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La casta de los banqueros – ¿Los mejores talentos? (página 6)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Serias implicaciones

La revelación de las acusaciones contra Stanford
provocó mucha preocupación en organizaciones
financieras internacionales, sobre todo en América
Latina, donde su grupo
financiero tiene varios negocios.

Stanford tiene afiliados en México,
Panamá,
Colombia,
Ecuador,
Perú y Venezuela.
Sólo en el Stanford Bank de Antigua hay depósitos
de venezolanos por US$ 2.300 millones, según indicó
el superintendente de bancos en
Venezuela, Edgar Hernández Behrens. Otras fuentes
estiman que son US$ 3.000 millones.

Nick Davis, corresponsal de la BBC en la región del
Caribe, explicó que Robert Allen Stanford es el principal
empleador privado de Antigua. Tiene doble nacionalidad
de EEUU y de Antigua y Barbuda y sus intereses empresariales
abarcan toda la isla.

"La
investigación a la empresa
más prominente del país provocó una
rápida respuesta del gobierno de
Antigua y Barbuda", explicó Davis. "En un discurso
televisado a la nación,
el primer ministro, Baldwin Spencer, dijo que las acusaciones
tienen "implicaciones profundamente serias" para el
país".

Muchos de los detalles sobre el presunto fraude de
Stanford permanecen confusos, pero la SEC asegura que en sus
operaciones el
magnate texano siguió un patrón de misterio,
incluyendo el que el banco no revelara
a sus clientes que
aparentemente perdió miles de millones de dólares
en inversiones en
el supuesto esquema Ponzi de Madoff.

Madoff permanece bajo arresto domiciliario en su apartamento
en Manhattan tras pagar una fianza de US$ 10 millones.

Sin embargo, se desconoce el paradero de Stanford, cuyos
bienes fueron
congelados por la SEC. Medios de
prensa
estadounidenses aseguraron que el financista texano trató
de arrendar un jet privado para salir de Houston hacia Antigua,
pero que la compañía rechazó su tarjeta de
crédito.

– Stanford, investigado por sus relaciones con narcos (Reuters
19/2/09)

El FBI y otras agencias estadounidenses han estado
investigando si el multimillonario Allen Stanford está
involucrado en el lavado de
dinero para el mexicano Cartel del Golfo, según
indicó la cadena ABC News citando a autoridades
federales.

La Comisión de Valores de
Estados Unidos
(SEC por sus iniciales en inglés)
acusó el martes a Stanford y a dos directivos de Stanford
Group de un fraude valorado en 8.000 millones de dólares
(unos 6.340 millones de euros).

Las autoridades mexicanas detuvieron uno de los aviones
privados de Stanford como parte de la investigación, que se venía
realizando desde el año pasado, informó el
miércoles ABC citando a responsables oficiales a los que
no identificó.

Unos cheques
hallados dentro del avión estarían relacionados con
el Cartel del Golfo, al que se considera el más violento
de los carteles del narcotráfico mexicano, señaló
ABC.

El portavoz del FBI (siglas en inglés de la Oficina Federal
de Investigaciones
de Estados Unidos) Richard Kolko dijo que la agencia no
podía confirmar o negar la investigación.

ABC citó a responsables oficiales diciendo que Stanford
podría enfrentarse a cargos por lavado de dinero y
soborno de funcionarios extranjeros.

Las autoridades señalaron que la acusación de la
SEC iniciada el martes contra Stanford podría haber
complicado la investigación federal relacionada con el
narcotráfico.

La investigación de la SEC sigue a otros procesos sobre
el pago de impuestos
federales por parte de Stanford y sobre sus negocios en
paraísos fiscales, indicó el Washington Post en su
edición
del jueves.

El FBI y otras agencias federales abrieron en los 90 varias
investigaciones sobre un supuesto lavado de dinero en los bancos
en paraísos fiscales de Stanford pero no lograron obtener
pruebas para
acusarlo, reportó el Post citando a un ex funcionario
federal.

Expertos de la industria
señalan que diversas ilegalidades significativas ocurridas
con títulos en el Stanford Group años antes de la
decisión de la SEC fueron señales
reveladoras de problemas
más profundos, indicó el New York Times.

Los registros
muestran que en todas esas ocasiones, los reguladores terminaron
absolviendo a la empresa con
multas relativamente pequeñas, añadió el
diario.

(© Thomson Reuters 2009 All rights reserved)

– Una cadena de investigaciones de fraude precedió el
caso Stanford (The Wall Street Journal – 20/2/09)

(Por Glenn R. Simpson, Dionne Searcey, Kara Scannell y John
Lyons)

Por años, las acusaciones rondaron a R. Allen Stanford,
el empresario
tejano que esta semana fue acusado de encabezar un fraude de US$
8.000 millones.

Sin embargo, una falta de coordinación entre agencias federales y la
dificultad de conseguir información sobre su banco en Antigua
-donde la supervisión financiera es relativamente
laxa- impidió que reguladores obtuvieran una visión
clara de la situación, dicen investigadores.

Las autoridades, que ayer localizaron a Stanford en un pueblo
en Virginia y lo notificaron oficialmente sobre los cargos
civiles, dicen que el asunto reventó en diciembre luego de
que Bernard Madoff supuestamente les contara a sus hijos que
estaba operando un fraude de US$ 50.000 millones. Eso
aceleró la investigación de la Comisión de
Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

Dos años antes, en octubre de 2006, la oficina de la
SEC en Fort Worth, Texas, había abierto una
investigación formal sobre la venta de
certificados de depósitos por parte de Stanford, que
concluyó con los cargos civiles que la SEC presentó
el martes en contra del inversionista y sus socios. La
investigación de 2006 fue precedida por otra demanda ese
mismo año en un tribunal estatal de Florida, en la que un
ex ejecutivo de Stanford acusó a la empresa de operar una
pirámide financiera. Ambas partes alcanzaron un acuerdo
poniendo fin a la demanda.

Stanford aún no ha respondido a los cargos civiles por
fraude presentados por la SEC. En otros casos en su contra a lo
largo de los años, Stanford siempre negó haber
hecho algo ilícito y dijo que cooperó con las
autoridades.

De acuerdo a los cargos civiles por fraude que la SEC
presentó en una corte de Dallas, Stanford International
Bank, con sede en Antigua, atrajo a inversionistas
ofreciéndoles retornos sobre certificados de
depósitos (CD) por encima
del rendimiento del mercado. La SEC
dice que el banco en realidad colocó el dinero
principalmente en bienes raíces y capital
privado, y tergiversó la naturaleza de
su portafolio para atraer a más clientes.

Monografias.com

Según fuentes, un 75% de los CD vendidos por Stanford
habrían sido comprados por latinoamericanos. La
Superintendencia Bancaria de Venezuela, por ejemplo,
informó que inversionistas venezolanos compraron al menos
US$ 3.000 millones en CD de Stanford. Ayer, el gobierno
venezolano anunció que asumirá el control de las
operaciones de Stanford en el país, garantizando a sus
clientes US$ 220 millones en depósitos. Los gobiernos de
Perú, Ecuador, Panamá y
Colombia están interviniendo las filiales locales de
Stanford.

Una de las primeras investigaciones que se hizo a Stanford
International Bank y sus afiliadas ocurrió en 1997 como
parte de una pesquisa de la DEA al lavado de dinero del
narcotráfico por parte de un cartel mexicano, según
documentos de
la agencia estadounidense de combate al narcotráfico.
Stanford cooperó con la DEA y le entregó millones
de dólares, muestran registros del tribunal. No se
levantaron cargos en contra del banco. Poco después, el
Departamento de Estado de EEUU sonó la alarma acerca de
potenciales actividades de lavado de dinero en Antigua
proveniente de la mafia rusa y otros grupos
criminales.

En abril de 1999, el Departamento del Tesoro de EEUU
emitió una advertencia a los bancos estadounidenses para
que investigaran las transacciones de Antigua porque le
preocupaba la fuerte influencia que algunas firmas tenían
sobre los reguladores de la isla. El comentario se refería
a Stanford International Bank, entre otros, aseguran ex
funcionarios estadounidenses. Las autoridades de Antigua de
entonces desestimaron las acusaciones y dijeron que estaban
implementando regulaciones sobre el lavado de dinero de
estándar mundial.

En 2005, dos venezolanos sostuvieron en una corte de Florida
que Stanford International Bank ayudó a crear una
pirámide financiera fraudulenta, cuyo blanco eran
venezolanos. El caso fue resuelto extrajudicialmente. En 2006, un
ex empleado de Stanford también demandó al banco en
Florida, acusándolo de operar una pirámide
financiera. El caso también terminó con un acuerdo,
según el abogado del demandante.

Los reguladores en EEUU empezaron a recibir quejas aisladas
sobre Stanford en 2001, según registros de la Autoridad
Reguladora de la Industria Financiera (Finra, por su sigla en
inglés), la entidad de autosupervisión de Wall
Street. Finra no actuó sobre las denuncias hasta abril de
2007, cuando emitió la primera de cuatro multas por un
total de US$ 70.000.

Los problemas se intensificaron para Stanford International
Bank a fines de 2007 cuando dos altos ejecutivos, Mark Tidwell y
Charles Rawl, renunciaron a la firma debido a preocupaciones de
que Stanford estaba falsificando retornos y mintiendo a
inversionistas, según testimonios presentados en un
tribunal federal de Dallas. A principios de
2008, demandaron a Stanford en una corte estatal de Texas,
alegando fraude.

