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Chile, Perú y Bolivia: La Guerra del Pacífico (1879-1884) (página 2)




Enviado por moniquita2000



Partes: 1, 2

Pero no fue únicamente la opinión
pública boliviana la que se preocupó por la
situación; también Perú estaba preocupado
por la situación debido a que los chilenos extraían
salitre del territorio peruano de la provincia de
Tarapacá. Además Perú no pasaba por un buen
período económico mientras que Chile cada vez se
enriquecía más: los barcos europeos cambiaron el
salitre peruano por el salitre de las compañías
chilenas que lo daban a un costo mucho
más bajo.
Esta situación estaba llevando a Perú a la ruina,
por lo que decidieron expulsar de su territorio a los empresarios
chilenos. Asimismo debían pedir al gobierno de
Bolivia que impusiera contribuciones más altas a sus
salitreras. Aunque esa medida estaba prohibida por el tratado de
1874, los bolivianos la vieron con buenos ojos porque ellos
también se encontraban en una situación financiera
crítica.
De esta manera Bolivia "expidió en febrero de 1878 una
ley que
introdujo nuevos aranceles
sobre el salitre extraído y exportado". Los empresarios
chilenos rechazaron dicha ley pero el
gobierno de
Bolivia amenazó con confiscar todo el salitre
extraído por las compañías chilenas y
venderlo.
Como respuesta, Chile advirtió al gobierno boliviano que
en caso de ser aplicada la nueva ley, se verían obligados
a ignorar el tratado de 1874. Bolivia no tardó en mandar
embargar los bienes de la
Compañía Salitrera, la empresa
más importante de salitre en Chile.

El 14 de febrero de 1879, el día en que
serían subastados los bienes de la
compañía chilena, desembarcaron en Antofagasta 500
soldados chilenos, dando inicio a la Guerra del Pacífico
entre Chile y Perú-Bolivia.
Bolivia declaró oficialmente su entrada a la guerra el 1
de marzo de 1879. Y el 5 de abril Chile la declaró a
Perú y Bolivia.
En el tiempo que va del
14 de febrero al 5 de abril, los chilenos ya habían
ocupado el desierto de Atacama y parte de Tarapacá,
habían obtenido varios éxitos militares y
habían tenido tiempo suficiente
para movilizar sus recursos y
comprar armamento.
Chile tuvo la "suerte" de contar con el apoyo inglés,
ya que Inglaterra
tenía grandes inversiones en
ese país y eran sus principales acreedores. Si la industria del
salitre se terminaba, las inversiones
inglesas en Chile estarían en peligro.

3. Los primeros combates
(Iquique y Angamos – 1879)

Cuando comenzó la guerra, Chile tenía la
mitad de habitantes que Perú y Bolivia. Por lo tanto su
ejército era mucho más pequeño que el de la
alianza Perú-Bolivia. En lo que se refiere a las fuerzas
marítimas, ambos contrincantes estaban en igualdad ya
que Bolivia no contaba con barcos de guerra.
Con todo, Chile tenía ciertas ventajas: sus finanzas eran
mejores que las de sus adversarios, su ejército estaba
mejor preparado para la guerra y además estaba ya
instalado en el lugar donde habían comenzado las operaciones
militares.
Las operaciones
militares tuvieron como escenario principal las costas del
Pacífico en lo que fue la segunda etapa de la guerra.
La guerra en el mar comenzó con el bloqueo chileno del
puerto peruano de Iquique, ubicado al extremo sur del
país, el mismo día de la declaratoria de
guerra.
Se necesitaban tomar medidas inmediatas, por lo cual el
presidente de Perú ordenó que se avanzara hacia
Iquique y se rompiera el bloqueo chileno.
El combate que se prolongó por más de tres horas
terminó con la derrota chilena. Pero el triunfo de
Perú no fue completo porque uno de sus buques
encalló en un arrecife y se hundió. Así el
general Grau y el Huáscar quedaron prácticamente
solos para enfrentar a la flota chilena, que estaba casi
intacta.
En mayo las fuerzas de Perú y Chile entraron en un combate
en Antofagasta, en el cual las fuerzas de Chile fueron
completamente destruidas. El día 27 del mismo mes, los
peruanos destruyeron el cable marítimo que conectaba a
Antofagasta y Valparaíso, y en Cobija destruyeron otros
seis barcos.
El 17 de julio se inició la cuarta campaña naval
cuyo objeto era hostilizar el litoral chileno en represalia por
el cañoneo que un día antes habían efectuado
sus buques contra Iquique, puerto que no contaba con defensas
peruanas. En los días siguientes Grau tuvo varios
éxitos contra las fuerzas chilenas.
El 24 de julio los peruanos lograron capturar el Rimac, uno de
los mejores barcos chilenos. Esta captura significó siete
bajas chilenas y la pérdida de su escuadrón. Este
hecho, que significó un duro golpe para los chilenos,
produjo una sublevación en Chile y las manifestaciones
contra el gobierno ocasionaron varios muertos y
heridos.

