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Los Sentidos




Enviado por totocho_83



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Receptores
    Sensoriales

    3. El oído
    4. El Tacto
    5. El Olfato
    6. El Gusto
    7. Conclusiones

    1.
    Introducción

    En el siguiente trabajo hablaremos sobre los distintos
    sentidos que afectan a los seres humanos y otros animales, y la
    función
    de cada uno de ellos.
    El principal objetivo es
    informar acerca del funcionamiento de los órganos
    sensoriales y, a partir de eso, diferenciar sus diferentes usos y
    las enfermedades que
    se ocasionan en torno a los
    mismos.
    Hasta el momento sabemos que poseemos cinco sentidos: el olfato,
    la vista, el gusto, el oído o
    audición y el tacto. Cada uno de ellos cumple una función
    diferente, aunque en ciertos casos, están conectados, como
    el olfato y el gusto.
    El tacto nos permite sentir la textura de las cosas, si
    están fríos o calientes; el olfato nos permite
    percibir el aroma, y el gusto el sabor de las comidas. La vista
    nos deja ver todo lo que nos rodea y el oído,
    captar ondas sonoras
    para que podamos escucharlas. Esto es lo que ampliaremos a
    continuación.

    2. Receptores
    Sensoriales

    Los receptores sensoriales son células
    especializadas en la captación de estímulos, que
    representan la vía de entrada de la información en el sistema nervioso
    de un organismo.
    Los receptores pueden ser neuronas algo modificadas, las cuales
    reciben el nombre de células
    sensoriales primarias; o células no nerviosas,
    células sensoriales secundarias, quienes se ponen en
    contacto química
    o eléctricamente con las neuronas. Estas células
    sensoriales secundarias se concentran, frecuentemente, en
    estructuras
    denominadas órganos sensoriales.
    Los órganos sensoriales, en los seres humanos y otros
    animales, son
    los órganos especializados para recibir estímulos
    del exterior y transmitir el impulso a través de las
    vías nerviosas hasta el sistema nervioso
    central donde se procesa y se genera una respuesta. Los cinco
    sentidos son el oído, la vista, el olfato, el gusto y el
    tacto, aunque los científicos contabilizan mas de 15
    sentidos adicionales, debido a que las sensaciones generales de
    las necesidades del organismo, como la sed, el hambre, la fatiga
    y el dolor, también se consideran sentidos.

    Según el tipo de estimulo que reciben, los
    receptores se pueden clasificar en:
    Quimiorreceptores: se excitan al ponerse en contacto con
    sustancias químicas por aire o agua, y se
    encuentran en los sentidos del
    gusto y del olfato. También se encuentran en los senos
    carotídeos y aórticos, quienes captan los cambios
    de PH en la
    sangre.
    Mecanorreceptores: reciben la información de tipo mecánico, es
    decir, responden al contacto, a las diferencias de presión, a
    la fuerza de
    gravedad, etc. Existen mecanorreceptores especializados, por
    ejemplo, los estatorreceptores informan sobre la posición
    del equilibrio, y
    los fonorreceptores perciben las ondas
    sonoras.
    Termorreceptores: se especializan en procesar la
    información sobre los cambios de temperatura,
    algunos perciben el frío y otros el calor.
    Fotorreceptores: perciben los fotones (cuantos de luz) y
    transforman la energía electromagnética en impulsos
    nerviosos. Tienden a concentrarse en órganos más o
    menos complejos: los ojos simples (hombre) o los
    compuestos (artrópodos)

    La visión
    La visión es una facultad por la cual a través del
    ojo, órgano visual, se percibe el mundo exterior. Muchos
    organismos simples tienen receptores luminosos capaces de
    reaccionar ante determinados movimientos y sombras, pero la
    verdadera visión se compone por la formación de
    imágenes en el cerebro.
    Los fotorreceptores son las células nerviosas que captan
    los fotones y se denominan conos o bastones. En el hombre,
    ellos se encuentran en la retina, y a través de ellos se
    puede obtener la información acerca del volumen,
    tamaño, la forma, el color y el
    movimiento de
    los objetos.

    En primer lugar, las ondas luminosas inciden sobre la
    retina del ojo, pero si estas ondas son superiores o inferiores a
    determinados límites no
    producen impresión visual. El color depende, en
    parte, de la longitud o longitudes de onda de las ondas luminosas
    incidentes, que pueden ser simples o compuestas, y en parte del
    estado del
    propio ojo, como ocurre en el daltonismo, que quienes lo padecen
    invierten los colores cuando la
    imagen se
    forma en el cerebro. La
    luminosidad aparente de un objeto depende de la amplitud de las
    ondas luminosas que pasan de él al ojo.

