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Las siete iglesias del Apocalipsis: Sardis (página 2)




Enviado por Julio C. Torres



Partes: 1, 2

El genitivo «de Dios» sugiere la doctrina de la
procesión del Espíritu, es decir, de la
relación eterna entre las tres personas de la trinidad
(Mt. 3:16-17).

La mención de «las siete estrellas» apunta
al hecho de que el Señor tiene control sobre las siete
iglesias y las hace estrictamente responsables de responder ante
una provisión espiritual tan abundante.

  • C. LA CONDENACIÓN DE CRISTO A LA
    IGLESIA:

  • «Yo conozco tus obras».

Esta frase apunta a la omnisciencia del Señor,
él tiene un conocimiento
absoluto de todas las cosas. Nada (pasado, presente o futuro) se
esconde de él.

Esto también puede referirse a los primeros estudios de
la reforma cuando Martín Lutero y otros se dedicaron a
desafiar a las autoridades de Roma, aun a
riesgo de sus
propias vidas, para obedecer la enseñanza bíblica de la
salvación por la fe.

  • «Que tienes nombre de que vives».

Es probable que esta declaración refleje la
condición misma de los habitantes de Sardis. Cuando el
Apocalipsis se escribió ya la gloria y la fama de la
ciudad de Sardis había pasado a la historia. Es probable que
los habitantes de aquella ciudad continuaran manteniendo el
orgullo de la gloria pasada sin tomar en cuenta de que
vivían en una situación diferente (Mt. 10:39).

  • 1. En primer lugar, Sardis tenía una falsa
    reputación de vida. Un «nombre de que
    vives
    » sugiere que quienes contemplaban la
    congregación de Sardis deducían que era una
    congregación cuyos signos vitales eran aceptables. Tal
    vez, era una asamblea que vibraba con actividades,
    predicaciones, programas, y conferencias, pero, en lo que
    concernía a Cristo estaba tan muerta como un
    cementerio. La realidad en Sardis era más bien de
    muerte espiritual no en el sentido de aniquilación o
    de cese de la existencia, sino de un estado de impotencia,
    incapacidad e inhabilitación (véanse Ro. 4:19;
    He. 11:12). La frase es enfática en el texto griego:
    [que un nombre tienes de que vives, pero muerto estas]. La
    congregación de Sardis sólo vivía en
    apariencia pero en realidad, en lo que a Dios se refiere,
    estaba muerta (Jn. 11:25).

  • 2. «No he hallado tus obras perfectas delante
    de Dios».

Obsérvese el tiempo
perfecto del verbo «hallar». El Señor ha
buscado pero «no ha hallado» las obras de los
creyentes de Sardis «perfectas»
(plepleroména). El vocablo «perfecta» es el
participio perfecto, voz pasiva con función de
predicado del verbo «pleróo», que significa
«llenar», «cumplir», «ser
llenado». Las obras de los creyentes de Sardis estaban
faltas de
aprobación divina porque, evidentemente, no eran generadas
por una fe genuina. Lo que se reprocha no es la cantidad sino la
calidad de las
obras de aquella congregación (Is. 29:13).

  • 3. El Señor manda que la congregación
    afirme «las otras cosas que están para
    morir».

Incluso el más leve vestigio de vida que quedaba en
Sardis estaba a punto de morir. [Los valores
que aún permanecían continuaban declinando]. Cuando
Jesús pronunció este mandamiento. los tiempos
verbales los describen como algo que estaba a punto de morir en
el pasado y continuaba el proceso hasta
el presente, con la inminente posibilidad de perder la
última señal de vida.

  • 4. Por último, el Señor acusa a la
    congregación de tener solo «unas pocas personas.
    que no han manchado sus vestiduras».

Lo terrible del caso es que solo una ínfima
minoría de los creyentes de Sardis llevaba una vida de
separación del paganismo y del mundo. [La iglesia
tenía una reputación de estar viva, pero solo
algunos de sus miembros vivían en consonancia con esa
reputación. La mayoría de sus miembros era una
contradicción de lo que ellos como iglesia
pretendían ser].

