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La violencia intrafamiliar (página 2)



Partes: 1, 2

Por eso los mensajes, golpes son como olas gigantescas que
llegan sin control a lo
más profundo de ese ser indefenso. Pero que distinta es la
niñez y el futuro de sus hijos cuando ellos palpan
el amor entre
su padre y su madre, cuando ellos desde pequeños ven que
su madre recibe con un beso, un abrazo al padre que llega del
trabajo, o
cuando el padre viene con un ramo de flores para su esposa o le
da un beso a su esposa.

Son detalles que se van grabando en el alma de los
niños,
que van modelando su personalidad,
que van llenando de amor ese
tanque-corazón.
Créame, esa será la mejor herencia que
podrá dejar a sus hijos.  

LAS CAUSAS DE LA
CODEPENDENCIA

En todas las familias existe cierta disfuncionalidad en mayor
o menor grado. A menudo las personas codependientes han sido
objeto de algún tipo de abuso físico o verbal, o
sufrieron el abandono de uno de sus padres o de ambos, ya sea
físico o emocional. 

El codependiente busca alivio en alguna adicción para
"anestesiarse" ante su dolor. A veces lo hace a través de
relaciones personales disfuncionales y muchas veces
dañinas; o mediante adicciones al
dinero, el
sexo, la ira,
las drogas, la
bebida, etc. El codependiente está atado a lo que le
sucedió en su familia de origen
y se siente internamente torturado por ello, aunque la
mayoría de las veces no se da cuenta de lo que le
está sucediendo.  

Cada uno de nosotros tenemos una necesidad innata de recibir
amor. A esta necesidad la podemos llamar "el tanque del amor". Al
nacer el niño, ese tanque está vacío. Si los
padres son personas emocionalmente sanas cuyos tanques de amor
están llenos, pueden llenar el tanque de sus hijos y estos
crecerán y se desarrollarán psicológicamente
sanos. Sin embargo, si uno de los padres o ambos no tenían
lleno su propio tanque, lo más probable es que el
niño no reciba suficiente amor porque su padre o su madre
no lo tuvieron para darlo. Esta falta de amor deja cicatrices en
el alma de los niños que llevan a ciertos comportamientos
disfuncionales en la adultez, como la codependencia.

El codependiente no puede dar lo que no recibió, por lo
tanto, la codependencia se convierte en un círculo vicioso
que continúa de generación en generación si
no se busca ayuda psicológica.  

Los niños de familias disfuncionales crecieron sin
haber escuchado mensajes importantes de sus padres tales como;
"eres muy inteligente", "estás haciendo un buen trabajo" o
"gracias mi amor, agradezco mucho tu ayuda." Debido a ello al
crecer se sienten abandonados, tienen baja autoestima y
buscan la aprobación de otras personas para sentirse mejor
consigo mismos.

A veces su hambre de amor y aprobación son tan grandes
al llegar a la adolescencia o
la adultez, que están dispuestos a soportar cualquier
cosa, con tal de recibir aunque solo sean "migajas" de
cariño y atención

DINAMICA DE LA
VIF

Al principio de la mayoría de las relaciones es muy
difícil que aparezca la violencia.
Durante este período se muestra un
comportamiento
positivo. Cada miembro de la pareja muestra su mejor faceta. La
posibilidad de que la pareja termine es muy alta si ocurriera
algún episodio de violencia. 

FASE 1. ACUMULACIÓN DE
TENSION 

  • La dinámica de la violencia Intrafamiliar existe
    como un ciclo, que pasa por tres fases. 

  • A medida que la relación continúa, se
    incrementa la demanda así como el stress

  • Hay un incremento del comportamiento agresivo, más
    habitualmente hacia objetos que hacia la pareja. Por ejemplo,
    dar portazos, arrojar objetos, romper cosas. 

  • El comportamiento violento es reforzado por el alivio de
    la tensión luego de la violencia. 

  • La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y
    puede haber un aumento del abuso verbal y del abuso
    físico. 

  • La pareja intenta modificar su comportamiento a fin de
    evitar la violencia. Por ejemplo: mantener la casa cada vez
    más limpia, a los chicos más silenciosos,
    etc. 

  • El abuso físico y verbal continúa. 

  • La mujer comienza a sentirse responsable por el
    abuso. 

  • El violento se pone obsesivamente celoso y trata de
    controlar todo lo que puede: el tiempo y comportamiento de la
    mujer (cómo se viste, adónde va, con
    quién está, etc.) 

  • El violento trata de aislar a la víctima de su
    familia y amistades. Puede decirle, por ejemplo, que si se
    aman no necesitan a nadie más, o que los de afuera son
    de palo, o que le llenan la cabeza, o que están locos
    etc. 

  • Esta fase difiere según los casos. La
    duración puede ser de semanas, días, 
    meses o años. Se va acortando con el transcurrir del
    tiempo. 

FASE 2. EPISODIO AGUDO DE
VIOLENCIA 

  • Aparece la necesidad de descargar las tensiones
    acumuladas 

  • El abusador hace una elección acerca de su
    violencia. Decide tiempo y lugar para el episodio, hace una
    elección consciente sobre qué parte del cuerpo
    golpear y cómo lo va a hacer. 

  • Como resultado del episodio la tensión y el stress
    desaparecen en el abusador. Si hay intervención
    policial él se muestra calmo y relajado, en tanto que
    la mujer aparece confundida e histérica debido a la
    violencia padecida. 

FASE 3. ETAPA DE CALMA, ARREPENTIMIENTO O LUNA
DE MIEL 

Se caracteriza por un período de calma, no violento y
de muestras de amor y cariño. 

  • En esta fase, puede suceder que el golpeador tome a su
    cargo una parte de la responsabilidad por el episodio agudo,
    dándole a la pareja la esperanza de algún
    cambio en la situación a futuro. Actúan como si
    nada hubiera sucedido, prometen buscar ayuda, prometen no
    volver a hacerlo, etc. 

  • Si no hay intervención y la relación
    continúa, hay una gran posibilidad de que la violencia
    haga una escalada y su severidad aumente.

