Los viajeros que por diversos motivos han visitado
nuestro país y han dejado el testimonio escrito de sus
impresiones, coinciden en destacar la pereza como el elemento
básico del carácter
dominicano.
José del Castillo explica que algunas de las razones de
este comportamiento
es que en aquél entonces la economía
azucarera
del siglo xvi y el abandono que sufrió la colonia debido a
la explotación minera continental.
Para el siglo vi la sociedad
dominicana era mercantil. En una situación social de esta
naturaleza los
visitantes no podían encontrar hombres y mujeres en las
fábricas, pues no habían, no podían
encontrar grandes extensiones de cultivo, pues la tierra se
empleaba en la cría de ganado y conuco de
subsistencia.
La mayoría de los pensadores, tienen una concepción
positivista de la sociedad,
según la cual, el carácter
nacional se forma por causas biológicas (mestizaje,
alimentación) y naturales (clima,
insularidad). Coinciden en trazar un perfil psicosocial negativo
del pueblo, a causa de nuestra herencia
africana; aunque junto al prejuicio racial, algunos enfatizan el
orgullo de la ascendencia hispana.
Según la mayoría de los pensadores, el
perfil psicosocial del pueblo dominicano, es el siguiente:
1) Pereza
2) Violencia
3) Sumisión
4) Individualismo
5) Imprevisión
6) Desconfianza
Bonó justifica la haganería del campesino haciendo
juicios de orden económico y sociales. El entiende la
situación de atraso y la miseria del pueblo, como culpa de
la oligarquía. Niega la oligarquía del campesino y
justifica la desconfianza de este, por los numerosos
engaños y atropellos a que ha sido sometido por los
representantes de la autoridad y
por el hombre
urbano.
José ramón
López, culpa a la oligarquía del atraso y la
miseria del pueblo dominicano, a la vez que niega
enfáticamente, considerándola como leyenda
calumniosa.
En toda Latinoamérica existe una corriente llamada
fatalismo, según la cual, los rasgos del comportamiento
latinoamericano son:
El conformismo,
La pasividad y
La reducción del horizonte vital presente.
Sobre esta base nuestro perfil psicosocial corresponde al de un
latinoamericano:
Perezoso,
Inconstante,
Irresponsable,
Juerguista y
Muy religioso.
Son varias las explicaciones sobre el carácter
latinoamericano. Tenemos, entre otras, la visión
psicologista: en la que el fatalismo constituye una actitud propia
de la población marginal que le impide integrarse
al mundo moderno y que le mantiene en miseria y en la impotencia
social.
Algunos autores escriben cinco tipos de carácter
social latinoamericano:
Tipo de carácter | descripción |
El capitalino | Mentalidad moderna, dinámica y |
El provinciano | Apegado a las tradiciones y al |
El campesino | Resignado y opuesto a cualquier |
El caribeño | Caracterizado por el tropicanismo, es decir, |
El indígena | Pasivo, fatalista e inclinado a lo |
En resumen, para esa tendencia, la situación de
marginalidad y
pobreza es
producto del
psiquismo de las personas, el que las personas se incorporen o no
al sistema
establecido, dependerá de sus rasgos psicológicos,
no de la estructura
socioeconómica donde se desenvuelven.
Una variante de esta comprensión fatalista, es la de
atribuir ésta a la baja motivación
de logros: el trabajador latinoamericano no progresa porque
carece de ambición y empuje. Es una nueva forma de cargar
a la víctima la culpa de la situación.
La otra versión corresponde a la llamada cultura de
la pobreza,
creada por el sociólogo Oscar Lewis. Donde dice: la
cultura de
la pobreza
constituye tanto una adaptación como una reacción
de los pobres hacia su posición marginal en una sociedad
estratificada en clases, muy individualista y capitalista.
Representa un esfuerzo para manejar los sentimientos de
impotencia y desesperación que se desarrollan ante la
comprobación de que es improbable tener éxito
siguiendo los valores y
fines de la sociedad más amplia. En esta visión la
cultura de la pobreza, el
supuesto es de que, aún cuando evolucionen las condiciones
sociales el individuo mantendrá su indolencia, pues el
fatalismo echará sus raíces en el psiquismo de las
personas más que en el funcionamiento de las estructuras
económicas, políticas
y sociales.
El grave problema psicosocial del fatalismo es que éste de
convierte en la ideología del oprimido que genera: "el
oprimido se encuentra inmerso en una realidad de despojo e
impotencia, que se le presenta como una situación
límite que no puede superar. En esas condiciones, al no
lograr captar las raíces de su estado, su
conciencia se
acoge a la actitud
fatalista, transformando la historia en naturaleza.
