Indice
1. Antecedentes
2.
La Crisis Económica de 1929
3.
Política Exterior
4.
La guerra
La Italia de
Mussolini
Finalizada la Primera Guerra
Mundial (1914-1918), el rostro de Europa
había sufrido notables transformaciones. En lugar de las
17 monarquías y tres repúblicas que existían
antes del conflicto,
quedaron 13 monarquías y 14 gobiernos republicanos. El
cambio de
sistema
político en gran parte de Europa, sumado a
los estragos materiales
ocasionados por la guerra, dio
origen a un tiempo de
inestabilidad política y social en
muchos países de la región.
Italia era una de
las naciones que no había quedado muy conforme con la
repartición de territorios hecha en virtud del Tratado de
Versalles en 1919. Los italianos obtuvieron sólo los
territorios de Trento y Trieste, cuando aspiraban a ganancias
mucho mayores. Por otra parte, la miseria reinaba en los campos y
la carestía azotaba las ciudades, haciendo crecer el
descontento popular.
Fue en medio de este panorama que los socialistas ganaron las
elecciones de noviembre de 1919. Con ellos en el poder, y ante
la ineficacia de los poderes públicos, el movimiento
obrero cobró mayor fuerza y
fábricas fueron tomadas por los trabajadores, llegando a
producirse una verdadera sublevación social.
El fascismo entra en
Escena:
Fue en el contexto antes descrito que surgió una figura
dispuesta a hacer frente a los avances del marxismo:
Benito Mussolini. Este hombre, que en
su juventud
había sido albañil, labrador, herrero, y maestro,
pasaría a la historia como el forjador
del fascismo,
ideología que llegó a instaurar una
de las dictaduras más implacables de la historia. Mussolini
fundó en 1914 un periódico,
"Il popolo d'Italia", tribuna que utilizó para incitar la
entrada de Italia a la Primera Guerra. Al término del
conflicto
bélico, creó una unión de ex combatientes
bautizada como "Fascio di combatimento". De este grupo
nació el movimiento
fascista, de cuño nacionalista y anticomunista. Los
fascistas declararon la lucha al comunismo y al
débil gobierno de la
época, organizando expediciones a los pueblos italianos,
donde obligaban a dimitir a los alcaldes socialistas.
La Marcha de los "camisas negras": En mayo de 1921, Mussolini fue
elegido diputado por Milán. Al año siguiente, el
partido fascista se reunió, criticando ferozmente la
neutralidad del gobierno en el
conflicto "entre las fuerzas de la nación
y las de la antinación". La cosa no quedó
ahí, y llegaron a exigir la disolución del
parlamento.
Mussolini estaba dispuesto a llegar al poder.
Organizó una movilización general de los fascistas,
conocidos como los "camisas negras", que marcharon sobre Roma en octubre
de 1922. Los edificios públicos cayeron en poder de ellos,
sin ofrecer mayor resistencia. El
gobierno quiso dictar el estado de
sitio; sin embargo, el rey Víctor Manuel III no se
atrevió a firmar el decreto, por miedo a desencadenar una
guerra civil. De esta forma, el gobierno cayó,
produciéndose una crisis que
culminó con Mussolini a la cabeza de un nuevo Ministerio.
Los camisas negras habían triunfado. Desde entonces, el
poder
ejecutivo quedó en manos del "Duce", apelativo que
significa líder y
que identificó a Mussolini durante su vida
pública.
Mussolini implantó una dictadura
fascista definitivamente en 1925. Su régimen fue
nacionalista y totalitario. La economía se
organizó en base a corporaciones gremiales que agrupaban a
obreros y patrones. El corporativismo es una de las características principales que
identificaron al fascismo. La preparación militar de la
población fue otro de los objetivos de
Mussolini. Ya los niños
pequeños, de cinco a 12 años, comenzaban a ser
educados en este espíritu en las milicias. También
había milicias de adolescentes
entre 12 y 18 años, y otra para jóvenes mayores de
18.
Mussolini logró algunos éxitos económicos en
cuanto a aumentos de producción y gobernó como amo y
señor de Italia, destruyendo a todos los partidos no
fascistas y a sus adversarios políticos.
2. La Crisis
Económica de 1929
1929 está marcado en el calendario de la historia
como el inicio de la crisis económica que sumió en
la pobreza y
la desesperación a millones de personas. La
catástrofe financiera se inició en Estados Unidos,
se expandió luego a Europa y terminó abarcando todo
el mundo.
Para comprender las causas de este terremoto económico, es
necesario retroceder algunos años. En el período
que siguió a la Primera Guerra mundial
fue necesario reparar los daños que había provocado
el conflicto y en ello se ocuparon prácticamente todas las
fuerzas de trabajo. En los inicios de la década de 1920
hubo gran prosperidad, por lo que la gente pensó que
bonanza y paz eran dos términos que iban de la mano. Las
fábricas aumentaron su producción y nuevas mercaderías se
ofrecieron a las masas. La industria
experimentó un auge que algunos han equiparado con una
nueva fase de la Revolución
Industrial.
