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La negociación en la toma de la Embajada Japonesa en Perú (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4

El secuestro que nos
ocupa es un caso relevante en el campo multidisciplinario de las
Relaciones
Internacionales, específicamente para el análisis de teorías
de negociación de naturaleza
tanto integrativa como distributiva en las diversas fases de la
crisis. Se
hará especial énfasis en la teoría
de la mediación, dado por la presencia y las acciones
llevadas a cabo por la Comisión de Garantes, quien fue el
"tercer actor" y actuó como mediador.

En principio se realizará un acercamiento a la
teoría del conflicto para
ubicar al lector en la situación de crisis de la Toma de
la Embajada y caracterizarla. Para ello se describirá
cómo fueron las relaciones del Gobierno peruano
del ex presidente Alberto Fujimori, con la guerrilla
(particularmente con el Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru), el contexto
político-social en el que se desenvolvió el
secuestro y cuáles fueron los elementos que produjeron el
estallido del conflicto.

Luego se realizará una revisión descriptiva de
los hechos ocurridos durante el tiempo en que
duró el secuestro (casi cuatro meses) y de las conductas
asumidas por cada uno de los actores participantes en el proceso.

Posteriormente, el análisis se centrará en las
tácticas y estrategias de
las partes enmarcadas dentro del conflicto. Así se
describirán los mecanismos de presión y
hostigamiento, amenazas, advertencias y sanciones utilizadas por
los personajes.

Luego, en el III Capítulo: Negociación /
Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto
, se
analizará el proceso de Negociación llevado a cabo,
se describirán y relacionarán los tipos de
Negociación Distributiva e Integrativa. Se
explicará porqué este tipo de negociación es
de índole internacional y se tocará la
polémica referente a si es pertinente o no negociar con la
guerrilla. Se mencionará además los factores que
influyeron en la negociación y las tácticas y
estrategias utilizadas en este proceso. Finalmente en este
capítulo, se detectarán los errores cometidos en el
proceso.

La Mediación será tratada de manera
independiente. Se vinculará a ese proceso con el de la
Negociación Integrativa. Se describirá el papel
jugado por cada uno de los integrantes de la Comisión de
Garantes, con las limitaciones que implican el hecho de que los
encuentros se hicieron en privado. Los errores de los actores de
la mediación también serán identificados en
este capítulo.

El Desenlace será el último capítulo, en
el que se presentarán las veces en que el ex presidente,
Alberto Fujimori, dejó entrever la posibilidad de una
salida violenta al conflicto. Además, se
reseñará la Operación Chavín de
Huantar con la que el Gobierno peruano dio fin al secuestro.

La narrativa de los hechos acontecidos es un resumen de las
reseñas de las distintas agencias internacionales que
fueron citadas por los diarios venezolanos: El Nacional
y El Universal, y del corresponsal de El
País
(diario de Madrid,
España), Aznarez J.J.; así como
también los trabajos especiales de las revistas peruanas:
Caretas, Quehacer y Descifrando
Entuertos
y el trabajo de
grado de Dietrich, L. (2002, julio) Percepciones
erróneas y terrorismo. El
caso de la crisis de los rehenes en Lima, Perú
. Dado
que los artículos no difieren en cuando a la
crónica de lo acontecido, sólo se citarán
las declaraciones textuales de los actores del conflicto. De
igual forma, es preciso aclarar que los titulares de los cargos
que se mencionan tienen que ver con las personalidades que los
ocupaba para el momento que se relata.

CAPÍTULO I

El
conflicto

Existen muchas definiciones de conflicto, pero la más
amplia de las revisadas es la de Ovejero (2004) quien lo
conceptualiza como "una situación en la que unos actores o
bien persiguen metas diferentes, defienden valores
contradictorios, tienen intereses opuestos o distintos, o bien
persiguen simultánea y competitivamente la misma meta" (p.
15). El conflicto como fenómeno social tiene un enorme
potencial de crecimiento para las partes involucradas. Los
grandes cambios sociales y personales por lo general son
iniciados por una situación de conflicto. Este
fenómeno, por otra parte, puede ser también
devastadoramente destructivo e, incluso, autodestructivo. En el
caso que nos ocupa, lamentablemente, las partes no pudieron
superar la etapa distributiva de su negociación.

Basados en la clasificación de los conflictos que
hace Castellano (2004
pp. 155-157), el caso objeto de este estudio, se encuentra dentro
de los conflictos llamados "reales", con enfrentamiento en cuanto
a los fines, medios,
valores e intereses. También es no institucionalizado, ya
que las reglas de convivencia de la guerrilla en territorio
peruano, no existen, y los comportamientos del actor subversivo,
se presentan de manera imprevisible y discontinua. Es
además violento y primario, es decir de cara a cara.
Según el origen del conflicto que nos atañe, este
se sitúa en uno producido por el deseo readquirir valores
o poder, que
genera a su vez los conflictos políticos.

Dentro de la tipología del conflicto hecha
por Morton Deutsch (citado por Álvarez, 2003, p. 58),
podemos ubicar el conflicto objeto de estudio como un conflicto
manifiesto, el cual es abierto y explícito. Ya que el
enfrentamiento entre el grupo
guerrillero Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y
el Gobierno de Perú, liderado por su Presidente para el
momento de la toma, Alberto Fujimori; era evidente y
explícito demostrado por los intereses discordantes entre
ambos actores. Según el desarrollo
constructivo o destructivo del conflicto, el caso que nos
atañe se ubica en la categoría de ganancia para uno
y pérdida para el otro: ganar-perder.

Fronjosa (2005) señala que en situaciones competitivas
el ser humano tiende a perder el control y a
llegar a conductas destructivas. Este es el caso del grupo
guerrillero en cuestión que desde su conformación
hasta el hecho que aquí se estudia, sus acciones siempre
fueron de tipo destructivo, como se ilustrará más
adelante. El mismo hecho de que el MRTA sea un grupo guerrillero,
ubica el conflicto objeto de estudio en uno de tipo "genuino",
como lo señala el autor citado: "las partes están
explícita e in-equivocadamente en desacuerdo" (p.8 y p.
79).

El secuestro y toma de rehenes, es un tipo de delito que en la
actualidad y en América
Latina, como lo acota Buroz Arismendi (1998), tiene una
modalidad sui generis derivada de procesos de
confrontación política y social.
Esta particularidad recae en que se produce contra personeros
diplomáticos, funcionarios de agencias internacionales
radicados fuera de sus países, etc. Por ello, el Estado
donde estas víctimas ejercen su representación,
debe especial protección y es responsable de su seguridad. Buroz
Arismendi advierte entonces que este hecho delictivo puede
conllevar a complejas situaciones de tipo internacional. El autor
también explica que la finalidad de estos secuestros
está dirigida a ejercer presión sobre las
autoridades para obligarlas a conceder libertad a
presos políticos de la lucha contra la
insurrección.

Por otra parte, Buroz Arismendi considera que la toma de
rehenes exige una respuesta del gobierno atacado. Haciendo
referencia en el caso particular de la Embajada Japonesa, el
autor formula la disyuntiva existente en cuanto a qué
decisión tomar ante este delito "¿Debe emplearse la
fuerza o debe
iniciarse negociación con los terroristas en futuras
crisis de rehenes?"(ob. cit. p 45).

En un conflicto típicamente se identifican cinco fases:
latencia, escalada, estancamiento desescalada y
re-conciliación. Sin embargo, no todos los conflictos
siguen el ciclo completo, particularmente en el caso que nos
ocupa, no se desarrolla mas allá del estancamiento, ya que
el desenlace se produce de manera violenta, por parte de uno de
los actores del conflicto: el gobierno peruano.

A fin de revisar en detalle la caracterización
conceptual que se acaba de realizar, se procede a reseñar
una descripción del conflicto permanente
existente en Perú, para luego concentrarse en el
enfrentamiento del MRTA con el Gobierno y finalmente,
ceñirnos al problema central que es la Toma de la Embajada
Japonesa.

Antecedentes / Conflicto latente

La violencia
peruana no sólo deviene de su historia
contemporánea, sino desde tiempos de la conquista.
Rodríguez Rabanal (1995) en su libro: La
violencia de las horas
, hace un resumen histórico que
comienza con la llegada de los españoles a Perú.
Explica que en ese momento se rompió con todo el sistema social
jerárquico característico del imperio incaico.
Agrega que una de las consecuencias representativas de las
manifestaciones de arbitrariedad y crueldad que produjeron los
europeos fue la reducción de la población indígena peruana (p.
11).

Rodríguez Rabanal continúa describiendo la
estructura
institucional, económica y social del Perú; hasta
llegar a explicar lo concerniente a las acciones de la guerrilla
en este país:

Desde 1980, el Perú es sacudido por acciones
subversivas, que paulatinamente fueron extendiéndose a
casi la totalidad del territorio y que hasta finales de 1993
habían cobrado cerca de 30.000 víctimas. De acuerdo
a estadísticas de la
Organización de las Naciones Unidas
(ONU), el
Perú exhibía, hasta 1991, las cifras más
altas de desaparecidos en el mundo. Tanto las víctimas
como los victimarios pertenecen mayoritariamente a los estratos
más pobres de la población. (p. 12)

Expertos del WOLA (Washington Office of Latin
America)[2] señalaron que para el momento
del hecho que nos ocupa, la desesperación económica
en la que vivían 13 millones de peruanos había
generado un clima que
permitió la supervivencia de grupos como el
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y Sendero
Luminoso (SL), pese a las severas acciones dirigidas por Fujimori
en su contra. Lo extenso del conflicto entre los dos grupos
subversivos con las instituciones
del Estado
peruano, tiene relación con lo afirmado por Monsalve
(2005) cuando describe un tipo de conflicto en el que la
animosidad y respectiva tensión entre las partes puede
llegar a convertirlo en un "modo de vivir" hasta en valor de la
cultura. "Se
acepta la contradicción entre actores como parte de su
esencia y termina por confesarse como algo normal entre ellos"
(p. 31).

