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El problema de organizar la investigación universitaria




Enviado por josepadron



    Indice

    1.
    Introducción

    2. El problema central de la
    IU

    3. Opciones De
    Solución

    4. Referencias

    1.
    Introducción

    Este papel intenta
    llamar la atención sobre la necesidad de organizar
    los procesos de
    investigación universitaria (IU, en
    adelante), al tiempo que se
    proponen ciertas ideas para el análisis de esa necesidad y algunas
    soluciones
    hipotéticas basadas en el concepto de
    ‘Líneas de investigación’.

    Lo expuesto aquí es producto
    parcial de una década de estudios y de prácticas
    llevadas a cabo por una Línea de Investigación
    nacida en el Decanato de Postgrado de la Universidad
    Simón Rodríguez y ahora extendida a varias
    universidades del país y del exterior, llamada
    Línea de Investigaciones
    en Enseñanza/Aprendizaje de la
    Investigación (LINEA-I). Unas 16 tesis
    doctorales ya aprobadas, más numerosos papers y
    artículos en revistas, junto a diversas experiencias
    profesionales en algunas universidades, constituyen todo un
    trabajo colectivo, progresivo y articulado en torno a la agenda
    de investigar sobre la investigación.

    Esta agenda ha estado
    concebida dentro de la intención ulterior de
    diseñar aplicaciones prácticas en el área de
    la formación de investigadores, entendida bajo la
    necesidad de "Masificar la Investigación". Así como
    una vez se entendió la necesidad de masificar la
    alfabetización, esperamos que pronto se entienda
    también la necesidad de promover las competencias
    investigativas en todos los niveles, ya desde los primeros
    años de la Escuela
    Básica. Esta aspiración resulta fácil de
    entender si consideramos que muy pronto el conocimiento
    científico y tecnológico se convertirá
    en la más cara de las mercancías, de modo que las
    sociedades que
    no lo produzcan internamente acrecentarán sus niveles de
    dependencia con respecto a aquéllas que sí lo
    hagan.

    Gran parte de lo dicho aquí quedó
    adelantado en un trabajo anterior (Padrón, 1994b) y fue
    luego ampliado en trabajos sucesivos (por ejemplo,
    Hernández-Rojas, 2000; Ojeda de López, 1998;
    Schavino, 1998; Quintero, 2001; Núñez-Burgos,
    2001…). En cuanto a los desarrollos generales de nuestra
    Línea de Investigación, véase
    www.lineai.org.

    Por lo demás, quiero advertir que las ideas
    expuestas en este documento no son exclusivamente mías,
    sino más bien, y en general, de las personas con quienes
    he tenido la suerte de trabajar y aprender dentro de esa
    Línea. Fuera de ella, lo bueno que puedan tener estas
    ideas debe un reconocimiento muy especial a la Dra. Alicia
    Inciarte, de la Universidad del
    Zulia, así como a los integrantes de los seminarios de
    Epistemología del doctorado en Ciencias
    Humanas de esa misma universidad, a los profesores del postgrado
    de FACES de la Universidad de Carabobo y a los profesores de la
    Universidad Nacional Experimental de Guayana, convocados por su
    Coordinación de Investigación y
    Postgrado. Gracias a ellos hemos podido intercambiar y reajustar
    todos estos puntos de vista.

    La primera parte de este papel
    estará dedicada a plantear el problema de la
    desarticulación organizacional de la IU. Luego se esbozan
    algunas claves de análisis y se formulan algunas propuestas,
    configuradas alrededor de los conceptos de ‘Líneas
    de Investigación’ y ‘Redes de Problemas de
    Investigación’.

    2.
    El problema central de la IU

    Podemos comenzar reconociendo (o, al menos, suponiendo)
    que en nuestras universidades hay abundante investigación
    y que gran parte de ella es de excelente calidad. No
    está en discusión ni la cantidad ni la calidad de la IU,
    en general (o, al menos, no está en este tema). El
    problema radica en otra cosa.

    Cuando por primera vez, hace casi diez años,
    nuestra Línea se preocupó por el tema de los
    procesos de
    investigación, fue porque nos llamaron la atención ciertos hechos, como, por ejemplo,
    la falta de consenso acerca de qué cosas debíamos
    considerar investigación y qué cosas no; los
    desacuerdos alrededor de las vías más eficientes
    para investigar; la falta de un mínimo lenguaje
    común para referirnos a los aspectos y componentes de la
    investigación, etc. Ya para ese tiempo estaban
    sobre el tapete las polémicas acerca de los "paradigmas",
    con el agravante de que para entonces nuestros postgrados
    carecían de seminarios de Epistemología, y de algún modo el
    asunto epistemológico escondía el problema que
    recientemente nos ha estado
    ocupando y que constituye el tema de este documento.

    Los hechos que estaban más a la vista eran las
    frustraciones y conflictos en
    las defensas de tesis y en las
    evaluaciones de los proyectos de
    investigación, de modo que esos hechos tan impactantes
    en el plano cotidiano, más nuestra eterna ignorancia, nos
    hicieron cometer el error de creer que el problema de la IU era
    sólo de tipo metodológico y epistemológico.
    Fue así como produjimos distintas publicaciones apuntando
    hacia soluciones
    epistemológicas (por ejemplo, Padrón 1994a),
    publicaciones que ahora consideramos erróneas en el
    sentido de que no vislumbraron uno de los problemas de
    fondo: el problema organizacional de la IU. Ahora estamos cada
    vez más conscientes de que el asunto metodológico y
    epistemológico es más bien pequeño en
    comparación con el asunto organizacional.

    Este problema se manifiesta en la desarticulación
    de la IU en distintos sentidos y a varios niveles. De otro modo,
    el mismo problema puede sintetizarse diciendo que la IU es un
    hecho totalmente individualizado.

    Los datos esenciales
    que llevan a describir la IU como un hecho individual son los
    siguientes: el investigador selecciona su tema particular,
    formula su propio problema de estudio, elabora su plan de trabajo,
    lo canaliza a través de ciertos mecanismos
    administrativos, lo ejecuta y, finalmente, consigna los
    resultados en un paper publicable. Podemos decir que la
    máxima aspiración de un investigador o el destino
    final de un trabajo de investigación está en la
    publicación del reporte en una revista
    indexada. Nada más.

    Según esto, las investigaciones
    sólo sirven para acumular méritos académicos
    individuales a favor de quien las realiza. Esta característica queda parcialmente
    evidenciada en los famosos estímulos y premios
    académicos (PPI, Conava, etc.) que siempre han sido
    individualistas. En efecto, hasta donde sé, no existen
    premios para grupos de
    investigadores, sino sólo para las personas, con lo cual
    se profundiza el sentido de competencia
    aislante y desvinculante.

    Pero tanto el conjunto de investigadores y de
    académicos, así como la institución
    universitaria y el entorno social carecen de la más
    mínima idea acerca de las investigaciones que están
    siendo llevadas a cabo. Aparentemente, sólo el
    investigador sabe qué está investigando y
    cómo lo está haciendo (incluso, para aspirar a uno
    de esos premios a la investigación, es el propio
    académico quien debe demostrar sus trabajos mediante
    constancias y papeles, lo cual podría entenderse como que
    la universidad no sabe lo que cada quien ha hecho).

    Es obvia la desarticulación de la IU a esos tres
    niveles: desarticulada con respecto a otras investigaciones
    posiblemente contiguas, desarticulada con respecto a la propia
    universidad y desarticulada con respecto a las áreas de
    demanda social
    de conocimientos y tecnologías. Examinemos más de
    cerca esos tres niveles de desconexión.

    Desarticulación con respecto a otras
    investigaciones

    Tal como muestran algunos estudios empíricos
    realizados dentro de nuestra Línea (por ejemplo, Sayago,
    1994 y Ojeda de López, 1998), cada vez que nos hallamos
    frente a un inventario de las
    investigaciones producidas en una universidad durante un cierto
    lapso, resulta prácticamente imposible definir
    algún parentesco programático entre dos o
    más de los trabajos de investigación allí
    reseñados. Es como si cada trabajo constituyera un mundo
    aparte, totalmente independiente de los demás trabajos de
    investigación. Incluso dentro de una misma área
    disciplinaria, por muy especializada que ella sea (zootecnia, por
    ejemplo, o currículo), casi nunca se puede deducir una
    sintonía de esfuerzos parciales alrededor de algún
    programa
    colectivo.

