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II Guerra Mundial



    Indice
    1. Antecedentes
    2.
    La Crisis Económica de 1929

    3.
    Política Exterior

    4.
    La guerra

    1.
    Antecedentes

    La Italia de
    Mussolini

    Finalizada la Primera Guerra
    Mundial (1914-1918), el rostro de Europa
    había sufrido notables transformaciones. En lugar de las
    17 monarquías y tres repúblicas que existían
    antes del conflicto,
    quedaron 13 monarquías y 14 gobiernos republicanos. El
    cambio de
    sistema
    político en gran parte de Europa, sumado a
    los estragos materiales
    ocasionados por la guerra, dio
    origen a un tiempo de
    inestabilidad política y social en
    muchos países de la región.
    Italia era una de
    las naciones que no había quedado muy conforme con la
    repartición de territorios hecha en virtud del Tratado de
    Versalles en 1919. Los italianos obtuvieron sólo los
    territorios de Trento y Trieste, cuando aspiraban a ganancias
    mucho mayores. Por otra parte, la miseria reinaba en los campos y
    la carestía azotaba las ciudades, haciendo crecer el
    descontento popular.
    Fue en medio de este panorama que los socialistas ganaron las
    elecciones de noviembre de 1919. Con ellos en el poder, y ante
    la ineficacia de los poderes públicos, el movimiento
    obrero cobró mayor fuerza y
    fábricas fueron tomadas por los trabajadores, llegando a
    producirse una verdadera sublevación social.

    El fascismo entra en
    Escena:
    Fue en el contexto antes descrito que surgió una figura
    dispuesta a hacer frente a los avances del marxismo:
    Benito Mussolini. Este hombre, que en
    su juventud
    había sido albañil, labrador, herrero, y maestro,
    pasaría a la historia como el forjador
    del fascismo,
    ideología que llegó a instaurar una
    de las dictaduras más implacables de la historia. Mussolini
    fundó en 1914 un periódico,
    "Il popolo d'Italia", tribuna que utilizó para incitar la
    entrada de Italia a la Primera Guerra. Al término del
    conflicto
    bélico, creó una unión de ex combatientes
    bautizada como "Fascio di combatimento". De este grupo
    nació el movimiento
    fascista, de cuño nacionalista y anticomunista. Los
    fascistas declararon la lucha al comunismo y al
    débil gobierno de la
    época, organizando expediciones a los pueblos italianos,
    donde obligaban a dimitir a los alcaldes socialistas.
    La Marcha de los "camisas negras": En mayo de 1921, Mussolini fue
    elegido diputado por Milán. Al año siguiente, el
    partido fascista se reunió, criticando ferozmente la
    neutralidad del gobierno en el
    conflicto "entre las fuerzas de la nación
    y las de la antinación". La cosa no quedó
    ahí, y llegaron a exigir la disolución del
    parlamento.
    Mussolini estaba dispuesto a llegar al poder.
    Organizó una movilización general de los fascistas,
    conocidos como los "camisas negras", que marcharon sobre Roma en octubre
    de 1922. Los edificios públicos cayeron en poder de ellos,
    sin ofrecer mayor resistencia. El
    gobierno quiso dictar el estado de
    sitio; sin embargo, el rey Víctor Manuel III no se
    atrevió a firmar el decreto, por miedo a desencadenar una
    guerra civil. De esta forma, el gobierno cayó,
    produciéndose una crisis que
    culminó con Mussolini a la cabeza de un nuevo Ministerio.
    Los camisas negras habían triunfado. Desde entonces, el
    poder
    ejecutivo quedó en manos del "Duce", apelativo que
    significa líder y
    que identificó a Mussolini durante su vida
    pública.
    Mussolini implantó una dictadura
    fascista definitivamente en 1925. Su régimen fue
    nacionalista y totalitario. La economía se
    organizó en base a corporaciones gremiales que agrupaban a
    obreros y patrones. El corporativismo es una de las características principales que
    identificaron al fascismo. La preparación militar de la
    población fue otro de los objetivos de
    Mussolini. Ya los niños
    pequeños, de cinco a 12 años, comenzaban a ser
    educados en este espíritu en las milicias. También
    había milicias de adolescentes
    entre 12 y 18 años, y otra para jóvenes mayores de
    18.
    Mussolini logró algunos éxitos económicos en
    cuanto a aumentos de producción y gobernó como amo y
    señor de Italia, destruyendo a todos los partidos no
    fascistas y a sus adversarios políticos.