Schiappa-Pietra (1997) afirma que para el momento del
secuestro seguían latentes en Perú muchos de los
factores que sirvieron como causas o catalizadores del conflicto
entre el Gobierno y los movimientos guerrilleros:

"La pobreza; la
marginación; el narcotráfico; el racismo; el
vacío institucional; la carencia de canales de integración de la juventud a la
civilidad y de mecanismos de integración social
horizontal; la falta de solidaridad, de
tolerancia, de
conciencia de la
diversidad; la cultura de conflicto polarizante; etc." (p.
20)

Es así como a comienzos del primer gobierno de Alberto
Fujimori el escenario estaba caracterizado con una intensa
campaña de atentados de Sendero Luminoso (maoístas)
y, en menor medida, del MRTA (guevaristas). En Lima, la
explosión de una autobomba el 26 de julio de 1992 en la
calle Tarata, en el distrito de Miraflores, sería la
acción
más sangrienta que marcaría este período
(Alberto Fujimori. Lucha contra el terrorismo, 2006).

Aunque ello estaba circunscrito en lo que constituye la etapa
inicial de un conflicto genuino, la fase de un conflicto latente,
en esta etapa el conflicto se ubica en un plano emocional en que
cada una de las partes tiene sus propios intereses a los que les
asigna un valor subjetivo. Alguna o ambas partes percibe que ha
sido perjudicada, agraviada o de alguna forma dañada por
la otra (que en el hecho que nos atañe, la otra parte
evidentemente está consciente de esta percepción).

Al producirse la "migración
del plano emocional al plano conductual" -de la que nos habla
Fronjosa (2005, pp. 104-113) que se da cuando la parte
"agraviada" altera la relación de apreciación entre
los intereses que valora y los elementos que le molestan-, se
produce la manifestación externa, que viene a ser el
elemento desencadenante, con lo cual el conflicto que se hace
manifiesto, en nuestro caso: la toma de la Embajada Japonesa que
por el MRTA fue definida como "Operación Oscar Torre
Condesú", en honor de un emerretista muerto en
combate.

Disparadores del conflicto

Los Disparadores del conflicto, de los que nos habla
Castellano (2004), en nuestro caso de estudio los podemos ubicar
en la política antisubversiva llevada a cabo por Alberto
Fujimori, y básicamente el encarcelamiento de los
máximos dirigentes del MRTA que fue el hecho que
originó la crisis de la Embajada. En este sentido,
Fujimori activó actos de violencia relacionados con la
represión estatal y violaciones a los derechos
humanos:

En Diciembre 1991, ocurrió la masacre de los Barrios
Altos, en que fueron asesinadas 15 personas; y en Julio de 1992
tuvo lugar el asesinato de 9 alumnos y un profesor de la
Universidad
Nacional de Educación Enrique
Guzmán y Valle (La Cantuta), ambas acciones llevadas a
cabo por el "Grupo Colina", escuadrón de la muerte que
funcionó durante estos años. (.) En julio de 1992
se logró la captura de Víctor Polay Campos,
líder
del MRTA. El 12 de Septiembre la Dirección Nacional contra el Terrorismo
(DINCOTE) (.) logró capturar pacíficamente a
Abimael Guzmán, jefe del grupo terrorista Sendero
Luminoso. (Alberto Fujimori. Lucha contra el terrorismo.
Wikimedia, 2006)

Según datos de la
Federación Internacional de los Derechos Humanos (Aprodeh,
1998), los alimentos y la
asistencia médica para los guerrilleros encarcelados eran
escasos, la tortura de los detenidos especialmente en las
primeras etapas de la prisión se había convertido
en una norma. Al menos 10.000 personas fueron detenidas desde
1994 bajo el cargo de terrorismo, de las cuales 3.400 fueron
arrestadas por fuerzas militares y 6.400 por policías.

Dietrich (2002) explica que a diferencia de los gobiernos
peruanos anteriores de Fernando Belaúnde Terry (1980-85) y
Alan García (1985-90), que combatieron la
subversión con aviones, tanques y emboscadas, Alberto
Fujimori planteó la necesidad de crear un servicio de
inteligencia
que socavara el terrorismo desde sus bases. Es así como
creó el Servicio Nacional de Inteligencia (SIN), comandado
por Vladimiro Montesinos. Además, se autorizaron
facultades especiales para las fuerzas anti-terroristas, bajo el
resguardo de las "políticas
de pacificación", que incluyeron las leyes de los
Jueces Sin Rostro, la Ley del
Terrorista Arrepentido y el Régimen de "las
cárceles tumba" para los condenados por terrorismo.

La mayoría de los juicios tomaban sólo unos
minutos, la sentencia mínima era de treinta años y
el porcentaje de condenados era de un alarmante 97%. El
enjuiciamiento de civiles en tribunales militares terminó
en forma definitiva con el derecho al proceso y las
garantías de protección para quienes fueron
acusados bajo las nuevas leyes contra el terrorismo. El
número de personas acusadas y condenadas
erróneamente bajo estas leyes ha sido estimado en varios
centenares". Otra de estas políticas de
pacificación permitió otorgar amnistía a
"terroristas arrepentidos", con la condición de que
éstos se rindieran y entregaran información a las fuerzas de seguridad. (p.
17)

Fujimori procedió a militarizar las operaciones de su
política antisubversiva. Los militares también
participaron en la reorganización del sistema carcelario y
bajo su control se construyeron nuevas cárceles para
albergar a quienes habían sido encontrados culpables y
condenados por actividades terroristas. En su mayor parte, las
cárceles están localizadas en el altiplano, donde
los prisioneros permanecen en pequeñas celdas sin luz y sin
ventanas, expuestos a temperaturas bajo
cero[3]

Dietrich (2002) informa que las modificaciones legales
más controvertidas fueron promulgadas mediante decreto
después del autogolpe de 1992, como por ejemplo las
diversas amnistías para los militares acusados de
asesinato y tortura. El ex mandatario Fujimori justificó
sus acciones y restricciones a la libertad de prensa como
necesarias para alcanzar una democracia
"real" en el largo plazo.

Elementos del conflicto

Las partes /Los actores

Las partes del conflicto latente a las que se
refiere este caso, tienen que ver con el Gobierno peruano y con
el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.

Gobierno peruano

El mandatario de Perú para el momento de la Toma de la
Embajada Japonesa, era Alberto Kenya Fujimori Fujimori, quien
ocupó la Presidencia del Perú desde 28 de julio de
1990 hasta 17 de noviembre de 2000. A Fujimori se le acredita
haber logrado restaurar la estabilidad macroeconómica de
Perú y restaurar la paz y seguridad interna después
del colapso durante los últimos años de la
presidencia de Alan García a finales de la década
de los 80" (Alberto Fujimori. Lucha contra el terrorismo,
Wikimedia, 2006). Sin embargo, ha sido criticado por su
particular estilo de gobierno, siendo calificado como autoritario
por sus detractores, en especial después del llamado
Autogolpe de 1992, cuando disolvió el Congreso y el
Poder Judicial, y
luego estableció un parlamento que obedecía sus
órdenes y un sistema "tribunales sin rostro".

De muchas formas, Fujimori parece haber adoptado un estilo
híbrido de autoritarismo pragmático. Después
de su reconstrucción, el Congreso ha aprobado unas 500
leyes, aproximadamente 90% de ellas fueron planteadas por el
mismo Fujimori. Algunas son llamadas "leyes sorpresa" por la
forma en que el Presidente, empleando a sus aliados en el
Congreso y utilizando una cláusula que permite la
aprobación de proyectos de ley
"urgentes" sin que sean revisados por un comité las impone
para que sean sancionadas en un sólo día (.) La
tasa de aprobación de Fujimori que incluso había
alcanzado 75%, había caído a 40% durante los
últimos meses, no por las violaciones a los derechos
humanos, sino porque los pobres aún no sienten el impacto
del torrente de inversiones
extranjeras. (Fainarus, 1997, El Nacional, p. A2)

Aunque hay una vasta bibliografía acerca del
mandato de Fujimori, lo anteriormente reseñado ilustra las
condiciones políticas, sociales y económicas de
Perú durante su gobierno.

Muchos observadores aseguraron que la Toma puso en "jaque" al
Gobierno de Fujimori, que al cierre de 1996 presentaba un balance
dominado por un enfriamiento en lo económico y un
retroceso en el campo político y social (Gobierno de
Fujimori en Jaque, 1996, El Universal, p. 2). Los
éxitos obtenidos por el proceso de privatización, la reestructuración
de la deuda, la reducción en el déficit de la
balanza
comercial, la inflación controlada, su lucha contra el
narcotráfico, etc; no lograron aumentar su popularidad,
que luego de haber llegado a 70% en enero de 1996, bajó en
noviembre de ese mismo año a 50% debido a sus pretensiones
de reelección (ob. cit.).