    Claro, los parentescos y las sintonías pueden
    detectarse en relación con programas de
    investigación ubicados en algún sector de la
    comunidad
    académica mundial (a veces bastante alejada), pero no en
    el seno de la misión
    institucional ni de la filosofía organizacional de la
    propia universidad. Por ejemplo, algunas investigaciones han
    estado dirigidas o inspiradas por algún académico o
    grupo de
    prestigio ubicado en una universidad del exterior (siempre, por
    supuesto, de EUA o Europa, lo cual
    se pretende que constituya un valor agregado
    al mérito académico de la propia
    investigación), con lo cual quedaría definida la
    adscripción de esa investigación a una agenda
    colectiva. Pero, aparte el hecho de que el trabajo no
    se vincula a los demás trabajos locales, puede ocurrir que
    su aporte concreto a la
    agenda mundial tenga un carácter
    meramente servil, subordinado, acrítico y, a veces,
    insignificante ("investigaciones cachifas", como dijo alguien en
    las discusiones de nuestra Línea, según las cuales
    una tesis doctoral, por ejemplo, puede convertirse apenas en una
    simple tarea de revisión, de comprobación
    secundaria o de enésima réplica, sin la
    trascendencia que suele esperarse de los trabajos
    doctorales).

    Recientemente se ha hablado bastante acerca de
    Líneas de Investigación y de Agendas de trabajo,
    pero en realidad tales conceptos suelen entenderse como
    agrupaciones temáticas, mas no programáticas. Tal
    como puede verse en muchos documentos
    institucionales, la formulación de líneas y de
    agendas de investigación no pasa de ser un inventario por
    temas, muchas veces en correspondencia con las tradicionales
    áreas curriculares de la docencia: gerencia,
    sociología, educación, etc. Visto
    de ese modo, los trabajos individuales de investigación
    continúan desvinculados entre sí, aun cuando se
    adscriban a un mismo inventario temático.

    No parece que sea ése el sentido más
    adecuado del concepto de
    ‘agenda’. Más allá de una simple
    colección temática o inventario de trabajos, se
    trata más bien de un sistema de
    intenciones y logros a diferentes niveles de abarque y a
    distintos plazos de tiempo, en virtud del cual los esfuerzos
    individuales van complementándose entre sí a lo
    largo de una secuencia y, por tanto, muestran una marcada
    interdependencia programática. Como veremos más
    adelante, los elementos de toda agenda se vinculan entre
    sí mediante las relaciones esenciales de complementariedad
    y de secuencia temporal, a modo de un conjunto internamente
    ordenado por esas dos relaciones.

    Si los conceptos de agenda y línea remitieran
    sólo a coincidencias temáticas, entonces
    habría que admitir que, por ejemplo, una
    investigación sobre lingüística hecha en
    HongKong estaría adscrita a la misma agenda de otra
    investigación sobre el mismo tema hecha en Maracaibo.
    Pero, en realidad, lo que aleja entre sí a esos dos
    trabajos no son simplemente las diferencias de lugar o de
    institución ni el hecho de que ambos investigadores no se
    conozcan entre sí. Es más bien el hecho de que no
    comparten una misma intención programática. De
    allí se deduce que, si compartieran una misma
    intención programática, entonces sí
    pertenecerían a una misma agenda, a pesar de las
    diferencias de lugar y aun si manejaran temas disciplinarios
    diferentes).

    Desarticulación con respecto a la propia
    universidad

    En general, las universidades no definen sus propias
    preferencias investigativas, sus temáticas o sus
    áreas problemáticas de interés.
    Carecen de orientaciones hacia las necesidades de producción de conocimientos y
    tecnologías, por lo cual los investigadores se ven
    obligados a hacerlo de modo individual. Bien podría
    decirse que nuestras universidades no investigan sobre
    áreas específicas, sino que, a lo sumo, es su
    personal
    académico quien lo hace y siempre, como se dijo antes, por
    iniciativa personal.

    El hecho de que existan académicos con el cargo
    de investigadores y con la responsabilidad de investigar no significa por
    sí mismo que la universidad investigue a través de
    ellos o que lo haga mediante mecanismos de delegación.
    Ninguna empresa con un
    mínimo de sensatez contrataría a un personal de
    investigación para que éste decida a su libre
    juicio los problemas y los proyectos de
    investigación, con total independencia
    de lo que la empresa
    requiere que se investigue. En todos esos casos de empresas no
    universitarias que crean departamentos de investigación,
    primero se definen necesidades de búsqueda, debidamente
    priorizadas, y luego se contrata al personal de
    investigación, con competencias y
    destrezas correlativas, para que resuelva los problemas
    previamente definidos. Lo contrario no parece una idea muy
    rentable, así que nuestras universidades se comportan, en
    ese sentido, como una suerte de mecenas del siglo XXI (con la
    diferencia desfavorable de que los antiguos mecenas al menos
    ganaban con el intercambio y venta de las
    obras de arte y
    además sabían lo que hacían sus
    artistas).

    Son las mismas universidades las que institucionalmente
    declaran su interés en
    la investigación y la necesidad de reforzar esa actividad,
    pero, curiosamente, no comienzan por definir sus intereses
    específicos. Mientras sólo se declare la necesidad
    de investigar, sin salir de ese marco de generalidades, pareciera
    que la insistencia es en investigar por investigar, con lo cual
    resulta dudosa la sinceridad de las declaraciones o, al menos, la
    profundidad en que se conciben los alcances reales de los
    procesos de investigación.

    Quizás todo ello se explique por la tradicional
    orientación profesionalizante de nuestras universidades y
    por su arraigada tendencia a una docencia transmisiva y
    escolarizada (para más detalles acerca de este tipo de
    orientación y acerca de la cultura
    organizacional implícita, siempre en relación
    con la investigación, véase Padrón, 1999;
    acerca de la desvinculación entre las tres funciones
    universitarias, véase Quintero, 2001).

    En efecto, nuestras universidades no han logrado
    fusionar la docencia con la investigación ni, una vez
    hundidas en esa disyunción, tampoco pueden ocultar su
    preferencia por la primera de esas dos funciones. Es por
    eso por lo que para nuestros académicos resulta casi un
    cambio de
    personalidad
    el cumplir con la investigación y el cumplir con la
    docencia. Las tareas de un tipo deben interrumpirse cuando se
    abordan las tareas del otro tipo y viceversa, casi como un
    obstáculo.

    La desproporcionada inclinación hacia un cierto
    tipo de docencia ha sido incluso la responsable de que muchas de
    las actividades investigativas hayan sido absorbidas por el
    currículo. El ejemplo más
    impresionante es el de los Trabajos de Grado, los cuales son
    vistos como demostración de competencias curriculares,
    adscritas a un perfil de egreso, y no como posibles aportes a las
    agendas de investigación de la universidad.

    Los Trabajos de Grado son controlados por el
    departamento y por las cátedras de metodología, sin que los centros ni las
    líneas de investigación tengan ingerencia alguna.
    Se pretende que los estudiantes aprendan a investigar en las
    aulas de las clases de metodología (frente a profesores que, salvo
    honrosas excepciones, no tienen experiencia en
    investigación) y no al lado de investigadores veteranos,
    en los mismos centros de investigación.

    El acto de la "Defensa del Trabajo de Grado" revela esa
    misma cultura
    curricular de la investigación (si hay "defensa" es porque
    hay "ataque", de modo que bien podríamos sustituir aquella
    expresión por la de "Ataque al Trabajo de Grado"): en
    demasiadas oportunidades el jurado actúa como si no
    esperara nada nuevo de ese trabajo, sin la más
    mínima curiosidad académica, en una actitud
    prepotente, a veces irrespetuosa, en la que sólo tiene
    lugar el punto de vista del evaluador. El prejuicio de muchos
    miembros de jurado está en creer que su función
    básica es determinar hasta qué punto el tesista
    domina las habilidades y conocimientos previstos en los
    contenidos curriculares de metodología de la
    investigación, olvidando que las tesis podrían ser
    auténticas investigaciones y que por tanto, como de hecho
    ha ocurrido en numerosas oportunidades, las tesis podrían
    generar aportes nuevos de los que el mismo jurado podría
    aprender. Desafortunadamente, en lugar de esta positiva actitud de
    curiosidad investigativa, a menudo los jurados prefieren la
    actitud del docente que evalúa aprendizajes. Este es uno
    de los ejemplos más patéticos de cómo en
    muchos casos cierto tipo de docencia engulle a la
    investigación.

