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Los Incas




Enviado por be_to81



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Organización social y
    política

    3. La Religión
    4. Los Guerreros
    5. Las Comunicaciones
    6. Los incas, herederos del
    sol

    7. Bibliografía

    1.
    Introducción

    Hacia finales del siglo XI, los Incas emigraron
    desde el centro de Bolivia hacia
    la zona norte de Perú. Según la leyenda fueron
    guiados por Manco Cápac y sus hermanas hasta un sitio
    donde se hundió en la tierra una
    vara de oro que llevaban.
    Hacia el siglo XV comenzaron a expandirse, luchando contra los
    pueblos vecinos. Los artífices de este crecimiento fueron
    el Inca Pachacutec Yupanqui y su hijo Topa Inca, que lograron, en
    tan breve lapso, incrementar sus fronteras a más de 5.000
    Km., abarcando una superficie de 900.000 Km2 . Fueron
    maestros en el arte de la
    guerra y la ingeniería, crearon un sistema de
    reparto tripartito de la tierra que
    aseguraba tranquilidad a todos los habitantes del imperio. La
    red de carreteras
    permitía unir Colombia con
    Tucumán, en Argentina. Pese a
    su grandeza fueron derrotados, por un puñado de
    españoles, en 1534.

    Los Comienzos
    Hacia fines del siglo XI el pueblo Inca emigró desde las
    proximidades del centro de Bolivia, hasta
    el fértil valle del Cuzco en la actual República
    del Perú. Según la leyenda Manco Cápac y sus
    hermanas deambularon por las sierras hasta que un bastón
    de oro que llevaban se hundió en la tierra en
    un sitio que está al este del actual Cuzco. Luego de una
    serie de terribles pelea con los moradores del lugar, lograron
    establecerse y la primera construcción, que hicieron fue el
    Coricancha, el templo del Sol.
    Durante bastante tiempo los
    Incas
    permanecieron en la nueva zona y no pasaban de ser una de las
    tantas tribus que peleaban entre sí. De manera alguna,
    habían desarrollado la idea de extenderse o apropiarse de
    más territorios de los que tenían. Recién el
    cuarto monarca, Mayta Cápac, comenzó la
    expansión. De hecho fue el primer conquistador al sojuzgar
    el país desde el nacimiento del Titicaca hasta las cuencas
    fluviales de la costa.
    Sin embargo, hubo que esperar hasta el octavo monarca, Viracocha
    Inca (que tomó su nombre del dios creador del mundo) para
    que los incas iniciaran su gran expansión. Fue el primero
    que tuvo como objetivo el
    dominio
    permanente de pueblos no incas. Hasta este momento los pueblos
    vecinos eran derrotados, pero sin condiciones, tales como la
    imposición de gobernantes. Secundado por sus
    hábiles generales, comenzó rápidamente a
    incorporar otros territorios a sus dominios. Pero conviene ver
    como se dio este proceso y
    contra quién luchaban.

    Incas Al Ataque
    Los lupacas y los collas del Lago Titicaca, muy al sureste de
    Cuzco, eran dos tribus de lengua
    aimará que, juntos a los incas, eran los grupos más
    poderosos de la región.
    Inmediatamente al oeste de Cuzco estaban los quechuas, de la
    misma sangre, idioma y
    cultura que
    los incas (algo así como sus primos hermanos,
    diríamos); al oeste de éstos los chancas, que
    durante los primeros tiempos del reinado de Viracocha
    había ocupado los territorios quechuas.
    Los primeros en quedar "fuera de competencia"
    fueron los lupacas, a quienes los collas derrotaron porque no
    deseaban que se aliaran con los incas. Un poco más tarde
    los chacas fueron rechazados heroicamente por los incas, que los
    expulsaron de su territorio.
    La muerte de
    Viracocha Inca marcó el fin de un periodo que tiene
    bastante de leyenda, para entrar el ciclo conocido como imperio
    histórico, cuyo gran personaje es el inca Pachacutec.
    Entre él y su hijo, Topa Inca Yupanqui lograron, en menos
    de 50 años, extender el imperio desde el norte del
    Ecuador hasta
    el centro de Chile, lo que
    hace una distancia de 5.800 Km. y una superficie de 900.000
    Km2.
    Fueron los creadores de la mitima, el traslado en masa de un
    pueblo vencido a otra región geográfica bien
    distante (tal como le hicieron los españoles a los indios
    Quilmes, en la Argentina).
    Finalmente, después de vencer a los rebeldes collas y
    lupacas, (que aprovechando que los ejércitos del inca se
    hallaban lejos habían decidido insurreccionarse) y los
    poderosos chimús. Topa Inca Yupanqui se dedicó a la
    tarea de organizar el país.

