Diseñando la clase de atrás hacia adelante. Un modelo de diseño para la enseñanza
La idea del modelo es
poner el foco del diseño
en el aprendizaje
del alumno y preguntarse qué se quiere que los alumnos
aprendan o, en otras palabras, qué se busca que les pase a
ellos en la clase. Esto es
diferente del foco tradicional al que naturalmente se esta
inclinado y que consiste en preguntarse qué quiero
enseñar y, luego, qué se hace en la clase.
Los autores Grant Wiggins y Jay McTighe, en su libro
"Understanding by design" (Comprensión a través del
diseño, 1998 y 2005, editado por la Association for
Supervision and Curriculum
Development) proponen una forma de alcanzar el diseño
racional de una clase centrada en la comprensión de los
alumnos. Hay que comenzar por definir qué se quiere que
los alumnos comprendan. A primera vista, esto parece obvio. Pero
si se mira más honestamente la práctica
pedagógica de la mayoría de los docentes nos
daremos cuenta que no lo es.
El segundo paso, proponen los autores, consiste en establecer
de qué manera los docentes pueden determinar si los
alumnos han alcanzado o no estas comprensiones.
¿Qué tipo de conductas o comentarios o capacidades
o actitudes
mostrarán que los estudiantes realmente han logrado
comprender lo que se buscaba que comprendieran? A partir de esto,
y como paso final, se establecerá una secuencia de
actividades.
El corazón de
la propuesta se encuentra en el segundo paso, en establecer los
criterios que van a decir si se logran los objetivos o no
antes de las actividades. Estos criterios son, de alguna manera,
una suerte de "evaluación" y se refieren a cosas que los
docentes pueden ver y escuchar (o, en otras palabras, cosas que
los alumnos dicen, hacen, escriben, etc.) que permiten
dar cuenta de eso que pasa "dentro de sus cabezas". Sin
embargo, se quiere tratar de evitar la palabra
"evaluación" para no evocar su uso más tradicional
por el que se entienden las "pruebas"
clásicas con preguntas cerradas al final de una
unidad.
Wiggins y McTighe denominan a este proceso
"backwards design" o "diseño de atrás hacia
adelante". Esto alude al hecho de que los autores proponen
cambiar la lógica
de cómo la mayoría de los docentes planifican las
clases. Sugieren abandonar la secuencia
objetivos-actividades-evaluación y pensar en el
"cómo me voy a dar cuenta de que los alumnos aprendieron
lo que yo quería que aprendieran" antes de pensar en
cómo enseñar.
Aquí vale la pena aclarar que cuando se habla de
cambiar el foco de la planificación hacia el aprendizaje de
los alumnos no se quiere decir que, entonces, el peso del
éxito o
el fracaso de una actividad va a estar centrado en ellos. De
ninguna manera. La responsabilidad fundamental de guiar a los alumnos
hacia los aprendizajes que se proponen recae en los docentes, y
en aquello que hacen (y dejan de hacer) para cumplir esos
objetivos. Cuando se dice que es primordial ver qué hacen,
dicen y escriben los alumnos en relación a los
propósitos que planteados, entonces, se hace referencia
por sobre todo a pensar qué se hizo bien y qué se
puede hacer diferente la próxima vez que se
enseñe.
PASO 1: ¿Hacia dónde vamos?
¿Qué conceptos queremos que los alumnos
comprendan? ¿Qué queremos que aprendan a hacer,
entendiendo esto tanto física (por ejemplo,
pesar con una balanza) como intelectualmente (por ejemplo, dar
argumentos para fundamentar una afirmación)? A primera
vista, esto puede parecer algo que todos hacemos cada vez que
enseñamos. Sin embargo, aquí les proponemos que
estos objetivos estén formulados muy
específicamente, para cada clase que damos. ¿Hasta
dónde queremos que los alumnos lleguen en la
comprensión de estos conceptos o en el desarrollo de
estas estrategias de
pensamiento o
habilidades? Si estoy enseñando "los estados de la
materia",
¿me interesa que los alumnos comprendan el modelo
molecular que los explica, quiero que simplemente conozcan
cuáles son los tres estados, quiero que aprendan a pasar
una sustancia de un estado a otro
en el laboratorio o
quiero que identifiquen sustancias que se encuentran en
diferentes estados en la naturaleza? En
otras palabras, el docente es responsable de hacer el recorte de
esos objetivos, y de hacerlo de manera muy consciente.
¿Vale la pena incluir muchos objetivos en una clase, o
incluir menos pero con más profundidad? ¿Qué
conceptos son clave, y cuáles son laterales o superfluos?
¿La edad de los alumnos es apropiada para comprender algo
de esta complejidad? Como se ve, elegir el "adónde vamos"
representa un desafío importante porque va a determinar
qué se llevan los alumnos de la clase y, sobre todo,
cómo lo enseñamos.
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