    2. La Crisis
    Económica de 1929

    1929 está marcado en el calendario de la historia
    como el inicio de la crisis económica que sumió en
    la pobreza y
    la desesperación a millones de personas. La
    catástrofe financiera se inició en Estados Unidos,
    se expandió luego a Europa y terminó abarcando todo
    el mundo.
    Para comprender las causas de este terremoto económico, es
    necesario retroceder algunos años. En el período
    que siguió a la Primera Guerra mundial
    fue necesario reparar los daños que había provocado
    el conflicto y en ello se ocuparon prácticamente todas las
    fuerzas de trabajo. En los inicios de la década de 1920
    hubo gran prosperidad, por lo que la gente pensó que
    bonanza y paz eran dos términos que iban de la mano. Las
    fábricas aumentaron su producción y nuevas mercaderías se
    ofrecieron a las masas. La industria
    experimentó un auge que algunos han equiparado con una
    nueva fase de la Revolución
    Industrial.
    Por otra parte, muchas personas tuvieron acceso a los productos
    ofrecidos gracias a un sistema de
    créditos. A nivel internacional, los
    créditos también jugaron un papel de gran
    importancia, ya que muchos de los proyectos de
    reconstrucción contaban con este tipo de financiamiento. El mismo pago de las
    indemnizaciones de guerra exigidas a Alemania, en
    virtud del Tratado de Versalles, era realizado gracias a una
    importante corriente de préstamos provenientes, sobre
    todo, de Estados Unidos y
    Gran Bretaña.
    La corriente de créditos enviada desde Estados Unidos
    hacia Europa fue la causa principal del ambiente de
    prosperidad en el viejo continente. Pero la situación
    sólo podía mantenerse si los préstamos
    continuaban llegando. Estados Unidos era entonces el gran soporte
    del bienestar. Sin embargo, en el plano económico interno,
    la prosperidad que se vivía en ese país no
    poseía fundamentos muy sólidos. Todos
    querían enriquecerse y, cual más cual menos,
    especulaba en la bolsa de valores
    y el precio de las
    acciones
    alcanzó valores
    estratosféricos.
    El 19 de octubre de ese mismo año los indicadores de
    cotizaciones de la Bolsa de Valores
    de Nueva York
    entraron en una actividad febril. Los precios de las
    acciones
    cayeron como una avalancha, creando pánico en el mundo de
    las finanzas. Los
    banqueros y hasta el propio Presidente trataron de restaurar la
    confianza del público, asegurando que la crisis
    terminaría. Pero la realidad fue otra, llegando a ser
    caótica. Muchos perdieron sumas enormes de dinero y la
    cesantía causó estragos. Se dice que la cifra de
    desempleados llegó a 16 millones en 1932.
    Esta crisis repercutió en Europa y el resto del mundo.
    Estados Unidos ya no estaba en condiciones de seguir haciendo
    inversiones en
    el extranjero y el colapso se extendió rápidamente.
    La consecuencia inmediata fue la miseria de millones de personas,
    y el resultado último, que esta gente desesperada fue
    presa fácil de doctrinas totalitarias que les
    prometían recuperación material y empleo a corto
    plazo. Esta situación puede ayudar a comprender
    cómo cobraron vigor los nazis, en Alemania, con
    Adolfo Hitler a
    la cabeza.

    Hitler rumbo al poder
    Al cabo de la Primera Guerra
    Mundial
    , Alemania se había transformado
    en una República, cuyo primer Presidentes fue Federico
    Ebert. Este político, del ala derecha del socialismo,
    asumió el cargo en 1919. La tarea de gobernar no era
    fácil y muchos grupos
    políticos se disputaban el poder en ese entonces. Entre
    ellos se encontraban los socialistas y los comunistas.
    En medio de un clima de crisis
    económica social, durante la década de 1920 se
    produjeron varios intentos golpistas. Entre ellos hay uno que
    mencionaremos por la importancia que más tarde
    alcanzó su protagonista. Se trata del fallido golpe
    realizado en 1923 por el presidente del Partido Nacional
    Socialista, Adolfo Hitler, con el
    apoyo de militares ultra derechistas como el general Erich von
    Ludendorff. Fracasado este levantamiento, Hitler fue a dar
    a la cárcel. Al ser liberado, decidió intentar la
    conquista del poder por la vía legal.
    Hitler y sus ideas: Adolfo Hitler
    nació el 20 de abril de 1889 en Braunau, en la frontera
    germano-austriaca. Hitler actuó guiado por una particular
    visión ideológica, sin asidero científico
    alguno. Postulaba que según los leyes naturales,
    los más fuertes debían imponerse a los más
    débiles. También consideraba que existía una
    tendencia natural hacia la duración de las razas, idea en
    la que se basó para luchar por la pureza de la raza aria ,
    tronco étnico de lo germanos. A juicio de Hitler, los
    arios eran una raza privilegiada "forjadora de cultura". Los
    judíos, en cambio,
    representaban para él un pueblo destructor de esa cultura.
    Hitler veía en el antisemitismo un fundamento de su
    misión
    histórica. No en vano pensaba que, al defenderse de los
    judíos, estaba colaborando con la obra del Señor.
    Esto le llevó a desencadenar una implacable
    persecución, que comenzó por despojar a los
    judíos de sus bienes,
    continuó con su discriminación en todos los aspectos y
    culminó con cinco millones de víctimas en los
    campos de concentración.
    Según Hitler, la naturaleza
    demostraba que existían individuos superiores a otros. Por
    eso, el Estado
    debía organizarse en base a un principio
    aristocrático, donde la autoridad
    estaría en manos del líder,
    de especial capacidad, en el cual el pueblo depositaría su
    confianza. Esto explica que Hitler utilizara el título de
    Führer, o líder, en el régimen totalitario que
    logró instaurar. Por último, es necesario mencionar
    que el Führer consideraba fundamental para el porvenir de
    Alemania la conquista de un "espacio vital" en Europa, lo que
    implicaba la expansión territorial.
    La oportunidad de triunfo se presentó para los nazis tras
    la crisis económica desatada el año 1929. La
    población estaba angustiada por la falta de
    trabajo y muchos capitalistas veían con temor el avance de
    los comunistas, que se habían hecho más fuertes
    después de la Revolución
    Rusa. Además, había en el ejército un
    deseo revanchista, provocado por la dura humillación que
    Alemania había sufrido en la Primera Guerra
    Mundial. Por todo esto, la idea nazi comenzó a ser
    captada con simpatía por parte de las masas alemanas, que
    quería recuperar su orgullo nacional. Así, tras
    algunos períodos de pugnas políticas,
    el Presidente Paul von Hindenburg entregó a Hitler la
    jefatura del gobierno.
    A los seis meses de gobierno, Hitler había logrado
    uniformar la política y la
    administración del país. También
    creó el Ministerio de Propaganda, a
    cargo de Joseph Goebbels. Pero eso no era suficiente, pues en el
    Parlamento aún existía gente en contra de esas
    ideas. Poco a poco los nazis fueron ganando terreno y se
    apoderaron de los puestos claves. Hermann Goering, comisario de
    la aviación nacionalsocialista, creó un cuerpo
    especial de policía, con 80 mil hombres. Se trataba de la
    tristemente célebre Gestapo (Geheime Staatspolizei, o
    Policía Secreta del Estado
    Nacionalsocialista). Otro organismo del mismo tipo fue la
    policía nazi de élite S.S (Schutz staffel). Ambas
    sembraron terror entre los enemigos de Hitler.
    Hitler consiguió finalmente que el Presidente Hindenburg
    le autorizara disolver el Parlamento y llamar a elecciones para
    el 5 de marzo de 1933.