    Corría el año 1493.
    Fue el primero en organizar un censo, depuso a los antiguos jefes
    hereditarios y los reemplazó por los curacas, funcionarios
    leales y nombrados por él. Dividió la tierra entre
    campesinos, iglesia y
    Estado.
    También estableció la servidumbre, llamada
    yanaconazgo.

    2. Organización social y
    política

    El centro de la vida era el ayllu. Esto es como una
    inmensa familia, con
    muchos parientes y primos.
    El ayllu era el grupo social
    fundamental en el Perú y existía mucho antes del
    imperio Inca. En los primeros tiempos, cada ayllu tenia tierras
    de cultivo y un jefe, el Sinchi, al que le debían
    obediencia.
    El la época imperial, los incas desplazaron al Sinchi, por
    otro funcionario llamado curaca también familiar, pero
    nombrado directamente por el Inca. Esto le permitía tener
    un gran control sobre
    todas las comunidades.
    Los ayllu de una región estaban agrupados en sayas
    (secciones) y estas formaban un huamán (provincia). Cada
    provincia tenía su capital. Las
    provincias estaban agrupadas en cada uno de los cuatro cuartos
    (suyus) en los que se dividía el imperio a saber:
    El Cuzco era la capital inca,
    centro del imperio. El cuarto noroeste o Chinchasuyu, abarcaba
    Ecuador y el
    norte Peruano; el Antisuyu comprendía el noroeste y el
    Collasuyu, hacia el sureste, ocupaba las tierras altas de los
    aimarás, la cuenca del lago Titicaca, la mayor parte de
    Bolivia, y las tierras altas del noroeste de Argentina y el norte
    de Chile.
    El imperio, en su total recibía el nombre de Tahuantisuyu,
    "la tierra de los cuatro cuartos".
    Los gobernadores de los cuatro cuartos formaban parte del Concejo
    de Estado, con
    sede en Cuzco y, generalmente, eran parientes del Inca.
    Los gobernadores mandaba a los curacas, que tenían
    distintas categorías según cuantos hombres o
    contribuyentes tuvieran bajo su jefatura, así el de mayor
    categoría era el que controlaba a 10.000 y el de menor a
    100. Al frente de grupos más
    pequeños estaba los capataces, plebeyos nombrados por
    curacas. La estructura
    social era similar a la de un moderno ejército, con cabos
    y sargentos dirigiendo grupos reducidos, y oficiales para los
    grupos mayores.