    El hecho es que, con toda esa concepción
    curricular de los Trabajos de Grado, se desperdicia un ingente
    potencial humano para los compromisos de las agendas de IU. Cada
    semestre miles y miles de Tesis son desperdiciadas
    inútilmente en nuestras universidades, no sólo
    porque no son reconocidas como investigaciones sino, sobre todo,
    porque el esfuerzo de formular un problema relevante, de hacer un
    plan de
    trabajo y de ejecutarlo es desaprovechado por las líneas
    de investigación a favor de sus propios programas. Es
    lastimoso ver cómo, al mismo tiempo, nuestros estudiantes
    andan de un lado a otro, de un profesor a otro, tras alguna
    información que les permita identificar un
    buen problema de tesis y tras algún asesor que los ayude.
    En este sentido, la IU aparece desligada del curriculum y
    de la universidad, la cual por su parte privilegia al
    primero.

    Desarticulación con respecto al entorno
    social

    La evidencia de la desvinculación de la IU con la
    sociedad puede
    obtenerse si nos preguntamos adónde van a parar los
    productos
    investigativos. Antes dijimos que el mejor destino final posible
    para la IU eran las revistas indexadas, con lo cual tenemos que
    la IU se halla ligada a las comunidades científicas, pero
    no a los entornos universitarios. Además de eso,
    consideremos la necesidad que tienen los núcleos de tomas
    de decisión en la sociedad en el
    sentido de minimizar riesgos
    fundamentando sus decisiones en conocimientos confiables y en
    tecnologías eficientes: muy raras veces las decisiones de
    nuestros gerentes en el nivel macro y meso-social requieren de la
    IU. Exceptuando algunos casos de la investigación en
    ciencias
    materiales
    (petróleo,
    materiales,
    salud, etc.), la
    gran mayoría de las decisiones se toman mediante consulta
    con profesionales del área, pero no mediante la IU.
    Ésta podría, por ejemplo, apoyar casi todos los
    procesos de adiestramiento
    empresarial, de consultoría y asesoría gerencial o
    de comunicación
    social, por sólo citar algunos. Sin embargo, esos
    sectores de demanda
    potencial no suelen acudir a la IU ni ésta, por su parte,
    suele plantear ofertas.

    De hecho, si entendemos la investigación como
    discurso’ (véase
    Hernández-Rojas, 2000), notaremos que la IU es uno de los
    poquísimos casos en que el que escribe no tiene en mente
    un perfil de lector. El investigador no está muy seguro de a
    quién le escribe: no sabe con precisión si es al
    jurado o al Tutor en los casos de Tesis; si es al editor, a los
    árbitros o a la comunidad
    científica en el caso de las revistas; si es a los
    estudiantes o a los profesores en el caso de las ponencias, etc.
    Lo cierto es que al no tener en mente un perfil de lector
    típico, el investigador tampoco se imagina a unos usuarios
    de su producto
    investigativo, es decir, no considera el hecho de que su trabajo
    pudiera ser usado por alguien y que ese alguien pudiera estar en
    el entorno de su propia organización universitaria. El investigador
    no tiene a quién escribirle.

    Además de preguntarnos dónde terminan,
    también podríamos preguntarnos dónde
    comienzan los procesos de IU. Los estudios de campo realizados
    dentro de nuestra Línea (Ojeda de López, 1998;
    Reyes, 1998; Urdaneta, 2001; Sánchez, 2001) revelan que la
    IU se inicia en la selección
    de un área problemática, con la correspondiente
    revisión bibliográfica. Pero ¿quién
    realiza el trabajo de
    detectar cuáles de esas áreas problemáticas
    resultan prioritarias o al menos significativas para el entorno
    social? Ciertamente, no es la universidad. El investigador
    podrá, en el mejor de los casos, hacerse algunas
    conjeturas acerca del grado de pertinencia y relevancia de las
    demandas sociales, pero en todo caso no son conjeturas
    sistemáticamente fundadas en un trabajo previo de
    análisis del entorno. En realidad, el investigador no
    inicia su acción en un análisis de las áreas
    de demanda y consumo de
    conocimiento
    científico-tecnológico, sino más bien en la
    formulación de su problema y sus objetivos de
    trabajo, sin contar con un mecanismo institucional que le
    advierta de las necesidades o demandas de investigación,
    debidamente priorizadas.

    En el gráfico 1 podemos visualizar una
    trayectoria ideal de todo el proceso de
    investigación, tal como ha sido concebido generalmente en
    los estudios sobre la función
    social de la ciencia
    (por ejemplo, Stewart, 1983) y como se plantea en las
    declaraciones institucionales de nuestras universidades.
    Nótese que de toda la secuencia completa (marcada por el
    cuadrado exterior en fondo blanco), la IU se limita
    exclusivamente a las dos fases centrales (marcadas por el
    cuadrado interior en gris degradado).

    En realidad, la desvinculación de la IU de las
    áreas de demanda de conocimientos y tecnologías
    ubicadas en el entorno social no sólo es observable
    directamente a través de los hechos aquí
    mencionados, sino que también se deduce de la
    individualidad que caracteriza la IU y de la falta de
    interés de las universidades en definir sus propios
    intereses particulares de investigación.

    Conclusión: la IU, tal como se ve actualmente, es
    un hecho individualizado y, por tanto, socialmente desarticulado
    y, por tanto, ‘no-organizado’.

    3. Opciones De
    Solución

    En esta sección se ofrecen algunas posibles
    soluciones al problema de la
    organización de la IU. En general, los conceptos de
    ‘Redes de
    Problemas’, ‘Líneas’, y
    ‘Programas’ o ‘Agendas’, concebidos de
    una cierta manera, aglutinan la solución aquí
    formulada.

    El que la IU sea hasta ahora un hecho individualizado,
    en el que cada quien investiga según sus propios intereses
    y según su libre iniciativa, nos lleva al concepto de
    organización de la investigación.
    Esta idea de organización se basa en dos premisas
    importantes:

    i) Los procesos de investigación se definen
    sustantivamente, entre otras cosas, por su carácter
    de ‘socialización’, igual que el arte o la
    lengua (en los
    que nada es ‘mío’ sino de ‘todos
    nosotros’), es decir, se definen por su compromiso con los
    demás, por su referencia intersubjetiva (en el sentido de
    Kant y Popper, no
    en el sentido de Habermas). Se definen por la medida en que
    respondan a circunstancias, aspiraciones y necesidades de las
    grandes colectividades.

    Cuando decimos que la Investigación implica un
    compromiso con ‘los demás’, podemos
    preguntarnos algo así como ¿quiénes son
    ‘los demás’? La respuesta que demos a esa
    pregunta es muy significativa, porque de allí deriva el
    problema que antes se mencionó: al contrario del "coronel"
    de García
    Márquez, que no tenía quien le escribiera, el
    investigador de la IU, en cambio, no
    tiene a quién escribirle (sobre todo si es un tesista de
    nuestras universidades).

    La idea es que ‘los demás’ no puede
    estar constituido por el propio investigador ni por su propia
    conciencia
    íntima, ya que ello significaría apropiarse
    indebidamente (y absurdamente) de algo que es de todos, igual que
    el arte o la lengua. Pero
    tampoco puede estar constituido por una comunidad
    académica cerrada, por un círculo científico
    que sólo vive a través de su propia jerga y que, en
    general, está supeditado a liderazgos científicos
    circunstanciales (tal vez demasiado inestables por ser demasiado
    personalizados y, por tanto, muy poco confiables, aun si se trata
    de Einstein, Chomsky, Mendeleiev o cualquiera de ellos, tal como
    observó acertadamente Thomas Kuhn). Si asumimos el hecho
    de que la investigación científica se debe a
    las grandes colectividades, entonces deberíamos ubicarnos
    mucho más allá de la conciencia
    íntima y de los grupos
    científicos para mirar primero hacia nuestra propia gente
    y, luego, hacia la gente que aparece más allá de
    nuestras fronteras socioculturales. Al fin y al cabo, la Ciencia no es
    de los científicos sino de nuestros pueblos y de nuestras
    propias necesidades, siempre por consideración a las
    prioridades entre lo que está más cerca y lo que
    está más lejos.

    Según esto, la IU debería orientarse
    primero a nuestras propias necesidades en cuanto colectividad, a
    progresivos niveles: local, regional, nacional, continental e
    Intercontinental.

    Por otra parte, no debe olvidarse que los procesos de
    investigación pueden ser vistos a dos niveles: en cuanto
    trabajo realizado por un individuo (el investigador) y en cuanto
    programa
    llevado a cabo por grupos de individuos, a veces a lo largo de
    varias generaciones (agenda). En realidad, el trabajo individual
    carece de todo sentido cuando no se inserta en un
    programa.

