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El hombre y su evolución – Introducción a la Antropología (página 2)




Enviado por Noé Hernández Peña



Partes: 1, 2

Los primeros homínidos vivían en
los bosques tropicales de África,
desde la actual región del Sahel, al sur del Sahara, hasta
el sur de la provincia del Cabo en Sudáfrica.

Esta región continental sufrió una
serie de transformaciones hace unos 8 millones de años, la
actividad volcánica y tectónica formó un
sistema de
cañadas y serranías conocido con el nombre de valle
de Rifft. Con el paso del tiempo, el
Rifft creó una barrera que dividió el continente en
dos grandes porciones. En el lado oriental quedaron los
antepasados de los homínidos, mientras que en el lado
occidental los cambios climáticos no fueron muy
drásticos y la permanencia de los bosques tropicales y la
selva permitieron la supervivencia de los ancestros de los
gorilas y chimpancés.

Tiempo después se produjeron cambios en el
clima y los
ecosistemas
del este de África, dando origen al nacimiento de las
grandes sabanas africanas. Este fue un proceso lento
en el que las selvas húmedas dieron lugar a bosques
cerrados, donde los homínidos desarrollaron el
bipedismo.

Hacia los 2,500 millones de años, nuevos
cambios ambientales dieron lugar a la sabana abierta con gran
diversidad de animales como
antílopes, elefantes, cebras y grandes
felinos, además de los numerosos homínidos. En esa
época se empezaron a utilizar las primeras herramientas
de piedra conocidas.

El ser humano pertenece al orden de los primates,
un grupo de
más de 230 especies de mamíferos que incluye asimismo lemures,
loris, tarseros, y simios. Sin embargo, entre todos presentan
varias similitudes. Por ejemplo, todos los primates, incluido el
ser humano, comparten al menos una de las siguientes
características, mismas que los distinguen de otros
mamíferos: mayor utilización de la vista en lugar
del olfato, visión estereoscópica (tridimensional),
extremidades superiores e inferiores con capacidad de agarrar y
sostenerse en troncos y ramas de los árboles, capacidad de sostener y manipular
objetos pequeños, cerebro de mayor
tamaño en relación con el tamaño corporal,
así como relaciones sociales complejas.

El género
Australopithecus

Hasta hace 5 millones de años,
aproximadamente, a través de nuestros ancestros comunes
compartimos la misma historia con especies
actualmente vivas y en peligro de extinción como el
gorila, el chimpancé o el orangután. Lo que nos
distingue del resto de las especies animales es nuestro cerebro,
su tamaño y nuestra capacidad de razonar y crear cultura. La
obsesión por marcar las características que nos
separan de nuestros parientes más cercanos, los
chimpancés, no es otra cosa que una muestra de
soberbia antropocéntrica. Sin embargo, en aquella
época la única diferencia importante era la forma
de andar.

El término Australopithecus (el simio de
África austral) lo acuño el profesor
Raymond Dart a principios del
siglo XX cuando descubrió el cráneo de un
pequeño ser con características simiescas, pero con
otras más que indicaban un enorme parecido con nosotros,
los humanos actuales. Por sus restos, sabemos que el niño
de Taung tenía un cerebro apenas un poco mayor que el de
los chimpancés, un sistema dentario intermedio entre
nosotros y los simios, y la postura bípeda. A pesar de la
ferocidad de las críticas que se hicieron, el
Australopithecus africanus fue la primera especie descrita de
este género que
cuenta en la actualidad con cerca de ocho especies.

 Lucy:
Australopithecus Afarensis

El Australopithecus Afarensis es uno de los
más antiguos ancestros del ser humano. Se trata de un
primate que vivió entre los bosques tropicales y la sabana
africana hace alrededor de 3,500 millones de años. La
interpretación de la posible apariencia de
"Lucy" se realizó con las más avanzadas técnicas
de reconstrucción, utilizando los aportes de la antropología forense, la anatomía, la fisiología, la biomecánica y la
biología
evolutiva.

Proceso
evolutivo

Todas las especies de organismos tienen su origen
en un proceso de evolución biológica. Durante este
proceso van surgiendo nuevas especies a causa de una serie de
cambios naturales. En los animales que se reproducen sexualmente,
incluido el ser humano, el término especie se
refiere a un grupo cuyos miembros adultos se aparean de forma
regular dando lugar a una descendencia fértil, es decir,
vástagos que, a su vez, son capaces de reproducirse. Los
científicos clasifican cada especie mediante un nombre
científico único de dos términos. En este
sistema el hombre
moderno recibe el nombre de Homo sapiens .

