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Teorías del Conocimiento (página 2)



Partes: 1, 2

El hombre se
encuentra imposibilitado para conocer directamente la realidad,
las cosas en sí, tal y como son. Perdida la ingenuidad de
un realismo
gnoseológico, se hace necesario reorientar la pregunta
acerca de lo real: ¿Conocemos las cosas tal y como son o
son las cosas tal y como las conocemos? La realidad ha dejado de
ser evidente, porque no puede ser conocida más que
mediatamente, a partir de nuestras ideas o representaciones
mentales, esto es: a partir del propio sujeto cognoscente y no
del mundo en sí. Racionalistas y empiristas tendrán
que enfrentarse antes que nada con la cuestión del sujeto
como origen de todo conocimiento
acerca de lo real y con la cuestión de las posibilidades y
límites
de tal conocimiento. Lo obvio es el sujeto que conoce, a partir
del cual se construye lo real, el mundo "extra mental":
Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia
inmediata la importancia otorgada a la
investigación sobre el método. Se
tiene conciencia de una
ruptura con el Renacimiento y
la seguridad de que
se está haciendo y estrenando un nuevo saber. De la
preocupación fundamentalmente filológica de los
renacentistas, de su revolución
orientada hacia el pasado, se pasa a una revolución que,
desde el presente, se ordena hacia el futuro desde una
perspectiva optimista de progreso. El paulatino despegue de las
ciencias
particulares, favorecido por la independencia
gradual de toda investigación respecto a los dogmas de la
religión y
la tradición hacía necesaria la
investigación de un método que desechara todo
aquello que no pudiera diferenciarse rigurosamente ni de lo
verdadero ni de lo falso. El ámbito de la conjetura, de lo
probable no puede mantenerse si lo que se pretende es construir
una ciencia cuya
característica fundamental sea la certeza, su absoluta
indubitabilidad. Por eso, la preocupación por establecer
un método seguro y riguroso
fue uno de los intereses primordiales de esta
época.

Características fundamentales de la filosofía racionalista:

1.1. Plena confianza en la razón humana los
filósofos racionalistas le otorgan un
valor extremo
a la razón entendida como la única facultad
susceptible de alcanzar la verdad. La oposición
típica en la Edad Media
entre razón y fe (Revelación) o entre
filosofía y religión, es sustituida ahora por la
contraposición entre las verdades racionales frente a los
engaños o ilusiones de los sentidos.
Razón se opone a sensibilidad, experiencia, conocimiento
sensoperceptual, no a fe.

1.2. Existencia de ideas innatas Siguiendo la
tradición abierta por Platón,
para el cual el
conocimiento verdadero podía ser alcanzado a
través del recuerdo, al estar las Ideas de algún
modo "presentes" en el alma humana,
los racionalistas afirman que la conciencia posee ciertos
contenidos o ideas en las que se encuentra asentada la verdad. La
mente humana no es un receptáculo vacío, ni una
"tabla rasa" como defendieron los empiristas, sino que posee
naturalmente un número determinado de ideas innatas o
naturalezas simples (como las denomina Descartes) a
partir de las cuales se vertebra y fundamenta deductivamente todo
el edificio del conocimiento. La característica
fundamental de tales ideas es su simplicidad, claridad y
distinción, es decir, la evidencia. En Descartes las ideas
innatas y en particular la idea de Dios garantizan y son los
pilares desde los que reconstruir con plena certeza todos los
saberes, desde la física hasta la
metafísica. En Leibniz, por ejemplo, las
mónadas contienen ("como semillas") una perspectiva
parcial de la totalidad del universo, son un
microcosmos en el que se refleja el macrocosmos.

1.3. Adopción
de un método de carácter matemático Todos los
racionalistas tomaron como modelo el
método utilizado por la matemática
y la geometría:
Descartes lo desarrolló en su obra Reglas para la dirección del espíritu; Spinoza en
el Tratado de la reforma del entendimiento y Leibniz en su De
Arte
combinatoria, que estaba inspirado en Ramón
Llull. La utilidad del
método estriba no sólo en escapar del error, sino
que persigue una intención clara: la unificación de
las ciencias e incluso la creación de una "Mathesis
Universalis" o ciencia cierta de carácter universal que
pudiera utilizar un lenguaje
simbólico matemático con el que analizar y reducir
a lo simple (y cierto) toda proposición compleja de
la ciencia. En
las Regulae ad directionem ingenii (Regla IV) define Descartes el
método de la siguiente manera: "Así pues, entiendo
por método reglas ciertas y fáciles, mediante las
cuales, el que las observe exactamente no tomará nunca
nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente
ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando gradualmente
su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo
aquello de que es capaz." El método es una
propedéutica: sana, cura el entendimiento y lo orienta a
la conquista de
la verdad, reduciendo toda cuestión compleja a elementos
simples, claros y distintos (evidentes) que son conocidos
mediante una intuición intelectual, despojada de toda
sensibilidad e independiente del ámbito de la experiencia
(a priori).

1.4. Metafísica basada en la idea de substancia
La metafísica racionalista desvía la atención del ser (to ón) a la
substancia (substantia) y adelgaza la división categorial
de Aristóteles a tres únicos
fundamentos: substancia, atributos (esencia o naturaleza de
la substancia) y modos (cualificaciones, afecciones y variaciones
de la substancia). Por substancia entienden los racionalistas
"aquello que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra
cosa para existir" (Descartes). Ahora bien, no todos estos
filósofos admitieron el mismo número de ellas ni le
otorgaron las mismas características. Descartes
afirmó la existencia de tres substancias distintas (res
infinita o Dios, res cogitans o pensamiento y
res extensa o substancias corpóreas), lo cual le condujo
al establecimiento de un acusado dualismo que escindió la
realidad en dos ámbitos heterogéneos (lo corporal o
material y lo espiritual) irreconciliables entre sí y
regidos por leyes
absolutamente divergentes (leyes mecánicas para el mundo
físico). Spinoza afirmó la existencia de una
única substancia, "Deus sive substancia, sive natura", que
le hizo desembocar en una postura panteísta: pensamiento y
extensión son atributos de Dios, única substancia
existente, por lo que tanto el pensamiento (alma) como las cosas
materiales no
pueden ser consideradas sino como sus modos, no como entidades
independientemente existentes. Leibniz, sin embargo,
adoptó un pluralismo metafísico que afirmaba la
existencia de infinitas substancias simples o mónadas
caracterizadas por ser inextensas, simples, impenetrables y
dotadas de percepción
y apetición. La mónada es una cierta
energía, fuerza o
entelequia (alma) que sigue el orden inexorable de una
armonía preestablecida por Dios.