    Dentro de los principios
    ópticos normales, un punto por encima de la línea
    directa de visión queda un punto por debajo del centro de
    la retina y viceversa, es decir si la retina fuera observada por
    otra persona, el
    observador vería que la imagen del objeto
    formada en ella es una imagen invertida (está al
    revés). Cualquier incremento en la magnitud de la imagen
    retiniana suele estar asociado con la proximidad del objeto,
    aunque ciertas veces la mente asigna a cierto objeto una talla
    determinada o conocida.

    El ojo
    En su conjunto es llamado globo ocular y es una estructura
    esférica de aproximadamente 2,5 cm de diámetro con
    una marcado abombamiento o curvatura sobre su superficie
    delantera. La parte exterior, o la cubierta, se compone de tres
    capas de tejido:

    • La esclerótica, es la más externa y
      tiene una función protectora, cubre unos cinco sextos de
      la superficie ocular y se prolonga en la parte anterior con la
      córnea transparente.
    • La capa media o úvea tiene a su vez tres
      partes diferenciadas: la coroides —muy vascularizada,
      reviste las tres quintas partes posteriores del globo
      ocular— continúa con el cuerpo ciliar, formado por
      los procesos
      ciliares, y a continuación el iris, que se extiende por
      la parte frontal del ojo.
    • La capa más interna es la retina, sensible a
      la luz. Es una
      capa compleja compuesta por conos y bastones que se encuentran
      en su superficie exterior detrás de una capa de tejido
      pigmentado. Según nos alejamos del área sensible,
      las células con forma de cono se vuelven más
      escasas y en los bordes exteriores de la retina sólo
      existen las células con forma de bastones. La retina
      tiene una pequeña mancha de color amarillo, llamada
      mácula lútea; en su centro se encuentra la
      fóvea central, la zona del ojo con mayor agudeza visual.
      El nervio óptico entra en el globo ocular por debajo y
      algo inclinado hacia el lado interno de la fóvea
      central, originando en la retina una pequeña mancha
      redondeada llamada disco óptico. Esta estructura
      forma el punto ciego del ojo, ya que carece de células
      sensibles a la luz.

    La córnea es una membrana resistente, que posee
    el ojo y está compuesta por cinco capas, a través
    de la cual la luz penetra en el interior del ojo. Por
    detrás, hay una cámara llena de un fluido claro y
    húmedo, llamado humor acuoso, que separa la córnea
    de la lente del cristalino (esta lente es una esfera aplanada
    constituida por un gran número de fibras transparentes
    dispuestas en capas y está conectada con el músculo
    ciliar, que tiene forma de anillo y la rodea mediante unos
    ligamentos).

    El iris es una estructura pigmentada suspendida entre la
    córnea y el cristalino y tiene una abertura circular en el
    centro, la pupila. El tamaño de la pupila depende de un
    músculo que rodea sus bordes, aumentando o disminuyendo
    cuando se contrae o se relaja, controlando la cantidad de luz que
    entra en el ojo.

    Por detrás de la lente, el cuerpo principal del
    ojo está lleno de una sustancia transparente y gelatinosa,
    el humor vítreo, encerrado en un saco delgado que recibe
    el nombre de membrana hialoidea. La presión
    del humor vítreo mantiene distendido el globo
    ocular.

    Visión estereoscópica
    Los seres humanos y otros animales son capaces de enfocar los dos
    ojos sobre un objeto, lo que permite una visión
    estereoscópica, fundamental para percibir la profundidad.
    Este proceso
    consiste en la muestra una
    imagen desde dos ángulos ligeramente diferentes, que los
    ojos funden en una imagen tridimensional única.

    Defectos de la visión
    El trastorno más común de la visión
    está provocado por cristales u otros cuerpos opacos
    pequeños presentes en los humores del ojo los cuales no
    suelen ser mas que una molestia pasajera. Mucho más serias
    son las opacidades denominadas cataratas, que se desarrollan en
    las lentes oculares como consecuencia de lesión mecánica, edad avanzada o dietas
    carenciales. La opacidad de la córnea también
    provoca una pérdida de transparencia; el trasplante de una
    parte de la córnea sana procedente de otra persona puede
    solucionar este problema.

    Deficiencias de la visión: la hemeralopía
    está causada por una incipiente opacidad en uno o
    más de los tejidos oculares.
    La nictalopía se debe a una deficiencia de rodopsina en la
    retina originada por una falta de vitamina A. La ceguera para los
    colores se
    atribuye a un defecto congénito de la retina o de otras
    partes nerviosas del tracto óptico. La ambliopía es
    una deficiencia en la visión sin daño estructural
    aparente, que puede deberse a un exceso del consumo de
    drogas,
    tabaco, alcohol, estar
    asociada con la histeria o con la uremia, o a la falta de uso de
    un ojo, en ocasiones como consecuencia de un defecto visual grave
    en él.