  • A menos que el golpeador reciba ayuda para aprender
    métodos apropiados para manejar su stress, esta etapa
    sólo durará un tiempo y se volverá a
    comenzar el ciclo, que se retroalimenta a sí
    mismo.  

Luego de un tiempo se
vuelva a la primera fase y todo comienza otra vez. 

El hombre agresor
no se cura por sí solo, debe tener un tratamiento. Si la
esposa permanece junto a él, el ciclo va a comenzar una y
otra vez, cada vez con más violencia.

PERSONALIDAD DEL
MALTRATADOR

Los agresores suelen venir de hogares violentos, suelen
padecer trastornos psicológicos y muchos de ellos utilizan
el alcohol y
las drogas lo que
produce que se potencie su agresividad. Tienen un perfil
determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad,
emocionalmente inestables, impaciente e impulsivo. 

Los agresores trasladan habitualmente la agresión que
han acumulado en otros ámbitos hacia sus
mujeres. 

Maltratados, frecuentemente es una persona aislada,
no tiene amigos cercanos, celoso (celotipia), baja autoestima que
le ocasiona frustración y debido a eso se genera en
actitudes de
violencia. 

Una investigación de los psicólogos
norteamericanos, el Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson.
Señalan que los hombres maltratadores caen en dos
categorías: pitbull y cobra, con sus propias
características personales: 

Pit bull: 

  • Solamente es violento con las personas que ama

  • Celoso y tiene miedo al abandono

  • Priva a pareja de su independencia

  • Pronto ora, vigilar y atacar públicamente a su
    propia pareja

  • Su cuerpo reacciona violentamente durante una
    discusión

  • Tiene potencial para la rehabilitación

  • No ha sido acusado de ningún crimen

  • Posiblemente tuvo un padre abusivo.

 Cobra: 

  • Agresivo con todo el mundo

  • Propenso a amenazar con cuchillos o revólveres

  • Se calma internamente, según se vuelve agresivo

  • Difícil de tratar en terapia psicológica

  • Uno depende emocionalmente de otra persona, pero insiste
    que su pareja haga lo que él quiere.

  • Posiblemente haya sido acusado de algún crimen

  • Abusa de alcohol y drogas.

El pitbull espía a su mujer, es
celópata, cae bien a todas las personas, excepto a sus
novias o esposas. El cobra es un sociópata, frío,
calculador, puede ser cálido. El maltrato no cesa por
sí solo. 

Después de que la mujer ha sido
físicamente maltratada y tiene miedo, a veces cesa este
tipo de abuso y lo reemplaza con un constante maltrato
psicológico, a través del cual le deja saber a su
víctima, que el abuso físico podría
continuar en cualquier momento. 

En ocasiones la violencia del maltratador oculta el miedo o la
inseguridad, que sintió de niño ante un padre
abusivo que lo golpeaba con frecuencia, al llegar a ser un adulto
prefiere adoptar la
personalidad del padre abusador a sentirse débil y
asustado. En otros casos, los comportamientos ofensivos son la
consecuencia de una niñez demasiado permisiva durante la
cual los padres complacieron al niño en todo.

Esto lleva al niño a creerse superior al llegar a ser
un adulto y a pensar que él está por encima de la
ley. O sea,
que puede hacer lo que quiera y abusar de quien quiera. Piensa
que se merece un trato especial, mejor que el que se les da a los
demás. 

La violencia doméstica no siempre resulta fácil
de definir o reconocer. En términos generales
podríamos designarla como el uso deliberado de la fuerza para
controlar o manipular a la pareja o al ambiente
más cercano.  

Se trata del abuso psicológico, sexual o físico
habitual. Sucede entre personas relacionadas afectivamente, como
son marido y mujer o adultos contra los menores que viven en un
mismo hogar.  

La violencia doméstica no es solamente el abuso
físico, los golpes, o las heridas. Son aún
más terribles la violencia psicológica y la sexual
por el trauma que causan, que la violencia física, que todo el
mundo puede ver. Hay violencia cuando se ataca la integridad
emocional o espiritual de una persona.  

La violencia psicológica se detecta con mayor
dificultad. Quien ha sufrido violencia física tiene
huellas visibles y puede lograr ayuda más
fácilmente. Sin embargo, a la víctima que lleva
cicatrices de tipo psicológicas le resulta más
difícil comprobarlo.

También lo dificulta, por ejemplo, la habilidad
manipuladora de su esposo que presenta a su esposa como exagerada
en sus quejas o simplemente como loca.  

A la violencia física precede, a veces, años de
violencia psicológica. La violencia psicológica es,
despreciar a la mujer, insultarla de tal manera, que llega un
momento en que esa mujer maltratada psicológicamente, ya
cree que esos golpes se los merece. Y qué difícil
es convencer a una mujer de que vaya a pedir auxilio cuando cree
que no lo necesita.  

Hay mujeres que se avergüenzan por lo que les sucede y
que hasta se creen merecedoras de los abusos. Por eso prefieren
mantenerlos en secreto y así esa situación puede
prolongarse durante años. Los que maltratan a sus
víctimas lo hacen de acuerdo a un patrón de abuso
psicológico.  

Igual que en el caso del alcohólico, el que golpea a
una mujer o la maltrata psicológica o sexualmente, lo
primero que hará es negarlo.  

Negación es decir: "No, es que yo le pego con
razón". No hay ninguna razón para golpear a una
mujer, ni a nadie. Pero lo niegan. Dicen: "Yo no la he golpeado,
yo no le hecho nada, sólo tocarla".  

Otra forma de abuso psicológico es el aislamiento, en
que le hacen el vacío a la mujer, ni le hablan, ni la
miran y entonces ella se va creyendo que se merece ese
trato.  

La intimidación es también un abuso. "Si dices
algo te mato." Muchas mujeres no se atreven a hablar, por las
amenazas que sus maridos o sus compañeros lanzan contra
ellas.  

Tanto el adicto a cualquier droga como el
abusador, siempre tienen excusas y le echan la culpa a
alguien.  

