El presente ensayo tiene
como finalidad relacionar el libro de
El viaje a la felicidad con los conceptos pertenecientes
a otros autores (Walter Benjamín, Bayer, Groys, Kant, Hume, entre
otros) y con el film Teorema de Paolo Passolini.
Así mismo se propone extraer ciertas conclusiones
generales sobre el fenómeno estético. El método
aplicado será el siguiente: primero se relacionarán
ideas claves de El viaje a la felicidad (de Punset) con
las ideas que conceptualmente estén relacionadas dentro de
lo que son las ideas pertenecientes a esos otros autores. Luego
se extraerán conclusiones de estas relaciones,
después se interpretará el film y se ligará
con las correspondencias que se le encuentre en el libro de
Punset o en las ideas de los otros autores y finalmente se
extraerán conclusiones generales. Para eso dividiré
el área del desarrollo en
2 partes. Se usará entonces el saber científico
proporcionado por Punset como un filtro, a pesar de que, como
decía Lyotard, estamos en la época del fin de los
meta-relatos (relatos que legitiman otros relatos) y el saber
científico no es sino un saber parcial. Y pues sí,
es parcial; pero es no obstante el más fiable de los
saberes, de allí mi decisión de usarlo como
filtro…
PARTE 1:
1-Al estudiar las bases de la felicidad, la psicología
moderna distingue dos fuentes: el
placer, por una parte, y el sentido que da a la vida un
determinado compromiso por otra.
2-Otros psicólogos positivistas apuntan hacia
algo tan intangible, en los tiempos que corren, como una escala de
valores. De
acuerdo con esta novedosa teoría
de la psicología
moderna el aumento de los niveles de infelicidad en el mundo de
hoy se explicaría por una inversión excesiva en bienes
materiales, en
detrimento de valores de mantenimiento
más intangibles.
Lo dicho se ve muy claramente en el contexto de la
estética a partir de la obra de
Benjamín y de Boris Groys. Así pues, dice
Benjamín que en esta época de la reproductibilidad
técnica el aura se ha echado a perder, cuestión
está que va de la mano con lo que comenta Boris sobre la
diferencia kierkegaardiana (diferencia más allá de
la diferencia) y la progresiva homogenización del objeto
artístico en relación al objeto profano;
homogenización que, como sabemos, ha tenido como espacio
operativo al museo postmoderno, museo que introduce el
contextualismo, la temporalidad, la disolución de la
inmutabilidad de los marcos contextuales y, por lo mismo, lo que
en cierta forma se podría considerar como el fin de la
historia del
arte.
Ahora bien, decía Malraux que la génesis
del arte parte de un
universo de
valores que es independiente y trascendente en relación al
mundo, así como también decía que el arte
salva la cualidad del hombre y sus
valores a través de una cierta cristalización
idealizadora de lo contingente. Nos topamos entonces con la
médula del asunto. Malraux hablaba del arte en general,
aunque claro, el hablaba desde el contexto histórico del
arte moderno, no del postmoderno (en el que estamos hoy):
¿Qué pues habrá ocurrido? ¿Acaso el
arte ha dejado de cristalizar e idealizar lo contingente? La
respuesta es doble. Por una parte tenemos a los artistas que
trabajan al nivel del contexto y no de la forma, que te pueden
presentar un inodoro en un museo y entonces, por el hecho de
estar en el espacio del museo, el inodoro incorpora esa
diferencia en tiempo de vida
y misión
histórica (diferencia kierkegaardiana), y, en
consecuencia, se transforma en un objeto artístico que
evidentemente será, en una percepción
visual alejada de conceptualismos, no es más que una
suerte de objeto profano que ha devenido en objeto
artístico solo en virtud de su inclusión en el
museo. Y es que según Groys el arte postmoderno trabaja en
el nivel del contexto y no de la forma, siendo así que
requiere del espacio del museo para crear conciencia sobre
los actuales objetos artísticos, objetos que (y esto
resulta un poco irónico) por tener una diferencia que es
realmente nueva, no pueden ser percibidos como distintos al
objeto profano (en el que no se diferencian sino por cuestiones
sutiles que escapan al ámbito de la forma) a no ser que
estén en un espacio adecuado (el del museo).
Por otra parte, al menos según me parece
entender, tenemos a aquellos de los que hablaba Ortegga y Gassett
en su ensayo La deshumanización del arte, ensayo
en el que dice que el arte actual divide al público en los
que lo entienden y los que no lo entienden (la inmensa
mayoría), quita o deja en un mínimo los componentes
humanos de la obra y es una suerte de ventana
(metafóricamente hablando) en la que se percibe más
el vidrio que lo que
hay detrás de él. ¿Pero qué es lo que
hay detrás de él sino el contenido? ¿Y
qué es el contenido sino lo que se conoce como
fondo? Entonces, si lo que está detrás del
vidrio es el fondo: ¿No es acaso que el vidrio es la
forma? Y si el vidrio es la forma: ¿No
estaría diciendo que este arte actual se centra en la
forma? ¿Cómo entendemos esto en conjunción
con lo de Groys que hablaba de un arte que no trabaja con la
forma? A mi entender la cosa es simple, el ejemplo del inodoro en
el museo en conjunción con obras del cubismo que
responden a aquello que dijo Picasso de que
el pintaba las cosas como las pensaba y no como las veía,
nos dice que lo que ocurre es que el arte actual podría, o
bien manifestarse de la manera en que habla Groys (trabajando con
el contexto y la diferencia más allá de la
diferencia, creando un objeto artístico que no
difiere mucho del profano), o bien manifestarse en la manera en
que hablaba Ortegga (centrándose en los componentes
estéticos y dejando de lado los humanos, siendo una
ventana que llama la atención sobre si misma antes que sobre lo
que está detrás y por tanto trabajando sobre todo
al nivel de las formas). Pero para cualquiera de los dos casos el
resultado último es el mismo: el público no
entiende, el público no ve una realidad humana
identificable reflejada en la obra (el arte contextual del que
hablaba Groys termina, de una forma diferente a las
manifestaciones artísticas de las que hablaba Ortegga,
dando el mismo resultado de la "deshumanización") y,
así mismo, el público no entiende lo
estético en sí mismo y por tanto no es capaz de
comprender a el arte por el arte. Así pues, si el
asunto es de ese modo, resulta evidente que el arte actual, al
dejar de reflejar realidades humanas, al dejar de ser una suerte
de reflejo de la vida (gassetianamente hablando), ha cerrado su
posibilidad de cristalizar e idealizar contingencias y por tanto
de salvar la cualidad del hombre junto con ese reino de valores
que trascienden al mundo: esto, claro está, en el contexto
de la recepción del espectador común…(dejo
sentado esto para más adelante adentrarme en el asunto con
un precedente como el que he dejado)
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