    Deformaciones: la miopía y la
    hipermetropía están causadas por una falta de
    simetría en la forma del globo ocular, o por defecto, por
    la incapacidad de los músculos oculares para cambiar la
    forma de las lentes y enfocar de forma adecuada la imagen en la
    retina. La miopía puede corregirse con el empleo de
    lentes bicóncavas y la hipermetropía requiere
    lentes convexas. La presbicia se debe a la pérdida de
    elasticidad de
    los tejidos oculares
    con la edad; suele empezar a partir de los 45 años, y es
    similar a la hipermetropía. Todas estas alteraciones se
    corrigen con facilidad con el uso de lentes adecuadas. El
    astigmatismo resulta de la deformación de la córnea
    o de la alteración de la curvatura de la lente ocular, con
    una curvatura mayor a lo largo de un meridiano que del otro; el
    resultado es una visión distorsionada debido a la
    imposibilidad de que converjan los rayos luminosos en un
    sólo punto de la retina.

    Los defectos, debilidad o parálisis de los
    músculos externos del globo ocular pueden originar
    defectos de la visión como la diplopía o
    visión doble, y el estrabismo, o bizquera. En los casos
    incipientes, el estrabismo puede curarse con el uso de lentes con
    forma de cuña; en estados avanzados suele ser necesaria la
    cirugía de los músculos oculares.

    Ceguera: la presión en el nervio óptico
    puede ser causa de ceguera en la mitad derecha o izquierda, o en
    la mitad interior o exterior de los ojos. La separación de
    la retina desde el interior del globo ocular provoca ceguera, ya
    que la retina se desplaza al fondo del ojo, fuera del campo de la
    imagen formada por las lentes. La corrección permanente
    requiere cirugía.

    3. El
    oído

    El oído es el órgano responsable de la
    audición y el equilibrio, y
    está compuesto por mecanorreceptores quienes captan las
    vibraciones y las transforman en impulsos nerviosos que
    irán hasta el cerebro, donde los estímulos
    serán interpretados.

    Se divide en tres zonas: externa, media e interna.
    El oído externo es la parte del aparato auditivo que se
    encuentra en posición lateral al tímpano o membrana
    timpánica. Comprende la oreja o pabellón auricular
    (lóbulo externo del oído) y el conducto auditivo
    externo, que mide tres centímetros de longitud.

    El oído medio se encuentra situado en la cavidad
    timpánica llamada caja del tímpano, cuya cara
    externa está formada por la membrana timpánica, o
    tímpano, que lo separa del oído externo. Incluye el
    mecanismo responsable de la conducción de las ondas
    sonoras hacia el oído interno. Es un conducto estrecho,
    que se extiende unos quince milímetros en un recorrido
    vertical y otros quince en recorrido horizontal. El oído
    medio está en comunicación directa con la nariz y la
    garganta a través de la trompa de Eustaquio, que permite
    la entrada y la salida de aire del
    oído medio para equilibrar las diferencias de
    presión entre éste y el exterior. Hay una cadena
    formada por tres huesos
    pequeños y móviles (huesecillos) que atraviesa el
    oído medio. Estos tres huesos reciben
    los nombres de martillo, yunque y estribo. Los tres conectan
    acústicamente el tímpano con el oído
    interno, que contiene un líquido.

    El oído interno, o laberinto, se encuentra en el
    interior del hueso temporal que contiene los órganos
    auditivos y del equilibrio, que están inervados por los
    filamentos del nervio auditivo. Está separado del
    oído medio por la fenestra ovalis, o ventana oval. El
    oído interno consiste en una serie de canales membranosos
    alojados en una parte densa del hueso temporal, y está
    dividido en: cóclea (en griego, ’caracol
    óseo’), vestíbulo y tres canales
    semicirculares. Estos tres canales se comunican entre sí y
    contienen un fluido gelatinoso denominado endolinfa.

    Capacidad auditiva
    Las ondas sonoras son cambios en la presión del aire que
    son transmitidas a una velocidad de
    un kilómetro por segundo, e impactan sobre la membrana del
    tímpano, en el cual se produce una vibración.
    La fisiología de la audición consta de
    los siguientes pasos:
    Las ondas sonoras provocan la vibración de la membrana
    timpánica, la que a su vez induce el movimiento de
    los huesecillos.
    Este movimiento origina, una presión sobre la ventana
    oval, que se transmite a la perilinfa.
    La perilinfa transmite las vibraciones a las paredes del caracol
    membranoso, y este a la endolinfa contenida en él. La
    endolinfa, por su parte, conduce dichas vibraciones a las
    células ciliadas del órgano de Corti.
    Las células ciliadas son los receptores que generan el
    impulso nervioso que llega al centro de la audición del
    cerebro. El impulso nervioso se transmite a través de la
    vía auditiva.