    Un examen a la experiencia nos revela el caso ejemplar
    de ciertos grupos de investigación que han tenido lugar en
    nuestro país (por ejemplo, los analizadas por
    Picón, 1994; la misma Línea de Picón, por
    cierto, forma parte de este caso), los cuales se han
    caracterizado por su orientación socializada, por sus
    planteamientos investigativos de tipo colectivo, articulado, y
    gestionados al modo de las agendas. Estas líneas suelen
    tener su origen en torno a un
    académico interesado en alguna temática, el cual no
    sólo promueve ante los grupos de estudiantes las
    diferentes ramificaciones y posibilidades de desarrollo de
    dicha temática, sino que además racionaliza sus
    tutorías de investigación en torno a esas
    posibilidades, diseñando ofertas de trabajo y concentrando
    sus esfuerzos en coordinar la búsqueda progresiva en torno
    a los problemas previstos en el área. Así, casi
    como los procesos de generación espontánea, van
    naciendo y consolidándose esos grupos. Claro, se trata de
    iniciativas personales con respecto a las cuales la
    institución a menudo se comporta indiferentemente. Pero,
    en todo caso, nos podría revelar cómo los procesos
    de investigación se orientan, por su propia naturaleza, hacia
    las gestiones grupales y los objetivos
    programáticos. Adicionalmente, este caso ejemplar
    también podría revelarnos que los grupos de
    investigación no nacen por decreto, de modo que todo
    rediseño organizacional de la IU debería comenzar
    no por resoluciones de los diferentes consejos de la universidad,
    sino por un trabajo de convencimiento e inducción realizado desde la base
    profesoral y estudiantil, mientras paralelamente la universidad
    facilite los mecanismos de reorganización.

    II) Complementariedad y secuencia: las posibilidades de
    articular entre sí dos o más trabajos individuales
    de investigación se fundamentan en dos relaciones
    estructurales: la complementariedad y la secuencia (estas dos
    relaciones fueron planteadas por Hernández, 1996, para su
    teoría
    de la Interacción y luego fueron también planteadas
    por Ojeda de López, 1998, y Quintero, 2001).

    En virtud de la relación de complementariedad,
    dos o más trabajos individuales se articulan entre
    sí por el hecho de que, sumados todos en un mismo momento,
    vienen a constituir un solo trabajo compacto en un nivel superior
    de análisis. Evidentemente, esta relación de
    complementariedad supone diferentes niveles jerárquicos de
    generalidad (inclusiones sucesivas). Es la misma estructura
    representada en general por los diagramas
    arbóreos, tal como se muestra en el
    gráfico 2, donde los puntos terminales (inferiores) de las
    aristas representan trabajos individuales y los que aparecen por
    encima de ellos representan uniones de dichos trabajos en niveles
    cada vez más amplios, hasta formar, en conjunto, una red de complementariedad
    (un solo programa articulado).

    En virtud de la relación de secuencia, dos o
    más trabajos individuales se articulan entre sí en
    una trayectoria de tiempo, donde unos preceden a otros, es decir,
    donde un trabajo sucesor requiere de un trabajo precedente, a
    modo de insumo, y donde el trabajo precedente se orienta a
    proveer bases de entrada para el trabajo sucesor. Identificamos
    una relación secuencial entre dos trabajos de
    investigación ii, ij, cuando la
    expresión ii ®
    ij no puede ser sustituida por la expresión
    ij ® ii. En
    general, los conocidos diagramas Gantt
    representan esta relación (ver Gráfico
    3).

    Aplicando estas dos relaciones al caso de la IU, vemos
    que, precisamente, lo que define su situación actual es,
    hablando en general, la imposibilidad de definir alguna de estas
    dos relaciones sobre el conjunto de los trabajos de
    investigación producidos dentro de una universidad. Y, a
    la inversa, si las universidades replantearan su actividad
    investigativa sobre la base de estas dos relaciones, ya la IU
    dejaría de ser un hecho individualizado.

    Por supuesto, no se trata simplemente de una
    implantación de relaciones estructurales para conseguir
    una articulación. Hay implícito todo un complejo de
    factores organizacionales que deberían irse aclarando poco
    a poco, desde cambios actitudinales hasta funciones
    administrativas, pasando por problemas de clima y cultura
    organizacionales. Pero, al menos, lo dicho en i y ii permite
    tener una visión más clara de las posibilidades de
    solución.

    Partiendo de esas dos premisas pasaremos ahora a revisar
    algunas opciones de solución.

    La secuencia integral de los
    procesos de investigación

    Considerando que el proceso de
    investigación no es sólo una cuestión
    metodológica, asumiremos que su trayectoria comienza en
    las necesidades del entorno y termina allí mismo. El
    Gráfico 4, que es una ampliación del Gráfico
    1, representa esta trayectoria global.

    Para esta trayectoria de los procesos de
    investigación se proponen seis elementos, como se explica
    a continuación:

    – El Sector Social: se refiere al entorno institucional,
    visto a diferentes planos de cobertura, desde el plano inmediato
    más cercano, pasando por los planos regional y nacional,
    hasta el plano continental y mundial. El supuesto es que en ese
    sector existen áreas que demandan y consumen conocimientos
    y tecnologías (aunque hasta ahora la demanda y el consumo no
    estén orientados en relación con las universidades,
    sino con otras fuentes,
    especialmente profesionales e industriales y, muchas veces, del
    exterior). Y, dado que la producción de conocimientos y
    tecnologías es precisamente el objeto particular de los
    procesos de investigación, la IU debería vincularse
    estrechamente a esas áreas. Los usuarios de conocimientos
    y tecnologías ubicados dentro de dichas áreas
    deberían, probablemente, constituir el perfil de lector
    para el investigador en el momento en que escribe sus reportes
    finales.

    – La Sistematización De Demandas: la
    institución y los gestores de investigación de la
    IU deberían analizar el Sector Social, identificar las
    necesidades de conocimientos y tecnologías a diferentes
    plazos y desde diferentes perspectivas y deberían
    jerarquizar esas necesidades en términos de prioridades,
    de magnitud de la demanda, de posibilidades de abordaje, etc. De
    ese modo la universidad podría especializarse en ciertas
    sub-áreas, en atención a su propia filosofía
    organizacional, a sus políticas
    y a sus propias disponibilidades.

    Diseño
    De Redes De Problemas De Investigación: las necesidades
    sistematizadas en la fase anterior constituyen el insumo para
    formular ‘redes de problemas’. Una red de problemas es un
    diseño
    de naturaleza
    lógica
    y convencional (además, hipotética, en el sentido
    de que se construye por intentos y acercamientos sucesivos,
    probándose y reajustándose) en que se formulan de
    modo interrelacionado los problemas de investigación
    atendiendo a los criterios de complementariedad (inclusión
    a distintos niveles) y secuencia, tal como se explicó
    arriba.

    Por una parte, la red define distintas
    jerarquías de dimensión de los problemas de
    investigación, desde el ‘macro-problema’ hasta
    los ‘micro-problemas’, ubicados en las aristas
    terminales de la estructura
    (véase nuevamente el Gráfico 2) y correspondientes
    a los trabajos individuales de investigación, asignables
    cada uno a un investigador. Los puntos ubicados más arriba
    de las aristas terminales corresponden cada uno a una
    investigación semi-grupal, de modo que el punto superior,
    el vértice de la estructura arbórea, representa
    toda la investigación grupal. Dado que cada trabajo de
    investigación suele generar nuevos problemas, las redes
    tienden a crecer por alguna de sus aristas, generando una red más extensa o
    nuevas redes derivadas, en
    caso de que se decida establecer cortes en la red matriz.
    También pueden crecer subordinando el vértice a
    otra estructura arbórea más amplia. En este sentido
    las redes son conceptualmente dinámicas.

    Por otra parte, la red define relaciones de anterioridad
    y posterioridad entre las investigaciones (o de antecedencia y
    consecuencia), lo cual obliga a concebir secuencias y
    subsecuencias temporales y, por tanto, obliga también a
    definir plazos de gestión. Las relaciones tanto de
    complementariedad (o de inclusión sucesiva) como de
    secuencia son las que permiten formular ‘Programas’ y
    ‘Sub-Programas’ de investigación, es decir,
    ‘agendas’ de trabajo tanto en un nivel vertical
    (complementariedad) como en un nivel horizontal
    (secuencia).

