las bases ideológicas del sistema ni
a eliminar todas las herencias históricas del
Stalinismo.
La fuerza de esos legados, al termino del periodo comprendido por
el séptimo plan, promovió nuevos cambios radicales.
Se abandonaron las tendencias radicales. El estado
volvería a encontrar mas de cerca las actividades internas
de producción. La planificación centralizada
desempeño un papel preponderante en la distribución
de recursos
humanos, materiales y
fondos monetarios entre las necesidades competitivas de
economía. El mercado como centro de orientación de
los proceso económicos, volvió a ser sustituido por
la administración descentralizada. Se
suprimieron los consejos económicos regionales y se
restableció la planificación por sectores.
La resistencia de la
burocracia
central había vencido las tendencias liberales, surgidas
por Liberman. Y el octavo plan quinquenal para el periodo 1966 –
1970 seria un marco de retroacción. Sin embargo, las
técnicas de planificación
habían sido perfeccionadas; este ultimo plan se formulo
por entero por la central de planificación y las
industrias básicas volvieron a ser privilegiadas.
El nuevo plan quinquenal para 1971 – 1975 se implanto a partir de
esa misma línea operacional, no obstante que había
sido el primer plan en proyectar una tasa de crecimiento mas
elevada para la industria ligera que para la industria pesada. El
décimo y el décimo primer plan quinquenal, para
1976 – 1980, 1981 – 1985, mantendría la prioridad de la
industria ligera, duplicando los programas de
producción de algunos bienes de
consumo de uso duradero. Estas nuevas directrices fueron la
respuesta a las exigencias sociales ejercidas a través de
presiones de demanda, por
lo general manifestadas en mercados paralelos. El rigor de los
postulados técnicos de descentralización fue
suavizado por la capacidad orientadora de mercado. Como dijeron
en 1980 los renombrados analistas del sistema soviético
"las extensas filas, la limitada capacidad de elección y
la mala capacidad de los productos forman parte de la vida del
consumidor y todo
parece indicar que no habrá una transformación
considerable de lo que toca la oferta y
demanda en cuanto estas no actúan mas activamente en la
determinación de aquello que se produce".
Al termino del plan 1981 – 1985, la planificación
del la URSS sufrió un duro golpe causado por la Glasnost
(apertura) y la perestroica (reestructuración) anunciadas
por Mikhail Gorbachov. En su libro
perestroica: nuevas ideas para mi país y el mundo, lanzado
simultáneamente para todo el mundo, Gorbachov confeso: la
situación que surgió en nuestro país en la
década de los 80 hizo la perestroica necesaria e
inevitable. El país comenzó a perder impulso. Los
fracasos económicos se hicieron mas frecuentes.
Surgió un especie de freno que afectaba todo el desarrollo
económico y social. La mejoría del nivel de
vida venia disminuyendo y había dificultades en el
abastecimiento de alimentos,
habitaciones, bienes de consumo y servicios. Y
se inicio también una erosión
gradual de valores
morales e ideológicos. "Las reformas entonces
desencadenadas se propusieron para restablecer mecanismos
descentralizados de coordinación económica y para
democratizar las relaciones sociales, restablecer el
espíritu creativo y ampliar los grados de independencia
y de empresas y asociaciones.
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