    Por lo tanto, las ondas sonoras se propagan por tres
    medios
    diferentes: gaseoso (en el conducto auditivo externo);
    sólido (oído medio, transmisión entre
    huesecillos), y líquido (oído interno, en la
    endolinfa del caracol membranoso, donde excitan a las
    células ciliadas).

    El rango de audición, igual que el de
    visión, varía de unas personas a otras. El rango
    máximo de audición en el hombre
    incluye frecuencias de sonido desde 16
    hasta 28.000 ciclos por segundo. El menor cambio de tono
    que puede ser captado por el oído varía en
    función del tono y del volumen.

    La sensibilidad del oído frente a la intensidad
    del sonido (volumen)
    también varía con la frecuencia. La sensibilidad a
    los cambios de volumen es mayor entre los 1.000 y los 3.000
    ciclos, de manera que se pueden detectar cambios de un decibelio.
    Esta sensibilidad es menor cuando se reducen los niveles de
    intensidad de sonido. Las diferencias en la sensibilidad del
    oído a los sonidos fuertes causan varios fenómenos
    importantes. Los tonos muy altos producen tonos diferentes en el
    oído, que no están presentes en el tono original:
    pueden incrementar hasta una nota de la escala musical.
    Los tonos bajos tienden a hacerse cada vez más bajos a
    medida que aumenta la intensidad del sonido. Este efecto
    sólo se percibe en tonos puros.

    Equilibrio
    Los canales semicirculares y el vestíbulo están
    relacionados con el sentido del equilibrio. En estos canales hay
    pelos similares a los del órgano de Corti, y detectan los
    cambios de posición de la cabeza.
    Los tres canales semicirculares se extienden desde el
    vestíbulo formando ángulos más o menos
    rectos entre sí, lo cual permite que los órganos
    sensoriales registren los movimientos que la cabeza realiza en
    cada uno de los tres planos del espacio: arriba y abajo, hacia
    adelante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la
    derecha. Sobre las células pilosas del vestíbulo se
    encuentran unos cristales de carbonato de calcio, conocidos en
    lenguaje
    técnico como otolitos y en lenguaje
    coloquial como arenilla del oído. Cuando la cabeza
    está inclinada, los otolitos cambian de posición y
    los pelos que se encuentran debajo responden al cambio de
    presión. Los ojos y ciertas células sensoriales de
    la piel y de
    tejidos internos, también ayudan a mantener el equilibrio;
    pero cuando el laberinto del oído está
    dañado, o destruido, se producen problemas de
    equilibrio. Es posible que quien padezca una enfermedad o un
    problema en el oído interno no pueda mantenerse de pie con
    los ojos cerrados sin tambalearse o sin caerse.

    Enfermedades del oído
    Las enfermedades del
    oído externo, medio o interno pueden producir una sordera
    total o parcial; además, la mayor parte de las
    enfermedades del oído interno están asociadas a
    problemas con
    el equilibrio. Entre las enfermedades del oído externo se
    encuentran las malformaciones congénitas o adquiridas; la
    inflamación producida por quemaduras, por
    congelación o por alteraciones cutáneas, y la
    presencia de cuerpos extraños en el canal auditivo
    externo. Entre las enfermedades del oído medio se
    encuentran la perforación del tímpano y las
    infecciones. En el oído interno pueden producirse
    alteraciones tales como las producidas por trastornos
    congénitos y funcionales, por drogas y por
    otras sustancias tóxicas, problemas circulatorios, heridas
    y trastornos emocionales. La otalgia, o dolor de oídos, no
    siempre está relacionada con alguna enfermedad del
    oído; a veces la causa se encuentra en un diente
    incrustado, sinusitis, amigdalitis, lesiones nasofaríngeas
    o adenopatías cervicales. El tratamiento depende de
    cuál sea la causa principal. El acúfeno es un
    zumbido persistente que se percibe en los oídos y puede
    producirse como consecuencia de alguna de las alteraciones
    anteriores; otras causas pueden ser la excesiva cantidad de cera
    en el oído, alergias o tumores. Con frecuencia, el
    acúfeno persistente se debe a la exposición
    prolongada a un ruido excesivo
    que daña las células pilosas de la cóclea. A
    veces las personas que padecen esta alteración pueden
    utilizar un enmascarador de sonido para paliar el
    problema.

    Enfermedades del oído externo
    Entre las malformaciones congénitas del oído
    externo destaca la ausencia del pabellón auditivo, e
    incluso la apertura del canal auditivo externo. Si las estructuras
    del oído medio son anormales es posible realizar una
    cirugía reconstructora de la cadena de huesecillos para
    restablecer parte de la capacidad auditiva. Entre las
    malformaciones adquiridas del oído externo se encuentran
    los cortes y las heridas. El otematoma, conocido como oído
    en forma de coliflor y típico de los boxeadores, es el
    resultado frecuente de los daños que sufre el
    cartílago del oído cuando va acompañado de
    hemorragia interna y una producción excesiva de tejido
    cicatrizante.