Por otra parte, muchas personas tuvieron acceso a los productos
ofrecidos gracias a un sistema de
créditos. A nivel internacional, los
créditos también jugaron un papel de gran
importancia, ya que muchos de los proyectos de
reconstrucción contaban con este tipo de financiamiento. El mismo pago de las
indemnizaciones de guerra exigidas a Alemania, en
virtud del Tratado de Versalles, era realizado gracias a una
importante corriente de préstamos provenientes, sobre
todo, de Estados Unidos y
Gran Bretaña.
La corriente de créditos enviada desde Estados Unidos
hacia Europa fue la causa principal del ambiente de
prosperidad en el viejo continente. Pero la situación
sólo podía mantenerse si los préstamos
continuaban llegando. Estados Unidos era entonces el gran soporte
del bienestar. Sin embargo, en el plano económico interno,
la prosperidad que se vivía en ese país no
poseía fundamentos muy sólidos. Todos
querían enriquecerse y, cual más cual menos,
especulaba en la bolsa de valores
y el precio de las
acciones
alcanzó valores
estratosféricos.
El 19 de octubre de ese mismo año los indicadores de
cotizaciones de la Bolsa de Valores
de Nueva York
entraron en una actividad febril. Los precios de las
acciones
cayeron como una avalancha, creando pánico en el mundo de
las finanzas. Los
banqueros y hasta el propio Presidente trataron de restaurar la
confianza del público, asegurando que la crisis
terminaría. Pero la realidad fue otra, llegando a ser
caótica. Muchos perdieron sumas enormes de dinero y la
cesantía causó estragos. Se dice que la cifra de
desempleados llegó a 16 millones en 1932.
Esta crisis repercutió en Europa y el resto del mundo.
Estados Unidos ya no estaba en condiciones de seguir haciendo
inversiones en
el extranjero y el colapso se extendió rápidamente.
La consecuencia inmediata fue la miseria de millones de personas,
y el resultado último, que esta gente desesperada fue
presa fácil de doctrinas totalitarias que les
prometían recuperación material y empleo a corto
plazo. Esta situación puede ayudar a comprender
cómo cobraron vigor los nazis, en Alemania, con
Adolfo Hitler a
la cabeza.
Hitler rumbo al poder
Al cabo de la Primera Guerra
Mundial, Alemania se había transformado
en una República, cuyo primer Presidentes fue Federico
Ebert. Este político, del ala derecha del socialismo,
asumió el cargo en 1919. La tarea de gobernar no era
fácil y muchos grupos
políticos se disputaban el poder en ese entonces. Entre
ellos se encontraban los socialistas y los comunistas.
En medio de un clima de crisis
económica social, durante la década de 1920 se
produjeron varios intentos golpistas. Entre ellos hay uno que
mencionaremos por la importancia que más tarde
alcanzó su protagonista. Se trata del fallido golpe
realizado en 1923 por el presidente del Partido Nacional
Socialista, Adolfo Hitler, con el
apoyo de militares ultra derechistas como el general Erich von
Ludendorff. Fracasado este levantamiento, Hitler fue a dar
a la cárcel. Al ser liberado, decidió intentar la
conquista del poder por la vía legal.
Hitler y sus ideas: Adolfo Hitler
nació el 20 de abril de 1889 en Braunau, en la frontera
germano-austriaca. Hitler actuó guiado por una particular
visión ideológica, sin asidero científico
alguno. Postulaba que según los leyes naturales,
los más fuertes debían imponerse a los más
débiles. También consideraba que existía una
tendencia natural hacia la duración de las razas, idea en
la que se basó para luchar por la pureza de la raza aria ,
tronco étnico de lo germanos. A juicio de Hitler, los
arios eran una raza privilegiada "forjadora de cultura". Los
judíos, en cambio,
representaban para él un pueblo destructor de esa cultura.
Hitler veía en el antisemitismo un fundamento de su
misión
histórica. No en vano pensaba que, al defenderse de los
judíos, estaba colaborando con la obra del Señor.
Esto le llevó a desencadenar una implacable
persecución, que comenzó por despojar a los
judíos de sus bienes,
continuó con su discriminación en todos los aspectos y
culminó con cinco millones de víctimas en los
campos de concentración.
Según Hitler, la naturaleza
demostraba que existían individuos superiores a otros. Por
eso, el Estado
debía organizarse en base a un principio
aristocrático, donde la autoridad
estaría en manos del líder,
de especial capacidad, en el cual el pueblo depositaría su
confianza. Esto explica que Hitler utilizara el título de
Führer, o líder, en el régimen totalitario que
logró instaurar. Por último, es necesario mencionar
que el Führer consideraba fundamental para el porvenir de
Alemania la conquista de un "espacio vital" en Europa, lo que
implicaba la expansión territorial.