  • D. EL COSEJO DE CRISTO A LA IGLESIA:

Estos versículos contienen una quíntupla
exhortación de parte del Señor para la asamblea de
Sardis y para todos los creyentes, incluso a los de hoy
día. Es importante observar los tiempos verbales en cada
exhortación. De ello es posible derivar el énfasis
que el Señor da a cada acción
que los creyentes debían emprender.

  • 1. «Sé vigilante» (gínou
    gregorón).

En esta primera exhortación, el Señor combina un
presente imperativo, voz media, con un participio presente, voz
activa. Esta combinación verbal produce un imperativo
perifrástico. La idea es «por vuestro propio bien
volveos vigilantes». La exhortación es a que se
despierten de su anestesia espiritual y continúen
vigilando. Tal vez la mencionada exhortación tenga una
connotación histórica. Las veces que los habitantes
de Sardis sucumbieron bajo sus enemigos se debió
principalmente al descuido de sus guardias. La situación
geográfica privilegiada de la ciudad hizo que sus
vigilantes descuidaran sus responsabilidades. Fue así que
Sardis cayó en poder de Ciro
el Grande en el año 549 a. C., y posteriormente en manos
de Antíoco
el Grande en el año 195 a. C., del mismo modo, tanto los
creyentes de Sardis como los de hoy, cometen el grabe error de
dejar de vigilar al enemigo. Tal actitud puede
producir calamidad espiritual lamentable. Una vigilancia
constante de los enemigos que asedian al creyente es el mejor
antídoto para la seguridad
espiritual.

  • 2. «Y afirma las otras cosas que están
    para morir».

El verbo «afirmar» (stéirison) es el
aoristo imperativo voz activa de «steiridso», que
significa «hacer firme» «fortalecer».
Esta forma verbal sugiere la urgencia de la acción. Los
creyentes de Sardis debían actuar de manera decidida y con
toda urgencia. «Las otras cosas» (tá
loipá), mejor «las cosas que restan», pudiera
parafrasearse como «aquello que sobrevive». En el
texto griego
es un plural neutro que contempla de manera colectiva tanto a
cosas como a individuos que dentro de la comunidad
cristiana de Sardis pudieran retener trazas de verdadera piedad.
Las referidas cosas o individuos habían estado a punto
de morir en el pasado y continuaban a la deriva, corriendo el
peligro de languidecer por completo como el cuerpo que es
invadido por una enfermedad o la planta que es atacada por una
plaga.

NOTA:

Las dos exhortaciones anteriores se deben a que el
Señor ha escudriñado las obras de los creyentes de
Sardis y no las ha hallado perfectas delante de él.
Evidentemente las obras de aquellos creyentes no eran producto de la
fe, sino de la carne y por lo tanto, no contenían la
calidad que agrada a Dios.

  • 3. «Acuérdate, pues, de lo que has
    recibido y oído».

Esta es la tercera exhortación. El vocablo
«acuérdate» (mneimónene) es el presente
imperativo, voz activa. El presente sugiere una acción
continua «continúa recordando». La
exhortación es sin duda, un llamado a persistir en lo
fundamental. Los creyentes de Sardis habían recibido el
evangelio por la fe, pero no habían persistido en
desarrollarse espiritualmente por la fe. Ese descuido
había producido el olvido de la necesidad de mantener una
relación personal con el
Señor (véanse Ro. 10:17; 1 Co. 4:7; Gá. 5:7;
Col. 2:6). Los verbos «has recibido»
(eíleiphas) y «oído» (eíkousas) deben
observarse cuidadosamente. El primero es un tiempo perfecto y
sugiere una acción completa con resultados perdurables. El
segundo es un aoristo indicativo que señala ala
acontecimiento histórico cuando los creyentes de Sardis
oyeron el evangelio que generó en sus vidas la fe que
depositaron en Cristo. El creyente ha recibido el regalo de la
salvación por la fe en Cristo y el sello de la presencia
del Espíritu
Santo sobre la misma base. Recordar constantemente tanto el
regalo de la gracia recibido por la fe en Cristo como las
instrucciones recibidas tocante a la práctica de la fe,
debe ser una asignatura prioritaria en la vida de todo
creyente.