    3. Política
    Exterior

    Mientras tanto, la política internacional del
    Führer se concretaba en un pacto anticomunista con Japón,
    sellado en noviembre de 1936. Ese mismo año la Italia de
    Mussolini había ocupado militarmente Addis Abeba, capital de
    Abisinia, nación
    africana que hoy lleva el nombre de Etiopía. La
    acción fue condenada por Francia e
    Inglaterra,
    así es que Italia se acercó más a Alemania.
    Esta amistad
    quedó aún más de manifiesto cuando ambos
    países prestaron decidido apoyo al levantamiento de
    Francisco Franco contra el gobierno republicano de España, en
    1936. Alemania e Italia entregaron material de guerra a Franco y
    también enviaron tropas especializadas a combatir en
    suelo español.
    Las otras potencias no quisieron provocar un enfrentamiento
    directo y se abstuvieron de intervenir en la lucha. Sólo
    Checoslovaquia y la Unión Soviética (ambos
    países desaparecidos actualmente) se sustrajeron en parte
    a esa política de no intervención. A pesar de lo
    anterior, se dice que la Guerra Civil Española fue una
    especie de campo de prueba, en el que se ensayaron las armas que luego
    habrían de usarse en la Segunda Guerra
    Mundial.

    En 1937, Italia adhirió al pacto contra la
    propagación de los comunistas que ya habían firmado
    Alemania y Japón.
    Los bloques ya se perfilaban con nitidez. (En la imagen: Hitler y
    Mussolini después del pacto).
    Hitler siguió adelante y en 1938 Alemania anexó
    Austria a su territorio. En marzo de 1939 ocupó sin
    resistencia
    Bohemia y Moravia. Dos meses más tarde firmó el
    "Pacto de Acero" con
    Mussolini, por el cual Alemania e Italia se comprometieron a
    prestarse ayuda militar en caso de guerra. El Eje Berlín
    Roma quedó
    así sellado definitivamente. En agosto del mismo
    año, Hitler logró que la Unión
    Soviética firmase un pacto de no agresión con
    Alemania. Ello permitiría al Führer atacar Polonia,
    sin temor a una intervención soviética en el frente
    oriental. De esta forma, Adolfo Hitler tuvo el camino despejado.
    El estallido de la guerra era sólo cuestión de
    tiempo.

    4. La
    guerra

    Invasión a Polonia
    El 1º de septiembre de 1939 señaló el inicio
    de las hostilidades que desencadenarían, más tarde,
    la Segunda Guerra
    Mundial. En la madrugada de ese día, Alemania
    invadió Polonia, culminando así una prolongada
    campaña de agresiones. Gran Bretaña, que meses
    antes se había comprometido a garantizar las fronteras
    polacas, declaró la guerra a Alemania y, a
    continuación, Francia hizo
    lo mismo.
    Es necesario recordar que al terminar el 31 de agosto
    subsistían aún vestigios de negociación. Hitler había aceptado
    recibir a un enviado plenipotenciario polaco, en tanto que
    Mussolini lograba un principio de entendimiento para celebrar una
    conferencia
    internacional orientada a arreglar todos los asuntos europeos en
    litigio. Esa noche Europa durmió mejor que las noches
    anteriores, en el convencimiento de que estaba franqueado el
    punto crítico de la crisis y que, una vez más, la
    paz sería la salvación del mundo.
    Sin embargo, antes de la salida del sol del 1º de septiembre
    de 1939 las unidades blindadas alemanas cruzaron la frontera y
    cientos de bombas cayeron
    sobre las ciudades polacas. En cosa de horas fueron destruidos
    los aeródromos, puentes, caminos, vías
    férreas y la escasa fuerza
    aérea polaca. El impacto fue grande en toda Europa. Las
    radios nazis difundían noticias minuto a minuto, diciendo
    que su territorio había sido violado y que las
    minorías germanas en Polonia sufrían matanzas,
    situación que había obligado al ejército a
    intervenir. También se decía que Alemania no
    pretendía declarar la guerra, sino que se trataba de una
    expedición de castigo.

