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Constitución y descentralización en Venezuela



Partes: 1, 2, 3

    1. La
      democracia venezolana y la crisis partidocrática
      1961-1998
    2. Una
      década de autoritarismo y recentralización
      (1999-2009)
    3. Etapas
      de la recentralización
    4. Conclusiones
    5. Referencias
      bibliográficas

    Enseña Loewenstein que el telos de toda
    Constitución es la creación de
    instituciones
    para limitar y controlar el poder. Un
    sistema
    político será democrático constitucional
    cuando existan instituciones efectivas por medio de las cuales se
    distribuye el poder entre distintos detentadores sometidos todos
    al control de sus
    destinatarios, del pueblo, su supremo
    detentador.[1]

    Analizaremos el proceso de
    descentralización en Venezuela
    desde la perspectiva del derecho
    constitucional. Partimos de una visión garantista del
    derecho constitucional. Un Estado que no
    garantice la libertad
    tendrá constitución, pero no será
    constitucional.

    La democracia
    venezolana y la crisis partidocrática
    1961-1998

    Comencemos por la Constitución de 1961. Durante sus
    treinta y ocho años de vigencia, la de mayor
    duración entre las veintiséis que hemos tenido, fue
    posible adelantar un proceso político democrático
    sin precedentes en la historia de
    Venezuela que los defensores del actual régimen se
    empeñan en negar, como niegan toda verdad desfavorable a
    su errada visión de la historia y la sociedad.

    Durante esos años, como nunca antes, los venezolanos
    con el voto decidieron su destino político. Se sucedieron
    alternativamente siete gobiernos civiles. Como nunca antes, se
    hizo cívicamente, lo cual no fue obstáculo para
    derrotar los frecuentes intentos de golpes de estado y la
    subversión interna con apoyo internacional. Como nunca
    antes, se desarrolló un proceso de
    institucionalización de unas fuerzas armadas que se
    subordinaron al gobierno civil,
    disminuyéndose paulatinamente su determinante influencia
    hasta que a partir de 1992 el proceso se revierte. Como nunca
    antes, el Estado
    social de derecho avanzó.

     

    No obstante, para 1989 la entonces paradigmática
    democracia
    venezolana había devenido partidocracia asfixiante de las
    renovadas aspiraciones de cambio y de
    profundización democrática de los venezolanos. El
    país se empobrecía, aun cuando continuaba la
    "ilusión de armonía".[2] Derrotada
    la subversión guerrillera, en el estamento militar
    retornan las ambiciones militaristas, siempre presentes en
    América
    Latina, a la par de la ejecución de una nueva estrategia de
    penetración y control de quienes antes habían
    pretendido substituir el ejército nacional. Las logias
    militares se multiplican, el cuestionamiento del gobierno civil
    por los militares crece, las conspiraciones uniformadas
    avanzan.[3]

    Mientras el mundo asistía asombrado a la caída
    del muro de
    Berlín, al fin del comunismo, del
    mundo bipolar y de la guerra
    fría, para dar paso a un mundo globalizado con los
    Estados Unidos
    como única superpotencia; en Venezuela había
    ocurrido "el Caracazo", día de represión y saqueos,
    aldabonazo que evidencia que el sistema
    político construido a partir del derrocamiento de la
    dictadura de
    Pérez Jiménez en 1958 había entrado en
    profunda crisis, no
    obstante haberse realizado pocos meses antes unas elecciones
    donde un altísimo porcentaje de compatriotas habían
    repartido sus simpatías entre los candidatos de AD y
    COPEI: Carlos Andrés Pérez y Eduardo
    Fernández.

    Más adelante, en 1992, se producirán dos golpes
    de estado; en 1993, el enjuiciamiento de Carlos Andrés
    Pérez y en 1994, la vuelta al poder de Caldera, esta vez
    con el apoyo del "chiripero", constelación de minipartidos
    de la izquierda radical. Inmediatamente, el nuevo presidente
    indultará a los militares golpistas. El camino a
    Miraflores se había abierto para Hugo
    Chávez quien lo concretará cinco años
    más tarde con un importante apoyo popular que
    incluirá vastos sectores de la clase media,
    de la hoy llamada oligarquía y de importantes medios de
    comunicación social.

    El proceso de
    descentralización 1994-1998

    Expresión del proceso final de derrumbe del sistema
    populista de conciliación, como lo denominó Rey,
    pero también del esfuerzo paralelo de muchos por enderezar
    el rumbo, para encauzar la democracia, para crear un nuevo
    federalismo,[4] fueron la
    Comisión Presidencial para la Reforma del
    Estado,[5] la Ley
    Orgánica de Amparo y
    Garantías Constitucionales,[6] la Ley
    Orgánica del Régimen Municipal,[7]
    la Ley Orgánica de Elección y Remoción de
    los Gobernadores de Estado,[8] y la Ley
    Orgánica de Descentralización, Delimitación
    y Transferencia de Competencias del
    Poder Público.[9]

    Partes: 1, 2, 3

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