    La idea fundamental que subyace al concepto de Red de
    Problemas es que, como casi todo en este mundo, ningún
    problema es aislado. Partiendo de un problema aparentemente
    aislado siempre será posible hallar conexiones desde
    él hacia otros problemas y, además, siempre
    será posible agregarlo a algún otro problema
    más amplio o desagregarlo en otros problemas más
    específicos. La intención de ‘unir esfuerzos
    individuales’ en torno a logros amplios es también
    otra noción implícita en el concepto de Red (para
    más detalles acerca de redes de problemas, véase
    Hernández, 2000).

    Oferta De
    Trabajos De Investigación En Torno A Líneas: una
    vez que tenemos diseñada una red de problemas y una vez
    que ese diseño ha probado ser relativamente adecuado
    (consistente, económico y eficiente con respecto a las
    demandas que pretende reflejar), entonces pasaríamos del
    diseño lógico al diseño
    organizacional.

    En efecto, una vez que asignamos nombres de
    investigadores a los problemas ubicados en las aristas terminales
    de la red, una vez que asignamos recursos,
    costos,
    equipos e instrumentaciones, una vez que se han definido
    sustratos teóricos y orientaciones metodológicas
    globales y una vez que los investigadores adscritos comienzan a
    interrelacionarse, tendríamos ya un LÍNEA de
    investigación. De acuerdo a esto, mientras la Red de
    Problemas es un concepto lógico, la Línea es, en
    cambio, un concepto organizacional: remite a un grupo de
    investigadores que comparten una misma intención global en
    el sentido de que aúnan sus esfuerzos individuales en pos
    de un logro amplio, que administran un mismo conjunto de recursos e
    instrumentaciones y que se desenvuelven según gestiones y
    programas compartidos.

    El modo en que los individuos ingresan a una
    línea después de que se ha diseñado la red
    de problemas sería a través de las ofertas
    problemáticas que construyen los diseñadores de la
    red. Si previamente se decide que todo el trabajo global se va a
    desarrollar de acuerdo a unas mismas convicciones
    epistemológicas y, por tanto, de acuerdo a unos mismos
    patrones metodológicos, estas ofertas deberían
    traducirse en proyectos o
    planes de investigación más o menos acabados. De lo
    contrario, para el caso de las líneas
    epistemológicamente pluralistas, las ofertas apenas
    podrían contener los planteamientos iniciales de
    búsqueda (problema, objetivos, alcances, relaciones con
    otros problemas dentro de la línea…), dejando por cuenta
    del investigador los restantes aspectos del plan o proyecto de
    trabajo..

    – Ejecución Gestionada Y Programática De
    Investigaciones: las ‘Agendas’ o
    ‘Programas’ de investigación definen el
    progreso de los trabajos de investigación de una
    Línea en relación con los tiempos previstos para
    cada objetivo, con
    las fases internas y externas de cada trabajo, con los recursos
    que van siendo utilizados y con las competencias y funciones
    dentro de la Línea. En una palabra, el
    ‘Programa’ remite a los compromisos de la
    ejecución a través del tiempo. Es de suponer que un
    Programa bien controlado genere los sistemas de
    conocimientos y tecnologías requeridos por las
    áreas de demanda y definidos antes en la
    sistematización de las necesidades y en la red de
    problemas.

    – Difusión Y Colocación De Investigaciones
    (mercadeo de la
    investigación): este elemento se refiere al destino de los
    productos
    investigativos, que ya no serían solamente las bibliotecas o las
    revistas académicas, sino los usuarios ubicados en el
    sector social. Implica el
    conocimiento de los perfiles de usuarios y sus preferencias
    en relación con los tipos de conocimientos y
    tecnologías que pueden ofrecerse. La noción de
    ‘mercadeo’,
    junto a sus conceptos y técnicas,
    hasta ahora aplicada sólo a productos comerciales,
    podría ayudar a comprender y a planificar mejor este
    elemento.

    Los tipos de investigación

    Definir los posibles tipos de trabajos de
    investigación o las posibles variaciones en el proceso de
    producción de conocimientos y tecnologías no es
    simplemente un ejercicio taxonómico, típico de las
    clases de metodología. Justamente, donde resulta urgente e
    imprescindible definir variaciones o modalidades tanto del
    producto como del proceso es en el área organizacional. No
    podríamos organizarnos como investigadores si no
    tuviéramos la posibilidad de reconocer las diferencias y
    semejanzas de unas tareas con respecto a otras, de unos trabajos
    con respecto a otros. Pero no basta con que cada quien tenga en
    mente algún criterio personal para esto. En toda
    organización o en todo proceso de producción
    organizado se requieren ciertas ‘normalizaciones’,
    sin que ello implique caer en los extremos de las prescripciones
    rituales. Es fundamental, cuando menos, un lenguaje
    común para referirse al propio trabajo y a sus distintas
    manifestaciones.

    En un trabajo anterior (Padrón, 1994b) se propuso
    un cierto sistema de
    conceptos, de base epistemológica, para analizar y
    controlar las posibles modalidades o variaciones de la
    investigación, siempre en función de necesidades
    organizacionales. Los aspectos centrales de ese sistema de
    criterios se exponen a continuación, comenzando por una
    consideración acerca de las condiciones de
    adecuación de todo sistema de este tipo y por las bases
    teóricas que sustentan el sistema propuesto.

    I) Las condiciones mínimas que debe cumplir
    cualquier sistema conceptual para discriminar variaciones
    típicas de los procesos de investigación
    están dadas por las mismas condiciones lógicas de
    las clasificaciones, en general. Se ha demostrado
    lógicamente que el incumplimiento de alguna de estas
    condiciones torna ineficaz el sistema conceptual utilizado para
    discriminar.

    Una de ellas es la ‘potencia’ o
    capacidad de cobertura, en el sentido de que el sistema debe dar
    cuenta de todos los elementos pertenecientes al universo que se
    pretende someter a discriminación (el sistema será
    menos potente en la medida de la cantidad de elementos que queden
    fuera del sistema o que el sistema no considere). Un ejemplo de
    poca capacidad de cobertura es, por ejemplo, la
    clasificación que sólo discrimina entre
    investigaciones ‘cuantitativas’ y
    ‘cualitativas’, ya que históricamente ha
    habido (y suele haber) muchas investigaciones que no pertenecen a
    ninguno de esos dos tipos (por ejemplo, casi todas la
    investigaciones teóricas en lingüística desde
    los 60’, como el modelo de la
    gramática transformacional de Chomsky, las
    investigaciones en lógica
    de la acción, las teorías
    del discurso de
    base lógica, etc.).

    Otra condición es la ‘independencia
    de las clases’, según la cual ninguno de los
    elementos del universo
    discriminable puede pertenecer a más de una de las clases
    del sistema. La distinción
    ‘cualitativo/cuantitativo’ incumple también
    esta condición, desde el momento en que se admiten
    investigaciones "cuali-cuantitativas". También incumple
    esta condición la clasificación típica de
    los libros de
    metodología: exploratoria, descriptiva, documental, de
    campo, etc., tal como lo demuestran muchas tesis de grado
    que, a la hora de definir el propio tipo de investigación,
    indican que el trabajo es descriptivo, por ejemplo, porque
    sistematiza observaciones y que también es documental
    porque se apoya en documentos y que
    además es de campo porque lleva a cabo entrevistas,
    etc. En fin, si un sistema cualquiera establece n clases
    discriminadas pero luego los elementos del universo pertenecen a
    todas las clases o a la mayoría de ellas, entonces el
    sistema se hace inútil, ya que, precisamente, no permite
    discriminar.

    Una tercera condición es la relevancia
    (adecuación pragmática), que se refiere a la
    utilidad o
    significatividad del sistema para los efectos prácticos de
    la situación en la que se requiere de discriminaciones, es
    decir, para los fines de la discriminación. Por ejemplo, si requerimos
    discriminar los trabajos de investigación para poder saber
    qué trabajo antecede a otro o cuáles tienen que
    esperar hasta que se terminen otros, entonces un sistema que los
    discrimine de acuerdo al lenguaje o sistema simbólico que
    usan (por ejemplo, cuantitativo vs. cualitativo) no resulta
    relevante, ya que no nos dice nada acerca de lo que queremos.
    Tampoco nos serviría la clasificación que suelen
    ofrecer los libros de
    metodología, antes mencionada.