Algunos autores hablan de una triada de poder para calificar
el gobierno de Alberto Fujimori en Perú. El mismo
estaría conformado por Alberto Fujimori, ex presidente;
Vladimiro Montesinos, su asesor y líder del Servicio de
Inteligencia Nacional (SIN) y de Nicolás Bari Hermosa,
presidente del Comando Conjunto y Comandante del Ejército
para el momento del secuestro. Javier Diez
Canseco[4]a través de una entrevista
telefónica realizada en junio de 1997,
señaló que "en Perú gobierna una triada en
la que Fujimori negocia y comparte intereses con Nicolás
Bari Hermosa y Vladimiro Montesinos. Existen evidencias de
que cada uno tiene su peso propio e imponen y deciden cosas con
el Presidente". El mismo Fujimori en una entrevista que le
realizara El Espectador de Uruguay,
señaló que en la retoma de la Embajada, "hubo una
participación de los comandos, pero la
combinación de la trilogía, la dirección de
los mandos militares, inteligencia e ingeniería fue lo que permitió el
éxito"
(Banarbe, El Espectador, 1999).

Movimiento Revolucionario Túpac
Amaru

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru nace en 1982,
integrado por un grupo de políticos disidentes apristas,
comunistas y militares del grupo de Velasco (Juan Francisco
Velasco Alvarado quien gobernó en 1968 – 1974) y liderado
por: Víctor Polay Campos, un sucesor del fundador del Apra
(Alianza Popular Revolucionaria Americana), Víctor
Raúl Haya de la Torre. Es un grupo armado de carácter urbano y orientación
marxista-leninista y como ellos mismos lo señalan, sus
objetivos son
liberar a Perú de la influencia "imperialista"
(Solidaridad y consternación mundial: Líder rebelde
con manos llenas de sangre, 1996,
El Universal, p. 6).

Un artículo del diario limeño El
País,
señala que:

En el momento de su fundación, el MRTA fue estructurado
en dos ramas: un brazo armado dirigido por el triunvirato Polay
Campos, Néstor Cerpa Cartolini y el ideólogo Miguel
Rincón Rincón; y una organización legal encabezada por Walter
Palacios y Cecilia Oviedo, que se encuentran en la actualidad en
Europa. (.) El
MRTA, activo en los años ochenta, comenzó su
declive a partir de mayo de 1992, tras la captura, por segunda
vez, con condena a cadena perpetua, de su líder y fundador
Víctor Polay Campos, "comandante Ronaldo". (Resurge una
guerrilla en el ocaso, El País, 1996)

Degregori señala que el MRTA apareció en el
escenario peruano como un intervalo entre Sendero Luminoso y la
Izquierda Unida (IU) que según acota el autor era la
izquierda legal más grande de América
del Sur en esos tiempos. Pero "sin la disciplina ni
la ferocidad de uno, ni la base social del otro, trató de
diferenciarse de ambos presentándose como la "guerrilla
buena", repartiendo víveres en los barrios pobres de Lima
o bailando con los habitantes de los pueblos en los cuales
incursionaban" (Degregori, 1996).

El MRTA se concentró en ataques a embajadas de
países occidentales, el robo de bancos, el
secuestro de ejecutivos corporativos, la colocación de
bombas en
restaurantes estadounidenses de comidas rápidas y el
ataque a unidades del Ejército (Solidaridad y
consternación mundial. Líder rebelde con manos
llenas de sangre, ob. cit.). Pero la operación que se
cataloga como la más espectacular hasta el momento de la
Toma de la Embajada Japonesa, fue la realizada en julio de 1990
cuando el movimiento guerrillero logró la fuga de su
fundador Víctor Polay Campos, y otros 50 presos que
huyeron de la cárcel limeña de Canto Grande tras
excavar un túnel de 200 metros (Dietrich, 2002, p.
28).

Como lo informa Romero (1996, p. 18) en el artículo
titulado: Tres crónicas de un secuestro.
Conversación con Cerpa Cartolini, publicado en
Economía Hoy, el MRTA había hecho dos
propuestas políticas. La primera de ellas se produjo al
inicio del gobierno de Alan García cuando dicho movimiento
dispuso una tregua de un año. Y el segundo intento fue
cuando Fujimori fue elegido Presidente de la
República. Cerpa recordó que Fujimori en una
conferencia de
prensa del 28 de julio de 1990, admitió que Víctor
Polay Campos le había planteado un diálogo.
Sin embargo, precisó que luego del shock del 8 de agosto
de 1990 ya no había condiciones para dialogar, por lo que
no se insistió. Sobre el Acuerdo de Paz, Cerpa indicaba
que este proceso tenía diversas etapas, que ellos estaban
dispuestos a transitar por todas y que si se daban las
condiciones se podía llegar al final: deponer las armas e
integrarse a la sociedad.

CAPÍTULO II

El detonador
– escalada del conflicto

La escalada del conflicto, conceptualizada por Mitchell (Autor
citado por: Ormachea, 1997, p. 11), como el proceso mutuamente
destructivo al incrementar los niveles de coerción o
violencia en las amenazas o acciones dirigidas entre los mismos
actores involucrados, aparece en nuestro caso de estudio al
momento en que el MRTA toma la Residencia del Embajador
Japonés. Siguiendo a Álvarez (2003), tenemos que
los cambios que se produjeron para que se diera la "escalada",
están referidos al paso de tácticas ligeras a
tácticas pesadas; ubicadas éstas en la
política antiterrorista llevada a cabo por el ex
presidente Fujimori, la cual fue descrita en el
Capítulo I: El Conflicto: Disparadores del
Conflicto.

Los elementos del conflicto

El Problema / Los hechos

El siguiente texto narra
los hechos acontecidos desde los primeros días del
secuestro hasta el inicio de los encuentros de las partes,
mediados por la Comisión de Garantes, dado que es el
período que se perfila como la escalada del conflicto.
Inclusive, durante el desenvolvimiento de las negociaciones,
período que es catalogado como estancamiento, se
produjeron "pequeñas escaladas" del conflicto que es
preciso identificar.

El relato es un compendio de las reseñas de las
distintas agencias internacionales que fueron citadas por los
diarios venezolanos: El Nacional y El
Universal
, y el diario madrileño El
País
, así como también de los trabajos
especiales de las revistas peruanas: Caretas,
Quehacer y Descifrando Entuertos.

A las 8:00 de la noche del martes 17 de diciembre de 1996 se
produjo una explosión en la parte trasera de la Residencia
del embajador de Japón
en Perú, Morisiha Aoiki, mientras se celebraba una
recepción en homenaje al onomástico del emperador
japonés, Akihito, a la que habían sido invitadas
unas 1.500 personas, muchas de las cuales ya se habían
retirado del lugar.

Los rebeldes (12 hombres y dos mujeres) y unidades de la
policía entablaron un prolongado tiroteo en medio de
sucesivas explosiones. Las autoridades reforzaron sus posiciones
fuera de la Residencia e informaron que varias personas
resultaron heridas durante el tiroteo. A dos horas de producirse
el asalto uno de los insurgentes, quien se presentó como
el "Comandante Huerta", informó a través de una
emisora local que el grupo pertenecía al Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Además
permitió hablar al Embajador Japonés, quien
sólo señaló que los rehenes estaban ilesos.
Luego de la medianoche, el MRTA entregó un comunicado
exigiendo la excarcelación de los militantes presos a
cambio de la
libertad de los rehenes.

Fujimori convocó a su gabinete para una reunión
de emergencia mientras continuaba el intercambio de disparos
entre policías y terroristas. Es a la 1:00 a.m., del
siguiente día cuando cesaron los disparos y fue la Cruz
Roja Internacional quien estableció los primeros contactos
con el grupo. Al mediodía los emerretistas amenazaron con
ejecutar a los rehenes comenzando por el canciller peruano para
el momento, Francisco Tudela, si no se apersonaba el presidente
Fujimori a la Residencia del Embajador japonés. Los
emerretistas agregaron en su comunicado que rechazaban la
política de Perú con respecto a la violación
de los derechos humanos y los planes económicos.

A la 1:00 p.m, fueron liberados cuatro rehenes más, dos
peruanos y dos japoneses, por presentar problemas de
salud. Poco
después el gobierno peruano aceptó dialogar con los
emerretistas, designando como representante al ministro de
Educación del momento, Domingo Palermo.

En un segundo ultimátum, el líder de la toma,
esta vez haciéndose llamar, comandante "Evaristo"
volvió a amenazar con matar rehenes si Fujimori no
negociaba personalmente. Cartolini expresó sus exigencias.
Estas estaban basadas en: liberación de sus
compañeros presos del MRTA, compromiso de cambiar el rumbo
de la política
económica por un modelo que
buscara el bienestar de las grandes mayorías, el pago de
un impuesto de
guerra y el
traslado del comando que ingresó a la Residencia junto con
todos los compañeros presos del MRTA hacia la selva
central. Como garantía debían ir parte de las
personalidades capturadas que luego serían liberados.

Las partes / Los actores

Cabe aquí la acotación hecha por Castellano,
cuando señala que los conflictos en los cuales los
contendientes sienten que sólo participan como
representantes de colectividades, que no luchan para sí,
sino únicamente por sus ideas del grupo que representan,
"probablemente sean más radicales y despiadados que otros,
cuya animadversión se mueve por razones personales" (2004,
p. 158). En este sentido, tenemos que los dos actores del
conflicto objeto de estudio, representaban (o aspiraban a
representar en el caso del MRTA), a la población peruana o
parte de ella, dado por lo cual las acciones llevadas a cabo por
ambos bandos eran de tipo radical e implicaban el uso de la
violencia de la contraparte.

