Capítulo seis
Apocalipsis 3:1-6
Introducción
¡Nada peor que una iglesia
muerta! Es como un hombre que
esta muriendo de sed en el desierto y que ve un pozo de agua a la
distancia, pero cuando llega encuentra que está seco.
Muchas almas sedientas andan tambaleándose por el desierto
de este mundo y luego al final, ven en una iglesia lo que parece
que será su esperanza, pero entran y encuentran que
está muerta. Este es el cuadro que nos da este texto acerca
de la iglesia de Sardis y de la era que representa: «la
reforma».
Sardis, capital de
Lidia, era una ciudad prominente en el Asia Menor. La
iglesia local parece que tuvo un nombre aceptable en ciertas
áreas, pero en realidad estaba muerta. Esto es
trágico por el hecho de que la vida es una
característica del cristiano nacido de nuevo. Jesús
dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en
abundancia» (Jn. 10:10).
La Iglesia de
Sardis
La iglesia muerta, 1520 d. C. hasta la
tribulación.
A. LA ERA DE LA IGLESIA MUERTA:
Sardis fue capturada por los persas en el año 549 a.
C., destruida por los jónicos en el año 501 a. C.,
y conquistada por Alejandro
Magno en el año 334 a. C. Sardis llegó a ser
famosa por su riqueza material. Sardis la metrópoli de la
región de Lidia, en el Asia Menor, está situada
cerca del monte Tmoluos, entre 48 y 52 Km. al este de Esmirna.
Sardis era, además, un centro para la adoración de
la diosa «Cibeles», otro nombre para la diosa
Artemisa. Dicha diosa pagana era asociada con la fertilidad y era
invocada por las mujeres a la hora del alumbramiento. En medio de
la opulencia de Sardis estaba la congregación a la que va
dirigida la carta que
contiene la mayor reprensión.
Sardis quiere decir «los que escapan» o «los
que salen». Este nombre, unido a la condenación del
Señor a esta iglesia, proporciona una descripción perfecta de las iglesias de la
Reforma. [La Reforma Protestante] se desarrolló como
resultado del continuo énfasis que hacía la iglesia
de la Reforma en las doctrinas paganas, en lugar de atenerse a
los principios
escritúrales. El énfasis principal de las iglesias
de la reforma se basaba originalmente en las palabras de
advertencia de Martín Lutero, tomadas de las Escrituras:
«El justo por la fe vivirá» (Ro. 1:17).
Dejaron de intentar que la salvación fuera el resultado de
las obras y encendieron un resurgimiento del interés
por el estudio de las Escrituras.
La tragedia de la iglesia de la Reforma que les trajo como
resultado la condenación del Señor cuando les dijo
que estaban muertas, tiene dos aspectos:
1. Se convirtieron en iglesias del estado. Lutero,
por ejemplo, buscó la aprobación de los
líderes políticos, y finalmente la iglesia
luterana se convirtió en la iglesia estatal de
Alemania, tal como lo hicieran otras por toda Europa. El
peligro es que, en aquel momento, la iglesia incluye a toda
la población, eliminando de esta manera la necesidad
de una aceptación personal de Jesucristo y el
énfasis en la relación individual con Dios.
Otro peligro es la tendencia de satisfacer al gobierno antes
que a Dios (Hch. 5:29).2. Las iglesias de las reformas no cambiaron lo
suficiente muchas de las costumbres y enseñanzas de la
iglesia de la Reforma. Se continuó bautizando a los
bebés a pesar de no existir base bíblica para
esta práctica. También continuó la
aspersión y se perpetuó el ritualismo,
incluyendo algunos elementos de los sacramentos. El
ritualismo y la formalidad, características de las
reformas paganas de adoración, no conducen a la
genuina adoración, porque apelan a la naturaleza
humana sensorial. La Biblia enseña que a Dios se le
debe adorar en «espíritu y verdad» (Jn.
4:24). El ritual que proviene del paganismo no puede ser del
Espíritu Santo y no transmite la verdad. El principal
propósito de una iglesia es la propagación del
evangelio de Jesucristo. Esto debiera lograrse con lo que se
canta y lo que se dice. Si la gente se va de la iglesia con
la misteriosa sensación de la
«adoración» pero sin tener un encuentro
cara a cara y personal con Jesucristo, entonces adoraron en
una iglesia muerta.B. LA NATURALEZA DE CRISTO REVELADA A
SARDIS:
«El que tiene los siete espíritus de Dios, y
las siete estrellas, dice esto».La expresión «el que tiene» (ho
échon) es un participio presente, voz activa y sugiere
acción continua además de control y
dirección.«Los siete espíritus» es una referencia
a la plenitud del Espíritu Santo. dicha
expresión habla de la plenitud de capacitación
y de vida inherente en el Espíritu y que están
a la disposición de la iglesia de Sardis a pesar de su
condición de mortandad espiritual.
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