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Dios y la riqueza ¿Cómo atraer abundancia y prosperidad a tu vida? (página 2)



Partes: 1, 2

Dios está diluido en el espacio y en el tiempo,
así como está la sal en el mar. Dios es el creador
de todo el Universo.
Está fuera del Universo y
está dentro del Universo. Dios es fortuito,
autónomo, aleatorio e independiente, no tiene causa que lo
haya originado, es eterno, todopoderoso e infinito. Dios no tiene
límites, no tiene principio ni final, es
amplio, profundo y atemporal. No tiene tiempo ni espacio, es
dueño de todo el tiempo y de todo el espacio. Dios es
omnipresente y omnipotente.

Estoy plenamente convencido de que Dios sí existe
y que fuimos creados por El y no por otras razones, causas o
motivos.

En este Año de la Astronomía se han hecho muchos
planteamientos relacionados con las tesis sobre el
origen del universo[1]y se ha ampliado la
discusión sobre si la expansión del universo
tendrá un fin o será seguida por una
contracción, y cuándo llegará. Pero, a pesar
de estas reflexiones, siempre queda pendiente la pregunta de
todos los siglos: ¿Qué existía antes del
Big Bang?
Aquí la ciencia no
tiene cabida, no puede intervenir con sus métodos
sofisticados, no puede opinar, emitir criterios y mucho menos
llegar a conclusiones, por cuanto estamos hablando de una
realidad muy difícil de comprobar
científicamente.

Muchas preguntas se han hecho al respecto buscando una
respuesta convincente, desde los filósofos presocráticos en Grecia, y
quizás la más avanzada fue la de Aristóteles con su teoría
del motor
inmóvil, que "mueve sin estar sometido al movimiento".

Si la filosofía no nos ha dado una respuesta
convincente, lo único y más valioso que queda es la
fe. Tanto los materialistas como los que aceptamos la existencia
del espíritu estamos de acuerdo que el camino para
encontrar el origen del
universo no es otro que el acto de fe. Aceptamos entonces
científicamente que el universo no es eterno, que tuvo un
comienzo, por lo tanto, o tenemos fe en que surgió
espontáneamente a partir de la nada, o asumimos que
alguien inteligente lo creó y lo puso en marcha. Y ese
alguien inteligente es Dios.

Me gustaría preguntarte ¿en cuál de
estas tres posiciones estás tú?:

1.- ¿Crees en la teoría de la evolución de las especies, de Darwin, sin la
intervención de Dios?

2.- ¿Crees que el ser humano se ha desarrollado
durante millones de años a partir de formas menos
perfectas con la autorización de Dios?

3.- ¿Crees en la teoría creacionista de la
Biblia que planea que el hombre fue
creado de una vez como somos en la actualidad hace 20.000
años?

En el año 2004, en un estudio que se hizo en
Estados
Unidos, el 17 % de los encuestados eligió la
opción 1, el 38 % escogió la opción 2, y el
45 % de está en la posición 3.

Francis Collins (2007), uno de los científicos
que descubrió el genoma humano, uno de los hallazgos
más fascinantes en la actualidad, nos revela que los
principios de
la ciencia se
complementan con los principios de la fe.

La diversidad de votos en las respuestas a la encuesta
aplicada se estrecha cuando los científicos nos muestran
la maravilla que constituye una célula
humana.

En cada célula está contenido un manual de
funcionamiento de más de 3 mil millones de letras. Este es
el instructivo que explica nuestros procesos
habituales de vida (afectivos, cognitivos e instrumentales).
¡Inverosímil!. Pero cierto.

¿Es posible seguir sin creer en Dios ante
semejante hallazgo?

Es más creíble la idea de que el hombre como
invento creativo es el resultado del diseño
inteligente y perfecto de Dios, que creer en cualquier otra
concepción de la creación por causa del azar.
Sólo basta con analizar la perfección del
funcionamiento del ser humano para darnos cuenta que tuvimos que
haber sido diseñados por alguien o algo, y ese alguien o
algo es precisamente Dios.

Si analizamos el perfecto funcionamiento del ojo humano,
con tantas partes y minicomponentes desempeñándose
de manera simultánea, la maravillosa y espectacular
estructura
interna de nuestros oídos, nuestro extraordinario sentido
del olfato y del tacto, nuestra hermosa capacidad de amar y de
pensar, y los perfectos, rítmicos y sonoros latidos de
nuestro corazón,
sobran razones para confiar y tener Fe de que fuimos creados por
Dios.

