Un acercamiento a la autonomía del aprendizaje y su posible instrumentación en clases
Entre los retos que hombre actual
asume para lograr una vida plena (superar la pobreza,
igualdad de
derechos,
responsabilidades y oportunidades, sustentabilidad, entre otros
desafíos también relevantes) se encuentra la
necesidad de lograr una educación de calidad, la cual,
de conseguirse, hace suponer un nivel superior en el desarrollo
humano que permitirá una vida equitativa y digna para
todos. Las ciencias
didácticas y pedagógicas convergen en que una de
las rutas para lograr esa educación significativa es la
autonomía del aprendizaje. En
este breve ensayo
intentaré aproximarme a esa modalidad educativa y
justificar la importancia de instrumentarla en el aula.
La autonomía (Del lat. autonomia,
y este del gr. a?t???µ?a) que definida según el
diccionario de
la Real Academia de la Lengua
Española (2009): "Es la condición de quien, para
ciertas cosas, no depende de nadie", en otras palabras, la
capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro. Es un concepto que se
entendió en el mundo antiguo como una
característica de la conducta
dependiente del intelecto y no tanto de la voluntad; que va
adecuándose a reflexiones filosóficas o
imposiciones religiosas (al sentido implícito de libertad que
lleva el término, la fundamentación religiosa lo
condiciona al responsabilizar los actos del hombre ante dios). Se
trata de un término empleado bajo distintas acepciones,
desde el sentido de la libertad, emancipación, franquicia,
independencia,
soberanía, albedrío,
etcétera, de acuerdo a las implicaciones
filosóficas, políticas,
religiosas, económicas o sociales que quieran
atribuírsele, no obstante que desde la
Ilustración, Kant
clarificó que la libertad, se encontraba en la
autonomía. Desde el contexto de la psicología, a partir
del estudio del desarrollo
cognitivo en el niño por Piaget, cuando
asume que en el razonamiento autónomo las reglas son
producto de un
acuerdo y, por tanto, son modificables; que además, nos
dice, se pueden someter a interpretación y caben excepciones y
objeciones, veremos como prácticamente después, de
estas reflexiones, el concepto de autonomía, comienza a
ser relacionado intrínsecamente, con mayor frecuencia, en
la enseñanza y es en estas últimas
décadas cuando se convierte en un elemento central entre
los teóricos, sobre todo en aquellos dedicados a la
enseñanza del adulto. No obstante, nos dice Vera Batista
(1995), no es un vocablo nuevo en la educación, varios
de sus aspectos más relevantes pueden ser encontrados en
investigadores de la educación como Comenio, Rousseau,
Dewey o Pestalozzi. Lo cierto es que, la relevancia que el
concepto de autonomía ha adquirido dentro de los
núcleos de reflexión didáctica en los últimos tiempos,
obliga a voltear, a estar más atentos y poner en
consideración su potencial como reforzador del papel del
alumno en el proceso del
aprendizaje y por tanto, exige que la ayuda al desarrollo de esa
autonomía, deba convertirse en un objetivo
central de nuestra labor docente.
En las últimas décadas del siglo
pasado el concepto de Autonomía del Aprendizaje (AA)
comienza a ser el eje central a definir, diversos autores aportan
reflexiones para clarificarlo. Para Henri Holec (1973):
Autonomía es cuando el aprendiente quiere
y es capaz de hacerse cargo de su propio aprendizaje, i.e.
independientemente: eligiendo sus objetivos,
eligiendo materiales,
métodos y
tareas, ejercitando la elección y determinación en
la
organización y realización de las tareas
adoptadas, eligiendo y aplicando los criterios de evaluación.
En una definición posterior Henri Holec
(1980), destaca el carácter de habilidad no innata, sino
adquirida de la autonomía. Para Little (1991), la
autonomia se entiende como la capacidad de distanciamiento, de
reflexion critica, toma de
desiciones y acción
independiente, lo que presupone que el alumno desarrollará
un tipo particular de relación psicológica hacia el
proceso y contenido de su aprendizaje. En relación a este
concepto de autonomía, vemos como se vincula la idea de
lograr que el estudiante "aprenda a aprender", algo fundamental
en un proceso de aprendizaje efectivo y esto implica, un aumento
creciente de la persona sobre
el
conocimiento de sus propios procesos
mentales (sobre como aprende) y al control del
dominio
cognitivo (sobre su forma de aprender). Hablamos entonces de un
proceso de metacognición, que deberá encaminar
al alumno a una superación personal y
resultados de aprendizaje satisfactorios. Phil Benson (2001),
considera que si bien la definición de autonomía de
Holec (1980), abarca las aéreas principales de los
procesos de aprendizaje y aunque el autor está consciente
de los factores cognitivos dentro del desarrollo de la
autonomía, en su definición no están
explícitos. Little (1990), argumenta que la
autonomía es una capacidad para separar la
reflexión critica, el tomar decisiones y la acción
independiente. En esta definición la capacidad de ser
responsable sobre nuestro propio aprendizaje, descrita más
en términos de control de los procesos cognitivos,
participan más en una efectiva autogestión del
aprendizaje. Phil Benson (2001), nos dice que la
definición de Little es complementaria a la de Holec pero
aclara que la primera agrega una vital dimensión
psicológica, a menudo ausente en las definiciones de
autonomía. El sentido de libertad implícito en el
concepto será normalmente un principio contenido, veamos,
Chené (1983) define la autonomía como la capacidad
de ser libre con relación a reglas y normas
preestablecidas, de fijar los objetivos para las propias acciones y de
juzgar su valor. David
Boud (1988), es más general en su definición, pero
no por ello irrelevante y nos dice que: "el concepto de
autonomía puede concebirse como una finalidad educativa,
la práctica educativa que conduce a esta finalidad, y como
parte integral de cualquier tipo de aprendizaje".
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