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¿Puede el amor proponerse como una propuesta ética?




Enviado por gabrielt



    Indice
    1.
    Desarrollo Del Trabajo

    2. Bibliografía

    1. Desarrollo Del
    Trabajo

    Ya lo dijo Nietzsche
    proclamando por boca de Zaratustra: Dios ha muerto. El Dios de la
    metafísica y de la moral que
    nació en Sócrates y
    Platón
    y que llegó al tiempo moderno ha
    dejado de latir en el corazón
    del hombre.
    El hombre ha
    ocupado su lugar y ha iniciado una obra que inexorablemente tiene
    que terminar bien, los hombres viven como si Dios no existiera,
    es más viven con un espíritu totalmente
    despreocupado y libre de presiones.
    "… vivimos con el espíritu del bibamus, edamus, cras
    moriemur, al celebrar el crepúsculo de las
    ideologías…"

    Pero por más que le pese a Nietzsche,
    Dios aún sigue vivo, tal vez no tanto como antes, pero
    aún está presente. Dios y sus predicadores no
    terminan de irse, por lo tanto todavía quedan resabios de
    trasmundo, de metafísica
    y de moral
    De hecho, todavía hay hombres creyentes que tienen en su
    fe razones válidas para distinguir lo bueno de lo malo y
    para sostener una línea de conducta
    aún en el medio de las dificultades. Esto es evidente,
    puesto que al recibir su orientación ética
    desde el ámbito metafísico, desde una
    fundamentación absoluta el creyente encuentra un apoyo en
    el origen mismo del criterio de distinción entre lo bueno
    y lo malo.
    Pero el mensaje de Nietzsche es claro y ciertamente demoledor.
    Para muchos en la actualidad Dios ha muerto y junto con
    él, como ya hemos estado
    diciendo, murió la metafísica y la moral. Hoy hay
    muchos no creyentes, hay muchos para los cuales Dios ha muerto,
    de hecho este planteo nos llevaría a considerar el tema
    del agnosticismo o en su defecto del ateísmo. Si bien este
    no es el tema central de nuestro trabajo, conviene que hagamos
    una breve mención al respecto, deteniéndonos a
    considerar lo que Etienne Gilsón plantea respecto a
    este tema :
    "El verdadero ateo, si existe, no niega la existencia de Dios, no
    piensa en ella."

    Esta afirmación evidencia claramente que no hay
    verdaderos ateos, al contrario, si los hubiera, para ellos Dios
    no sería un problema, de allí que Gilsón
    esté expectante ante las razones de un ateo. En el mismo
    texto
    él distingue un ateísmo dogmático que surge
    después de una madura reflexión y concluye con
    certeza racional que nada responde a la palabra "dios",
    entendiendo por nada ningún ser. Pero aquí la
    cuestión es otra, Dios existía y el hombre lo
    retiró del lugar que ocupaba. En este sentido
    Gilsón remata este tema planteando :
    "Por lo demás, nunca se está seguro de que
    (Dios) haya muerto en un corazón en
    el que vivió"

    Esta claridad objetiva demuestra que por más
    intentos que se hagan, Dios sigue viviendo en el corazón
    del hombre, tal
    vez no de la misma manera en que estaba antes de aquella
    fórmula pronunciada por Zaratustra. Dios no termina de
    irse porque nunca terminó de morir.
    En este sentido también Gianni Vattimo descubre el renacer
    del interés
    religioso en el clima cultural
    actual. Ciertamente que mientras Dios perdure en la cultura, Dios
    seguirá sin morir definitivamente. Lo que para unos era un
    conjunto de ideas infantiles que había que olvidar y hasta
    rechazar sigue vigente. Es más Vattimo plantea lo
    siguiente:
    "…lo que creo que se puede decir en términos de un
    pensamiento no
    metafísico es que gran parte de las conquistas (…) de la
    razón moderna están arraigadas en la
    tradición hebraico cristiana y no son pensables fuera de
    ella"
    Es por ello que, aunque muchos hombres modernos no lo quieran
    reconocer, los problemas de
    la filosofía de hoy están condicionados e
    inspirados profundamente, por la herencia
    cristiana.
    En este sentido, el planteo de Umberto Eco se ubica en esta
    línea esbozada anteriormente a través de los
    aportes de Gilsón y de Vattimo.