Y para creer en la existencia de Dios, no necesariamente
debemos ser religiosos, basta con preguntarnos:

  • 1. ¿Por qué existe todo esto tan
    bello y precioso, tan preciso, fiel y exacto dentro del
    Universo en un mundo tan asombrosamente
    diseñado?

  • 2. ¿Quién, qué y
    cómo organizó todo esto tan sorprendente,
    admirable y milagroso?

  • 3. ¿Quién, qué y
    cómo creó el maravilloso Universo?

Si quieres puedes seguir esperando para ver
cuánto se avanza en este debate que
nunca va a concluir. Sin embargo, es paradójico que,
existiendo tanta gente común con muchas dudas, los
científicos cada día acepten con mayor
ahínco la existencia de Dios. Ya expuse el caso de Francis
Collins, y podemos hablar también de Sir Bernard Novell,
director del observatorio y radiotelescopio de Jodrell Bank, a
quien, al finalizar una conferencia, uno
de los participantes le preguntó qué había
antes del Big Bang, y el sabio le contestó con sencillez y
humildad que si en verdad quería saber eso, debía
remitirse al primer capítulo del Génesis.
¡Espectacular respuesta! ¿Cierto?

A ti, amigo lector, que no crees en la existencia de
Dios, te exhorto a que no lo desafíes, no cuestiones su
existencia, no dudes sobre su vitalidad, no busques razones
"científicas" para argumentar que no existe. Te afirmo con
toda seguridad que El
si cree en ti, y además te confieso que hace algunos
años yo pensaba igual que tú, pero cuando
conocí quién, qué, para qué y
cómo es Dios, realmente mi vida cambió y dio un
giro de 180 grados.

Dios está más cerca de ti de lo que
tú te imaginas. Te invito y te exhorto a que lo descubras
dentro de ti, en tu corazón, y elimines tus dudas,
temores, incredulidades y escepticismos. Estoy seguro que el
Dios que yo conozco es el mismo Dios que tú
necesitas.

Sigue leyendo y me darás la
razón……

Una
conversación con Dios

Después de varias semanas asistiendo a la
Iglesia,
pidiéndole a Dios que me ayudara a tener dinero y
hacerme rico, me sentía decepcionado por su ausencia. El
no aparecía en mi vida para ayudarme. El crepúsculo
me acusaba por mi soledad.

Se marchaba el añejo sábado y llegaba el
joven domingo. Esa resplandecida noche, a la una de la madrugada,
Dios se apareció ante mí, en mi propia casa, en mi
propia habitación.

– ¡Dios!, ¿Qué haces aquí? –
exclamé admirado -, y de súbito emergieron de mis
labios varias preguntas como si fueran estrellas escapadas de la
noche: ¿Cómo descendiste hasta acá?,
¿No estabas tú en el cielo?

– Vine a ayudarte, hijo – me dijo con dúctil y
sosegada voz, al parecer salida de una afligida nube -.
¿No eres tú quien me ha estado
llamando durante todos estos días?

– ¿Y por qué tardaste tanto en venir? – le
reclamé encolerizado -, ¡pensé que ya no
vendrías!

– Pues, heme aquí – objetó.

– Además, jamás imaginé que te
presentarías en mi propia casa, en mi propia
habitación – le dije incrédulo. ¿Por
dónde entraste?, la puerta está cerrada.
¿Alguien te vio llegar? – le pregunté un poco
enojado por su tardanza y a la vez atónito por su
impresionante presencia ante mí.

– No te preocupes hijo – me dijo para tranquilizarme – ,
nadie me vio entrar y nadie me verá. Te lo aseguro. –
Él estaba seguro que sólo yo tenía en ese
maravilloso momento el privilegio de verlo y conversar con
Él -. ¿Qué necesitas de mí? – me dijo
complaciente y con espíritu de servidor.

– Quiero que me muestres el camino para obtener mucho
dinero – manifesté al instante y sin hacer ninguna pausa,
quizá por la ansiedad que me invadía.

– ¿Y para qué quieres mucho dinero? – me
preguntó extrañado. Quien busca la plata,
jamás estará satisfecho con ella.