También dentro de ese hábito de abuso
psicológico está el abuso económico. "Si
dices algo no te voy a dar la mensualidad".  

Dentro de ese abuso psicológico de los maridos que
golpean (lo que se llama en psicología la
triangulación), hay otro tipo de abuso: utilizar a los
hijos para hacerles sentir culpables a las esposas. En este caso
los hijos sirven de mensajeros: "dile a tu madre
que…"  

Las amenazas a través de los hijos, las amenazas de que
le van a quitar al hijo, todos estos son abusos
psicológicos que preceden al abuso
físico.  

Todos estos abusos impiden que la mujer deje el hogar, ese
hogar violento. Es que esa violencia psicológica a que
están sometidas muchas mujeres, es más horrorosa
que el abuso físico.

Pregúntele a cualquier mujer a la cual han maltratado
físicamente qué es lo que le duele más; si
las palabras hirientes, los desprecios o los golpes. Los golpes
se pasan, los abusos psicológicos, los insultos, los
desprecios se clavan en el corazón.  

             
MANIFESTACIONES DE LA VIOLENCIA PSICOLOGICA 

a) Abuso verbal: Rebajar, insultar, ridiculizar, humillar,
utilizar juegos
mentales e ironías para confundir, etc.  

b) Intimidación: Asustar con miradas, gestos o gritos.
Arrojar objetos o destrozar la propiedad.  

c) Amenazas: De herir, matar, suicidarse, llevarse a los
niños.  

d) Abuso económico: Control abusivo de finanzas,
recompensas o castigos monetarios, impedirle trabajar aunque sea
necesario para el sostén de la familia,
etc.  

e) Abuso sexual:
Imposición del uso de anticonceptivos, presiones para abortar,
menosprecio sexual, imposición de relaciones
sexuales contra la propia voluntad o contrarias a la naturaleza.  

f) Aislamiento: Control abusivo de la vida del otro, mediante
vigilancia de sus actos y movimientos, escucha de sus
conversaciones, impedimento de cultivar amistades,
etc.  

g) Desprecio: Tratar al otro como inferior, tomar las
decisiones importantes sin consultar al otro

¿PORQUÉ SE MANTIENE LA MUJER EN
ESTA RELACION?

La persona abusada se vuelve codependiente de su marido (el
agresor), aún después de ser golpeada. Es frecuente
escuchar esta frase: "Es que yo lo quiero tanto". Personas que
llevan años soportando golpes dicen: "Yo no me separo
porque lo quiero". Es imposible querer a una persona que te
está tratando como si fueras un animal, eso es depender de
esa persona.  

Otro motivo por el cual algunas mujeres no se separan de este
problema de codependencia, es que las anima la familia y
lamentablemente la Iglesia, a
permanecer con el abusador. Sobre todo la familia les aconseja
que mantengan esa relación por "el bien de tus hijos".
"¿Cómo vas a dejar a tus hijos sin padre?".

¿Qué es mejor, tener un padre que golpea a su
madre y que luego golpeará a sus hijos, o no tener padre?
Se les hace mucho más daño a
los hijos cuando ven que su padre golpea a su madre. Para los
niños pequeños la madre es la base de toda su vida,
la base de su afectividad, la base de su seguridad.

Si una madre es golpeada, sus hijos se derrumban
afectivamente. Es mucho mejor separase. Yo no estoy a favor del
divorcio, pero
la separación es, a veces, menos
dañina.  

A veces las mujeres no se separan y sufren en silencio por
miedo a perder su seguridad económica y la de sus hijos.
Esto sucede sobre todo en la mujer que no tiene educación.  

Otras veces no se separan debido a las amenazas de más
violencia o de muerte, si
intentan separarse. "Si le dices algo a la policía te
mato". 

Cuando se pregunta a algunas mujeres por qué aguantaron
maltrato durante años, la respuesta más
común es ésta: "Por mis hijos; no quería que
se criaran sin un padre". Parece una respuesta válida,
pero si la analizamos profundamente descubrimos su
inconsistencia.

Sucede que en una situación de violencia los hijos
también sufren. El crecimiento en una atmósfera de miedo,
tensión y terror influirá negativamente en su
desarrollo
emocional y más tarde se manifestará en el abandono
escolar, en el uso de drogas, en
desórdenes psicológicos y en violencia y delincuencia.  

En muchos casos influye el factor económico. Soportan
cuanta vejación venga con tal de no perder la seguridad
económica para sí y sus hijos. Se trata
generalmente de mujeres con poca preparación
académica, conscientes de que sin el marido no
podrían vivir cómodamente.  

Lo peor es que la mujer repetidamente abusada se destruye
psicológicamente. Su yo, su identidad
individual. Eso la incapacita para tomar las decisiones
correctas. Cae en la ambivalencia efectiva ("Qué bueno es
él cuando no me golpea"); su autoestima queda por los
suelos hasta
creer ella misma que merece tales insultos y
golpes.  

Cuando una persona cae a ese nivel, su capacidad de
decisión queda prácticamente anulada, porque el
principio vital está herido de muerte. Si a una persona
así aplastada se le amenaza con un "Si me denuncias, te
mato", se sentirá paralizada. Quizás en un
último intento de supervivencia reaccione, pero usando las
mismas armas que a ella
la han destruido.  

El amor no debe doler. El amor implica confianza,
protección, respeto a los
gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al
crecimiento emocional y espiritual. Consiste en compartir la vida
con alegría, dialogar sobre las diferencias y
preferencias, y respetar la integridad física, moral y
espiritual de la persona amada.  

Las mujeres que aguantan una relación abusiva
indefinidamente acaban perdiendo su salud física y menta,
se enferman, toda la familia termina enferma. Las mujeres en
situaciones abusivas pierden su autoestima. No saben protegerse,
ni se dan cuenta del peligro que corren.  

EL PORQUÉ
DE LA VIOLENCIA DOMESTICA

Primero hay una raíz cultural histórica. Durante
mucho tiempo nuestra sociedad ha
sido muy machista, el hombre ha
creído que tiene el derecho primario a controlar, a
disciplinar con severidad, incluso a abusar de la vida de la
mujer y de los hijos. Eso ha sucedido bajo la apariencia del rol
económico del hombre, proveedor de la alimentación.  