1.5. El mecanicismo Aunque no fue adoptado por todos los
racionalistas (Leibniz, por ejemplo), el mecanicismo fue el
paradigma
científico predilecto para la mayoría de ellos.
Según éste, el mundo es concebido como una
máquina, despojada de toda finalidad o causalidad que vaya
más allá de la pura eficiencia: todo
se explica por choques de materia en el
espacio (lleno) y no existen fuerzas ocultas o acciones "a
distancia". El mundo es como un gigante.

El problema es cuando adaptamos esta teoría
a la
educación de Guatemala,
porque debemos reconocer que no existe una filosofía
concreta. Esto ocasiona que cada cuatro años se administre
la educación
nacional de acuerdo a la filosofía de cada gobierno (si es
que la tiene) o de acuerdo también a intereses personales
y políticos.

No se puede hablar de racionalismo
si no se maneja el método
científico. Por lo que en las instituciones
se debería de promover la investigación científica desde los
primeros niveles. Siempre recordando que no se pretende
cuestionar los credos, pues no estamos en una etapa
escolástica sino científica, por lo tanto lo que se
pretende es delimitar los fines políticos y sociales de la
educación.

Empirismo

Esta postura ha sido mantenida por numerosos
filósofos, como por ejemplo, Aristóteles, Epicuro,
los estoicos, Tomás de Aquino y Ockham. Sin embargo, en un
sentido estricto, el empirismo
propiamente dicho hace relación a las teorías
filosóficas creadas por las corrientes antes mencionadas.
Los caracteres fundamentales del empirismo podrían
resumirse en las siguientes tesis:
Subjetivismo del conocimiento En este punto, empiristas y
racionalistas coinciden al afirmar que, para conocer el mundo se
ha de partir del propio sujeto, no de la realidad en sí.
La mente no puede conocer las cosas más que a partir de
las ideas que tiene sobre ellas. Por lo tanto, si lo primero en
el orden del conocimiento son las ideas, éstas
habrán de tener un origen distinto a la propia mente
(tesis racionalista). Su validez objetiva le vendrá de las
cosas mismas. Este último punto no puede ser aplicado a
todos los empiristas sin excepción. Hume, por ejemplo,
negó que se pudiera inferir la existencia de la realidad
exterior a partir de las "percepciones" que tenemos sobre
ella.

En filosofía occidental, doctrina que afirma que
todo conocimiento se basa en la experiencia, mientras que niega
la posibilidad de ideas espontáneas o del pensamiento a
priori. Hasta el siglo XX, el término empirismo
se aplicaba a la idea defendida sobre todo por los
filósofos ingleses de los siglos XVII, XVIII y XIX. De
estos filósofos ingleses, John Locke fue
el primero en dotarlo de una expresión sistemática,
aunque su compatriota, el filósofo Francis Bacon,
había anticipado algunas de sus conclusiones. Entre otros
empiristas también se cuentan David Hume y George
Berkeley. Opuesto al empirismo es el racionalismo, representado
por pensadores como el francés René Descartes, el
holandés Baruch Spinoza y los filósofos de los
siglos XVII y XVIII Gottfried Wilhelm Leibniz y Christian von
Wolff. Los racionalistas afirman que la mente es capaz de
reconocer la realidad mediante su capacidad para razonar, una
facultad que existe independiente de la experiencia.

El pensador alemán Immanuel Kant
intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el
racionalismo, restringiendo el conocimiento al terreno de la
experiencia, a posteriori, y por ello coincidía con los
empiristas, pero atribuía a la mente una función
precisa al incorporar las sensaciones en la estructura de
la experiencia. Esta estructura podía ser conocida a
priori sin recurrir a métodos
empíricos, y en este sentido Kant coincidía con los
racionalistas.

En los últimos años, el término
empirismo ha adquirido un significado más
flexible, y ahora es utilizado en relación con cualquier
sistema
filosófico que extrae todos sus elementos de
reflexión de la experiencia. En Estados Unidos
William James llamó a su filosofía empirismo
radical
y John Dewey acuñó el término
de empirismo inmediato para definir y describir su
noción de la experiencia. El término leyes
empíricas
se aplica a aquellos principios que
expresan las relaciones que, según se aprecia, existen
entre los fenómenos, sin que impliquen la
explicación o causa de los fenómenos
mismos.

La filosofía empirista llevó a cabo una
saludable autocrítica de la razón, delimitó
sus límites y restringió sus posibilidades
asentándola en el ámbito de la experiencia. El
empirismo es una corriente filosófica opuesta al
racionalismo que surge en Inglaterra en el
siglo XVII y que se extiende durante el siglo XVIII y cuyos
máximos representantes son J. Locke, J. Berkeley y D.
Hume. Se suele incluir también en este movimiento a
T. Hobbes, aunque
con ciertas reservas. La contraposición al racionalismo
fue desenfadadamente expresada por Bacon en su Novum Organum:
"Los empíricos –a modo de hormigas- no hacen
más que amontonar y usar; los razonadores –a modo de
arañas- hacen telas sacadas de sí mismos" (Op. Cit.
I, 95). Las numerosas disputas que protagonizaron ambas
corrientes se debían fundamentalmente al desprecio
racionalista de la experiencia como fuente de conocimiento frente
al papel predominante que le otorgaron los empiristas. En un
sentido bastante general, se denomina empirismo a toda
teoría que considere que la experiencia es el origen del
conocimiento, pero no su límite.