– Para ser rico. Quiero ser rico – le dije mostrando una
extraordinaria convicción en mis deseos y aspiraciones de
hacerme rico.

– ¿Y para qué quieres ser rico? –
preguntó otra vez muy extrañado.

– Para tener mucho dinero – respondí.

– ¿….?

Dios hizo un gesto de asombro y confusión a la
vez, que me dejó un poco preocupado con lo que me
dijo:

– No me agradan tus pensamientos hijo.

– Pero, ¿por qué Señor?,
¿qué tiene de malo poseer mucho dinero?,
¿qué tiene de malo desear ser rico y ser feliz con
mi dinero? – repliqué confundido por su actitud.

– No te esfuerces en hacerte rico; hijo mío, deja
de preocuparte por eso – me dijo con una increíble
tranquilidad -, si te fijas bien, verás que en realidad no
existen las riquezas; de pronto se van volando, como
águilas, como si les hubieran salido alas. Y
además, los mejores placeres son gratis.

A pesar de sus argumentos yo insistí con la
fuerza de mis
deseos, y al ver mi intransigencia me dijo:

– Dime una cosa, hijo, cuando yo te llame a cumplir otra
misión
en otro mundo, ¿a dónde te gustaría ir?,
¿al cielo, o al infierno? – preguntó pretendiendo
demostrarme algo.

– Por supuesto que al cielo – le dije
preocupado.

– Recuerda que más fácil entra un camello
por el ojo de una aguja, que un rico en el reino de los cielos –
me argumentó con una fuerza en sus palabras que las
paredes de la habitación se estremecieron cual
montaña sumergida en un peligroso
volcán.

Seguidamente, sin esperar apenas a que Él hiciera
su segunda reflexión, le lancé una ráfaga de
preguntas que engalanaron de incertidumbre su adorable alma:

– ¿Entonces si soy rico iré al infierno?
¿Todos los millonarios van al infierno? ¿No
podré nunca jamás en mi vida ser exitoso y tener
mucho dinero?

– ¡Cuánta confusión hay en tu mente
hijo mío! – me dijo con rostro de preocupación. No
es lo mismo tener dinero, ser millonario, ser rico y ser exitoso.
Una persona puede ser
rica sin tener mucho dinero, alguien puede tener mucho dinero y
no tener éxito
en su vida.

– ¿Quiere eso decir que una persona puede ser
exitosa sin ser millonaria?, ¿Se puede ser millonario sin
tener mucho dinero? – le dije manifestando interés en
el tema.

– Así es, hijo mío, todo depende de tus
pensamientos, de tu mente, de las ideas que tengas acerca de la
riqueza y del éxito. Tener dinero no es una
condición para alcanzar el éxito –
puntualizó. Las cosas materiales de
la vida no son las que te definen como una persona exitosa –
añadió -, si miras a tu alrededor te darás
cuenta que los mayores placeres de la vida son gratis: el amor, los
amigos, los hijos, los nietos, el amanecer, el anochecer, el
viento, el mar, la luz, los árboles, una puesta de sol, la luna, las
estrellas, los niños,
el gusto, el tacto, el olfato, la vista, el oído, el
sexo, la
salud, las
flores, la lluvia, e incluso la propia vida es gratis.

Mientras Él exponía sus argumentos, yo
fruncía el ceño cual niño privado de un
delicioso helado o de su juguete preferido.

– La verdadera riqueza no está en el dinero,
sino en estar desprendido de lo material, en renunciar
voluntariamente al dominio sobre las
cosas. Por eso hay pobres que realmente son ricos y al
revés, ricos en dinero que no son exitosos ni felices, son
pobres en amor y
espiritualidad. Si no eres egoísta, pon tu empeño
en no priorizar las riquezas materiales, con el mismo
empeño que ponen la mayoría de las personas del
mundo en poseerlas, ostentarlas y priorizarlas en su
vida.

Cuando terminó de hablar le repliqué
diciendo:

– ¿Y de qué manera se puede ser exitoso y
feliz sin tener dinero? ¿Cómo puedo convertirme en
millonario sin tener dinero?

– A eso precisamente vine, hijo, a aclararte esa
confusión que tienes en tu mente.

– ¿Entonces me convertirás en un
millonario? – le pregunté mostrando más regocijo
que las flores cuando saborean la lluvia.