La oportunidad de triunfo se presentó para los nazis tras
la crisis económica desatada el año 1929. La
población estaba angustiada por la falta de
trabajo y muchos capitalistas veían con temor el avance de
los comunistas, que se habían hecho más fuertes
después de la Revolución
Rusa. Además, había en el ejército un
deseo revanchista, provocado por la dura humillación que
Alemania había sufrido en la Primera Guerra
Mundial. Por todo esto, la idea nazi comenzó a ser
captada con simpatía por parte de las masas alemanas, que
quería recuperar su orgullo nacional. Así, tras
algunos períodos de pugnas políticas,
el Presidente Paul von Hindenburg entregó a Hitler la
jefatura del gobierno.
A los seis meses de gobierno, Hitler había logrado
uniformar la política y la
administración del país. También
creó el Ministerio de Propaganda, a
cargo de Joseph Goebbels. Pero eso no era suficiente, pues en el
Parlamento aún existía gente en contra de esas
ideas. Poco a poco los nazis fueron ganando terreno y se
apoderaron de los puestos claves. Hermann Goering, comisario de
la aviación nacionalsocialista, creó un cuerpo
especial de policía, con 80 mil hombres. Se trataba de la
tristemente célebre Gestapo (Geheime Staatspolizei, o
Policía Secreta del Estado
Nacionalsocialista). Otro organismo del mismo tipo fue la
policía nazi de élite S.S (Schutz staffel). Ambas
sembraron terror entre los enemigos de Hitler.
Hitler consiguió finalmente que el Presidente Hindenburg
le autorizara disolver el Parlamento y llamar a elecciones para
el 5 de marzo de 1933.
Mientras tanto, la política internacional del
Führer se concretaba en un pacto anticomunista con Japón,
sellado en noviembre de 1936. Ese mismo año la Italia de
Mussolini había ocupado militarmente Addis Abeba, capital de
Abisinia, nación
africana que hoy lleva el nombre de Etiopía. La
acción fue condenada por Francia e
Inglaterra,
así es que Italia se acercó más a Alemania.
Esta amistad
quedó aún más de manifiesto cuando ambos
países prestaron decidido apoyo al levantamiento de
Francisco Franco contra el gobierno republicano de España, en
1936. Alemania e Italia entregaron material de guerra a Franco y
también enviaron tropas especializadas a combatir en
suelo español.
Las otras potencias no quisieron provocar un enfrentamiento
directo y se abstuvieron de intervenir en la lucha. Sólo
Checoslovaquia y la Unión Soviética (ambos
países desaparecidos actualmente) se sustrajeron en parte
a esa política de no intervención. A pesar de lo
anterior, se dice que la Guerra Civil Española fue una
especie de campo de prueba, en el que se ensayaron las armas que luego
habrían de usarse en la Segunda Guerra
Mundial.
En 1937, Italia adhirió al pacto contra la
propagación de los comunistas que ya habían firmado
Alemania y Japón.
Los bloques ya se perfilaban con nitidez. (En la imagen: Hitler y
Mussolini después del pacto).
Hitler siguió adelante y en 1938 Alemania anexó
Austria a su territorio. En marzo de 1939 ocupó sin
resistencia
Bohemia y Moravia. Dos meses más tarde firmó el
"Pacto de Acero" con
Mussolini, por el cual Alemania e Italia se comprometieron a
prestarse ayuda militar en caso de guerra. El Eje Berlín
Roma quedó
así sellado definitivamente. En agosto del mismo
año, Hitler logró que la Unión
Soviética firmase un pacto de no agresión con
Alemania. Ello permitiría al Führer atacar Polonia,
sin temor a una intervención soviética en el frente
oriental. De esta forma, Adolfo Hitler tuvo el camino despejado.
El estallido de la guerra era sólo cuestión de
tiempo.
Invasión a Polonia
El 1º de septiembre de 1939 señaló el inicio
de las hostilidades que desencadenarían, más tarde,
la Segunda Guerra
Mundial. En la madrugada de ese día, Alemania
invadió Polonia, culminando así una prolongada
campaña de agresiones. Gran Bretaña, que meses
antes se había comprometido a garantizar las fronteras
polacas, declaró la guerra a Alemania y, a
continuación, Francia hizo
lo mismo.
Es necesario recordar que al terminar el 31 de agosto
subsistían aún vestigios de negociación. Hitler había aceptado
recibir a un enviado plenipotenciario polaco, en tanto que
Mussolini lograba un principio de entendimiento para celebrar una
conferencia
internacional orientada a arreglar todos los asuntos europeos en
litigio. Esa noche Europa durmió mejor que las noches
anteriores, en el convencimiento de que estaba franqueado el
punto crítico de la crisis y que, una vez más, la
paz sería la salvación del mundo.
Sin embargo, antes de la salida del sol del 1º de septiembre
de 1939 las unidades blindadas alemanas cruzaron la frontera y
cientos de bombas cayeron
sobre las ciudades polacas. En cosa de horas fueron destruidos
los aeródromos, puentes, caminos, vías
férreas y la escasa fuerza
aérea polaca. El impacto fue grande en toda Europa. Las
radios nazis difundían noticias minuto a minuto, diciendo
que su territorio había sido violado y que las
minorías germanas en Polonia sufrían matanzas,
situación que había obligado al ejército a
intervenir. También se decía que Alemania no
pretendía declarar la guerra, sino que se trataba de una
expedición de castigo.