    Eco no es el verdadero ateo, si bien su filosofía
    puede aparecer totalmente desprendida de todo elemento de origen
    religioso, en su convicciones hay muchos elementos que le han
    venido por su formación religiosa católica que,
    según sus propias expresiones, abandona a los
    veintidós años.
    "… mi formación se caracteriza por una fuerte huella
    católica hasta (por señalar un momento de fractura)
    los veintidós años. (…) de modo que me queda
    siempre la duda de si algunas de mis convicciones morales no
    dependen todavía de esa huella religiosa que ha marcado
    mis orígenes."

    De allí que sea de sumo interés el
    planteo que realiza, puesto que Eco ciertamente es el prototipo,
    a nuestro modesto modo de ver, del ateo moderno. Mientras otros
    hombres en su filosofía ética parten de Dios, Eco
    no parte de Dios, como gran parte de la filosofía
    occidental. En el caso de los filósofos no cristianos, y aun
    anticristianos o al menos agnósticos, como el caso de Eco,
    sin embargo actúan muchos principios que
    los ha traído el cristianismo y
    que han entrado dentro de la cultura y que
    son redescubiertos ahora no por la fe que ha sido sacada, sino
    que han sido redescubiertos por la razón.

    Un ejemplo claro de lo que acabamos de plantear es la
    revolución
    francesa y toda la filosofía contemporánea que
    da por sentados y fundamenta una cantidad de principios entre
    ellos la igualdad, la
    libertad y la
    fraternidad. Obviamente que estos principios son de origen
    cristiano, pero al haber "muerto Dios", al hombre le queda su
    razón y así es que por medio de ella se ha ido
    desarrollando una confirmación por vía racional de
    tal manera que aún sacando de perspectiva su origen y
    fundamento en Dios, lo llega a sostener, asumir, aceptar y
    establecer como un valor.

    En este sentido, hay muchos no creyentes, es decir
    personas que no fundan su vida en la relación con Dios,
    con el absoluto y que sin embargo en su vida mantienen una
    línea ética, es decir mantienen una línea de
    servicio y de
    conducta que los
    hace llevar una vida coherente a los principios que dicen tener
    asumidos, al punto tal que hasta llegan a morir por sus
    convicciones.

    La pregunta que surge es ¿donde encuentran los no
    creyentes ese nivel de absoluto, ese nivel metafísico de
    apoyo y referencia ?¿adonde está ese nivel
    para el no creyente ?

    Para el problema de la fundamentación, los
    creyentes tienen a Dios y su gracia para la práctica, es
    decir que el problema se agota con Dios. Aquí el verdadero
    problema surge con los no creyentes, agnósticos o
    anticristianos para los cuales en algún sentido Dios ha
    muerto.

    Es por ello que trataremos de esbozar una respuesta.
    Ciertamente que todos los hombres captan la realidad desde
    algún punto fijo, esto es buscan una
    fundamentación. Eco trata de encontrar algo seguro sin partir
    de la fe en un Dios que singularmente ha muerto.

    Entonces hay que empezar a buscar aquello seguro que
    haya en la razón, esto es buscar qué hay de seguro
    en el mundo del conocimiento,
    es decir una fundamentación gnoseológica. Para
    ello, primero hay que discernir si la inteligencia
    puede o no puede tener certezas, puede o no puede tener algo
    seguro o algo válido. Entonces aquí es donde invita
    Eco, a empezar desde cero. Empezando desde cero se encuentra que
    la comprensión, el pensamiento
    que tiene la inteligencia
    humana se hace desde algunas categorías que vienen dadas
    desde su cuerpo. Esa certeza fundante de algo sobre lo cual
    partir y mirar toda la realidad lo da el hecho que el hombre se
    descubre a sí mismo y descubre el mundo.

