La membrana del himen, y el destino de la mujer: gobernado por una reliquia evolutiva (página 2)
En este caso específico nos
referimos al islamismo ultra conservativo capaz de decretar la
muerte de quien ose escribir una novela, expresar una idea, o
dibujar una caricatura "ofensiva" del profeta. O de una mujer que
afrente el sacrosanto honor familiar. Léase: que se
permita la libertad de querer ser miembro asimilado de la
sociedad en que hiciera la decisión de vivir, pero, sin
aplicar la máxima que nos aconseja: "En Roma haz como
los romanos".
Nuestro lenguaje, por los siglos de la
ocupación morisca de Granada, está repleto de
palabras adaptadas, procedentes del arábigo. Muchas son de
bellezas fonéticas singulares, aunque, a veces, resulten
ser trabalenguas, para algunos. Pensamos especialmente, en el
vocablo "La Alhambra", para los anglosajones.
Pero, también hemos aprendido
expresiones recientes de odio mordaz y acerca de costumbres
insólitas, que se oponen a la liberación del sexo
femenino, de lo que el mundo occidental, justamente, se
jacta.
Veamos algunos de los nuevos
términos
La expresión sharia, una
que comparte su reciente introducción, con las palabras,
burkha, al-fatah, fatwah,
intifada, niqaab, hijab, y otros
términos, que asimismo dividen entre ellos el atributo de
que, enriqueciendo nuestra lengua, a la vez, a nosotros nos
confunden.
La Anunciación por
Lorenzo di Credi (1458-1537)
¿Cómo es posible, nos
preguntamos, que nuestros semejantes, que habitan países
con estilos de vidas similares a los nuestros, puedan, con el
aliento entusiasta de los mullah, pretender relegar la
mujer a una posición subordinada y servil?
Y, que, cuando permiten una elección
presidencial — para lograr la victoria ilícita y
aferrarse al poder — asesinen, en plena vista del mundo, a
cientos de mujeres y hombres protestando la trampa electoral,
mientras acusan a otros de ser responsables por el fraude, por
ellos mismos perpetrado.
Y que, en este siglo XXI, persistan robando
el poder, matando y mintiendo en el nombre de
Alá.
Nuestro propósito en esta ponencia
es igualmente enfatizar la tragedia insólita de quienes
naciendo mujeres, están obligadas a vivir, como estigma,
ese estado desdeñado, en lugares donde se las pisotea y se
las reduce a un nivel indigno, por virtud del mismo hecho de
ser hembras. En otras palabras, por haber nacido, como las
féminas de otras especies nacen, dotadas con una membrana
— de precario destino — conocida como el "himen".
Vestales…
Vale la pena reiterar, que heredamos, no
sólo palabras, sino que adoptamos discretamente,
costumbres islámicas. Costumbres, que en
Hispanoamérica, conservamos, especialmente, en lo que
concierne al machismo dominante y a la subordinación,
esperada, del sexo femenino.
En este respecto, la virginidad y el
vestido son materias de importancia extraordinaria. Por ello,
esta ponencia, es también acerca del islam, que pretende
imponernos a todos, sus principios dictatoriales y
chauvinistas.
El himen: asunto
de estado, de poder, y de control. La intrascendente estructura
anatómica, con el valor metafórico más
exagerado
Por la relevancia de su simbolismo
socio-cultural, y por lo mucho que se rodea de trasfondos
moralistas — que están muy apartados de lo que estipula
el modelo de la Ley Natural — nos parece apropiado que
examinemos el significado histórico y emocional de esta
diminuta membrana.
Pero antes, aprendamos un poco acerca de la
historia de la castidad. Femenina "virtud", de la cual el himen
es testimonio (aunque este último vocablo provenga de la
palabra "testículo").
En la mujer, la castidad se ha considerado
expresión de dignidad y pureza divina, esencialmente,
porque, quien permanece virgen, proyecta la impresión de
poseer cierta sublimidad mística y pulcritud moral
intachable.
La virginidad, especialmente en la mujer,
se ha considerado por mucho tiempo, como un estado de gracia
celestial.
El himen intacto una vez se consideraba
símbolo de la pureza espiritual y servía como
indicación de que la determinación personal de
aquella mujer quien lo poseyera, era excepcional, mientras que
permaneciera incólume a las tentaciones que la carne le
tendiera.