Hasta entonces se suponía que Alemania estaba
todavía bajo el régimen del Tratado de Versalles,
que había limitado sus tropas a un máximo de cien
mil soldados profesionales, distribuidos en 10 pequeñas
divisiones de infantería y caballería, y le
habían prohibido tener armas acorazadas,
artillería pesada, aviación y un Estado Mayor. En
1935, con la restauración del servicio
militar obligatorio, Hitler había desobedecido esa
imposición y desde ese momento inició un plan de rearme.
En todo caso, Hitler había tomado mucho antes la
decisión de invadir Polonia, pero siempre se las
había arreglado para esconder sus propósitos y para
distraer la atención de sus potenciales enemigos. El 31
de agosto de 1939 dio curso al llamado Fall Weiss o Plan Blanco, que
debería comenzar el día siguientes a las 4:45
horas. Previamente, tres ejércitos se habían
emplazado a lo largo de la frontera con Polonia.
En esta oportunidad, Alemania empleó una táctica
que luego sería conocida como guerra relámpago,
sistema que más tarde aplicaría en múltiples
oportunidades contra las naciones que invadió. La
resistencia polaca fue casi nula, ya que el mismo día del
ataque germano quedó sin fuerza aérea y con sus
tropas desalentadas. En dos semanas Alemania aniquiló
todos los esfuerzos de defensa. Antes de un mes, Polonia
desaparecía del mapa. La Unión Soviética
aprovechó toda esta confusión y ocupó la
parte oriental del país así invadido. Un acuerdo
posterior entre el Premier soviético José Stalin y
Hitler determinó el reparto de Polonia.
También en esa época la URSS se anexó
Lituania, Estonia y Letonia.
Desequilibrio de las fuerzas
Fracasados todos los intentos diplomáticos, y
ante la eficacia de la
guerra relámpago empleada por los alemanes en Polonia,
Europa se estremeció. El éxito
de la aviación germana y de las "panzerdivisionen"
(divisiones de tanques) causaron un deprimente efecto
sicológico en los países democráticos, que
se acrecentó con el ataque soviético a
Finlandia.
En algunas armas estratégicas, las naciones aliadas
(Inglaterra y
Francia) se encontraban en inferioridad de condiciones con
respecto a Alemania. El 3 de septiembre de 1939, cuando esos
países declararon la guerra a Alemania, sólo
evidenciaban superioridad naval. Pero tanto los buques ingleses
como franceses estaban insuficientemente armados como para
oponerse con eficacia a los
bombardeos en picada de la Fuerza Aérea
germana.
El Temple Británico
Fue en Inglaterra donde las fuerzas nazis encontraron la
más enconada resistencia. El pueblo inglés,
consciente de la superioridad bélica de sus enemigos, pero
también confiado en su temple, se unió en torno al
estadista conservador Winston Churchill y preparó la
defensa. Con una buena parte de Europa ocupada por sus
ejércitos, Hitler guió sus pasos hacia Londres. La
estrategia era
bombardear la capital y
así provocar un rápido rendimiento de los ingleses
que, con un ejército menor y una aviación escasa,
serían, según éste, fácilmente
reducidos.
En el invierno de 1940 los aviones alemanes emprendieron vuelo
hacia territorio inglés
sin tener suficiente apoyo naval. La defensa antiaérea
británica emprendió la mayoría de los
ataques, y muchos de los modernos aviones germanos sucumbieron en
las aguas del Canal de La Mancha. Los intentos alemanes por
conquistar esos territorios se prolongaron hasta el año
siguiente. Mientras tanto, Inglaterra recibía el apoyo de
Estados Unidos, donde el Presidente Franklin D. Roosevelt
había hecho aprobar una ley de
préstamos y arrendamientos, en virtud de la cual
Inglaterra podía recibir todos los elementos que
necesitaba para su defensa. El auxilio estadounidense fue
fundamental. Flotas mercantes, escoltadas por naves de guerra,
cruzaron el Atlántico llevando alimentos y
material bélico, en medio de la hostilidad de la armada
nazi.
Día y noche los bombarderos alemanes dejaban caer
sobre las ciudades, puertos y fábricas británicos,
miles de toneladas de bombas. La
propaganda
nazi, transmitida a través de potentes ondas de radio,
intentó pero no pudo doblegar la resistencia
inglesa.
Otros acontecimientos:
Mientras Alemania consolidaba la ocupación en diferentes
latitudes y malgastaba sus tropas en Gran Bretaña, en
varios lugares de Europa se producían otras situaciones.
Italia, unida a Alemania por la alianza suscrita el 22 de mayo de
1939, llamada "Pacto de Acero",
pretendió mantener una actitud de no
beligerancia. Con su declaración de guerra a Francia, en
julio de 1940, Mussolini no obtuvo ni la flota ni las colonias
francesas que pretendía. Hitler prescindió de su
aliado, cuyo ejército no era de los mejores. La
Unión Soviética, mientras tanto, sin gastar un
tiro, se anexó los países bálticos: Estonia,
Lituania y Letonia. También quitó a Rumania los
territorios de Besarabia y Bukovina. Tiempo después
Rumania fue obligada por Alemania a ceder otras regiones a
Hungría y Bulgaria, que eran sus aliadas.