    Una última condición es la uniformidad de
    criterios de discriminación. Por ejemplo, la diferencia
    entre investigaciones descriptivas y explicativas obedece a un
    criterio de intención o de fines investigativos, pero la
    distinción entre trabajos de campo y trabajos documentales
    se refiere a la fuente de los datos que se
    manejan. Al mezclar esos cuatro tipos en un solo sistema
    discriminatorio, se están confundiendo criterios de
    diferente orden (algo así como si dividiéramos a
    las personas en flacos, altos, inteligentes y
    generosos).

    II) La base teórica del sistema aquí
    propuesto parte de la hipótesis de los estilos de pensamiento,
    como patrones estables de resolución de problemas en todas
    las personas, más la hipótesis de que los llamados Enfoques
    Epistemológicos, en el plano de la filosofía de
    la ciencia, se
    corresponden unívocamente con esos mismos estilos de
    pensamiento,
    en el plano de la psicología ordinaria
    (Rivero, 2000, ofrece abundante argumentación a favor de
    esas dos hipótesis). Se supone que tanto los Enfoques
    Epistemológicos como los Estilos de pensamiento son
    configuraciones estables y universales (siempre han existido y
    siempre existirán).

    El hecho de que de tanto en tanto cada uno de los
    enfoques epistemológicos haya prevalecido socialmente en
    el control de la
    ciencia para
    un determinado momento histórico, habiendo ocurrido esto
    de un modo más o menos cíclico (racionalismo1
    ® introspectivismo1 ® empirismo1®
    racionalismo2 ® empirismo2
    ® racionalismo3 ® introspectivismo2…), es lo que ha
    generado escuelas, "círculos" o "paradigmas" al
    modo de Kuhn. Esto significa que, mientras los Enfoques
    Epistemológicos, correlativos a los estilos de
    Pensamiento, son atemporales y universales, los paradigmas, en
    cambio, son las manifestaciones históricas y
    episódicas de esos enfoques y de esos estilos. Es decir,
    los paradigmas reflejan los enfoques epistemológicos y van
    apareciendo eventual y sucesivamente en la línea
    histórica como dominantes en el control social de
    la ciencia (para más detalles y argumentos véase
    Rivero, 2000).

    Ahora bien podría ser también un mecanismo
    social lo que explica, al menos parcialmente, que en un cierto
    momento sociocultural domine un cierto enfoque
    epistemológico a través de algún
    paradigma’: dado un cierto paradigma,
    éste tiende a mantener su dominio hasta que
    un investigador ‘líder’ logre un éxito
    científico importante mediante un enfoque
    epistemológico diferente al que sustenta al paradigma
    tradicional. En este caso, el investigador líder,
    caracterizado por un cierto estilo de pensamiento, logra imponer
    socialmente el enfoque epistemológico asociado a ese
    estilo (Galilei y Einstein son ejemplos clásicos).
    Aparentemente, la capacidad de liderazgo y de
    éxito
    de los investigadores en el seno de una comunidad
    científica podría ser un mecanismo clave en las
    llamadas "revoluciones científicas", no sólo en el
    nivel mundial sino también en el nivel local y aun
    institucional.

    Si estas hipótesis son acertadas, entonces son
    también acertadas las siguientes derivaciones: primero, no
    existe un enfoque epistemológico que sea mejor que los
    demás, o sea, no hay tal cosa como "el enfoque
    epistemológico a seguir". Segundo, no podemos aceptar
    imposiciones ni proselitismos en torno a ninguno de los enfoques
    epistemológicos para la investigación, ya que no se
    trata de convencer a nadie ni de definir parcelas al modo de los
    partidos
    políticos o las religiones. Tercero, todos
    los enfoques epistemológicos pueden coexistir (la
    célebre "tolerancia
    epistemológica" de Rudolph Carnap) y, aun más,
    podrían asociarse en el sentido de comparar los resultados
    que se obtienen por una y otras vías en desarrollos
    paralelos. Cuarto, cada investigador debe trabajar en
    correspondencia con su propio estilo de pensamiento (correlativo
    a un enfoque epistemológico) y no según pretendan
    los profesores, tutores y epistemólogos (para otras
    implicaciones de este tipo y, en general para las relaciones
    entre epistemología y operaciones de
    investigación, véase dentro de nuestra Línea
    a Camacho, 2000). Finalmente, un sistema que discrimine los
    tipos de
    investigación de acuerdo al enfoque
    epistemológico parece cumplir todas las condiciones arriba
    señaladas para efectos de organización de la
    IU.

    Un último componente de esta base teórica
    es el concepto de "estructura diacrónica" de la
    investigación, concepto que se aplica a la evolución o progreso de los programas de
    investigación (en el sentido de Lakatos) y que,
    según las evidencias aportadas por Rivero (2000), se
    aplica también al desarrollo
    cognitivo individual, a partir de la infancia.
    Hernández (2000), por su parte, considera estas fases
    diacrónicas como "macro-intenciones" discursivas que
    explican la pragmática de la investigación. En el
    siguiente punto detallaremos este concepto.

    III) Tipos de
    investigación según el Enfoque
    Epistemológico. La importancia del sistema de convicciones
    epistemológicas que subyace a los trabajos de
    investigación es de tal magnitud que parece imposible
    organizar la IU sin atender a este criterio. Existen muchas
    clasificaciones de estos enfoques. Las que utilizamos en nuestra
    Línea de investigación nos han dado resultados
    aceptables, no sólo para administrar las tesis doctorales
    y los trabajos libres, sino también para orientar los
    seminarios de Epistemología.

    Una clasificación detallada es la que considera
    dos variables de
    convicciones cognitivas (y filosóficas): lo que
    privilegian como fuente del conocimiento
    (con dos valores:
    empirismo y
    racionalismo)
    y lo que privilegian dentro de la relación entre el sujeto
    y el objeto del conocimiento (con dos valores:
    idealismo y
    realismo). El
    cruce de ambas variables
    (2X2) genera cuatro tipos de enfoques epistemológicos, tal
    como se ve en la Tabla 1.

    Fuente del conocimiento ®

    Relación sujeto-objeto ¯

    Empirismo

    Racionalismo

    Idealismo

    Etnografía,
    etnometodología, observación participante,
    investigación-acción…

    Teoría crítica,
    neodialéctica, hermenéutica

    Realismo

    Positivismo, medicionismo,
    operacionalismo, instrumentalismo,
    probabilismo…

    Deductivismo, falsacionismo,
    teoricismo, logicismo…

    TABLA 1: TIPOLOGÍA DETALLADA DE
    LOS ENFOQUES EPISTEMOLÓGICOS

    Pero, para efectos prácticos, redujimos esa
    clasificación sólo a tres clases, basándonos
    en el criterio de lo que conciben como naturaleza del
    conocimiento y lo que conciben como método
    válido de producción y justificación. Esta
    clasificación puede verse en la Tabla 2, donde la segunda
    y tercera columnas reflejan los criterios de
    clasificación, mientras que las columnas subsiguientes son
    criterios asociados a los dos anteriores (consecuencias o
    implicaciones filosóficas).

    Enfoque

    naturaleza del

    conocim.

    método

    hallazgo

    método contrastac.

    lenguaje

    objeto de estudio

    Empirista-Inductivo

    Representación de patrones de regularidad
    o frecuencia. El
    conocimiento es un acto de descubrimiento.

    Inducción

    Experimental

    Aritmético-matemático

    Relaciones causa-efecto, repeticiones de
    eventos.

    Racionalista-Deductivo

    Modelación de procesos generativos. El
    conocimiento es un acto de Invención.

    Deducción

    Análisis lógico-formal y
    experimental

    Lógico-matemático

    Relaciones entrada-proceso-salida

    Introspectivista-Vivencial

    Construcción simbólica subjetiva
    del mundo social y cultural.

    El conocimiento es un acto de
    Comprensión.

    Introspección (con)vivencia

    Consenso experiencial

    Verbal académico

    Símbolos valores

    Normas

    creencias actitudes

    TABLA 2: TIPOLOGÍA REDUCIDA DE LOS
    ENFOQUES EPISTEMOLÓGICOS

    Esta última tipología resulta
    estrictamente coincidente con una de las clasificaciones de los
    estilos de pensamiento elaboradas en el campo de la psicología. La
    hipótesis de las equivalencias entre Enfoques
    Epistemológicos y Estilos de pensamiento ha sido
    desarrollada, como ya se dijo, por Rivero (2000) sobre la base de
    esta última clasificación.

    IV) Tipos de investigación según las Fases
    Diacrónicas.