La experiencia (empeiría) como única
fuente del conocimiento El origen del conocimiento es la
experiencia, entendiendo por ella la percepción de los
objetos sensibles externos (las cosas) y las operaciones
internas de la mente (emociones,
sensaciones, etc.). Esta afirmación no tiene la misma
significación en todos los empiristas. Si para Locke estas
ideas (percepciones) son objetivas, es decir, son producidas por
las cosas mismas o substancias, para Berkeley y Hume no se puede
admitir que nuestras ideas sean causadas por las cosas materiales
(idealismo).
Berkeley negará la existencia de la substancia material:
la causa de nuestras ideas es Dios y nuestra propia mente. "Ser"
consiste únicamente en ser percibido (esse est percipi).
Hume extenderá su crítica
empirista a la existencia de toda substancia, corporal,
espiritual (yo) o divina (Dios). Nuestro conocimiento es
conocimiento de nuestras propias percepciones (impresiones) de
las que se han de derivar, como sus copias, todas las ideas. Por
ello, no podemos defender la existencia de un mundo exterior, ni
de un "yo" ni de una substancia divina. Hacerlo implicaría
rebasar los límites de nuestra propia razón (ir
más allá de la experiencia).

Así pues, para los empiristas, el único
criterio de verdad es la experiencia sensible. Negación de
las ideas innatas de los racionalistas Si todo conocimiento ha de
provenir de la experiencia esto supone que habrá de ser
adquirido. La mente no posee contenido alguno (ideas innatas),
sino que es como una "tabla rasa", un receptáculo
vacío que debe "llenarse" a partir de la experiencia y
el
aprendizaje. El innatismo racionalista presume que todo
hombre, por el mero hecho de ser racional, nacería con
unos contenidos de conciencia dados que no podría ignorar,
por lo que todos conoceríamos las cosas sin aprendizaje ni
experiencia previa, cosa que no sucede. El conocimiento humano es
limitado: la experiencia es su límite. Esta postura es
radicalmente opuesta a la de los racionalistas, para los que la
razón, utilizando un método adecuado, no tiene
límites y podría llegar a conocerlo todo. Los
empiristas restringen la capacidad de la mente humana: la
experiencia es su límite, y más allá de ella
no es lícito ir si no queremos caer en el error,
atribuyéndole a todo lo que no ha sido "experimentado" una
realidad y existencia objetiva. Hume, el más radical y
consecuente con los postulados del empirismo, criticará y
negará la posibilidad de la metafísica, al no tener
base empírica y traspasar los límites la
experiencia. Las ideas de la metafísica son absurdas e
ininteligibles, porque no provienen de ninguna impresión
sensorial de la cual sea copia la idea. Tampoco aceptará
que la física pueda proporcionar un conocimiento verdadero
y necesario sobre los fenómenos (cuestiones de hecho) por
basarse en el principio metafísico de la causalidad. Sobre
los fenómenos naturales no cabe más que un
conocimiento probable basado en la creencia.

Únicamente la matemática, que no se
fundamenta en la experiencia, sino en nuestras propias ideas y en
las relaciones que mantienen estas entre si, puede considerarse
una ciencia en el sentido estricto de la palabra: un conocimiento
absolutamente verdadero y necesario sobre las cosas.
Negación del valor objetivo de
los conceptos universales Los empiristas aceptarán el
postulado nominalista de que los conceptos universales no hacen
referencia a ninguna realidad en sí (objetiva), sino que
son meros nombres que designan a un conjunto de ideas
particulares o "percepciones" simples que se encuentran
vinculadas entre sí. Cualquier idea compleja ha de ser
explicada por combinación y mezcla de ideas simples. Los
universales o conceptos generales son sólo designaciones
de estas combinaciones más o menos "estables" de ideas
simples.

El método experimental y la ciencia
empírica El interés
por hallar un método adecuado para dirigir el pensamiento
fue uno de los intereses principales tanto del racionalismo como
del empirismo. La diferencia entre ambos estriba en que, si para
los racionalistas el modelo ideal de método era
matemático y deductivo, para los empiristas debía
ser experimental e inductivo, similar al que utilizó
Newton en el
campo de la física, y que tan excelentes resultados
había dado. La ciencia no puede basarse en hipótesis o presupuestos
no contrastados con la experiencia. La validez de las
teorías científicas depende de su
verificación empírica. Salvo en las matemáticas, que no versan sobre hechos,
sino sobre nuestras propias ideas y sus leyes de
asociación, las ciencias de los fenómenos naturales
(física, geografía, biología, etc.) deben
evitar cualquier supuesto u hipótesis metafísica,
así como rechazar el método matemático
deductivo.

El error cometido por los racionalistas consistió
en tratar de igual forma y bajo el mismo método a todas
las ciencias, sin distinguir si se referían a hechos de la
experiencia (cuestiones de hecho) o a un simple proceder de la
mente (relaciones de ideas). El tiempo, no
obstante, dio la razón a los empiristas, pues a partir del
siglo XVIII la física se independizó de la
metafísica que, después de la crítica
kantiana, dejará de considerarse una ciencia. La
filosofía empirista, pese a restringir el poder de la
razón, sirvió de sana autocrítica respecto a
nuestros límites y posibilidades racionales.

La educación en Guatemala tiende a ser muy
empírica, sobre todo en muchos maestros de las escuelas o
institutos nacionales, Es por ello que muchos de ellos no anhelan
superarse académicamente. Esto entendiendo que una meta es
"la proyección de un anhelo" como se entendía en
los tiempos en que la educación era para unos pocos
guatemaltecos.

Sin embargo esa educación no solamente trajo el
romanticismo
docente con la filosofía (que hasta dio como resultado una
lucha al principio intelectual, pero después sangrienta y
tonta) ayudando así a la enseñanza de los niños y
jóvenes que era atraídos rápidamente por
esos principios y valores.
También trajo el conformismo de muchos por esos dorados
años que supuestamente eran mejor que los modernos,
olvidando que a partir de que el hombre
conquistó el espacio exterior, inició
también con nuevos descubrimiento que vinieron uno tras
otro evolucionando violentamente la ciencia.

