Indice
1. La
novedad como justificación de la desigualdad y la
injusticia
2. Los presupuestos para el debate
sobre la democracia neoliberal
3. Primera Tesis. (De
carácter
teórico-epistémico)
4.
Segunda Tesis. (De carácter
teórico-metodológico
5. Tercera Tesis. (De carácter
historicista)
6. Cuarta
Tesis.
7. Quinta
Tesis
8. Sexta
Tesis
9. Séptima
Tesis
10. Referencia
Bibliográficas
1. La novedad como
justificación de la desigualdad y la
injusticia
A partir de la década de los ´80, con el
advenimiento del neoliberalismo
como paradigma
social hegemónico, la discusión sobre la democracia
como forma de organización política de la
sociedad
adquirió relevancia. Paradójicamente esta
relevancia de la discusión no coincidió con una
profundización conceptual de la misma. Por el contrario,
las categorías que se pusieron de moda para
estudiar la democracia
fueron vaciadas cada vez más de contenidos
económicos, sociales, políticos y
filosóficos. En el nivel lingüístico,
expresión de prácticas sociopolíticas, la
palabra "democracia" perdió cualquier adjetivación
crítica, popular o socialista. El neoliberalismo
fue presentado como forma de modernización de la
democracia y ambos identificados con el ejercicio pleno de la
libertad.
Sobre la base de esta identidad se
hizo hegemónica una visión que redujo la
discusión a un simple rito de legitimación
ideológica del poder dentro
de los límites
del neoliberalismo. El "debate
democrático" excluyó la alteridad y redujo la
crítica a tímidos señalamientos sobre la
contradicción que implica una democracia basada en un
pensamiento
único. La siempre postergada "perfectibilidad
democrática" justificó la creciente
"democratización" de la pobreza y la
concentración del poder y reabsorbió la
crítica difuminándola en la esperanza de la
transformación por venir. Aún el diseño
que no el desarrollo de
proyectos
políticos alternativos, entendidos como una nueva
articulación de clases, sectores y movimientos sociales
alrededor de una nueva conciencia
política
basada en una más justa distribución de la riqueza social y un
ejercicio del poder que garantice la participación social
en la cosa pública ha quedado en la opacidad.
Esta obturación de la conciencia
política y la voluntad de transformación social
garantiza el consenso necesario para la legitimación de la
democracia neoliberal pese a la dramática
profundización de la desigualdad y la injusticia que ha
traído consigo. Quizás un indicador de esta
situación sea el hecho patético de que hoy, bromas
aparte, dos de los críticos renombrados del sistema sean G.
Soros y D. Kurten, mientras la critica radical a la
dominación política de los grandes capitalistas ha
sucumbido ante el chantaje del poder hegemónico bajo la
argumentación de que el discurso
critico y revolucionario es obsoleto y que la alteridad y la
utopía de la transformación social han
caducado.
El panorama anterior encuentra en parte explicación en la
forma como ha sido abordado el debate y las
premisas epistémicas y metodológicas que se han
hecho dominantes en el estudio de la política y la
democracia. En efecto, se hizo dominante la lógica
neoliberal que concibe la sociedad como el
espacio neutral de relaciones de cooperación y la
política como el proceso de
negociaciones entre sujetos autónomos que, puestos
procedimentalmente en condiciones de igualdad,
convienen libre e igualitariamente las bases del sistema
político, que no es otro que la democracia neoliberal,
legitimado justamente por tal procedimiento
libre e igual.
El Estado como
aparato coercitivo y de dominación fue difuminado en
infinitos poderes locales que, como la red, no tiene un centro de
gravedad y, por tanto, garantiza las condiciones de igualdad para
todos. Las múltiples manifestaciones del poder como
sustancia y contenido de las relaciones de dominación
política, prerrequisito indispensable de las relaciones de
explotación capitalista y la violencia y
las múltiples formas de manipulación
ideológicas en que se basan estas relaciones, han quedado
relegados al pasado como parte de una visión que se
pretende hoy obsoleta. La crítica suena como un
arcaísmo "jurásico" disonante en los "sutiles"
oídos de los magnates del capital,
acostumbrados a la embriagadora e innovadora melodía del
incremento constante y sonante de sus ganancias. Bajo el
artificio de la actualidad de lo novedoso, de lo que en su
emergencia desconoce su historicidad y "deslumbra" con su
áurea de auto referencia, se descalifica cualquier
visión critica de la sociedad, con el ejercicio de una
jerga mass mediatica, basada en el dominio de la
"palabra vacía" apenas recubierta de la cientificidad que
le otorga cierta academia.