Invasión a Rusia:
Las relaciones germano-soviéticas se rompieron en junio de
1941. Viendo que resultaba casi imposible vencer la resistencia
británica, Hitler cambió sus planes y, rompiendo
una vez más sus compromisos, declaró la guerra e
invadió la Unión Soviética. En esta empresa le
secundaron Italia, Rumania, Hungría y Finlandia,
más un grueso contingente de voluntarios enviados por el
dictador español
Francisco Franco y fuerzas proporcionadas por el general
francés Felipe Petain.
Los soviéticos resistieron la embestida utilizando el
mismo plan con el cual habían derrotado a Napoleón
Bonaparte. Al igual que en esa ocasión, el invierno
ruso fue fatal para las tropas nazis. Los ejércitos de
Hitler conquistaron, arrasaron y se posesionaron de muchas
ciudades soviéticas y alcanzaron a llegar hasta muy cerca
de Moscú, la capital. Bien avanzado el invierno, se
produjo una contraofensiva soviética encabezada por el
mariscal Georgi Zukov, quien obligó a retroceder a las
tropas germanas. Este fue el primer fracaso de Hitler.
Caen Noruega, Bélgica y Francia
Las tropas hitlerianas se mantuvieron en acción hasta el
término de 1939, afianzando posiciones ya ocupadas.
Mientras tanto, la industria
bélica se encargaba con gran rapidez de fabricar
más armas, y los oficiales de adiestrar un mayor
contingente de soldados. Definidos los cuadros armados, el
teatro de
operaciones se
amplió a comienzos de abril de 1940, cuando Alemania
penetró en territorios de Dinamarca y Noruega. Los daneses
no opusieron resistencia y se entregaron a los ejércitos
germanos. Noruega, en cambio defendió duramente sus
posiciones antes de capitular. Paralelamente, en otro frente, la
ofensiva se desencadenó sobre Holanda y Bélgica.
Más de 120 divisiones, 7 mil 500 tanques y mil 500 aviones
de caza y 3 mil 500 bombarderos irrumpieron hacia el Mar del
Norte, encontrando seria oposición en los ejércitos
belgas.
Francia acudió en defensa de Bélgica, pero
sus intentos fracasaron. Fueron los mismos franceses, con
tácticas erradas de combate, los que dieron la oportunidad
a las tropas de Hitler de penetrar en su territorio.
La disposición táctica de los aliados
permitió que se produjera una enorme brecha entre las
ciudades francesas de Namur y Sedán, por donde entraron
los tanques alemanes, acorralando tanto a los belgas como a las
mejores divisiones francesas y a un cuerpo expedicionario
inglés que había concurrido a prestar ayuda. La
resistencia no obtuvo los resultados esperados y el 27 de mayo
capituló Bélgica, en tanto que los ingleses
tuvieron que ser embarcados a través del puerto de
Dunkerque.
La aplanadora germana continuó camino por territorio
francés. Sobre la llamada línea del río
Somme se intentó la defensa, pero ésta fue
aniquilada. Se produjo un total desconcierto en las tropas
francesas, en tanto que la población civil vio con
pánico lo que se venía encima, recordando la
destrucción de Varsovia y Amsterdam por la fuerza
aérea alemana.
El 14 de junio cayó París en poder de las tropas
nazis. El gobierno se había instalado con anterioridad en
la ciudad de Burdeo, desde donde reclamó la ayuda de
Estados Unidos, que hasta ese momento se mantenía neutral.
Francia se rindió a Alemania el 22 de junio de 1940.
Después del armisticio firmado en la zona de la Compiegne,
Francia quedó dividida en dos: el territorio
atlántico, ocupado por Alemania, y el mediterráneo,
regido por los propios franceses.
Ataque a Pearl Harbour
Hasta casi el final de 1941, la guerra se había
circunscrito a los países europeos. Incluso las acciones
bélicas (con algunas excepciones en Africa) se
habían desarrollado enteramente entre las naciones
llamadas aliadas y en aquellas que, sin haber estado en
beligerancia, fueron invadidas por las tropas
alemanas.
En diciembre de ese mismo año entraron en escena
otras dos potencias: Japón y Estados Unidos. Ambos
países mantenían discrepancias desde que
Japón, en el otoño de 1940, instaló tropas
en Indochina. Durante todo ese año y hasta bien avanzado
el 1941, se intentaron arreglos diplomáticos sobre el
dominio del
Pacífico. Se pretendía llegar a un pacto de no
agresión. En octubre de 1941 asumió la jefatura de
gobierno en Japón el general belicista Hideki Tojo, quien
demostró muy pronto sus intenciones de no ceder ante
Estados Unidos.
El 8 de diciembre de ese año, y mientras se realizaban
negociaciones diplomáticas en Washington, la
aviación japonesa bombardeó y aniquiló gran
parte de la flota estadounidense del Pacífico, que se
encontraba en el puerto de Pearl Harbour, en las islas de Hawai.