    Hasta entonces se suponía que Alemania estaba
    todavía bajo el régimen del Tratado de Versalles,
    que había limitado sus tropas a un máximo de cien
    mil soldados profesionales, distribuidos en 10 pequeñas
    divisiones de infantería y caballería, y le
    habían prohibido tener armas acorazadas,
    artillería pesada, aviación y un Estado Mayor. En
    1935, con la restauración del servicio
    militar obligatorio, Hitler había desobedecido esa
    imposición y desde ese momento inició un plan de rearme.
    En todo caso, Hitler había tomado mucho antes la
    decisión de invadir Polonia, pero siempre se las
    había arreglado para esconder sus propósitos y para
    distraer la atención de sus potenciales enemigos. El 31
    de agosto de 1939 dio curso al llamado Fall Weiss o Plan Blanco, que
    debería comenzar el día siguientes a las 4:45
    horas. Previamente, tres ejércitos se habían
    emplazado a lo largo de la frontera con Polonia.
    En esta oportunidad, Alemania empleó una táctica
    que luego sería conocida como guerra relámpago,
    sistema que más tarde aplicaría en múltiples
    oportunidades contra las naciones que invadió. La
    resistencia polaca fue casi nula, ya que el mismo día del
    ataque germano quedó sin fuerza aérea y con sus
    tropas desalentadas. En dos semanas Alemania aniquiló
    todos los esfuerzos de defensa. Antes de un mes, Polonia
    desaparecía del mapa. La Unión Soviética
    aprovechó toda esta confusión y ocupó la
    parte oriental del país así invadido. Un acuerdo
    posterior entre el Premier soviético José Stalin y
    Hitler determinó el reparto de Polonia.
    También en esa época la URSS se anexó
    Lituania, Estonia y Letonia.

    Desequilibrio de las fuerzas

    Fracasados todos los intentos diplomáticos, y
    ante la eficacia de la
    guerra relámpago empleada por los alemanes en Polonia,
    Europa se estremeció. El éxito
    de la aviación germana y de las "panzerdivisionen"
    (divisiones de tanques) causaron un deprimente efecto
    sicológico en los países democráticos, que
    se acrecentó con el ataque soviético a
    Finlandia.
    En algunas armas estratégicas, las naciones aliadas
    (Inglaterra y
    Francia) se encontraban en inferioridad de condiciones con
    respecto a Alemania. El 3 de septiembre de 1939, cuando esos
    países declararon la guerra a Alemania, sólo
    evidenciaban superioridad naval. Pero tanto los buques ingleses
    como franceses estaban insuficientemente armados como para
    oponerse con eficacia a los
    bombardeos en picada de la Fuerza Aérea
    germana.

    El Temple Británico

    Fue en Inglaterra donde las fuerzas nazis encontraron la
    más enconada resistencia. El pueblo inglés,
    consciente de la superioridad bélica de sus enemigos, pero
    también confiado en su temple, se unió en torno al
    estadista conservador Winston Churchill y preparó la
    defensa. Con una buena parte de Europa ocupada por sus
    ejércitos, Hitler guió sus pasos hacia Londres. La
    estrategia era
    bombardear la capital y
    así provocar un rápido rendimiento de los ingleses
    que, con un ejército menor y una aviación escasa,
    serían, según éste, fácilmente
    reducidos.
    En el invierno de 1940 los aviones alemanes emprendieron vuelo
    hacia territorio inglés
    sin tener suficiente apoyo naval. La defensa antiaérea
    británica emprendió la mayoría de los
    ataques, y muchos de los modernos aviones germanos sucumbieron en
    las aguas del Canal de La Mancha. Los intentos alemanes por
    conquistar esos territorios se prolongaron hasta el año
    siguiente. Mientras tanto, Inglaterra recibía el apoyo de
    Estados Unidos, donde el Presidente Franklin D. Roosevelt
    había hecho aprobar una ley de
    préstamos y arrendamientos, en virtud de la cual
    Inglaterra podía recibir todos los elementos que
    necesitaba para su defensa. El auxilio estadounidense fue
    fundamental. Flotas mercantes, escoltadas por naves de guerra,
    cruzaron el Atlántico llevando alimentos y
    material bélico, en medio de la hostilidad de la armada
    nazi.

    Día y noche los bombarderos alemanes dejaban caer
    sobre las ciudades, puertos y fábricas británicos,
    miles de toneladas de bombas. La
    propaganda
    nazi, transmitida a través de potentes ondas de radio,
    intentó pero no pudo doblegar la resistencia
    inglesa.

    Otros acontecimientos:
    Mientras Alemania consolidaba la ocupación en diferentes
    latitudes y malgastaba sus tropas en Gran Bretaña, en
    varios lugares de Europa se producían otras situaciones.
    Italia, unida a Alemania por la alianza suscrita el 22 de mayo de
    1939, llamada "Pacto de Acero",
    pretendió mantener una actitud de no
    beligerancia. Con su declaración de guerra a Francia, en
    julio de 1940, Mussolini no obtuvo ni la flota ni las colonias
    francesas que pretendía. Hitler prescindió de su
    aliado, cuyo ejército no era de los mejores. La
    Unión Soviética, mientras tanto, sin gastar un
    tiro, se anexó los países bálticos: Estonia,
    Lituania y Letonia. También quitó a Rumania los
    territorios de Besarabia y Bukovina. Tiempo después
    Rumania fue obligada por Alemania a ceder otras regiones a
    Hungría y Bulgaria, que eran sus aliadas.