Idealismo

Teoría de la realidad y del conocimiento que
atribuye un papel clave a la mente en la estructura del mundo
percibido. A lo largo de la historia de la
filosofía se pueden distinguir diferentes aplicaciones
y definiciones. En su forma más radical y, muchas veces
rechazada, es equivalente al solipsismo, un punto de vista que
afirma que la realidad se deriva de la actividad de la propia
mente y que nada existe fuera de uno mismo. Sin embargo, de una
forma habitual, el idealista reconoce por completo el mundo
externo o natural, y evita afirmar que éste puede
reducirse al mero hecho de pensar.

Para los idealistas, por otro lado, la mente
actúa y es, de hecho, capaz de hacer existir cosas que de
otro modo no serían posibles como la ley, la
religión, el arte o las matemáticas y sus
afirmaciones son más radicales al afirmar que los objetos
percibidos por una persona se ven
afectados hasta cierto punto por la actividad mental: si un
estudio sobre el mundo real pretende ser científico es
básico tener en cuenta este hecho.

3.1 PLATÓN

Platón, un remoto precursor del idealismo, postulaba la
existencia de un universo de las ideas o formas que se reflejan
de modo imperfecto como los diferentes objetos que se perciben en
la experiencia común. Sostenía que estas formas o
ideas no son sólo más inteligibles con claridad,
sino también más reales que sus reflejos
transitorios y en esencia ilusorios.

3.2 BERKELEY Y KANT

El clérigo y filósofo irlandés del
siglo XVIII George Berkeley pensaba que todos los aspectos de
aquello que una persona percibe son en realidad reducibles a las
ideas presentes en su mente. El observador no hace que existan
los objetos externos, sino que su idea cierta es introducida en
la mente humana de modo directo por Dios. El filósofo
alemán del siglo XVIII Immanuel Kant perfeccionó
con gran intensidad el idealismo a través de su análisis crítico sobre los
límites del conocimiento asequible para el ser humano.
Kant sostenía que todo lo que se puede saber de las cosas
es la forma en que se manifiesta su experiencia, no hay modo de
averiguar lo que son en esencia en sí mismas. Sin embargo,
también consideraba que los principios básicos de
la ciencia se basan en la estructura de la mente más que
en el mundo externo.

3.3 HEGEL

El filósofo alemán del siglo XIX George
Wilhelm Friedrich Hegel consideraba incorrecta la teoría
de Kant que presenta como inevitable la ignorancia humana sobre
la verdadera naturaleza de las cosas. Hegel defendía la
inteligibilidad última de todo lo que existe.
También pensaba que los mayores logros del espíritu
humano (la cultura, la
ciencia, la religión y el Estado) no
son resultado de procesos
mentales determinados por una vía natural, sino que son
concebidos y mantenidos por la dialéctica, la actividad
del intelecto libre y reflexivo. Otras variantes del pensamiento
idealista pueden encontrarse en las obras de los alemanes del
siglo XIX Johann Gottlieb Fichte y Friedrich Wilhelm Joseph von
Schelling, del inglés
del siglo XIX Francis Herbert Bradley, de los estadounidenses del
siglo XIX Charles Sanders Peirce y Josiah Royce y del
filósofo italiano del siglo XX Benedetto Croce.

El idealismo dice: "La realidad es causada por las ideas
de la mente humana. No hay realidad independiente de la mente
humana". ¿Qué significado puede tener esto para el
SI artificial? Constata que todo lo que es real para él,
es decir, que toda su estructura de conceptos y todas sus reglas
de actuación, son el resultado de su sentir y de su
pensar. No existen conceptos ni reglas de actuación fuera
de su mente. Veamos algunos de los principales procesos de sentir
y de archivar experiencias dentro del SI artificial. Mediante
impulsos eléctricos recibe comunicaciones
desde su entorno. Dentro de aquella parte del sistema que
representa el cerebro,
transforma estos impulsos en números, representados por
cargas eléctricas binarias. Estos números son la
parte más elemental de comunicación. Luego el SI los conecta,
llegando a situaciones parciales, y finalmente a la
situación actual compuesta. Nótese, por favor, que
el SI artificial no conoce los "árboles", las "piedras" y la "comida", que
existen en el entorno (Kant lo denomina "la cosa misma"). El SI
recibe información sensorial y basado en estos
crea conceptos que representan esta información sensorial.
Estos conceptos son rotulados por números (son los
conceptos, las ideas, las sanscaras, de los que hablan los
budistas). Es de notar que estos números no representan
conceptos; ellos son los conceptos. Para que un número
represente algo, ese "algo", que es representado, debe existir.
Pero en el SI no hay nada más que estos
números.

Con esto surge la pregunta de cuáles parecen ser
los requerimientos mínimos para que algo pueda ser un
"concepto" Para
que sea posible trabajar con conceptos, cada concepto debe
diferenciarse claramente de todos los otros conceptos.
También debe ser posible conectar un concepto con otros
conceptos. Parecer ser que estos dos son los requerimientos
mínimos. En un SI electrónico, es un número
el que cumple con estos dos requerimientos. Cada número
puede ser diferenciado claramente de cualquier otro
número. Cada número también puede servir
como dirección en la cual pueden ser archivados otros
números. Es decir, que el número puede ser
conectado a ciertos números, pero no a otros. Cuando
utilizamos un editor de textos en una computadora, y
escribimos la palabra "árbol", esta palabra solamente
representa nuestro concepto, porque no hay conexión alguna
dentro de la computadora
entre esta palabra y "raíz", "rama" o "tronco". La
conexión únicamente existe en la mente de la
persona que la escribió. Cuando el SI utiliza el concepto
"árbol", las conexiones a los demás conceptos
están dentro de la computadora. Es decir, que para el SI
el número para "árbol" es un concepto; no
representa un concepto. Cuando el SI artificial ha combinado las
sensaciones elementales, le asigna un número a la
situación parcial que nosotros llamamos, por ejemplo, una
piedra. Solamente al tener la experiencia de muchas situaciones
en las que aparece el número para la piedra, el SI, con el
tiempo, sabe qué esperar del número para una piedra
(diríamos, qué propiedades tiene una piedra,
qué se puede hacer con una "piedra"). Es algo similar de
lo que pasa en los humanos. Desde el entorno algo llega a
nuestros órganos sensoriales, y éstos transmiten a
través de los nervios impulsos eléctricos binarios
al cerebro. Allí, dentro del cerebro, estos impulsos
forman las sensaciones más elementales. Parece ser, que en
los humanos, los conceptos son la salida de campos neuronales.
Ellos son causados por la conectividad del campo
neuronal.