    La categoría que surge del cuerpo le permite la
    posibilidad al hombre descubrir que en función
    del cuerpo hay un arriba, hay un abajo, hay un enfrente. Esto
    significa entonces que hay algo fijo, esto es un fundamento desde
    el cual se puede mirar toda la realidad..

    Ahora bien, dice Eco que esto fijo universal, fundante,
    no se instala solo desde la individualidad sino que se instala en
    el seno de la
    comunicación. De hecho los hombres somos seres que nos
    estamos comunicando permanentemente a través de un signo,
    un símbolo, una mirada, un gesto, etc..

    En este sentido, Eco trae la experiencia de los llamados
    niños
    lobos. El caso del chico que se pierde en la selva y que logra
    subsistir pero que al no estar en contacto con los otros no puede
    desarrollar el pensamiento, ni el lenguaje,
    es decir se animaliza, entonces plantea que el desarrollo del
    pensamiento solo se realiza en el seno de la comunicación, esto es, en el encuentro con
    el otro.

    Ahora bien, al descubrir la categoría del cuerpo
    y todo lo que ello implica, el hombre tiende a expresarlas de
    alguna forma, esto es sean comunicadas y entendidas por el otro.
    De allí que el tema no sea la lengua en que
    se expresen esas categorías, el hecho irrefutable de que
    el hombre piense sabiendo necesariamente que hay arriba y que hay
    abajo no es una convención, lo convencional estará
    en qué sonidos que se utilicen para designar lo arriba y
    abajo, pero que haya un arriba y que haya un abajo ciertamente
    eso no es convencional, va junto con el cuerpo humano.
    No importa con qué sonidos se expresen esas
    categorías, que uno lo diga en inglés,
    francés, castellano,
    latín, eso es lo convencional.

    Y lo otro que Eco señala es que el pensamiento y
    el lenguaje solo
    aparecen en la
    comunicación humana y es allí también
    donde va a aparecer la ética.
    En este sentido, él encuentra algunas certezas, no podemos
    negar que son universales, que las tenemos todos y que se
    expresan semánticamente de distinto modo. Este planteo nos
    permite descubrir un hecho innegable cual es la constitución de un yo frente a un otro en
    el seno de la comunicación.

    No debemos olvidar que para que haya comunicación
    se necesitan un emisor y un receptor, es decir dos, no uno.
    Es aquí donde se instala, según Eco, la
    ética. ¿por qué ? Porque ciertamente
    cuando los hombres se comunican entre sí están
    reconociendo la presencia de un otro, nadie se comunica consigo
    mismo, salvo que tenga alteradas sus facultades mentales. Esta
    presencia del otro en el proceso de
    comunicación permite descubrir algunas estructuras
    humanas que el hombre las tiene en su poder y que
    las encuentra en el otro, por lo tanto se instalan en el seno del
    reconocimiento de estas estructuras en
    uno y en otro y en el mutuo respeto.

    Así planteado, Eco concluye diciendo que a partir
    de la comunicación nace la ética, siendo su primer
    principio el del amor al
    prójimo.

    Amor al prójimo que también puede
    entenderse como solidaridad para
    con el otro. De hecho la presencia del otro permite interrogarnos
    por la responsabilidad y el desinteresado interés
    que nos envuelve ante su presencia.
    El reconocimiento de un otro a partir de la comunicación
    nos mueve a reconocer por un lado la corporalidad ajena y
    conjuntamente los derechos que esa
    corporalidad implica.
    "La dimensión ética comienza cuando entran en
    escena los demás. Cualquier ley, por moral o
    jurídica que sea, regula siempre relaciones
    interpersonales."
    "No hay ninguna razón para ser crueles" ya que el
    único vínculo social entre los hombres es el
    reconocimiento de la condición común de ser
    susceptibles de sufrir humillación. De hecho estamos
    planteando la cuestión de la solidaridad
    humana que claramente es compartir la esperanza egoísta
    común de que el mundo de uno no será
    destruido.