El mecanismo del cambio
evolutivo reside en los genes las unidades básicas
hereditarias. Los genes determinan el desarrollo del
cuerpo y de la conducta de un
determinado organismo durante su vida. La información contenida en los genes puede
variar y este proceso es conocido como mutación. La forma
en que determinados genes se expresan —cómo afectan
al cuerpo o al comportamiento
de un organismo— también puede variar. Con el
transcurso del tiempo, el cambio genético puede modificar
un aspecto principal de la vida de una especie como, por ejemplo,
su alimentación, su crecimiento o sus
condiciones de habitabilidad.

Los cambios genéticos pueden mejorar la
capacidad de los organismos para sobrevivir, reproducirse y, en
animales, criar a su descendencia. Este proceso se denomina
adaptación. Los progenitores transmiten mutaciones
genéticas adaptables a su descendencia y finalmente estos
cambios se generalizan en una población —un
grupo de organismos de la misma especie que comparten un hábitat
local particular. Existen numerosos factores que pueden favorecer
nuevas adaptaciones, pero los cambios del entorno
desempeñan a menudo un papel importante. Las antiguas
especies de homínidos se fueron adaptando a nuevos
entornos a medida que sus genes iban mutando, modificando
así su anatomía (estructura
corporal), fisiología (procesos
físicos y químicos tales como la digestión)
y comportamiento. A lo largo de grandes periodos de tiempo esta
evolución fue modificando profundamente al ser humano y a
su forma de vida.

Los científicos estiman que la
línea de los homínidos comenzó a separarse
de la de los simios africanos hace unos 10 o 5 millones de
años. Esta cifra se ha fijado comparando las diferencias
entre el mapa genético del género humano y el de
los simios, y calculando a continuación el tiempo probable
que pudieron tardar en desarrollarse estas diferencias.
Utilizando técnicas similares y comparando las variaciones
genéticas entre las poblaciones humanas en todo el mundo,
los científicos han llegado a la conclusión de que
los hombres tal vez compartieron unos antepasados
genéticos comunes que vivieron hace unos 290.000 – 130.000
años.

Proceso de
hominización

La especie humana se encuentra clasificada y
colocada en los grupos
taxonómicos que le corresponden según sus
características morfológicas y
anatómicas.

Tipo Cordados

Subtipos Vertebrados

Clase Mamíferos

Orden Primates

Superfamilia Hominoideos

Familia Homínidos

Género Homo

Especie Sapiens

El proceso de hominización se caracteriza
por la postura erguida o tendencia al bipedismo. Esta
característica posiblemente fue adquirida debido a que
nuestros antepasados tuvieron que cambiar de hábitat, de
selvas arboladas se desplazaron hacia las sabanas, cuyos espacios
abiertos los obligaron a caminar. De igual manera, probablemente
un cambio de clima propició tal cualidad.

A consecuencia del bipedismo, las extremidades
anteriores se despegaron del piso lo que las convirtió en
superiores. Este desarrollo fue fundamental para que esta especie
pudiera coger alimentos y
utensilios, lo que favoreció a la construcción de herramientas y al
desarrollo de la inteligencia.
La habilidad manual se debe a
que el pulgar opuesto se alargó, logrando que que con el
tiempo, las manos fueran menos toscas y más precisas.

De igual manera el cambio de dieta resultó
un factor decisivo en este proceso, pues al pasar de los bosques
hacia las sabanas e incrementarse los espacios abiertos el
alimento no fue tan abundante, lo que los obligo a complementar
la dieta vegetariana con animal, por medio de la caza. El aporte
nutricional se complementó con la aportación
calórica que al mismo tiempo permitió que no
necesitaran comer de manera tan frecuente ni abundante.
También, debido a esto el cerebro tuvo un desarrollo con
mayor facilidad.

Otro cambio que produjo la dieta carnívora
fue la adaptación de los dientes de por sí poco a
poco especializados, el paladar adquiriere una forma
parabólica y las piezas dentales se reducen a 32.

Asimismo, la ingesta de carne fue un motivo para
el desarrollo de nuevas técnicas en la elaboración
de herramientas, al igual que este hecho inició la
socialización entre los individuos, porque
se vuelven más conscientes de los lazos sociales, en los
que surge el parentesco, a la vez que los lazos afectivos son
más intensos.