    La inflamación del oído externo puede
    aparecer como consecuencia de cualquier enfermedad que produzca a
    su vez inflamación de la piel; es el
    caso de las dermatitis producidas por quemaduras, lesiones y
    congelaciones. Enfermedades cutáneas como la erisipela o
    la dermatitis seborreica afectan al oído con mucha
    frecuencia. Tuberculosis y
    sífilis
    cutánea son algunas de las enfermedades más raras
    que también afectan al oído externo.

    La presencia de cuerpos extraños en el canal
    auditivo externo (insectos, algodón y cerumen —la
    cera que segrega el oído—) produce alteraciones
    auditivas y deben ser extraídos con cuidado.

    Enfermedades del oído medio
    La perforación del tímpano puede ocurrir por una
    lesión producida por cualquier objeto afilado, por sonarse
    la nariz con fuerza, al
    recibir un golpe en el oído, o a causa de cambios
    súbitos en la presión
    atmosférica.

    La infección del oído medio, aguda o
    crónica, se denomina otitis media. En la otitis media
    supurativa aguda se incluyen todas las infecciones agudas del
    oído medio producidas por bacterias
    piógenas. Por lo general, estas bacterias
    llegan al oído medio a través de la trompa de
    Eustaquio. Cuando el mastoides resulta afectado, la otitis media
    se puede complicar y, con frecuencia, se produce sordera debido a
    la formación de adherencias y granulaciones de tejidos que
    impiden el movimiento del tímpano y de los huesecillos. Si
    se produce una distensión dolorosa del tímpano
    puede ser necesario realizar una intervención
    quirúrgica para permitir el drenaje del oído medio.
    Desde que se comenzaron a utilizar de forma generalizada la
    penicilina y otros antibióticos, las complicaciones que
    afectan al mastoides son mucho menos frecuentes. La otitis media
    supurativa crónica puede producirse como consecuencia de
    un drenaje inadecuado del pus durante una infección aguda.
    Esta patología no responde con facilidad a los agentes
    antibacterianos debido a que se producen cambios
    patológicos irreversibles.

    Las otitis medias no supurativas, o serosas, agudas y
    crónicas, se producen por la oclusión de la trompa
    de Eustaquio a causa de un enfriamiento de cabeza, amigdalitis o
    adenoiditis, sinusitis, o por viajar en un avión no
    presurizado. La forma crónica también puede
    producirse como consecuencia de infecciones bacterianas
    producidas por neumococos o por Haemophilus influenzae. Debido a
    que la descarga serosa (acuosa) empeora la capacidad auditiva, se
    ha sugerido la posibilidad de que los niños
    que padezcan otitis media puedan encontrar dificultades para el
    desarrollo del
    lenguaje. Se han utilizado diversos tratamientos, entre ellos el
    uso de antibióticos y antihistamínicos, la
    extirpación de amígdalas y adenoides, y la
    inserción de tubos de drenaje en el oído
    medio.

    Uno de cada mil individuos adultos padece una
    pérdida de su capacidad auditiva debido a una
    otosclerosis, u otospongiosis, que consiste en la
    formación de hueso esponjoso entre el estribo y la ventana
    oval. Como consecuencia de esta formación de tejido, el
    estribo queda inmovilizado y ya no puede transmitir
    información hacia el oído interno. Cuando esta
    alteración progresa, es necesario eliminar los
    depósitos óseos mediante cirugía, y
    reconstruir la conexión entre el estribo y la ventana
    oval. En ocasiones, el estribo se reemplaza por una
    prótesis similar
    a un émbolo. Incluso tras haber efectuado una
    operación quirúrgica con éxito
    puede continuar depositándose tejido óseo y
    producirse la pérdida de capacidad auditiva años
    después.

    Enfermedades del oído interno
    Las enfermedades del oído interno también pueden
    alterar el sentido del equilibrio e inducir síntomas de
    mareo. Estos síntomas también pueden deberse a
    anemia, hipertermia, tumores del nervio acústico, exposición
    a un calor anormal,
    problemas circulatorios, lesiones cerebrales, intoxicaciones y
    alteraciones emocionales. El vértigo de
    Ménière aparece como consecuencia de lesiones
    producidas en los canales semicirculares y produce
    náuseas, pérdida de la capacidad auditiva,
    acúfenos o ruido en los
    oídos y alteraciones del equilibrio. A veces está
    indicada la destrucción del laberinto pseudomembranoso
    mediante criocirugía o por irradiación con
    ultrasonidos para combatir vértigos que no tienen
    tratamiento.