    Esa situación nos permite acercar una primera
    respuesta a la pregunta ya formulada : ¿donde
    encuentran los no creyentes ese nivel de absoluto, ese nivel
    metafísico de apoyo y referencia ?. La respuesta que
    podemos dar es que ese nivel de absoluto, de apoyo y referencia
    son los otros y podríamos decir tratando de precisar
    aún más que concretamente que el principio absoluto
    es el amor a los
    demás. Hablamos entonces de ese instinto natural – "no hay
    ninguna razón para ser crueles" – que permite al hombre
    ejercer la caridad y la solidaridad. Es el reconocimiento del
    otro como un espacio que debe ser respetado y de esta forma el
    respeto por el
    espacio del otro se transforma en amor hacia el
    otro, en solidaridad, en misericordia con el que está en
    frente mío.

    En ese sentido, Eco afirma :
    "…esta conciencia de la
    importancia de los demás es suficiente para proporcionarme
    una base absoluta, unos cimientos inmutables para un comportamiento
    ético…"
    A partir de lo propuesto observamos que el comportamiento
    ético surge ciertamente del descubrimiento de los
    demás y del reconocimiento de su presencia. Esta
    afirmación del otro no es algo que se pueda "poner", sino
    que al contrario, se descubre en el seno de la
    comunicación.
    Las relaciones
    interpersonales permiten ciertamente el ejercicio continuo de
    determinadas acciones
    concretas, la solidaridad, el respeto, el amor entre otras,
    incluyo las leyes regulan
    siempre relaciones entre los hombres. La pregunta que surge es
    ¿cual sería el principio fundamental que regula las
    relaciones interpersonales ?. Estaríamos en
    condiciones de plantear que el principio sería "hacer el
    bien y evitar el mal", pero conviene aclarar que, según
    Eco, no es un principio metafísico, aún a pesar que
    sea un principio claro y evidente, lo que sucede es que este
    principio es el fundamento de un orden eminentemente
    práctico que asume las características de absoluto y
    universal :.

    "El principio fundamental que se expresa generalmente
    así "haz el bien y evita el mal", es conocido en escala universal.
    Todo hombre, que no tenga impedido el uso de la razón lo
    comprende aunque no lo practique"
    Hacer el bien y evitar el mal es un primer principio de la
    ética  que además es autoevidente, esto es que
    se lo captan por sí mismo. No se derivan mediante un
    razonamiento de principios especulativos, descriptivos, sino que
    la razón humana funcionando prácticamente comienza
    descubriendo entre otras cosas que el bien debe hacerse y el mal
    debe evitarse. Este principio ciertamente no es inferido de los
    principios especulativos, no es inferido de los hechos, no es
    derivado ni tampoco inferido de nada. Ciertamente si no es
    inderivados se creerá que es innato, al contrario no es
    inderivado, y tampoco es innatos.
    En este sentido, el principio ético de hacer el bien y
    evitar el mal es un principio grabado en la conciencia o en
    el corazón del hombre, no innatamente, podríamos
    decir que se lo adquiere espontáneamente a partir de la
    permanente observación de la realidad por el
    conocimiento y a partir de ese conocimiento
    entonces se adquiere y se graba en la conciencia o en el
    corazón del hombre.