No crea que en EE.UU. no se golpea a la mujer. El padre
americano, en tiempos de la colonia, tenía derecho hasta
de matar al hijo cuando no le obedecía.  

Otra causa es la cultura
actual. La gente se tira de los pelos. ¿Por qué
pasa esto? El modelo
presente de nuestra sociedad está reforzando el uso de la
fuerza para resolver los problemas.

Por eso el abusador usa la fuerza física, para mantener
el poder y el
control sobre la mujer, porque ha aprendido que la violencia es
efectiva para obtener ese fin de control y como ellos no han
sufrido las consecuencias, las mujeres se han
callado.  

La violencia doméstica ocurre en todos los niveles de
la sociedad, no solamente en las familias pobres. En las familias
ricas sucede lo mismo. Lo que pasa es que una mujer a quien le
dieron una paliza, si tiene dinero, se va tranquilamente a una
clínica privada y aquí no ha pasado nada.

Las que son pobres tienen que ir al hospital y allí los
médicos dicen: "A esta mujer la han golpeado" y la
policía se encarga de eso.  

Entre blancos, negros, amarillos, católicos, judíos,
protestantes y evangélicos; entre todos, existe la
violencia doméstica. Pero no por ser protestantes o
católicos, sino, por no ser como deben
ser.  

Otra causa de este problema son los medios de
comunicación. En la
televisión la violencia es glorificada, los
estereotipos que nos presentan son de violencia sexual. Cuando un
marido por la fuerza tiene relaciones sexuales con su esposa, eso
se llama violencia sexual, porque la mujer también tiene
derecho a decir que no.

Si a una mujer, como yo oigo todos los días, se le
insulta, se le veja, se le dice barbaridades, no se le habla y
solamente se la utiliza para tener relaciones sexuales con ella;
¿Cómo va a querer estar con su marido? Tiene el
derecho a decir que no, todo el derecho del
mundo.  

En muchos casos, también la violencia doméstica
está íntimamente relacionada con el alcohol y las
drogas. ¿Qué sucede cuando una persona consume
drogas o se emborracha? En esta parte del cerebro tenemos
los centros vitales, comunes con los animales y
allí está el centro de la agresividad o del
instinto agresivo.

Todos los hombres y las mujeres lo tenemos. Pero en la persona
normal, esos centros se comunican con la parte consciente del
hombre, lo cual diferencia al hombre del animal.  

Cuando uno toma alcohol o usa cualquier droga, estos centros
quedan como un barco sin timón. Y ¿Qué le
pasa a un barco sin timón? Pues se estrella contra las
rocas. Sobre todo
la agresividad, el instinto sexual, quedan sin control.

Entonces viene el golpear a la mujer y a los hijos bajo el
efecto del alcohol y el abusar de la mujer sexualmente. El 50 %
de los casos (que se conocen) de abuso sexual
entre los hijos, es entre personas alcohólicas o adictas,
porque surge el animal que hay dentro de nosotros mismo, en
España.  

Los recuerdos, los valores,
los consejos, cuando uno usa o abusa del alcohol o drogas, no
funcionan y viene la violencia doméstica.  

A pesar de la llamada "liberación femenina" (que en
realidad muchas veces ha llevado a la mujer a mayor esclavitud),
todavía hay hombres que consideran a esposa e hijos como
objetos de su propiedad. Por eso se creen con el derecho a
descargar sobre ellos su frustración o malhumor
maltratándolos a su antojo.  

Como los hijos imitan a padres, se da con frecuencia que
quienes en la niñez fueron testigos de abusos
físicos entre sus padres, repiten la misma conducta cuando
llegan al estado adulto.
Aprendieron que los problemas y conflictos se
afrontan con la fuerza bruta.  

Ese aprendizaje
negativo se arraiga tanto que muchas veces pasa de
generación en generación. Si a esto se añade
la "glorificación" de la violencia en los medios de
comunicación, podemos entender el por qué
muchos seres humanos recurren a la violencia, a veces con una
frialdad que asusta más que el mismo acto
violento.  

La experiencia enseña que muchos de los abusadores
familiares parecen "mosquitas muertas"; pasan por personas
educadas y suaves, pero en el fondo son individuos celosos con
una pobre imagen de
sí mismos y que viven en un mundo irreal. Si a esas
personas les da por tomarse unos tragos de más, cosa
frecuente, la explosión violenta será mucho
mayor.

¿QUÉ PASA CON LAS VICTIMAS DE
LA
VIOLENCIA FAMILIAR?

Muchas siguen sufriendo hasta quedar completamente destruidas
física, psicológica y moralmente. Otras acusan a
sus agresores ante la policía, que muchas veces no toma
debidas cartas en el
asunto. Y ocurre, además, lo que no quisiéramos que
ocurriera: La víctima también se vuelve
violenta.  

Entendemos que las personas que sufren hambre endémica
se subleven y hasta se alcen en armas. ¿Por qué no
entendemos que una mujer pisoteada, escarnecida, degradada en lo
más íntimo de su ser pueda explotar y volverse
violenta? Eso, aunque no se justifique, se
explica.  

LA VIOLENCIA
DOMESTICA, UN MAL SOBRE EL CUAL ES DIFICIL
HABLAR

¿Qué constituye
violencia?  

¿Es simplemente darle golpes a una persona?
También la violencia psicología nos ha dado una
nueva visión del ser humano y de sus necesidades
psicológicas. Ahora sabemos que hay otro tipo de violencia
que también hace daño a las personas: la violencia
psicológica o verbal.  

Destruir la autoestima de una persona sistemáticamente
mediante críticas, desprecios, abandono o insultos;
también son formas de violencia. No cabe duda de que a
veces los golpes al espíritu son mucho más
dañinos que los golpes al cuerpo y dejan heridas
más profundas. Las víctimas de este tipo de
violencia por lo general continúan sufriendo calladamente
y por eso no reciben la ayuda que tanto necesitan.