Fronjosa, por su parte, explica que el conflicto se verbaliza
a través de: posiciones inamovibles y argumentos que las
justifiquen (2005, p. 9). De esta manera se explicará las
posiciones y argumentos de los dos actores principales: Gobierno
peruano / Presidente Alberto Kenya Fujimori Fujimori y Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) / Néstor
Fortunato Cerpa Cartolini.

Presidente Alberto Kenya Fujimori Fujimori

Resulta difícil conseguir un perfil de Alberto Kenia
Fujimori Fujimori que lo defina de manera imparcial. Por
consiguiente, se tomará datos expresados por el
neuropsiquiatra Edmundo Beteta Pacheco quien fue consultado por
la revista
Gente para un artículo titulado El Chino y el
Cholo, a propósito de las elecciones presidenciales en
Perú del año 2000.

Beteta Pacheco, al ubicar el ancestro asiático de
Fujimori relaciona su personalidad
con la "seguridad y frialdad en la toma de
decisiones". Agrega el especialista, que Fujimori se ha
presentado como "un trabajador laborioso, creativo,
pragmático". Añade que en su caso, "el poder se
recicla, pero a veces se recicla demasiado y, entonces, el poder
se manifiesta como una omnipotencia".

En conclusión, el neuropsiquiatra define la
personalidad y conducta de
Fujimori como "pragmático, seguro, coherente
y con gran dominio de sus
impulsos y reacciones de distinta naturaleza".

Néstor Fortunato Cerpa Cartolini

El comandante "Evaristo", es decir Néstor Fortunato
Cerpa Cartolini o comandante "Remigio", como también se
hacía llamar, era el jefe del Comando que atacó la
Residencia del Embajador japonés. En un artículo
publicado en la revista Caretas, titulado: "Experto en
Toma de Locales . y También en Secuestros" (1996), se
explica que Cerpa se hacía también llamar
"Comandante Huerta", en homenaje a Huerta Loayza,
compañero de lucha muerto durante la toma de una
fábrica textil en la que trabajaban ambos. Ello
ocurrió en 1979 antes de fundar el MRTA como parte de su
faceta de dirigente sindical.

Según un perfil psicólogo de los servicios de
seguridad peruanos (Citado por Dietrich, 2002 p. 44), era
más "listo que intelectual". Su experiencia en materia de
asaltos, secuestros, tiroteos y emboscadas era considerable,
característica que se había perfeccionado durante
su estadía con la guerrilla colombiana.

Según el perfil psíquico elaborado por la
policía antiterrorista peruana que fue publicado por el
diario El Universal, se señala que Cerpa es
"rígido y testarudo, pero al mismo tiempo es una persona
encantadora y carismática" [5]En el mismo
artículo, se difunde parte del diagnóstico hecho por Psiquiatras de la
Dirección Contra el Terrorismo (Dincote) acerca de la
personalidad del cabecilla del MRTA, en el que se indica que "el
autodominio es un elemento crucial de su personalidad".
Señala el informe que el
líder guerrillero estaba disfrutando su momento en el
escenario mundial en virtud del poder, la manipulación y
el control que él está experimentando de esta
situación.

Este es un sujeto narcisista y vanidoso, quiere ser respetado,
además considera las emociones como un
acto de debilidad y no está en peligro de una caída
emocional (.) Es una persona difícil para negociar, pero
al mismo tiempo considera que la violencia no es necesariamente
la solución que él prefiere para resolver problemas
y en esa medida podría aceptar una alternativa
pacífica a la crisis de los rehenes" (ob.cit).

Aunque se hace imposible conocer con exactitud el proceso de
planificación llevado a cabo a lo interno
del MRTA, existen algunas afirmaciones e indicios que demuestran
el trabajo
realizado pre-Toma. Según Alejandro Toledo (presidente de
Perú 2001-2006 y uno de los rehenes) "El operativo estaba
extraordinariamente planificado. Después me enteré,
por Cerpa que habían preparado la toma durante ocho meses"
(Dietrich, 2002 p. 24). El mismo MRTA difundió un video que
detallaba como habían planeado el asalto, recurriendo a
maquetas y a una falsa ambulancia donde se ocultó la tropa
subversiva para llegar a la residencia diplomática.

El MRTA mantenía una página Web
oficial y su publicación online llamada "Voz Rebelde".
Ambas eran actualizadas desde Alemania.
Isaac Velazco, quien era el representante oficial del MRTA en
Europa, puso a disposición de la comunidad
internacional los comunicados del MRTA. Desde Hamburgo
publicó artículos, divulgó
información acerca de las acciones del MRTA y dio
conferencias en diversas universidades alemanas, como lo informa
Dietrich (p. 25). Todo ello demuestra la articulación y
estructura organizativa del MRTA.

En cuanto al armamento que poseían los emerretistas,
los rehenes señalaron que tenían modernos radios,
equipados con micrófonos en la solapa, armas de fuego
sofisticadas y artefactos explosivos. Los periódicos
también informaron sobre la existencia de
"francotiradores" del movimiento terrorista que portaban fusiles
AKM y MG-3 y que se apostaron en la parte superior del
inmueble.

Tácticas y estrategias de las
partes

Transformación de tácticas
blandas a tácticas duras

Las estrategias de confrontación y resolución se
implementan a través de tácticas, tal como lo
afirman Pruitt y Rubin: "Una estrategia
constituye un conjunto de objetivos o fines macroscópicos,
mientras que las tácticas son los medios relativamente
microscópicos para el logro de los fines" (Autores citados
por Ormachea (1997, p. 6).

Es pertinente reseñar textualmente una cita tomada del
libro de Ovejero, en cuanto a la caracterización de las
tácticas:

"(.) por sí mismas, las tácticas son amorales;
no son ni buenas, ni malas. Son simplemente una conducta humana.
Que una táctica dada sea correcta o no en una
situación depende de muchos factores. No hay
tácticas perfectas y, en una situación cualquiera,
no existe ninguna que sea la más conveniente. Muchas
pueden dar resultado, una mejor que otras; y muchas distintas
pueden fallar, algunas con más seguridad que las
restantes.

El que utilicemos una u otra táctica depende sobre todo
de los factores relativos a la situación en que debe
utilizarse: ¿cuáles son los riesgos a que
se expone? ¿cuál será probablemente la
reacción de terceras partes? ¿cómo influye
el factor tiempo? ¿cuál es el modo tradicional de
manejar la situación? ¿hasta qué punto es
explosivo o sensible el asunto? ¿qué calidad tiene su
información?. Pero depende también de sus propias
características personales y de las del adversario (la
personalidad, el poder, las aptitudes y los conocimientos, los
recursos,
la
motivación para conseguir lo que se pretende, los
aliados, los intereses, la vulnerabilidad a las represalias,
los valores,
etc.)" (Cita textual de Buskirk tomada de Ovejero, 2004, pp.
207-208)

Durante los 126 días que duró el secuestro, se
produjeron diversas situaciones que reforzaban los fundamentos
del conflicto, bien sea por declaraciones o por acciones de los
dos bandos. Alzate Heredia (Autor citado por Dietrich, 2002, p.
21), explica que una de las características de la
transformación en la escalada de un conflicto, se refiere
a la evolución del uso de tácticas
blandas a tácticas duras que puede ocurrir de diversas
maneras. Cita como ejemplo los casos de cambio de promesas a
amenazas, entre otros escenarios.

Un hecho permanente en la postura del ex presidente, Alberto
Fujimori, lo conforma el hecho de negación del movimiento
irregular y de desconocer sus propuestas. El 7 de enero de 1997,
Fujimori manifestó que la toma de rehenes perpetrada por
el MRTA era "un hecho aislado y que no perturbaría la
recuperación de la economía del país". Agregó
que estaba procurando que "las imágenes
que se transmiten al exterior sean las correctas, que no se vaya
a transmitir que en el Perú se vive una situación
de terrorismo, cosa que no es cierta" (Fujimori amenaza con usar
la fuerza si MRTA atenta contra los rehenes, 1997, El
Nacional
, p. A2).

Según Roger Fisher en declaraciones a la revista
peruana Caretas, en un artículo titulado
"Cómo negociar falta mediador" (1997), fue un error
argumentar que el MRTA era "una fuerza minúscula y no
merece que se negocie con ella un acuerdo integral de paz". El
especialista sostuvo que lo importante no es el presunto
tamaño del MRTA, sino la importancia de la cuestión
que está en juego. Esa es
la clave para decidir si se negociaba o no con terroristas. La
importancia de la vida de los rehenes era lo que debía
prevalecer, y así ocurrió, al momento de que el
Gobierno peruano inició y mantuvo las conversaciones con
el grupo guerrillero.

El ex Mandatario desconoció en diversas oportunidades
las propuestas de su contrincante, el MRTA. Uno de estos casos es
ilustrado cuando a pesar de que el MRTA aceptó los
integrantes de la Comisión de Garantes que el Gobierno
escogió, éste negó todas las propuestas que
hizo el grupo irregular. La primera de ellas se produjo cuando
los emerretistas pidieron la mediación de Jorge
Santistevan y del sacerdote belga Hubert Lanssiers (eran dos de
los tres integrantes de una comisión especial del gobierno
encargada de revisar los casos de personas condenadas por
terrorismo sin pruebas
suficientes que había permitido liberar a muchos
inocentes). Luego, el 15 de enero planteó la
incorporación de dos representantes extranjeros, uno de
Guatemala y
otro de algún país europeo. El gobierno
rechazó esta contrapropuesta, alegando la necesidad de
"evitar que se haga una analogía con una realidad (la
guatemalteca) totalmente distinta a la peruana". Agregó
que el gobierno peruano no piensa ofrecerles el acceso a la lucha
política legítima, aceptándolos como una
partido político, "un partido no se forma tomando rehenes"
(Dietrich, 2002 p. 38).