  • 4. «Y guárdalo» (Kai
    téirei)

Es el presente imperativo, voz activa de
«teiréo», que significa «guardar»,
«vigilar», «mantener». El tiempo presente
sugiere acción continua «sigue guardando». La
referencia parece ser a las cosas o personas que aún
vivían en Sardis. Es decir, «cosas» de
valor
espiritual y «personas» con sensibilidad e
inclinación a las cosas de Dios. Ese testimonio
debía persistir si se quería evitar el juicio de
Dios.

  • 5. «Y arrepiéntete» (Kai
    metanóeison).

Este verbo es el aoristo imperativo, voz activa, y sugiere la
realización de una acción urgente. Equivale a decir
«arrepiéntete de inmediato». El verbo
«arrepiéntete» (metanoeo) significa un
cambio de
manera de pensar acompañado de un cambio de comportamiento. Los creyentes de Sardis
tenían la necesidad urgente de arrepentirse de la manera
como habían utilizado la riqueza espiritual que
habían recibido a través del evangelio de la gracia
y la instrucción de la Palabra. El arrepentimiento al que
se les llama no era un simple reconocimiento de que estaban
haciendo mal, sino a llevar a cavo un cambio de rumbo que los
acercara a Dios.

  • E. LA ADVERTENCIA DE CRISTO A SARDIS:

  • «Pues si no velas, vendré sobre ti como
    ladrón, y no sabrás a qué hora
    vendré sobre ti».

Con esas solemnes palabras, es Señor advierte a la
congregación de Sardis del peligro al que se abocaban. La
expresión «si no velas» es una condicional de
tercera clase en la
que se usa el modo subjuntivo que completa la condición
como posible. La cláusula contiene una seria advertencia a
los lectores. Y pudiera parafrasearse así: «Por
tanto, si verdaderamente no te despiertas de inmediato,
vendré como un ladrón, y no serás capaz de
reconocer qué clase de hora será cuando
vendré a ti». El estupor espiritual los haría
insensibles al obrar de Dios.

  • «Vendré sobre ti como ladrón»
    (héixo hos klépteis).

El texto griego dice: «vendré como
ladrón». Esta expresión denota sorpresa. Este
símil se usa repetidas veces en el Nuevo Testamento con
referencia a la segunda venida de Cristo (véanse Mt.
24:43; Lc. 12:39; 1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10; Ap. 16:15). La
advertencia es sumamente enfática, como lo indica la frase
siguiente «y no sabrás a que hora vendré a
ti». El verbo «sabrás» es el aoristo
subjuntivo que al ir precedido de la doble negativa destaca de
manera enfática que algo no va a ocurrir. La frase pudiera
expresarse así: «vendré como ladrón y
jamás sabrás qué clase de hora
será». Quienes están desprovistos de vida
espiritual por no haber confiado en Jesucristo serán
rotundamente sorprendidos por la segunda venida de Cristo. Esta
tomará por sorpresa a los inicuos que han rechazado a
Cristo como Salvador, ya sea o no que estén dentro de una
congregación local como la de Sardis.

  • F. ALGUNOS SANTOS FIELES DE SARDIS:

  • «Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no
    han manchado sus vestidos».

«Pero» (allá) destaca un contraste fuerte
con lo dicho anteriormente. Cierto que era una minoría
pero había un remanente fiel de Sardis que no había
contaminado sus vestiduras, es decir, andaba en santidad delante
del Señor. "El lenguaje
hace recordar la inscripción hallada en el Asia Menor,
proclamando que las vestiduras manchadas descalificaban al orador
y deshonraban a dios". Pero el merito del remanente fiel de
Sardis era que "en los días de contaminación general éste se
había mantenido puro". Muy poco se conoce de la iglesia de
Sardis, pero durante la segunda mitad del siglo segundo hubo un
hombre
conocido como Melitón, pastor de Sardis, que
sobresalió en todo en el Asia Menor como un dedicado
siervo de Dios que no mancho sus vestiduras.

  • «Y andarán conmigo en vestiduras blancas,
    porque son dignas».