    Super Estado
    El Estado
    ejercía muy importantes funciones en la
    sociedad
    incaica.
    La tierra era de su propiedad y la
    mayor parte de explotaba comunalmente, también le
    pertenecía los rebaños de llamas y las minas.
    El estado
    protegía a la población del hambre, la explotación
    y de cualquier necesidad; pero el precio era
    duro, los individuos estaban muy reglamentados, no se
    podía salir de la comunidad sin
    permiso. De todas maneras, los nobles y sacerdotes eran
    mantenidos por el trabajo del
    pueblo.
    Las tierras tenían, entonces un reparto tripartito; esto
    es el Estado, la Iglesia
    (sacerdotes), y el pueblo.
    A cada persona se le
    daba tierra para que pudiera alimentar bien a su familia. Los
    límites
    de los campos estaban marcados y su destrucción era
    considerada delito
    gravísimo. Las tierras no comunales eran cultivadas
    primero. Cuando llegaba la época de siembra o cosecha
    llegaban los funcionarios para avisar que era hora de ocuparse de
    los campos sagrados.
    Los cosechado en los campos del Estado o de los sacerdotes, era
    guardado en depósitos separados y lo obtenido era para
    alimentar a sacerdotes o nobles.
    En las zonas de pastura de tierras montañosas, la mayor
    parte de las llamas pertenecían al gobierno que
    almacenaba la lana y luego la repartía entre las familias,
    según sus necesidades.
    El campesino tenía como propios la casa, el establo,
    pequeños animales
    domésticos (perros, cobayos,
    patos y gallinas sin cola) y el granero, además de los
    útiles de labranza.
    Es importante señalar que las comunidades de
    montaña poseían tierras en zonas costeras y
    viceversa, así no se producían saturaciones con un
    mismo tipo de alimento.
    El pueblo debía además realizar trabajos
    públicos, (servicio en el
    ejercito, construcción de carreteras, puentes o
    fuertes) a esto se le denominaba mita.
    El tiempo de la
    mita era variable y podía extenderse durante bastante
    tiempo. De este servicio,
    obligatorio entre los 18 y los 50 años, estaban exentos
    los artistas y artesanos.
    Los yanaconas eran jóvenes separados muy temprano de los
    ayilus y eran utilizados, ya sea para tareas en la corte o en la
    agricultura.
    A diferencia de la mita, que después de cumplida
    autorizaba a regresar a su tierra, los yanaconas no regresaban
    más.
    Como en ocasiones se los entregaba para el servicio personal de los
    curacas, con el tiempo podían ellos mismos tener ese
    cargo.
    Las niñas más bellas e inteligentes eran llevadas a
    ser educadas en los templos o ser destinadas al sacrificio.
    Algunas, las que mejores dotes demostraran eran educadas para ser
    Vírgenes del Sol, sacerdotisas que debían hacer
    votos de castidad perpetua.
    Las menos bonitas, las reservaban para tareas comunales y eran
    llamadas huasipascunas, muchachas descartadas.

    3. La
    Religión

    Durante el imperio incaico el Estado se encargaba de
    sostener a la Iglesia, un caso único en la América
    indígena. Los fines principales de la iglesia eran el
    incremento de las reservas alimenticias y la curación de
    los enfermos.
    El dios supremo era Viracocha. Era inmortal y era el creador de
    todas las cosas de la tierra y el universo.
    También fueron adoradores del Sol, Inti, el dios
    principal, protector de la dinastía real. Se lo presentaba
    con una humana de la que salían rayos. Tenía un
    templo, el Coricancha. Le seguía en importancia el dios
    del Trueno, llamado Illapa, el agua de la
    lluvia –creían que venía de una fuente
    celestial–. La Luna, Manaquilla, era la esposa del Sol.
    El planeta Venus, era muy importante consideraban que cuidaba a
    los humanos. El grupo de
    estrellas de las Pléyades protegía a las
    semillas.
    Las diosas, de la tierra, Pachamama; y Mamacocha, del mar, eran
    muy importantes para la agricultura y
    la pesca.
    Las ofrendas a los
    dioses se colocaban en altares, a la vera de los caminos, eran
    llamados huacas. Existían también santuarios de
    piedra para orar, llamados apachetas.
    También reverenciaban a las cumbres cubiertas por nieves
    eternas. Lo significativo es que, prácticamente, no
    tenían templos pues, las ceremonias religiosas se
    desarrollaban al aire libre, en
    patios, que estaban en los centros ceremoniales.
    El culto de los muertos era importantísimo. Después
    de la muerte, las
    personas eran momificadas y transcurrido un tiempo, eran llevadas
    a sus casas.
    Los sacerdotes estaban divididos en categorías, el Sumo
    Sacerdote llevaba el nombre de Villac Umu, y era siempre
    algún pariente cercano del Inca.
    Para obtener el perdón de los pecados, los fieles
    debían confesarse ante el sacerdote.
    También creían en la adivinación y en la
    interpretación de presagios.