Esta salida es de origen binario. Neuronas excitadas e
inactivas son comunicaciones binarias, muy similares a los
números en las computadoras,
los que, como hemos visto, representan cargas eléctricas
binarias. La mente humana no reconoce inmediatamente
árboles, piedras y alimento, sino que recibe solamente
impulsos nerviosos binarios desde distintos nervios. Y desde
éstos se forman conceptos mediante procesos internos. Como
lo dice el idealismo, las realidades, tales como el concepto para
"silla" o "mesa", son partes de la mente. No existen conceptos
algunos que sean independientes de la mente. En el SI artificial
son números archivados en su mente. Tal concepto es mucho
más que una representación de la forma exterior o
del color. El
concepto para la "silla" incluye que la silla se puede usar para
sentarse en ella, o para que sea quemada para obtener calor. Es una
información que no existe en la "causa de todas las
sensaciones" del entorno. Existe únicamente en la mente.
De manera que el idealismo tiene razón, toda realidad de
los SI's artificiales es causada por sus ideas, sus conceptos. No
hay realidad fuera de su mente. A pesar de que hay algo que no es
un concepto y no forma parte de su mente, es decir, el
"entorno".

Es aquí donde surgen los comentarios de los ateos
al asegurar que Dios es producto del
pensamiento humano. Esta clase de
comentarios ha desmoralizado a muchos alumnos en diferentes
niveles educativos a nivel nacional, pues por sus principios
religiosos se siente ofendidos al escuchar semejantes
aseveraciones. Sin embargo no se puede hablar deliberadamente de
u tema sin antes aclarar ampliamente el tema y sus diferentes
enfoques.

En ese sentido la educación no se ha sentido
respaldada por esta filosofía, porque aunque es importante
para llegar a conclusiones filosóficas, su
aplicación sin el respaldo del conocimiento provoca estos
cismas innecesarios.

Escepticismo

En griego, skeptesthai, "examinar"), en la
filosofía occidental, doctrina que niega la posibilidad de
alcanzar el conocimiento de la realidad, como es en sí
misma, fuera de la percepción humana. Por extensión
gradual de su significado, la palabra escepticismo significa
también duda de lo que es generalmente aceptado como
verdad. Todo el escepticismo filosófico, al final, tiene
que ver con la epistemología; es decir, que está
basado en las ideas sobre el ámbito y la validez del
conocimiento humano.

4.1 ESCEPTICISMO GRIEGO

Los sofistas griegos del siglo V a.C. fueron en su
mayoría escépticos. Su punto de vista se refleja en
sus máximas "el hombre es la medida de todas las cosas" y
"nada existe, y si algo existe, no puede ser conocido".
Así, el sofista Gorgias proclamó que todas las
afirmaciones relativas a la realidad son falsas y que, aunque
fueran verdad, su veracidad no podía nunca ser probada.
Otro sofista, Protágoras de Abdera, enseñó
que los seres humanos sólo pueden conocer su
percepción de las cosas, no las cosas en
sí.

Los principios del escepticismo fueron formulados por
primera vez por los pirronistas, una escuela de la
filosofía griega que tomó el nombre de su fundador
Pirrón de Elis. Pirrón, cuyo primer interés
era la ética,
mantuvo que los seres humanos no pueden conocer nada de la
naturaleza real de las cosas y que, en consecuencia, una persona
sabia no debía expresar sus opiniones. Timón de
Flainte, discípulo de Pirrón, llevó el
escepticismo a su conclusión lógica
al afirmar que se pueden dar razones tan buenas a favor como en
contra de cualquier proposición
filosófica.

Los miembros de la Academia Media (la escuela que se
desarrolló en el siglo III a.C. a partir de la Academia de
Platón)
y de la Academia Nueva (siglo II a.C.) de Carnéades fueron
más sistemáticos pero menos radicales en su
escepticismo que los pirronistas. Carnéades
mantenía que ninguna idea podía ser probada de
manera concluyente, pero que algunas podían ser mostradas
como más probables que otras. El escéptico
más importante del último periodo de la
antigüedad fue el filósofo griego Enesidemo, que hizo
una clasificación de diez razones en apoyo de la
posición escéptica y el físico griego del
siglo III d.C. Sexto Empírico, que resaltó la
observación y el sentido común en
oposición a la teoría.

El escepticismo como tendencia filosófica que
origina una forma de pensar que llega hasta nuestro días
fue fundado por Pirrón de Elide y aunque muchos manuales hablen
de predecesores, los propios escépticos se consideraban
seguidores del filósofo Pirrón, de ahí el
nombre de pirronismo con que se conocía este movimiento.
Es probable que algunas opiniones de Demócrito o Anaxarco,
un cierto modo de pensar de los antiguos sofistas o la teoría del
conocimiento de los cirenaicos influyesen de alguna manera en
Pirrón, pero el escepticismo tal y como lo conocemos tuvo
su origen en las propias elaboraciones del
filósofo.

El escepticismo antiguo es una forma de vida que el
filósofo elige. No es simplemente un discurso
teórico, sino también una práctica de
liberación personal cuya
finalidad es lograr alcanzar la felicidad. Para este
propósito se utilizan una serie de técnicas
escépticas como son la suspensión del juicio y la
ataraxia. Una vez conseguido esto, se produce una
transformación en la visión del mundo y en su
relación con él, que podría definirse como
indiferencia. El prototipo de sabio escéptico es su
fundador Pirrón de Elide, cuya renuncia a las cosas
mundanas, su indiferencia y su forma de vivir causaron tal
admiración entre sus conciudadanos que según cuenta
Diógenes Laercio, "por su respeto se dio
decreto de inmunidad a los filósofos". "Nada es
más", este es el lema del movimiento escéptico:
ninguna cosa es más, ni más cierta, ni más
falsa, ni mejor, ni peor. Después tratar de hacer todo lo
posible por conseguir un criterio para saber la verdad, el
resultado es que ningún argumento resulta claramente
definitivo para desvelar las apariencias,
por tanto lo más acertado es suspender el juicio, a partir
de esta decisión uno consigue liberarse de la inquietud.
Esto da paso a una nueva forma de ver el mundo, de relacionarse
con la realidad y romper así las ataduras
dogmáticas.

