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La maduración del niño y el entorno facilitador: Lecciones valiosas…




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

     

    1. El Caminito
      Amigo que el tiempo no ha borrado.
    2. Santiago de
      los Treinta Caballeros
    3. Los padres
      de Quico viajan y visitan al futuro médico
    4. Años
      después
    5. Neuronas
      espejos e identificación idealizada funcionando en
      tándem.
    6. Otro
      propósito de esta lección
    7. Las
      variedades de transferencias narcisistas de acuerdo a
      Kohut
    8. El
      engañador Madoff
    9. La
      omnipotencia infantil
    10. Identificaciones
    11. El proceso
      neurocientífico de la identificación
    12. En
      resumen
    13. Bibliografía

    "If I have seen further, it is by standing
    on the shoulders of giants."
    ("Si he logrado ver
    más lejos, es porque estuve parado en los hombros de
    gigantes
    ") Sir Isaac Newton
    (1643-1727)

    Esta lección es continuación de
    muchas otras, donde examino las decisiones éticas que, a
    cada quien, en algún momento, la vida nos obliga a
    formular.

    Todos podemos seleccionar carreras y seguir
    llamados vocacionales, pero no todos logramos hacerlo y seguimos
    viviendo felices, como resultado.

    Y no todos, cuando hacemos esas decisiones
    cruciales, las hacemos dotados de la madurez indispensable para
    poderlas hacer.

    Aquí combinaremos experiencias propias
    derivadas de mis
    análisis didácticos. De los
    conocimientos adquiridos durante mi entrenamiento
    bajo la tutela de los
    mejores preceptores de quienes alguien pudiese gozar, y del
    proceso
    continuo de mi auto-análisis, que por la duración
    de mi vida ha de continuar.

    El Caminito Amigo que
    el
    tiempo no ha borrado.

    Empecemos con memorias
    antiguas, pero nunca ajadas por el paso de los
    años.

    Monografias.com

    Coche parqueado en un área
    restringida, frente al Parque Duarte de Santiago.

    Todo sabíamos que el doctor Enrique Morel
    ("Quico") cardiólogo, oriundo de la ciudad de mi
    nacimiento, Santiago de los Caballeros, y pariente de mi
    mamá era — en nuestra opinión — "el mejor
    cardiólogo del mundo" en que, entonces,
    viviéramos.

    Persona parca y circunspecta que proyectaba una
    imagen sobria
    y distinguida, con aires de intelectualidad templada, lo que
    sumaba las características personales del galeno de
    tiempos pasados. Como siempre aparece en sus fotos el genio ilustre
    que fuera don Santiago Ramón y
    Cajal.

    Cuando Quico retornó a Santiago, luego de
    graduarse de médico en la Sorbona, ya tenía su
    clientela asegurada. Mientras que su esposa francesa, a quien
    conociera en sus años de estudiante en París,
    lograría aclimatarse fácilmente a una ciudad donde
    la presencia de extranjeros siempre ha sido,
    característicamente considerable.

    Los aristócratas, las familias de buenos
    recursos, y los
    foráneos representaban sus pacientes. Era próspero,
    pero no en la manera que los comerciantes y los banqueros medran.
    Se ganaba la vida de una manera cómoda y sensata,
    como, tantos médicos competentes de la época lo
    hicieran.

    La medicina se
    consideraba, entonces, una llamada cuasi religiosa.

    Pausa.

    Aquí viene a la memoria la
    imagen querida del Dr. Federico ("Fricó") Lithgow,
    contemporáneo de Quico, quien en sus tiempos sería
    el mejor de los fotógrafos
    dominicanos. Propietario orgulloso de una colección de
    cámaras, Leica, Rolleicord, Rolleiflex y Speed Graphic que
    hicieran posible su famosa foto llamada "Castillos en el aire" donde una
    torre de naipes comienza a derrumbarse frente al lente de una
    Hasselblad, y "El efecto dominó" (donde se representan
    dominós derrumbándose de manera consecutiva). Todo
    plasmado en espléndido blanco y negro.

    Los médicos, por hobby, han,
    tradicionalmente, explorado el mundo de las artes, la literatura y otras
    disciplinas. Los galenos por mí conocidos en mi juventud no
    representaban excepciones a esa regla.

    Prosiguiendo

    Para movilizarse dentro de la ciudad y hacer
    visitas a sus pacientes postrados en cama, Quico, se valía
    del uso de los coches que Santiago hiciera famosos y que
    todavía se ven en las calles de esa localidad. Los
    carruajes de entonces, eran tirados por una yunta de dos
    caballos, arreados por un cochero, ataviado con pantalones y saco
    kaki, rematados por la camisa blanca y corbata negra
    requeridas.

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