Indice
1.
Productividad
2. El Concepto Económico De
Coste
3. Los Costes A Corto
Plazo
4. Beneficios En Libre
Competencia
5. Los Ingresos De La Empresa En Libre
Competencia
6. La Empresa Y El
Empresario
7. La función de
producción
1. Productividad
Las empresas son los
agentes económicos que transforman los factores de
producción en bienes y
servicios.
Vamos a estudiar ahora cómo se realiza ese proceso de
transformación, pero no en sus características técnicas
sino en sus aspectos económicos.
Para cualquier proceso
productivo se utilizan los factores en diferentes proporciones
según el bien de que se trate. La producción total de una empresa es el
resultado de la conjunción de todos los factores
productivos. Si se aumenta la cantidad aportada de todos los
factores, la producción aumentará indefinidamente.
Pero si se mantiene igual la cantidad aplicada de todos los
factores y se empieza a aumentar la cantidad de sólo un
factor, la producción total aumentará cada vez
más lentamente hasta dejar de crecer. Esta es la que se
conoce como ley de los
rendimientos decrecientes.
Para estudiar el funcionamiento de las empresas, el
análisis económico neoclásico
utiliza el concepto de
producto o
productividad
marginal, el aumento en la producción que se consigue
añadiendo una unidad más de un factor. La idea es
similar a la de utilidad marginal
que hemos visto al estudiar a los consumidores y también
en este caso la productividad marginal resulta ser decreciente.
La figura describe el aumento en la producción que se
consigue aplicando cantidades crecientes de un sólo
factor; el crecimiento es rápido al principio,
después se hace más lento hasta llegar a un
máximo a partir del cuál empieza a disminuir. La
productividad marginal o rendimiento del factor es decreciente
desde el principio y, cuando la producción total empieza a
decrecer, llega a ser negativa.
Supongamos que en una empresa se
mantienen constantes las instalaciones, la maquinaria, la
cantidad de materias primas aplicadas y la cantidad de
energía contratada, pero que empezamos a aumentar el
número de trabajadores. Al principio la producción
aumentará, pero llegará un momento en que, por
muchos trabajadores nuevos que entren, no se conseguirá
aumentar la producción ni siquiera en una unidad; incluso
es posible que un mayor número de trabajadores sólo
sirva para estorbar a los demás impidiéndoles
trabajar de forma eficiente por lo que se reduciría la
producción total. Es decir, debido a la ley de los
rendimientos decrecientes, la productividad marginal del trabajo,
al igual que la de cualquier otro factor, decrece hasta hacerse
nula e incluso negativa.
2. El Concepto
Económico De Coste
Antes de clasificar los diferentes tipos de costes que
tienen las empresas conviene aclarar el concepto económico
de coste que es algo diferente de lo que se entiende normalmente
ya que incluye el coste de oportunidad. El coste de oportunidad
es el valor que se
pudiera haber obtenido con una dedicación diferente de los
recursos.
Supongamos que un pequeño comerciante invierte sus
ahorros, pongamos 1 millón de euros, en un pequeño
comercio.
Aunque contrata un dependiente, él mismo lleva
directamente el negocio y dedica el día entero a su
administración. Al final de año,
cuando hace sus cuentas observa
que ha tenido unos ingresos de
50.000 euros y contabiliza como costes los 25.000 euros de
mercancías que ha comprado y los 10.000 euros que ha
cobrado el dependiente. El resto, 15.000 euros, lo considera
beneficio y se lo lleva a su casa. Sus cuentas son las
descritas en el cuadro.
LAS CUENTAS DEL TENDERO | |||
Ingresos | 50.000 € | ||
Costes | |||
Mercancías | 25.000 € | ||
Nóminas | 10.000 € | ||
Total costes | 35.000 € | ||
Beneficios | 15.000 € |
Sin embargo el comerciante no ha tenido en cuenta los
costes de oportunidad. Si con sus ahorros, en vez de comprar el
local, hubiera comprado Letras del Tesoro al 5% estaría
obteniendo un rendimiento de 50.000 euros, rendimiento al que
está renunciando y que hay que contabilizar como un coste
de la tienda. Además, su trabajo como administrador de
la tienda también merece un sueldo; otra empresa
podría contratarlo y pagarle 15.000 euros por realizar un
trabajo similar, de forma que al dedicar su tiempo a su
negocio está renunciando a dicho sueldo. Utilizando el
concepto económico de coste hay que hacer las cuentas como
se recoge en el cuadro adjunto.