El desarrollo progresivo de la capacidad craneana
hasta en la especie humana permitió de igual forma el
aumento en el volumen del
encéfalo, con relación al resto del cuerpo, lo que
aumentó por consiguiente el número de neuronas y
por ende se incrementó la inteligencia. El
Australopithecus tenía una capacidad craneana de 500 cc,
mientras que la del Homo sapiens sapiens es de 1800 cc a 2000 cc.
Ahora bien, el desarrollo de la inteligencia propició el
del lenguaje
articulado, un sistema de comunicación mucho más complejo que
el de los demás animales. Es difícil determinar
desde qué momento se inicia la
comunicación por medio de palabras puesto que se han
perdido las partes físicas relacionadas con el lenguaje,
sin embargo, gracias a los estudios que se han realizado de
moldes endocraneales del hemisferio izquierdo, en el que reside
la capacidad del lenguaje, se ha podido observar que hay dos
zonas concretas que se desarrollaron progresivamente a partir del
Australopithecus.

Dentro de las modificaciones craneales se
encuentra la desaparición de los arcos cuperciliares
(moldura que existe sobre los ojos). El paso del prognatismo al
ortognatismo permite la visión binocular y
estereoscópica, así, al encontrarse los ojos en un
plano frontal se obtiene una visión en relieve, aun
cuando el campo visual se haya reducido.

El origen del
género Homo

La discusión acerca de la emergencia del
género homo ha intrigado durante mucho tiempo a los
especialistas y no pocos debates han surgido al respecto. Se ha
pensado que el origen del Homo estaba relacionado
directamente con la técnica y la fabricación de
utensilios, puesto que estas actividades suponen ciertas
habilidades mentales así como una manipulación
manual precisa que sólo puede existir en miembros de
nuestro propio género.

Las investigaciones
de los especialistas apuntan que el periodo de enfriamiento
climático y de sequía que se presentó en
África fue el escenario ideal para la evolución del
Homo. De acuerdo con esta hipótesis, el proceso de adaptación
dio como resultado un homínido capaz de fabricar
utensilios, lo que supone una gran ventaja al poder tener
opciones alternativas de alimentación cuando la vegetación escaseaba en un suelo cada vez
más árido.

Actualmente los especialistas sostienen que el
hombre
evolucionó primero en África y que sólo
vivió en este continente durante un par de millones de
años, después de esto, la especie humano se
dispersó fuera de dicho continente. El Homo
erectus
parece haber evolucionado en África a partir
de poblaciones anteriores al Homo ergaster, para
dispersarse por Asia hace unos
1,8 millones de años.

El Homo erectus tenía un
cráneo bajo y redondeado, frente prominente y una
capacidad craneana adulta de entre 800 y 1.250 cm 3 , una media
dos veces superior a la de los australopitecinos. Sus huesos, incluido
el cráneo, eran más gruesos que los de las especies
anteriores. Unas prominentes marcas musculares
y gruesas áreas reforzadas en los huesos indican que el
cuerpo del H. erectus podía soportar fuertes
movimientos y tensiones. Aunque tenía unos dientes mucho
más pequeños que los australopitecinos, su
mandíbula era grande y fuerte.

Origen del Homo
sapiens

El origen de nuestra propia especie, el Homo
sapiens,
es uno de los temas más debatidos de la
paleo-antropología. Este debate se
centra en si el hombre está directamente relacionado con
el Homo erectus o con el de Neandertal, grupo más
moderno y conocido de homínidos que evolucionaron en los
últimos 250.000 años. Los paleo-antropólogos
utilizan por lo general el término de Homo sapiens
sapiens
para distinguir entre el hombre actual y estos
antepasados similares.

Tradicionalmente los paleo-antropólogos
clasificaban como Homo sapiens cualquier fósil
humano de menos de 500,000 años que tuviese un
cráneo mayor que el del Homo erectus . Las
características del Homo sapiens distinguen la
combinación de un esqueleto robusto, un cráneo
grande y achatado con una mandíbula inferior sin
mentón prominente. De todos los mamíferos,
sólo el hombre tiene la cara posicionada directamente bajo
el lóbulo frontal por lo que el hombre moderno tiende a
tener una frente más alta que la que tenían el
Neandertal y otros homínidos primitivos. El cerebro del
Homo sapiens tiene una capacidad media de 1.400 cc que
es más o menos el doble del tamaño del cerebro que
poseían de sus antepasados prehistóricos, por tanto
el comportamiento instintivo comenzó a ser modificado por
medio del aprendizaje.