Las manifestaciones chilenas del mes de julio produjeron
la renuncia de algunos ministros y varios cambios en las
jefaturas del ejército y la escuadra. Los conductores de
la guerra coincidieron en que la prioridad militar era hundir al
Huáscar. La segunda etapa de la guerra se había
convertido en un combate entre Chile y Grau.
Después de varios meses de persecución el 8 de
octubre en el Cabo de Angamos se logró poner fin a la
marcha del Huáscar y de su dirigente Miguel Grau.
El 18 de noviembre se dio por terminada la segunda etapa de la
guerra, con el triunfo indiscutible de las fuerzas armadas
chilenas.
Estas capturas permitieron a Chile reanudar la campaña en
el desierto de Atacama y dar así comienzo a la tercera
etapa de la guerra.

La campaña del sur (1879-1880)
Perú logró conformar una fuerza militar
de 7,500 soldados y guardias nacionales que se unió a los
4,534 hombres del ejército boliviano aliado. El
ejército chileno, por su parte, había logrado ya
convertirse en una máquina de guerra eficiente y
numerosa.
El primer gran enfrentamiento entre los chilenos y el
ejército aliado Perú-Bolivia se llevó a cabo
el 19 de noviembre en el cerro de San Francisco en la que los
aliados terminaron brutalmente derrotados.

El 23 de noviembre el ejército chileno
ocupó Iquique. Por su parte los aliados marcharon hacia
Tarapacá. El comandante del ejército chileno,
general Escala,
envió a 3,900 hombres a liquidar a los aliados instalados
en Tarapacá porque tenía la idea de que el
ejército adversario contaba con no más de 2,000
hombres en muy malas condiciones.
Al alcanzar su objetivo el 27
de noviembre, el ejército chileno fue dividido en tres
fracciones para cercar a las fuerzas peruanas en todas las
direcciones y lograr que se rindieran sin necesidad ni
posibilidad de ataque.
Los peruanos no se rindieron como lo esperaba el ejército
chileno, pero el presidente del Perú, Prado, al prever una
derrota de su país huyó al extranjero y su lugar
fue ocupado por el coronel Nicolás de Piérola el 23
de diciembre de 1879.
Aunque se puede decir que la batalla de Tarapacá fue un
triunfo de los aliados, éstos no supieron cómo
aprovecharse de su victoria y decidieron retirarse a Arica.
El ejército chileno por su parte aprovechó los
problemas
políticos de sus enemigos y continuó con la
ofensiva en Tacna. El 26 de mayo de 1880 Chile derrotó al
ejército de Bolivia que defendía la ciudad y
éste tuvo que abandonar la lucha. Esta victoria le
valió a Chile la ocupación de todo el sur del
Perú.
Sin embargo, Arica seguía protegida por el ejército
peruano. Chile necesitaba una salida hacia la costa, y la salida
al mar por Arica era imprescindible para obtener la línea
de comunicaciones
necesaria y avanzar hacia el norte. Para el 5 de julio Arica ya
estaba cercado.
El 7 de julio de 1880, después de ocho horas de combate,
la guarnición peruana de Arica fue completamente
derrotada.