LAS CUENTAS DEL ECONOMISTA | |||
Ingresos | 50.000 € | ||
Costes corrientes | |||
Mercancías | 25.000 € | ||
Nóminas | 10.000 € | ||
Costes de oportunidad | |||
Intereses del capital | 50.000 € | ||
Sueldo del empresario | 15.000 € | ||
Total costes | 100.000 € | ||
Beneficios (pérdidas) | (50.000) € |
3. Los Costes A Corto Plazo
Otra forma de analizar los costes es considerar la
posibilidad que tiene el empresario de controlarlos. Las
instalaciones de una empresa, por
ejemplo, no pueden ser modificadas a corto plazo. Si hay que
aumentar o disminuir circunstancialmente la producción, lo
que se podrá modificar es otro tipo de factores;
quizá habrá que "echar" unas horas extraordinarias
o variar el consumo de
energía o de materias primas.
Por tanto conviene distinguir entre costes fijos, los de los
factores que sólo se pueden modificar a largo plazo, y
costes variables, los
que tienen flexibilidad para adaptarse a las circunstancias
cambiantes a corto plazo. Los costes totales son el resultado de
la suma de ambos. El gráfico superior en la figura
muestra una
representación de los costes para diferentes cantidades
producidas.
Los costes fijos son representados mediante una línea
horizontal ya que sea cual sea la cantidad producida, su
cuantía es siempre la misma; incluso cuando la
producción es cero los costes fijos no varían.
Piénsese como ejemplo de costes fijos en los intereses que
la empresa
tiene que pagar a un banco por un
préstamo: sea cual sea la cantidad producida por la empresa la
cuantía de dichos intereses no variará; ni siquiera
cuando la producción sea cero.
Los costes variables, en
cambio, son
nulos cuando no hay producción. Al principio crecen muy
rápidamente pero para cantidades altas de producto,
aumentar en algunas unidades la producción no implica
grandes diferencias en el coste.
Cuando la producción es cero los costes totales coinciden
con los costes fijos. A partir de ese punto, la forma
gráfica que representa los costes totales es igual a la de
los costes variables salvo que desplazada hacia arriba en una
distancia igual a los costes fijos.
Para calcular el coste de cada unidad de producto se estiman los
costes medios: los
costes totales medios son el
resultado de dividir los costes totales por el número de
unidades producidas; los costes variables medios son el resultado
de dividir los costes variables por la cantidad producida; de
igual forma se pueden calcular los costes fijos medios. Pero en
realidad no todas las unidades producidas han costado lo mismo.
Por la ley de los rendimientos decrecientes es normal que cada
unidad adicional que se produzca cueste más que la
anterior. El coste marginal mide el coste de la última
unidad producida.
4. Beneficios En Libre
Competencia
El beneficio normal, como hemos visto, está
incluido en los costes: es el coste de oportunidad, lo que se
podría obtener destinando los recursos a otra
industria.
Pero puede haber también beneficios extraordinarios,
cuando los ingresos totales
superan a los costes totales. En la figura se muestran los
ingresos totales como el rectángulo en el que la base es
la cantidad de unidades producidas y la altura es el precio a que
se han vendido. Recuérdese que la cantidad producida, Q1,
la decide el empresario teniendo en cuenta que el coste marginal
tiene que ser igual al precio fijado
por el mercado. Los
costes totales se muestran como un rectángulo con la
misma base pero cuya altura es la de los costes totales medios
para ese nivel de producción. El resto de los ingresos son
beneficios extraordinarios.
En el modelo
teórico de los mercados de libre
competencia, la
existencia de beneficios extraordinarios se considera un episodio
posible pero fugaz: como el modelo ignora
la existencia de costes de transformación, tiene que
suponer que los beneficios extraordinarios atraerían
nuevas empresas que provocarían el aumento de la oferta y la
disminución en los precios hasta
que sólo hubiera beneficios normales, es decir, hasta que
los ingresos totales igualasen a los costes totales.
