El condiloma acuminado y su relación con el cáncer servicio uterino
INTRODUCCIÓN
Las infecciones de
transmisión sexual (ITS) constituyen actualmente el
grupo
más frecuente de enfermedades infecciosas en
la mayor parte del universo. Dentro
de estas, los condilomas acuminados resultan los de mayor
incidencia (1.2). Conjuntamente con estas enfermedades, las
crónicas no transmisibles siguen siendo causa importante
de morbimortalidad y dentro de ellas, el cáncer
constituye la segunda causa de muerte de 5 a
49 años. De estos se reportan 22 000 afectados por
año y aproximadamente 12 000 fallecidos (3).
En los países del Tercer Mundo, en vías de
desarrollo y
subdesarrollados, el cáncer cervical constituye la
principal causa de muerte en mujeres por patología maligna
(4). Cada año se producen en el mundo alrededor de 466 000
nuevos pacientes, por lo que se considera un grave problema de
salud
reproductiva y ocasionan la muerte a
más de 231 000 mujeres por años (5). Sin embargo
este cáncer causado por el virus del
papiloma humano (PVH), que es un agente de transmisión
sexual, y de allí su relación con las ITS, puede
prevenirse oportunamente si se identifica y se trata a aquellas
mujeres con lesiones precancerosas del cuello uterino (6).
La gran mayoría de los casos de cáncer cervical
son causados por el PVH al infectar las células
del cervix, allí lentamente se producen cambios celulares
que pueden derivar en un cáncer. Un estudio realizado en
1999 aportó que en más del 99% de los casos de
cáncer cervical en el mundo ocurrieron por la presencia de
DNA de PVH (7). Hay que tener en cuenta que este puede
presentarse luego de 20 años o más después
de ocurrida esta infección.
Diversos estudios han analizados otros factores de riesgo para el
cáncer cervical, incluyen la actividad sexual, la historia obstétrica y
otras conductas asociadas a la salud: el tabaquismo,
el estado
nutricional. Es probable que la mayoría de ellos sean
factores que predisponen a la infección por PVH, aunque el
tabaquismo, la paridad y posiblemente el estado
nutricional sean factores coadyuvantes importantes en el proceso de la
enfermedad (8).
La vía para prevenir las muertes por cáncer
cérvico – uterino es simple y eficaz, si las lesiones
precancerosas son detectadas precozmente y tratadas con éxito
la mujer no
desarrollará el cáncer, el tratamiento del tejido
anormal displásico también parece proteger a la
mujer de esta
afección (8,9).
Los servicios de
detección y tratamiento de la displasia son intervenciones
poco costosas y efectivas, si se les compara con el costo que implica
tratar en un hospital un cáncer invasor, este tratamiento
a veces, ni siquiera tiene éxito (10).
La prevención primaria del cáncer genital a
través de la prevención de la infección por
PVH, sin duda también contribuye a reducir su mortalidad.
Sin embargo, esto representa un mayor desafío, ya que este
virus es generalmente asintomático y fácilmente
transmisible, existen tratamientos disponibles para las verrugas
genitales, aunque no existen una terapia que elimine la
infección subyacente (10,11).
En algunas personas el virus puede permanecer activo durante
años y existir en casi toda el área ano –
genital incluyendo aquellas zonas no cubiertas por el
condón (11, 12).
No está claro hasta que punto influyen en la incidencia
general del cáncer cervical, las recomendaciones normales
para prevenir las ITS, como son el uso del condón,
métodos
de barrera y relaciones
sexuales con una pareja única (13).
Otros estudios epidemiológicos recientes demuestran
gran asociación entre la conducta sexual y
el cáncer de cuello uterino. Algunos investigadores llegan
a afirmar que es una enfermedad sexualmente transmisible, ya que
no se describen casos en mujeres vírgenes o que usan
anticonceptivos de barreras y describen diversas
situaciones relacionadas con la conducta sexual que están
asociadas a un mayor riesgo de cáncer del cuello, entre
las que se incluyen el inicio precoz de las relaciones sexuales,
la promiscuidad y las lesiones genitales por PVH (14).
Publicaciones recientes como las de Pinotti, (15) plantean que
el condiloma acuminado es una enfermedad altamente contagiosa,
asociada a otras ITS en más del 50% de los casos y los
síntomas clínicos pueden demorar en aparecer
después de más de 8 meses. En estos se observan
cada ves más la relación entre los condilomas
acuminados y displasia, neoplasia intraepitelial y carcinoma
invasivo del aparato
reproductor en ambos sexos, en particular del cuello uterino,
vulva y pene.
La mayoría de la infecciones por el PVH son
asintomáticas, pueden presentarse clínicamente pero
pueden adoptar formas subclínicas, solamente visibles a
través de técnicas
de amplificación tras la aplicación de sustancias
químicas como el ácido acético. Es posible
la ocurrencia de infecciones latentes en las que no existen
lesiones manifiestas ni subclínicas que solamente pueden
ser diagnosticadas a través de estudios nucleares del
virus comprueban esta relación, especialmente la
reacción en la cadena de la polimerasa (RCP) al ampliar el
ácido desoxiribonucléico, (ADN). Esto
permitió la detección del PVH en mujeres con
alteraciones citológicas. Este estudio reveló que
el tipo viral más frecuente fue el PVH 16, el cual se
considero de alto riesgo y se encontró en el 60% de las
muestras positivas (17). Ellos sugieren que puede haber
sinergismo entre varias infecciones virales y la
ontogénesis de las lesiones (17).
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