    Según el concepto de la ‘Estructura
    diacrónica’ de la investigación, los
    programas de investigación comienzan haciendo
    ‘descripciones’ del área bajo estudio, como
    modo de organizar la realidad que seleccionan como objeto de
    trabajo. Una vez que esta fase descriptiva se halla relativamente
    saturada, el programa pasa a elaborar ‘explicaciones’
    o teorías
    que revelen por qué la realidad bajo estudio funciona del
    modo en que aparece descrita previamente. Aparentemente, tal como
    se ve en la historia
    universal de las investigaciones, es esta fase la que centra
    todo el ideal de la ciencia occidental. La construcción de teorías, de ese
    modo, se convierte en la meta
    más alta del trabajo investigativo (tal como lo pregonan
    los escritos de Popper, Kuhn y Lakatos). Seguidamente, el
    programa avanza a una fase de ‘contrastaciones’, de
    chequeos o comprobaciones de las teorías elaboradas en la
    fase anterior, como modo de asegurar su progreso y como trabajo
    donde interviene la crítica y la evaluación, más que la
    creación. Finalmente, los programas de
    investigación avanzan hacia las ‘aplicaciones’
    de las teorías ya contrastadas, es decir, hacia propuestas
    que definan ‘tecnologías’, entendidas
    éstas como maneras de actuar, como sistemas de
    acción y como diseños de transformación,
    control o intervención sobre el mundo real. El
    Gráfico 5 ilustra este concepto de progreso
    diacrónico de los Programas de
    Investigación.

    Con este otro concepto podemos establecer una
    tipología adicional de los procesos y productos
    investigativos para efectos de organización de la IU. En
    particular, con esta discriminación podemos controlar las
    relaciones de anterioridad y posterioridad de los trabajos de
    investigación dentro de un programa, es decir, sabremos
    cuáles trabajos resultan insumos con respecto a
    otros.

    Aunque un solo trabajo de investigación
    individual podría cubrir todas estas fases (como de hecho
    solía ocurrir hace no muchos años, con la idea de
    los "trabajos ambiciosos" en el nivel de estudios doctorales), lo
    ideal es que se distribuya el esfuerzo entre varios
    investigadores ubicados en una misma Línea. Un mismo
    trabajo individual podría cubrir una, dos, tres o cuatro
    de esas fases, y las Agendas de Investigación dentro de la
    Línea decidirían previamente a qué fase(s)
    ha de atender cada investigador. Pero, en definitiva, la idea de
    estas cuatro fases se aplica, propiamente hablando, a los
    Programas y no a los individuos. Más adelante, cuando
    hablemos de las relaciones entre la investigación y el
    curriculum,
    consideraremos nuevamente las posibilidades de distribución de estas fases con respecto a
    los diferentes niveles de la educación
    superior (pregrado, maestrías y
    doctorados).

    Por otra parte a cada una de estas fases corresponden
    tipos de investigación diferentes, que se discriminan por
    su estructura de planificación y ejecución y aun por
    la forma documental del reporte final (como se muestra en la
    Tabla 3, en las columnas).

    Finalmente, si cruzamos los tipos de enfoques
    epistemológicos con los tipos diacrónicos de
    investigación obtendríamos 12 patrones
    básicos de trabajos individuales de investigación.
    Por supuesto, estos patrones no deben verse como encasillamientos
    rígidos ni los límites
    entre esos patrones son tampoco discretos o radicales. Más
    bien, hay mucho de relaciones de frontera entre ellos (la idea de
    los conjuntos
    difusos se aplica perfectamente aquí). En la Tabla 3 se
    caracterizan esos patrones derivados de un cruce entre los dos
    criterios que se han explicado.

      

    Descriptiva

    Explicativa

    Contrastiva

    Aplicativa

    Empirista

    Método de patrones de frecuencia.
    Procesamiento de la información en datos observables,
    agrupados en variables. Estadística descriptiva.

    Método Inductivo. Comprobación de
    hipótesis observacionales mediante un
    diseño experimental, basado en estadística inferencial.

    Método experimental. Réplicas de
    comprobación de hipótesis mediante
    diseños de estadística inferencial.

    Se derivan tecnologías de acción a
    partir de teorías empiristas. Validación
    experimental.

    Racionalista

    Método de configuración
    estructural. Procesamiento de la información en
    datos observables, agrupados en una estructura
    empírica. Uso de sistemas
    lógicos.

    Método Deductivo. Formulación de
    Hipótesis no observacionales que expliquen los
    hechos y a partir de las cuales se deriven explicaciones
    progresivamente más específicas.

    Método lógico-formal y método experimental. Se prueba la
    validez lógica de los resultados de trabajo y
    luego se realizan pruebas empíricas.

    Se derivan tecnologías de acción a
    partir de teorías racionalistas. Validación
    con pruebas lógicas y
    experimentales.

    Introspectivista

    Método de convivencia. Procesamiento de
    la información en categorías de
    análisis, constructos hermenéuticos.
    Lenguaje verbal.

    Método Vivencial Introspectivo
    (aplicaciones hermenéuticas y/o
    etnográficas). Las categorías de
    análisis se resuelven en una
    interpretación.

    Método consensual. Los participantes de
    la investigación evalúan los
    resultados.

    Se derivan propuestas de intervención a
    partir de teorías introspectivistas.
    Validación consensual.

    TABLA 3: 12 PATRONES DE
    TRABAJO

    La Integración con la Docencia

    Lo dicho en este punto está orientado
    exclusivamente a los programas de postgrado en su relación
    con la IU, aun cuando se hacen algunas referencias
    circunstanciales a la Docencia en pregrado. Esta
    orientación se debe al hecho de que cada vez más se
    está insistiendo en la indisolubilidad de nexos entre los
    Postgrados y la Investigación, al punto de que las
    recientes expectativas oficiales aparecen encauzadas hacia la
    creación de programas de postgrado sobre la base de
    Líneas de Investigación como condición
    necesaria. De hecho, algunas universidades mantienen estructuras
    organizacionales de "Investigación y Postgrado",
    definiendo así un vínculo institucional estable
    entre ambas cosas.

    Sin embargo, en la práctica, una de las
    dificultades mayores estriba en la fluidez de ese nexo. Muy
    probablemente, esa dificultad de fluidez se debe a una cultura
    organizacional que privilegia un cierto tipo de docencia de
    corte ‘profesionalizante’. Este tipo de cultura
    docente se caracteriza por su tendencia excluyente a producir
    egresados o diplomados, a promover competencias y destrezas y, en
    fin, a sustentar toda su acción únicamente en un
    ‘perfil de egreso’.

    Hasta aquí, dicho de ese modo, el problema
    podría parecer poco importante, si no fuera porque a esa
    misma cultura aparece muy a menudo asociada la convicción
    de que los contenidos curriculares están ya dados y de que
    la responsabilidad del docente no pasa de transmitir
    esos contenidos, tal como vienen en los libros especializados.
    Así, el docente no interviene en modo alguno sobre los
    conocimientos que transmite ni, muchos menos, crea aspectos
    nuevos ni promueve sobre ellos planteamientos de búsqueda
    que pudieran al menos enriquecer lo dado.

    Un hecho innegable es que los contenidos curriculares
    han ido cambiando constantemente, unas teorías han ido
    siendo sustituidas por otras y cada vez aparecen enfoques y
    progresos nuevos en el seno de las áreas académicas
    correlacionadas con las disciplinas curriculares. Pero podemos
    estar seguros de que
    esos cambios no se producen jamás a partir de la docencia
    orientada según una concepción profesionalizante.
    Dichos cambios se producen en el mundo de las investigaciones y
    también suelen producirse en el mundo de aquella docencia
    que, más allá de una concepción
    profesionalizante, se basa en una concepción
    ‘investigativa’.

    Esta docencia de base investigativa utiliza el aula de
    clases como laboratorio o
    escenario de crítica y producción de conocimientos
    y no como estación de transmisión fiel de una
    información preestablecida. En esta concepción los
    contenidos disciplinarios provienen de las líneas de
    investigación y la actividad de aula permite su
    discusión, su validación y su reajuste o, en el
    peor de los casos, los contenidos dados son sometidos a
    crítica, son reconstruidos investigativamente y se examina
    la posibilidad que puedan ofrecer para derivar de ellos nuevos
    conocimientos y nuevas
    tecnologías.

    De hecho, una gran parte de los investigadores
    mundialmente célebres han ejercido una docencia así
    concebida, de modo que muchos de esos contenidos curriculares que
    ahora transmitimos en la docencia profesionalizante provienen
    justamente de ese tipo de investigadores que no sólo
    producen en su cubículo o en su casa, sino que
    además llevan esa producción al aula de clases para
    allí exponerla, chequearla, profundizarla y
    refinarla.