El escepticismo comparte una característica
importante con otros movimientos de esta época, y es que
la actitud vital
de sus miembros es tan importante como su doctrina
teórica. A grandes rasgos el escéptico
después de examinar cuidadosamente todas las proposiciones
concluye que no hay ninguna verdad que se pueda considerar
definitiva, por lo que recomienda la suspensión de todo
juicio (epojé). Una vez suspendido el juicio, el siguiente
paso es conseguir la ataraxia, es decir, la serenidad de
ánimo, la imperturbabilidad necesaria para poder llegar a
la felicidad. Pero la suspensión del juicio no quiere
decir que haya que abandonar toda investigación ni toda
crítica. Sképsis, es la palabra griega que da
origen al movimiento y significa hacer una reflexión
cuidadosa de lo que se observa, skeptikós son los que
miran o examinan cuidadosamente. El escepticismo tiene dos
partes: una teórica, que es una teoría del
conocimiento, o epistemología, según la cuál
no hay ningún saber firme, y otra práctica, que es
una actitud que consiste en no apegarse a ninguna opinión,
suspender el juicio y conseguir la ataraxia.

4.2 ESCEPTICISMO MODERNO

Durante el renacimiento la
influencia del escepticismo clásico se reflejó
sobre todo en los escritos del ensayista filosófico
francés del siglo XVI Michel de Montaigne. El mayor
exponente del escepticismo moderno fue el filósofo
empirista escocés David Hume. En sus obras Tratado sobre
la naturaleza
humana (1739-1740) y Ensayo sobre
el entendimiento humano (1748), Hume puso en duda la posibilidad
de demostrar la verdad de las ideas sobre el mundo externo, las
relaciones causales, los acontecimientos futuros, o de las
entidades metafísicas, como el alma y Dios. El
filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant, a la
vez que intentaba superar el escepticismo de Hume, negaba la
posibilidad de conocer las cosas en sí mismas o de
alcanzar el conocimiento metafísico. En el siglo XIX, el
filósofo alemán Friedrich Nietzsche
negó la posibilidad de la total objetividad y del
conocimiento objetivo, en ningún campo. El filósofo
estadounidense del siglo XX Jorge Ruiz de Santayana, pretendiendo
haber dado un paso más allá del escepticismo de
Hume, mantuvo en su obra Escepticismo y fe animal (1923), que la
creencia en la existencia de cualquier cosa, incluido en uno
mismo, obedece a un impulso natural pero irracional. Se pueden
encontrar rasgos de escepticismo en otras escuelas modernas de
filosofía, incluyendo el pragmatismo,
la filosofía analítica y el existencialismo.

A nivel nacional se aplica el escepticismo solamente
cuando se habla de filosofía, sin embargo su enfoque es no
creer en nada, como expresan los escépticos extremos, sino
que se cuestionan las creencias hasta comprobar que son reales y
como consecuencias esto trae felicidad, que al final de cuentas es lo que
todos buscamos incesantemente.

Realismo

En filosofía, término utilizado para dos
orientaciones doctrinales distintas de la epistemología.
En la filosofía
moderna, el término realismo se aplica a la doctrina
que manifiesta que los objetos comunes percibidos por los
sentidos, como mesas y sillas, tienen una existencia
independiente del propio ser percibido. En este sentido, es
contrario al idealismo de filósofos como George Berkeley o
Immanuel Kant. En su forma extrema, llamado a veces realismo
ingenuo, se piensa que las cosas percibidas por los sentidos son
en rigor lo que parecen ser. En versiones más complejas, a
veces denominadas como realismo crítico, se da alguna
explicación de la relación entre el objeto y el
observador que tiene en cuenta la posibilidad de que tengan lugar
ilusiones, alucinaciones y otros errores de la
percepción.

En la filosofía medieval, el término
realismo hacía referencia a una posición que
consideraba las formas platónicas, o conceptos
universales, como reales. Esta posición se llama ahora
realismo platónico. En la filosofía de
Platón, un nombre común, como cama, se refiere a la
naturaleza ideal del objeto, sugerida por su definición, y
esta naturaleza ideal tiene una existencia metafísica
independiente de los objetos particulares de esta clase.
Así, la circularidad existe aparte de los círculos
particulares, la justicia,
independientemente de los individuos o Estados justos
particulares, y la idea de cama, independientemente de las camas
particulares. En la edad media, esta posición fue
defendida frente el nominalismo, que negaba la existencia de
tales universales. Los nominalistas afirmaban que los muchos
objetos llamados por un único nombre no comparten nada
sino sólo dicho nombre. El término medio entre
estas dos posiciones incluía el realismo moderado, que
afirmaba que los universales existen en los objetos del mismo
tipo pero no independientes de ellos, y el conceptualismo, que
mantenía que los universales podrían existir con
independencia de los objetos de un tipo particular, pero
sólo como una idea de la mente, no como una entidad
metafísica que existe en sí misma.