Una persona golpeada en su cuerpo puede mostrar las heridas y
recibir ayuda. Sin embargo, la que es golpeada
sistemáticamente en su psiquis, en su espíritu, no
tiene heridas físicas que mostrar al mundo para poder
pedir ayuda.

Como este tipo de abuso o violencia doméstica ocurre
mayormente en la privacidad del hogar, generalmente pasa
desapercibido, a veces durante muchos años. Por
añadidura, generalmente la violencia verbal o
psicológica precede a la física.  

Cuando a la mujer se le coacciona para que aborte (lo cual
constituye violencia también contra una criatura inocente
que no ha nacido), utilice peligrosos anticonceptivos y abortivos
o se practique la dañina esterilización; todos
estos también constituyen actos de
violencia.  

¿Por qué permanecen muchas mujeres en una
relación abusiva?  

Las víctimas del maltrato verbal muchas veces piensan
que éste no es lo suficientemente grave como para tratar
de hacer algo para impedirlo. Algunas temen que no les
creerán si denuncian al abusador, pues a menudo
éste goza de una buena imagen pública.

Las que están siendo golpeadas tienen miedo a las
represalias por parte del agresor ya que a menudo éste
amenaza con matarla. Otras temen enfrentar la vida sola o
simplemente no tienen los medios para
hacerlo. A veces alguien que la víctima respeta le dice
que debe permanecer en esa relación abusiva "por el bien
de sus hijos

En el caso de la mujer del alcohólico o drogadicto,
ella es una codependiente de su esposo o "compañero" y la
codependencia es una enfermedad emocional que requiere
tratamiento de un psicólogo o psiquiatra. Todas estas
mujeres tienen en común una baja autoestima y una
incapacidad para poner límites
porque vienen arrastrando problemas emocionales desde su
niñez.

A menudo la raíz de la violencia doméstica tanto
para las víctimas como para sus victimarios, es el
vacío afectivo. O sea, la falta de amor y atención
en su niñez.  

En los hogares disfuncionales en los cuales un cónyuge
maltrata al otro, es común el maltrato a los niños.
Constituye violencia no sólo el darles fuertes golpes,
sino también gritarles, menospreciarlos, castigarlos
excesivamente o negarles la atención, la aceptación
y el amor que son tan imprescindibles para su desarrollo
emocional y social.

También es un acto de violencia en el caso de los
padres divorciados, el hablar mal del ex-cónyuge delante
de los hijos o utilizarlos para hacerle daño al
otro.  

Lamentablemente, cuando una mujer está siendo
víctima de cualquier tipo de violencia por parte de su
esposo o "compañero", está tan enfrascada en
defenderse que a menudo no puede darse cuenta del daño que
también están sufriendo sus hijos.

A veces permite hasta los maltratos físicos o verbales
a éstos por parte del padre o padrastro, porque se siente
incapaz de detenerlos ni siquiera en lo que respecta a sí
misma.  

Los casos de violencia doméstica o intrafamiliar
abundan. Es algo que puede sucederle y en verdad a veces les
sucede a personas que se consideran religiosas, porque se trata
de una enfermedad psicológica que debe ser
tratada.  

TODOS LOS QUE
ESTAN INVOLUCARADOS EN LA VIOLENCIA ESTAN ENFERMOS Y NECESITAN
AYUDA

Hasta que no se conozcan los hechos, ninguno de ellos la
recibirá. No se les hace ningún favor a los
miembros de una familia que está en estas circunstancias
al ayudarle a mantener este horrible secreto. Se les debe motivar
a obtener ayuda de un sacerdote o pastor y/o un
psicólogo.  

El continuar permitiendo este tipo de abuso tiene graves
consecuencias sobre todo para los niños, muchas de las
cuales sólo se manifestarán pasados muchos
años. A veces los niños se convierten en
victimarios y las niñas en víctimas igual que su
mamá. Los niños que crecen en hogares violentos
tienen una gran probabilidad
de ser criminales en el futuro. 

Muchas mujeres han intentado de diversas maneras evitar las
situaciones de violencia, ya sea modificando conductas
propias,  a través de separaciones temporales,
recurriendo a distintos profesionales e inclusive a los sistemas de
seguridad y justicia, sin
lograr cambios.

Sumemos la presión
social fundada en mitos como
"algo habrá hecho", "la mujer buena tiene que sacrificarse
por la familia", "los celos son una manifestación de amor"
y tendremos a una mujer muy confundida, convencida de que nada de
lo que haga podrá modificar la situación. 

Recuerde que la violencia
familiar es un proceso
cíclico y que, a medida que pasa el tiempo, los ciclos de
tranquilidad se reducen en duración, en tanto los
episodios van aumentando en intensidad y frecuencia. La
duración de este ciclo, que pocas veces es percibido por
la víctima, es un indicador valioso. 

También es importante tener en cuenta factores
circunstanciales o permanentes, que tiendan a aumentar los
niveles de stress del
abusador y/o a reducir sus umbrales de inhibición (falta
de trabajo, problemas de adicción, salud, etc.) 

MITOS DE LA
VIOLENCIA INTRAFAMILIAR

El problema de la violencia familiar
está muy exagerado.

El maltrato es la causa más común de lesiones o
daño en la mujer, más aún que los accidentes
automovilísticos, violaciones o robos combinados. Las
secuelas de la violencia doméstica producen
altísimos costos al estado
y a la sociedad en general.

La violencia física es la causa de un cuarto de todos
los intentos de suicidio
realizados por la mujer. El 50% de los hogares padece de alguna
forma de violencia. Debido a la proyección estadística de la violencia
Intrafamiliar se irá incrementando con el paso del
tiempo si no hacemos algo para detenerla. 

Hombres y mujeres han peleado siempre; es
natural.

En cada familia o relación existen conflictos
ocasionales o más o menos permanentes, pero no hay
necesidad de resolverlos mediante la violencia. El maltrato 
es un crimen de abuso, poder y control.

El golpeador habitualmente piensa que tiene el derecho de
controlar a su pareja y/o niños por cualquier medio,
aún a través de los golpes. La violencia no es una
manera aceptable ni justificable para solucionar problemas,
aún cuando sólo sea ocasionalmente. 
 