Posteriormente, el 21 de febrero de 1997, arribaron a Lima
representantes de Las Madres de la Plaza de Mayo, quienes
señalaron que su propósito era mediar y no
intervenir, y obedecían a una solicitud que le hiciera el
representante del MRTA en Alemania, Isaac Velazco. Sin embargo, y
aunque Cerpa Cartolini había expresado su aval, la labor
de la entidad humanitaria fue impedida por la Policía
Nacional peruana.

Un caso de paso de tácticas blandas a tácticas
duras, lo representa el hecho de que el 30 de enero, luego que se
habían realizado las primeras reuniones, Fujimori
señaló en una entrevista que:

Todavía no están dadas las condiciones para
sentarnos a dialogar y mucho menos a negociar porque el gobierno
no va a aceptar la liberación de los presos, como
reclaman, y es por eso que ellos tienen que comprender que ni uno
sólo de los presos va a salir de la prisión como
consecuencia del diálogo. No vamos a ceder a las demandas
terroristas y los ofrecimientos por parte del gobierno pueden ir
disminuyendo progresivamente. Al principio podríamos haber
aceptado algunas demandas, pero ahora estamos convencidos de que
vamos a aceptar mucho menos. (Dietrich, 2002 p. 38-39)

Fujimori usó la táctica de sembrar dudas en los
secuestradores y en la opinión
pública cuando aseguraba que los emerretistas
habían aceptado eliminar de sus demandas la
liberación de sus compañeros en prisión y
asilarse en República
Dominicana y/o Cuba. En una
entrevista concedida al Washington Post durante una gira
que el ex mandatario realizó en los días de la
Toma, intentó generar nuevas dudas en torno a la
posición del MRTA. Fujimori informó que
existía un progreso en las conversaciones sostenidas en
privado con el comando emerretista, ya que el MRTA acordó
"implícitamente" no insistir en la excarcelación de
sus compañeros en prisión y trabajar de acuerdo a
una solución que esté "de acuerdo con la ley
peruana. Los convencimos de que no pueden obligar a la
liberación de los prisioneros del MRTA. Tomó
bastante tiempo, pero fuimos muy pacientes" (Fujimori y rebeldes
pelean con palabras, 1997, El Universal, p. 6.).
Añadió que el comando guerrillero había
acordado omitir tal demanda de una
agenda conjunta para el diálogo que había estado
conversado en los contactos privados.

Estos señalamientos fueron luego negados por el MRTA.
"Nosotros no hemos venido hasta acá (a tomar la casa del
diplomático japonés) para hablar de asilos o de un
viaje al exterior si el gobierno cree que esa es la
solución, entonces está lejos de la realidad y del
problema principal de nuestras demandas" (MRTA reitera exigencia
de liberación de rebeldes, 1997, El Nacional. p.
A2).

Las tácticas de confrontación planteadas por
estos autores y que fueron utilizadas por los dos bandos
estudiados son: mecanismos de presión y de hostigamiento,
amenazas, advertencias, sanciones y represalias.

Mecanismos de presión y de
hostigamiento

Los mecanismos de presión y de hostigamiento tienen que
ver entre otras variables con
menoscabar la concentración y tranquilidad de la otra
parte. Estos se produjeron frecuentemente cuando unidades
especiales de seguridad del Estado peruano llevaron a cabo
movimientos intimidatorios contra la Residencia del Embajador
Japonés, utilizando para ello diversos instrumentos de
ataque como: tanques, sobrevuelo de helicópteros,
simulacros de rescate, vehículos brindados,
ametralladoras, desfiles militares-policiales, difusión de
música
criolla de contenido patriótico mediante megáfono,
etc. Estos actos fueron respondidos de la misma manera por el
grupo secuestrador, que usó también herramientas
como disparos de ametralladoras, difusión del himno
guerrillero a través de megáfonos,
etc[6]

Fujimori también ordenó el corte de comunicaciones
y de electricidad y
suspendió las visitas de familiares y de la Cruz Roja
Internacional a los guerrilleros presos

Amenazas

La amenaza es definida por Hopmann (1990, p. 21) como una de
las tácticas de negociación que pueden ser
empleadas para manipular las posiciones de los negociadores. El
autor explica que al igual que las promesas, las amenazas llevan
inherentemente recompensas y castigos. Las recompensas y castigos
son definidas como elementos con los cuales una de las partes
puede incrementar o reducir los beneficios de un acuerdo para la
otra parte. Es así como una amenaza incrementa el costo de un no
acuerdo.

Los emerretistas plantearon su amenaza desde el principio: el
18 de diciembre, a pocas horas de la toma, los emerretistas
amenazaron con ejecutar a los rehenes, comenzando por Tudela, si
no se presentaba Alberto Fujimori a la Residencia (El Misterio de
Evaristo, 1997, El Nacional. p. A3). La vida de los
rehenes era entonces, el costo que debía tener para
Fujimori el hecho de no negociar personalmente.

Hopmann (ob. cit. p. 21) y Schelling (1964 p. 57)
señalan, cada uno por separado, que el éxito de una
amenaza depende de varias consideraciones:

  • La capacidad real del actor que la emplee para implementar
    el castigo, independientemente de que la contraparte
    considere o no que esta amenaza la puede afectar
    adversamente. En este punto, el grupo irregular tenía
    una capacidad real, dado por las características
    mismas de su organización, los instrumentos con los
    que contaban y por la situación propia del
    secuestro.

  • La evaluación que hace la contraparte del actor
    amenazante de las probabilidades de que este último
    lleve a cabo la amenaza. Aquí es donde se produce la
    duda, ya que debido al tiempo que duró la Toma, y al
    no verse la amenaza cumplida, la parte amenazada, Alberto
    Fujimori, pudo evaluar pocas probabilidades de que la
    organización guerrillera llevara a cabo su amenaza. De
    aquí también se deriva una de las causantes de
    la debilidad del MRTA enfocada a que nunca se observó
    la certeza de cumplir con su amenaza.

  • Lo visible que sea para la parte amenazada la incapacidad
    de la parte que amenaza para evadirse racionalmente de su
    compromiso, una vez que ha fracasado su objetivo. En el caso
    que nos compete, nunca se hizo visible la incapacidad que
    tenía el MRTA para evadirse racionalmente de su
    amenaza, una vez que le fueron negados progresivamente los
    objetivos de la toma. Al contrario, lo que sí hizo el
    MRTA fue liberar paulatinamente a los rehenes, por causas de
    índole humanitario, quedándose al final con
    sólo 72 secuestrados.

  • La credibilidad de la amenaza se debilita si la parte
    amenazada conoce las alternativas con la que cuenta la parte
    amenazante. Ello se hizo evidente en el hecho de que las
    alternativas de las que disponía el MRTA (asilo de los
    secuestradores, reducción de la lista de guerrilleros
    presos que se pretendía liberar, mejoras en las
    condiciones carcelarias) fueron conocidas por la parte
    amenazada, el Gobierno peruano.

Schelling agrega que "es la amenaza y no su cumplimiento, lo
que da lugar a la obtención del fin propuesto, y el
cumplimiento no es necesario si tiene éxito la amenaza"
(p. 51). Agrega que cuando mayor sea la certeza de que la amenaza
será cumplida, menor es la probabilidad
de que llegue realmente a cumplirse. El autor advierte que es
necesario definir cuidadosamente la amenaza, tanto el acto contra
el cual se amenaza, como la reacción con la que se
amenaza. "La dificultad surge del hecho de que una vez que se ha
producido el acto contra el cual se amenaza, desaparece el
incentivo para realizar la reacción con la que se amenaza"
(p. 56).

Advertencias

La Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado (MAAN), definida
por Fisher, Ury y Patton (1985, p. 113 -123) como aquel mejor
curso de acción con el que cuenta una de las partes para
satisfacer sus intereses, sin el consentimiento de la
contraparte, fue claramente identificada por el ex presidente
Alberto Fujimori, al señalar la posibilidad del uso de la
fuerza para salir de la crisis. De esta manera tenemos que
mientras el MRTA hacía uso de la amenaza como estrategia,
el Gobierno peruano frecuentemente usó la advertencia para
señalar que de recrudecerse la posición del grupo
captor, él utilizaría su MAAN, es decir, salida
militar-policial a la crisis. La advertencia es calificada por
Ury como "una manera objetiva de presentar las consecuencias de
no llegar a un acuerdo, de modo que las hace ver como producto de la
situación misma" (1993 p. 131).

Las advertencias de Fujimori se produjeron frecuentemente,
como es el caso del 08 de enero de 1997 cuando declaró a
la cadena noticiosa CNN que sólo si los
guerrilleros dañaban la integridad física de alguno de
los rehenes consideraría ordenar una acción
militar. "Continuaremos agotando todos los medios para la
solución pacífica sin derramamientos de sangre.
Pero si ocurre algún atentado contra la integridad
física de algunos de los rehenes, entonces el escenario
cambia, la lógica
cambia y en ese caso no se descartaría el uso de la fuerza
por parte del Estado" (Fujimori amenaza con usar la fuerza si
MRTA atenta contra los rehenes. 1997, El Nacional, p.
A2).