Poblamiento de América

Entre los sitios de desarrollo más
temprano de México
pueden mencionarse El Cedral, San Luis Potosí (31000
a.C.); a Tlapacoya, Estado de
México y Caulapan, Puebla, fechados hacia el 20000
a.C.

Con un clima más frío y
húmedo, el área ocupada por bosques y praderas era
mayor y las zonas áridas más pequeñas, entre
las especies de animales que las habitaron se encontraban
mamíferos de tamaño mediano y grande, actualmente
extintos.

Los grupos humanos eran nómadas dedicados
a la caza y a la recolección de frutos, y contaban con
herramientas de piedra tallada que utilizaban para la pesca y para
trabajar la madera.

Poco a poco las organizaciones
familiares se fueron haciendo más complejas y se
establecieron lugares para la matanza de animales más
grandes, como los mamuts y bisontes de los que aprovechaban la
carne, como alimento y la piel para
cubrirse de las bajas temperaturas. Los artefactos más
característicos de esta etapa son las puntas de
proyectil.

Al terminar el periodo de rápidos cambios
en el clima, la distribución de la flora y la fauna se
encontró parecida a la que se conoce hoy. La
recolección de frutos tuvo mayor importancia y se
complemento con la caza menor, la pesca y la recolección
marina. Apareció el pulido de la piedra, que
permitió la fabricación de herramientas más
duras y resistentes destinadas al trabajo en
madera (hachas y cazuelas) y a la molienda de semillas como son
los yunques, los metates y los morteros.

Las poblaciones se agruparon en cinco tradiciones
culturales principales: las tierras áridas y
semiáridas, la selva tropical, los Altos de Chiapas y
Guatemala, las
costas, y las cuencas lacustres del centro de México. De
estos grupos provienen los vestigios más antiguos que se
conocen de redes, cestería y
cordelería, así como también las primeras
manifestaciones de tipo ceremonial, numerosos petroglifos y
pinturas sobre piedras y paredes de roca de la región.
Estos grupos desarrollaron un patrón de nomadismo
cíclico, mediante el que aprovechaban los recursos
disponibles en las épocas de lluvias.

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En los Altos de Chiapas y Guatemala, grupos
nómadas semejantes a los de la selva tropical migraban
cíclicamente a lo largo del año para explotar los
recursos de los márgenes de la selva, los valles fluviales
y las montañas, ya que dependían de la
recolección de plantas, moluscos
y crustáceos de agua dulce.
Dichos grupos fueron reemplazados por pobladores agrícolas
sedentarios hacia 2500 a.C.

Pueblos agrícolas sedentarios se
establecieron en Santa Luisa, en el norte de Veracruz (hacia el
año 3000 a.C.); Chantuto, Chiapas (2700 a.C.); Puerto
Marqués, Guerrero (1900 a.C.), y Matanchén, Nayarit
(1750 a.C.). Las comunidades costeras desaparecieron, salvo en la
región del noroeste de México y Baja
California.

En las tierras áridas y semiáridas
se desarrollaron dos tradiciones culturales: la de la sierra de
Tamaulipas y la del México central, quienes además
de la recolección y la caza, iniciaron la
domesticación de plantas, como el nopal, la tuna, la
calabaza, las
cetarias, el chile, el aguacate, el amaranto y el frijol,
además del algodón, el guaje y las diferentes especies
de maíz que
constituyeron la base de la agricultura
mesoamericana.

Entre los animales extintos que habitaban la
región, se encuentran mamuts, mastodontes, gonfoterios,
caballos, bisontes, enormes llamas, perezosos gigantes,
gliptodontes que parecían armadillos gigantes;
además de carnívoros como los osos de cara corta,
grandes lobos y leones del Pleistoceno.

Fue alrededor de 7000 a.C. desaparecieron casi
todos los grandes mamíferos, aunque unos pocos
subsistieron por un par de milenios más en lugares
favorables para su existencia.