La campaña de la Breña (1881-1883)
Las victorias chilenas en Tarapacá, Tacna y Arica
permitieron al gobierno chileno preparar la última fase de
la guerra: la ocupación de Lima. De esta manera se
pretendía dar término a la guerra mediante una
tratado que cediera a Chile todas las provincias sureñas
ocupadas. En noviembre de 1880 el ejército chileno,
integrado por casi 30,000 soldados, acampó en el
Río Lurin, al sur de Lima, y un mes y medio después
comenzó su marcha hacia la capital
peruana. Los peruanos lograron unir un contingente de 16,000
hombres para defender su capital. En enero de 1881 el
ejército chileno, comandado por el general Baquedano,
ocupó Lima.
La capitulación de la capital no puso fin a la guerra,
como pretendía el gobierno de Chile, pues si bien los
remanentes del ejército peruano fueron destruidos,
aún quedaban oficiales dispuestos a continuar la lucha.
Además los chilenos no encontraron en Lima a ningún
gobierno con el cual negociar la rendición puesto que el
presidente había huido a la sierra. El escenario de la
guerra – que hasta entonces había sido las costas del
Pacífico – fue desde ese momento la Cordillera de los
Andes.
Los enfrentamientos esporádicos se continuaron hasta
octubre de 1883, cuando Perú por fin decidió
aceptar los términos de paz de Chile.

4. Fin de la Guerra del
Pacífico

El fin de la Guerra del Pacífico se selló
con la firma del Tratado de Ancón, entre Chile y
Perú, el 20 de octubre de 1883. El aspecto más
importante de este tratado fue la entrega definitiva a Chile, por
parte del Perú, de la provincia de Tarapacá. En lo
que se refiere a las provincias de Tacna y Arica, éstas
quedaban bajo la tutela de Chile por un período de diez
años, luego de los cuales se establecería
qué país se quedaría con dichos territorios
por medio de un plebiscito realizado entre sus habitantes.
Con Bolivia, Chile firmó un acuerdo en 1884 que
establecía que el territorio comprendido entre el
río Loa y el paralelo 23 quedaría bajo la
administración de Chile, mientras que a Bolivia se le
permitiría el acceso a los puertos de Arica y Antofagasta.

Ambos tratados dejaron
asuntos pendientes que fueron aclarados en dos tratados
posteriores, firmados en 1904 con Bolivia, y en 1929 con
Perú.
El tratado de 1904 estableció a perpetuidad las fronteras
entre Chile y Bolivia. El territorio de Antofagasta quedó
definitivamente dentro de las fronteras chilenas pero a cambio Chile
se comprometía a construir un ferrocarril que uniera las
ciudades de Arica y La Paz, y se concedía a Bolivia el
libre tránsito de comercio a
través de territorio chileno.
El Tratado de Lima, firmado en 1929 solucionó el problema
de las provincias de Arica y Tacna que no se había
solucionado – como se había estipulado – en
1893. Este acuerdo estableció que Tacna quedaría
bajo soberanía peruana, y Arica bajo soberanía chilena. Además, Chile
debía pagar al Perú seis millones de dólares
como cumplimiento al artículo sexto del Tratado.