    El Inca Y La Nobleza
    El Inca, o jefe supremo del pueblo inca, era para su pueblo un
    dios viviente, con poderes totales y absolutos. En los primeros
    tiempos los incas se casaban con las hijas de los monarca
    vecinos, pero más tarde se consideró que el linaje
    perdería su pureza y solo se casaban con sus hermanas.
    Además de su hermana, o esposa principal, tenía un
    harén de esposas secundarias que eran llamadas mujeres
    escogidas, por esto tenían muchísimos hijos que con
    el tiempo formaban un ayllu especial (llamado panaca), que
    constituía la gran nobleza.
    Los sucesores del trono eran los hijos. El Inca lo elegía
    por su inteligencia.
    Solo podían sucederle aquellos que hubieran tenido con la
    coya, o esposa principal. El elegido era educado directamente por
    sus padres, pues a nadie se le huera ocurrido educar a un dios.
    Nadie podía presentarse de cara al emperador y durante las
    entrevistas,
    este permanecía oculto tras un cortinado. Al verlo se
    debía estar descalzo y soportar una pequeña carga
    en la espalda para indicar sumisión. Su adorno más
    característico era una banda, de unos 10
    cm., confeccionada con tubitos de oro, de los que colgaban borlas
    rojas. Eran transportados en literas, con toldos y cortinas
    bordadas, de manera que podía viajar sin que le vieran la
    cara.
    Las leyes del Inca
    eran aceptadas por todos, sin chistar, pues se consideraba que
    habían sido elaboradas por un dios. Los nobles más
    importantes eran los descendientes directos del Inca y se
    caracterizaban por llevar grandes orejeras de oro. Los nobles de
    importancia menor, eran los curacas. Todos gozaban de
    privilegios: No pagaban impuestos, eran
    mantenidos por el gobierno, se les
    daba tierras en premio, y además, podían tener
    otras esposas, ser transportados en litera, usar quitasoles y
    usar ropas parecidas a las del Inca.

    4. Los
    Guerreros

    Con los incas la guerra
    logró un grado de desarrollo tan
    grande que no fue igualado por ningún otro pueblo de la
    América
    india. Si bien
    las primeras guerras
    tuvieron para los incas motivos económicos;
    posteriormente, las causan no respondían a otro
    propósito que el deseo del Inca de aumentar su prestigio,
    pues cada emperador inca tenía el deseo de sobrepasar a
    los anteriores.
    Los no exigían tributo de los pueblos conquistados, como
    los aztecas,
    simplemente se les obligaba a reverenciar al Inti y a
    Viracocha.
    Se les dejaban sus antiguos dioses, y a los jefes locales se los
    nombraba curacas. A veces, las zonas conquistaban eran tan pobres
    que más que ganancia, era una responsabilidad.
    Como la vida estaba tan ordenada la guerra era la
    única manera de competir y sobresalir.
    Se estilaba la lucha cuerpo a cuerpo, pues no usaban ni arcos, ni
    flechas; en cambio,
    empleaban hondas, boleadoras y mazas que tenían encajadas,
    un palo afilado y escudos. Se usaban con ambas manos.
    También empleaban espadas de madera
    durísima, llamadas macanas, además de hachas de
    guerra con hojas de piedra o cobre y largas
    lanzas de madera, con la
    punta endurecida al fuego.
    Para protegerse usaban camisas de algodón acolchados y
    eran tan eficaces que los españoles las adoptaron
    descartando las suyas de acero, calurosas
    y pesadas. En la cabeza usaban cascos de madera o caña
    trenzada.
    Los alimentos estaban
    asegurados, pues a lo largo de la red caminera había
    depósitos de provisiones, siempre a punto; si
    debían desplazarse muy lejos recuas de llamas, eran las
    encargadas de transportar lo necesario.
    Los soldados llevaban ídolos, altares y también
    estatuillas con la figura de incas fallecidos para que les dieran
    suerte. Al vencer al enemigo se hacían un censo de la
    población y posteriormente, se
    elegía una nueva capital donde se asentaban los edificios
    oficiales. Las poblaciones eran trasladadas cerca de campos
    cultivables. Si eran muy belicosos, se trasladaba a la
    población integra a otro lugar geográfico distante.
    Este operativo se llamaba –reiteramos– mitima.
    Los ingenieros militares construyeron una formidable red caminera
    cuyo tramo más largo unía la actual Colombia con
    Tucumán, en Argentina.
    En todos los caminos había tambos o posadas y
    pequeños puestos que eran los lugares de relevo de
    los chasquis o mensajeros. Para cruzar los impetuosos ríos
    de montaña hicieron puentes colgantes.
    Asimismo, edificaron el las laderas de las montañas
    (basándose en conocimiento
    de otras culturas), grandes terrazas de cultivo, similares a
    escaleras gigantes, que servían para aprovechar al
    máximo la difícil naturaleza.