Fin del Pleistoceno e Inicio del
Holoceno

Los investigadores suponen que el estrecho de
Bering fue la ruta por la cual las primeras poblaciones Homo
Sapiens se aventuraron a América. El desequilibrio en los recursos
motivó la migración
de tales grupos, quienes poseían la tecnología y la
organización social adecuadas para la supervivencia,
de tal forma que lograron extender su presencia a través
de un vasto territorio.El arribo del hombre al continente
americano coincidió con la retirada de los hielos de la
última glaciación y con la extinción de
muchas especies de grandes mamíferos, entre los que
destacaban los mastodontes, perezosos y tigres diente de sable;
de igual manera habitaban llamas, camellos, tapires, caballos,
yaks, antílopes, bisontes, mamuts y grandes aves no
voladoras.

Existe mucha polémica sobre la causa de
las extinciones de estos animales y aunque podemos atribuir este
fenómeno a un proceso natural, también puede
pensarse que la actividad humana tuvo una influencia notable.
Cerca de la Ciudad de México, en Tlapacoya, se encontraron
algunos restos: huesos de animales, artefactos de piedra y restos
de hogares, que datan del 20 mil a.C. De fecha posterior,
alrededor del 10 mil a.C., son los que se encontraron en la presa
de Valsequillo, en Puebla. Sin embargo, los restos humanos
más antiguos encontrados en Mesoamérica fueron
localizados en Tepexpan y datan del año 8 mil a.C.

Hombre de
Tepexpan

El 22 de febrero de 1947, en las cercanías
del poblado de Tepexpan, Estado de México, el doctor
Helmut de Terra y el ingeniero Arellano, recuperaron de los limos
lacustres del Pleistoceno Superior del lago de Texcoco un
esqueleto humano incompleto.A este espécimen se le han
practicado diferentes estudios morfológico,
métrico, químico, entre otros. Sin embargo, hasta
la actualidad ha sido uno de los más polémicos,
debido a que se han cuestionado los resultados de su edad
biológica, sexo, estatura
y su antigüedad, así como la forma en que fue
excavado.En estudios recientes sobre la morfología
del esqueleto se obtuvo como resultado que es de sexo masculino,
de edad entre 30 y 35 años a su muerte, con
una estatura de 1.70 metros.En lo referente a su antigüedad,
recientemente fue datado por medio del Carbono 14
(AMS), dando una fecha aproximada de 2,200 años. Este
análisis ha indicado que el resultado
obtenido no es el correcto, debido a que presenta un alto grado
de contaminación. El laboratorio
recomienda que se vuelva a fechar, tomando una muestra de
algún segmento del esqueleto menos contaminado para
obtener un resultado confiable.

Caza del
mamut

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Cuando se habla de la caza y de la pesca como
principales métodos de
subsistencia por parte de los primeros pobladores americanos, no
debemos perder de vista otra actividad importante: el
carroñero, que se daba cuando algún animal dejaba
abandonados los restos de una presa, aunque también
podía ser producto de la
observación de algún animal herido o
moribundo, al cual se le seguía hasta su muerte para poder
aprovechar su carne.

De acuerdo con las recientes investigaciones,
matar a un mamut era un suceso raro y peligroso por lo que los
hombres tenían que esperar encontrar a un ejemplar
moribundo o muerto, en lugares como lamederos de sal.

Las técnicas de caza se volvieron
más complejas y eficaces. Hacían trampas para los
grandes mamíferos o se les acosaba con ruido y fuego
hasta hacerles caer por un precipicio o pantano. Tras esto eran
descuartizados y las partes nutritivas se transportaban al
campamento.

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Aproximadamente hace un millón de
años, cuando aparecieron en Europa los
mamuts, unos mamíferos de aproximadamente 4 metros. En
México se descubrieron hace 50 años los restos
óseos de varios de estos animales en las cercanías
de los actuales poblados de Santa Isabel Iztapan y San Miguel
Tocuila. Cabe destacar que de igual manera se encontró
vestigio de fragmentos de hueso de mamut modificados por la
acción
humana por medio de instrumentos de piedra y obsidiana.

Actividad humana

La primera revolución
económica de la historia del hombre se realiza durante la
etapa neolítica, con el desarrollo de la agricultura y la
domesticación de los animales. Se presume que para la
etapa final del Paleolítico se da un cambio de suma
importancia puesto que los grupos humanos, de ser cazadores y
recolectores, se convierten en agricultores.