5. Consecuencias de la guerra

Chile
Durante la Guerra del Pacífico, el progreso de Chile no se
interrumpió. La guerra estimuló el desarrollo de la
importante economía industrial que sirvió en gran
medida para abastecer al Ejército en campaña.
Asimismo, se aprovechó el estado de
movilización del ejército para pacificar a los
araucanos una vez que fue tomada la capital del Perú;
hecho que posibilitó la colonización en Temuco y
Villarica con chilenos e inmigrantes europeos.
Terminada la guerra, Chile consolidó su presencia en el
norte del país al aumentar su territorio; se
convirtió en el país más importante entre
los países latinoamericanos de las costas del
Pacífico y pasó a ser considerado como una potencia
sudamericana.
Con el aumento de su territorio se hizo además de valiosas
riquezas naturales que impulsaron la actividad empresarial del
país, además de que se incrementó la
producción agrícola, el comercio de
exportación y los ingresos del
fisco. El presidente José Manuel Balmaceda (1886-1891)
jugó el papel
más importante en el desarrollo del país.
Los ingresos principales de la nación
provenían principalmente de la industria salitrera, pero
su mercado
internacional era muy inestable. Los chilenos debían
tratar de recuperar el equilibrio
entre oferta y demanda
para estabilizar el mercado, pero la
industria del salitre se encontraba casi totalmente bajo el
control de los
empresarios ingleses que no estaban preocupados por las
necesidades de Chile sino únicamente por los intereses de
sus accionistas y su propio beneficio.
De esta manera, finalizada la guerra el gobierno se dedicó
a planear una forma para reconstituir la propiedad de la
industria del salitre y explotarla en beneficio de Chile
así como de desarrollar otras regiones del país en
el que la inmigración tuvo un papel
decisivo.
En lo que se refiere a las regiones de salitre, entre 1884 y 1886
se puso en práctica una primera alianza entre los
productores para reducir la producción que se encontraba saturada en
ese entonces. Pero la alianza no tuvo éxito y
la provincia de Tarapacá reinició su actividad.
Esta provincia y Antofagasta tuvieron un auge espectacular; los
puertos de Iquique y Pisagua, entre otros, incrementaron la
exportación de salitre y la importación de gran variedad de productos para
sustentar a las comunidades mineras que habían nacido en
el desierto de Atacama. El auge de las salitreras atrajeron hacia
la economía regional a una gran cantidad de inmigrantes de
todo tipo: "trabajadores del Chile central, Bolivia y
Perú, ingenieros y técnicos de Europa, en
especial de la Gran Bretaña, y comerciantes, banqueros y
hombres de negocios; la
población de Antofagasta pasó de
5,384 habitantes en 1875, a 21,213 diez años más
tarde; la de Tarapacá de 39,255 a 45,086, en el mismo
período; Iquique… experimentó un crecimiento
que fue desde unos 9,200 hasta casi 16,000 habitantes".
El esfuerzo de industrialización estimulado por la guerra
logró un cambio en la
economía chilena que trajo consigo una gran
diversificación social y la creación de nuevas
facciones políticas.
Los aranceles
sobre el salitre beneficiaron un importante gasto
público destinado a obras públicas como la
construcción de puertos y ferrocarriles,
obras de carácter
social (preferentemente la educación), y para
reforzar las fuerzas armadas.
La economía estaba mejorando en Chile por lo que Balmaceda
tomó la nacionalización de las salitreras como el
proyecto de
nación.
Pues para 1889 las actividades del industrial salitrero
más importante de Inglaterra en
Chile, John North, advertían un intento de monopolio que
representaba una amenaza tanto para los intereses de la provincia
de Tarapacá como para el gobierno, cuya renta
pública dependía cada día más del
salitre. Balmaceda necesitaba fomentar una mayor
participación chilena en la industria, y de manera
urgente.
El presidente entonces se volcó hacia una política sobre la
industria del salitre de menos intereses y control
extranjero sobre ella con el fin de ampliar el papel del Estado en la
economía nacional.
Aunque Chile ya estaba en camino de convertirse en una
"economía nacional integrada" debido a la red de comunicaciones
existente en todo el país desde hacía mucho tiempo,
los ingresos por el salitre aceleraron el proceso de
crecimiento de la economía. A partir de la Guerra del
Pacífico se incrementaron el cultivo de trigo en el sur y
la viticultura en el centro, y se expandieron las empresas
industriales de producción de bienes de consumo
(tejidos,
cerámica, materiales de
construcción).
Hubo una tendencia creciente de los ingresos por tasas de
exportación del salitre entre 1891 y 1920 que
permitió a los gobiernos posteriores a Balmaceda llevar a
cabo grandes proyectos que
favorecieron la creación de empleo y las
demandas de consumo.
Para 1914 Chile ya era un país que poseía una
industria manufacturera que podía proporcionar las
necesidades principales del país e incluso exportar sus
productos a
sus vecinos. En Chile existía una gran cantidad de
empresarios extranjeros, además de que una gran parte del
capital del país provenía del exterior. Sin
embargo, la posesión de salitre y la buena
reputación de los chilenos como buenos pagadores de deudas
le valieron al país un lugar en las finanzas
internacionales que facilitaron los créditos.
Gracias a los créditos recibidos por su buena
reputación, Chile logró modernizar sus principales
ciudades a través de mejoras en los transportes, los
servicios de
sanidad y la educación, así
como con la construcción de grandes edificios.