– Eso no es posible, hijo – me dijo con
firmeza.

– ¿Cómo que no es posible? – le dije
extrañado por su afirmación tan inequívoca
-, quiero un milagro de ti y tú sí puedes
concedérmelo, quiero ser millonario.

– Eso no es posible, hijo – repitió con una
fuerza en sus palabras, capaz de arrancar de raíz un
árbol frondoso.

– Oh, Dios, con tu grandeza, hiciste la luz, el
día y la noche, el cielo, la tierra, los
ríos y el mar, el sol, la luna y
las estrellas, los animales, y hasta
el descanso fue creado por ti. Y me diste vida a mí.
Gracias por crearme Señor, eres todopoderoso, tú
todo lo puedes, Dios, para ti no hay nada imposible.
¿Cómo es posible que no puedas convertirme en
millonario?

– Es cierto que la creación fue obra mía,
en siete días lo logré, pero el proceso de la
creación es muy diferente al proceso de convertirte en
millonario.

– Tu palabra es fuerza Señor, y tu voluntad es
realidad, si lo deseas y lo dices, entonces yo seré rico y
millonario – le dije con la convicción de que
accedería a mi petición.

– No es lo mismo ser rico o millonario, que tener
bienestar, abundancia y riqueza en tu vida. ¿Sabes
qué es la riqueza? – me preguntó insinuando mi
ignorancia al respecto -, antes de querer ser rico y millonario
debes saber primero qué es la riqueza – acentuó
para demostrarme que yo quería algo sobre lo que no
sabía ni su definición.

– No – respondí apesadumbrado.

– Antes de averiguar cómo convertirte en
millonario, debes analizar qué es la riqueza – dijo
enojado -, porque si no sabes qué es la riqueza, es
difícil saber qué deseas atraer en realidad a tu
vida y cómo atraer eso que deseas.

En ese momento pensé: ¿Cómo definir
a un rico o a un millonario?

Pensé que lo mismo ocurre con la prosperidad, con
la abundancia, con el éxito, que son conceptos muy
abstractos y subjetivos. Y, por supuesto, lo mismo ocurre con la
riqueza.

– Cuando estamos en presencia de la riqueza, lo sabemos,
la sentimos, pues algo dentro de nosotros la reconoce – le dije
perceptiblemente contento a Dios.

– Sí, eso es cierto – dijo -,
pero…………..trata de
definirla.

– ¿…..?. No, Dios – le dije con una
manifiesta impotencia -, no soy capaz de definirla.

¿Por
qué se escribe este
libro?

Mientras que no busquemos soluciones
definitivas, de impacto, trascendentales e integrales a
nuestros principales problemas
seguiremos siendo personas subdesarrolladas, individuos sin rumbo
fijo, sin destino, o peor aún, con rumbo al abismo; seres
humanos sin expectativas y sin sueños, o peor aún,
con un sueño eterno del que no despertaremos
jamás.

El ser humano del siglo XXI necesita iniciar un proceso
de cambio en su
forma de sentir, pensar y actuar respecto al dinero. Necesitamos
cambiar nuestra mentalidad sobre la riqueza y la prosperidad. En
este libro se hace
un llamado a la acción
de todos los seres humanos para implicarnos en un proceso que nos
convierta verdaderamente en personas ricas y
prósperas.

Los principales principios de la riqueza que aporta este
libro brindan una base para que todos los seres humanos
trabajemos de manera mancomunada en la implementación de
un proceso autoformativo que incluya estos componentes
básicos para atraer riqueza y prosperidad a nuestras
vidas. Sólo personas responsables, con sentido de
pertenencia y comprometidas a cambiar nuestra propia vida podemos
tener una significativa, estable, positiva y duradera influencia
en la vida de aquellos que nos rodean, incluyendo a los
niños, niñas, adolescentes y
jóvenes que hoy buscan desesperadamente modelos a
seguir e imitar.

En este libro propongo un nuevo estilo de vida
basado en los principios básicos de la abundancia y la
riqueza. El propósito de este libro es ayudarte a
reconstruir tu estructura mental para convertirte en una persona
rica y próspera.

Una persona próspera construye su prosperidad
sobre principios básicos que garantizan una estabilidad en
el tiempo y la cultura, y no
perecen ante las circunstancias o el reto que implican los
problemas de hoy y de mañana.