    De esa manera, las líneas de investigación
    están también, de un modo lógico y fluido,
    en las aulas y en la docencia, donde se hallan los recursos
    humanos potenciales para desarrollar tesis de
    grado, papeles de trabajo e investigaciones libres en torno a
    unos contenidos que, más que provenir de los libros de
    texto y de los
    diseños instruccionales, provienen de las mismas agendas
    de investigación de las Líneas (por cierto, no
    sería mala idea que la IU exigiera a los
    docentes-investigadores alguna publicación al cabo de
    haber dictado un seminario).

    Para promover este tipo de docencia investigativa se
    requiere que los seminarios, el curriculum y las actividades de
    postgrado en general nazcan a partir de las necesidades
    planteadas en el seno de las Líneas y no al revés.
    Los cursos de
    Postgrado obedecerían entonces a ciertas etapas en el
    camino progresivo de las Líneas. No sólo
    permitirían chequear y ampliar los conocimientos y
    tecnologías allí producidas, sino que
    también podrían formar profesionales portadores de
    esos nuevos conocimientos y maneras de obrar. Así, la IU
    entregaría al sector social productos investigativos no
    sólo en papel, sino también a través de
    egresados de postgrado, de recursos
    humanos renovados y realmente propios de la universidad, los
    cuales servirían también como mecanismo de
    difusión de la IU.

    De hecho, esto es lo que ocurre en las grandes
    universidades del mundo, adonde muchos envían a sus hijos
    o a sus empleados justamente porque allí se produce e
    imparte un cierto conocimiento y/o unas ciertas
    tecnologías que no existen en otras universidades y que
    consideran apropiadas. Si esto lo hacen las universidades
    prestigiosas de Europa y EU
    ¿por qué no pueden las nuestras aspirar a lo mismo?
    Podría suceder que el subdesarrollo
    de nuestros pueblos empiece por cierto complejo de inferioridad
    de nuestras universidades, especialmente si recordamos que el
    desarrollo
    social e industrial se basa en la producción
    autónoma de conocimientos.

    De lo expuesto antes se infiere que la integración entre Docencia e IU en el nivel
    de Postgrado sólo puede materializarse si se promueve el
    tipo de docencia de base investigativa, pero no con una
    concepción profesionalizante de la Docencia. Por esta
    última vía el investigador tiene que abandonar su
    cubículo, su oficina o su
    sitio de producción para pasar al aula olvidándose
    totalmente de lo que horas antes había estado haciendo y
    comenzar a hacer otra cosa radicalmente diferente, casi al modo
    de los cambios de personalidad.
    Visto así, la figura práctica del
    docente-investigador resulta imposible en la concepción
    excluyentemente profesionalizante de la docencia.

    Finalmente, apuntando a algunos aspectos operativos, la
    integración entre la Docencia y la IU podría
    lograrse si a la entrada de los programas de postgrado estuvieran
    las Líneas de Investigación y no otras estructuras
    burocráticas. Las mismas Líneas podrían
    formular los tipos de cursos de Postgrado requeridos,
    diseñarlos y hacer las respectivas convocatorias y
    procesos de selección,
    sobre la base de las ofertas de planes de investigación
    que ya hayan definido previamente de acuerdo a sus
    agendas.

    Los Trabajos de Grado pasarían entonces a ser
    vistos como auténticos trabajos de investigación y
    no como demostración de destrezas curriculares, ya que
    serían los más apetecidos productos de las
    Líneas. Éstas serían también los
    jurados naturales de esos trabajos de grado, pero no sólo
    en un "Acto de Defensa", sino permanentemente, a través de
    todo un proceso de seguimiento y de intercambios grupales. Las
    desavenencias y confusiones metodológicas y
    epistemológicas tenderían igualmente a minimizarse,
    ya que serían las Líneas las que definirían
    sus propias plataformas conceptuales y procedimentales,
    así como sus particulares criterios de búsqueda y
    validación.

    Las actividades de Tutoría y asesoría
    podrían también racionalizarse en torno a las redes
    de problemas, de modo que, por ejemplo, los doctores tutorizaran
    los trabajos de Doctorado agrupados dentro de su programa,
    entendiendo las tutorías como parte de la actividad de
    coordinar algún nodo dentro de la red. A su vez,
    análogamente, los cursantes de Doctorado
    tutorizarían los trabajos de las Maestrías y los
    cursantes de éstos, sucesivamente, se encargarían
    de algunos trabajos de Pregrado. Éste podría ser
    también un mecanismo para ir aproximando el Postgrado al
    Pregrado, especialmente si, además, las Líneas de
    Investigación pudieran de algún modo controlar las
    cátedras de Metodología del Pregrado y subsumirlas
    dentro de la actividad docente-investigativa de las Líneas
    (en general, para el problema de las Tutorías, abordado
    dentro de nuestra Línea, véase Reyes,
    1998).

    Para concluir, conviene hacer énfasis en que
    todavía queda por definir la mayoría de los
    aspectos organizacionales que constituyen la problemática
    de la IU, especialmente en los niveles más operativos.
    Tenemos todavía mucho que investigar sobre cosas como el
    clima y la
    cultura organizacional en relación con los procesos de
    investigación, como la economía y el
    mercadeo de investigaciones, como la psicología individual
    y social de esos procesos, como los diseños de procesos
    organizacionales investigativos, etc.

    Aunque en nuestra Línea tenemos bajo desarrollo
    algunos proyectos de trabajo y otros bajo oferta, de
    todos modos el camino se hace largo y complicado, sobre todo por
    las mismas trabas organizacionales que se expusieron en la
    primera parte de este papel. Precisamente, la
    motivación de fondo para escribir todo esto
    partió de la necesidad, vivida en carne propia, de que las
    cosas empiecen a cambiar. Ojalá estas ideas pudieran
    servir, cuando menos, para promover contra-argumentos
    válidos.

    4. Referencias

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    Epistemológicos y Secuencias Operativas de
    Investigación. Tesis Doctoral. Maracaibo: URBE
    (LINEA-I)

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    Discurso. Tesis Doctoral. Caracas: USR (LINEA-I).

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    Adultos y no-Adultos. Tesis de Maestría. Caracas:
    UNESR

    Núñez, Lucy (2001): Factores
    Organizacionales en la Investigación Universitaria. Tesis
    Doctoral en desarrollo. Puerto Ordaz: USR (LINEA-I).

    Ojeda de López, Juana (1998): Un Modelo de las
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    URBE (LINEA-I).

    Picón, Gilberto (1994): El Proceso de Convertirse
    en Universidad. Caracas: UPEL-UNESR.

    Padrón, José (1994a):
    "Organización-Gerencia de
    Investigaciones y Estructuras Organizativas", en Universitas
    2000, Vol 18. Nº 3-4, 109-132.

    (1994b): "Elementos para al Análisis de la
    Investigación Educativa", en Revista de
    Educación
    y Ciencias del Hombre,
    Año II, Nº 3

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    Postgrado de la unesr. Caracas: UNESR, doc. interno
    (www.geocities.com/josepadron.geo).

    Quintero, Ivonne (2001): Un Modelo de la
    Vinculación entre las Funciones Universitarias. Tesis
    Doctoral no presentada. Maracaibo: URBE (LINEA-I).

    Reyes, Luz Maritza
    (1998): Un Modelo de la Acción Tutorial en los Postgrados.
    Tesis Doctoral. Maracaibo: URBE (LINEA-I).

    Rivero (2000): Enfoques Epistemológicos y Estilos
    de Pensamiento. Tesis Doctoral. Caracas: USR
    (LINEA-I).

    Sánchez, Reyna (2001): La Actitud
    Científica. Tesis Doctoral no presentada. Maracaibo: URBE
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    Sayago (1994): Tendencias de la investigación Educativa en Venezuela.
    Tesis de Maestría. Caracas: USR (LINEA-I).

    Schavino, Nancy (1998): Investigación
    Universitaria y Sector Productivo. Tesis Doctoral. Caracas: USM
    (LINEA-I).

    Stewart, Richard. (1983): Filosofía y Sociología de la Ciencia. México:
    Siglo XXI.

    Urdaneta (2001): Competencias del Investigador. Tesis
    Doctoral no presentada. Maracaibo: URBE (LINEA-I).

     

     

    Autor:

    José Padrón G.

    josepadron[arroba]lineai.org

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