Para enero, la SEC entrevistó a algunos empleados de
Stanford, según investigadores. El 14 de febrero, el
abogado de Stanford y sus empresas, Thomas
Sjoblom, renunció. El abogado no respondió a
pedidos de comentarios.

– El FBI encontró a Stanford (BBCMundo –
20/2/09)

Agentes de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados
Unidos (FBI) encontraron este jueves al empresario de Texas,
Allen Stanford, y le entregaron los detalles de la demanda civil
que lo acusa de un fraude masivo de US$ 8.000 millones.

"El FBI señaló a través de un comunicado
que se le entregaron los documentos en los que se le notificaba
que sus activos
habían sido congelados y que debe permanecer en EE.UU.
mientras continúa la investigación",
señaló desde Washington el periodista de la BBC,
Richard Lister.

Además le fue solicitado su pasaporte.

"Los alguaciles federales allanaron el martes la sede
corporativa de Robert Allen Stanford en Texas, pero no pudieron
entregarle los documentos relacionados con el caso, o confiscar
su pasaporte, porque se desconocía su paradero",
agregó.

El paradero del multimillonario texano fue objeto de intensas
especulaciones tras conocerse que no había respondido a la
querella presentada el martes por la Comisión de Valores
de EEUU (SEC, según sus siglas en inglés) que lo
acusa de un "fraude masivo y continuo".

Agentes del FBI lo encontraron sentado dentro de un
automóvil en la ciudad de Fredericksburg, Virginia.

"Nos sentimos complacidos y agradecidos con el Señor de
que esté vivo", señaló a la agencia Reuters
su madrastra Billie Stanford, quien vive junto a James, el padre
de Stanford, en Mexica, Texas.

Departamento de Justicia

Se desconoce cómo los agentes pudieron dar con su
paradero, pero uno de sus socios señaló a los medios de
comunicación que Stanford contactó esta semana
al Departamento de Justicia de EEUU.

El FBI dijo que sus agentes no lo detuvieron porque
todavía no se ha presentado una queja criminal y tampoco
se ha emitido una orden de captura.

Funcionarios del Departamento de Justicia, la entidad que
maneja casos criminales, han señalado que están
llevando a cabo su propia investigación.

Los activos del banquero fueron congelados mientras varios
gobiernos de América
Latina y el Caribe tomaban medidas para proteger a individuos que
invirtieron en el Stanford Group.

El magnate de 58 años de edad es propietario de
viviendas de lujo en EEUU y el Caribe.

La querella de la SEC contra Stanford, presentada en Dallas,
Texas, también incluye a dos colegas y tres empresas.

Allanamientos

Los agentes del FBI allanaron esta semana a oficinas de
Stanford en Miami, Houston y otras ciudades.

Al menos cinco países latinoamericanos han intervenido
los negocios de Stanford. En el Reino Unido la Oficina de Fraudes
Graves (SFO, según sus siglas en inglés) investiga
posibles vínculos británicos con el presunto
fraude.

El diario The Wall Street Journal informó el jueves que
los fiscales federales investigan si Stanford llevó a cabo
una estafa Ponzi, un fraude en el que se utiliza dinero de nuevos
inversionistas para pagar ganancias.

El diario The New York Times a su vez señaló que
Stanford pagó multas a la SEC en 2007 por irregularidades
en la capitalización de sus empresas.

La SEC sostiene que Stanford vendió US$ 8.000 millones
en certificados de depósito de forma fraudulenta, con
tasas de
interés muy por encima del promedio del mercado, a
través de su sucursal de Antigua, Stanford International
Bank Ltd (SIB).

El escándalo de Stanford se suma al presunto fraude de
US$ 50.000 millones del veterano de Wall Street, Bernard Madoff,
y otros casos menores que han minado la confianza del
público en los planes de inversiones.

– Un imperio que alardeaba de sus resultados pero aportaba
pocos datos
(Expansión – 20/2/09)

(Por Michael Peel)

Los investigadores se esforzaban ayer para desentrañar
la vasta red
panamericana de negocios de Sir Allen Stanford. Era un imperio
que alardeaba de sus resultados, pero que aportaba pocos datos
sólidos que los respaldaran.

Stanford Financial Group asegura disponer de activos por
valor de
más de 50.000 millones de dólares (39.586 millones
de euros) y presencia en EEUU, Latinoamérica y el Caribe -sin embargo, la
información sobre la naturaleza de sus inversiones y su
destino es escasa-.

Sir Allen -con caros intereses que van desde la propiedad de
una isla a patrocinios multimillonarios en deportes como el golf y el
cricket- se enfrenta ahora a acusaciones de que esta aparente
riqueza empresarial es en parte un artificio creado para
engañar a los inversores.

Stanford Financial Group -el nombre empleado por Sir Allen
para describir sus negocios- no es la empresa clave en control
del conglomerado, sino más bien el concepto que lo
une todo. Se autodescribe como "no una entidad legal, sino una
marca
registrada que abarca la red global de entidades independientes,
pero afiliadas, privadas y de entera propiedad".

En otras palabras, en términos de marketing, el
grupo se asemeja a una especie de McDonald's de
las finanzas,
vendiendo la marca Stanford a inversores desde Quito a St
Croix en las Islas Vírgenes de EEUU.

La atención -así como las acusaciones
de "fraude de magnitud asombrosa" contra los inversores por parte
de la Comisión del Mercado de
Valores estadounidense- se ha centrado en Stanford
International Bank, con sede en Antigua, aunque los 8.000
millones de dólares en activos que reivindican representan
menos de una quinta parte de la supuesta riqueza total del
grupo.

Uno de los principales conductos para otros negocios de
Stanford -y la única empresa registrada en la Autoridad
Reguladora de la Industria Financiera de EEUU- parece ser
Stanford Group Company, con sede en Houston, Texas, y que cuenta
con cerca de una docena de oficinas en EEUU. La edición
del pasado año de Stanford Eagle, la revista de
inversiones del grupo, exponía que Stanford Group Company
había continuado "su crecimiento en todas las
áreas" en 2007. Sin embargo, aportó una serie de
estadísticas irregulares como apoyo, como
un salto del 85% en los ingresos de los
clientes privados.

Se cree que muchos miles de millones de dólares del
dinero del grupo Stanford se localizan en Centroamérica y
Sudamérica, donde Stanford Financial expone contar con
operaciones en 20 ciudades de media docena de países.

El regulador financiero de Venezuela confirma que cerca de
2.500 millones de dólares del dinero de los ahorradores
está invertido en el Stanford International Bank del
país, que representa cerca de la mitad de los
emplazamientos de Stanford Financial en Latinoamérica.

Sir Allen cuenta con otras empresas latinoamericanas que
aseguran estar implicadas en áreas de definición
imprecisa desde la "planificación financiera" a la "inversión internacional", en ciudades que
van desde Monterrey en México a Medellín en
Colombia.

Los detalles en Stanford Eagle sobre las actividades del grupo
son, una vez más, escasos. La revista afirma que los
ingresos latinoamericanos aumentaron un 81% durante 2007, y los
activos un 30%, aunque no aporta cifras totales en ninguna de las
categorías.

La publicación presta demasiado interés a
la generosidad deportiva de Sir Allen, que cubre vela, tenis,
polo, cricket y golf, incluido el patrocinio de un evento para
las golfistas más importantes con un premio de dos
millones de dólares, y el apoyo al torneo anual AT&T
National con Tiger Woods como anfitrión.

Anoche, la página web
de Stanford Financial aún publicitaba el patrocinio del
grupo del Open Sony Ericsson en Florida el mes que viene, donde
estarán presentes Rafael Nadal y Serena Williams
después de sus triunfos en el Open de Australia.

Sir Allen también hacía alarde de gastos en un
emplazamiento adecuado para el centro neurálgico de sus
negocios
internacionales, anunciando planes para crear un "complejo de
gestión
global" para Stanford Financial en St Croix, en las Islas
Vírgenes estadounidenses.

El edificio principal se decoraría según el
estilo "distintivo danés antillano" del territorio, y
estaba previsto que el complejo incluyera un centro de
conferencias, un pabellón para comidas y un hangar de
13.716 metros cuadrados.

(The Financial Times Limited 2009. All Rights Reserved)

– Intervienen Banco Stanford en Antigua (BBCMundo –
21/2/09)

El ente regulador de las finanzas del Caribe angloparlante
asumió el viernes el control del Banco de Antigua del
banquero estadounidense Robert Allen Stanford, cuya empresa ha
sido acusada de una estafa de al menos US$ 8.000 millones.

Los reguladores del Banco Central del Caribe Oriental
señalaron que actuaron para impedir el colapso del banco y
proteger la estabilidad financiera de la región en medio
del pánico
de muchos depositantes.

"Centenares de personas hicieron fila frente a las sucursales
del banco en la isla caribeña de Antigua, donde el
financiero es el mayor empleador del sector privado",
señaló el periodista de la BBC, Rob Norris.

"Él construyó una gigantesca sede de su banco
internacional en la isla. También es propietario del Banco
de Antigua", agregó.

"Los acontecimientos en EE.UU. que involucran al Stanford
Group tienen profundas y graves implicaciones para Antigua y
Barbuda", señaló el primer ministro del gobierno de
ambas islas, Baldwin Spencer.

"Las repercusiones podrían ser catastróficas e
inmediatas", agregó.

Intervención en varios países

La intervención bancarias en Antigua se llevó a
cabo al mismo tiempo que los
gobiernos de Perú, Venezuela y Ecuador y otros
países latinoamericanos suspendieron las operaciones de
filiales bancarias del Stanford Group.

Agentes de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados
Unidos (FBI) encontraron el jueves al empresario de Texas y le
entregaron los detalles de la demanda civil que lo acusa del
fraude masivo.

La Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC,
según sus siglas en inglés) acusó a Robert
A. Stanford el martes de un presunto fraude "de magnitud
impresionante".

El empresario no ha sido detenido y tampoco ha sido acusado de
cargos criminales. Sin embargo, agentes federales le pidieron que
entregue su pasaporte porque tiene una orden que le impide salir
del país.

Lo mismo ocurrió con los directivos de la sucursal del
banco en Venezuela.

Las autoridades estadounidenses sostienen que Stanford
perpetró una estafa Ponzi, un fraude en el que se atraen a
nuevos inversionistas con ganancias ficticias.

Las cuentas de
clientes del Stanford Financial Group fueron congeladas hasta que
se resuelvan los reclamos.

"En el futuro previsible los clientes no podrán
utilizar sus cuentas", señaló el abogado de Dallas,
Ralph Janvey, el responsable de recuperar activos de
Stanford.

– Stanford: el defraudador que desfilaba por Forbes (El
Confidencial – 21/2/09)

(Por A. I. Gracia)

Mientras el mundo entero seguía absorbiendo los nuevos
datos que se filtraban sobre la mayor estafa de Wall Street -el
caso Madoff-, Robert Allen Stanford trataba de tranquilizar a sus
inversores asegurando que su banco (el Stanford International
Bank, SIB) no tenía exposición
"directa ni indirecta" al fraude de 50.000 millones de
dólares. Entre tanto, aprovechó el desconcierto
para retirar cerca de 200 millones de dólares de sus
cuentas correspondientes al dinero de sus clientes. Cuando
éstos intentaron acceder a su dinero, el inversor
alegó que "la Comisión de Valores de Estados Unidos
(SEC) ha congelado la cuenta". Mentira.

La única verdad del nuevo fraude es que se llevó
por delante 6.370 millones de euros y que Stanford, como Madoff,
presumía de ser un empresario de renombre. Para ser
exactos, los 2.000 millones de dólares que posee lo
situaban en el 605 hombre
más rico del mundo, según la revista Forbes. Tiene,
además, la ciudadanía de Antigua y Barbuda, donde fue
ordenado caballero y le permitieron usar el título de Sir.
A partir de esta semana, le guste o no, ostenta el dudoso honor
de ser otro símbolo más de la avaricia que
rompió el saco y que ha provocado la mayor crisis
financiera desde la Gran Depresión.

Stanford se creía listo. Consiguió captar
más de mil millones de dólares para un fondo de
inversión tras inventar un pormenorizado historial de
rentabilidades. Su poder de
oratoria era
tan convincente, que consiguió que sus intermediarios
traspasaran al fondo el dinero de sus clientes por 1.200 millones
de dólares. Pero finalmente quedó atrapado en su
propio cepo al precipitarse la intervención del regulador
bursátil. La retirada de cantidades tan abultadas en tan
poco tiempo encendió todas las alarmas.

La SEC no se fiaba de Stanford desde hacía algún
tiempo, pero lo vigilaba en la sombra, porque había una
investigación en curso para tratar de relacionar al
magnate con el narcotráfico mexicano. El martes fue el
día que saltó la liebre. La policía federal
se vio obligada a entrar en las oficinas de las empresas del
inversor en Houston (Texas) ante el peligro de una posible
huída. Al mismo tiempo, la SEC presentaba cargos ante el
juez Reed O´Connor. En ese momento, Stanford escapó
e intentó despistar al FBI haciendo creer que se
encontraba en Antigua. Finalmente, el jueves fue cazado en
Virginia.

Lanzaba billetes por el aire

Stanford es el presidente del grupo de empresas Stanford
Financial Group. Estudió finanzas en la Universidad de
Houston, donde consiguió su primera fortuna inmobiliaria a
principios de los ochenta gracias a la expansión de la
empresa de seguros y de la
inmobiliaria que su abuelo fundó en 1932. No obstante, su
gran debilidad ha sido siempre invertir en economías en
vías de desarrollo.

Profesionalmente, se le recuerda más como el inversor
que esponsorizaba eventos
divertidos, ya fuera golf, tenis o vela. Públicamente
conocido es su afán de "mecenas" de deportistas
homosexuales. Entre sus hazañas deportivas más
estrambóticas destaca su apuesta por el críquet, a
través de una inversión que ha quedado en los
libros del
deporte como
Twenty20. Stanford se creía tan divertido, que en junio
aterrizó en el Lord´s Cricket Ground de Londres
lanzando billetes al aire para
anunciar un desafío entre la selección
inglesa y un equipo de jugadores de las colonias
británicas del Caribe. El premio ascendía a 20
millones de dólares. Un juego
demasiado gracioso cuando lo que estás regalando es el
dinero de tus clientes.

El principio del fin

El fraude presentado por la SEC empezó salir a la
luz cuando
Stanford vendió certificados de depósito a
través del SIB a unos 50.000 clientes. Las autoridades
bursátiles pidieron cuentas sobre el paradero de ese
dinero, pero los responsables de Stanford se vieron no supieron
responder. Según revela la demanda, los clientes pensaban
que su dinero estaba invertido en activos líquidos, que la
gestión la llevaban más de veinte analistas y que
las inversiones las supervisaban las autoridades de Antigua. Todo
resultó ser una trama bien trazada, según la
demanda de la SEC.

El dinero, en realidad, estaba invertido en activos
ilíquidos y el 90% de la cartera escapaba de cualquier
supervisión. Tampoco se percataron los clientes de que, en
lugar de los veinte gestores, sólo Allen Stanford y su
director financiero, James Davis, manejaban su dinero. Ninguna
autoridad de la Antigua supervisó nunca inversión
alguna. Una vez abierta la caja de Pandora, también se
supo que Stanford mentía cuando afirmaba que no le
había afectado el fraude de Madoff. Simplemente fue una
excusa para no reembolsar el dinero a los clientes que
simplemente reclamaban lo que era suyo.

Un hombre exótico

Se sabe que vive en Santa Cruz, en las Islas Vírgenes
estadounidenses. Es uno de los hombres de negocio más
prominentes del Caribe y su cartera de clientes ha sido de lo
más variopinta. Convenció por igual a
inversionistas, instituciones
que a empresas de crecimiento emergentes de 136 países
distintos. Todos sucumbieron a la misma promesa que hacía
Madoff: les ofrecía jugosos intereses que se pagan con el
ingreso de nuevos inversores y no con ganancias reales.
También les vendía retornos constantes por encima
del 10%, incluso cuando el mercado se caía. Unos
resultados que no se sabía o no se quería saber que
es imposible de cosechar. Stanford, al igual que Madoff,
quedará para los libros de Historia como uno de los
mayores estafadores que no supo o no pudo zafarse de las redes de la SEC.

Los Madoff que vienen
(
Alma, corazón y vida)

– Detectan en EEUU tres nuevos casos de estafa y detienen a
cuatro financieros (La Vanguardia
26/2/09)

La acusación más grave recayó sobre los
inversores neoyorquinos Paul Greenwood y Stephen Walsh, de WG
Trading, que fueron arrestados bajo la acusación de
estafar más de 550 millones de dólares

Las autoridades estadounidenses han detectado tres nuevos
casos de estafa a través de transacciones de valores y
transferencias bancarias ilegales, por los que hoy fueron
detenidos cuatro financieros, acusados de defraudar más de
560 millones de dólares.

La acusación más grave recayó sobre los
inversores neoyorquinos Paul Greenwood y Stephen Walsh, de la
compañía WG Trading, que fueron arrestados bajo la
acusación de estafar más de 550 millones de
dólares a diversas universidades y organizaciones
benéficas.

La Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York
informó en un comunicado de que Greenwood, de 61
años, y Walsh, de 64, supuestamente han desviado a sus
cuentas personales el capital de varios planes de pensiones e
instituciones, cuya inversión a través de WG
Trading superaba los 668 millones.

Entre los centros estafados se encuentran las universidades de
Pittsburgh y Carnegie Mellon, detalló la Fiscalía.
La estafa, que habría comenzado en 1996, se alargó
hasta que este mes ambas instituciones denunciaron a la
compañía por pérdidas de 114 millones de
dólares que atribuían a una mala gestión en
las inversiones de su capital.

Las autoridades estadounidenses añadieron que, de las
operaciones ilegales que los dos empresarios realizaron,
Greenwood se apropió de cerca de 293 millones de
dólares y Walsh, de unos 261 millones, que ingresó
en la cuenta de su actual ex mujer.

Por su parte, Greenwood destinó el dinero a la compra
de bienes privados como caballos y artículos de
colección. También fue detenido James Nicholson,
fundador de la firma de inversiones Westgate Capital Management,
al que se le acusa de delitos
similares.

Según la Fiscalía y el FBI, Nicholson, de 42
años, informaba a sus clientes de que Westgate Capital
Management, con sede en la población neoyorquina de Pearl River,
contaba con activos que oscilaban entre los 600 y los 900
millones de dólares, cuando el valor real era
inferior.

Los inversores le habrían confiado al menos 100
millones de dólares desde 2004, con la promesa
además de que sus cuentas estaban siendo auditadas por una
entidad independiente, algo que según las autoridades era
falso.

Asimismo el financiero neoyorquino Mark Bloom, de 57
años, fue aprehendido por estafar unos diez millones de
dólares a diversos inversores en transacciones de valores
y de realizar transferencias bancarias ilegales.

En otro comunicado, la Fiscalía y el FBI detallaron que
desde julio de 2001 y hasta la actualidad Bloom presuntamente ha
engañado a clientes del fondo de inversión North
Hills, que él gestionaba.