Bolivia
A diferencia de Chile, a quien la Guerra del Pacífico la
convirtió en una gran nación latinoamericana, para
Bolivia fue uno de los acontecimientos más
dramáticos. El ejército de este país fue
totalmente derrotado por los chilenos, lo que le valió a
Bolivia la pérdida del territorio más importante
por significar su única salida al mar. Desde 1880 hasta el
día de hoy, la pérdida del acceso al mar ha sido el
más grande problema al que esta nación se haya
tenido que enfrentar.
Si bien el crecimiento
económico de Bolivia fue ininterrumpido después
de la guerra, el territorio de salitre que perdió a manos
de los chilenos no le permitió un crecimiento que rebasara
al de sus vecinos, como le sucedió a Chile.
Aunque Bolivia pudo crecer debido a la producción de
plata, se enfrentó al problema de depender
económicamente de un producto cuyo
cambio de precio en el
mundo tenía un impacto directo en la economía de la
nación, el cual tuvo su mayor problema en 1900 con el
colapso del metal en el mercado internacional.
El derrumbe de la economía boliviana por el colapso de la
plata pudo ser evitado debido a que la infraestructura existente
pudo ser transferida a otros metales; y el
estaño quedó en el lugar de la plata como la
industria fundamental del país por un golpe de suerte: en
ese momento las minas de estaño en Europa estaban
agotadas y Bolivia pudo aprovechar esta situación y
responder a la demanda. A
partir de ese momento los capitales provenientes de Europa,
Estados Unidos
y Chile compitieron con los capitalistas bolivianos por el
control de las minas de estaño.
Pero la suerte de Bolivia volvió a cambiar con la llegada
al poder del
presidente liberal José Manuel Pando (1899-1904). Lo que
más se recuerda de este período es la
pérdida de territorio nacional. Primero en 1903 los
bolivianos tuvieron que ceder Acre a Brasil,
territorio que recaudaba grandes sumas de dinero por el
caucho que se exportaba a dicho país. Después el
presidente terminó con la posición de los gobiernos
anteriores que exigían de Chile la devolución de
los territorios ocupados durante la Guerra del Pacífico, y
en 1904 firmó un tratado con este país por medio
del cual renunció a los territorios del litoral y a la
demanda de un
puerto en el Pacífico.
Bolivia siguió siendo un importador de productos
alimentarios. El despegue del estaño fue positivo
únicamente para un tercio del total de la población
pues el resto de la población bajó su nivel de vida
debido a la expansión del sistema de
latifundios.
El tiro de gracia para este país fue la Guerra del Chaco
(1932-35) por la que Paraguay se
quedó con la absoluta mayoría del este territorio,
completando la frustración y debilidad de
Bolivia.

Perú
Para el Perú la Guerra del Pacífico
significó "innumerables penalidades, humillaciones y,
finalmente, la derrota nacional".
Hasta el boom del guano, a mediados del siglo XIX, Perú no
había contemplado la posibilidad de la unidad nacional.
Pero esa esperanza se terminó con el comienzo de la Guerra
del Pacífico, que hundió al país en un
período de total anarquía.
A diferencia de Chile, que no interrumpió su progreso
durante la guerra, el Perú sufrió divisiones
sociales irreconciliables. Por un lado estaban los campesinos
indígenas quienes, viendo en la lucha una forma de
emancipación, habían formado grandes fuerzas
irregulares de guerrillas, apoyadas por Cáceres. Y por el
otro lado estaban los terratenientes, quienes temían que
las fuerzas indígenas pudieran volverse contra ellos. De
esta manera las élites cambiaron su actitud hacia
la guerra y pensaron que la negociación con Chile serviría mejor
a sus intereses. Así llegó al poder el
caudillo Miguel Iglesias, quien negoció en 1883 el tratado
de paz con Chile.
La guerra con el extranjero había terminado pero en su
lugar comenzó una guerra civil entre Iglesias y
Cáceres, que terminó en 1885 con la
capitulación de Iglesias.
Cuando Cáceres tomó el poder, se encontró
con un país económicamente agotado: todas las
clases
sociales estaban en la miseria. Las principales exportaciones del
país habían sido el guano, el salitre y el azúcar;
pero el bloqueo de Chile de todo el territorio donde se
producían había llevado al Perú a la
ruina.
No obstante esto significó un obligado impulso hacia la
modernización económica. Los siguientes años
fueron para el Perú un período de profundos cambios
en la sociedad de donde
saldría la configuración sociopolítica del
Perú actual.
Sin embargo todos los esfuerzos de modernización
económica se fueron abajo con la crisis económica
mundial de 1929 que puso en cuestión la eficacia de una
economía que hasta entonces había estado
orientada únicamente hacia las exportaciones. A
partir de entonces Perú debió comenzar de nuevo su
camino hacia la recuperación.