La Oferta De Una
Empresa
Todas las unidades que produzca una empresa en libre competencia
podrán ser vendidas al precio de mercado, pero eso
no garantiza en absoluto que la empresa obtenga beneficios.
Aún cumpliéndose lo dicho es posible que el precio
de mercado sea inferior a los costes totales medios e incluso a
los costes variables medios. ¿Seguirá produciendo
la empresa aunque no esté obteniendo beneficios? Pues
sí, es posible que le convenga a corto plazo. Como los
costes fijos no se pueden eliminar parando la producción,
le interesará continuar funcionando mientras el precio de
mercado sea superior al coste variable medio ya que así se
cubrirán todos los costes variables y algo de los costes
fijos. Sólo convendrá cerrar la empresa cuando no
se puedan cubrir los costes de mantenerla en actividad.
Por otra parte, el concepto económico de coste incluye los
rendimientos "normales" del capital y del
trabajo del empresario, es decir, los que obtendría en
cualquier otra actividad. Por tanto, cuando los ingresos totales
coincidan exactamente con los costes totales, habrá
también beneficios, los beneficios "normales".
En la figura se muestran las diferentes posibles situaciones de
la empresa. El punto D representa el óptimo de
explotación, donde el precio es igual al coste total medio
y se está obteniendo el beneficio "normal". Precios
superiores como el del punto E permiten la obtención de
beneficios extraordinarios, superiores a los normales; son
situaciones coyunturales, previsiblemente breves ya que, al
observar la presencia de beneficios extraordinarios otras
empresas entrarán en la industria
aumentando así la producción total y disminuyendo
el precio de mercado. El punto C representa esa situación
en la que la empresa está incurriendo en pérdidas
pero le conviene seguir produciendo ya que consigue cubrir todos
los costes variables (los causados por mantener la actividad) y
parte de los costes fijos. El punto de cierre de la empresa es el
punto B. Por debajo de él, por ejemplo en el punto A,
mantener la actividad de la empresa sería irracional ya
que ni siquiera podrían cubrirse los costes
variables.
5. Los Ingresos De La
Empresa En Libre Competencia
Las empresas que producen para mercados en libre
competencia no pueden influir sobre el precio. Como todos los
productos de
todas las empresas son homogéneos, si una empresa intenta
vender a un precio superior al de sus competidores no lo
conseguirá: los demandantes, que están
perfectamente informados, son racionales y no tienen costes de
transacción, no adquirirán ninguna unidad a un
precio superior al de mercado.
Todas las unidades producidas se venden al mismo precio,
al precio de mercado. El ingreso total de la empresa es el
resultado de multiplicar el precio por el número de
unidades producidas y vendidas.
El ingreso marginal es el aumento de los ingresos
totales cuando se vende una unidad de producto más. Como
esta unidad es vendida al precio de mercado, para una empresa en
libre competencia el ingreso marginal es igual al
precio.
Los ingresos medios son el resultado de dividir los ingresos
totales entre el número de unidades producidas; si todas
las unidades se han vendido al mismo precio es evidente que el
ingreso medio será igual al precio.
Más adelante veremos que en el caso del monopolio el
ingreso marginal es diferente al ingreso medio y al
precio.
La empresa sabe, por tanto, a qué precio puede y
tiene que vender sus productos.
A la vista de ello decidirá que cantidad les
conviene producir. Como las empresas tratan de maximizar sus
beneficios, ninguna empresa producirá una unidad cuyo
coste marginal resulte ser superior al ingreso marginal que pueda
obtener por ella; en otras palabras, no se producirá
ninguna unidad cuyo coste marginal sea superior al precio. Pero
sí se seguirán produciendo unidades adicionales
mientras que los costes marginales sean inferiores al precio.
Resumiendo: la empresa producirá exactamente la cantidad
para la que el coste marginal sea igual al ingreso marginal. Una
consecuencia de esto es que si dibujásemos la curva de
costes marginales de una empresa ¡Sería igual a su
curva de oferta!
La Elasticidad De La
Oferta
La curva de oferta de la empresa es por tanto un tramo de su
curva de costes marginales, el tramo en el que los precios son
superiores al del punto de cierre. Al igual que hicimos con la
demanda
debemos también considerar la elasticidad de la
oferta, su sensibilidad ante las variaciones en el
precio.