Dicha transformación de la economía humana abre la posibilidad del
control sobre la
producción de los alimentos necesarios, de
tal manera que cultiva las plantas y domestica a los animales. Es
así como los grupos de cazadores-recolectores empiezan
gradualmente a convertirse en agricultores, lo que los lleva
inevitablemente de una vida nómada a una vida sedentaria.
Son variadas y complejas las causas de esta transición,
sin embargo, podemos estar seguros de que
desde la perspectiva demográfica, el crecimiento de los
grupos humanos, fue el motivo principal para que se iniciaran
estos importantes cambios.

Transición
de la vida nómada a la sedentaria

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Este periodo de transición, que tuvo una
duración aproximada de seis mil años, resulta de
gran importancia para la evolución de las sociedades
americanas, debido a la serie de experimentaciones que culminaron
en la domesticación de las plantas y animales así
como en el desarrollo de la agricultura.Podemos afirmar que
existen dos focos nucleares de esta experimentación:
Mesoamérica y el área andina. También se
encuentra un foco secundario en la región
amazónica-caribeña. Sin embargo, todos los
anteriores, junto con otros de naturaleza
más marginal, incorporan al registro
universal de plantas cultivadas más de cien especies.En
estos complicados procesos ocurridos en el continente americano,
se le da mayor importancia a la agricultura, ya que los animales
domesticados son escasos. El proceso fue el resultado de varios
milenios de experimentación, cuidado y selección
de los productos
vegetales, definido por multitud de alternativas, caracterizado
por la acumulación de conocimientos y acompañado
por innovaciones técnicas adaptadas a él. La
diversidad ambiental resultante del cambio al Holoceno produjo
una rica variedad cultural.En Mesoamérica, la
experimentación se orientó hacia el maíz, el
frijol y la calabaza. En algunas de las regiones mejor
investigadas, como lo son Tamaulipas, Tehuacan, el centro de
México y el valle de Oaxaca se ha podido constatar que
esta evolución no fue homogénea. El maíz
(Zea mays), la planta más importante del Nuevo Continente,
que procede de un antepasado silvestre y del teosinte (Zea
mexicana), pudo ser utilizado en Guilá Naquitz (Oaxaca)
desde el 7500 a.C., pero no se usa en Tehuacan hasta el cinco mil
a.C., y en Tamaulipas hasta el tres mil a.C. Las distintas
variedades de calabaza (Cucurbita pepo, mixta y moschata)
aparecen también con una temporalidad diferente. La
primera se conoce en Oaxaca hacia el ocho mil a.C. y llega a
Tamaulipas hacia el siete mil a.C. y a Tehuacan en el cuatro mil
a.C.

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Lo mismo sucede con el frijol (Phaseolus
coccineus), el cual se aisló en Oaxaca entre el 8700 y el
6700 a.C., pero no llegó a Tamaulipas sino hasta el cinco
mil y 2 500 a.C. y para los inicios de nuestra era a Tehuacan.
Junto con estos tres alimentos básicos, también se
utilizó pimiento (Capsicum annum), aguacate (Persea
americana), amaranto (Amarantos spp.), mezquite, nopal, maguey,
nueces y muchas otras especies. Respecto de los animales
domesticados, sólo podemos mencionar a los perros, pavos y
patos.

En el Area Andina se desarrollaron otras plantas
autóctonas que resultaron de la misma importancia para la
evolución cultural de las sociedades complejas. En
especial la papa (Solanum tuberosum), que se cultivó en
zonas de la sierra peruana hacia el 3500 a.C., mientras que otras
regiones no la adquirieron hasta el mil a.C., e incluso no
llegó a Bolivia hasta
el 400 a. C. La quinoa (Chenopodium quinoa) aparece en Ayacucho
(Perú) hacia el 4500 a.C. y no se explota en Argentina
hasta inicios de nuestra era. Y lo mismo sucede con otras
especies como la cañihua (Chenopodium pallidicaule) y la
calabaza (Cucurbita ficifolia y moschata)En los Andes orientales
y su confluencia con la Amazonía se experimentó con
la batata (Ipomoea batatas) y el cacahuete (Arachis hipogaea). La
domesticación de animales tuvo más importancia en
el área andina que en Mesoamérica, llegando a
desarrollarse una verdadera ganadería
en torno a la llama
(Lama glama) tal vez desde los inicios del tres mil a.C.
También de gran valor
económico fue la domesticación de un roedor: el cuy
(Cavia porcelus).