Más aún, frente a este destino fatal, el oprimido
interpreta su impotencia como prueba de que él mismo
carece de valor personal, en
contraste con la figura poderosa del opresor a quien todo parece
serle posible; de ahí que el oprimido experimente una
atracción irresistible hacia el opresor, quien se
convierte en su modelo de
identificación, y ante cuyos imperativos muestra una casi
total docilidad.
Como vemos, los calificativos de perezosos, indolentes, servil,
pasivo que los intelectuales tradicionales han dado al
dominicano, no es exclusivo de nuestro país. Se trata de
una posición clasista de todo el sector dominante
latinoamericano quien no admite cuestionamientos al orden social
existente, para ellos, en la sociedad todo marcha bien,
sólo los que no tienen disposición e interés se
mantienen en miseria.
La miseria no se debe a condiciones naturales o sobrenaturales,
sino a la estructura
económica de la sociedad. Se trata entonces de superar el
fatalismo de populares populares latinoamericanas transformando
la actual estructura económica que garantiza el bienestar
de unos pocos mientras perpetúa la explotación y l
miseria del resto de la sociedad.
Se advierte una actitud consecuente, frente a la
problemática y a una propuesta de superar nuestras
limitaciones biopsicosociales, sobre todo referidas al fomento de
la
educación, la salud, ¿ y en
general, a la justicia
social y la participación de los sectores populares en la
construcción de su destino.
No encontramos en los profesionales de salud mental, las
características más resaltadas por
los viajeros y los pensadores: la pereza. Desde luego, los modos
y relaciones de producción se han ido modificando, el
avance tecnológico y los medios de
comunicación han ido dejando atrás una
concepción errónea del comportamiento del
dominicano que, como hemos visto, era reflejo del modelo de la
sociedad hatera en que se desenvolvía, más que en
su indolencia o haraganería.
Una característica coincidente aparece entre
algunos de los viajeros, de los intelectuales y de los
profesionales de la salud mental, la
desconfianza, denominada por Zaglul la paranoia del dominicano,
sobre la cual elaboró la teoría
gancho, en gran medida justificada por la crueldad de la
conquista, las invasiones y ocupaciones del territorio, los
regímenes despóticos y el autoritarismo que han
predominado y predomina a lo largo de la historia.
Entre los profesionales de la salud mental, encontramos
como elementos comunes, los siguientes:
Desconfianza,
Complejo de isleño
Xenofobia
Antihaitianismo.
También encontramos contradicciones entre ellos,
mientras para algunos el dominicano es depresivo para otros
es
extrovertido, con sentido del humor, avispado.
En el aspecto biológico debemos tomar en cuenta el
mestizaje, en el aspecto social la comunidad
primitiva, esclavitud,
mercantilista simple y capitalismo.
El comportamiento de un a persona
está determinado por la clase o la capa social a la que
pertenece.
La interacción biológica y social a través
de los siglos de españoles, africanos e indígenas a
menor medida y también algunos grupos
inmigrantes, en un territorio insular compartido, de clima tropical,
con una variedad generosa en su flora y en su fauna, donde
predominan el calos y la humedad y donde cada año existe
la posibilidad de un desastre natural producido por huracanes, ha
hecho posible al ser dominicano. Este ser social se ha formado
por medio de un complejo proceso de
traumática historia de colonialismo y dependencia, en que
se contraponen, integran y expresan normas, valores,
costumbres, creencias y comportamientos que, en su conjunto,
constituyen la identidad
nacional.
Este conjunto de características biopsicosociales
varía, según las apreciaciones de los intelectuales
y de los profesionales de la salud mental, incluso entre algunos
de ellos, se observan francas contradicciones. Es de esperarse
que sea así, dado que entran en juego
numerosas variables
históricas, sociales, económicas, políticas
e ideológicas. También habría que considerar
que las sociedades no
son homogéneas, que están divididas en clases, y
que cada clase tiene una forma particular de reproducirse
socialmente, esto es, de satisfacer sus necesidades, de
comportarse y de enfermar y morir.
Sin embargo, existen algunas características propias del
ser social dominicano que le identifican y le diferencian de
otros caribeños, latinoamericanos y de otros ciudadanos
del mundo. Entre ellos tenemos, el prejuicio racial. Debemos
distinguir entre racismo, mediante
el cual se discrimina a la persona por sus
rasgos físicos y culturales, del prejuicio racial, que se
refiere a la escrupulosidad con que se manifiesta el trato en las
relaciones sociales, el prejuicio racial dominicano se expresa
como blanco filia y negrofibia.
El dominicano no acepta su ascendencia africana, su afán
está dirigido a considerarse como blanco o hacer los
posible por acercarse a los rasgos de los blancos. La
generalidades las personas de ascendencia negra –la
mayoría del país- no se reconoce como negra y
tampoco admite que le llamen mulata o mestiza. Para superar esto,
se ha creado la categoría de indio, lo cual forma parte
oficial, hasta hace apenas un lustro, de la cédula
personal de
identidad,
así nadie era negro si no blanco, indio claro o indio
oscuro.