El financiero anunciaba que la cantidad invertida se
destinaría a varios fondos de inversión para
reducir el riesgo de las
operaciones y conseguir rendimientos cercanos al 12 por
ciento.

Sin embargo, a partir de febrero de 2004, y sin consultarlo
con los inversores, Bloom habría destinado al menos el 50
por ciento del capital del fondo North Hills a otro, el
Philadephia Alternative Asset Fund (PAAF).

Según las autoridades estadounidenses, Bloom no
comunicó a sus clientes que había alcanzado un
acuerdo con los gestores de ese fondo para invertir en él
parte del capital.

Además, por ese desvío el acusado habría
cobrado comisiones que ascienden a 1,6 millones de dólares
en 2005, año en que el informó a sus clientes de
estas transacciones.

La Fiscalía de Nueva York y el FBI añaden que el
detenido también se habría apropiado de diez
millones de dólares del fondo que gestionaba, con los que
compró un piso en Manhattan y otros bienes personales.

Los cuatro detenidos se enfrenta a penas de hasta 20
años de cárcel cada uno por delitos relacionados
con transacciones de valores fraudulentas, mientras que
Greenwood, Walsh y Bloom también podrían ser
condenados a otros 20 años por transferencia bancarias
ilegales.

Además, Nicholson se arriesga a otra pena de 30
años por un delito de fraude
bancario. La alarma sobre este tipo de fraudes saltó el
pasado diciembre cuando el FBI y la Policía de Nueva York
detuvieron en Manhattan al financiero estadounidense Bernard
Madoff, acusado de estafar 50.000 millones de dólares a
través de una pirámide financiera, que
podría convertirse en una de las mayores estafas de la
historia.

Los Ponzi-adictos –
¿Avaricia, ignorancia o estupidez? (
Anatomía de la
credulidad)

– Una casucha, una enorme hipoteca y un final muy infeliz (The
Wall Street Journal –8/1/09)

La historia de una mujer en Arizona y su préstamo de
US$ 103.000 ayudan a explicar la burbuja inmobiliaria de
EEUU.

(Por Michael M. Phillips – Avondale, Arizona)

La pequeña casa azul se sostiene sobre un bloque de
concreto y
unas tablas de madera. Las
paredes externas están frágiles y carcomidas. En la
puerta, una notificación de la municipalidad advierte: "No
apto para ocupación humana".

La historia de esta casucha de dos habitaciones y un
baño en la pequeña Avondale, en Arizona, es la
historia del pánico financiero que invadió el
mercado en 2008, contada en 53 metros cuadrados. Ayuda a explicar
cómo una serie de malas decisiones se ha sumado hasta
convertirse en la peor crisis financiera desde la Gran
Depresión.

Hace menos de dos años, Integrity Funding LLC, un
prestamista local, otorgó una hipoteca de US$ 103.000 a la
propietaria del inmueble, Marvene Halterman, una desempleada con
una vasta lista de acreedores y, según ella misma, un
largo historial de alcoholismo y
drogas. Para
agosto, cuando la casa fue embargada, Integrity había
vendido la hipoteca al Banco Wells Fargo & Co., que a su vez
la vendió a una filial estadounidense de HSBC Holdings
PLC, que la
agregó a un paquete con miles de otras hipotecas de alto
riesgo el cual vendió en varias partes a una serie de
inversionistas.

Actualmente, estos inversionistas tendrán suerte si
logran recuperar unos US$ 15.000. Y eso sólo porque
algunos vecinos compraron el inmueble para demolerlo.

Al centro de la saga está Halterman, una señora
de 61 años con pelo rubio canoso, una voz ronca y gestos a
la vez dulces y ásperos. Ella creció en Avondale,
haciendo todo tipo de trabajos, de ayudante de granjas a
secretaria, auxiliar de enfermería
y chofer de camión. Pero su gusto por los licores fuertes
se llevó lo mejor de ella. "El alcohol fue mi
ruina", dice.

Halterman asegura que tomó su último trago en
enero de 1996. Hoy, su bebida preferida es Pepsi. Ella colecciona
basura. El patio
de su casa estaba cubierto de ropa, neumáticos, canastos y
muebles rotos. En junio, la municipalidad la multó por
tener en su propiedad "una cantidad exorbitante de basura y
desechos".

Halterman también llegó a coleccionar gente. En
una época, dice, 23 personas vivían en la
pequeña casa o en varios cobertizos. Su círculo de
allegados incluye nietos, una vieja amiga que perdió su
casa, un chihuahua y un niño de 1 año de una mujer
que la hija adoptiva de Halterman conoció en la
cárcel.

Halterman lleva 13 años sin empleo, dice.
Recibe unos US$ 3.000 al mes de programas de
asistencia pública, cupones de alimentos y pagos
por discapacidad
relacionados con un problema de la espalda. "Puede que no tenga
todo lo que quiero, pero tengo todo lo que necesito".

Hace cuatro décadas, cuando compró la casa por
US$ 3.500, Avondale era un pequeño pueblo rodeado de
campos de algodón. Entre 2000 y 2005, durante el auge
inmobiliario, el pueblo duplicó su tamaño a 70.000
residentes.

Hoy, una de cada nueve casas en Avondale está en
ejecución hipotecaria o a punto de ser embargada.

El acreedor de Halterman, Integrity, era una de las
pequeñas firma s hipotecarias que surgieron en todo el
país durante el boom, usando préstamos de grandes
bancos para generar hipotecas y luego revenderlas a grandes
instituciones financieras. Mientras los prestamistas hipotecarios
tradicionales generan sus ganancias a través de los pagos
mensuales de los prestatarios, Integrity hacía su dinero
en tarifas y comisiones.

La empresa era propiedad de Barry Rybicki, de 37 años,
que la abrió en 2003. "Si te latía el corazón,
entones podías obtener un préstamo", dice el
empresario sobre los años del auge.

Cuando un representante de Integrity llamó a Halterman
en 2006, esta necesitaba dinero para pagar un préstamo de
US$ 36.605 que había tomado usando el valor de la casa
como garantía. La firma la ayudó a obtener una
línea de crédito de US$ 75.500 de otro
prestamista.

Halterman usó los fondos para pagar su todoterreno,
entre otras cosas. Pero pronto se vio en dificultades de
nuevo.

A principios de 2007, volvió a pedir ayuda a Integrity,
según los archivos de
Rybicki. Esta vez, Integrity le otorgó una hipoteca de US$
103.000 a 30 años. Tenía una tasa variable que iba
de 9,25% a 15,25%, según documentos del préstamo.
Era uno de 197 préstamos extendidos por Integrity el
año pasado, por un valor total de US$ 47 millones.

Por una tarifa de US$ 350, un perito contratado por Integrity,
Michael T. Asher, valoró la casa en US$ 132.000. Ahser
dice que aunque no creía que la casa valía tanto,
siguió el método
usual y encontró casas del mismo tamaño en los
alrededores que se habían vendido por ese precio en
2006. T.J. Heagy, un agente inmobiliario contratado más
tarde para vender la propiedad, dice que sólo
encontró una casa parecida cercana que se vendió en
2007 por US$ 63.000

El día del cierre, el 26 de febrero de 2007, Integrity
recolectó US$ 6.153 en tarifas, según los
documentos de la hipoteca. Días después, Integrity
transfirió la hipoteca a Wells Fargo, lo que le
rindió US$ 3.090 más, dice Rybicki.

Ni Rybicki ni su encargado de hipotecas llegó a ver la
casa azul. Cuando le mostraron una foto el mes pasado dijo:
"¡Caramba!".

"Cuando tienes 50 empleados, aunque eres responsable de ellos,
no puedes andar agarrado de su mano", señala Rybicki.

Una vez pagadas las tarifas y su deuda restante, a Halterman
le quedó al cierre del acuerdo US$ 11.090,33 que,
según dice, gastó con un piso nuevo, una cerca,
reparaciones pequeñas y comida.

Pronto el dinero se había desvanecido.

En unos meses, empezó a preocuparse de que la
envejecida casa no era segura para los niños y
se mudó a una casa de alquiler cercana. Su hijo, Leslie
Merritt, se mudó a la casucha y se hizo cargo de los pagos
mensuales de US$ 881.

Cuando Wells Fargo vendió la hipoteca de Halterman al
británico HSBC, ésta se sumó a una pila de
4.050 hipotecas y fue usada como colateral para valores emitidos
en julio de 2007. Más de 85% de las hipotecas era "de alto
riesgo", como la de Halterman, de prestatarios sin historial de
crédito, según Tom Atteberry, de First Pacific
Advisors LLC, una firma de gestión de fondos de Los
Ángeles.

Las firmas calificadoras de crédito Standard &
Poor's y Moody's Investors Service dieron a los activos su nota
máxima, sugiriendo que los inversionistas
recuperarían con certeza sus inversiones, más el
interés. Ninguna de las firmas quiso explicar su
decisión.

Así fue cómo la minúscula casa azul de
Halterman fue lanzada al centro del océano de valores
respaldados por hipotecas que pusieron en peligro al sistema
financiero estadounidense. Unos US$ 4,1 billones (millones de
millón) en hipotecas estadounidenses fueron asociados a
valores como estos entre 2005 y 2006, incluyendo US$ 1,6 billones
en hipotecas de alto riesgo, según Inside Mortgage
Finances, una publicación del sector.

En poco tiempo, el hijo de Halterman, Merritt, dice que
dejó de pagar la hipoteca, sucumbiendo a su
adicción a las metanfetaminas. Merritt está
actualmente en la cárcel por traficar tuberías de
cobre
robadas.