El verbo «andarán» es el futuro indicativo,
voz activa y sugiere una realidad que tendré su seguro
cumplimiento. La frase expresa comunión íntima y
personal «conmigo». La expresión en
«vestiduras blancas» habla de la pureza y santidad
que Dios exige para que alguien entre en su presencia. "Debido al
rechazo de contaminar sus vestiduras mientras se hallaban bajo
gran presión
cultural, Cristo sustituirá sus vestidos humanos no
manchados con otros que son blancos por criterio divino". El
remanente fiel experimentará la perpetuidad de su antigua
vida de separación terrenal y de comunicación con el Señor, y
andará en perfecta comunión con Cristo en su reino.
"la anticipación de vestir tales vestidos y disfrutar de
la compañía personal de Cristo proporciona un
amplio incentivo para la fidelidad continua de los pocos de
Sardis que se mantenían firmes frente al oleaje de
apatía que se había apoderado de la mayoría
de la iglesia.

  • «Porque son dignos».

(Hóti áxioí eisin). Esta frase no se
refiere a dignidad
absoluta. Todo ser humano es digno de las bendiciones de Dios.
Hay, sin embargo, una dignidad relativa que se atribuye a los
santos en Cristo (véanse Lc. 20:35; Ef. 4:1; Fil. 1:27;
Col. 1:10; 1 Ts. 2:12; 2 Ts. 1:5). El creyente no posee meritos
personales que lo capaciten para agradar a Dios por sí
mismo. El cristiano tiene que apelar a Cristo puesto que solo
él es digno delante del Padre celestial.

  • G. EL DESAFÍO DE CRISTO A LA
    IGLESIA:

  • 1. «El que venciere será vestido de
    vestiduras blancas».

Esto podría ser una repetición por razón
de énfasis o una ampliación de la promesa del v. 4.
El vencedor será revestido de vestiduras blancas como una
exhibición de festividad (Ec. 9:8) y de victoria final
(Ap. 7:14; 19:14). Es además, un galardón adecuado
para quienes rechazaron la corrupción de Sardis y un reconocimiento
público de fidelidad a Cristo.

  • 2. «Y no borraré su nombre del libro de
    la vida».

Esta declaración expresa la segunda promesa del
Señor al remanente fiel de Sardis. En los tiempos
antiguos, los nombres de quienes morían físicamente
eran borrados de las listas o registros de las
ciudades. Las autoridades solo mantenían en el
padrón a ciudadanos vivos. De la misma manera en el
libro de la
vida solo permanecen inscritos los nombres de quienes tienen vida
espiritual por haber puesto su fe y confianza en la persona de
Jesucristo (1 Jn. 5:1). El creyente en Cristo tiene la absoluta
garantía de la Palabra del Señor. El promete
«Y no borraré su nombre del libro de la
vida».

  • 3. «Y confesaré su nombre delante de mi
    Padre, y delante se sus ángeles».

Esta es la tercera promesa del Señor al remanente fiel.
El verbo «confesaré» (homologéiso) es el
futuro indicativo, voz activa de «homologéo»,
que significa "confesar" , "reconocer", "estar de acuerdo". El
Señor Jesucristo dijo en Mateo 10:32 algo que tiene que
ver mucho con este texto. Es probable que presionados por el
ambiente
religioso-cultural, muchos en Sardis se avergonzaban de dar
testimonio de su fe en Cristo. Al remanente fiel que no
temía exaltar el nombre de Cristo, el Señor le
promete que le confesará en el cielo: la confesión
debe significar el reconocimiento de que pertenecen a Cristo y
por lo tanto, han sido hechos aptos para participar de su gloria
eterna (Col. 1:12).

NOTA:

Al igual que en las otras cartas, el
Señor hace un solemne llamado al individuo:

«El que tiene oídos, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias».

En última instancia, la responsabilidad es siempre personal. Una
congregación nunca será mejor de lo que lo sean los
miembros que la componen. El Espíritu habla a las iglesias
a través del apóstol, pero el mensaje es personal
para cada uno de los componentes de la asamblea y para nosotros
hoy día.

 

 

 

Autor:

Julio C. Torres

Partes: 1, 2
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