    Invasión a Rusia:
    Las relaciones germano-soviéticas se rompieron en junio de
    1941. Viendo que resultaba casi imposible vencer la resistencia
    británica, Hitler cambió sus planes y, rompiendo
    una vez más sus compromisos, declaró la guerra e
    invadió la Unión Soviética. En esta empresa le
    secundaron Italia, Rumania, Hungría y Finlandia,
    más un grueso contingente de voluntarios enviados por el
    dictador español
    Francisco Franco y fuerzas proporcionadas por el general
    francés Felipe Petain.
    Los soviéticos resistieron la embestida utilizando el
    mismo plan con el cual habían derrotado a Napoleón
    Bonaparte. Al igual que en esa ocasión, el invierno
    ruso fue fatal para las tropas nazis. Los ejércitos de
    Hitler conquistaron, arrasaron y se posesionaron de muchas
    ciudades soviéticas y alcanzaron a llegar hasta muy cerca
    de Moscú, la capital. Bien avanzado el invierno, se
    produjo una contraofensiva soviética encabezada por el
    mariscal Georgi Zukov, quien obligó a retroceder a las
    tropas germanas. Este fue el primer fracaso de Hitler.

    Caen Noruega, Bélgica y Francia
    Las tropas hitlerianas se mantuvieron en acción hasta el
    término de 1939, afianzando posiciones ya ocupadas.
    Mientras tanto, la industria
    bélica se encargaba con gran rapidez de fabricar
    más armas, y los oficiales de adiestrar un mayor
    contingente de soldados. Definidos los cuadros armados, el
    teatro de
    operaciones se
    amplió a comienzos de abril de 1940, cuando Alemania
    penetró en territorios de Dinamarca y Noruega. Los daneses
    no opusieron resistencia y se entregaron a los ejércitos
    germanos. Noruega, en cambio defendió duramente sus
    posiciones antes de capitular. Paralelamente, en otro frente, la
    ofensiva se desencadenó sobre Holanda y Bélgica.
    Más de 120 divisiones, 7 mil 500 tanques y mil 500 aviones
    de caza y 3 mil 500 bombarderos irrumpieron hacia el Mar del
    Norte, encontrando seria oposición en los ejércitos
    belgas.

    Francia acudió en defensa de Bélgica, pero
    sus intentos fracasaron. Fueron los mismos franceses, con
    tácticas erradas de combate, los que dieron la oportunidad
    a las tropas de Hitler de penetrar en su territorio.
    La disposición táctica de los aliados
    permitió que se produjera una enorme brecha entre las
    ciudades francesas de Namur y Sedán, por donde entraron
    los tanques alemanes, acorralando tanto a los belgas como a las
    mejores divisiones francesas y a un cuerpo expedicionario
    inglés que había concurrido a prestar ayuda. La
    resistencia no obtuvo los resultados esperados y el 27 de mayo
    capituló Bélgica, en tanto que los ingleses
    tuvieron que ser embarcados a través del puerto de
    Dunkerque.
    La aplanadora germana continuó camino por territorio
    francés. Sobre la llamada línea del río
    Somme se intentó la defensa, pero ésta fue
    aniquilada. Se produjo un total desconcierto en las tropas
    francesas, en tanto que la población civil vio con
    pánico lo que se venía encima, recordando la
    destrucción de Varsovia y Amsterdam por la fuerza
    aérea alemana.
    El 14 de junio cayó París en poder de las tropas
    nazis. El gobierno se había instalado con anterioridad en
    la ciudad de Burdeo, desde donde reclamó la ayuda de
    Estados Unidos, que hasta ese momento se mantenía neutral.
    Francia se rindió a Alemania el 22 de junio de 1940.
    Después del armisticio firmado en la zona de la Compiegne,
    Francia quedó dividida en dos: el territorio
    atlántico, ocupado por Alemania, y el mediterráneo,
    regido por los propios franceses.

    Ataque a Pearl Harbour
    Hasta casi el final de 1941, la guerra se había
    circunscrito a los países europeos. Incluso las acciones
    bélicas (con algunas excepciones en Africa) se
    habían desarrollado enteramente entre las naciones
    llamadas aliadas y en aquellas que, sin haber estado en
    beligerancia, fueron invadidas por las tropas
    alemanas.