La violencia intrafamiliar es un problema de
las clases
sociales bajas y de las poblaciones marginales.

La violencia intrafamiliar se produce en todas las clases
sociales, sin distinción de factores sociales, raciales,
económicos, educativos o religiosos. Las mujeres
maltratadas de menores recursos
económicos son más visibles debido a que buscan
ayuda en las entidades estatales y figuran en las estadísticas.

Suelen tener menores inhibiciones para hablar de este
problema, al que consideran "normal". Las mujeres con mayores
recursos buscan apoyo en el ámbito privado y no figuran en
las estadísticas. Cuanto mayor es el nivel social y
educativo de la víctima, sus dificultades para develar el
problema son mayores, por diversas razones. 

Sin embargo, debemos tener en cuenta que la carencia de
recursos económicos y educativos es un factor de riesgo, ya que
implican un mayor aislamiento social. 

El maltrato generalmente se produce una sola
vez. Debería ser un asunto familiar privado, no un
crimen.

El incidente de maltrato rara vez es un hecho aislado. En
realidad el maltrato generalmente se produce como una escalada en
frecuencia e intensidad, con el agravante de tener un comienzo
insidioso (la víctima no lo nota al principio).

La incidencia posterior de la violencia es menor cuando el
golpeador es denunciado o arrestado, que cuando la policía
separa a las partes o actúa como mediadora. Las mujeres
maltratadas se merecen la protección que, además,
es su derecho, del sistema judicial
y policial y necesitan de los recursos que la comunidad puede
brindar.

La mayor parte de las mujeres que consulta lo hace
después de haber padecido un promedio de 7 años de
violencia doméstica. 

Si la mujer maltratada realmente quisiera,
podría dejar a su abusador.

Muchas mujeres dejan a sus parejas. Muchas mujeres que se
divorcian por abuso eligen no hablar de la violencia. Sin embargo
existen razones sociales, económicas, culturales,
religiosas, legales y/o financieras que mantienen a las mujeres
dentro de la relación. El  miedo es otra de las
razones que las hace permanecer en sus hogares. Los peores
episodios de violencia suceden cuando intentan abandonar a su
pareja.

Los golpeadores tratan de evitar que las mujeres se vayan a
través de amenazas de lastimarlas o matarlas, de lastimar
o matar a sus hijos, de matarse ellos o de quedarse con la
tenencia de los chicos. 

Las actitudes sociales, tales como la creencia de que el
éxito
del matrimonio es
responsabilidad de la mujer y que las mujeres
lastiman a sus hijos si los privan de su padre, sin importar
cómo actúe él, mantienen a muchas mujeres
dentro de la relación violenta.

Además, las mujeres con chicos que abandonan el hogar
tienen el 50% de posibilidades de verse económicamente
perjudicadas y terminar viviendo por debajo de niveles de
pobreza

No existe la violación
conyugal.

Por lo menos una quinta parte de las mujeres maltratadas son
forzadas a mantener relaciones sexuales durante el episodio de
violencia o inmediatamente después. De la misma manera son
forzadas a realizar actos sexuales indeseados. 

El embarazo
detendrá la violencia.

Frecuentemente hay un aumento de la violencia durante el
embarazo y muchas veces el primer episodio de violencia
física se produce durante el embarazo. Generalmente los
golpes se dirigen especialmente al vientre de la mujer,
produciéndole un aborto o
complicaciones en el embarazo. 

Muchas jóvenes inician una relación con un
hombre violento al quedar embarazadas. 

Los chicos no se dan cuenta de que su madre
es golpeada, por lo cual no son afectados.

Al menos en la mitad de los hogares en los que la madre es
maltratada, también lo son los niños.
También pueden ser lastimados por la violencia en contra
de su madre, a través de objetos voladores, o mientras
están en sus brazos.

Aún cuando los niños sólo sean testigos
de la violencia contra la madre, las consecuencias para su salud
y su supervivencia son graves. Frecuentemente son ellos quienes
instan a la madre a abandonar la relación violenta o
quienes se interponen entre los padres para proteger a la
madre.

 

Los varones tienen más posibilidades
de convertirse en violentos cuando crecen. Las niñas
aprenden que la sociedad acepta la violencia hacia las
mujeres.

Los niños que viven en hogares violentos se sienten
asustados y confundidos. Están en un alto riesgo de
experimentar problemas de conducta, aprendizaje, problemas
físicos relacionados con el stress y
problemas de adicción.

Los niños aprenden mientras observan y ven que la
violencia funciona (se consigue lo que se busca) especialmente si
se utiliza contra alguien menos poderoso. Aprenden que
está bien solucionar problemas y controlar a los
demás mediante la violencia, especialmente cuando no hay
ninguna intervención que frene la violencia. 

Las mujeres maltratadas son masoquistas y
locas, provocan y disfrutan del maltrato.

Las mujeres no provocan ni merecen el maltrato. Merecen una
vida libre de violencia. De la misma manera que sucede con la
violación, se hace el intento de acusar a la
víctima del comportamiento del atacante.

Los golpeadores comúnmente echan la culpa de su
comportamiento a frustraciones menores, al abuso de alcohol o
drogas o a lo que su pareja pudo haber dicho o hecho. La
violencia, sin embargo, es su propia elección. No conocen
maneras no violentas de manejar su enojo. 

Las reacciones de la mujer maltratada frente a la violencia
son normales y necesarias para sobrevivir, dadas las
circunstancias. Ella no está loca ni disfruta del
maltrato. Generalmente lo que siente es miedo, impotencia,
debilidad y vergüenza. Sigue ilusionada en que su pareja va
a cambiar. El muestra remordimientos o promete que va a
cambiar. 

Los hombres que maltratan a sus mujeres
están enfermos y no son responsables por sus acciones.

El maltrato es un comportamiento aprendido de las experiencias
de la infancia y de
los mensajes sociales justificando la violencia contra las
mujeres. Los hombres que maltratan a sus mujeres o a sus hijos
son, por lo general, sumamente seductores y agradables.
También son excelentes vecinos y cumplidores en el
trabajo.