Los primeros
mexicanos

Los primeros mexicanos formaron pequeñas
bandas de cazadores que llegaron en oleadas sucesivas, a
través del Estrecho de Bering, en el transcurso de 50 mil
años. Su avance paulatino se debió a que siguieron
a los animales que habían entrado a territorio americano
antes que ellos.Durante el periodo comprendido entre el 30 mil al
14 mil a.C., la población humana estaba compuesta por
grupos nómadas que dependían de la
recolección de distintos productos vegetales y animales,
con poca dependencia de la cacería. Durante este periodo
se puede observar la presencia de instrumental lítico de
grandes dimensiones, realizado sobre lascas. Estos artefactos
fueron por lo general de manufactura
muy burda, elaborados con la técnica de percusión
directa o indirecta y usando como materia prima
la disponible localmente.Respecto de la economía de estos
grupos podemos mencionar que no había
especialización alguna, se utilizaba todo lo aprovechable
dependiendo de regiones y las estaciones. Las localidades
conocidas hasta el momento que quedan dentro de este horizonte
son: Laguna de Chapala, Baja California Norte; El Cedral, San
Luis Potosí; Chapala-Zocoalco, Jalisco; Tlapacoya, Estado
de México; Caulapan, Puebla; Loltún,
Yucatán, y Teopisca-Aguacatenango, Chiapas.

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Los primeros indicios de emigrantes que llegaron
a México datan del 21 mil a.C., según pruebas de
radiocarbono realizadas en Tlapacoya, cerca de la ciudad de
México. En esta región, el hombre encontró
una amplia variedad de especies botánicas a su
disposición y pudo gozar de una dieta más variada.
Tlapacoya: se localiza a 25 km al sureste de la Ciudad de
México. En este sitio se encontraron restos de viviendas
junto con los huesos de animales lo que indica que en tales
lugares se consumieron.En la Presa de Valsequillo, al sur de la
ciudad de Puebla, se exhumaron artefactos asociados a
fósiles pleistocénicos. Entre los hallazgos destaca
un hueso pélvico de elefante prehistórico sobre
cuya superficie se hicieron burdas incisiones que sugieren la
existencia de animales como bisontes y tapires.Los hallazgos
más importantes comprendidos en el periodo de 14 mil al 9
mil a.C. son los de la Laguna de Chapala, los demás son
hallazgos aislados. Ahí se localizó una cantidad
considerable de puntas de proyectil, implementos de molienda y
morteros. Al final del Cenolítico Inferior es ya claro el
desarrollo de la especialización en la costa y la
explotación de los recursos marítimos.Entre 1500 y
9000 a.C. se da la aparición de las puntas de proyectil
llamadas Clovis; es desde este momento cuando se pueden sentar
las bases para el estudio de la cultura paleoamericana puesto que
dicho artefacto apareció disperso en Norteamérica y
en menor número en Mesoamérica y América
central.Durante el Cenolítico Superior empiezan a aparecer
los instrumentos de molienda como metates planos. También
se advierten los principios de la técnica del pulido de la
piedra en artefactos tales como morteros y hachas. Se dan los
primeros pasos para la domesticación de las plantas entre
las cuales se pueden citar la calabaza, el chayote, el chile, el
amaranto, el maíz y el frijol. Respecto de la caza, se
continúa la depredación de animales de
tamaño medio y pequeño.También durante este
periodo, los asentamientos humanos siguen viviendo en cuevas o en
campamentos al aire libre,
generalmente próximos a fuentes de
agua. Algunos de los sitios que podemos mencionar pertenecieron a
esta etapa son: San Isidro, Nuevo León; San
Nicolás, Querétaro; el centro de Veracruz;
Tecolote, Hidalgo, Santa Isabel ztapan I y II, Estado de
México; El Riego, Las Abejas y Coxcatlán, Puebla.En
Tehuacán, Puebla (7200-5700 a.C.) se dieron los primeros
pasos hacia la agricultura, ya que inició a cultivarse de
manera periódica cuando algunas plantas como el aguacate,
la calabaza y quizá semillas de amaranto y chile. Durante
la este periodo hizo también su aparición el
maíz.La aparición de la cerámica se sitúa alrededor de 4500
a 3500 a.C., teniendo como el complejo más antiguo, de
acuerdo con los materiales
cerámicos encontrados, el Sitio de Puerto Marqués.
El segundo complejo cerámico se localiza en Chiapas y
Guatemala.