    En diciembre de ese mismo año entraron en escena
    otras dos potencias: Japón y Estados Unidos. Ambos
    países mantenían discrepancias desde que
    Japón, en el otoño de 1940, instaló tropas
    en Indochina. Durante todo ese año y hasta bien avanzado
    el 1941, se intentaron arreglos diplomáticos sobre el
    dominio del
    Pacífico. Se pretendía llegar a un pacto de no
    agresión. En octubre de 1941 asumió la jefatura de
    gobierno en Japón el general belicista Hideki Tojo, quien
    demostró muy pronto sus intenciones de no ceder ante
    Estados Unidos.
    El 8 de diciembre de ese año, y mientras se realizaban
    negociaciones diplomáticas en Washington, la
    aviación japonesa bombardeó y aniquiló gran
    parte de la flota estadounidense del Pacífico, que se
    encontraba en el puerto de Pearl Harbour, en las islas de Hawai.
    Al mismo tiempo, cayeron en manos japonesas las bases navales en
    Wake y Guam. El 25 de ese mes cayó Hong Kong y más
    tarde Filipinas, Singapur, Birmania y Java.
    El ataque a Pearl Harbour provocó consternación y
    repudio en el pueblo estadounidense y en todo el continente
    americano. En la conferencia
    celebrada en La Habana en enero de 1942, las naciones de América
    solidarizaron con Estados Unidos. Esto significó la
    declaración de guerra no tan sólo a Japón
    sino también a los países del Eje.
    El gigante americano, que parecía dormido y que
    sólo había intervenido en la guerra para prestar
    ayuda solidaria a Inglaterra, despertó de su letargo. El
    país enteró se movilizó. Miles de
    jóvenes se alistaron en las fuerzas armadas, las industrias
    comenzaron a producir grandes cantidades de cañones,
    tanques, barcos y aviones. El año 1942 encontraría
    a Estados Unidos en plena lucha.

    Alemania Ataca Stalingrado
    A fines de 1941, los alemanes iniciaron un repliegue en el frente
    ruso. Cuando realizaban estas maniobras, fueron atacados
    sorpresivamente por los soviéticos, cuyo avance
    sólo se detuvo a principios de
    enero de 1942, ante la línea principal de defensa germana.
    Con la ofensiva rusa colaboraban partidas de guerrilleros que,
    atacando en la retaguardia alemana, cortaban las comunicaciones, asaltaban puestos de mando, etc.
    Todo esto se agravó por la extrema crudeza de aquel
    invierno, que causó muchas bajas en las tropas de Hitler,
    sin medios para
    soportar los bajas temperaturas. Este ataque ruso modificó
    en algo la línea defensiva del enemigo, pero en una
    proporción mínima y al costo de grandes
    pérdidas.
    Hitler había decidido atacar Rusia en 1942, partiendo
    desde la península de Crimea, en esos momentos en manos de
    los
    rusos. El 8 de marzo, Alemania atacó y cortó en dos
    la península. Los rusos se rindieron el 20 de marzo.
    El 28 de junio, Alemania inició su avance contra la URSS
    en un frente de 300 kilómetros. La formidable maza
    acorazada germana rompió el frente ruso e inició un
    avance que parecía incontenible. Conquistó una
    serie de posiciones estratégicas en su marcha al objetivo
    principal, la ciudad de Stalingrado, importante no sólo
    por su ubicación estratégica, sino por su
    producción industrial. A mediados de septiembre, alemanes
    y rusos se encontraban frente a frente en la ciudad,
    después de varias y reñidas operaciones
    preparatorias. Los rusos pusieron todo su ardor en la defensa,
    que fue una de las más tenaces de los tiempos modernos. A
    fines de octubre, los alemanes eran dueños de casi toda la
    ciudad, defendida palmo a palmo por sus habitantes. A mediados de
    noviembre, los alemanes abandonaron una ofensiva tan pobre en
    resultados que no les había dado más que la
    posesión de una ciudad arruinada, que sostenían de
    una manera precaria y cuyas operaciones de conquista
    habían casi agotado sus fuerzas. Los rusos, aún con
    las pérdidas sufridas, quedaron con disponibilidad de
    reserva que pronto utilizarían en contra de un enemigo
    exhausto. Así fue como el 20 de noviembre,
    los soviéticos emprendieron una gran ofensiva en un amplio
    frente. Los alemanes debieron retroceder en varios sectores, y el
    ejército germano que cercaba Stalingrado quedó
    encerrado, sin posibilidades de ayuda y condenado a la
    rendición o el aniquilamiento.

    5. Derrumbe del
    fascismo

    Hasta 1942, la pugna entre los aliados y los integrantes del Eje
    permanecía en un punto muerto, sin que la balanza se
    inclinara en uno u otro sentido. Pero a partir de 1943,
    ésta comenzó a cargarse en favor de los aliados: en
    el Extremo Oriente, luego de extender al máximo su sistema
    ofensivo, los japoneses debieron abandonar algunas posiciones
    ante la avanzada del general norteamericano Douglas Mac Arthur.
    En Rusia la situación general de los ejércitos
    alemanes, fuerte aún, ya no les permitía pensar en
    grandes ofensivas. En Africa, las
    fuerzas del Eje, antes arrolladoramente invasoras, a principios de
    año se hallaban acosadas y a la defensiva.