En enero de 2008, Halterman hizo el último pago de la
hipoteca. La ejecución empezó en mayo. El desalojo
fue en septiembre. Halterman dice que desearía nunca haber
pedido el primer préstamo contra el valor de la casa.
"Creía que lo necesitaba", dice. "Pero bien pensado, lo
que necesitaba era una buena patada en el trasero".

Otras hipotecas utilizadas como colateral en los valores de
HSBC también se estropearon. En noviembre, un 25% estaba
en ejecución hipotecaria, dice Atteberry.

HSBC rechazó los pedidos para comentarios.

Rybicki abandonó su licencia de banquero hipotecario en
septiembre y ahora trabaja para una firma de capital de
riesgo.

"Los bancos tienen parte de la culpa", dice de la burbuja
inmobiliaria. "Creo que nosotros tenemos parte de la culpa.
Fuimos parte del sistema. Y el
consumidor
también la tiene".

Wells Fargo, encargada de cobrar la hipoteca, cerró la
casa y se llevó la basura que había en el
jardín. En diciembre, los vecinos Daniel y Delia Arc la
compraron por US$ 18.000 para demolerla. Tras los gastos, los
inversionistas en los valores ligados a la hipoteca probablemente
compartirán un máximo de US$ 15.000 en
ganancias.

– Anatomía de la credulidad (The Wall Street
Journal – 9/1/09)

¿Por qué seguimos cayendo víctimas de los
fraudes financieros?

(Por Stephen Greenspan)

Hay pocas áreas en las que el escepticismo es
más importante que en la decisión de cómo
invertir los ahorros de toda la vida. Sin embargo, personas
inteligentes y educadas, algunas ingenuas en el campo de las
finanzas y otras bastante entendidas, se han arruinado por culpa
de confabulaciones que resultaron ser muy sospechosas y a menudo
fraudulentas. El ejemplo más dramático en la
historia estadounidense es el reciente anuncio de que Bernard
Madoff, un gestor de dinero muy bien considerado y ex presidente
de la junta directiva de Nasdaq, estuvo durante años al
frente de una pirámide financiera muy sofisticada,
también conocida como esquema Ponzi, que -según
él mismo admitió- ha estafado a inversionistas
acaudalados, entidades de caridad y otros fondos por al menos US$
50.000 millones.

Las estafas financieras son sólo una de las muchas
formas de ingenuidad humana, junto con la guerra (el
Caballo de Troya), la política (las
armas de
destrucción masiva en Irak), las
relaciones sentimentales (seducción sexual), la ciencia
patológica (fusión
fría) y las modas médicas pasajeras. Aunque desde
hace mucho tiempo, la credulidad ha despertado interés en
las obras de ficción (Otelo, Pinocho), los documentos
religiosos (Adán y Eva, Sansón) y en los relatos
populares (El traje nuevo del emperador, Caperucita Roja), ha
sido prácticamente ignorada por los científicos
sociales. Un puñado de libros se ha concentrado en ciertos
aspectos de la credulidad, incluido el clásico de Charles
Mackay del siglo XIX Espejismos populares extraordinarios y la
locura de las multitudes, y de forma más notable en
disparates de inversión como la Tulipomanía, en el
cual holandeses ricos intercambiaban sus casas por uno o dos
bulbos de tulipán.

En mi nuevo libro Annals
of Gullibility (Anales de la credulidad), basado en mi trabajo
académico en el campo de la psicología, propongo
una teoría
multidimensional que explicaría por qué tanta gente
se comporta de forma tal que los expone a riesgos graves
y predecibles. Esto me incluye a mí mismo: tras escribir
mi libro, perdí una buena parte de mis ahorros de
jubilación a manos de Madoff, así que sé de
lo que escribo a un nivel bien personal.

Un esquema Ponzi es un fraude en el que el dinero invertido
queda en poder del estafador y los inversionistas que quieren
recuperar su dinero reciben su pago de lo recaudado entre los
nuevos inversionistas. Mientras las inversiones se expanden a un
ritmo saludable, el estafador logra proseguir con el fraude. Pero
una vez que las inversiones comienzan a mermar, como por ejemplo
por una corrida en la empresa, la casa de naipes colapsa
rápidamente. Eso es lo que aparentemente ocurrió
con la estafa de Madoff, en la cual demasiados inversionistas
(que necesitaban efectivo debido a la crisis financiera general
que se desató en EEUU a fines de 2008) intentaron
recuperar sus fondos. Parece que Madoff no pudo hacer frente a
estos retiros y la estafa quedó al descubierto.

El esquema o pirámide financiera obtuvo su nombre de
Charles Ponzi, un inmigrante italiano de Boston, que alrededor de
1920 tuvo la idea de prometer grandes rendimientos (50% en 45
días) supuestamente basándose en un plan de arbitraje
(comprar en un mercado y vender en otro) y utilizando cupones de
respuesta postal internacionales. Las ganancias supuestamente se
obtenían a través de las diferencias en las tasas
de cambio entre
el país que vendía y el que recibía, donde
podían ser convertidas en efectivo. A continuación
se desató un frenesí, y Ponzi se embolsó
millones de dólares, principalmente de inmigrantes
italianos pobres y poco sofisticados en Nueva Inglaterra y
Nueva Jersey. El esquema se vino abajo cuando los
periódicos comenzaron a hacer preguntas sobre su
funcionamiento (señalando, por ejemplo, que no
había suficiente cantidad de esos cupones en
circulación) y se produjo una corrida.

Otro escándalo de gran escala que
algunos llegaron a calificar como un esquema Ponzi
involucró al prestigioso mercado asegurador Lloyd's de
Londres. En los años 80, la compañía atrajo
con rapidez a nuevos inversionistas, muchos de EEUU, a su otrora
exclusivo mercado. Además del aliciente de obtener buenos
rendimientos, para estos nuevos inversionistas la
atracción pasaba por la posibilidad de convertirse en un
"nombre": un estatus prestigioso que había estado
reservado principalmente a los aristócratas
británicos. A menudo, estos inversionistas eran
atraídos a las agrupaciones más riesgosas y menos
productivas, lo que los exponía a enormes pérdidas
y, en muchos casos, a la ruina.

El mecanismo básico que explica el éxito
de los esquemas Ponzi es la tendencia de los humanos es modelar
sus acciones
(especialmente cuando involucran temas que no comprenden por
completo) siguiendo el comportamiento
de otros humanos. Este mecanismo ha sido llamado "exuberancia
irracional", una frase a menudo atribuida al ex presidente de la
Reserva Federal Alan Greenspan (no tiene parentesco con el
autor), pero que de hecho fue acuñada por otro economista,
Robert J. Shiller, quien más adelante escribió un
libro con ese título. Shiller emplea una
explicación psicológica social que denomina la
"teoría del ciclo de retroalimentación de las burbujas de
inversión". Dicho de forma simple, el hecho de que parezca
que tanta gente está obteniendo grandes ganancias sobre la
inversión, y compartiendo con otros relatos sobre su
fortuna, hace que la inversión parezca segura y demasiado
buena para dejarla pasar.

En la opinión de Shiller, todas las modas de
inversión, incluso aquellas que no son fraudulentas,
pueden explicarse por esta teoría. Dos ejemplos modernos
de este fenómeno son la burbuja inmobiliaria japonesa de
los años 80 y la burbuja estadounidense de las empresas de
Internet de los
años 90. Dos precedentes del siglo XVIII fueron la
Manía Mississippi en Francia y la
Burbuja del Mar del Sur en Inglaterra.

Una forma de fraude de inversión que tiene similitudes
estructurales a un esquema Ponzi es una estafa de herencia, en la
cual un supuesto heredero de una enorme fortuna pide una
inversión a corto plazo para solucionar algunas
dificultades relacionadas con la herencia. A cambio de esta
inversión a corto plazo, al inversionista se le prometen
enormes rendimientos. La versión actual más
conocida de este fraude implica el uso de la Internet, y se
conoce como la "estafa 419", llamada así porque ese es el
número del código
penal que cubre esa estafa en Nigeria, el país en el cual
se originan muchos de estos mensajes de Internet. La estafa 419
difiere del esquema Ponzi en que carece de la presión
proveniente de amigos que se están haciendo ricos. En
cambio, la única presión social es creada por un
corresponsal desconocido, quien sin dudas usa un nombre falso. De
esta forma, en una estafa 419, otros factores, como la
psicopatología o la ingenuidad extrema, pueden explicar el
comportamiento crédulo.

Dos versiones históricas del fraude de la herencia que
equivalen al escándalo de Madoff en su extendido
éxito público, y que también
dependían de procesos de feedback social, ocurrieron en
Francia, en las décadas de 1880 y 1890, y en el
norte-centro de Estados Unidos en las décadas de 1920 y
1930. La estafa francesa fue perpetrada por una talentosa
estafadora francesa llamada Thérèse Humbert, que
aseguraba ser la heredera de la fortuna de un acaudalado
estadounidense, Robert Henry Crawford, cuyo legado reflejaba su
gratitud hacia la mujer por
haberlo atendido hasta recuperarse tras sufrir un ataque
cardíaco en un tren. El testamento debía quedar
bajo llave en una caja fuerte por unos años hasta que la
hermana más joven de Humbert tuviera la edad suficiente
para poder casarse con uno de los sobrinos de Crawford. En tanto,
líderes de la sociedad
francesa estaban ansiosos por participar en este negocio, y sus
inversiones (incluyendo la de una condesa, que donó su
castillo) hicieron posible que Humbert (quien le sacó
provecho al cuento durante
20 años) viviera una vida lujosa. El éxito de este
fraude, que en Francia se describió como "el mayor
escándalo del siglo", se mantuvo debido a que el padrastro
de Humbert, un respetado jurista y político de la Tercera
República de Francia, hizo varias apariciones
públicas para tranquilizar a los inversionistas.