Elizabeth I La Reina
Virgen
El acto de rendir esa circunstancia tan
especial, llamada la "virginidad", a otro ser humano, se
consideraba un acto de significado exclusivo y sacrosanto. En
tiempos clásicos esta virtud podía, en su lugar,
ser dedicada al templo, como fuera el caso de las vírgenes
vestales en la Roma Antigua. Quienes fueran iniciadas como
sacerdotisas al servicio de la diosa Vesta. Ellas se
transformaban en vírgenes eternas, copulando sólo
con los Dioses imperecederos y no con el hombre
mortal.
Uno se pregunta, ¿por qué la
idea de la copulación, si no estaban supuestas a
reproducirse, ya que al aparearse y parir perderían su
condición especial?
Pero, así nos hablan "los expertos"
del pasado, en éstos y en otros asuntos.
"La religión es un
misterio…" Nos solía repetir, cuando
hacíamos preguntas capciosas a sor Benita, maestra del
catecismo, cuando éramos niños.
A través de la historia del culto
monoteísta, la insistencia en la virginidad de la
contrayente nupcial se procuraba para asegurar, al linaje
paterno, de la continuidad genuina de su estirpe y para evitar la
protección de hijos ilegítimos.
Hoy, algunas mujeres eligen permanecer
vírgenes. Lo que, a menudo hacen, por razones
filosóficas, religiosas, aversión al contacto
físico, y por numerosas otras consideraciones por ellas
obedecidas.
Es mejor precaver que
remediar…
María, la madre de Jesús, es
la virgen más famosa de todos los tiempos. Su papel
especial, sin embargo, no comenzó con la cristiandad. Los
ritos paganos incluyen vírgenes que dieron a luz hijos
notables, como fueran Dionisio, Heracles y Mitras.
Hacia el siglo V la Iglesia Católica
realizó que la única manera de convertir nuevos
prosélitos, alejándolos de sus Diosas Madres
tradicionales, era si incorporaban a María en sus
rituales. Todavía muchas iglesias dedicadas a esta virgen
suplantaron santuarios otrora dedicados a Juno, Isis, Diana y
Hécate. La Virgen María aún es percibida
como protectora de la gente contra un Dios cruel, caprichoso e
impulsivo. Seleccionando ser vírgenes, muchas mujeres y
hombres, afirmaban su individualidad e independencia
emocional.
En tiempos pasados muchas mujeres eligieron
la virginidad por razones sociales, ingresando a los conventos.
En los tiempos cuando las mujeres no tenían el derecho de
heredar bienes, propiedad, o dinero — y se consideraban la
responsabilidad de sus esposos o padres — Optando por ser
vírgenes les permitiría cierta medida de
independencia y respeto. Si nada más, las
protegería contra el matrimonio forzoso, la pobreza y de
los peligros asociados con el parto.
La filosofía de la Iglesia de que
las monjas deberían de ser vírgenes, se basaba en
la idea de que ellas se convertirían en novias de Cristo y
a Él sólo consagrarían su cuerpo y
espíritu.
En la Inglaterra victoriana, algunas
mujeres decidieron ser vírgenes para concentrarse en sus
propios denuedos intelectuales. Ser culta se consideraba un
atributo indeseable para la esposa, así que solamente,
convirtiéndose en una solterona, estas mujeres
podrían involucrarse en actividades
académicas.
Hijas islámicas de
Afganistán
Una de las vírgenes inglesas
más destacadas fue la Reina Elizabeth I. Ya que,
sólo por virtud de permanecer virgen, soltera, y sin
hijos, pudo aferrarse exitosamente al poder que tanto codiciaba.
De haber contraído nupcias, Elizabeth hubiese sido
forzada, por las convenciones del período, a renunciar el
trono a favor del esposo.
Los historiadores están de acuerdo
con que Elizabeth, tuvo su surtido generoso de amantes, creyendo,
que por ser infértil, nunca concibió. Otros
especulan que, cuando practicaba la actividad sexual, ella la
interrumpía, sin haberla consumado, para permanecer en
control — variedad victoriana del famoso coitus
interruptus — ¿Cómo lograrían, los
historiadores, establecer este hecho? Nadie nunca lo
sabrá. Lo que, para mí, es extraordinario, son los
vuelos de la imaginación a que los cronistas sucumben en
sus especulaciones extravagantes, fantaseadas e
implausibles.