La realidad sociopolítica, sin embargo, se
empeña porfiadamente en mostrar la verdadera actualidad
del capital: haber
puesto de moda otra vez
-ya había sucedido en la primera mitad del siglo pasado-,
bajo la exégesis mercantil, las formas más
bárbaras, ilegítimas e ilegales de violencia
estatal y una profundización de la desigualdad y la
injusticia sin precedentes en la historia humana que,
paradójicamente, se legitiman en nombre de la
"democracia", esta vez sin enemigo comunista a la vista. Esta
profundización de la desigualdad y la injusticia, en
momentos en que la sociedad ha alcanzado las más altas
cotas de desarrollo
científico y tecnológico, cuestionan el principio
liberal de la escasez relativa y claman por una conciencia humana
sensible al sufrimiento que se infringe de manera impune e
innecesaria a la inmensa mayoría de seres humanos en todo
el planeta, a consecuencia de la brutal concentración de
la riqueza social y su irracional despilfarro por unos
cuantos.
Como causa y consecuencia de lo anterior, la
política ha sido reducida, por un lado, a una mera
descripción de los hechos mediante el
expediente del reductivismo cientificista. Por otro lado, ha sido
desnudada de cualquier mediación humana solidaria y
reducida a una simple mediación perversa del poder, en el
mejor sentido de la razón negativa hobbesiana, apenas
disimulada con la "hoja de parra" de una "ética"
que, sustentada en esas caricaturas de principios que
son la libertad
negativa mercantil y la igualdad de oportunidades son, en verdad,
una defensa del capital y, en tanto tal, una justificación
de la obliteración de la vida del sujeto
social.
A lo anterior ha venido a sumarse un nuevo concepto: la
"democracia en red", la "democracia
electrónica" o la también llamada
"república electrónica" que ha ganado no pocos
adeptos, los cuales confían en que las tecnologías
de información y comunicación estén en capacidad de
resolver los grandes problemas
sociales y transformar la democracia representativa en
participativa, superando "las debilidades, las incoherencias y
las ficciones, tantas veces denunciadas, de la actual estructura
parlamentaria y representativa de la democracia. Una vez
más, pues, se asigna a la tecnología un
papel
taumatúrgico en la resolución de cuestiones de
fondo de nuestra sociedad". (Maldonado, 1998: 13)
La mistificación ideológica de la
democracia es recubierta ahora por el determinismo
tecnológico, ambos tributarios de los grandes monopolios
que se han apropiado de los mass media y de las redes, a través de
todo el proceso de
liberalización y privatización de los medios de
comunicación que, convertidos ellos mismos en la
principal forma de acumulación de capital y considerando
su potencia y
penetración a través de las llamadas por Adorno
industrias
culturales, producen y reproducen incesantemente una escala
distorsionada de valores en la
más gigantesca operación de envilecimiento de la
conciencia social y política que conozca la historia.
De esta manera, apoyándose en el predominio de la
"palabra vacía", ahora potenciado por el fetichismo
tecnológico; en el "sentido común" que reivindica
la actual democracia como el único sistema posible, pese a
las evidencias irrefutables sobre su perversión; y en la
descalificación del discurso critico y alternativo, se ha
conformado una concepción de la democracia neoliberal que
ha logrado obturar la conciencia de la necesidad del cambio y la
transformación sociopolítica, pese a la
dramática y creciente situación de
degradación de las amplias mayorías en todo el
mundo. Se comprende por sí mismo, la importancia de
evidenciar las falacias de la democracia neoliberal, y de
proponer una aproximación metódica que permita
reconstituir la dimensión ética de
la democracia como proyecto
político de las mayorías con una orientación
praxistica transformadora. En lo que sigue, fundamentamos unos
presupuestos
básicos de los cuales derivamos algunas tesis de
aproximación de estudio de la democracia.