Arte
rupestre

El arte rupestre
conforma un fenómeno cultural que se encuentra asociado
con la aparición del Homo sapiens y engloba tanto a las
pinturas aplicadas directamente sobre una pared rocosa como a los
petroglifos o grabados en piedra, que consisten en figuras
realizadas por medio de incisiones sobre la roca.

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Se ha encontrado arte rupestre en
prácticamente todos los países, y corresponde a
épocas muy variadas que van desde los 40 mil años
hasta épocas muy recientes.En México encontramos
arte rupestre en prácticamente cada estado de la
República Mexicana con temáticas y ambientes
muy diferentes. Uno de los conjuntos
más impresionantes está conformado por las pinturas
rupestres de la Sierra de San Francisco en Baja California
Sur.

La sierra de San Francisco se localiza en el
norte del estado de Baja California Sur. Esta sierra está
conformada por una gran masa de rocas de edad
terciaria de origen volcánico. En este paisaje abundan las
cuevas, abrigos rocosos y respaldos que se han originado por la
erosión
diferencial de los estratos volcánicos.En esta abrupta
topografía y en medio de un clima extremoso
se localiza un gran conjunto de pinturas rupestres sorprendente
por su número (se reconocen más de 220 sitios) y
por las dimensiones de sus representaciones, que les han valido
el apelativo de Gran Mural.

La cueva del
Ratón

La Cueva del Ratón se localiza en la
vertiente de una pequeña cañada a poca distancia
del poblado de San Francisco de la Sierra, ubicado a 1,100 msnm.
Se trata de uno de los sitios localizados a mayor altura en la
sierra, ya que por lo general, los sitios se encuentran en el
fondo de las cañadas, cerca de arroyos o tinajas.

El sitio está compuesto por abrigo rocoso
de unos cien metros de largo y en su parte más alta, el
techo alcanza hasta los diez metros de altura.

Qué representan
las pinturas

Aparecen en estas pinturas figuras antropomorfas
tanto masculinas como femeninas, dibujadas siempre en la misma
posición estática,
de frente y con los brazos levantados. No hay detalles corporales
excepto por los senos de las mujeres, colocados en una
posición anatómicamente imposible, debajo de las
axilas. Asimismo, los pies se encuentran en una posición
extraña como si apuntaran hacia arriba.

También hay representaciones zoomorfas de
animales terrestres, como venados, berrendos, borregos
cimarrón, pumas, conejos, coyotes; aves diversas y
animales marinos como tortugas, mantarayas, leones marinos y
peces. Los
animales se representan de manera más dinámica y ligeramente más
naturalista que los humanos, aunque nuevamente hay detalles en
posiciones anatómicamente imposibles como la
representación de las patas de los venados. Por
último hay representaciones abstractas compuestas por
líneas, cuadros, círculos y diferentes figuras
geométricas.

Con qué fueron
pintadas

Al igual que cualquier técnica
pictórica, la pintura
rupestre está formada por tres componentes esenciales: el
pigmento, el aglutinante, utilizado para adherir la pintura a la
superficie sobre la cual se aplica, y un vehículo, que por
lo general es agua, que hace fluida la pintura.Las pinturas se
realizaron utilizando cuatro colores, los
más comunes son el rojo y el negro, el blanco fue empleado
para delinear y el amarillo es el menos frecuente.Los pigmentos
utilizados en la Cueva del Ratón han sido analizados para
identificar su composición. El amarillo y el rojo se
elaboraron mezclando yeso y pequeñas cantidades de
óxido de hierro. La
pintura negra está formada por óxido de manganeso y
la pintura blanca por yeso. Es posible que la materia prima
haya provenido de las laderas del volcán Tres
Vírgenes, donde se han encontrado grandes cantidades de
óxido de hierro y yeso, aunque aún no se sabe la
procedencia del manganeso.La identificación de los
aglutinantes, posiblemente la goma de una antigua planta, resulta
difícil debido a que se tratan de materiales que se
deterioran fácilmente. Sin embargo, aunque no se ha
identificado el componente específico, los resultados de
los análisis realizados hasta ahora muestran la presencia
de un material orgánico dentro de la mezcla del
pigmento.

 

 

 

Autor:

Noé Hernández
Peña

Partes: 1, 2
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