    Vida Económica
    La economía
    incaica se basaba esencialmente en la agricultura. Sus cultivos
    principales eran las papas (de las que tenían cerca de 200
    variedades) y el maíz.
    También de muchos tipos. Cultivaban también
    porotos, zapallos, ulluco (tubérculo), calabazas, quinoa
    (de granitos parecidos al parecidos al arroz y considerada la
    reserva alimenticia del siglo XXI), maníes, guayabas, y
    algodón. Como fertilizantes usaban la bosta de
    viñucas y llamas. La coca era cultivada en las
    áreas selváticas y era usada en las ceremonias
    religiosas.
    El sembrado se efectuaba abriendo la tierra con mazas, para
    después agujerearla con una pala angosta, con soportes
    para apoyar el pie llamada taklla. Las semillas eran colocadas en
    las hileras de orificios y luego se las tapaba. La naturaleza
    montañosa les hizo copiar sistemas de
    cultivo de antiguas tribus de la región, que
    consistían en terrazas hechas con paradores de piedras en
    las laderas de la montaña.
    Vistas desde lejos parecen escaleras de gigantes. Tenían
    sistemas de riego
    y desagües perfectos.
    El grano se almacenaban en depósitos llamados colcas.
    La ganadería,
    exclusiva de las zonas montañosas, estaban constituida por
    llamas y alpacas, que eran totalmente domesticas, de ellas se
    obtenía la leche;
    además se las utilizaba para el transporte;
    guanacos y viñucas eran salvajes y había que
    cazarlos.
    De las viñucas se aprovechaba la lana y después de
    esquilarlas eran dejadas en libertad; del
    guanaco se consumía la carne.
    Los pueblos de la costa consumían pescado y mariscos; para
    sus áreas cultivadas usaban como fertilizantes el guano
    (deposiciones de aves
    marinas).

    La Educación
    La
    educación en el imperio incaico estaba reservada a los
    nobles y se impartía en escuelas ubicadas en la ciudad de
    Cuzco. Se les enseñaba aritmética y astronomía. Teniendo en cuenta que la
    economía
    estaba basada en la agricultura se comprende la importancia de
    estas ciencias para
    medir las tierras, y calcular los cambios de estaciones.
    Los amautas eran los encargados de enseñar los preceptos
    religiosos, los conocimientos políticos, históricos
    y el manejo de los quipus.
    El resto del pueblo no tenía acceso a una educación
    sistemática. Se procuraba, no obstante, que todos los
    habitantes del imperio aprendieran el quechua, pero más
    por intereses políticos, que educativos.

    La Moda
    La indumentaria incaica era la típica de todos los pueblos
    andinos y los de la costa. El Estado Incaico tenía el
    monopolio de
    las fibras textiles: la lana en las tierras altas y el
    algodón en la costa.
    El comercio
    posibilitó que las prendas confeccionadas en esos materiales se
    usaran en todo el territorio.
    Los hombres usaban un taparrabos que se pasaba entre las piernas
    y se ajustaba con un cinturón. También llevaban
    ponchos y, en ocasiones, capa. Transportaban siempre una bolsita
    conteniendo hojas de coca, efectos personales y amuletos.
    Las mujeres vestían una especie de camisola que llegaba
    hasta los tobillos y se ajustaba con un cinturón.
    Empleaban un largo manto que se ponía sobre los hombros y
    era sujetado por un largo alfiler llamado topo. Llevaban el pelo
    largo, con raya al medio y nunca lo cortaban. Los que más
    se adornaban eran los hombres y solo los nobles usaban orejeras y
    narigueras. Todos llevaban el pelo moderadamente largo y
    utilizaban vinchas de color. Ambos
    sexos llevaban sandalias confeccionadas con piel de llama
    sin curtir.

