- Siete
proposiciones sobre el cambio técnico, mercados e
instituciones - Dinamismo
económico y tecnológico: el rol de las
instituciones y políticas - Algunas
conclusiones
Traducción del documento original
llamado " Institutions and markets in a dynamic world"
Introducción
Este artículo trata del rol de las instituciones
y las políticas
y su relación con los procesos de
mercado en
economías abiertas, caracterizadas por varias formas de
cambio
tecnológico.
El enfoque que es más familiar a la disciplina
económica contemporánea esencialmente consiste en
una prosa de la reducción de los aspectos institucionales
y de política a excepciones, anomalías y
casos particulares, de un marco general centrado alrededor de las
condiciones de equilibrio del
sistema
económico postulado por la teoría.
El impacto de las políticas y las instituciones es
evaluado sobre las bases de un criterio – El equilibrio , el cual
la economía podría alcanzar si se la
deja actuar por sí misma- bajo unas hipótesis muy especiales y algunas veces
algo torpes, cuyas propiedades, sin embargo, son tales como para
producir resultados "óptimos". Dentro de esta bien
trabajada y ampliamente aceptada estrategia,
cualquier asunto normativo, fenómeno o comportamiento
es comparado con aquel criterio fundamental y, por diferencia,
uno también define las rutinas
mecánicas[1]e impactos de las
políticas. En consecuencia, el economista
comúnmente usa conceptos como "externalidades", "fallas de
mercado", "información limitada", "mercados
imperfectos", etc., para catalogar las características
"sub-óptimas" más comunes del mundo
empírico, en comparación con el modelo
teórico. En una muy peculiar superposición de las
sentencias o juicios positivos y normativos, estas
"imperfecciones" del mundo real también delimitan el
dominio de la
intervención institucional, el cual – se afirma-
debería hacer que el mundo sea más similar a la
teoría. Generalmente, la profesión económica
asimismo trata de manera similar los problemas
relacionados al cambio tecnológico y económico,
evaluando, por ejemplo, el grado de "falla de mercado" asociada
con la incertidumbre tecnológica, la "imperfección
de mercado" derivada de los derechos de propiedad
sobre la innovación, etc.
El salto desde el modelo teórico básico,
en el cual las conclusiones sobre el bienestar están
generalmente basadas en las propiedades de los actuales sistemas
económicos, es uno grande: a pesar de que la
correspondencia entre las hipótesis
fundamentales del modelo (sobre comportamientos, tecnología, interacción entre agentes, etc.) y los "
hechos estilizados" del mundo son a menudo tratados de una
manera casual, y algunas veces con la irritación que las
discusiones sobre los aspectos metodológicos provocan
dentro de los profesionales de la disciplina. Sin embargo, en la
historia de la
disciplina económica esto no siempre ha sido
así.
Hace dos o tres siglos, cuando la economía
política estaba emergiendo como una disciplina
autónoma, más o menos contemporánea a el
surgimiento de una "sociedad de
mercado" y de un modo capitalista de producción, una de las preocupaciones
intelectuales
era el estatus, función e
implicaciones sociales de la libre búsqueda de los
intereses privados y su relación con otras formas de
coordinación social. La mano invisible de
Adam Smith,
relacionada a la suposición fundamental sobre los
mecanismos de coordinación impersonal, ocurriendo en
mercados descentralizados. A pesar de todo, estaba claro entre
los escritores clásicos que las variables e
instituciones estrictamente no económicas establecieron
reglas particulares de interacción y "Meta-códigos"
de comportamiento los cuales eran condiciones necesarias para un
resultado colectivo satisfactorio de las actitudes
egoístas individuales, en términos de un bienestar
colectivo y un comportamiento dinámico de la
economía. No obstante, aquellas condiciones de fondo las
cuales permitían la consistencia de los comportamientos
individuales y su progresividad dinámica (en cierto sentido, los factores
considerados por la "moral" y la
constitución política de sociedades de
mercado relativamente eficientes) en general, sigue siendo una
preocupación de los pensadores políticos, filósofos, sociólogos y
antropólogos (desde los pensadores sociales escoceses
hasta Hegel y
Tocqueville y, después, Weber, Polanyi
y Luhmann) pero constantemente desaparece de la atención explicita de los
economistas.
En concordancia con algunas ideas de los primeros
economistas políticos y bosquejos de unas contribuciones
más recientes, vamos a sugerir un marco de análisis de instituciones el cual es en su
esencia no reduccionista. La
heurística[2]de esta segunda clase de
aproximaciones que estamos pensando está basada en cuatro
hipótesis fundamentales, a saber:
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