    La destrucción traumática del
    órgano de Corti en el oído interno es la
    responsable de una gran proporción de los casos de sordera
    total. En los últimos años, los científicos
    han desarrollado un dispositivo electrónico destinado a
    adultos que padecen sordera profunda, que se conoce como implante
    coclear. Este aparato convierte las ondas sonoras en
    señales eléctricas que se liberan en unos
    electrodos implantados en la cóclea, y de esta manera se
    produce la estimulación directa del nervio auditivo. Sin
    embargo, los sonidos que produce son poco definidos y hasta ahora
    el implante coclear se utiliza sobre todo como una ayuda para
    poder leer en
    los labios.

    4. El Tacto

    El tacto, es otro de los cinco sentidos de los seres
    humanos y de otros animales. A través del tacto, el cuerpo
    percibe el contacto con las distintas sustancias, objetos,
    etcétera. Los seres humanos presentan terminaciones
    nerviosas especializadas y localizadas en la piel, que se llaman
    receptores del tacto. Los receptores se estimulan ante una
    deformación mecánica de la piel y transportan las
    sensaciones hacia el cerebro a través de fibras nerviosas.
    Los receptores se encuentran en la epidermis, que es la capa
    más externa de la piel, y están distribuidos por
    todo el cuerpo de forma variable, por lo que aparecen zonas con
    distintos grados de sensibilidad táctil en función
    de los números de receptores que contengan.

    Los receptores del tacto están constituidos por
    los discos de Merkel. Este, a su vez, esta dividido en diferentes
    tipos de terminaciones encapsuladas, que serán detalladas
    a continuación:
    Corpúsculo de Pacini: están situados en diferentes
    regiones del cuerpo, pero predominan en los dedos de las manos y
    de los pies. Captan los estímulos de presión,
    estiramientos rápidos o cualquier deformación de la
    piel. La señal que transmiten solo dura una
    fracción de segundo. Esta es una forma compleja de
    receptor del tacto en la cual los terminales forman
    nódulos diminutos o bulbos terminales
    Corpúsculo de Meissner: se hallan en las puntas de los
    dedos, en los labios, las plantas de los
    pies y las palmas de las manos. Están especializados en el
    tacto fino: reconocen los detalles de los objetos que tocamos;
    también intervienen cuando buscamos algo en el bolsillo y
    lo reconocemos, sin verlo, por su forma y textura.
    Corpúsculo de Krause: se distribuyen en la lengua y en
    los órganos sexuales; y se especializan en captar el
    frío.
    Corpúsculo de Rufini: se encuentran en las palmas de las
    manos, las plantas de los
    pies y en las puntas de los dedos. Nos informan sobre el
    estiramiento de los tejidos y la posición de las
    cápsulas articulares; y captan el calor.

    El tacto es el menos especializado de los cinco
    sentidos, pero a base de usarlo se puede aumentar su agudeza; los
    ciegos, por ejemplo, tienen un sentido táctil muy delicado
    que les permite leer las letras del sistema
    Braille.

    La piel
    La piel es una parte del organismo que protege y cubre la
    superficie del cuerpo. Contiene órganos especiales que
    suelen agruparse para detectar las distintas sensaciones, como la
    temperatura y
    el dolor.

    La piel posee, en un corte transversal, tres capas: la
    epidermis, la dermis y la capa subcutánea. La que
    interviene principalmente en la función del tacto es la
    epidermis o cutícula, ya que es la más externa
    Tiene varias células de grosor y posee una capa externa de
    células muertas que son eliminadas de forma constante de
    la superficie de la piel y sustituidas por otras células
    formadas en una capa basal celular, que recibe el nombre de
    estrato germinativo (stratum germinativum) y que contiene
    células cúbicas en división constante. Las
    células generadas en él se van aplanando a medida
    que ascienden hacia la superficie, dónde son eliminadas;
    también contiene los melanocitos o células
    pigmentarias que contienen melanina en distintas
    cantidades.

    Enfermedades Cutáneas
    Urticaria
    La urticaria es una alteración alérgica de la piel
    caracterizada por la aparición repentina o reiterada de
    manchas, ronchas u otras manifestaciones, que son lesiones
    cutáneas elevadas de bordes irregulares que se
    acompañan de inflamación y prurito. La enfermedad
    aparece asociada con frecuencia a la fiebre del heno o a el asma.
    Está causada por una reacción alérgica de
    aparición rápida tras la ingestión,
    inhalación, inyección o contacto con el
    antígeno específico.

    Psoriasis
    Es una enfermedad crónica y recurrente de la piel, que se
    caracteriza por la aparición de placas eritematoescamosas
    y pápulas sobre la superficie cutánea. Las lesiones
    suelen estar ligeramente elevadas sobre la superficie normal de
    la piel y se diferencian de forma clara de la piel normal; su
    color va del rojo al castaño rojizo. Suelen estar
    cubiertas por pequeñas escamas blanco grisáceas que
    se adhieren a la erupción subyacente y, que si se quitan,
    dejan una superficie eritematosa con puntos hemorrágicos.
    La extensión de la enfermedad puede variar desde algunas
    lesiones pequeñas a la afección generalizada de la
    mayor parte de la superficie cutánea. Afecta de forma
    característica los codos, las rodillas, el
    cuero cabelludo y el pecho.