5.1 Nominalismo y Realismo

Aquí también se envuelve otra
cuestión, que es la relativa a la relación entre el
nominalismo y el realismo, el tal mentado problema de los
universales, de la realidad o no de los conceptos generales. El
marxismo
leninismo en la práctica actúa como si los
universales tuvieran una existencia real, aunque después
intente teóricamente hacer un compromiso entre el punto de
vista que expresa que los nombres son artilugios de nuestra mente
o que las categorías tienen una existencia real.
Universales tales como "dialéctica", "lucha de
contrarios", "lucha de clases", "pensar" y "ser", adquieren en el
ML el carácter de demiurgos, son más reales que la
realidad misma. Una filosofía que se auto titula
dialéctica desconoce por completo que la formación
de conceptos en la cabeza del hombre posee su propia historia, que las palabras
son totalmente arbitrarias, que la simple traducción de un texto de un
idioma a otro conlleva la pérdida irreparables de miles de
matices. Por ejemplo, en muchos idiomas no existe la
separación entre el "estar" y el "ser" del español,
con toda la carga idiomática y psicológica que
conlleva este matiz. Esto no implica que las lenguas que no
posean estos dos verbos tengan un fallo en su construcción, sino que precisamente, por no
ser un fallo es una muestra
más del carácter arbitrario que tiene el lenguaje y
mucho más las categorías que con él se
inventan.

El lenguaje goza de la arbitrariedad de los signos usados
(para un mismo objeto o noción se puede emplear cualquier
signo sonoro o escrito, una palabra cualquiera que designa un
objeto puede considerar incluido en el objeto dado cierto aspecto
o no), del aspecto relacional o ondulatorio, al decir de
Saussure, que expresa que una palabra significa en función
de otras por oposición, colisión y
entremezclamiento, y de su función de correspondencia
aproximativa, ya que una palabra por sí misma no dice o
encierra al objeto, función o aspecto designado. El hecho
de que el lenguaje es el resultado de un consenso, de un "ponerse
de acuerdo" sobre equivalencias lingüísticas hace
relativa, aproximativa, el hecho de la misma
categorización, porque siempre es posible idear una
categorización distinta, que no por distinta se hace
falsa. Por otra parte el uso de categorías abstractas sin
su marco de referencia permite establecer complejos de
relaciones, en fin, toda una verborragia castillería que
no tiene porqué ser cierta: ninguna especulación
basada en ninguna "ley" que se haga en la cabeza del ser humano
"tiene" que ser cierta en la realidad objetiva: la realidad
objetiva es como es, y el único soporte RELATIVO que
poseen nuestras ideas es el que nos reporta la práctica
humana, que por desgracia también pasa a nuestro acervo
por un PROCESO DE
INTERPRETACIÓN.

Existen pues dos consideraciones igualmente falsas. La
primera, que las categorías de nuestra mente tienen una
existencia en la realidad fuera de nosotros, cuando a lo mas que
podamos aspirar es que el conjunto pensamiento, universal o
categoría presente una correspondencia aproximativa
mayoritaria o de alto porcentaje a algo que existe en la
realidad. Ninguna categoría puede ser por esencia verdad
absoluta, porque de acuerdo a la práctica humana no puede
existir sistema alguno que corresponda exactamente a otro
sistema. (Nota 12) Es decir, el sistema de signos existente en la
cabeza del hombre puede tratar de corresponder con un sistema
dado de la realidad, pero no puede obtener una correspondencia
absoluta, al menos de acuerdo a lo que indica la práctica
humana. La segunda consideración falsa es que en la
realidad exista algo que pueda ser separado de lo demás en
forma absoluta, por lo que toda categoría deja fuera
relaciones del conjunto categorizado y en ese sentido tampoco es
exacta. Uno de los casos mas notables de error
metodológico abstraccionista lo es sin duda el que se
genera por las categorías de contenido y forma, no
sólo en la filosofía examinada, sino en muchas
otras. Dice la filosofía marxista leninista que la forma y
el contenido se complementan mutuamente para formar la totalidad
de la cosa, que, por ejemplo, un átomo
consta en cada caso de tales y tales partículas
elementales, que actúan sobre sí mismas y esto se
llama el contenido. Estas partículas están
ordenadas de un modo determinado y ésta es la forma del
átomo. El problema que se crea no es el nombrar las cosas
-que por otra parte es absolutamente arbitrario, como lo es todo
el lenguaje-, sino que se le asignen funciones
sencillamente no comprobadas por la práctica.

En la educación nacional se ésta
cometiendo un error sin ser reconocido. Al pensar que todo
depende del hombre, se piensa que la naturaleza también,
incluso este pensamiento es usado por naturalistas sin darse
cuenta que según el realismo, las cosas existen por si
solas, dependen de sí mismas, incluso estaban antes de que
el hombre fuera creado, apareciera sobre la faz de la tierra o
caminara erguido, depende de cada creencia.

Materialismo

En la filosofía occidental, doctrina según
la cual toda existencia se puede reducir a materia o a un
atributo o efecto de la materialidad. Según esta doctrina,
la materia es la última realidad y el fenómeno de
la conciencia se explica por cambios fisicoquímicos en el
sistema
nervioso. El materialismo es,
por lo tanto, lo opuesto al idealismo, que afirma la
supremacía de la mente y para el que la materia se
caracteriza como un aspecto u objetivación de la
mente.

El materialismo extremo o absoluto se conoce como
monismo materialista. De acuerdo con la teoría
mente-materia del monismo, según la expuso el
metafísico británico William Kingdon Clifford en su
obra Elementos de dinámica (1879-1887), la materia y la
mente son consustanciales, siendo la una un mero aspecto de la
otra. El materialismo filosófico data de la
antigüedad clásica y ha tenido numerosas
formulaciones. Los primeros pensadores griegos estuvieron de
acuerdo con una variante del materialismo conocida como
hilozoísmo, según la cual la materia y la vida son
idénticas. Relacionada con el hilozoísmo
está la doctrina del hilo teísmo, que afirma que la
materia es divina y niega la existencia de Dios al margen de
sí misma. El atomismo de Demócrito (460-370 a.C.)
retomado por Epicuro, entra dentro de esta corriente
filosófica. Materialismo cosmológico es un
término que se usa para denominar una interpretación materialista del
universo.

El materialismo antirreligioso nace del espíritu
de hostilidad hacia los dogmas teológicos de la
religión organizada, en concreto los
del cristianismo.
Entre los más notables exponentes del materialismo
antirreligioso se encuentran los filósofos franceses del
siglo XVIII Denis Diderot, Paul Henri d'Holbach y Julien Offroy
de la Mettrie. De acuerdo con el materialismo
histórico, formulado en los escritos de Karl Marx,
Friedrich Engels y Vladímir Ilich Lenin, en cada
época histórica el sistema económico
imperante determina las necesidades de la existencia, la forma de
organización social y política, así
como los aspectos religiosos, éticos, intelectuales
y artísticos de cada época.

