- La
convulsión tónico-clónica o Grand
mal - La
epilepsia - Datos
históricos, en breve - Las
convulsiones musicales: Cuando escuchar una
composición melodiosa puede desatar un ataque
epiléptico - La
epilepsia musicogénica y su
historia - La
etiología - La
epilepsia — sin convulsiones — que trastorna las
memorias - El
Desorden de Identidad de la Integridad Corporal
(BIID) - La
dicotomía psiquis-soma: ¿Realidad o
fantasía? - El
miembro "inútil" o la apotemnofilia - El
"tercer brazo" - En
resumen - Bibliografía
El BIID, el cerebro vibrando, el
lóbulo parietal superior (LPS), las tormentas
eléctricas del encéfalo, las memorias errantes, y
la apotemnofilia
"Hay mucho que saber, y es poco el
vivir, y no se vive si no se sabe" (Baltasar Gracián
y Morales 1601-1658)
(Simio con un cráneo) por Wolfgang
Hugo Rheinhold (1853-1900)
Para dar comienzo a esta ponencia es
necesario reflexionar acerca de esa condición,
distintivamente, estremecedora, conocida como la
epilepsia…
La epilepsia nos interesa porque es un
modelo elocuente de la plasticidad, redundancia estructural, y
mimetismo funcional del cerebro humano.
Variedades de esta condición han
recibido nuestra atención en previos trabajos, los que
organizáramos con el fin de explicar los aspectos
neuropsiquiátricos de una enfermedad que resulta ser tan
compleja y tan angustiante para quienes la sufren como, para
quienes con sus víctimas conviven.
La
convulsión tónico-clónica o Grand
mal
Nadie, quien haya sido testigo de un
episodio convulsivo, puede, muy fácilmente, olvidar lo
imprevisto, lo dramático, y las secuelas devastadoras del
incidente. Las incontinencias, las mordidas de la lengua, los
temblores generalizados, los espasmos de la mandíbula, el
espumeo bucal, las angustias por todos compartidas, la
rotación de los ojos dentro del cráneo, la
pérdida de control por la víctima, y la
confusión de quienes la rodean.
Y la amnesia post-ictus que deja al confuso
protagonista, del drama involuntario, totalmente desorientado y,
a menudo, avergonzado. Porque muchos epilépticos
resguardan su "secreto" aún de las personas más
allegadas. Ya que es realidad que a nadie le gusta perder el
control, y la epilepsia significa una pérdida inesperada y
total del control de nuestro cuerpo.
Mientras preparaba este capítulo,
para usarlo como bases de una conferencia al respecto,
encontré el siguiente artículo que formará
parte fundamental de nuestra introducción a la
misma…
En la semana del 11 de abril del 2009 en la
revista Newsweek, Jon Meacham escribe un editorial,
aptamente titulado: A Storm in the Brain
De acuerdo al columnista, el título
para su artículo fue inspirado por muchos factores — de
entre éstos, el que adquiriera la mayor importancia parece
que fuera la ignorancia pública acerca de una
condición crónica que a tantos afecta en los
Estados Unidos — y, que, asimismo aflige, a muchos más
individuos por el resto del mundo.
La
epilepsia
Antes de proseguir con la esencia del
escrito que apareciera en la mencionada revista, brevemente
examinemos las estadísticas más recientes acerca de
esta condición que nos ofrecen los archivos de la
Organización Mundial de la Salud (OMS):
La epilepsia es un trastorno
neurológico crónico, y relativamente
común, que afecta personas de todas las
edadesUnos 50 millones de individuos
alrededores del mundo la sufrenCasi el 90% de quienes la padecen viven
en países subdesarrolladosEsta condición responde al
tratamiento en el 70% de los casos, sin embargo, las tres
cuartas partes de las víctimas, residentes de
países rezagados, no reciben tratamiento
alguno,Las personas que sufren de la
epilepsia, y sus familiares, pueden experimentar los efectos
del estigma y la discriminación, asociados con esta
condición, en los lugares donde viven.
Traga la manzana envenenada
por Paula Rego
Para Meacham, el suplicio que la epilepsia
ha infligido en los Estados Unidos, ha sido vastamente ignorado y
los esfuerzos para remediarlo han sido fútiles
Las estadísticas por el autor
ofrecidas en su artículo se consideran desconcertantes y
dramáticas, especialmente para quienes permanecen poco
informados. Lo que constituye la vasta mayoría de los
norteamericanos y — aventuramos nosotros, asimismo, decir —
del resto de la población mundial.
Veamos las estadísticas en los
Estados Unidos:
La epilepsia es tan prevalente como el
cáncer de la mama y causa un igual número de
muertes anuales50,000 personas, periódicamente,
mueren víctimas de las complicaciones de esta
condición. Incluyendo fatalidades por ahogos y otros
accidentesUna de cada diez personas
sufrirá de, por lo menos, una convulsión en su
vida
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