Una conexión menos evidente entre la
virginidad y el poder, se encuentra en la historia de Juana de
Arco, cuya pureza física fue motivo para que Dios la
escogiera para defender a Francia.
Un vínculo similar se encuentra en
las leyendas del Santo Grial, en la cual Galaz reemplaza a
Lanzarote como siendo favorito, debido a su
virginidad.
Permanecer virgen en la cultura occidental
contemporánea es una decisión poco convencional.
Sin embargo — debido a los abundantes factores imprevisibles
que acompañan la actividad sexual — como son los
compañeros promiscuos, enfermedades de trasmisión
sexual, y embarazos imprevistos. Algunas personas jóvenes,
prefieren conservar su virginidad, tanto como puedan lograr
hacerlo, para protegerse contra la concepción imprevista y
otras inconveniencias.
Ritual de la desfloración en un
grabado medieval
Ahora, conozcamos
al himen, invitado especial para esta
lección
En un curso de Medicina Evolucionista que
enseñaba en la Universidad de Missouri, Saint Louis
(UMSL). En una ocasión, los alumnos en la clase,
discutían, con la viveza característica de mentes
jóvenes y curiosas, los muchos rasgos inexplicables —
desde un punto de vista de la Teoría de la
Evolución — que todavía persisten en nuestro
organismo a pesar de que los beneficios que pudieran conferirnos
no están claros. La más común de este tipo
de ventajas siendo la de aumentar de peso — con el objetivo
inmediato de perderlo — y no para incapacitarnos,
tornándose permanente, como tan a menudo
sucede.
Una de los profesionales presentes, era una
médica de origen polaco cuya perspicacia y poderes de
observación eran verdaderamente extraordinarios. Habiendo
pedido el requerido permiso para expresarse, hizo la siguiente
observación: "Si la membrana del himen carece de
función establecida y está destinada a la
desaparición eventual. ¿Porqué
ésta persiste, y qué ventaja le confiere a los
miembros de la especie humana?"
Para responder a esta atinada pregunta, es
necesario evitar las ideas propuestas en el año 1928 —
para contestarla — por la antropóloga norteamericana
Margaret Mead, quien, después de pasar 9 meses entre los
aborígenes de Samoa, publicara su opus magnum:
"Coming of Age in Samoa". En ésta, su tesis
controversial, y basada en experiencias limitadas, Mead
intentó solucionar los dilemas que rodeaban el desarrollo
psicosexual y sociocultural de todas las mujeres que, en
el mundo, existen. Aunque, desafortunadamente los hallazgos que
Mead publicara, y las conclusiones, por ella avanzadas, fueron
más productos de su inexperiencia y credulidad excesiva,
que resultados derivados del uso del método riguroso y
científico.
Neda Agha Soltan (1982 – 20 de junio
del 2009): Mujer y Mártir)
Subsiguientemente, en 1983, el
antropólogo Derek Freeman — luego de haber pasado 9
años estudiando el mismo grupo que Mead estudiara
en sólo 9 meses — publicó un libro refutando los
encuentros que ésta reportase, rectificando todas las
concepciones erróneas que de ella originaran. Lo
tituló: "Margaret Mead and Samoa: The Making and
Unmaking of an Anthropological Myth".
Como corolario de los trabajos de Mead y
Freeman, el himen posee meramente un valor cultural que promueve
la argucia psicológica en el "comercio, natural, entre los
sexos".
La membrana de la virginidad o la membrana
del himen y su, putativa función adaptiva (sin que la
expresión "putativa" se malinterprete aquí como
retruécano)
Para entender la función de
adaptación que la presencia de la membrana "de la
virginidad" confiriese a la supervivencia de nuestra especie, uno
tiene que trasladarse al mismo período de nuestra historia
cuando engordar (transitoriamente) era bueno y aun
deseable.
Mujer de Bahréin en las playas
de Casa de Campo
Hace unos 40 mil años, cuando,
nuestra especie viviera, en las sabanas del África
oriental durante el período Paleolítico Superior,
existíamos en grupos de nómadas tribales que
requerían que los adultos jóvenes salieran,
arriesgando sus vidas, en búsqueda de comida o para
enfrentar enemigos potenciales a la tribu a que
pertenecieran.