El prejuicio racial dominicano se expresa de manera constante en
la vida cotidiana. Así, el refranero, las décimas,
los cuentos,, el
merengue, la salsa y otros ritmos populares, recogen este
sentimiento a través de diferentes expresiones: "el negro
tenía que ser", "el negro si no lo hace en la entrada lo
hace en la salida", ect. Incluso en el momento de reconocer los
méritos de una persona negra, se aclara que "es negro,
pero de alma blanca"; "es negro pero inteligente".
En los anuncios de empresa
solicitando personal, el puesto se condiciona a que la persona
sea de "buena presencia", esto, desde luego, implica que existe
una "mala presencia". Lo bonito, lo bueno está
refiriéndose al modelo blanco. Las secretarias de los
ejecutivos, las empleadas de los bancos, los
locutores, los presentadores y las presentadoras de televisión, son preferiblemente blancos o
que se aproximen a esos valores
estéticos.
En este sentido, el mulato hace esfuerzo por acercarse al modelo
cultural dominante: su pelo crespo, calificado como "malo",
entonces debe de ser desrizado, la nariz ancha del artista y de
la
personalidad pública se somete a cirugía
estética.
Otro aspecto relevante del prejuicio racial del mulato es la
aspiración de casarse con una persona blanca o de mayor
parecido a estos rasgos "para mejorar la raza".
La
globalización es el nuevo escenario de los individuos
y las naciones para sus propósitos para el intercambio
económico, político y cultural. La globalización como la expresión de
un formidable proceso
tecnológico y como política impuesta por
los países hegemónicos, no solo ha convertido al
mundo en una aldea, donde al instante tenemos las informaciones y
las imágenes
de los más importante acontecimientos, hay un significado
más profundo que todos debemos conocer y que el profesor
norteamericano Mark Zimmerman lo expresa claramente: "la
globalización implica la sobreexplotación de
los pueblos en los países periféricos y el capitalismo
globalizante implica la destrucción de todo".
Para evitar el holocausto de la globalización, es necesario la defensa
intransigente de los valores de
nuestra identidad
nacional, pues de otra forma seriamos arrasados como pueblo,
constituiríamos grupos
sociales sin sentido histórico, cuyos fines
serían laborar en una economía de servicio para
beneficios de los países hegemónicos.
Para sobrevivir a las nuevas condiciones, junto a la defensa de
nuestro patrimonio
histórico y cultural, nuestros objetivos
deben dirigirse a reforzar la identidad
caribeña y latinoamericana, con un verdadero sentido de
integridad en las relaciones económicas, culturales,
deportivas y de otras manifestaciones sociales.
Esta disposición debe superar el protocolo de los
políticos cuya disertación no pasa de los diarios,
para luego dormir en las gavetas de la chancillería.
Se trata de relaciones que garanticen un libre intercambio en
todos los ordenes, y sobre todo, intercambio de los trabajadores
y técnicos , de los profesionales y estudiantes y de los
demás grupos
sociales.
Necesariamente, esta integración caribeña y
latinoamericana, obliga de primera intención a una
revisión profunda y cuidadosa con el vecino pueblo
haitiano. Dada la manipulación rascista que numerosos
políticos e intelectuales han dado a estas relaciones, se
imponme una política bien
definida que soporte relaciones fraternales y proyectos comunes
entre abmbod países, dentro del plano del respeto a las
respectivas soberanías y del desarrollo
histórico de cada país.
Es necesario que los partidos
políticos dejen, definitivamente, el caudillismo, que
senan capaces de elaborar una agenda común de desarrollo y
comprometerse a cumplirla, independientemente de quien gane las
elecciones.
La salud mental de la mayoría del pueblo dominicano, esta
condicionada a la superación del atraso y la dependencia,
a las posibilidades de forjar en la fragua política, un
estado de
democracia
participativa, donde los sectores populares sean los
protagonistas de su propio destino y donde cuenten con las
posibilidades de satisfacer la necesidades materiales y
espirituales.
La salud mental se construye en la vida cotifidialnam, rechazando
el conformismo y la adaptación, condenando los
paraísos artificiales de las drogas y el
alcohol,
rechazando la violencia, la
corrupción
y toda forma de deshonestidad en el ejercicio público y
privado, y así como reafirmando los valores propios de los
antepasados y de todo lo que constituye la identidad
nacional.
Desnecesario asumir una actitud critica permanente, buscando la
transformación de la sociedad de formas cada vez
más superiores de participación democrática,
de bienestar, de justuoicia social y de libertad.
Autor:
Dawin Acosta Susana
Administración de Empresas