El gráfico muestra |
La oferta será elástica o
inelástica según que las variaciones en la cantidad
ofrecida sean mayores o menores proporcionalmente a las
variaciones en los precios. Definida con más
precisión, la elasticidad de la oferta es el porcentaje en
que varía la cantidad ofrecida cuando el precio
varía en un uno por ciento. Lo que se trata de medir de
hecho es la capacidad de reacción de las empresas a las
variaciones en los precios. La elasticidad de la oferta depende
por tanto de las peculiaridades tecnológicas del proceso
productivo, de la disponibilidad de factores necesarios para la
producción, pero, sobre todo, del tiempo. Como a
corto plazo las instalaciones no pueden variar, la oferta es muy
rígida, y grandes variaciones en los precios no
modificarán sensiblemente la cantidad ofrecida. Sin
embargo a largo plazo la oferta resulta muy elástica, no
sólo porque las empresas existentes pueden adaptarse a los
nuevos precios sino porque puede que entren nuevas empresas, si
el precio ha subido, o que cierren algunas, si el precio ha
bajado.
La Empresa A Largo Plazo
Al contemplar el largo plazo en las empresas habrá que
considerar que no hay costes fijos. A largo plazo, contrariamente
a lo que vimos antes, la empresa puede ir adaptando todas sus
instalaciones y su tamaño a sus necesidades productivas.
Este
punto de vista requiere sin embargo tener en cuenta las
economías de escala.
Hay algunos procesos
productivos cuyas peculiaridades tecnológicas permiten
que, conforme aumente el tamaño de la empresa, los costes
medios a largo plazo vayan disminuyendo. Se dice entonces que se
producen economías de escala. Eso no
está en contradicción con la ley de los
rendimientos decrecientes ya que ahora estamos hablando de
aumentar la cantidad de todos los factores
simultáneamente. Es el caso, por ejemplo, de las empresas
eléctricas. Una pequeña empresa recién
introducida tendrá que construir sus centrales generadoras
y trazar el tendido para su distribución. Si el número de
abonados es reducido, el coste de cada kilovatio
resultaría prohibitivo. Conforme aumente el tamaño
de la empresa, el número de abonados y la cantidad de
kilowatios producidos, el coste de producción de cada
kilovatio será menor. Si en una industria la tendencia a
la disminución de los costes medios es indefinida o, en
otras palabras, si cuanto mayor sea la empresa, sin límite
alguno, su rentabilidad
es mayor, habrá una fuerte tendencia a la
concentración y absorción de empresas y, en fin, al
monopolio. Es
el caso de la industria de producción de electricidad, por
ejemplo.
Por el contrario, algunos tipos de
empresa resultan más rentables si son pequeñas.
Los costes de control
administrativo, por ejemplo, pueden crecer más que
proporcionalmente al aumentar el tamaño de la empresa. Se
dice entonces que los rendimientos a escala son decrecientes o
que se producen deseconomías de escala. Finalmente hay
también otras industrias en las
que los costes medios a largo plazo no varían por lo que
sus rendimientos a escala son constantes. De éstas se
dirá que no tienen economías de escala.
En el momento de crear una empresa, el promotor tiene
que decidir su tamaño. Los objetivos son,
presuntamente, la maximización de beneficios a corto y a
largo plazo. A corto plazo el problema se resuelve creando una
estructura que
haga coincidir el punto más bajo de la curva de costes
totales medios con el precio del producto. A largo plazo la
empresa deberá mostrar suficiente flexibilidad para,
modificando su tamaño y estructura,
desplazar su curva de costes de forma que se permanezca el mayor
tiempo posible con beneficios máximos.
Este modelo ha sido criticado por su alejamiento del
mundo real, de las razones que declaran los empresarios utilizar
en la adopción
de decisiones. En la realidad la información disponible por el empresario
sobre la evolución futura del mercado es tan escasa
que no pueden adoptarse decisiones maximizadoras. Los riesgos son tan
altos que el objetivo
principal pasa a ser la seguridad.