    5. Las
    Comunicaciones

    Los incas se destacaron por sus obras de ingeniería y sobre todo por la red
    caminera. Había dos caminos principales de norte a sur,
    uno a lo largo de la costa y otro que atraviesa las tierras
    altas. Estaban cruzados por caminos transversales y caminos
    secundarios que unían todas las aldeas y pueblos.
    La carretera principal partía de Tumbes, pasaba a Arequipa
    y a Chile. La vía de comunicación más larga partía
    desde Colombia, seguía hasta Cuzco, proseguía hasta
    Ayavire donde se bifurcaba en dos ramales que rodeaba el lago
    Titicaca, seguía hacia el sureste hasta Tucumán,
    Argentina. De allí partía un ramal que llegaba
    hasta Coquimbo, Chile, siguiendo de allí hasta la actual
    Santiago. Otro ramal desembocaba en el actual valle mendocino de
    Uspallata. A este lugar los incas trasladaron poblaciones de
    cantidad de mitimas. Se tiene como cierto que la
    construcción de las actuales acequias se debe a la
    influencia incaica. Estas carreteras estaban pavimentadas con
    losa de piedra y medían entre 4,5 y 6 metros, son una
    altura de 1 y 2 metros.
    En la zona costera, las carreteras eran rectas y donde era
    imposible hacerlas –como los desiertos arenosos– se
    indicaba la ruta con estacas.
    Pero, ¿quiénes circulaban por estos maravillosos
    caminos?
    Fundamentalmente los chasquis, mensajeros que se iban relevando
    mediante el sistema de
    postas. Cada kilometro y medio había una casilla donde
    siempre estaban dos chasquis o mensajeros. Se los preparaba
    especialmente para el trabajo que
    formaba parte de su mita (tarea de la comunidad). El
    camino entre Lima y Cuzco (675 Km.) era recorrido en tres
    días.