El 23 de enero, Fujimori visitó La Paz, Bolivia, para
plantear a su entonces homólogo boliviano, el ex
presidente Gonzalo Sánchez de Losada, una lucha en forma
conjunta contra el terrorismo con el fin de evitar "efectos
larvarios en Bolivia". Dijo que "no nos queda más remedio
que, vista la intransigencia de los secuestradores, embarcarnos
en una operación policial, o lo que sea" (Dietrich, 2002,
p. 38). Igual lo advirtió el 31 de enero, cuando en una
entrevista reiteró que era posible una salida militar a la
crisis, si es que se pone en peligro la vida de alguno de los 72
rehenes (Nieto y Mendoza, 1997. p. 41).

Sanciones

La sanción sugiere aquella medida de castigo en
respuesta a una decisión de la contraparte. En el caso que
nos ocupa, los dos bandos confrontados hicieron uso de este
recurso.

Dentro de las sanciones tenemos las decisiones de los bandos a
no participar en la Mesa de Negociación, como respuesta a
la actitud
asumida por la contraparte. Ello ocurrió el 12 de enero,
cuando Domingo Palermo, ministro de Educación para el
momento del secuestro, y representante del Gobierno ante la
Comisión de Garantes, informó que la reunión
que tenía prevista con el líder del MRTA se
frustró, debido a que el MRTA la condicionó a que
el gobierno lleve una propuesta de liberación de los
emerretistas presos en las cárceles del país: "en
caso contrario era preferible no realizar tal reunión,
puesto que no habría posibilidad alguna de conversar",
abría dicho Néstor Cerpa Cartolini (Dietrich, 2002
p. 37). Seguidamente, el 22 de enero, Fujimori advirtió
por medio de declaración a la prensa que no
permitiría conversaciones con el MRTA si es que es grupo
no desistía de su exigencia de liberar a sus militantes
presos (Nieto y Mendoza, 1997. pp. 39-40). El 6 de marzo de 1997,
luego de que se produjera la novena reunión con la
Comisión de Garantes, Cerpa Cartolini anunció la
suspensión de las conversaciones, al señalar que
las fuerzas del orden estaban cavando un túnel para
ingresar violentamente en la Residencia (Cronología, 1997
p. 45).

El 20 de abril, luego de la negativa del Gobierno peruano de
liberar a 21 emerretistas presos, Néstor Cerpa Cartolini
anunció que los 72 secuestrados "recibirán, a
partir de ahora, atención médica sólo una vez
por semana" (Cronología, p. 56.) y reiteró su
exigencia de liberar a los emerretistas presos, desmintiendo la
supuesta reducción a una lista de 30 presos, publicada por
el diario República lo que fue el pretexto bajo
el cual Fujimori ordenó la incursión militar.

CAPÍTULO III

Negociación / Estancamiento del
conflicto o punto muerto

Hopmann advierte que aunque la negociación ha sido
tratada en algunos textos académicos desde hace siglos, su
análisis sistemático data sólo de los
años 70". El autor cita a Fred Charles Ikle, quien en una
de las primeras obras escritas sobre el tema conceptualiza la
negociación como "un proceso mediante el cual se presentan
propuestas específicas en un interés
común donde intereses conflictivos están presentes"
(1990, p. 8.).

Aunque uno de los actores del conflicto, el ex presidente
Alberto Fujimori, optó por la salida violenta, se produjo
un proceso de negociación entre el Gobierno peruano y el
comando emerretista que Tomó la Embajada. Desde un
comienzo se designó como "mediador oficial" al jefe local
de la Cruz Roja Internacional, Michel Minnig. También se
designó a Domingo Palermo, entonces ministro de
Educación como el interlocutor por el Gobierno. El primer
encuentro de negociación se produjo el 28 de diciembre,
cuando luego de tres horas y media de conversación entre
Palermo, el obispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani y rebeldes;
dan como resultado la liberación de 20 rehenes reduciendo
así a 83 el número de personas secuestradas por el
MRTA.

El 16 de enero, el Gobierno peruano
informó que los próximos encuentros estaban
condicionados en torno a tres puntos: nombrar una comisión
de garantes formada por delegados de la Cruz Roja, el Vaticano y
los interlocutores; la segunda designar una sede neutral para
negociar; y la tercera aprobar una agenda de negociación y
un calendario de trabajo con participación de los garantes
e interlocutores. Al siguiente día y ante la
aceptación del MRTA, Palermo dio a conocer nuevas
condiciones en las que prevalecía la posición de no
liberar a ningún preso del MRTA. También
estableció que las conversaciones sólo
tratarían la eventual salida de los guerrilleros con el
debido sustento legal de los captores y la liberación de
todos los rehenes con total respeto a la
integridad física de cada uno de ellos.

En medio de los encuentros que se produjeron entre estos dos
actores, hubo enfrentamientos y escaramuzas del conflicto ya
citados en el II Capítulo: El Detonador –
Escalada del Conflicto: Tácticas y estrategias de las
partes: Transformación de Tácticas blandas a
tácticas duras
, por lo cual no serán
mencionados en este apartado.

Fronjosa (2005, p. 45) señala que las personas o las
instituciones negocian por una o ambas de dos finalidades:
satisfacer necesidades, intereses u objetivos y/o resolver
conflictos. Esta última finalidad es el caso que nos
ocupa. La negociación en situaciones de crisis, que es
donde se circunscribe la del presente trabajo, se caracteriza por
hacer uso de la negociación para coaccionar a la otra
parte para que se comporte de una forma dictada (tal como lo
afirma Donohue, autor citado por: Ormachea, 1997, p. 5). El MRTA
usa la vida de los rehenes como una ficha de presión en la
negociación para lograr su objetivo. Uno
de los mayores retos de los negociadores de la parte coaccionada
es dar un giro diametral hacia una relación mínima
de cooperación y de eventual solución que pueda
eliminar el daño
potencial de los rehenes.

Además Fronjosa enumera tres niveles de
negociación que se diferencian por su grado (2005, pp.
51-54). Así tenemos que un primer nivel es el de
complejidad que depende de la cantidad de tópicos que se
tratan, la interrelación entre los temas y el
número de actores. En este sentido, la negociación
que se llevó a cabo para la liberación de los
rehenes fue altamente compleja por el número de actores:
los 72 rehenes; los gobiernos de: Perú, Japón,
Canadá, Cuba, República Dominicana y Bolivia; y las
instituciones involucradas como la Cruz Roja Internacional; el
Vaticano; etc.

Un segundo nivel relacionado con el anterior es el de
Estructuración y ello tiene que ver con la forma como se
llevó a cabo el proceso, mediado por una Comisión
de Garantes. El último nivel de negociación que
explica Fronjosa es el de impacto que depende de la intensidad de
los intereses o necesidades en juego. Ello está
íntimamente relacionado con el peso que tiene la vida de
72 personas; así como también la presencia de la
guerrilla en Perú, la política antisubversiva
llevada a cabo por Fujimori, y las condiciones de las
cárceles peruanas.

El proceso de negociación que se estableció
entre el Gobierno peruano y el MRTA estuvo enmarcado por una
parte, en que cada uno buscó maximizar el valor obtenido
en un acuerdo individual y por otra, en que la relación
entre ellos no era importante, por la improbabilidad de futuras
negociaciones. Es por ello que los encuentros y desencuentros
establecidos entre estos dos actores se estudiarán bajo la
óptica
de la negociación distributiva. Caso contrario ocurre con
el enfoque que le dio la Comisión de Garantes al mismo
proceso, que se circunscribe al marco de la negociación
integrativa como se demostrará más adelante.

Hopmann (1990) señala que la negociación
distributiva, para la cual también utiliza el nombre de
regateo, dominó la teoría de la negociación
desde los años 60" y fines y de los 70", con la
publicación de La Estrategia del Conflicto de
Thomas Schelling. Pero en los 80" el interés en la
teoría se dirigió a la solución integrativa
en las negociaciones internacionales.

El autor, basándose en los trabajos de Walton y
MaKersie, diferencia la negociación distributiva de la
integrativa. La negociación distributiva es aquella
caracterizada por "el proceso que busca dividir un producto
determinado entre dos partes en presencia de un conflicto
fundamental de objetivos" (ob. cit. p. 15). Mientras que la
negociación integrativa es la que se plantea "alcanzar
metas que no crearán un conflicto directo con los
objetivos fundamentales del otro, facilitando por ende su
integración". Concluye Hopmann señalando que "la
negociación integrativa busca expandir los beneficios,
mientras que la distributiva, únicamente dividir los
beneficios existentes".

La negociación distributiva posee unas
características propias, enunciadas por Fronjosa, algunas
de las cuales son fácilmente aplicables al caso que nos
ocupa:

  • Las partes tratan de maximizar su beneficio. Las
    exigencias del MRTA llevaban a maximizar su beneficio como
    grupo guerrillero al liberar a sus miembros y principalmente
    a sus líderes. Fujimori, por su parte, observaba la
    crisis como una oportunidad para retomar la popularidad
    perdida si lograba poner fin al conflicto, liberando a los
    rehenes y destruyendo al MRTA.

  • Relación tipo "ganar – perder". (un juego de
    suma cero: lo que uno gana lo pierde el otro).
    Al ganar
    el MRTA, el Gobierno perdía legitimidad y viceversa,
    si la ganancia la tenía Fujimori, el MRTA
    perdía su liderazgo como grupo guerrillero.

  • Son ineficientes. Tal como se dio en la Toma en
    la cual la negociación no logró su
    objetivo.

  • Resultados poco satisfactorios. Si se liberaba a
    los emerretistas presos, el Gobierno se iba a sentir
    insatisfecho con los resultados, aunque ello hubiese generado
    la liberación de los rehenes.