    Dermatitis
    Este término se refiere a una inflamación de la
    piel o dermis. Los síntomas son enrojecimiento, dolor y
    exudación de la zona cutánea afectada. En los casos
    de larga duración es característica la formación de
    costras, y la sequedad y descamación de la piel. El
    término dermatitis se utiliza indistintamente con el de
    eccema, que se refiere de una forma más específica
    a ciertas enfermedades no contagiosas de la piel. La
    inflamación puede deberse a parásitos o irritantes
    físicos o químicos.

    5. El
    Olfato

    Este sentido permite percibir los olores. La nariz,
    equipada con nervios olfativos, es el principal órgano del
    olfato. Los nervios olfativos son también importantes para
    diferenciar el gusto de las sustancias que se encuentran dentro
    de la boca. Es decir, muchas sensaciones que se perciben como
    sensaciones gustativas, tienen su origen, en realidad, en el
    sentido del olfato.

    Las sensaciones olfatorias son difíciles de
    describir y de clasificar. Sin embargo, se han realizado
    clasificaciones fijándose en los elementos químicos
    asociados a los olores de las sustancias. Ciertas investigaciones
    indican la existencia de siete olores primarios: alcanfor,
    almizcle, flores, menta, éter (líquidos para
    limpieza en seco, por ejemplo), acre (avinagrado) y podrido.
    Estos olores primarios corresponden a siete tipos de receptores
    existentes en las células de la mucosa olfatoria. Las
    investigaciones sobre el olfato señalan que
    las sustancias con olores similares tienen moléculas del
    mismo tipo. Estudios recientes indican que la forma de las
    moléculas que originan los olores determina la naturaleza del
    olor de esas moléculas o sustancias. Se piensa que estas
    moléculas se combinan con células
    específicas de la nariz, o con compuestos químicos
    que están dentro de esas células. La
    captación de los olores es el primer paso de un proceso que
    continúa con la transmisión del impulso a
    través del nervio olfativo y acaba con la percepción
    del olor por el cerebro.

    La nariz

    La nariz es el órgano del sentido del olfato, que
    también forma parte del aparato
    respiratorio y vocal. Desde el punto de vista
    anatómico, puede dividirse en una región externa,
    el apéndice nasal, al cual se restringe el término
    en lenguaje coloquial, y una región interna, constituida
    por dos cavidades principales, o fosas nasales, que están
    separadas entre sí por un septo o tabique vertical. Las
    fosas nasales se subdividen por medio de huesos esponjosos o
    turbinados, llamados cornetas, que se proyectan desde la pared
    externa. Entre ésta y cada cornete queda un espacio
    llamado meato, por ellos se comunican varios senos de los huesos
    maxilar superior, frontal, esfenoides y etmoides, a través
    de aberturas estrechas.

    Por lo general, los bordes de los orificios nasales
    están recubiertos de pelos fuertes que atraviesan las
    aberturas y sirven para impedir el paso de sustancias
    extrañas, tales como polvo o insectos pequeños, que
    podrían ser inhalados con la corriente de aire que se
    produce durante la respiración. Una parte del esqueleto, o
    armazón, de la nariz está constituido por los
    huesos que forman la parte superior y los laterales del puente, y
    la otra parte está constituida por cartílago. En
    cada lado existe un cartílago lateral superior y un
    cartílago lateral inferior. A este último
    están unidas tres o cuatro placas cartilaginosas
    pequeñas, que reciben el nombre de cartílagos
    sesamoides. El cartílago del septo separa las fosas
    nasales entre sí y, asociado a la placa perpendicular del
    etmoides y al vómer, da lugar a una división
    completa entre la fosa nasal derecha y la izquierda.

    Las cavidades nasales son altas y muy profundas, y
    constituyen la parte interna de la nariz. Se abren en la parte
    frontal por los orificios nasales y, en el fondo, terminan en una
    abertura en cada lado de la parte superior de la faringe, por
    encima del paladar blando, y cerca de los orificios de las
    trompas de Eustaquio que conducen a la cavidad timpánica
    del oído.

    En la región olfativa, que es la región de
    la nariz responsable del sentido del olfato, la membrana mucosa
    es muy gruesa y adopta una coloración amarillenta;
    constituye la llamada pituitaria amarilla. Está formada
    por células epiteliales y células nerviosas, cuyos
    axones atraviesan la lámina cribosa del hueso etmoides
    para llegar hasta los bulbos olfativos y establecen conexiones o
    sinapsis con las neuronas situadas allí. De los bulbos
    olfativos parten las vías olfatorias que llegarán a
    la corteza cerebral, donde se generará una respuesta. Las
    células nerviosas o receptores olfatorios sufren un
    proceso de acomodación: para ser excitados necesitan
    cantidades muy pequeñas de una sustancia olorosa, pero
    pierden esta capacidad muy pronto y dejan de percibirla;
    cantidades mayores de esta sustancia o la exposición a
    otra distinta consiguen estimularlos de nuevo.