Un enfoque teórico alternativo consiste en contemplar a la
empresa como un individuo que lucha por su supervivencia en un
ambiente
ecológico fluctuante. En esas circunstancias el arma de
defensa principal es la flexibilidad de la
organización interna, su capacidad de disponer de
información suficiente sobre las cambiantes
circunstancias el mercado, su capacidad para asimilar esa
información y adoptar rápidamente decisiones
consecuentes.
Según este enfoque, el cambio en el mundo
económico tendría características similares al mundo
biológico: la evolución estaría sometida a las
leyes
darwinistas según las cuales sobreviviría la
empresa mejor adaptada al entorno. Las empresas jóvenes
tratarían de emular a las empresas de éxito
imitando sus características sobresalientes y
contribuyendo así a "subir el listón".
Debemos por tanto considerar quién y cómo adopta
las decisiones en las empresas. Está claro que las
decisiones las toman los individuos que dirigen las empresas pero
¿Quiénes son estos individuos y cuáles son
sus objetivos? La
teoría
económica tradicional considera, como hemos dicho, que las
empresas tratan de maximizar sus beneficios. Pero para que esto
sea indiscutible es necesario que, como ocurría antes, los
propietarios de las empresas sean los mismos que los
administradores.
El empresario del siglo pasado asumía tres tipos de
actividades: el empresario emprendedor que toma la iniciativa de
crear una empresa, el empresario capitalista que aporta los
medios necesarios para llevarla a cabo y el empresario administrador que
gestiona la empresa que ha creado. Aunque en la pequeña y
mediana empresa ese tipo multifacético de empresario sigue
existiendo, en las grandes empresas esas tres funciones las
realizan individuos que muy frecuentemente no se conocen entre
sí. Las iniciativas emprendedoras son estudiadas y
analizadas por las divisiones de planificación y marketing, los
propietarios de las acciones
pueden incluso ignorar cuál es la actividad principal de
la empresa, y los administradores pueden haber sido contratados
simplemente por tener una brillante trayectoria profesional en
otras empresas.
Cada vez es más frecuente, y sobre todo en las
grandes empresas, que los propietarios sean un gran número
de pequeños accionistas sin ninguna capacidad de
decisión. Incluso los consejos de administración, formados por los
accionistas más importantes aunque minoritarios,
cederán la gestión
cotidiana a consejeros delegados, gerentes y a técnicos
con un título de Master en
Dirección de Empresas.
En los últimos tiempos han salido a la luz
pública las diferencias de opinión existentes entre
los propietarios y los gerentes de algunas grandes empresas. De
hecho es muy posible que el gerente
esté más interesado en conseguir poder o
prestigio que beneficios. El poder y el
prestigio pueden conseguirse haciendo que la empresa aumente de
tamaño, gane cuotas de mercado, aunque para ello se deban
sacrificar los dividendos que se reparten.
Se supone que los accionistas o el consejo de
administración pueden cambiar en cualquier momento al
gerente que no
trabaje por sus intereses, y así sucede en ocasiones como
sabemos. Incluso una empresa que no esté siendo bien
administrada puede ser objeto de absorción por otra. Hay
de hecho en la actualidad empresas especializadas en apoderarse
de otras mal administradas, cambiar a los gerentes, reflotarlas y
revenderlas con impresionantes beneficios. Pero la influencia de
los intereses de los gerentes en la adopción
de decisiones en la empresa es un hecho que debe ser tenido en
cuenta.
La Organización De Las Empresas
La forma más simple de empresa es la individual o
familiar. El empresario aporta su capital y su
trabajo, contrata otros factores, busca financiación
adicional y organiza las relaciones entre los factores en el
interior de su empresa. A cambio de ello se apropia del excedente
o beneficio que pudiera producirse.
La responsabilidad es ilimitada lo que quiere decir
que todos sus bienes
personales actúan como garantía de los compromisos
que contraiga. Este tipo de empresa, al ser transmisible por
herencia,
permite una cierta acumulación capitalista y la
adquisición de conocimientos empresariales, pero la
capacidad de crédito
en estas circunstancias es necesariamente reducida y la
fórmula sólo puede ser válida para
pequeñas empresas.