  • Definición más pronta. (se acostumbra a
    saber pronto si habrá o no acuerdo).
    Desde un
    comienzo de las negociaciones hubo evidencia de que no
    habría acuerdo, como se detallará más
    adelante.

Tal como lo afirma Fronjosa (2005, pp. 40-41), debido a los
intereses que involucran las negociaciones internacionales y la
responsabilidad exigida a quienes las llevan a
cabo, estas presentan condiciones de "intensa presión".
Por esta misma presión que caracteriza a este tipo de
negociaciones, las mismas presentan "un alto contenido
competitivo (Distributivo)". Agrega el autor que los procesos de
negociación tienden a ser, en principio, de tipo
competitivo dando luego origen a la llamada negociación
distributiva. El autor entonces equipara la negociación
competitiva a la distributiva antes descrita por Hopmann.

Por su parte, Álvarez (2003, pp. 117-119) cita Carlos a
Aldao Zapiola señalando que los modelos de la
negociación responden a la interrogante de cómo
negocian las partes. Agrega que en el lenguaje
metafórico el enfoque competitivo la negociación es
guerra, mientras que para el enfoque cooperativo la
negociación es solucionar problemas para lograr ganancias
mutuas.

Ovejero (2004) explica que en toda negociación existen
dos tipos de discusiones en torno a cuál es la
negociación más eficaz: la negociación por
principios o
la negociación por posiciones. Agrega que existen dos
formas básicas de posicionarse basadas en las relaciones
entre las partes: las negociaciones competitivas, cuando cada
negociador se posiciona de una forma dura e intransigente; y las
negociaciones cooperativas o
colaborativas, en las que cada negociador se posiciona de una
forma flexible y condescendiente buscando que ambas partes salgan
ganando.

Este autor define la negociación competitiva como
aquella en que (ob. cit. p. 138):

  • Los participantes son adversarios. Es evidente la
    adversidad existente entre un grupo guerrillero con el
    gobierno del país donde opera este grupo
    irregular.

  • El objetivo es la victoria. El secuestro
    perpetrado por el MRTA llevaba como finalidad la victoria
    traducida en la liberación de sus
    compañeros.

  • Se desconfía del otro. Dado por la misma
    rivalidad existente entre las partes: por la situación
    de irregularidad del MRTA, por el acto delictivo que
    representa el secuestro y por las anteriores promesas
    incumplidas del ex mandatario peruano de sentarse a hablar
    con la guerrilla; la desconfianza es un elemento persistente
    en el caso que nos ocupa.

  • Se insiste en la posición. La
    posición del MRTA era la liberación de los
    emerretistas presos, a cambio de la liberación de los
    rehenes que era la posición del Gobierno peruano.

  • Se contrarrestan argumentos. Los argumentos que
    utilizó el grupo captor para justificar su
    acción, fueron todos rebatidos por la contraparte, el
    ex presidente Fujimori. Y viceversa, cuando Fujimori
    señalaba que los guerrilleros habían
    aterrorizado a Perú durante una década, los
    emerretistas respondían que la mayoría de los
    peruanos son pobres y estaban abandonados por el
    Gobierno.

  • Se amenaza. En capítulos anteriores se
    identificó las veces que el MRTA usó la amenaza
    como táctica de conflicto.

  • No se piensa en los intereses del otro. Los
    intereses de cada uno estaban bien definidos, aún los
    latentes que se encontraban en el mantenimiento del poder de
    cada una de las partes, en sus respectivos ámbitos de
    acción.

  • Se exigen ganancias para llegar a un acuerdo y se
    intenta sacar los mejores beneficios.
    Ninguna de las
    partes estableció disminuir su ganancia, beneficiando
    a la contraparte. La ganancia del Gobierno era la
    liberación de todos los rehenes y la
    destrucción del grupo guerrillero, mientras que la del
    MRTA era la liberación de sus compañeros y
    lograr una victoria ante Fujimori.

  • Se establecen en términos de
    confrontación.
    Nunca hubo colaboración
    entre las partes para llegar a un acuerdo satisfactorio para
    ambas.

Si partimos de que la negociación competitiva
está estrechamente ligada con la distributiva, la
contraparte: la negociación cooperativa o
colaborativa, se debe equiparar entonces a la negociación
integrativa. La negociación integrativa, por su parte, es
un proceso en el cual: en base a diferencias en la
percepción de "valor", se identifican intereses
divergentes que permiten agregar valor al proceso para lo cual
hay que desagregar las situaciones (pasar de las posiciones a los
intereses) y ejercitar la creatividad
para generar alternativas de mutuo beneficio. Álvarez
señala que el enfoque de la Teoría de la
Negociación Colaborativa propone "sustituir posiciones por
intereses y el esquema ganar-perder por el de
ganar-ganar" (2003, p.122). Este fue el enfoque que le
dio la Comisión de Garantes como se detallará en el
Capítulo IV: Intermediación.

Álvarez trata las etapas de la negociación
colaborativa y las divide en dos (p. 122):

  • Ampliación del campo de la negociación.
    Comprende dos pasos

  • Lograr pasar de las posiciones a los intereses reales
    de las partes.
    Fue lo que hizo la Comisión de
    Garantes, al identificar que los intereses del MRTA
    podían estar en mejorar las condiciones de las
    cárceles donde estaban presos sus compañeros.
    Igualmente, el Gobierno peruano y el japonés pudieron
    identificar, de manera incorrecta, que los intereses del MRTA
    eran los de salir librados de la Toma y de las consecuencias
    negativas que le acarrearía la acción del
    secuestro, y por ello se les ofrecía salir del
    país a un gobierno "amigo" como podía ser el de
    Cuba.

  • Una vez que los intereses emergen y se han analizado
    exhaustivamente, hay una serie de métodos para generar
    opciones.
    La Comisión de Garantes también
    actuó en este sentido al buscar una alternativa como
    era el acondicionamiento de las cárceles donde estaban
    presos los emerretistas. Así como también la
    propuesta de reducir la lista de guerrilleros presos que
    pudiesen ser liberados.

  • Fijar los límites del campo que se ha abierto.
    Abarca también dos pasos

  • Encontrar estándares o criterios objetivos,
    independientes de la voluntad de los individuos a fin de
    poner límites externos al campo de la
    negociación.
    Se desconoce si la Comisión
    de Garantes hizo ver a cada una de las partes los
    límites externos al campo de la
    negociación.

  • Encontrar la "Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado
    (MAAN) obliga a cada uno a reflexionar que haría cada
    uno y su contraparte en el supuesto de no llegar a un
    acuerdo.
    Aunque el 10 de marzo, Cerpa dio a conocer su
    MANN cuando advirtió por medio de la cadena
    británica WTN que estaba "dispuesto a
    afrontar igualmente usa salida pacífica, como militar"
    (Nieto y Mendoza, 1997, pp. 42-43) el mismo careció de
    importancia, ya que no se llevó a cabo en los momentos
    en que pudo accionarse. El MAAN del gobierno peruano
    sí fue llevado a cabo, y tiene que ver con la salida
    violenta por la que optó Fujimori.

Negociación Internacional

La negociación que se llevó a cabo para la
liberación de los rehenes en la Embajada de Perú,
se circunscribe dentro de una negociación internacional
por diversos hechos que se suscitaron durante la Toma y por los
actores participantes en la misma. El grupo guerrillero escoge la
Embajada de Japón, según como ellos mismos lo
indicaron al inicio del secuestro como "una medida extrema contra
la inherencia continua del gobierno de Japón en la
política peruana y su respaldo a la violación de
los derechos humanos en Perú" (Los terroristas peruanos
que mantienen 200 rehenes piden la mediación de
España. El País, 1996). Los rehenes en
principio eran de distintas nacionalidades y al final, los 72
restantes, eran específicamente peruanos y japoneses, por
lo que Japón constituía un elemento determinante
para las negociaciones y toma de decisiones que se llevaron a
cabo. Ello se ve reforzado por las posiciones asumidas por el
Gobierno japonés que no sólo envió un
representante, Teresuke Terada, a que participara en la
Comisión de Garantes como Observador, sino que
además hizo gestiones para una salida pacífica a la
crisis y siempre mantuvo una posición activa, que en
algunas momentos discrepaba de la posición del Gobierno
peruano. Particularmente, el día 28 de enero de 1997,
Japón reaccionó inmediatamente cuando se suscitaron
los hechos de intimidación de la policía peruana
frente a la Embajada, y Ryutaro Hashimoto, primer ministro
japonés en ese entonces, realizó una llamada a
Fujimori, luego de la cual Palermo leyó un comunicado en
el que el Gobierno peruano reconoce que la "residencia tomada
goza, por la Convención de Viena, del privilegio funcional
de la inviolabilidad" (El Show de las Armas. 1997,
Caretas) Agregó que Fujimori "está
estudiando la posibilidad de una coordinación más estrecha, a efectos
de ultimar detalles para concordar posiciones respecto a la
mencionada salida pacífica del problema" (ob. cit.).