6.
Conclusión

Sin ninguna duda se puede asegurar que el crecimiento de
Chile se debe a la maestría de sus gobernantes así
como al fuerte nacionalismo
de sus habitantes. Chile se ha caracterizado siempre por ser una
nación eficaz en la explotación de sus recursos.
Asimismo se ha sabido defender del intervencionismo extranjero en
materia
económica al tratar por todos los medios de
poner todos sus recursos en manos nacionales pero cuidando la
inversión
extranjera. De esta manera esta nación ha logrado un
desarrollo sostenido, fortalecido especialmente en el
último tercio del siglo XIX, debido evidentemente a su
victoria en la Guerra del Pacífico.
Las envidias y el odio de peruanos y bolivianos hacia chilenos se
puede explicar por los grandes beneficios que los nitratos le
trajeron a estos últimos. Como ya se mencionó
anteriormente, la producción de salitre fue el principal
ingreso de la nación. Pero a diferencia de Perú o
Bolivia que dependían económicamente de un solo
producto o de una sola actividad, Balmaceda se volcó hacia
una política
progresista y utilizó el ingreso que le proporcionaban los
nitratos para ayudar al desarrollo de todo el país.
En la actualidad el nitrato se sigue produciendo en grandes
cantidades pero los costos de
producción tan altos lo hacen ser un negocio poco
rentable. Si los gobiernos que siguieron a Balmaceda no hubieran
seguido la misma política progresista y de desarrollo
nacional autónomo, es muy probable que la economía
se hubiera contraído, como le sucedió a Bolivia con
el colapso de la plata, o a Perú que orientó su
economía únicamente hacia las exportaciones.
Pero el triunfo chileno no redundó únicamente en la
economía de cada uno de los países involucrados en
la guerra sino que tuvo fuertes repercusiones en las sociedades.
Chile no solamente salió de la guerra con un
ejército poderoso y con un territorio que ayudó al
desarrollo del país, también terminó la
guerra con un nacionalismo totalmente arraigado que
contribuyó fuertemente a la consolidación de la
democracia
(aunque este país también se enfrentó a
varias dictaduras, éstas no fueron tan frecuentes ni tan
traumáticas, con excepción de la de Pinochet en
1973 de la que se lograron recuperar rápidamente a partir
de 1989). Mientras tanto Perú y Bolivia se enfrentaron a
sociedades
totalmente desmoralizadas y divididas, las cuales tuvieron que
ser sometidas a un sinnúmero de dictaduras que, aunque
estaban dirigidas al progreso, hicieron imposible la
democratización y el desarrollo.
Pero no se puede decir que la guerra haya afectado igual a las
dos naciones vencidas. La variedad de recursos
naturales del Perú y la llegada al poder de Augusto
Leguía y Salcedo en 1908 sirvieron al desarrollo y
progreso del país. Leguía y Salcedo
instituyó un programa de
reforma económica aprendidos en Gran Bretaña y
Estados Unidos
que llevaron al país por el camino de la
recuperación. El caso de Bolivia es más complicado
ya que su condición de mediterraneidad es considerada por
este país como la causa fundamental de su atraso
económico, y las pérdidas de territorio a manos de
países como Paraguay y
Brasil lo han
convertido en una nación frustrada y sumida en la
inestabilidad política y el subdesarrollo
por cerca de un siglo.
De esta manera Chile se adelantó a sus vecinos en lo que
se refiere a desarrollo y estabilidad económica. Aunque
sus vecinos ya han alcanzado cierta estabilidad y crecimiento
económico, todavía son economías
fuertemente dependientes de las exportaciones por lo que crisis
como la de Brasil de 1999 tienen todavía serias
repercusiones en ellos.
Así podemos concluir que la Guerra del Pacífico fue
la gran oportunidad de Chile de anteponerse a la competencia de
Perú y Bolivia y consolidarse como potencia
sudamericana.

7.
Bibliografía

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Latina. México,
1983, Ediciones Quinto Sol.
Bethel, Leslie (Ed.). Historia de América
Latina. Barcelona, 1992,
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Cueva, Agustín. El desarrollo del capitalismo en
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www.monografías.com. 15 de febrero de 2001.

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www.monografías.com. 15 de febrero de 2001.
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"Los acuerdos de paz" http://icarito.tercera.cl/enc_virtual/hist_chile/index_hist_chi5.htm.
3 de abril de 2001.

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