Si realmente estuvieran enfermos serían violentos no
sólo dentro del hogar, sino también fuera de
él. Pocos de ellos presentan alguna patología,
sólo un 10% de los casos. Los golpeadores no están
fuera de control y acusan a sus parejas de provocarla. Este
mito permite
justificar la violencia, evitando que la sociedad sancione el
maltrato. 

La violencia familiar es provocada por el
alcohol y las drogas.

El alcohol y las drogas son factores de riesgo, ya que reducen
los umbrales de inhibición, pero no producen la violencia.
La combinación de modos violentos para la resolución
de conflictos con adicciones o alcoholismo
suele aumentar el grado de violencia y su frecuencia.

Muchos golpeadores no abusan ni de las drogas ni del alcohol y
muchos abusadores de drogas o alcohol no son violentos. Son dos
problemas separados que deben ser tratados por
separado. 

Los violentos no cambian.

Los hombres que golpean pueden aprender a ser responsables de
su propio comportamiento y pueden aprender modos no violentos de
actuar o comunicarse. Obviamente, los cambios sólo se
producirán si el violento toma conciencia de su
problema y  desea solucionarlo. 

Una vez que se detienen los golpes, todo va
a estar bien.

El abuso psíquico, emocional y sexual generalmente son
anteriores a los golpes y continúan aún cuando
éstos se hayan detenido. Estos comportamientos
también deben cesar para poder comenzar el proceso de
reparación.

Las mujeres maltratadas sienten miedo, ansiedad,
indefensión, ira y vergüenza. Se desarrolla una muy
pobre autoestima debido a los constantes insultos y
desvalorización de su pareja. Habitualmente es aislada por
su pareja y ha perdido contacto con amigos y familia. Suele estar
asustada de ser culpabilizada por ellos de la violencia.

El soporte de amigos, familiares y la comunidad son
necesarios para reconocer sus fuerzas y para creer que ella es
una buena persona que merece una vida libre de violencia. La
recuperación de la violencia es un proceso que puede
llevar un tiempo muy largo. 

La violencia emocional produce secuelas tan severas que muchas
veces se diagnostican psicopatologías graves como
consecuencia del maltrato. 

La violencia doméstica sólo es
un problema familiar.

Es un crimen contra la sociedad agravado por el
vínculo, de la misma manera que lo es la violencia entre
extraños. Problemas
sociales como el alcoholismo, las adicciones, la delincuencia
juvenil, el suicidio y la
fuga de hogar aumentan cuando hay violencia en el hogar.

Las empresas pierden
billones de dólares al año debido al ausentismo y
la baja productividad
resultante de la violencia intrafamiliar. Los costos
médicos producidos por violencia intrafamiliar ascienden a
millones de pesos.

PREVENCIÓN
E INTERVENCIÓN EN LA DINÁMICA DE LA VIOLENCIA
INTRAFAMILIAR.

Las comunidades gastan millones de pesos al año en
intervenciones a través de los programas de
asistencia y prevención de la violencia. 

La amenaza de ejercer violencia y su ejercicio al interior de
la familia son conductas aprendidas y reforzadas por la violencia
en los medios y en la sociedad y por la estructura
tradicional de dominación en la familia. Con frecuencia
aquellos que ejercen la violencia fueron víctimas u
observadores de ella en sus familias de origen.  

Desde un punto de vista sistémico las complejas
conductas disfuncionales que hay tras la denominada "violencia
intrafamiliar" son manifestaciones de desordenes o implicaciones
sistémicas que tienen su origen en dos tipos de eventos en la
historia familiar
de los perpetradores y de las victimas:  

  • eventos acaecidos en la familia de origen de uno o de
    ambos miembros de la pareja que han quedado inconclusos.
    Ellos pueden haber tenido como protagonistas de injusticias,
    actos de violencia y/o culpabilidad no asumida, a personas de
    otras generaciones. Sus consecuencias se vienen repitiendo y
    seguirán repitiéndose a lo largo de muchas
    generaciones si los hechos acaecidos no son reconocidos y
    concluidos apropiadamente en el contexto del alma
    familiar. 

  • eventos que han afectado el equilibrio en la
    relación de pareja o actos graves en los que se ha
    implicado uno o ambos y no han asumido responsablemente sus
    consecuencias o sus culpas. En estos casos la violencia
    intrafamiliar es una manifestación de desordenes
    asociados a otras conductas disfuncionales, como por ejemplo
    el incesto, los celos, el alcoholismo, destinos familiares
    difíciles tales como la discapacidad de un hijo, la
    homosexualidad no asumida.

Un nuevo método
psicoterapéutico, creado por el alemán Bert
Hellinger, nos ha permitido observar estos eventos cargados de
altos niveles de energía afectiva que han sido bloqueados
y cómo se expresan a través de sentimientos o
emociones
sustitutas que resultan incomprensibles incluso para quién
las manifiesta, y no se pueden resolver sin una mirada al sistema
completo en que se ejercieron.  

Así, por ejemplo, si el dolor por actos de violencia
perpetrados contra uno por un ser querido no es reconocido y
sentido, éste nos lleva paradójicamente a la
ceguera ante las propias conductas violentas; por el mismo
mecanismo, la negación de una culpa no reconocida de otros
miembros del sistema familiar y que no ha sido compensada
apropiadamente, se expresa a través de actuar un papel de
victima o de victimario de un descendiente a pesar de que
éste no tuvo ninguna responsabilidad en los hechos negados
o silenciados.  

En el enfoque ante la violencia se considera que las causas de
esta conducta se hallan en el ámbito de la historia de los
afectados y que su curación depende del reconocimiento de
la necesidad de poner en orden algo en la psiquis o alma de la
familia de origen y/o actual de uno o de ambos integrantes de la
pareja. 

También es preciso dar herramientas
para el manejo de conflictos a quienes ejercen la violencia,
proveer a las victimas de habilidades para confrontar en forma
apropiada a quienes los hacen objeto de su violencia y fijar
límites y aprender a mantener el delicado equilibrio
entre dar y recibir de lo bueno y lo malo en el intercambio
conyugal. 