    Durante todo 1943, los rusos mantuvieron la iniciativa
    en las operaciones interrumpiéndolas sólo en la
    época de deshielo. En enero prosiguió con mayor
    intensidad la ofensiva rusa iniciada a fines de noviembre de
    1942. Se combatió en todo el frente y, a fines de mes, se
    consiguió levantar el cerco de Stalingrado, alejando
    progresivamente a los alemanes de los alrededores de la ciudad.
    El 2 de febrero siguiente la guarnición alemana de
    Stalingrado se rindió.
    Con las fuerzas que quedaron libres, los rusos reforzaron su
    ofensiva, derrumbando el frente alemán. Las tropas
    germanas empezaron a perder, unos tras otros, puntos conquistados
    en años anteriores. Pero un contraataque alemán
    posterior hizo abandonar a los soviéticos parte del
    terreno conquistado.
    En julio de 1943, una crisis política en Italia, provocada
    por el fracaso de sus empresas
    militares, derribó a Mussolini y con él cayó
    el régimen fascista. El mariscal Pietro Badoglio
    formó nuevo gobierno y se dispuso a entrar en trato con
    los aliados. El 3
    de septiembre se concertó un armisticio, que no se hizo
    público hasta el día 8. Los alemanes, en conocimiento
    de este acuerdo, ocuparon el norte de Italia, Roma y sus
    aeródromos. Casi sin resistencia, las tropas italianas
    fueron desarmadas. De paso, los nazis ocuparon los países
    balcánicos (Grecia,
    Yugoslavia y Albania).
    El 3 de septiembre, las fuerzas aliadas habían
    desembarcado en territorio de la península italiana,
    partiendo desde la isla de Sicilia. Los germanos bajaron desde el
    norte para repelerlos, poniendo en grave aprieto a los aliados,
    que pudieron sostenerse en la costa gracias a los efectos de la
    artillería gruesa de la escuadra. La situación, sin
    embargo, no se definió en favor de ninguno de los bandos,
    sino que se estabilizó momentáneamente.
    Los alemanes, entonces, crearon un gobierno republicano fascista,
    al frente del cual pusieron a Mussolini que, prisionero de
    los aliados, fue liberado novelescamente, por vía
    aérea, de su prisión en una montaña. El
    gobierno de Badoglio, reconocido como "co-beligerante" por los
    aliados, declaró al guerra a Alemania. A fines de
    septiembre, los aliados iniciaron su ofensiva en la
    península. Tras algunos vaivenes, a finales de noviembre
    ésta obligó a los germanos a replegarse a una nueva
    línea de defensa. A fines de ese año, el frente
    italiano entró en un período de inactividad.
    En Yugoslavia, entretanto, recrudeció la rebeldía
    antialemana, sostenida por las partidas guerrilleras encabezadas
    por Josip Broz, más conocido como Tito. Tito había
    surgido en 1941 como cabecilla guerrillero contra la fuerzas de
    ocupación del Eje. Sus exitosas incursiones inmovilizaron
    las grandes fuerzas del Eje en Yugoslavia, y en 1943 controlaba
    grandes áreas con su ejército de más de 200
    mil hombres. En 1944, con el apoyo total de la URSS, Inglaterra y
    los Estados Unidos, pasó a controlar
    Yugoslavia.

    Desembarco en Normandía
    En enero de 1944, los norteamericanos avanzaron hacia la ciudad
    italiana de Cassino, situada en el centro de la península,
    y la tomaron. Roto el frente alemán, una serie de
    poblaciones cayeron en su poder. Sucesivos repliegues de los
    alemanes les permitieron avanzar y, el 4 de junio, los aliados
    ocuparon Roma.

    Después de una intensa preparación,
    manifestada por duros y continuos bombardeos aéreos del
    norte de Francia y de todos los más importantes centros de
    producción de Alemania, el 6 de junio de 1944, fecha
    conocida como el Día D, se inició el desembarco
    aliado en la costa francesa de Normandía, la más
    compleja operación militar en la historia. Esta
    operación tuvo por teatro una zona
    de más de 160 kilómetros de extensión, e
    involucró más de cuatro mil embarcaciones aliadas.
    Se abría así un segundo frente, que
    contribuyó a aliviar la presión
    sobre el frente ruso. Grupos de
    paracaidistas habían sido lanzados en la noche de 5 al 6,
    muchos de los cuales fueron aniquilados. Con el apoyo de la
    gruesa artillería de su escuadra y los ataques de la
    aviación, los aliados pudieron extender y consolidar sus
    posiciones, y ya el día 10 ocupaban una extensa zona. Los
    aliados estaban bajo el mando supremo de general Eisenhower; los
    alemanes, bajo bajo la dirección de Rommel. El avance aliado, pese
    a sufrir algunos contratiempos, fue incontenible, y el 27 de
    agosto fue ocupado París, en combinación con las
    fuerzas de la resistencia interior francesa, que se habían
    sublevado días antes. Mientras tanto, la costa francesa
    recibía continuos desembarcos de tropas inglesas,
    estadounidenses y canadienses, que contribuían a
    consolidar las posiciones arrebatadas a los nazis. Hacia fines de
    1944, Francia y Bélgica habían sido liberadas. La
    guerra se desplazo hacia los Países Bajos (Holanda) y
    Alemania misma, cuyos centros industriales fueron aniquilados por
    la fuerza aérea de sus enemigos. El 16 de diciembre de
    1944, los alemanes intentaron una contraofensiva en el frente
    ruso, pero fue contenida. El 17 de enero de 1945, los
    soviéticos se adueñaron definitivamente de
    Varsovia, estableciendo en ella un gobierno subordinado.
    El 20 de enero de ese mismo mes impusieron un armisticio al
    gobierno húngaro que, como el polaco, seguía las
    directrices que le marcaban los rusos. Estos, tras la
    ocupación de Varsovia, entraron en Prusia Oriental y en
    Silesia, marchando en dirección del conflictivo Danzig. El 6 de
    febrero invadieron Pomerania y Brandeburgo, territorios alemanes.
    El 21 de abril hicieron su entrada en los suburbios de
    Berlín y el 2 de mayo conquistaron el corazón
    mismo de la ciudad.
    Ante el cariz de tomaban los acontecimientos en Europa,
    representantes de los Estados Unidos, Inglaterra y Rusia se
    reunieron en Yalta (4 de febrero de 1945), localidad de Crimea,
    para acordar la línea de conducta a
    seguir. La Conferencia duró ocho días y en ella se
    acordó el aniquilamiento de Alemania.