2. Los presupuestos
para el debate sobre la democracia neoliberal
Nuestro primer supuesto es considerar que una
aproximación a una caracterización correcta de la
democracia neoliberal, debe tomar en cuenta que el orden social
es el resultante de: a) el nivel alcanzado en el desarrollo de
las fuerzas productivas y el modo y las relaciones sociales de
producción, dentro de las que cabe destacar
la centralidad de la explotación en los procesos de
acumulación. b) las formas sociopolíticas
específicas de dominación que garantizan tales
relaciones de explotación. c) las formas socioculturales y
el imaginario social que se hacen dominantes en un momento dado,
que operan dialécticamente reflejando y condicionando a la
vez, las relaciones de explotación y dominación que
reproducen y legitiman. Tales dimensiones se articulan a
través de las prácticas de los sujetos sociales
constituyendo la estructura
básica de la sociedad, que constituye el espacio donde hay
que investigar el sentido real de la democracia
neoliberal.
El segundo supuesto explicita un enfoque
epistémico y metodológico que permita la
superación del reduccionismo cientificista de la
política y la recomposición de su dimensión
ética. En otras palabras, reivindicamos un enfoque
epistémico fundamentado en una praxis axiológica
que, por un lado, excluya el oportunismo ético que deriva
del mercantilismo
como fundamento social y, por otro lado, produzca un conocimiento
que, como totalidad concreta, se oponga al abstraccionismo
político o dominio de la
"palabra vacía" propio del discurso político
hegemónico. En suma, rescatamos la vigencia de la
filosofía política y la teoría
crítica como camino para orientar conceptualmente la
construcción de nuevos espacios
democráticos a través de la praxis política
transformadora del sujeto social y la recuperación de la
utopía como horizonte ético posible.
El tercer supuesto replantea las relaciones entre
igualdad y libertad, un viejo problema de la teoría
política moderna. Se trata de cuestionar la igualdad que
propone el discurso político neoliberal en tanto igualdad
formal y la libertad negativa en tanto actitud
defensiva de los propietarios frente a los no propietarios o la
ingerencia redistributiva del Estado. Ambos
principios,
libertad e igualdad, como fundamentantes de la democracia
neoliberal fallan a la luz de la
experiencia, pues es imposible que tal régimen exprese
realmente libertad alguna con un sujeto social fragmentado,
alienado ideológicamente y extrañado de su propia
condición humana por la absoluta miseria a que ha sido
reducido a consecuencia, justamente, de la profundización
de las desigualdades sociales. Sospechamos la invalidez del
principio liberal de la escasez relativa frente a los grandes
desarrollos actuales de la ciencia, la
tecnología
y las potencialidades productivas alcanzadas y creemos que se
trata de una cobertura de la desigualdad, con el socorrido
argumento de la competencia que,
librada entre desiguales (propietarios y no propietarios) solo
conduce a la profundización de la desigualdad como ha
sucedido de forma brutal en la era de la
globalización neoliberal.
En definitiva, se trata de evidenciar la
obliteración que el capitalismo en
su fase actual representa para la producción, reproducción y desarrollo de la vida humana
y el bloqueamiento del desarrollo de las fuerzas productivas. En
otros términos, de examinar y evidenciar las formas
específicas en que toma cuerpo la profundización de
la contradicción entre el carácter
crecientemente social de la producción que no es otra cosa
que la revolución
científica tecnológica actual en tanto "el
conocimiento o intelecto colectivo social general se ha
convertido en fuerza
productiva inmediata" (Marx, 1973: 221,
2 vol), por un lado; y por el otro, el carácter
cada vez más mezquino del consumo, que
hace de la "vida social" de la mayoría una circunstancia
miserable e inhumana. En suma, mostrar la agudización de
la contradicción entre la racionalidad parcial y la
irracionalidad total del sistema.