Una primera solución para conseguir mayor capacidad
financiera es la sociedad
colectiva. Está formada por varios socios que aportan sus
capitales respondiendo todos ellos de forma ilimitada con todos
sus bienes. Cada vez que un socio fallece o decide abandonar, la
empresa queda disuelta y debe volver a formarse de nuevo. Las
sociedades en
comandita están formadas por dos tipos de socios, los
colectivos, con responsabilidad ilimitada y los comanditarios,
cuya responsabilidad se limita a su aportación de capital.
Estos dos tipos de
empresa son en la actualidad muy poco frecuentes.
Las sociedades
cooperativas
están formadas por los propios trabajadores que aportan el
capital necesario, el llamado fondo social. La
administración y gestión
la suelen llevar también los mismos socios.
En las sociedades de responsabilidad limitada las deudas que se
contraigan estarán respaldadas sólo por el capital
social que hayan aportado sus socios pero, a diferencia de las
sociedades
anónimas, tienen establecidas ciertas limitaciones en
la transmisión de la propiedad y en
el tamaño de la empresa. Es una figura pensada para
pequeñas y medianas empresas y que recibe por tanto un
tratamiento fiscal
más favorable que las sociedades
anónimas.
La empresa capitalista moderna por excelencia es la
sociedad
anónima. En ésta el capital está
repartido en partes alícuotas que se llaman acciones. Cada
propietario responde sólo con el capital que haya aportado
y puede vender y transmitir sus acciones sin que la marcha de la
empresa se vea afectada. Este tipo de organización permite la
concentración de capitales imprescindible para las grandes
corporaciones modernas. El principal problema que plantean es el
derivado de la separación entre la propiedad y la
dirección.
Las sociedades anónimas están presididas
por un Consejo de Administración que es elegido por la
Junta General de Accionistas. Los consejeros suelen ser grandes
accionistas de la sociedad pero
como es muy frecuente que el capital social esté muy
repartido, es posible que la suma de las acciones poseídas
por los miembros del Consejo represente sólo una
pequeña parte del capital. A su vez, el Consejo de
Administración suele encargar la gestión de la
empresa a consejeros delegados, gerentes, etc.
Finalmente, Las empresas públicas, que pueden o
no tener la forma de sociedad
anónima, son aquellas en las que al menos parte de su
capital pertenece a alguna corporación de Derecho
público. La participación pública se
justifica por motivos de interés
general (p.e. prestación de servicios
públicos), económicos (p.e. insuficiencia de
iniciativa privada), o sociales (p.e. lucha contra el
paro).
7. La función de
producción
La tecnología y la
empresa.
En la mayoría de los procesos
productivos se utilizan todos los factores de producción,
si bien la proporción en que intervienen puede variar de
forma bastante apreciable, siempre dentro de las posibilidades
que ofrezca la tecnología
disponible.
Por tecnología se entiende el estado de
los conocimientos técnicos de la sociedad en un momento
determinado. En el caso de la empresa, la tecnología se
representa por la función de
producción.
La función de producción de una empresa muestra la
cantidad máxima de producto que se puede obtener con una
cantidad dada de factores productivos.
Hay miles de funciones de
producción diferentes, al menos una por cada empresa y
producto, ya que éstas representan combinaciones de
factores (maquinaria, trabajo, etc.). Los distintos valores
indicativos de las cantidades de factores empleadas y de
productos obtenidos reflejan la tecnología disponible y
definen la función de producción. Las empresas que
opten por las mejores combinaciones de factores obtendrán
los mejores resultados.
La función de producción recoge el hecho de que los
responsables técnicos de las empresas tratan de alcanzar
la cantidad máxima posible de producto final, con una
cantidad dada de factores. Si se produce un avance en los
conocimientos técnicos se obtendrá una mayor
cantidad de producto con la misma cantidad de factores, de forma
que la función de producción
cambiará.
La producción y el corto plazo.
Muchos de los factores que se emplean en la producción de
un bien son bienes de capital, tales como maquinarias y
edificios. Si quisiéramos aumentar la producción
rápidamente, algunos de estos factores no podrían
incrementarse en el corto plazo – es decir,
permanecerían fijos – y sólo sería
posible aumentar la producción con mayores cantidades de
factores, como el trabajo,
cuya adquisición en mayores cantidades sí resulta
factible en un breve período de tiempo.
El corto plazo es un período de tiempo a lo largo del cual
no pueden variar algunos de los factores que se denominan fijos.