La comunicación interpersonal es un acto muy
difícil y complejo. Es muy difícil saber si
realmente nuestras ideas son comprendidas o no por los que las
reciben. Por eso, al escribir este libro lo hago con prudencia,
porque deseo comunicarte de una manera clara y sencilla los
principios básicos para que atraigas riqueza y prosperidad
a tu vida.

Para ser rico y próspero necesitas tener una
clara comprensión acerca de lo que es la riqueza y la
prosperidad. No tengo una definición exacta acerca de lo
que es la riqueza y la prosperidad, ya que son conceptos muy
amplios, profundos, complejos, polisémicos, y sobre todo
tienen un carácter resbaladizo, subjetivo e
individual, ya que todos nos dirigimos hacia lo que personalmente
definimos como riqueza. Generalmente se asocian la riqueza y la
prosperidad a lo físico, lo terrenal, lo material, el
dinero, la abundancia de cosas externas que no son vitalicias ni
trascendentales. De ahí que la riqueza y la prosperidad
sean también conceptos tramposos, engañosos y
falaces.

Para iniciarte en el camino de la riqueza y la
prosperidad y luego transitar por él, debes tener una base
sólida acerca de la riqueza y la prosperidad, es decir,
debes tener una idea más o menos cercana acerca de lo que
expresan y significan estos conceptos. Es por ello que en varios
capítulos y epígrafes del libro, se dedican
espacios a la reflexión sobre los pensamientos o la
imagen mental
que todos nosotros tenemos acerca de nosotros mismos, de la vida,
de nuestros problemas y sobre todo del dinero, de la riqueza y de
la prosperidad.

No hay recetas para atraer riqueza y prosperidad a tu
vida, sin embargo en este libro se explican diez principios
básicos que te pueden dar una luz, sentar algunas pautas y
ayudarte a triunfar, ser rico y feliz, vivir en paz y
armonía, y sobre todo lograr lo que desees en tu vida.
Ahora bien, los principios básicos de la riqueza y la
prosperidad deben estar siempre en consonancia con las Leyes de Dios,
fundando los cimientos de una estructura mental que proporcione
la riqueza y la prosperidad en la persona que los aprenda, los
comunique y los aplique en su vida cotidiana.

En este libro se muestran el dinamismo y acción
eficaz de Dios, como rasgos muy especiales que lo convierten en
un protagonista muy propicio para esta época de Globalización, Tratados de
Libre
Comercio, empresarios, ejecutivos, y hombres y mujeres de
negocio. La estrategia de
salvación que El concibió para la tierra fue
preparada minuciosamente, con lujo de detalles, con mucha
prudencia, inteligencia y
anticipación, y la cumplió de una manera plena,
vigorosa, enérgica y eficaz hasta sus últimas
consecuencias, así como nosotros debemos cumplir con
nuestras metas, propósitos, aspiraciones y
sueños.

En ese sentido, este libro es una alternativa de
solución a los males de un mundo caracterizado por la
ambición, el narcisismo, odios de todo tipo, enfermedades incurables, la
división, la discriminación racial y sexual, la miseria,
las guerras, el
hambre, el desempleo, las
persecuciones, la explotación, las injusticias, la
apatía generalizada, las desesperanzas, el tedio, el
temor al fracaso, la soledad, la depresión
y el suicidio, lo
cual, a nuestro juicio, son consecuencias de un sistema en
decadencia, hogares e instituciones
educativas que han colapsado porque proporcionan un aprendizaje que
ya no es válido para el tercer milenio.

En este libro obtendrás LO QUE DESEES TENER en tu
vida, encontrarás EL VERDADERO SECRETO SOBRE EL BIENESTAR
y la riqueza, descubrirás LA CLAVE PARA RESOLVER CUALQUIER
PROBLEMA que tengas, aprenderás cómo ATRAER
PROSPERIDAD y riqueza a tu vida, pero también
conocerás lo que no nos dijeron sobre EL SECRETO PARA SER
RICO, conocerás LAS MENTIRAS QUE NOS HAN DICHO sobre El
Secreto para enriquecerte.