    A partir de lo expuesto estaríamos en condiciones
    de plantear que la claridad y evidencia del principio obliga en
    conciencia, y por lo tanto llama para actuar en consecuencia.
    "Los principios de la moralidad NO se manifiestan a los hombres
    como simples sugerencias, directivas convenientes pero libres,
    también se imponen con los caracteres de
    obligatoriedad…"
    De hecho el carácter
    de obligatoriedad de esta ley moral es tan
    evidente que no se la puede poner en duda, ni por el contrario
    negarlo en algún sentido. Aún el materialista
    extremo reconoce esta obligatoriedad.
    Ante la muerte de
    Dios, es claro que el Dios trascendente ha dejado de ser el
    fundamento metafísico absoluto de la ética. Ahora
    es el hombre el fundamento, única fuente de verdad. Y
    ciertamente es el hombre el que descubre que hay ciertas normas obvias que
    deben ser respetadas por todos : Por ejemplo "no matar al
    que te ha hecho daño", "No hurtar los bienes
    ajenos", "no hacer el mal a quien te ha hecho el bien"…. Esto
    significa que el nuevo fundamento ético es el amor al
    prójimo. Ciertamente no es el amor cristiano, es la
    búsqueda del bien común muy lejano del planteo
    cristiano, pero bien al fin, teñido tal vez, como hemos
    visto al inicio de nuestro trabajo de la herencia judeo –
    cristiana. Ahora bien, repugna al hombre el plantear que ese amor
    al prójimo es fruto de esta herencia.

    Ciertamente este amor debe "comenzar por casa", esto es
    amarse uno mismo para de allí llegar al amor a los
    demás.
    "…esos comportamientos pueden ser definidos como morales
    siempre que superen de alguna forma el horizonte individual y
    obren en favor del bien del prójimo"
    El hombre practica el amor al prójimo y la caridad
    simplemente porque sigue el instinto que proviene de su
    razón y ciertamente de su corazón, lo cual nos
    permite plantear que el hombre en función de
    sus afectos se mueve en esta práctica. De allí que
    el hombre se sienta afectivamente comprometido para el ejercicio
    del amor al prójimo. Este ejercicio es una
    intuición del corazón.

    Es así que asumiendo el amor al prójimo se
    pueden reconocer valores y
    normas
    válidas para una recta convivencia humana como
    también una última y siempre válida
    justificación al proceder del hombre. Es el amor lo que
    regula las relaciones conformándose en una verdadera
    conciencia ética que ciertamente elimina toda actitud que
    cosifica o utiliza al otro. Ciertamente esta afirmación
    del otro no es algo que puede el hombre poner, sino que es algo
    que constantemente debe actualizarse

    A partir de lo expuesto, surge un interrogante:
    ¿qué ética postulamos a partir de la
    muerte de
    Dios ?
    Para ello , primeramente observamos que :
    La muerte de
    Dios es el grito desesperado del hombre atado a una
    metafísica y moral asfixiante. ¿Por
    qué ? Porque la metafísica en el pensamiento
    nischeano es igual a esclavitud y
    decadencia. El hombre para ser verdaderamente libre debe matar
    todo aquello que tenga resabios metafísicos, Dios es el
    principal elemento metafísico, de allí que se deba
    producir su muerte.
    La moral
    metafísica, la del trasmundo es una moral decadente,
    mediocre y miserable. Esta es la moral que inventó a Dios
    y a la religión para hacer creer que actuando de
    una determinada manera se puede alcanzar la virtud. Es necesario
    reafirmar, la necesidad de la muerte de Dios.