Al mismo tiempo, cayeron en manos japonesas las bases navales en
Wake y Guam. El 25 de ese mes cayó Hong Kong y más
tarde Filipinas, Singapur, Birmania y Java.
El ataque a Pearl Harbour provocó consternación y
repudio en el pueblo estadounidense y en todo el continente
americano. En la conferencia
celebrada en La Habana en enero de 1942, las naciones de América
solidarizaron con Estados Unidos. Esto significó la
declaración de guerra no tan sólo a Japón
sino también a los países del Eje.
El gigante americano, que parecía dormido y que
sólo había intervenido en la guerra para prestar
ayuda solidaria a Inglaterra, despertó de su letargo. El
país enteró se movilizó. Miles de
jóvenes se alistaron en las fuerzas armadas, las industrias
comenzaron a producir grandes cantidades de cañones,
tanques, barcos y aviones. El año 1942 encontraría
a Estados Unidos en plena lucha.
Alemania Ataca Stalingrado
A fines de 1941, los alemanes iniciaron un repliegue en el frente
ruso. Cuando realizaban estas maniobras, fueron atacados
sorpresivamente por los soviéticos, cuyo avance
sólo se detuvo a principios de
enero de 1942, ante la línea principal de defensa germana.
Con la ofensiva rusa colaboraban partidas de guerrilleros que,
atacando en la retaguardia alemana, cortaban las comunicaciones, asaltaban puestos de mando, etc.
Todo esto se agravó por la extrema crudeza de aquel
invierno, que causó muchas bajas en las tropas de Hitler,
sin medios para
soportar los bajas temperaturas. Este ataque ruso modificó
en algo la línea defensiva del enemigo, pero en una
proporción mínima y al costo de grandes
pérdidas.
Hitler había decidido atacar Rusia en 1942, partiendo
desde la península de Crimea, en esos momentos en manos de
los
rusos. El 8 de marzo, Alemania atacó y cortó en dos
la península. Los rusos se rindieron el 20 de marzo.
El 28 de junio, Alemania inició su avance contra la URSS
en un frente de 300 kilómetros. La formidable maza
acorazada germana rompió el frente ruso e inició un
avance que parecía incontenible. Conquistó una
serie de posiciones estratégicas en su marcha al objetivo
principal, la ciudad de Stalingrado, importante no sólo
por su ubicación estratégica, sino por su
producción industrial. A mediados de septiembre, alemanes
y rusos se encontraban frente a frente en la ciudad,
después de varias y reñidas operaciones
preparatorias. Los rusos pusieron todo su ardor en la defensa,
que fue una de las más tenaces de los tiempos modernos. A
fines de octubre, los alemanes eran dueños de casi toda la
ciudad, defendida palmo a palmo por sus habitantes. A mediados de
noviembre, los alemanes abandonaron una ofensiva tan pobre en
resultados que no les había dado más que la
posesión de una ciudad arruinada, que sostenían de
una manera precaria y cuyas operaciones de conquista
habían casi agotado sus fuerzas. Los rusos, aún con
las pérdidas sufridas, quedaron con disponibilidad de
reserva que pronto utilizarían en contra de un enemigo
exhausto. Así fue como el 20 de noviembre,
los soviéticos emprendieron una gran ofensiva en un amplio
frente. Los alemanes debieron retroceder en varios sectores, y el
ejército germano que cercaba Stalingrado quedó
encerrado, sin posibilidades de ayuda y condenado a la
rendición o el aniquilamiento.
5. Derrumbe del
fascismo
Hasta 1942, la pugna entre los aliados y los integrantes del Eje
permanecía en un punto muerto, sin que la balanza se
inclinara en uno u otro sentido. Pero a partir de 1943,
ésta comenzó a cargarse en favor de los aliados: en
el Extremo Oriente, luego de extender al máximo su sistema
ofensivo, los japoneses debieron abandonar algunas posiciones
ante la avanzada del general norteamericano Douglas Mac Arthur.
En Rusia la situación general de los ejércitos
alemanes, fuerte aún, ya no les permitía pensar en
grandes ofensivas. En Africa, las
fuerzas del Eje, antes arrolladoramente invasoras, a principios de
año se hallaban acosadas y a la defensiva.
Durante todo 1943, los rusos mantuvieron la iniciativa
en las operaciones interrumpiéndolas sólo en la
época de deshielo. En enero prosiguió con mayor
intensidad la ofensiva rusa iniciada a fines de noviembre de
1942. Se combatió en todo el frente y, a fines de mes, se
consiguió levantar el cerco de Stalingrado, alejando
progresivamente a los alemanes de los alrededores de la ciudad.
El 2 de febrero siguiente la guarnición alemana de
Stalingrado se rindió.
Con las fuerzas que quedaron libres, los rusos reforzaron su
ofensiva, derrumbando el frente alemán. Las tropas
germanas empezaron a perder, unos tras otros, puntos conquistados
en años anteriores. Pero un contraataque alemán
posterior hizo abandonar a los soviéticos parte del
terreno conquistado.