En este libro se plantea una nueva interpretación sobre EL SECRETO PARA VIVIR
EN ABUNDANCIA, propongo una visión espiritual acerca del
dinero, la riqueza y la prosperidad, y por ello te
conectarás con un DIOS MILLONARIO, revelarás al
Dios Todopoderoso que está dentro de ti, en tu
corazón, y por supuesto, aprenderás a ORAR Y
ENRIQUECERTE.

Ahora bien, cuando se plantea una nueva teoría,
concepción o interpretación, a veces resulta
útil indicar los enfoques a los cuales se opone de manera
más radical y contundente. En este caso, sólo la Fe
es un categórico y contundente argumento de
oposición a otras concepciones acerca del dinero, la
riqueza y la prosperidad. Lo más importante es que creas,
aunque no veas.

Asumimos una concepción espiritual acerca de la
riqueza y la prosperidad, por cuanto la humanidad disfruta de una
relación especial con Dios todopoderoso, nuestro
Señor, único Creador de todo el Universo, debido
precisamente a que fuimos creados a su imagen y semejanza, y por
ello hay un gran abismo de separación entre los seres
humanos y los animales o el resto de seres vivos creados por
Dios, que actúan por instinto y sobreviven precisamente
sin estar inmersos en procesos y dimensiones
espirituales.

Pero los seres humanos no somos simples animales de dos
pies con capacidades, inteligencias y un cerebro altamente
desarrollado. Por el contrario, somos personas creadas a imagen y
semejanza de Dios, y por consiguiente, tenemos libre acceso a
él, participamos y disfrutamos de los beneficios del
ambiente, el
entorno y la Naturaleza
Divina.

El amor y el intelecto son rasgos humanos universales
porque son parte de las exclusividades de Dios. La singularidad y
particularidad humana se argumenta a partir del hecho de que Dios
apartó al hombre del resto de seres vivos y no vivos de
toda la creación, con el fin de ser la única
criatura entre los habitantes de la tierra que fuera responsable
de sus actos y respondiera por ellos (Génesis
1:28).

El ser humano tuvo la sagrada función de
ser administrador de
la creación de Dios. Sólo el ser humano
actúa como vicegerente de Dios sobre la tierra. Él
es nuestro jefe mayor, el Gerente de
todo cuanto habita en el Universo, precisamente por ser su
creador, único y eterno dueño de todos nosotros.
Además, Dios también nos dotó (a los hombres
y a las mujeres) con la preciosa y necesaria habilidad de vivir
la maravillosa vida intrínseca de la mente a través
del pensamiento
interno (cognición), la verbalización externa
(expresión) y la manifestación de nuestras emociones,
sentimientos, y amor por el prójimo (afectividad), y nos
dio la capacidad de dejar huellas positivas de amor en nuestros
semejantes, así como trascender nuestro mundo y el de
nuestro propio ser mediante la conciencia.

Según la Biblia, los seres humanos fuimos creados
con la habilidad de comunicarnos (competencias
comunicativas) y desarrollar relaciones personales con Dios
(inteligencia espiritual), nuestro creador. La imagen y semejanza
de Dios ocupa, está presente y se extiende a todos los
aspectos del individuo,
incluyendo las relaciones financieras, económicas y
comerciales. Los seres humanos fuimos creados a imagen de Dios,
mental, espiritual y físicamente.

En las escrituras se acepta y se respalda la
consideración de varias dimensiones humanas, varias partes
del hombre como copropietarios y partícipes de la imagen
de Dios. Luego entonces, si Dios es Amor, ¿Qué
somos nosotros los seres humanos?, la respuesta es lógica:
Amor. Los seres humanos en la creación fuimos dotados de
amor, bondad, confianza, racionalidad y justicia. De
ahí que el amor necesariamente debe ser la base de nuestra
relación con el dinero. Debemos asignarle al dinero, a la
riqueza y a la prosperidad una dimensión espiritual, lo
cual implica que la búsqueda del dinero deje de ser un fin
en sí misma para convertirse en un resultado de nuestra
conexión con Dios, un efecto de nuestras relaciones
armoniosas basadas en la Fe y una consecuencia de darle vida a
nuestra dimensión espiritual.

Sin embargo, en la actualidad los jóvenes ya no
son tan amorosos, bondadosos, responsables, laboriosos,
estudiosos, racionales, amables, solidarios, disciplinados, ni
justos. Su vida está sustentada en el dinero, en bienes
materiales, y la posesión o no de esas cosas que
supuestamente proporcionan felicidad determina su estatus social
y condiciona sus relaciones
humanas. Tanto la sociedad
humana en general como las relaciones personales individuales
están plagadas de violencia,
alienación, irracionalidad, ingratitud, atraco, enajenación, brutalidad y
egoísmo.