El cuarto supuesto plantea la urgente necesidad de la
recomposición de la utopía como horizonte
ético de trascendencia de las prácticas sociales
meramente encaminadas al éxito
mercantil. Ello solo es posible a través de
prácticas sociales que superen la explotación y la
cosificación, lo que hace necesario a) diferenciar
claramente los procesos de
trabajo como condición perenne de vida del hombre de los
procesos de valorización como condición de
acumulación del capital, a lo que habría que
agregar también, que la sociedad es naturaleza
humanizada, es decir, extensión y medio de vida humana, lo
que obliga a frenar la irracional destrucción de la
naturaleza
misma, como condición de existencia del hombre. b)
confrontar radicalmente la subsumisión de los procesos de
trabajo a los procesos de valorización, o lo que es lo
mismo, defender radicalmente la vida humana seriamente amenazada
hoy por la voracidad del capital bajo el régimen
neoliberal. c) propugnar practicas sociales participativas,
comunitarias, solidarias y cooperativas,
particularmente alrededor del trabajo, lo que implica
prácticas sociales dialógicas, transparentes,
racionales, criticas y humanas. d) reconstruir la utopía
como horizonte ético posible como contenido del proyecto
transformador el cual debe tener como eje la
reconstrucción y recuperación de la subjetividad
social.
En otras palabras, entendemos la democracia como la
sustantivación de la política, como la
participación ciudadana en el espacio público
constituido por el despliegue ético a través de
prácticas sociales conscientes dirigidas a la defensa
radical de todo aquello que permita el florecimiento de la vida
humana en el mejor sentido aristotélico. Estos
presupuestos fundamentan algunas tesis que
desarrollamos a continuación, más como puntos de
partida para la reflexión que como soluciones
cerradas sobre cómo abordar el estudio de la democracia
neoliberal con miras a descodificarla como lo que es: el discurso
ideológico del poder político
hegemónico.
3. Primera Tesis. (De
carácter
teórico-epistémico)
La sociedad es una totalidad histórica
contradictoria
Partimos de considerar la sociedad como una totalidad en movimiento
contradictorio generado por la práctica social resultante
de las relaciones de hegemonía, subordinación y
emancipación que se establecen entre las diferentes
clases, grupos y sujetos
sociales en la defensa de sus intereses. Tales intereses,
determinados históricamente, atraviesan la totalidad
social, generan lógicas relativamente autónomas y
crean y recrean diversas dimensiones ideológicas que
solapan las ideas dominantes al interior de sociedad. Rechazamos
pues la neutralidad axiológica y la abstracción
universalizante y asumimos el análisis crítico concreto. Las
consideraciones abstractas, al vaciar los conceptos de su carga
cognitiva, es el camino para generalizaciones invalidas que
terminan operando como simples coberturas ideológicas de
la realidad.
De lo anterior se sigue la consecuencia de que el
conocimiento de lo social sólo es posible si se
considera tal conocimiento
como una totalidad concreta, esto es, como la síntesis
teórica que selecciona la diversidad y la articula como
unidad de aquellas determinaciones de lo real que configuran el
espacio de la política como un todo orgánico
diferenciado. Es decir, la "vida real" como escenario de
prácticas sociales objeto de estudio es abrazada por el
despliegue metódico, contrario a paradigmas de
lógica
cerrada y autoreferente. La tensión entre estas
determinaciones, que se articulan de manera diversa en cada
momento concreto del
devenir de los hechos sociales, constituye su historicidad y el
núcleo de su contradictoriedad, sin cuya
comprensión la aprehensión de la complejidad de lo
real se ve severamente limitada. En otras palabras, los hechos
sociales y políticos solo pueden explicarse correctamente
en el contexto del tejido histórico-social que los
contiene, cuyo presente es siempre es un presente
historizado.
