¿Qué es la
realidad?
Antes de responder a esta pregunta es muy
importante aclarar que lo que nos muestran los cinco sentidos no
es la realidad tal como lo hemos creído, ya que éstos
son, apenas, los mecanismos que utiliza la mente, y quien se
apropia de lo real es ésta y no los sentidos. Lo que entendemos
por realidad es el significado que le da la mente al mundo de las
formas. También es muy importante reconocer que la percepción de lo real es una
proyección de lo mental, lo cual nos indica que la
percepción del mundo está condicionada por la
proyección. El mundo en sí mismo es neutro, pues no
significa nada y las formas físicas y también las no
físicas no tienen ningún valor intrínseco, debido
a que carecen de contenidos.
La valoración que le damos al mundo, o
lo que entendemos por realidad es un proceso mental aprendido por
el entorno cultural e histórico en el que estamos inmersos.
Si aceptamos que la percepción es originada por la
proyección, entonces, también, podemos afirmar: Si la
mente carece de contenidos significantes para proyectar,
ésta no percibe nada; lo cual nos corrobora que la
percepción es un proceso adquirido y por consiguiente, es
susceptible de modificarse pues, insistimos, depende de los
contenidos que la mente proyecta al mundo externo. Este mundo
externo es el espejo de mi conciencia, de mi mente, o de mi
mundo interior, que en este contexto son lo mismo. La mente es un
prisma por el que visualizamos la vida. Si hay alguna
distorsión, de cualquier clase de resentimiento o
emociones negativas, ese
resentimiento o emociones negativas nubla nuestra percepción
y opaca nuestra manera de ver el mundo. El modelo del mundo que se hace
una persona es tan particular como
sus huellas dactilares, y le proporciona una representación
tanto de su universo interior como del
exterior. Todo lo ve y lo siente, de acuerdo a su marco de
referencia interno. Siente al mundo y se ve a sí mismo
aceptando esquemas establecidos que no cuestiona.
Cuando miramos un árbol, por ejemplo, decimos, "sus
hojas son verdes": mi verde. Es una realidad cotidiana. Sin
embargo, no somos conscientes que el color que manifiesta el
árbol es el que refleja, el que rechaza, pues solo permite
que penetre en su estructura celular el resto de
colores del espectro visible de
la luz, que es la banda de
frecuencias que exige de la radiación solar para llevar
a cabo la fotosíntesis. Por tal
motivo, los físicos se preguntan si el mundo que llamamos
real es algo concreto, tal como se nos
presenta, o por el contrario, es la percepción
holográfica de una cohorte de partículas elementales
que se ordenan ante la inferencia humana, condicionada por su
paradigma de lo
real.
La Física Cuántica nos permite
postular que todo el mundo material, trátese de las
estrellas, galaxias, bosques, rocas, o un cuerpo humano, es decir, todo
lo que entendemos por universo físico, en su esencia ultima,
está hecho de la misma naturaleza que la de nuestros
pensamientos; pues en la materia, cuando se rompen sus
núcleos atómicos en los Aceleradores de Partículas
se reduce, infinitesimalmente, a patrones de energía y
información donde todo
está interconectado, en el que se trascienden las
categorías del espacio-tiempo formando una red infinita semejante a un holograma
universal; por lo cual, no existe un mundo allá afuera,
independiente del observador, pues mi mundo interior y el
exterior son una misma cosa; en consecuencia, a nivel
cuántico, el observador y lo observado, también,
están formados de la misma esencia: energía e
información; pues de acuerdo a como se organiza la
energía se manifiesta la materia. Extrapolando abusivamente
el significado de estos vocablos, podemos inferir: de
pensamientos. Todo es mente, nos lo viene diciendo una milenaria
enseñanza.
El observador y la cosa observada se funden en una sola
unidad indivisible, lo que nos conduce a romper con el dualismo
cartesiano como método para comprender el
mundo. Aquello del yo, y el mundo objetivo allá fuera, es
una ilusión, un autoengaño. Lo que vemos como el mundo
exterior, es una proyección de mi conciencia, es decir, de
mi mundo interior. Ambos forman una relación de igualdad, y la ley de causa-efecto tenemos que
invertirla, pues la causa de todas nuestras experiencias, se
originan en la conciencia y el efecto lo contemplamos en el mundo
físico. Lo que parece estar separado como mente y materia,
es la trama, o los componentes de un holograma universal. Mente y
materia, son dos formas una misma y una sola cosa, nos lo
enseña el Buda. Son las dos caras de una misma
moneda.
Es importante insistir que el Universo, y sobre todo la
percepción que tenemos de él, se descubren
esencialmente en función de la condición
interior del observador. El tamaño del Universo individual,
la condiciona ésta función interior.
A este nivel de la argumentación, ya estamos listos
para inferir, primero: que la realidad esta condiciona por la
mente del observador; segundo, si la percepción del mundo es
una proyección de nuestros contenidos mentales, entonces,
somos los creadores de nuestra propia realidad.
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