El análisis social del entorno colonial
obviamente conlleva un hecho puntual en las relaciones
humanas basadas en las divisiones del poder y las
derivaciones consiguientes, las oportunidades establecidas por el
status económico, la casta y las buenas conexiones con la
realeza. Todo ello un compendio de elementos fundamentales en las
opciones para vivir dignamente y en un espacio de justicia e
igualdad.
Dentro de este entorno ser descendiente directo del negro
africano, del aborigen, e incluso no mucho mejor estaba el blanco
de orilla que a pesar de no sufrir la discriminación de los primero, tampoco
tenía grandes oportunidades de incorporarse
satisfactoriamente a la sociedad
productiva y de cierta manera era portador de un soslayo
fundamentado en sus escasas potencialidades económicas y
naturalmente en su menor poder político, por no tildar de
inexistente este último. (Balaguer, 2001).
Evidentemente, las barbaries y la injusticia dentro de la
sociedad en la que creció Rodríguez en el siglo
XVIII, las cuales observó y ante las que se formó,
no pudieron alejarse jamás de la forma en como éste
concibió su mundo.
Una concepción que como seguidor de los postulados e
ideas filosóficas de Thomas Hobbes, de
Charles-Louis de Montesquieu,
Jean-Jacques Rousseau o
Voltaire
constituyeron el epicentro de su formación
ideológica, que naturalmente en sus años de
juventud
expuso como forma de expresión y liberación.
Adicional a esto, los movimientos y hechos concretos acaecidos
durante su periodo de vida La Revolución
Francesa, la Revolución
Industrial Inglesa, las ideas humanistas, los postulados de
la ya naciente democracia,
constituían sin duda, factores decisivos en la
particularidad en que este hombre culto
por sus conocimientos integrales y
sus revolucionarios pensamientos, y no por la comparación
que a tal término se le asignaba para las relaciones de
una persona en
razón de otras con relación a la riqueza
material.
En este sentido, Balaguer (ob.cit) expresa "Rodríguez
creció en un mundo de desiguales, de inmediatez por la
servidumbre, por la nostalgia de los sueños de un pueblo
del cual se sintió parte y que susurraba su profunda
ignorancia."(p54). Todos estos factores son decisivos junto con
su formación académica en lo que se consuma su
pensamiento
humanista, en lo extenso de su visión analítica de
la realidad y de los hechos y situaciones que conformaban su
realidad social, cultural, económica y religiosa.
Son varias entonces las confluencias que deben develarse y
estudiarse con el detenimiento necesario para entender en modo
sensato los aspectos sucedidos, que pernoctan en la mente del
maestro al esgrimir su obra en su discípulo privilegiado,
Bolívar.
A tal efecto se cita a Rufo (2001), éste expresa que el
ardid político era tan abismal, elocuente y efectivo que
afirma en razón de los líderes y conductores
sociales de la época "son en general de espíritus
bizarros y corazones briosos, y tan inclinados a todo lo que es
política
que hasta los negros, siendo criollos, se desdeñan de no
saber leer y escribir" (p.9).
Estos apuntes esgrimen la dominación presente y el nexo
de venta de una
sociedad que a pesar de ser injusta y desequilibrada en todo
sentido, hace que los oprimidos sientan placer por la supuesta
gentileza del opresor, este un proceso
ideológico en el cual las personas afectadas les ha sido
introyectado un tipo de pensamiento en el cual se sienten que son
afortunados al carecer de lo carecen y muy afortunados en tener
la miseria en que viven, el conformismo como modo de vida.
Es obvia la opulencia de los actos de un vandalismo
camuflajeado, en este sentido José Luis Fortoul citado por
Rufo (ob. Cit.) comenta en los años de Rodríguez
por el siglo XVIII existía una "higiene
pública primitiva, como en la metrópoli;
desdén del baño y del jabón epidemias
frecuentes y mortalidad de hasta cuarenta por mil" (p.12).
Todos estos factores partes inherentes de una sociedad,
fundamentos de una concepción española de limpieza
de sangre y en la
cual sólo hay espacio para el beneplácito de un
sector minoritario de la misma.
Es evidente dentro de este ambiente la
inequidad desde toda perspectiva, lo cual se vislumbra en el
pensamiento del joven Rodríguez, quien desde su
análisis implica como características principales
de su proceder ser observador y rebelde, competencias que
se mezclan con el espíritu revolucionario que implica la
propuesta de un contexto social distinto a las pautas
establecidas, de las que experimentó y posteriormente
cuestionó, pues él tuvo la oportunidad de estudiar
, de formarse según las oportunidades de los de su
clase.
Es importante considerar en alusión a esto
último, que la historia lo califica como un
filósofo y educador, algunos lo tildan de visionario y
humanista, su papel más trascendental formar al Libertador
quien expuso la educación integral
que éste le brindó, llena de amor, para la
vida, liberadora, axiológica y fuera, eso si, de todo
estigma de discriminación, un verdadero altruista en
la construcción de la sociedad americana de
entonces.
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