    Los Incas
    Los incas contribuyeron un poderoso imperio que alcanzo su
    máxima expansión territorial en la misma
    época en la que Cirstobal Colon, iniciaba desde España, su
    viaje hacia lo desconocido. El imperio inca abarco desde las
    sierras del sur del actual Colombia hasta el norte de Chile y de
    la Argentina, y desde la costa del océano Pacifico hasta
    el este del valle del río Amazonas.
    Los incas eran un pueblo originario de las sierras y desde
    allí dominaron, mediante la guerra de conquista, a los
    pueblos de otras zonas. Establecieron la capital en la ciudad de
    Cuzco, que consideraban el centro del universo. El
    imperio, que ellos llamaban Tahuantisuyo – que quiere decir
    "las cuatro partes del mundo" -, estaba divido en cuatro
    regiones. A su vez, estas se dividían en provincias. Al
    frente del imperio estaba el Inca y las zonas conquistadas
    estaban dirigidas por gobernador y jefes locales llamados
    curacas.
    La agricultura fue la base de la economía del imperio
    incaico. La producción era muy variada y los cultivos
    mas importantes eran el maiz y la papa.
    Los incas aplicaron diferentes técnicas
    agrícolas que mejoraron el rendimiento de los cultivos. En
    las zonas aridas de la costa usaron el guano – excremento
    de aves marinas
    – como fertilizantes de las tierras construyeron canales de
    riego. En el interior, sobre las laderas del as sierras,
    cultivaban en terrazas. La cria de llamas y alpacas fue otras de
    las actividades economicas importantes. De ellas obtenían
    lana y carne y las utilizaban como animales de
    trabajo.
    Además, el dominio de
    pueblos que habitaban diferentes formas les permitió
    obtener, mediante el pago de tributos,
    producto a que
    ellos no podían producir.
    La sociedad inca
    funcionaba sobre la base de la reciprocidad y la
    redistribución.
    La reciprocidad era común entre las comunidades de
    campesinos de la zona andina desde antes de la llega de los
    incas. Consistía en la practica de la solidaridad y la
    ayuda mutua entre todos los miembros de un ayllu. El ayllu era la
    comunidad de campesinos unidos por vínculos familiares,
    que tenían antepasados en común y habitaban un
    mismo territorio. Los integrantes del ayllu se ayudaban entre si
    a sembrar y a cosechar y, en ocasión de un matrimonio, toda
    la comunidad ayuda a levantar la casa de los recién
    casados.
    Los incas incorporaron el principio de reciprocidad de los ayllus
    como una de las bases del funcionamiento económicos y
    social del imperio. El Estado incaico entregaba tierras a cada
    comunidad para su subsistencia. Anualmente, un funcionario local
    asignaba parcelas a cada familia según el números
    de componentes. Pero los campesinos no eran propietarios de las
    tierras y estas parcelas eran trabajadas colectivamente por todos
    los miembros de la comunidad. El ayllu debía entregar
    fuertes tributos en
    productos y en
    trabajo al Estado y los curacas. Los campesinos debían
    trabajar en las tierras del Inca, a su familia y a los miembros
    de los grupos privilegiados; y en las tierras del Sol, con las
    que se mantenía el cultos de dios más
    importante.
    La redistribución suponía el
    reconocimiento por parte de los campesinos de los diferentes
    niveles de autoridad que
    existían en la sociedad. Los ayllus entregaban los
    tributos a los curacas y los bienes
    tributados se acumulaban en depósitos reales ubicados en
    las aldeas, caminos y ciudades. Allí eran contabilizados
    por funcionarios especializados que comunicaban a los
    funcionarios de Cuzco las cantidades de cada producto
    mediante el uso de quipus-que eran contadores hechos con tiras de
    cuero en las que se realizaban nudos-. De este modo, el Inca
    conocía las cantidades de excedente y en que zonas del
    imperio sobraban o faltaban determinados productos.
    Cuando algunos pueblos del imperio no podían satisfacer
    sus necesidades básicas porque habían sufrido malas
    cosechas u otras catástrofes, el Estado incaico
    redistribuía una parte de los alimentos,
    materias primas y productos manufacturados almacenados.
    También utilizaba los bienes
    acumulados para costear los gastos de las
    constantes expediciones militares y para premiar los servicios
    realizados por algunos funcionarios.

    Presagios Y Profesias De La Derrota Indígena
    Los aztecas y los
    incas consideraron diversos fenómenos de origen natural
    como presagios y profecías de terribles sucesos que
    amenazaban a sus sociedades. Al
    mismo tiempo, en los dos pueblos existían leyendas que
    anunciaban que los dioses – Quetzalcoatl y Viracocha-
    llegarían para salvarlos de esos peligros.
    Muchos de estos fenómenos naturales sucedieron poco antes
    de la llegada de los europeos a México y a
    Perú. Por esta razón, cuando llegaron los
    españoles, los aztecas y los incas, en los primeros
    momentos, creyeron que eran los dioses esperados. Pero, muy
    pronto, se dieron cuenta de la realidad. Después de la
    entrada de los ejércitos españoles a Perú,
    un cronista de origen indígena escribió:
    "Pensábamos que eran gente grata y enviados por Viracocha,
    pero paréceme que ha salido al revés, hermanos, que
    estos que entraron a nuestras tierras no son hijos de dios sino
    del demonio."