En julio de 1943, una crisis política en Italia, provocada
por el fracaso de sus empresas
militares, derribó a Mussolini y con él cayó
el régimen fascista. El mariscal Pietro Badoglio
formó nuevo gobierno y se dispuso a entrar en trato con
los aliados. El 3
de septiembre se concertó un armisticio, que no se hizo
público hasta el día 8. Los alemanes, en conocimiento
de este acuerdo, ocuparon el norte de Italia, Roma y sus
aeródromos. Casi sin resistencia, las tropas italianas
fueron desarmadas. De paso, los nazis ocuparon los países
balcánicos (Grecia,
Yugoslavia y Albania).
El 3 de septiembre, las fuerzas aliadas habían
desembarcado en territorio de la península italiana,
partiendo desde la isla de Sicilia. Los germanos bajaron desde el
norte para repelerlos, poniendo en grave aprieto a los aliados,
que pudieron sostenerse en la costa gracias a los efectos de la
artillería gruesa de la escuadra. La situación, sin
embargo, no se definió en favor de ninguno de los bandos,
sino que se estabilizó momentáneamente.
Los alemanes, entonces, crearon un gobierno republicano fascista,
al frente del cual pusieron a Mussolini que, prisionero de
los aliados, fue liberado novelescamente, por vía
aérea, de su prisión en una montaña. El
gobierno de Badoglio, reconocido como "co-beligerante" por los
aliados, declaró al guerra a Alemania. A fines de
septiembre, los aliados iniciaron su ofensiva en la
península. Tras algunos vaivenes, a finales de noviembre
ésta obligó a los germanos a replegarse a una nueva
línea de defensa. A fines de ese año, el frente
italiano entró en un período de inactividad.
En Yugoslavia, entretanto, recrudeció la rebeldía
antialemana, sostenida por las partidas guerrilleras encabezadas
por Josip Broz, más conocido como Tito. Tito había
surgido en 1941 como cabecilla guerrillero contra la fuerzas de
ocupación del Eje. Sus exitosas incursiones inmovilizaron
las grandes fuerzas del Eje en Yugoslavia, y en 1943 controlaba
grandes áreas con su ejército de más de 200
mil hombres. En 1944, con el apoyo total de la URSS, Inglaterra y
los Estados Unidos, pasó a controlar
Yugoslavia.
Desembarco en Normandía
En enero de 1944, los norteamericanos avanzaron hacia la ciudad
italiana de Cassino, situada en el centro de la península,
y la tomaron. Roto el frente alemán, una serie de
poblaciones cayeron en su poder. Sucesivos repliegues de los
alemanes les permitieron avanzar y, el 4 de junio, los aliados
ocuparon Roma.
Después de una intensa preparación,
manifestada por duros y continuos bombardeos aéreos del
norte de Francia y de todos los más importantes centros de
producción de Alemania, el 6 de junio de 1944, fecha
conocida como el Día D, se inició el desembarco
aliado en la costa francesa de Normandía, la más
compleja operación militar en la historia. Esta
operación tuvo por teatro una zona
de más de 160 kilómetros de extensión, e
involucró más de cuatro mil embarcaciones aliadas.
Se abría así un segundo frente, que
contribuyó a aliviar la presión
sobre el frente ruso. Grupos de
paracaidistas habían sido lanzados en la noche de 5 al 6,
muchos de los cuales fueron aniquilados. Con el apoyo de la
gruesa artillería de su escuadra y los ataques de la
aviación, los aliados pudieron extender y consolidar sus
posiciones, y ya el día 10 ocupaban una extensa zona. Los
aliados estaban bajo el mando supremo de general Eisenhower; los
alemanes, bajo bajo la dirección de Rommel. El avance aliado, pese
a sufrir algunos contratiempos, fue incontenible, y el 27 de
agosto fue ocupado París, en combinación con las
fuerzas de la resistencia interior francesa, que se habían
sublevado días antes. Mientras tanto, la costa francesa
recibía continuos desembarcos de tropas inglesas,
estadounidenses y canadienses, que contribuían a
consolidar las posiciones arrebatadas a los nazis. Hacia fines de
1944, Francia y Bélgica habían sido liberadas. La
guerra se desplazo hacia los Países Bajos (Holanda) y
Alemania misma, cuyos centros industriales fueron aniquilados por
la fuerza aérea de sus enemigos. El 16 de diciembre de
1944, los alemanes intentaron una contraofensiva en el frente
ruso, pero fue contenida. El 17 de enero de 1945, los
soviéticos se adueñaron definitivamente de
Varsovia, estableciendo en ella un gobierno subordinado.
El 20 de enero de ese mismo mes impusieron un armisticio al
gobierno húngaro que, como el polaco, seguía las
directrices que le marcaban los rusos. Estos, tras la
ocupación de Varsovia, entraron en Prusia Oriental y en
Silesia, marchando en dirección del conflictivo Danzig. El 6 de
febrero invadieron Pomerania y Brandeburgo, territorios alemanes.
El 21 de abril hicieron su entrada en los suburbios de
Berlín y el 2 de mayo conquistaron el corazón
mismo de la ciudad.