4. Segunda Tesis. (De
carácter
teórico-metodológico)
La política es la síntesis
de prácticas sociales articuladas alrededor de intereses
contrapuestos
De la tesis anterior, se siguen las
siguientes consecuencias metódicas:
Podremos aproximarnos a una comprensión de la naturaleza
de la democracia, como hecho social concreto y
materialización de la política y como
expresión que al menos lingüísticamente y como
imaginario social se pretende esencialidad de los
regímenes sociopolíticos, si consideramos al menos
los siguientes presupuestos:
a) La política, como hecho social, es el
resultado de la práctica de sujetos sociales. La dinámica de dichas prácticas
consideradas como procesos abiertos constituyéndose en
tanto que despliegue de intereses contrapuestos, es el tejido
sustantivo de lo político. De allí se sigue la
necesidad de superar los enfoques cosificados, que consideran la
democracia, en tanto que principal hecho político, como
"algo" autónomo de la práctica social,
independiente de condiciones históricas, expresión
de intereses sociales generales que sólo pueden ser tales,
en tanto expresan una sociedad homogeneizada mediante el
artificio de vaciarla de sus determinaciones concretas. La
democracia se asume así como el espacio al que se accede
desde una externalidad al mismo, que no demanda
el trabajo
político constante del sujeto social. Se oculta que la
democracia como régimen sociopolítico sólo
es posible si se construye a través de las
prácticas permanentes de los sujetos sociales articuladas
alrededor de diversos grados de conciencia política.
b) Las prácticas sociopolíticas están
condicionadas por intereses articulados alrededor de
diferenciados grados de conciencia social que resultan de
cómo el sujeto sintetiza interiormente sus condiciones
materiales de
existencia. Como pares dialécticos, conciencia
sociopolítica y condiciones materiales de
existencia se niegan en la unidad con su contrario, pero tienen
una relativa autonomía y una recíproca y alternante
condicionalidad que siempre dependerá de las
circunstancias concretas. En las condiciones actuales de
cosificación massmediatica y predominio de la "palabra
vacía", la conciencia social crítica se encuentra
severamente debilitada.
c) La aproximación al conocimiento de la democracia y su
problemática, la asume como proceso, y en tanto tal, la
concibe de manera dialéctica, es decir, como proceso
abierto que supone su propia reelaboración en la medida en
que, como hecho político concreto se configura como
resultante de prácticas sociales no homogéneas. Se
sigue entonces que, las premisas metódicas al desplegarse
de una manera específica y de acuerdo a una historicidad
particular, excluyen a priori la dogmatización
metódica y la universalización
banalizante.
Consecuencias y despliegue de la tesis:
a) Diferenciamos como clases, grupos y sujetos
sociales con prácticas claramente diferenciadas alrededor
de intereses también diferenciados y en algunos casos
encontrados irreconciliablemente: Instituciones
supranacionales tales como el Fondo Monetario
Internacional, FMI; el Banco Mundial,
BM; la
Organización Mundial del Comercio,
OMC; la
Organización de las Naciones Unidas,
ONU, etc. Estados
y Gobiernos (diferenciando Estados y gobiernos de la
tríada, Estados y gobiernos de la megaperiferia, Estados y
gobiernos ex-"comunistas", gobiernos "socialistas"). Capitalistas
privados independientes y sus corporaciones monopólicas
transnacionales. Partidos
políticos, Movimientos sociales, clases y sectores
sociales, diferenciados socio-político-culturalmente. El
tejido de tales prácticas está unido por el hilo de
las mediaciones socio-político-culturales, que en tanto
representaciones sociales invaden el imaginario social, desde
donde, en clara escisión con el mundo real, imponen
conductas que retraolimentan prácticas sociales. Entre
tales representaciones destacan, progreso, tecnología,
democracia, libertad, igualdad y bienestar social, todas
constitutivas del discurso político hegemónico, que
potenciadas por el despliegue de las tecnologías de
información y comunicación, articulan las
fantasías sociales que operacionalizan el sistema y
resuelven las tensiones internas a través de las
prácticas consensuales. Como es evidente, la sociedad no
es un todo homogéneo y armonioso y por tanto, la
política deberá rendir cuenta de su estatuto
epistémico y de los intereses a los cuales sirve, de lo
contrario quedará en el nivel de la simple cobertura
ideológica, vaciada de sus determinaciones concretas.