La versión estadounidense de este fraude fue perpetrado
por un ex agricultor del estado Illinois llamado Oscar Hartzell.
Mientras que las víctimas de Thérèse Humbert
fueron unas cuantas decenas de aristócratas franceses
extremadamente ricos y cosmopolitas, Hartzell
engañó a más de 100.000 agricultores y
dueños de tiendas con poca formación a lo largo y
ancho del centro del país. La premisa básica era
que el explorador inglés Sir Francis Drake había
muerto sin tener hijos, pero que recientemente se había
localizado un testamento. El heredero, del que se decía
que su fortuna ahora ascendía a los miles de millones de
dólares, era un tal Coronel Drexel Drake, en Londres. Ya
que el coronel estaba a punto de casarse con su sobrina
sobradamente rica, no estaba especialmente interesado en la
herencia, la cual necesitaba cierta adjudicación. Por eso,
entregó su poder a Hartzell, quien ahora se refería
a sí mismo como "El Barón Buckland".

La estafa Drake se convirtió en un movimiento
social, conocido como "los Drakers" (que luego fue cambiado a
"Los Donantes"). Iglesias enteras y grupos de amigos, algunos de
los cuales planeaban fundar una comuna utópica con las
esperadas ganancias, se reunían para leer las cartas más
recientes de Hartzell desde Londres. Finalmente, Hartzell fue
acusado de fraude y llevado a juicio en el estado de
Iowa, bajo grandes protestas de miles de leales inversionistas.
En un artículo sobre Hartzell en la revista New Yorker en
2002, Richard Rayner señalaba que "lo que comenzó
como especulación se había convertido en una causa
santa".

Aunque las redes de retroalimentación social son un
contribuyente obvio al entendimiento del éxito de fraudes
como el esquema Ponzi, también hay que fijarse en los
factores localizados en los propios engañados. En mi
modelo hay
cuatro factores, que pueden utilizarse para entender los actos de
credulidad y también otras formas de lo que llamo
"acciones tontas". Un acto tonto (o estúpido) es uno en el
que alguien continúa con un comportamiento social o
físico que presenta riesgo, pese a las señales de
peligro o las preguntas sin resolver. La credulidad es una
subcategoría de la acción
tonta, que podría considerarse "inducida socialmente". Es
inducida debido a que siempre ocurre en presencia de
presión o decepción por parte de otras
personas.

Los cuatro factores son: situación, cognición,
personalidad y
emoción. Obviamente, los individuos difieren en el peso de
los factores que afectan a cualquier acto crédulo. Aunque
creo que los cuatro factores contribuyeron a la mayor parte de
las decisiones para invertir en la pirámide de Madoff, en
algunos casos se le debería otorgar más peso a
la
personalidad, mientras que en otros, la emoción
debería prevalecer, y así sucesivamente. Como
mencioné, yo fui un participante, y víctima, de la
estafa de Madoff y tengo un buen entendimiento de los factores
que hicieron que me comportara tontamente. Por eso, me
usaré a mí mismo como ejemplo para ilustrar
cómo incluso una persona bien
educada (soy un profesor
universitario) y relativamente inteligente, además de
experto en credulidad y fraudes financieros, puede caer presa de
un estafador como Madoff.

Situaciones. Todo acto de credulidad ocurre cuando a un
individuo se
le presenta un reto social que debe resolver. En el caso de una
decisión financiera, el reto típicamente es
determinar si conviene tomar una decisión de
inversión que se le presenta a uno como benigna pero con
riesgos severos o que podría no corresponder a sus
expectativas. Asumiendo (como en el caso de la estafa de Madoff)
que la decisión de proceder sería un acto muy
riesgoso y por lo tanto tonto, es más posible que se
dé un comportamiento crédulo si las presiones
sociales y situacionales son fuertes.

La estafa de Madoff tenía presiones sociales
retroalimentarias que eran muy fuertes, casi alcanzando el nivel
del culto de "Donadores" en torno al fraude
de herencia de Drake. Los diarios describían cómo
jubilados ricos en Florida se unían al club campestre de
Madoff con el único objetivo de
tener la oportunidad de conocerlo en una situación social
y ser invitados a invertir directamente con él. Muchos de
estos inversionistas, así como los representantes de
ventas de
Madoff, eran judíos.
El hecho de que Madoff fuera un prominente filántropo
judío era sin duda otro factor situacional.

Un factor no social que contribuyó a una
decisión de inversión crédula fue,
paradójicamente, que Madoff prometiera ganancias modestas
en vez de espectaculares. Los inversionistas sofisticados
habrían sospechado de una promesa de ganancias tan
espectacular como la que prometió, décadas
atrás, Charles Ponzi. Una gran parte del éxito de
Madoff provino de su aparente reconocimiento de que los
inversionistas acaudalados estaban en busca de retornos
pequeños pero constantes, suficientemente altos como para
ser atractivos, pero no tan altos como para causar sospechas.
Esto fue ciertamente una de las cosas que me atrajo a la
pirámide de Madoff, ya que estaba buscando una
inversión que no fuera volátil, que me permitiera
preservar y gradualmente forjar unos ahorros en los mercados tanto al
alza como a la baja.

Otro factor situacional que me atrapó fue el hecho de
que yo, al igual que la mayoría de los inversionistas de
Madoff (exceptuando los más ricos), no invertimos
directamente con Madoff, sino que lo hicimos a través de
uno de los 15 fondos de cobertura "alimentadores" que a su vez
entregaron todos sus activos para ser manejados por Madoff. De
hecho, ni siquiera estoy seguro de que el
nombre de Madoff fuera mencionado (y con certeza, no lo
habría reconocido) cuando estaba considerando invertir en
el fondo "Rye Prime Bond" de US$ 3.000 millones. Éste era
parte de la respetada familia de fondos
Tremont, la cual a su vez es una subsidiaria del gigante de los
seguros Mass Mutual Life. Yo estaba lidiando con algunas firmas
financieras de gran reputación, un hecho que creó
la fuerte impresión de que esta inversión
había sido bien investigada y presentaba riesgos
manejables.

Tomé la decisión de invertir en el fondo Rye
cuando visité a mi hermana y mi cuñado en Boca
Raton, Florida, y conocí a uno de sus amigos cercanos que
se desempeña como asesor financiero y estaba autorizado a
inscribir a gente para participar en el fondo Rye (gestionado por
Madoff). Este hombre me cayó bien y confié
genuinamente en él. Fui persuadido por el hecho de que
había puesto sus propios (muy sustanciales) activos en el
fondo e incluso había refinanciado su casa, colocando todo
lo recaudado en el fondo. Después conocí a varios
amigos de mi hermana que también estaban participando en
el fondo. La experiencia altamente exitosa que tuvieron a lo
largo de varios años me convenció de que
sería tonto no aprovechar esta oportunidad. Mi creencia en
la sabiduría de este curso de acción era tan fuerte
que cuando un amigo escéptico (y que también sabe
de finanzas) me advirtió sobre esta inversión, la
desestimé debido a su ocasional tendencia hacia el
cinismo.

Cognición. La credulidad puede ser considerada una
forma de estupidez, así que se puede asumir que las
deficiencias en el
conocimiento y/o en el pensar claro a menudo están
implicadas en un acto crédulo. Al denominar este factor
como "cognición", en vez de "inteligencia",
pretendo indicar que cualquiera puede tener un alto coeficiente
intelectual y todavía ser crédulo, en cualquier
situación. Hay mucha literatura de
académicos como Michael Shermer y Massimo
Piattelli-Palmarini, que muestran cuán frecuentemente
gente con inteligencia promedio o por encima del promedio no usan
su inteligencia a pleno o eficientemente cuando toman decisiones
diarias. En su libro, ¿Quién es racional? Estudios
de diferencias individuales en el razonamiento, Keith Stanovich
hace una distinción entre la inteligencia (la
posesión de esquemas cognitivos) y la racionalidad (la
aplicación de esos esquemas). El "motor" que
impulsa las decisiones irracionales (muchas de ellas
crédulas), según Stanovich, es el uso de estilos
cognitivos intuitivos, impulsivos y no reflexivos, que a menudo
son impulsados por las emociones.

En mi caso, la decisión de invertir en el fondo Rye
reflejaba tanto mi profunda ignorancia de las finanzas y mi
cierta pereza y poca disposición a remediar esa
ignorancia. Para salirle al paso a mi falta de conocimientos
financieros y mi perezoso estilo cognitivo frente al tema, se me
ocurrió la heurística (o atajo mental) de
identificar asesores que supieran más de finanzas y
confiar en su juicio y recomendaciones. Esta heurística me
había funcionado en el pasado y no tenía razones
para dudar que funcionara en este caso.

El verdadero misterio en la historia de Madoff no es
cómo los ingenuos inversionistas individuales como yo
pensaban que la inversión era segura, sino cómo los
riesgos y las señales de alarma pudieron haber sido
ignoradas por tanta gente que sabía de finanzas,
incluyendo los ejecutivos altamente compensados que
dirigían los diferentes fondos "alimentadores" que
mantenían el barco de Madoff a flote. La respuesta parcial
es que el algoritmo de
inversión de Madoff (junto a otros aspectos de su organización) era un secreto celosamente
guardado que era difícil de penetrar. También es
probable, (como en todos los casos de credulidad) que hubiera en
juego fuertes procesos
afectivos y de autodecepción. En otras palabras, las
cosas iban demasiado bien como para pensar que todo podía
estar a punto de colapsar.