    La muerte de Dios significa muerte de la moral y de la
    metafísica, muerte de todo dualismo y, obviamente,
    recuperación por parte del hombre de un espacio para
    proyectar un nuevo mundo de valores.
    Ciertamente, la filosofía
    moderna, al haber otorgado la primacía a la
    razón, necesitó vaciarse de Dios ; de
    allí la necesidad de su muerte.
    El hombre al experimentar la libertad de
    los valores
    milenarios apoyados en Dios, la moral y la metafísica, ha
    creado nuevos valores frutos de una tendencia afectiva.
    Zaratustra pide la muerte definitiva de Dios, la partida de sus
    predicadores y creyentes, porque mientras no se terminen de ir,
    seguirá viviendo y engañando.
    Habiendo arribado a estas cuestiones, entramos en el segundo
    planteo con una pregunta : ¿donde encuentra el hombre
    no creyente el nivel de apoyo y referencia en su
    acción ? La reflexión se hizo en base a la
    postura de Umberto Eco, la cual nos permitió observar
    que:
    Aunque la filosofía
    moderna no lo haya querido reconocer, sus problemas
    están, según el planteo de Gianni Vattimo,
    condicionados e inspirados por la herencia cristiana, como Dios
    al no morir sigue "vigente" y presente, la herencia que
    tenemos, mal que nos pese, tiene vetas cristianas.
    El planteo que realiza Eco parte de principios traídos por
    el cristianismo,
    pero ciertamente no redescubiertos por la fe, sino por la
    razón.
    El principio postulado por eco parte de categorías que
    surgen del cuerpo, siendo éste lo fundante y la base sobre
    la cual mirar toda la realidad. Estas categorías se
    instalan en el seno de la comunicación lo cual lleva a
    descubrir un otro al cual hay que respetar.
    En base a este descubrimiento y reconocimiento de un otro surge
    la ética. El primer principio de esta ética es el
    amor que a su vez conlleva un principio intrínseco :
    hacer el bien y evitar el mal.

    Hechas estas observaciones podemos concluir
    que :

    El descubrimiento y reconocimiento de un otro plantea la
    cuestión del respeto. ¿por qué respetar al
    otro ? Sencillamente porque es igual a mí y
    ciertamente no deseo que hacer al otro lo que no quiero que me
    hagan a mí.

    Este reconocimiento del otro es ciertamente intuitivo,
    el otro se presenta como una realidad innegable, patente y "bien
    presente". En este sentido la inteligencia no lo puede inteligir,
    en la acepción de captar la esencia. Hay un otro que la
    inteligencia lo reconoce, no lo descubre, de allí que sea
    meramente un reconocimiento intuitivo. De allí que esta
    conciencia del otro sea una conciencia intuitiva.
    El respeto por el otro se rige por el amor. De hecho,
    podríamos aventurar decir que el otro asume las características de fundamento derivado a
    partir del amor, principio claro y evidente de esta
    ética.

    Siguiendo a Eco, para él en su ética, a
    partir de la comunicación el primer principio ético
    es el del amor al prójimo. Obviamente que sin
    necesariamente ser un creyente, reivindica como principio
    ético la actitud
    doctrinal del amor de Jesucristo, esto es tomarlo a Jesucristo
    como doctrinario ético prescindiendo del aspecto
    religioso, sin negarlo.

    Esto nos permite plantear que la postura de Eco, si bien
    es coherente en su estructura
    interna, observamos que está avizorando un ámbito
    metafísico, pero, siguiendo su pensamiento, no puede
    entrar en este ámbito, no puede reconocer. Dicho en otros
    términos, está viendo el sol pero no lo
    reconoce, mejor dicho, no lo quiere reconocer, de allí que
    podamos decir que no hay peor cosa que un corazón noble,
    pero sin inteligencia. Todo su pensamiento debe fundamentarse
    desde este ámbito que no es el metafísico. De
    allí su riqueza, por su coherencia, pero de allí su
    pobreza,
    porque teniendo la gran posibilidad de abrirse a un ámbito
    trascendente, se queda mirando "lo fundamental"

    En esta época de sinsentido, de carencias de
    metas, donde como ya lo había predico Discépolo,
    "da lo mismo un burro que un gran profesor", en esta época
    que se dio en llamar posmoderna, es importante que haya "algo"
    que le de sentido, de allí que el amor puede ser el
    fundamento de este hacer del hombre, ciertamente no es el amor
    cristiano, claro, pero un amor que, inspirado en Jesucristo,
    puede ayudar al hombre de hoy a no ser "el lobo del hombre". El
    amor puede permitir la "generación" y la
    "proliferación" de ciertos valores y acciones que
    permitan al hombre ser mejor hombre y evitar caer en una
    "animalización" insostenible.