En los tiempos modernos el materialismo
filosófico estuvo muy influido por la doctrina de la
evolución e incluso puede decirse que ha
sido asimilado con la más amplia teoría de la
evolución. Los evolucionistas trascienden el simple anti
teísmo o ateísmo materialista y pretenden mostrar
cómo las diversidades y las diferencias en el universo son
el resultado de procesos naturales en oposición a los
fenómenos sobrenaturales.

Suele usarse en historia de la filosofía para
designar los sistemas de
Demócrito y Epicuro, la filosofía de los ilustrados
del siglo XVIII, que se autodenominaban
«materialistas», y las ideas ontológicas de
Büchner, Moleschott, etcétera, establecidas en
Alemania en el
siglo pasado a partir de las ciencias
naturales (mecanicismo). También tiene
«materialismo» un uso adecuado cuando se aplica a
concepciones culturales muy generales caracterizadas por un
rechazo moral y
ontológico de la religión, sobre todo si se combina
con lo que Russell denominaba «materialismo
filosófico»: «el convencimiento de que todo
contenido mental es reducible a contenido físico o al
menos procede o se puede explicar por causas meramente
físicas». En la actualidad, en la medida en que el
marxismo y el positivismo
lógico (con su secuela de filosofía
analítica) se encuentran institucionalizados y reivindican
para sí el nombre de «materialistas», ejercen
un control sobre
todo otro pensamiento, que aparecerá así como
«metafísico», «ideológico»
o «no-filosófico».

El materialismo de la conciencia es la negación
de que exista un auto estimulamiento de la conciencia en el curso
de su propia constitución. Por el contrario, es la
afirmación de que no todo «es mensaje» y de
que hay acontecimientos necesarios para esa constitución
que carecen de sentido expresivo, apelativo o significativo…
Típico del espiritualismo de la conciencia sería
una concepción de la cultura y de la historia que las
redujera a procesos «simbólicos», como la de
E. Cassirer. El materialismo de la libertad
consiste en negar que ella esté dada en un auto programación lograda a costa de un
abstracto «control» sobre la naturaleza. Tal cosa es
un presupuesto
indispensable, pero la libertad se produce históricamente:
en el constante ajuste, no sólo a las condiciones de ese
control, sino también a la «igualdad» o justicia de los sujetos entre
sí en orden a la tarea de auto programarse. Así,
las teorías escolásticas sobre la libertad
–sean de premoción física o de
predestinación– son «espiritualistas»
porque no existe «fin» alguno autónomo y dado
al que dirigir la autorregulación de los medios para la
libertad. En parte, puede ser re expuesta aquí la
oposición Popper/marxismo en la cuestión de las
leyes de la historia. Popper, so pretexto de negar cientificidad
a dichas leyes, restringe la libertad a la
autorregulación.

El marxismo, aceptando las leyes de la historia en un
marco de racionalidad más amplio, reconoce que la libertad
no es un equilibrio
programado y no cumplido, sino un equilibrio de hecho que posee
su propia dinámica al margen de las teorías
éticas. Finalmente, el materialismo de la verdad niega
que esta consista en una «simbolización»
universal: no hay verdad que signifique algo globalmente para la
conciencia, sino verdades, y por cierto muchas de ellas
«inútiles» según los criterios
simbólicos. De ahí que la elección de
verdades por criterios no especulativos, sino prácticos
aparezca como una necesidad materialista. En este contexto
difieren Marx y Nietzsche
en cuanto que el «pragmatismo» de este último
–pensar el mundo como pleno de significado para el
hombre– es la enfermedad infantil, espiritualista, de una
verdadera filosofía de la praxis.

Es importante comprender a partir de esta exposición
–para evitar confusionismos y simplismos– que una
ontología pueda ser materialista en
ontología general o respecto a algún
«contexto» y no serlo en absoluto en ontología
especial. Así, respecto al contexto II tanto Husserl como
Platón son «materialistas esencialistas, pues las
ideas, M3, no se hallan reducidas en la conciencia, E, aunque
luego sean idealistas en ontología especial. Otra
filosofía frecuentemente considerada entre nosotros
paradigma de exceso metafísico es la de Heidegger.
Pues bien, con su doctrina crítica a propósito de
la equivocidad del ser aplicado al hombre y a los demás
entes, Heidegger se acerca mucho a un pluralismo que convierte en
materialista su ontología general del contexto I. Al
contrario, Heráclito, «padre de la
dialéctica», es tan monista en ontología
general como pueda serlo Parménides. Su
«devenir» está incluido en el mundo formando
su ser, [309] es decir, M está incluido en mí.
Consiste en la unidad de todas las cosas que devienen. Su
pluralismo hay que buscarlo solamente en ontología
especial. Un caso de contaminación entre ambas ontologías
lo tenemos en la tradicionalmente «materialista»
filosofía atomística.

A nivel educativo es peligroso aplicar esta
teoría, eso no significa que no se deba estudiar porque
nos opondríamos a otras teorías, sin embargo es
necesario conocerla ampliamente para no dañar a los que
tengan diferentes creencias.

Cada una de estas teorías en su debido momento
permitieron la evolución histórica del conocimiento
y hoy permiten que se filtre el nuevo conocimiento para llegar a
verdades especificas después de agotados los
medios.

Referencias
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NOXON, James. La evolución de la filosofía
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Autor:

Erick Saúl
Cifuentes

Monografias.com

DATOS DEL AUTOR

Erick Saúl Cifuentes es Profesor en
Teología y actualmente está cerrando una
Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa en la Universidad de
San Carlos de Guatemala. Es catedrático en el Seminario
Bíblico Pentecostal de Guatemala y ha escrito diferentes
estudios y libros de
temas teológicos, bíblicos, históricos y
autobiográficos.

Partes: 1, 2
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