Los mandatarios de las diferentes naciones y representantes de
diversas organizaciones
internacionales como la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), Organización de Estados Americanos (OEA), Unión
Europea (UE), el Grupo de los países más
industrializados (G-7), el Vaticano, Amnistía
Internacional, el Movimiento de Países No Alineados, la
Unión Parlamentaria Internacional, el Parlamento
Latinoamericano, la Comunidad
Andina (CAN), el Grupo de Río, entre otras
manifestaron su apoyo al Gobierno peruano. De hecho, las primeras
declaraciones de Fujimori en torno a la crisis tienen que ver con
una comunicación que le escribe a su
homólogo Bill Clinton, el presidente de Estados Unidos
para ese entonces, en virtud de que hasta el día 23 de
diciembre de 1996 se encontraban como rehenes una gran cantidad
de ciudadanos estadounidenses. Posteriormente, el 25 de
diciembre, el presidente ruso del momento, Boris Yeltsin, propuso
al G-7 conformar una fuerza multinacional para resolver el
secuestro, y también le ofreció a su
homólogo peruano enviar una unidad antiterrorista espacial
para liberar a los rehenes.

Perú y Uruguay tuvieron un impasse el 24 de diciembre
de 1996 producido por la liberación de dos emerretistas,
Luis Alberto Samaniego y Sonia Gora Rivera, llevadas a cabo por
el Poder Judicial de este último país en respuesta
a una exigencia que hecha por el MRTA. Esto permitió la
liberación del embajador de Uruguay en Perú,
Tabaré Bocalandro Yapeyú. También se dio la
liberación del embajador de Guatemala, José
María Argueta, y según el comunicado del MRTA, ello
se produjo en "reconocimiento al proceso de paz" llevado a cabo
en su país.

Se temía que se repitiera el mismo efecto en el caso
particular de Bolivia, país donde también
habían emerretistas presos que podían ser canjeados
por Jorge Gumucio, Embajador de Bolivia en Perú y uno de
los 72 rehenes. Entre los militantes del MRTA presos en Bolivia
se encontraban Juan Carlos Caballero, considerado el tercer
hombre del
grupo; Martín Cerna Ponte; Justino Soto Vargas y Elizabeth
Ochoa Mamani. Aunque Bolivia al comienzo de la crisis
asumió una posición de total apoyo al Gobierno
peruano, esta situación cambió cuando el 8 de abril
de 1997 se produjo una confusión derivada de las
declaraciones del entonces ministro de Comunicación
Social de ese país, Mauricio Antezama, quien
señaló que estaban en estudio todas las opciones
incluso el canje de rehenes por la liberación de
emerretistas presos. Esto fue negado al siguiente día por
el Gobierno boliviano.

Por otra parte, una de las alternativas por las que
optó Fujimori, fue la de solicitar asilo a Gobiernos
extranjeros, como fue el caso de los Gobiernos de Cuba y
República Dominicana. Igual gestión
hizo el Primer Ministro japonés Hashimoto. Es preciso
acotar que Cuba dio respuestas favorables, sin embargo, el MRTA
no las aceptó.

Las instituciones que representaban los integrantes de la
Comisión de Garantes que se conformó para ayudar a
resolver el conflicto, eran de orden internacional. El Vaticano
aprobó la integración del Obispo de Ayacucho, Juan
Luis Cipriani. La Cruz Roja Internacional estaba representada por
el jefe de la delegación del Comité Internacional,
Michael Minnig. El Gobierno canadiense, por su parte, estaba
representado por Anthony Vincent, embajador de este país
en Lima.

Particularmente, Canadá participó como
país anfitrión en la reunión que sostuvieron
Alberto Fujimori y Ryutaro Hashimoto. De hecho, en la revista
peruana Caretas se llegó a especular acerca de la
real agenda del canciller canadiense durante una visita que
realizó a Cuba una semana antes de la reunión entre
los mandatarios, dado por las muy buenas relaciones
diplomáticas entre las dos naciones (Lo que se trae bajo
la manga. Bromas aparte, 1997, Caretas).

El MRTA también le añadía elementos
internacionales, no sólo por tener activistas presos en
distintos países latinoamericanos, como ya se
señaló en el Capítulo I: El Conflicto:
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
, sino que
además mantuvieron un corresponsal internacional que
participaba en el secuestro desde Hamburgo, Isaac Velazco,
ratificando las posiciones del Comando captor mediante entrevistas
concedidas a medios de
comunicación internacionales y a través de
comunicados.

Los medios de comunicación, como forjadores de
opinión pública, también le dieron esta
relevancia internacional en el sentido de que los primeros
días del secuestro ocupó la noticia de primera
página, y tanto agencias internacionales, como medios de
comunicación de muchos países y de importante
relevancia informativa mantuvieron a sus corresponsales en el
lugar de los acontecimientos.

Negociar o no, con la guerrilla

La toma de la Embajada Japonesa, al ser un hecho calificado
como terrorismo, crea la polémica si se debe o no llevar a
cabo una negociación teniendo implicaciones de tipo
morales y políticas, tal como lo afirma Omarchea (1997. p.
6). El autor cita a su vez a Hughes en cuanto a los argumentos en
contra y a favor de este tipo de negociación. Con respecto
a los argumentos en contra se concluye que el Estado no puede
negociar con terroristas (término usado por Fujimori para
calificar al grupo guerrillero MRTA), ya que esto
equivaldría a someterse a sus exigencias y les
daría legitimidad y por ende, fortaleza. Además,
está el hecho de que de llevar a cabo una
negociación, ésta sería identificada como un
precedente para futuras acciones de este estilo. Por otra parte,
al negociar y finalizar otorgando impunidad a
actos terroristas, se atentaría contra el contrato social,
que establece el Estado con los habitantes de la nación
donde opere.

Por otra parte, el mismo autor expone las razones a favor de
una negociación con los protagonistas del secuestro. En
principio, el hecho de negociar no implica obligatoriamente
someterse a las exigencias de los guerrilleros. Segundo, y lo
más importante, la opción de no negociar, implicaba
el uso de la fuera, poniendo en riesgo la vida de
los rehenes, hecho que finalmente ocurrió. Finalmente,
Omarchea citando a Hughes explica que se podrían llegar a
ciertos acuerdos que no implicaran un cambio sustantivo en la
correlación de fuerzas entre las partes.

Otros frentes de negociación

Por producirse la crisis en la Residencia del embajador
Japonés, Morisiha Aoiki, este país asiático
tuvo gran influencia en las negociaciones llevadas a cabo entre
el MRTA y el Gobierno peruano, tal como se mencionó en el
apartado Negociación Internacional, ubicado en este
mismo capítulo. Desde un comienzo la posición de
Japón inclinada hacia una salida pacífica, se hizo
notar a través de declaraciones y decisiones llevadas a
cabo como la designación de un Observador en la mesa de
negociación y diligencias ante el Gobierno cubano para una
salida de la crisis. Una hipótesis expuesta en el diario El
Universal
(Tokio inconforme con estrategia de Lima. 1996,
Cuerpo 1, p. 8) expresaba que Tokio negociaría
directamente con los guerrilleros a fin de que esos puedan salir
de Perú, protegidos por la impunidad diplomática
japonesa, a cambio de que fuesen liberados con vida todos los
rehenes. Agrega el artículo que el historial de
Japón en situaciones de rehenes es de negociar.

Inicialmente, el 20 de diciembre de 1996, el portavoz del
Gobierno japonés, Seiroku Kajiyama, dijo que Japón
y Perú discrepaban totalmente sobre el modo de solucionar
la crisis. Posteriormente, el 30 de ese mismo mes, el Gobierno
japonés tuvo que negar que hubiese efectuado pago de cupos
por la liberación de sus ciudadanos secuestrados. Luego,
el 04 de enero de 1997, el primer ministro japonés,
Ryutaro Hashimoto, confesó sentirse pesimista pues
consideraba que las conversaciones para la solución de la
crisis, se encontraban estancadas. El mismo portavoz del MRTA,
Isaac Velazco, incitó a una mayor participación del
Gobierno japonés, cuando el 29 de enero de 1997,
manifestó que este país debía usar su
influencia y poder económico para que Fujimori respetara
su territorio.

Luego, Fujimori y Hashimoto, se reunieron el 01 de febrero, en
Toronto, Canadá, y suscribieron un documento en el que se
comprometieron a estrechar esfuerzos para llegar a una
solución a la crisis. Esta reunión se produjo luego
que se realizaran enfrentamientos entre funcionarios policiales
peruanos y el comando captor. En el encuentro, Fujimori
informó de tres escenarios posibles, dos de los cuales
implicaban violencia, y Hashimoto se inclinó por la salida
pacífica, pero tuvo que respaldar al Mandatario peruano en
el rechazo a la demanda de la liberación de los
emerretistas presos.

La presencia de Teresuke Terada en la Comisión de
Garantes desempeñándose como Observador, iba
más allá según un artículo de
Caretas "Será el guardián de que cualquier
paso que superara la vía pacífica por contingencias
como una balacera, una muerte
súbita o un incidente mayúsculo, tendría que
ser sometido "previamente" a la aceptación del alto mando
japonés" (Lo que se trae bajo la manga. ob. cit.).

En esta reunión Hashimoto también ofreció
a Fujimori negociar con un tercer país para que aceptara
asilar al comando emerretista. Seguidamente y por acciones
llevadas a cabo por el entonces secretario de Estado de Asuntos
Exteriores de Japón, Masahiko Komura, durante la segunda
quincena del mes de marzo de 1997, el presidente cubano, Fidel Castro,
confirmó su posición de cooperar en la
búsqueda de una solución pacífica a la
crisis. Komura también visitó Santo Domingo,
República Dominicana, para entregarle al presidente de ese
entonces, Leonel Fernández, una carta del
gobierno japonés con la petición oficial de asilo
para miembros del Comando del MRTA. Aparentemente, el gobierno
dominicano había aceptado por razones de humanidad, acoger
a una parte de los integrantes del comando.

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