Personalidad. La credulidad a veces es equiparada con la
confianza, pero el ya fallecido psicólogo Julian Rotter
mostró que no todas las personas confiadas son
crédulas. La clave para sobrevivir en un mundo lleno de
gente falsa (como Madoff) y gente que sin mala intención
(y a menudo también crédula) nos lleva por el
camino equivocado (mi consejero y los directores del fondo Rye),
es saber cuándo ser confiado y cuándo no. Yo soy
una persona muy confiada y además no me gusta decir que no
(por ejemplo a un vendedor que me ha dedicado una o dos horas de
su tiempo).

La necesidad de ser una persona amable que siempre dice
sí no suele ser, por desgracia, una buena base para tomar
una decisión que podría poner en riesgo su seguridad
financiera. En mi caso, la confianza y la amabilidad
también estuvieron acompañadas por una tendencia
ocasional hacia la toma de riesgos y de decisiones impulsivas,
características de la personalidad que también nos
pueden meter en problemas.

Emoción. La emoción es parte de virtualmente
toda acción crédula. En el caso de la
inversión en un esquema Ponzi, esa emoción que
motiva el comportamiento crédulo es el entusiasmo ante la
perspectiva de acrecentar y proteger el patrimonio
propio. En algunos individuos esto, sin duda, asume la forma de
la codicia, pero creo que las personas verdaderamente codiciosas
probablemente no se hubieran interesado en los retornos lentos
pero constantes que arrojaban los fondos administrados por
Madoff.

En mi caso, estaba entusiasmado no por la posibilidad de
volverme rico sino por la posibilidad de haber encontrado una
inversión que me prometía la oportunidad de
construir y mantener la riqueza suficiente para tener una
jubilación segura y feliz. Mi hermana, una gran
víctima de la estafa, lo expresó bien cuando
escribió en un e-mail: "Supongo que hubo algún
nivel de codicia. Podría haber comprado certificados de
depósito o bonos municipales
y haber sido más cautelosa aunque con retornos inferiores.
El problema hoy es que no parece haber mucho en lo que se pueda
confiar, así que uno tiende a inclinarse por lo que en su
propia experiencia ha sido lo más seguro. Conozco a
alguien que puso todo su dinero en Freddie Mac y Fannie Mae.
Luego de lo que ocurrió dijo que él sabía
que el gobierno los rescataría si pasaba algo.
¿Afortunado o inteligente? Es un abogado de valores
jubilado. Debería haber seguido su consejo. ¿Pero
yo qué sabía?".

Sospecho que un motivo por el que psicólogos y otros
científicos sociales han eludido el estudio de la
credulidad es que es un ámbito afectado por tantos
factores y tan dependiente del contexto que es imposible predecir
si y bajo qué circunstancias una persona se
comportará de forma crédula. Un problema
relacionado es que los ejemplos más catastróficos
de la credulidad (como perder los ahorros de toda una vida en una
estafa) son comportamientos que ocurren con poca frecuencia.
Mientras como regla suelo ser un
escéptico sobre afirmaciones que parecen demasiado buenas
para ser verdaderas, la posibilidad de invertir en un fondo
administrado por Madoff era un caso donde muchos factores
-situacional, cognitivo, personalidad y emocional- se combinaron
para motivarme a suspender mis facultades críticas.

El escepticismo suele ser tratado como protección
contra creencias (como los OVNI) o prácticas (feng shui)
que son irracionales aunque no necesariamente dañinas.
Ocasionalmente, uno se topa con una situación en la que el
escepticismo lo puede ayudar a evitar un desastre tan grande como
perder la vida (ser inducido a un crimen) o los ahorros de toda
la vida (ser engañado para hacer una inversión
riesgosa). La supervivencia en el mundo requiere que uno sea
capaz de reconocer, analizar y escaparse de esas situaciones
altamente peligrosas.

Entonces, ¿se debería sentir pena o culpar a
quienes no fueron lo suficientemente escépticos sobre
Madoff y su fraude piramidal? Un problema en este caso es que la
mentira perpetrada por Madoff no era tan obvia ni fácil de
detectar. Virtualmente el 100% de las personas que le
entregó a Madoff el dinero que ganó con esfuerzo (o
las dotaciones de instituciones de caridad) se habría
reído mucho si hubieran sido contactados por alguien que
les ofrecía una inversión en una herencia nigeriana
o la oportunidad de comprar pantanos en el estado de Florida. En
última instancia, no ser crédulo significa tener la
capacidad de reconocer riesgos sociales (o en este caso
económicos) ocultos, pero algunos riesgos están
más ocultos que otros, y, de esta forma, es más
complicado reconocerlos. Muy pocas personas poseen el conocimiento o
tienen las ganas de hacer un análisis en profundidad de cada oportunidad
de inversión que consideran. Es por este motivo que
confían en otros para que los ayuden a tomar ese tipo de
decisiones, ya sea un asesor que consideramos competente o los
gestores de fondos que deberían supervisar la
inversión.

Creo que sería demasiado fácil decir que una
persona escéptica hubiera y debería haber evitado
invertir en un fondo de Madoff. El gran error en este caso fue
haber dejado de lado toda precaución, como en las
historias de muchas personas (algunas de edad bastante avanzada)
que invirtieron hasta el último dólar con Madoff o
uno de los fondos que le entregaban dinero. Una fe así de
ciega en una persona, o esquema de inversión, tiene un
sesgo un tanto religioso, que no es distinto a la fe continua que
muchos de los Drakers seguían teniendo en Oscar Hartzell
incluso después de que la naturaleza fraudulenta de su
esquema comenzara a volverse muy evidente. Así que el
curso de acción escéptico no hubiera sido declinar
invertir con Madoff por completo, sino asegurarse de tener
una red de
seguridad suficiente en el caso (por más baja que haya
parecido la probabilidad)
de que Madoff no resultara ser el Mesías sino
Satán. Puesto que no me tragué todo el cuento de
Madoff -había invertido 30% de mis ahorros de
jubilación en el fondo- quizás no estoy tan privado
de sabiduría como pensé.

(Stephen Greenspan es profesor emérito de
psicología educacional en la Universidad de Connecticut y
es el autor de "Anales de la Credibilidad". Una versión
más larga de este ensayo
apareció en skeptic.com y será publicado en la
revista Skeptic de comienzos de 2009)

– Tribuna: Laboratorio de
ideas Paul Krugman – Una década con Bernie (El País
22/2/09)

A estas alturas, todo el mundo conoce la triste historia de
los inversores a los que engañó Bernard Madoff.
Miraban sus extractos de cuenta y pensaban que eran muy ricos.
Pero entonces, un día, descubrieron con horror que su
supuesta riqueza era un producto de la
imaginación de otra persona. Desgraciadamente, ésa
es una metáfora bastante buena de lo que le ha sucedido a
Estados Unidos en su conjunto durante la primera década
del siglo XXI.

La semana pasada, la Reserva Federal publicaba los resultados
del último Sondeo sobre Finanzas de los Consumidores, un
informe trienal
sobre los activos y las deudas de las familias estadounidenses.
La conclusión es que básicamente no se ha creado
ninguna riqueza desde el comienzo del nuevo milenio: el valor
neto de la familia
estadounidense media, ajustado a la inflación, es ahora
menor que en 2001.

En cierta forma, esto no debería sorprendernos. Durante
la mayor parte de la última década, Estados Unidos
ha sido un país de personas con préstamos y gastos,
no de ahorradores. La tasa de ahorro por
persona ha caído desde el 9% de finales de los años
ochenta hasta el 5% en los noventa y hasta sólo el 0,6%
entre 2005 y 2007, y la deuda familiar ha crecido mucho
más deprisa que los ingresos por persona. ¿Por
qué íbamos a esperar que nuestro valor neto hubiese
aumentado?

Aun así, hasta hace muy poco, los estadounidenses
creían que se estaban haciendo más ricos porque
recibían extractos bancarios que decían que sus
casas y carteras de acciones estaban revalorizándose
más deprisa de lo que aumentaban sus deudas. Y si la
creencia de muchos estadounidenses de que podían contar
con las plusvalías para siempre parece ingenua, vale la
pena recordar la cantidad de voces
influyentes -especialmente en publicaciones de derechas como The
Wall Street Journal, Forbes y National Review- que fomentaban esa
creencia y ridiculizaban a aquellos que se preocupaban por el
escaso ahorro y el exceso de deudas.

Entonces la realidad se impuso y resultó que quienes se
preocupaban habían estado en lo cierto todo el tiempo. El
aumento del valor de los activos había sido una
ilusión, pero el aumento de la deuda había sido muy
real.

Así que ahora tenemos problemas; problemas más
profundos, pienso yo, de lo que la mayoría de la gente
cree incluso ahora. Y no me estoy refiriendo únicamente al
menguante grupo de pronosticadores que siguen insistiendo en que
la economía se va a recuperar cualquier
día de éstos.

Porque éste es un lío que tiene unas bases muy
amplias. Todo el mundo habla de los problemas de los bancos, que
sin duda están en una situación aún peor que
la del resto del sistema. Pero los bancos no son los
únicos que tienen demasiadas deudas y demasiados pocos
activos; la misma descripción es válida para el sector
privado en su conjunto.