b) Los intereses de las diversas clases y sujetos sociales, como
factor determinante de la conformación de la sociedad y
del espacio de la política, se articulan
básicamente alrededor de las relaciones de propiedad y de
un imaginario social que consolida en la vida cotidiana los
grandes discursos
ideológicos, los cuales no son neutrales, ni generales,
sino que obedeciendo al interés
particular de determinadas clases y sujetos sociales son
impuestas a través de prácticas basadas en su poder
económico y político y transformadas en "ideología de la vida cotidiana" mediante
las políticas
públicas de los Estados y gobiernos; los aparatos
ideológicos, entre los que destaca el sistema educativo y
la academia universitaria en tanto supuesta depositaria del saber
científico, y las propias prácticas políticas
de la sociedad.
c) Los intereses socio-políticos comunes no generan
prácticas homogéneas lineales de tales sujetos
sociales. Generan más bien lógicas sociales, con
relativa autonomía, que tiende a alinear las
prácticas políticas cuando los intereses comunes se
ven amenazados. Tales lógicas operan dentro de un contexto
de diversidad de estrategias de
los sujetos sociales en un escenario de fragmentación y
recomposición constante de los agentes y sus relaciones,
particularmente en los momentos de crisis.
En conclusión, no es posible estudiar la sociedad
como un todo homogenizado por la simple intencionalidad de la
"cooperación social", dejando de lado la insociabilidad
que deriva de intereses contrapuestos que en última
instancia se explican por las relaciones de explotación y
dominación imperantes, la que justamente convierte la
sociedad en un espacio contradictorio y conflictivo. Tampoco
puede estudiarse la política partiendo del supuesto de que
ella es aquel espacio neutral de relaciones entre sujetos
vaciados de sus determinaciones sociales y, por tanto de sus
intereses, única manera de ubicarlos en una
posición simétrica de igualdad. Como consecuencia,
la democracia como sustantivación de un régimen
sociopolítico no puede ser asumida como un simple procedimiento,
vaciado de las determinaciones concretas que determinan la
sociedad y la política. Reducir la política y la
democracia a un simple procedimiento, obliga a la construcción de un sujeto social que para
poder ajustarse a tal procedimiento, debe abjurar de su yo
empírico y fundamentar su eticidad en la ignorancia, como
supone Rawls. Como ha señalado correctamente Castoriadis:
"La ´filosofía política´
contemporánea –como también el núcleo
de lo que pasa por ser ciencia
económica- está fundada sobre esta ficción
incoherente de un individuo sustancia, bien definido en sus
determinaciones esenciales, fuera o frente a toda sociedad: sobre
esta absurdo se apoyan necesariamente la idea de la democracia
como simple "procedimiento" y el pseudoindividualismo
contemporáneo. Pero fuera de la sociedad el ser humano ni
es bestia ni es Dios (Aristóteles), pues simplemente no es, no
puede existir, ni físicamente ni, sobre todo,
psíquicamente"
5. Tercera Tesis. (De
carácter historicista)
La globalización neoliberal o la etapa
histórica del predominio total de los propietarios del
capital monopólico mundial
De las tesis anteriores se sigue la necesidad de un enfoque
historicista como clave de conocimiento de los procesos reales y
de reconocimiento de nuestra identidad e
inserción social en los mismos. Esta tesis puede resumirse
en:
a) son los hombres, a través de sus prácticas
sociales los que hacen la historia. No existe ni un determinismo
histórico ni una ley
suprahistórica que se imponga ciegamente a la practica
social. Rechazamos pues una visión teleológica de
la historia.
b) prácticas sociales diferenciadas, como síntesis
de circunstancias concretas, obligan a una
contextualización específica del hecho
político, esto es, de la democracia y sus problemas.
c) con el advenimiento de la modernidad se
establece una diferenciación de esferas: en la base, el
marco para la "vida material" cotidiana (organización del trabajo, vida familiar,
cotidianidad). En un nivel medio, el escenario mercantil de
intercambios de acuerdo a la división del trabajo,
(subsistema autónomo del mercado.) En un
nivel superior, poder político, (subsistema
autónomo del Estado), articulación de las clases,
grupos y agentes sociales y resolución de
contradictoriedad de intereses en el nivel político local,
regional y mundial. La diferenciación y relación
que se establece entre estos niveles diferenciados es clave en el
análisis.