    De allí que creemos sea importante postular el
    amor como el fundamento de una ética posmoderna,
    ciertamente insistimos que no es el amor al "estilo cristiano",
    pero que inspirado en él, permiten al hombre tener un
    sentido y una meta tanto en lo individual como en lo social. El
    amor puede generar actitudes,
    compromisos y valores importantes para el hombre. El amor
    unifica, crea lazos de unidad en torno a
    él, por lo que estimamos puede considerárselo como
    un fundamento de acción en esta época
    posmoderna.
    Un amor se levanta como meta y sentido para el hombre de hoy que
    tanto lo necesita.

    2.
    Bibliografía

    NIETZSCHE, Friedrich : Humano, demasiado
    humano ; Traducción de Carlos Vergara, Biblioteca EDAF,
    Madrid 1984
    Ecce Homo como se llega a ser lo que es, traducción de
    Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, Madrid,
    Primera edición, decimoséptima
    reimpresión
    Así habló Zaratustra, traducción Juan Carlos
    García Borrón, Planeta Agostini, España
    1992
    Crepúsculo de los ídolos o Cómo se filosofa
    con el martillo, Traducción de Andrés
    Sánchez Pascual, Alianza Editorial Madrid Primera
    Edición, decimocuarta reimpresión, 1996
    Mas allá del bien y del mal, Traducción de
    Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, Primera
    edición, decimoquinta reimpresión, Madrid 1995
    GILSON, Etienne :El difícil ateísmo,
    traducción de Eloy Sardón, Ediciones Universidad
    Católica de Chile,
    Chile
    ( ?) Setiembre 1991( ?)
    ECO, Umberto ; MARTINI, Carlo María : ¿En
    qué creen los que no creen ? un dialogo sobre la
    ética en el fin del milenio, traducción de Carlos
    Gumpert Melgosa, Temas de Hoy Planeta, Séptima
    Edición, Buenos Aires
    setiembre de 1998
    VATTIMO, Gianni, Creer que se cree, traducción de Carmen
    Revilla, Editorial Paidós, Buenos Aires,
    Primera Edición, diciembre de 1996.

    Resumen
    Somos hijos de una época caracterizada por una
    negación de la razón.
    El movimiento
    pendular de la historia nos muestra el
    tránsito de una época excesivamente racionalista,
    donde la moral pasó de ser un mandato divino a un
    imperativo de la razón y la providencia reemplazada por la
    racionalidad del devenir histórico, a un momento
    histórico donde la razón ha quedado disminuida – no
    desechada – en su valor para
    conocer la realidad y apuntalar el edificio de la
    tradición judeo – cristiana.
    A tal punto es la crisis del
    mundo actual que han tambaleado la fe y los valores
    tradicionales, generando incertidumbre en el hombre que no
    encuentra respuesta a sus interrogantes más profundos.
    En este sentido, las creencias, normas y valores tradicionales,
    han perdido su fuerza, y de
    hecho, como Nietzsche lo anuncia, Dios ha muerto ; con
    él, la moral y la metafísica. Obviamente
    éstas ya no pueden brindar la base sobre la cual montar
    nuestras exigencias y metas como sociedad. Es el
    hombre individual el que debe contestar por sí mismo la
    pregunta por su ser y su sentido. Desaparecida la moral y la
    metafísica, Nietzsche, el profeta de la muerte de Dios, ve
    la gran oportunidad para el engrandecimiento del hombre.
    A partir de este análisis, nos acercaremos al pensamiento de
    Umberto Ecco expresado en el libro
    "¿En qué creen los que no creen ? Un dialogo sobre la
    ética en el fin del milenio" – Traducción de Carlos
    Gumpert Melgosa Ediciones Planeta, Temas de hoy, Séptima
    Edición Buenos Aires 1998 – para tratar de dar respuesta a
    nuestro principal interrogante surgido en relación con el
    tema ético : ¿que ética postulamos a
    partir de la muerte de Dios ?

     

     

    Autor:

    Prof. Gabriel A. Tejerina Navarro

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