Ante el cariz de tomaban los acontecimientos en Europa,
representantes de los Estados Unidos, Inglaterra y Rusia se
reunieron en Yalta (4 de febrero de 1945), localidad de Crimea,
para acordar la línea de conducta a
seguir. La Conferencia duró ocho días y en ella se
acordó el aniquilamiento de Alemania.
Caen Alemania y Japón
Mientras tanto, el cerco de Alemania en el frente occidental se
apretaba y los aliados invadían por todas partes el
territorio germano. En poder de los estadounidenses quedaron
Nuremberg, otras importantes localidades y millares de
prisioneros. En Italia, los aliados pasaron el río Po el
23 de abril, el 26 tomaron Milán y el 29 se firmó
en Caserta la rendición incondicional de la llamada
República Social Italiana encabezada por Mussolini. Al
desplomarse dicha república, Mussolini, acompañado
de algunos de sus adictos, trató de buscar su
salvación en la huida, intentando pasar la frontera suiza,
pero fue descubierto (28 de abril), brutalmente asesinado y su
cadáver ultrajado por las turbas, siendo luego llevado a
Milán, donde fue expuesto al público.
El 30 de abril, el almirante alemán Karl Doenitz
anunció, en un comunicado, el suicidio de
Hitler, ocurrido el 28, pocos días después del
arribo de los soviéticos a las puertas de Berlín, y
se proclamó sucesor suyo. Goebbels y Himmler se
suicidaron. Goering, Ribbentrop y el propio Doenitz quedaron
prisioneros de los aliados. El 8 de mayo Alemania se
rindió.
Caída de Japón:
Durante 1945, la guerra en Asia y en
Pacífico se caracterizó por la desesperada defensa
que adoptaron los japoneses, que ya se sentían dominados
por sus enemigos. Los estadounidenses no cesaban en su acoso,
poniendo en su ofensiva tanto tesón como en su resistencia
ponían los nipones. El 5 de abril, la URSS declaró
sin valor el Pacto
de Amistad que la
unía al Japón, entrando en guerra con ese
país, ya virtualmente vencido. La presión
aliada se acentuó día a día. El 6 de agosto,
la aviación estadounidense lanzó la primera bomba
atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, destruyendo
totalmente la población y causando más de cien mil
víctimas. El 8 de agosto fue arrojada sobre Nagasaki otra
bomba atómica, de efectos aún más
destructores que la primera. Los gobernantes japoneses,
anonadados por la magnitud de tales desastres, solicitaron la paz
el 15 de agosto. El 2 de septiembre, a bordo del acorazado
estadounidense Missouri, fondeado en la bahía de Tokio,
Japón firmó su rendición
incondicional.
La bomba atómica
Las armas nucleares son dispositivos explosivos, utilizados sobre
todo por militares, que liberan energía
nuclear a gran escala. La
primera bomba atómica (o bomba A) fue probada el 16 de
julio de 1945 cerca de Alamogordo, Nuevo México. Se
trataba de un tipo completamente nuevo de explosivo. Hasta ese
momento todos los explosivos obtenían su potencia de la
descomposición o combustión rápida de algún
compuesto químico. Las reacciones
químicas de este tipo sólo liberan la
energía de los electrones más externos del átomo.
En cambio, los explosivos nucleares ponen en juego la
energía contenida en el núcleo del átomo. La
bomba A obtenía su potencia de la
ruptura o fisión de los núcleos atómicos de
varios kilos de plutonio. Una esfera del tamaño de una
pelota de béisbol produjo una explosión equivalente
a 20.000 toneladas de Trinitrotolueno (TNT).
La bomba A se desarrolló, construyó y
probó en el marco del Proyecto
Manhattan. Se trataba de una extraordinaria empresa
estadounidense iniciada en 1942 durante la II Guerra
Mundial.
Terminada la guerra, la Comisión para la
Energía Atómica de los Estados Unidos se
responsabilizó de todas las cuestiones nucleares, incluida
la investigación armamentística. Se
construyeron otro tipo de bombas que obtenían la
energía de elementos más ligeros como el
hidrógeno. En ellas la reacción que proporciona la
energía es la fusión.
Durante este proceso los
núcleos de los isótopos de hidrógeno se
combinan y forman un núcleo, más pesado, de
helio.
La investigación en este campo dio como
resultado la producción de bombas cuya potencia oscila de
una fracción de kilotón (equivalente a 1.000
toneladas de TNT) hasta muchos megatones (equivalentes a un
millón de toneladas de TNT).
Además se ha reducido de forma drástica el
tamaño físico de las bombas, con lo que han podido
desarrollarse bombas
nucleares de artillería y pequeños misiles que
pueden ser disparados desde lanzadores portátiles en pleno
campo de batalla. Aunque en un principio se pretendía que
las bombas atómicas fuesen armas estratégicas
transportadas por grandes bombarderos, en la actualidad las armas
nucleares pueden utilizarse para diversos fines, tanto
estratégicos como tácticos.
Autor:
Victor Villaseca Estefo