El despliegue de la tesis:
1) Como bien señala Del Águila, la democracia como
concepto
hegemónico de las prácticas políticas, es de
muy reciente data, 1989. Tal delimitación
cronológica es de gran importancia para no establecer
generalizaciones arbitrarias.
2) Una contextualización de la democracia neoliberal, para
poder identificar las tendencias de su desarrollo aconseja la
siguiente caracterización: La fase actual de desarrollo
del capitalismo,
conocida como globalización neoliberal, articula
dialécticamente al menos los siguientes procesos: a) La
crisis del
régimen de acumulación de postguerra y las diversas
políticas anticrisis puestas en marcha por los grandes
centros de poder a partir de 1970. b) La ocurrencia de la
revolución
científico tecnológica con su desarrollo de las
tecnologías de información y comunicación,
el desarrollo de nuevos materiales y el dominio de las formas
vivas a través de las biotecnologías, convertidas
en el factor clave de la evolución de la actual sociedad. c) La
emergencia de un nuevo paradigma
productivo basado en la flexibilización de los procesos de
valorización y la precarización de las condiciones
de vida de las amplias mayorías. d) El colapso del
"socialismo
real" y la crisis de los paradigmas, la
alteridad y la utopía. e) El ascenso del neoliberalismo
como paradigma social hegemónico, cuyo núcleo
central es la hegemonía mercantil, el "globalismo", el
"Estado mínimo", la privatización de "lo político" y el
relanzamiento de la democracia bajo su forma neoliberal. f) La
hegemonía de una cultura basada
en el consumismo hedonista elitesco, la cosificación
mercantil y la exclusión de las grandes mayorías
del bienestar social. Además, es clave considerar que la
confluencia de estos múltiples y complejos procesos que se
condicionan y complementan recíprocamente, está
articulada hegemónicamente por los propietarios del
capital financiero, los productos de
la revolución científico tecnológica y los
grandes monopolios que al integrar mundialmente sus actividades
sobre la base de las tecnologías de la
comunicación y la información, han sumido bajo
su dominio los procesos políticos y sociales.
Las consecuencias
Las consecuencias de este proceso pueden sintetizarse
así:
Tanto el nivel de la vida material cotidiana como el nivel
político han sido reabsorbidos totalmente por el nivel
mercantil. La racionalidad instrumental mercantil de la ganancia
se ha transformado en una expresión de la racionalidad
humana misma. El capital es la máxima potencia. La
enajenación lingüística fundamenta las
práctica socio-políticas hegemonizadas por el
capital: toda la organización de la vida social,
política y cultural tanto pública como privada debe
organizarse en función de
los intereses de los inversionistas, ergo, los dueños del
capital, so pena estar condenados a la "barbarie". En otras
palabras, no existe alteridad posible al dominio de los
propietarios del capital. Paradójicamente el pensamiento
único se legitima, criticando la alteridad como ideología perversa y proclamando su
muerte, aunque
para ello tenga que decretar el "fin de la historia"
La revolución científico
tecnológica, en tanto privatizada al servicio de la
acumulación, ha profundizado la brecha entre fuerzas
materiales y relaciones sociales de producción, o en
lenguaje
ortodoxo, ha profundizado la brecha estructural entre una
oferta
tendencialmente ilimitada y una demanda cada
vez más deprimida por la caída del ingreso y el
empleo. Esto
determina algunas de las más fuertes tendencias de la
economía y
la política mundial, claramente definidas a favor de los
propietarios del capital, con gran incidencia en "lo
político", particularmente en el funcionamiento del Estado
y su política
económica, guiadas por las necesidades de
acumulación del capital financiero que requiere: – amplios
espacios y garantías para la especulación
financiera; – liberalización total de la economía para poder
valorizarse, causa última del renacer de la
hegemonía de las tesis mercantiles; – obediencia a la
lógica de sus intereses de las organizaciones
supranacionales, los Estados y gobiernos de la "megaperiferia"
que convierten estos intereses en políticas
públicas de obligatorio cumplimiento; – retiro del Estado
como instancia que a través de una planificación autónoma obstaculiza
la acumulación del capital, planificada rigurosamente bajo
los intereses corporativos; – transferencia de los bienes
públicos a estos propietarios mil millonarios como
escenarios para ocupar rentablemente los excedentes de capital
especulativo, razón del ataque contra el Estado de
bienestar social y el propio estado democrático;
-utilización del poder de los Estados y gobiernos
centrales como apalancamiento de las políticas de los
grandes monopolios transnacionales, -abandono por parte del
Estado de su responsabilidad
social y concentración del ingreso nacional como
palanca al servicio de la
acumulación privada.