Y como señalaba en los años treinta el gran
economista estadounidense Irving Fisher, las cosas que la gente y
las empresas hacen cuando se dan cuenta de que tienen demasiadas
deudas tienden a ser contraproducentes si todo el mundo las hace
al mismo tiempo. Los intentos de vender activos y liquidar deudas
hacen que la caída de los precios sea
todavía más pronunciada, lo cual reduce
todavía más el valor neto. Los intentos de ahorrar
más se traducen en un parón de la demanda del
consumidor, lo que a su vez intensifica el desplome
económico.

¿Están los políticos preparados para
hacer lo que haga falta para salir de este círculo
vicioso? En principio, sí. Los representantes
gubernamentales comprenden el problema: necesitamos "frenar lo
que constituye una espiral muy perjudicial y posiblemente
deflacionaria", ha dicho Lawrence Summers, asesor
económico principal de Obama.

En la práctica, sin embargo, las medidas que se
proponen actualmente no parecen estar a la altura del reto. El
plan de estímulo fiscal, aunque sin duda será de
ayuda, probablemente no hará más que mitigar los
efectos económicos colaterales del fenómeno
deflación-deuda. Y el tan esperado anuncio del plan de
rescate de los bancos ha dejado a todo el mundo más
confuso que tranquilo.

Existe la esperanza de que el rescate de los bancos termine
por convertirse en algo más potente. Ha sido interesante
contemplar cómo la posibilidad de una
nacionalización temporal de los bancos pasaba de tener una
aceptación marginal a otra mayoritaria, hasta el punto de
que republicanos como el senador Lindsey Graham han admitido que
podría ser necesaria. Pero, incluso si finalmente hacemos
lo que sea necesario en el frente bancario, eso sólo
resolvería una parte del problema.

Si quieren ver lo que realmente cuesta sacar a la
economía de la trampa de la deuda, fíjense en el
enorme proyecto de obras
públicas, también conocido como II Guerra Mundial,
que puso fin a la Gran Depresión. La guerra no sólo
condujo al pleno empleo, también produjo un rápido
aumento de los ingresos y una inflación considerable, todo
ello sin que el sector privado solicitara prácticamente
ningún crédito. Hacia 1945, la deuda del Gobierno
se había disparado, pero el porcentaje de la deuda del
sector privado respecto al PIB era
sólo la mitad de lo que había sido en 1940. Y este
bajo nivel de deuda privada contribuyó a que se dieran las
condiciones propicias para la gran expansión de la
posguerra.

Puesto que no hay nada parecido a eso sobre el tapete, ni
parece probable que vaya a haberlo en un futuro próximo,
las familias y empresas tardarán años en liquidar
las deudas que tan alegremente contrajeron. Lo más
probable es que el legado de nuestra época de
ilusión -nuestra década con Bernie- sea una larga y
dolorosa depresión.

(Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y
Premio Nobel de Economía en 2008. © 2009 New York
Times Service)

Y al final. nada es
cierto (The Hall of Fame: Caras y Caretas)

– Historias del "banquero más listo del
mundo" – El que "mea" más lejos – ¿Un coito
interruptus? – ¿El fin de los paradigmas?

Los antiguos griegos oponían a los asuntos de todos los
ciudadanos o del Estado, los asuntos personales e intereses
privados de los ciudadanos llamados idiotikós o privados.
Algo más adelante, se llamó idiotes (hombre privado
o particular) a quienes no se ocupasen de los temas de la polis
(la ciudad, por aquel entonces "ciudad-estado"). Fue mucho
después cuando se identificó a los idiotes con los
hombres incultos o no conocedores de las artes y de ahí,
siglos más tarde, con lo que hoy entendemos por
idiotas.

El político (del griego politikós) sería
para aquellos griegos quien se ocupase de los asuntos de la
ciudad, de su ordenamiento. Aristóteles, que entre otros haberes tiene
el de ser uno de los padres de la teoría política,
al afirmar la superioridad del Estado sobre los individuos,
subraya el mérito de quien se dedica a la política.
El Estado estaría al servicio del
hombre, creando las condiciones para que los ciudadanos lograsen
la felicidad. La palabra política está
también ligada a la paideia o educación. De
ahí proviene el término pedagogía, que significa conducir al
niño de la mano por el camino de la vida.

Para el filósofo griego, la aristocracia (de
aristokratía, término que significaría algo
así como la fuerza de los
mejores) es la forma más adecuada de gobierno al ser los
ciudadanos gobernados como hombres libres por los más
excelentes o capacitados. Nada que ver por tanto con esa otra
aristocracia, símbolo de otro tiempo, cuyo único
mérito es ser hijo de y a la que se pertenece sin haber
demostrado capacidad alguna.

Para poder ser politikós, uno debía haber
demostrado unas capacidades en el manejo de sus asuntos propios.
Además, el político, en la que sería una
"segunda parte de su vida" evidenciaba su adhesión a unos
nuevos valores, sobre el papel "más elevados". En este
ejercicio, se volcaba en la consecución de un mayor nivel
de felicidad para todos, politikós e idiotes.

Hoy el compromiso con unos valores es algo que brilla por su
ausencia, y no sólo en la clase
política. Pero es a esta a la que quiero referirme, ya que
su liderazgo es
importante en todo momento, máxime si este es de gran
cambio como es el caso.

Los valores son ideales abstractos que llevan, más que
a un comportamiento, a un estilo de
vida. Son innumerables y no entraré a juzgar unos u
otros. Incluyen la amistad, la
humildad, el dinero, el poder, la flexibilidad, la firmeza, el
dolor, el placer, etc…A nadie se le puede exigir que firme por
estos o aquellos. Sin embargo, sí podemos juzgar a
nuestros gobernantes (en los ámbitos ejecutivo,
legislativo y judicial) por no vivir y ejercer su acción
de gobierno de acuerdo a los valores que propugnan. Así,
un modus vivendi socialista exige por lo menos ciertas conductas
de fondo y de forma. Y uno conservador otras. Y, repito, nadie
está obligado a tomar un camino u otro.

En este totum revolutum que vivimos, parece que todo vale y no
se guardan ni siquiera las formas. Y siempre apelando al pasado.
Nuestro Congreso parece un patio de colegio donde la frase
más mentada es "y tú más" (a veces hasta "y
tu padre más"), tratando de demostrar quién la ha
liado más parda. La escopeta nacional no es cosa del
pasado. No tengo nada contra la caza (actividad que el hombre
ejerce desde sus orígenes) pero no creo que sean muy
socialistas en la forma los ojeos y monterías (tradicional
deporte donde se levantan y atraen las piezas hacia los
señoritos). Ni nada conservador ir contra el mercado y
adjudicar contratos
oficiales y otros de bodas y banquetes, a dedo.

Pero claro, ya antes de las formas se había perdido el
fondo, al transgredirse valores fundamentales de las distintas
ideologías gobernantes. Así, asistimos los idiotes
a políticos conservadores involucrándonos en
guerras sin
sentido (si es que alguna lo tiene) y a otros socialistas (e
incluso comunistas) encamándose con los más rancios
y exclusivistas nacionalismos.

Será por todo esto que el mundo va poniéndose
del revés y los idiotes no queremos ser politikós
mientras que, sin ningún pudor, los politikós se
convierten en idiotes. Eso sí, con los bolsillos bien
llenos y aprovechando su anterior gestión de los asuntos
de la polis. Tomándonos por auténticos idiotas, que
no idiotes. El resultado está a la vista.

– Las claves del mayor fraude de la historia (Expansión
16/12/08)

(Por D. Badía / S. Pérez)

Bernard Madoff, de 70 años de edad, ha sido el
artífice de uno de los mayores fraudes de la historia, que
supone una nueva traba para que el inversor recupere la confianza
en medio de una de las peores crisis de todos los tiempos.

Santander, por ejemplo, que es el banco más afectado en
España,
ha declarado una exposición de 2.330 millones de euros, de
los que 2.010 millones corresponden a inversores institucionales
y clientes de banca privada
internacional, mientras que los 320 millones restantes forman
parte de las carteras de inversión de clientes de banca
privada del grupo en España. Ayer, el gobernador del Banco
de España, Miguel Ángel Fernández
Ordóñez, quiso calmar los ánimos al confesar
que ve ridículo el impacto que pueda tener el caso Madoff
sobre el sistema.

Monografias.com

– Con acciones del banco – Los clientes del Santander
afectados por Madoff recuperarán el 100% de su
inversión inicial (El Mundo – 27/1/09)

(Por Juan Emilio Maíllo)

El Banco Santander ha decidido hacer frente al daño
que la estafa de Bernard Madoff había hecho entre sus
clientes, pese a que en un primer momento el presidente de la
entidad, Emilio Botín, negó que fuese a
hacerlo.

Los clientes particulares afectados por este fraude, que
afectó a su fondo Optimal, recuperarán el 100% de
su inversión inicial, según ha podido saber
elmundo.es. Sin embargo, no hay solución, por ahora, para
los clientes institucionales.

El coste para el banco será de 500 millones de euros,
cantidad que la entidad provisionará con cargo a los
beneficios del año 2008, que se presentarán el
próximo 5 de febrero.

La compensación llegará mediante la
emisión de 1.300 millones de euros en participaciones
preferentes, con una rentabilidad
anual del 2% y opción de recompra al décimo
año.

"El Grupo ha tomado esta decisión dadas las
excepcionales circunstancias que concurren en este caso y sobre
la base de razones exclusivamente comerciales, por el
interés que para el mismo tiene mantener su
relación de negocio con dichos clientes", afirma la
entidad en un comunicado.

"La venta de estos productos ha
sido siempre transparente", justifica el Santander, que explica
que los organismos supervisores de Estados Unidos, como la SEC,
no detectaron nada pese a que "Madoff Securities fue regularmente
inspeccionada en los últimos años".

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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