La humanidad ha cambiado, lo podemos observar en nuestra
cotidianidad, y este cambio es la consecuencia de su rechazo a
Dios y haber elegido su propio camino. Como resultado, las
personas se alienaron de Dios (Génesis 3:8-10), (2:17;
3:19). Dios ha estado solo en este mundo que El mismo creó
para nuestro disfrute. No obstante, aunque la imagen se ha
fracturado y distorsionado gravemente, no ha sido destruida
(Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; Jonás 3:9). Dios ha
estado sufriendo por causa de nuestro abandono, pero aún
está vivo, aún muestra signos de
vitalidad para restaurar su imagen a través de la
nuestra.

Aunque la imagen se ha quebrantado y desfigurado
enormemente, no ha sido destruida totalmente, aún no ha
sido pulverizada del todo, aún existen en la humanidad
cenizas de la imagen después de la caída, algunos
fragmentos de estrellas divinas aún iluminan nuestro
horizonte en medio de la sociedad putrefacta y menguada. Por lo
tanto, aunque algunas personas están torcidas y perdidas
como resultado de la caída, aún son seres humanos
que sienten y piensan, aún tienen un corazón que
late. Y en algún pequeño rincón de su alma
todavía hay un espacio para Dios.

Estos criterios, preceptos y fundamentos basados en la
Fe cristiana nos llevan a plantear algunos principios
básicos sobre la riqueza y la prosperidad, conformados en
una ESTRATEGIA, integrada por PASOS PARA OBTENER LO QUE DESEES EN
TU VIDA, estructurados mediante acciones
metacognitivas y preguntas problematizadoras que te guían
hacia la riqueza y la prosperidad.

Pasos para atraer
riqueza a tu vida

(DECÁLOGO DE LA ABUNDANCIA Y LA
PROSPERIDAD)

  • 1. Planteo mi problema, la
    situación que me incomoda (situación, hecho,
    evento, acontecimiento). Defino el objeto de
    transformación y modificación. [Identifico,
    formulo y planteo un por qué]

  • 2. Formulo mi propósito humano
    (objetivos, deseos, metas, intenciones, motivaciones,
    intereses, sueños, aspiraciones, expectativas,
    anhelos, fines, esperanza, resultado esperado). [Redacto un
    para qué]

  • 3. Despliego mi voluntad emocional.
    [Defino qué y con qué]

  • 4. Manifiesto una actuación
    afectiva
    . [Cumplo con el cómo]

  • 5. Logro una conexión espiritual.
    [Me conecto con Dios, no cuestiono quién es
    El]

  • 6. Tengo Fe. [No me preocupo por el
    cuándo, ni por el dónde, ni por el
    cuánto, sé que Dios se encargará de
    resolver el problema y de cumplir mi propósito. Espero
    pacientemente el resultado de su labor. El me
    complace.]

  • 7. Muestro gratitud. [Cumplo con el
    cómo]

  • 8. Doy bendiciones. [Cumplo con el
    cómo]

  • 9. Practico alabanzas. [Cumplo con el
    cómo]

  • 10. Recibo la acción divina de
    Dios. [No investigo cómo lo hizo, sencillamente
    reconozco que Dios responde mi por qué, soluciona mi
    problema]

El libro se estructura en ocho capítulos a
través de los cuales voy describiendo a profundidad estos
pasos propuestos para conseguir lo que desees en tu vida. Espero
que estos modestos conocimientos, extraídos de mi
experiencia y de mi vida real, sean útiles para ti, amigo
lector, en el proceso de atraer riqueza y prosperidad a tu vida,
con la ayuda de Dios.

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Autor:

Alexander Ortiz
Ocaña

Ph. D.

[1] Las posibles dimensiones del "átomo" o
"huevo primitivo", la separación entre materia y
energía, la progresiva distinción entre las
CuatroFuerzas fundamentales, la asombrosa, maravillosa,
extraordinaria y admirable ruptura de la supersimetría
inicial que hizo posible las realidades discretas, o sea, que
existan "cosas".

Partes: 1, 2
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