La empresa sí puede ajustar los factores variables,
incluso a corto plazo.
El producto total es la cantidad de producción que se
obtiene para diferentes niveles de trabajo.
El producto medio o productividad es el cociente entre el nivel
total de producción y la cantidad de un factor utilizada,
e indica el nivel de producción que obtiene la empresa por
unidad de factor empleada.
El producto medio o productividad se utiliza frecuentemente como
una medida de la eficiencia con la
que se lleva a cabo la producción.
Rendimientos crecientes y decrecientes.
La evolución de la productividad media se caracteriza
porque inicialmente aumenta, alcanza un máximo y
posteriormente disminuye. Durante la primera fase decimos que hay
rendimientos crecientes y, cuando disminuye, los rendimientos son
decrecientes.
Es decir, cuando sólo puede variar un único factor
y los demás permanecen fijos o constantes, acabarán
apareciendo rendimientos decrecientes.
La producción y el largo plazo.
Si el producto que lanza una empresa al mercado experimenta una
demanda
creciente, ésta deseará expandir la
producción. De forma inmediata la empresa puede hacer que
la mano de obra existente trabaje horas extraordinarias y
también puede incrementar el número de empleados
contratados. En un plazo de tiempo algo mayor, y si
continúa la presión
por parte del mercado, la empresa empezará a introducir
nueva maquinaria y, a más largo plazo aún, puede
incluso construir una nueva fábrica.
A largo plazo, las empresas tienen la posibilidad de alterar la
cantidad de cualquiera de los factores que emplean en la
producción. Precisamente, en economía, la
distinción entre corto y largo plazo se establece
únicamente atendiendo a la existencia o no de factores
fijos.
Las propiedades técnicas
de la producción a largo plazo se establecen en torno al concepto
de rendimientos de escala (escala significa el tamaño de
la empresa medida por su producción), y éste se
aplica sólo al caso en que todos los factores
varíen simultáneamente en la misma
proporción.
Existen rendimientos o economías de escala crecientes
cuando al variar la cantidad utilizada de todos los factores, en
una determinada proporción, la cantidad obtenida el
producto varía en una proporción mayor. Existen
rendimientos constantes de escala cuando la cantidad utilizada de
todos los factores y la cantidad obtenida de producto
varía en la misma proporción. Existen rendimientos
de escala decrecientes cuando al variar la cantidad utilizada de
todos los factores en una proporción determinada, la
cantidad obtenida de producto varía en una
proporción menor.
Eficiencia técnica.
Aunque el estado de la
tecnología es un dato para el empresario, éste
tratará, sin embargo, de actuar racionalmente a la hora de
escoger la combinación de factores que le permita obtener
la cantidad de producto que él desee. El
conocimiento de la tecnología es un primer paso de
esta elección, pues la empresa buscará la eficiencia
técnica y desechará aquellas combinaciones de
factores que, para obtener una cantidad de producto determinada,
exijan el empleo de
mayores cantidades de dichos factores.
Un método de
producción es técnicamente eficiente si la
producción que se obtiene es la máxima posible con
las cantidades de factores especificadas.
Eficiencia económica.
La técnica o método de
producción eficiente económicamente es aquel que
sea más barato para un conjunto de precios de los
factores.
La sustitución en el empleo de unos
factores por otros.
Si se produce un cambio en los precios de los factores
productivos, la empresa procurará sustituir el factor que
se ha encarecido por el factor que se ha abaratado. La
elección entre procesos o técnicas productivas y,
en consecuencia, la sustitución de unos factores por otros
depende de los precios o costos relativos
de los factores productivos.
Cualquiera que sea el nivel de producción que se desee
obtener la elección racional del método más
eficiente implica que éste sea técnica y
económicamente eficiente. La eficiencia técnica se
refiere al uso adecuado de los factores desde un punto de vista
físico. La eficiencia económica determina
cómo se combinan los factores productivos con referencia a
los precios de los factores. El método
económicamente más eficiente será el que
cueste menos. Desde esta perspectiva, la eficiencia
técnica se supone dada y se pretende determinar la
combinación óptima de factores siguiendo las reglas
de la eficiencia económica. Las empresas que actúen
más eficientemente serán las que resulten
más competitivas.
Autor:
kattia mazzoti