En conclusión, estas tendencias determinan en
buena medida el discurso y el funcionamiento de la instancia
política, cuya cobertura es justamente el relanzamiento de
la democracia neoliberal, que no es otra cosa que la propuesta de
un nuevo contrato social
(el neocontracturalismo) cuyos objetivos
centrales son: -Legitimar las nuevas formas de propiedad
resultantes de la concentración grotesca del capital y los
medios de
producción, a través de la hegemonía de la
lógica y la ética mercantil. -Crear el marco
institucional necesario al predominio total de los monopolios y
el capital transnacional, particularmente del financiero.
-Convertir cualquier actividad humana en esfera de inversión del capital para que pueda vivir
el capital especulativo: la salud, la educación, la
policía, los espacios públicos, las comunicaciones
etc., deben transformarse en esfera de inversión y el ser humano solo recibe
licencia para vivir y participar en algún sector de la
sociedad en la medida en que sirva a estos intereses en una feroz
lucha contra el Otro a través de la competitividad, máxima norma de las
relaciones sociales neoliberales, que recuerdan el "estado de
naturaleza" hobbesiano. -Eliminar cualquier responsabilidad social del Estado restringiendo su
papel al de
aparato de sustento jurídico y coercitivo de la
acumulación del capital. La liberación de las
condiciones de venta de la
fuerza de
trabajo y la seguridad
social a las fuerzas mercantiles, obscurece y refuerza la
centralidad que sigue teniendo la explotación en los
procesos de acumulación del capital, pese a los alegatos
sobre el fin del trabajo como fuente de todo valor o el
decreto de defunción de la ley del valor como ley
fundamental que rige el modo de producción del capital,
sustentada en las modificaciones que introduce en los procesos de
valorización la actual revolución científico
tecnológica.
Puede verse aquí claramente la relación
entre los intereses de los propietarios del capital y las
modalidades necesarias a su acumulación y el discurso
político hegemónico. La llamada
modernización de la democracia bajo la égida
neoliberal, es decir, la democracia neoliberal, no es otra cosa
que la propuesta de un nuevo contrato (el
neocontractualismo) que, al igual que el contrato
clásico, busca legitimar las nuevas formas de propiedad,
el predominio absoluto de los propietarios, el desmantelamiento
del Estado de bienestar, la privatización de los espacios
y los activos
públicos, la imposición de la hegemonía
mercantil y la competitividad. El resultado es una sociedad
caotizada y violenta, en la que la exacerbación del
individualismo rompe todos los nexos sociales de solidaridad y
bloquea cualquier proyecto comunitario de construcción
social. Este modelo de
"democracia" sólo es posible desde una episteme escindida
de cualquier escala
axiológica que no sea la mercantil, lo que ha conducido al
oportunismo ético tan en boga en nuestros días,
pues la única racionalidad válida es la mercantil.
El éxito
social, cuyo basamento es el éxito mercantil o la
absorción por las esferas del poder político a su
servicio constituyen la máxima aspiración social.
La consecuencia es la expulsión de la ética
humanista de las relaciones sociales, a través del dominio
de la palabra vacía, vale decir, del abstraccionismo
político basado en construcciones teoréticas que
parten de un sujeto abstracto, una sociedad vaciada de sus
determinaciones concretas y la reducción de la democracia
a un simple procedimiento.
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