    6. Los incas, herederos del
    sol

    Casi al mismo tiempo que los aztecas se
    establecían en la meseta Central de México, en
    los territorios de América del Sur ( desde Colombia hasta
    el norte de Chile y el noreste argentino ) se consolidad en un
    basto imperio , el de los incas. Este era un pueblo que llego a
    los Andes centrales peruanos desde un lugar aun no certeramente
    establecido. Gracias a su gran poderío
    militar, conquistaron los muy desarrollados pueblos que
    allí habitaban.
    Los incas se decían descendientes del Sol. Según
    una leyenda, Viracocha el creador, hizo salir al mundo por una
    cueva a cuatro hermanos y cuatro hermanas.
    Manco Capac, uno de aquellos, mato a sus tres hermanos y,
    llevándose a sus hermanas, se asentó en las
    cercanías de Cuzco, en un terreno que juzgo
    fértil.
    Los sucesores de Manco Capac, fundarían con el tiempo, el
    imperio inca.
    Basaron su organización económica en el cultivo
    de la tierra. Además de maíz,
    cultivaron otro vegetal fundamental para su alimentación: la
    papa.
    Cuando los españoles llegaron y conquistaron el
    Perú, la papa fue uno de sus mas preciados botines pues,
    gracias a sus grandes virtudes fue uno de los alimentos que
    posibilitaron que Europa superara
    sus crisis de
    hambre.
    El equilibrio
    existente entre la sociedad del imperio incaico y la naturaleza
    fue extraordinario. Para poder cultivar
    construían en las laderas de las montañas andenes
    de cultivo (especie de escaleras cavadas en los cerros), con un
    complejo sistema de canales de riego .
    Aun hoy se pueden ver estas terrazas artificiales en la
    región de los Andes Centrales del Perú, en el
    Altiplano boliviano y en todo el noroeste argentino.

    Un Estado Poderoso
    Con el nombre de inca se designaba tanto a los integrantes del
    pueblo como al emperador.
    Como ya dijimos, los incas habían organizado su imperio a
    partir del poderío militar.
    Su estructura
    política
    se basaba en el poder absoluto del Inca emperador, descendiente
    directo del Sol. Todo pertenecía al Estado, el cual se
    encargaba de que los bienes se explotasen en común, a
    cambio, los
    gobernantes protegían al pueblo del hambre, los malos
    tratos y de cualquier amenaza exterior. Sin embargo el pueblo no
    tenia poder de decisión ni podía intervenir en los
    asuntos del Estado. Los mismo rebaños de llamas y alpacas
    (únicos animales domesticas que conocían)
    pertenecían al emperador.
    Recogida la lana en grandes almacenes,
    propiedad
    igualmente del Inca, se repartía entre la gente para que
    pudiesen tejer sus vestiduras .
    El núcleo social lo formaba el ayllu, agrupación
    semejante al calpulli azteca. Asimismo, el ayllu era la unidad de
    producción económica.
    En el imperio inca era muy acentuada la diferencia social. Como
    cúspide de la escala se hallaba
    la nobleza inca, cuyo máximo exponente era el Inca y su
    familia. Por debajo se hallaba el pueblo, y como base, los
    esclavos. A diferencia de la estructura azteca, cada una de las
    situaciones sociales era inamovible y hereditaria.
    También eran politeístas y adoraban a un dios
    supremo (Viracocha) y a numerosas deidades inferiores.
    La lengua oficial
    era el quechua (que aun hoy se habla en vastas zonas
    sudamericanas.
    La arquitectura
    de los incas se destacaba por la grandeza y majestuosidad de sus
    templos (grandes habitaciones decoradas en plata y oro) y
    palacios.
    En el Cuzco (capital del imperio y que significaba "ombligo del
    mundo"), se levantaba uno de los famosos
    templos, el de Coricancha.

    7. Bibliografía

    Civilizaciones americanas y el reencuentro de 2 mundos.
    Segunda reimpresión. Enero de 1994. Grupo Clasa. Cultura
    Librera Americana.
    Ciencias
    sociales. america en el mundo contemporáneo
    3er CICLO E.G.B. Alonso, Elisalde, Vásquez,
    Blanco, Fernández Caso, Gurevich. Editorial AIQUE
    Enciclopedia Temática Ilustrada. Enero de 1993. grupo
    Clasa. Cultura Librera Americana.

     

     

    Autor:

    Beto

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