    Enfermedades asociadas al olfato y la nariz
    El resfriado es una enfermedad infecciosa aguda del tracto
    respiratorio superior causada por más de cien tipos de
    virus. La infección afecta a las membranas mucosas de
    la nariz y de la garganta, y provoca síntomas como
    congestión, que evita el normal funcionamiento del olfato,
    y secreción nasal, dolor de garganta y tos.

    La rinitis es un trastorno inflamatorio de la membrana
    mucosa de la nariz. Se caracteriza por secreción nasal
    acuosa asociada con congestión y dificultad para respirar
    por la nariz. Muchos casos se deben al resfriado común
    (ejemplo anterior). Otros pueden relacionarse con alergias
    nasales, irritación por la respiración de irritantes y contaminantes,
    empleo de
    ciertos medicamentos, u otras enfermedades.

    Una variante de la rinitis, es la fiebre del heno, que
    es una forma de rinitis estacional causada por alergia al polen.
    Sus síntomas son ataques intensos de estornudo,
    inflamación de la mucosa nasal y los ojos, y
    respiración dificultosa. La fiebre del heno aparece cada
    año en la misma estación. Es una reacción a
    la inhalación de los pólenes transportados en el
    aire y a los cuales el individuo es sensible.

    6. El
    Gusto

    Este facultad de los humanos, entre otros animales,
    actúa por contacto de sustancias solubles con la lengua. El ser
    humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como
    respuesta a la combinación de varios estímulos,
    entre ellos textura, temperatura, olor y gusto. Considerado de
    forma aislada, el sentido del gusto sólo percibe cuatro
    sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo;
    cada uno de ellos es detectado por un tipo especial de papilas
    gustativas.

    La lengua posee casi 10.000 papilas gustativas que
    están distribuidas de forma desigual en la cara superior
    de la lengua, donde forman manchas sensibles a clases
    determinadas de compuestos que inducen las sensaciones del gusto.
    Por lo general, las papilas sensibles a los sabores dulce y
    salado se concentran en la punta de la lengua, las sensibles al
    ácido ocupan los lados y las sensibles al amargo
    están en la parte posterior.

    Los compuestos químicos de los alimentos se
    disuelven en la humedad de la boca y penetran en las papilas
    gustativas a través de los poros de la superficie de la
    lengua, donde entran en contacto con células sensoriales.
    Cuando un receptor es estimulado por una de las sustancias
    disueltas, envía impulsos nerviosos al cerebro. La
    frecuencia con que se repiten los impulsos indica la intensidad
    del sabor; es probable que el tipo de sabor quede registrado por
    el tipo de células que hayan respondido al
    estímulo.

    La Lengua
    La lengua es un órgano musculoso de la boca y es el
    asiento principal del gusto y parte importante en la
    fonación y en la masticación y deglución de
    los alimentos. La
    lengua está cubierta por una membrana mucosa, y se
    extiende desde el hueso hioides en la parte posterior de la boca
    hacia los labios. La cara superior, los lados y la parte anterior
    de la cara inferior son libres, solo el resto está unido a
    la cavidad bucal, lo que permite muchos y diversos movimientos.
    La textura rugosa de la cara superior está dada por las
    papilas gustativas, captadoras del gusto. El color de la lengua
    suele ser rosado, lo que indica un buen estado de
    salud; cuando
    pierde color es síntoma de algún
    trastorno.

    La lengua posee diferentes y muy importantes funciones. La
    principal, que ya nombramos anteriormente es la contención
    de los receptores gustativos, quienes nos permiten degustar los
    alimentos; en la masticación, la lengua empuja los
    alimentos contra los dientes; y en la deglución, lleva los
    alimentos hacia la faringe y más tarde hacia el
    esófago, cuando la presión que ejerce la lengua
    provoca el cierre de la tráquea. También
    contribuye, junto con los labios, los dientes y el paladar duro,
    a la articulación de palabras y sonidos.

    7.
    Conclusiones

    En este trabajo desarrollamos los sentidos del
    gusto, tacto, olfato, oído y vista, especificando en cada
    uno de ellos sus principales órganos y de la manera que
    funcionan cada uno de ellos, así como también si
    poseen alguna relación entre sí.
    Y por lo visto, vemos que se algunos se relacionan y que son
    fundamentales para una vida a pleno.

     

     

    Autor:

    Alejandro Carreiras

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