    Caen Alemania y Japón
    Mientras tanto, el cerco de Alemania en el frente occidental se
    apretaba y los aliados invadían por todas partes el
    territorio germano. En poder de los estadounidenses quedaron
    Nuremberg, otras importantes localidades y millares de
    prisioneros. En Italia, los aliados pasaron el río Po el
    23 de abril, el 26 tomaron Milán y el 29 se firmó
    en Caserta la rendición incondicional de la llamada
    República Social Italiana encabezada por Mussolini. Al
    desplomarse dicha república, Mussolini, acompañado
    de algunos de sus adictos, trató de buscar su
    salvación en la huida, intentando pasar la frontera suiza,
    pero fue descubierto (28 de abril), brutalmente asesinado y su
    cadáver ultrajado por las turbas, siendo luego llevado a
    Milán, donde fue expuesto al público.
    El 30 de abril, el almirante alemán Karl Doenitz
    anunció, en un comunicado, el suicidio de
    Hitler, ocurrido el 28, pocos días después del
    arribo de los soviéticos a las puertas de Berlín, y
    se proclamó sucesor suyo. Goebbels y Himmler se
    suicidaron. Goering, Ribbentrop y el propio Doenitz quedaron
    prisioneros de los aliados. El 8 de mayo Alemania se
    rindió.

    Caída de Japón:

    Durante 1945, la guerra en Asia y en
    Pacífico se caracterizó por la desesperada defensa
    que adoptaron los japoneses, que ya se sentían dominados
    por sus enemigos. Los estadounidenses no cesaban en su acoso,
    poniendo en su ofensiva tanto tesón como en su resistencia
    ponían los nipones. El 5 de abril, la URSS declaró
    sin valor el Pacto
    de Amistad que la
    unía al Japón, entrando en guerra con ese
    país, ya virtualmente vencido. La presión
    aliada se acentuó día a día. El 6 de agosto,
    la aviación estadounidense lanzó la primera bomba
    atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, destruyendo
    totalmente la población y causando más de cien mil
    víctimas. El 8 de agosto fue arrojada sobre Nagasaki otra
    bomba atómica, de efectos aún más
    destructores que la primera. Los gobernantes japoneses,
    anonadados por la magnitud de tales desastres, solicitaron la paz
    el 15 de agosto. El 2 de septiembre, a bordo del acorazado
    estadounidense Missouri, fondeado en la bahía de Tokio,
    Japón firmó su rendición
    incondicional.

    La bomba atómica
    Las armas nucleares son dispositivos explosivos, utilizados sobre
    todo por militares, que liberan energía
    nuclear a gran escala. La
    primera bomba atómica (o bomba A) fue probada el 16 de
    julio de 1945 cerca de Alamogordo, Nuevo México. Se
    trataba de un tipo completamente nuevo de explosivo. Hasta ese
    momento todos los explosivos obtenían su potencia de la
    descomposición o combustión rápida de algún
    compuesto químico. Las reacciones
    químicas de este tipo sólo liberan la
    energía de los electrones más externos del átomo.
    En cambio, los explosivos nucleares ponen en juego la
    energía contenida en el núcleo del átomo. La
    bomba A obtenía su potencia de la
    ruptura o fisión de los núcleos atómicos de
    varios kilos de plutonio. Una esfera del tamaño de una
    pelota de béisbol produjo una explosión equivalente
    a 20.000 toneladas de Trinitrotolueno (TNT).

    La bomba A se desarrolló, construyó y
    probó en el marco del Proyecto
    Manhattan. Se trataba de una extraordinaria empresa
    estadounidense iniciada en 1942 durante la II Guerra
    Mundial.

    Terminada la guerra, la Comisión para la
    Energía Atómica de los Estados Unidos se
    responsabilizó de todas las cuestiones nucleares, incluida
    la investigación armamentística. Se
    construyeron otro tipo de bombas que obtenían la
    energía de elementos más ligeros como el
    hidrógeno. En ellas la reacción que proporciona la
    energía es la fusión.
    Durante este proceso los
    núcleos de los isótopos de hidrógeno se
    combinan y forman un núcleo, más pesado, de
    helio.
    La investigación en este campo dio como
    resultado la producción de bombas cuya potencia oscila de
    una fracción de kilotón (equivalente a 1.000
    toneladas de TNT) hasta muchos megatones (equivalentes a un
    millón de toneladas de TNT).
    Además se ha reducido de forma drástica el
    tamaño físico de las bombas, con lo que han podido
    desarrollarse bombas
    nucleares de artillería y pequeños misiles que
    pueden ser disparados desde lanzadores portátiles en pleno
    campo de batalla. Aunque en un principio se pretendía que
    las bombas atómicas fuesen armas estratégicas
    transportadas por grandes bombarderos, en la actualidad las armas
    nucleares pueden utilizarse para diversos fines, tanto
    estratégicos como tácticos.

     

     

    Autor:

    Victor Villaseca Estefo

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