El trabajo con grupos en que
participan miembros de familias, afectadas en diversos grados por
el fenómeno de la violencia intrafamiliar, debe estar
libre de juicios morales o éticos.

Es necesario mirar a los individuos, incluidos a los
perpetradores de la violencia, como a niños que obedecen
los estándares válidos en su familia de origen. Si
se desviaran de ellos, se sentirían culpables y no
aceptados ya en su familia de origen. Es aún más
difícil cuando esos estándares operan no
sólo en la propia familia sino en otras del grupo de
referencia de los concernidos.

Entonces la presión por seguir esos estándares
es aún mayor. Con este trasfondo se puede mirar a las
familias de las victimas y los perpetradores de una manera
más relajada y con el ánimo de comprenderlas.
Así ambos pueden tener un lugar en el corazón del
terapeuta y del grupo. 

También es preciso estar consciente de que la gente
está identificada con perpetradores, entre sus
antecesores, que fueron condenados sin reconocer que estaban
implicados sistemicamente.

Aquí cabe realizar ejercicios en que los perpetradores
ya fallecidos y sus victimas encuentran paz al unirse en un pesar
común, lo que facilita la ocurrencia de cambios
significativos en las familias.

ES POSIBLE
OBSERVAR ALGUNOS
SIGNOS EN DETERMINADAS ETAPAS DE NUESTRA
RELACION DE PAREJA

  En el noviazgo

Últimamente son frecuentes las noticias de
mujeres heridas o golpeadas, inclusive muertas, por sus esposos.
Las que han buscado ayuda han reconocido que desde la
época de sus noviazgos aparecían detalles que al
pasarlos por alto no les permitieron darse cuenta de lo que
vendría después.  

Cuando uno se enamora suele ver todo "color de rosa".
La figura de la otra persona aparece ante nuestros ojos como
perfecta. Si le vemos algún pequeño defecto,
corremos inmediatamente a buscar una justificación o lo
vemos como un asunto pasajero.

El excesivo control de nuestros
actos

Si él, por ejemplo, llama constantemente al trabajo o a
la casa para saber qué está haciendo ella, se toma
como un signo de amor y de preocupación hacia la mujer
amada. Si se enoja porque llegamos 10 minutos tarde a la cita, lo
atribuimos a un exceso de responsabilidad y
puntualidad.  

Muchas veces no es hasta que se ha establecido el matrimonio
que comenzamos a darnos cuenta quién es realmente la
persona que tenemos al lado y nuestra primera sensación es
la de habernos casado con un extraño al que hay que dar
cuenta de todo, cumplir horarios severamente estrictos y que
socava poco a poco nuestra capacidad de decidir y
autoestima.  

Algunas frases comunes a las que generalmente no prestamos
atención son: ¿a dónde vas?, ¿con
quién?, ¿por qué?, ¿vas con esa ropa
tan provocativa?, ¿a qué hora regresas?, ¿lo
saben tus padres? ¿Esa amiga yo la conozco?,
¿dónde vive?

Y otras que nos parecen puro interés
amatorio pero que luego se convierten en motivos de gran ansiedad
por si casualidad la hora que dijimos se va a extender o si hubo
improvisaciones de último momento que luego él no
va a comprender y les va a otorgar otros
significados.    

El afecto para ellos no es
compartible

La primera etapa pudiera decirse que transcurre
fundamentalmente en ese tipo de control posesivo. Es importante
observar cómo reaccionan ante el amor que podemos sentir
hacia otras personas. A ellos les molesta en demasía el
cariño hacia familiares, amigos e hijos. Los celos de este
tipo prácticamente aparecen en todos los hombres
violentos.

Es por eso que el nacimiento de los hijos desemboca muchas
veces en episodios violentos. Ellos sienten que ya no tienen todo
el cariño, que el bebé se lleva la mayor parte, que
están desatendidos y por lo general, son incapaces de
manejar adecuadamente la situación.  

Desean todo nuestro tiempo, pensamientos y devociones para
estar seguros de
nuestro afecto. Por lo general son personas con baja autoestima
que necesitan constantemente una reafirmación de nuestros
sentimientos.  

¿Conociste bien a su familia de
origen?

Es muy importante conocer a la familia del futuro esposo y
cómo transcurrió su infancia. Los hombres violentos
en su mayoría proceden de hogares donde eran comunes las
discusiones, insultos, desvalorizaciones, roturas de objetos,
golpes, etc.

No todas las personas que tuvieron un hogar así son
violentas, pero existen muchas posibilidades de que repitan el
modelo familiar cuando establezcan sus propias
familias.  

La violencia no siempre tiene que ver con los golpes. Las
descalificaciones, desvalorizaciones e insultos son
síntomas que indican la presencia del fenómeno.
Frases comunes son: "Así no se hace eso", "Déjame a
mí que tú no sabes", "Eres muy lenta",
"Cállate, no seas tarada", "¿qué
decís?, si de esto tú no sabes", etc. 

El dinero, otro aspecto de la
violencia

Otras formas de violencia tienen que ver con lo
económico. En estos casos, el hombre mantiene el control
del dinero, supervisa en qué cosa se gastó algo por
mínimo que sea y la mujer tiene que pedir, a veces, hasta
para compras muy
pequeñas, como leche,
bizcochos, etc.  

Cualquier tipo de manifestación de violencia puede
convertirse en otra. A medida que avanza la relación, de
los insultos se puede pasar a romper objetos, de eso a los golpes
y si no hay una detención del problema se puede llegar
hasta la
muerte. 

CONCLUSIÓN 

En resumen podemos decir que la violencia
intrafamiliar es un problema de todos y de los diferentes
países. En conjunto podemos realizar un trabajo de apoyo
contribuyendo a disminuir la violencia y fomentar el mejoramiento
continuo para llevar a cabo un plan de dialogo familiar
para enfrentar los problemas existentes en los hogares. 

 

 

 

Autor:

Catherine B. de Castillo

Partes: 1, 2
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