Muy a menudo los cazadores/guerreros
regresaban a la aldea con heridas o no retornaban, ya que
morían en la lucha altruista por la supervivencia del
grupo.
Para la mujer núbil, en esos
tiempos, durante el período reproductivo, puede que fuera
necesario, para la Naturaleza, dotarlas con la capacidad
instintiva de detectar ciertas "señales" y
características, que les hicieran intuir que algunos
hombres parecieran ser más deseables que otros para
concebir exitosamente, con ellos.
Entre los muchos atributos deseables, que
podían reconocerse, aquí pueden enumerarse los
siguientes:
? Una apariencia física
simétrica, muscular, flexible, ágil, perspicaz,
atractiva y saludable? Una intención evidente de
querer permanecer con la mujer seleccionada para asistirla en
la crianza de los hijos, con él (presumidamente)
procreados? Un sentimiento palmario de que
el macho sería su protector y de que no la
maltrataría en sus relaciones con ella? Una capacidad manifiesta de
querer defenderla como compañera y proteger su
progenie, y? Estar dotado del empuje
necesario para procurar alimento y encontrar refugio,
generosa y adecuadamente, por los tres primeros años
de la vida del retoño más joven
La misma mujer en
Kuwait
Porque algo existe, en lo que la mujer de
entonces, la de hoy, y la de siempre no ha cambiado, este "algo"
siendo el principio de que el bienestar de sus hijos viene por
delante de todo lo demás — Ya que así es como se
garantiza la supervivencia de la especie.
En las mismas tribus a las que aquí
hago referencia, además de los hombres jóvenes, las
mujeres núbiles, y las mujeres menopáusicas,
también vivirían hombres vetustos quienes, por su
edad y por los servicios prestados a la familia colectiva —
cuando fueran jóvenes — los calificaban para un rol
especial como los guardianes de la historia, de las tradiciones
observadas y de los secretos legendarios.
Viejos, estos, que serían
eminentemente peligrosos, en el sentido
reproductivo…
Hombres añosos, pero aún
capaces de la actividad sexual, poseyendo prestigio y poder —
lo equivalente al dinero de hoy — tratarían, en muchos
casos, de convencer a la mujer púber de que serían
ellos, quienes — en ausencia de los jóvenes —
podrían ser los proveedores ideales para sus
críos.
Pero hombres, que siendo ya viejos — y en
medio del crepúsculo menguante de sus vidas reproductivas
y naturales — serían padres cuyos genes y potenciales,
como contribución a los futuros descendientes de la
especie, los harían claramente menos deseables para la
mujer, que los del hombre más lozano.
Por esa razón, es posible especular,
que la Naturaleza, dotaría al más tierno de los
candidatos con el vigor, y a la mujer con el obstáculo,
para poder garantizar la ejecución precisa de su plan
reproductivo magistral para la preservación de nuestra
especie.
Que la membrana en cuestión (como el
apéndice vermicular) no haya desaparecido, ilustra
ampliamente, el hecho bien conocido — como estipulaba el famoso
antropólogo cultural, Marvin Harris — de que la
Naturaleza, a veces requiere, del tiempo adecuado para
seleccionar sus objetivos y para efectuar sus cambios. Como
aún dormita perezosa en lo que a la obesidad
respecta.
En
resumen
La membrana del himen en su estructura
histológica carece de muchos receptores nerviosos, el
cordón umbilical no posee ninguno, y el apéndice
vermicular no tiene función específica establecida,
a menos que no sea para ser extirpada cuando se
infecta.
Sin embargo, todas estas organizaciones
anatómicas persisten, de manera perversa, en nosotros como
vestigios del pasado, quizás sea, para desafiar nuestra
curiosidad.
Continuemos, especulando para ejercitar
nuestras mentes y para encontrar respuestas a preguntas
ingeniosas…
A la conclusión de la
cátedra, la misma estudiante preguntó:
¿"Y, por qué el cordón umbilical carece
de fibras nerviosas de dolor"? Porque está destinado
a cortarse, fue, la inmediata respuesta…
Para concluir. En cuanto a la
justificación ética de dar muerte a alguien — por
el hecho de ofrendar su himen en el acto más natural que
existe — para lograr la reproducción de nuestra especie.
Sólo el lector y su consciencia moral pueden
decidirlo.
Fin de la lección
Referencias
Mead, M: (1973)
Coming of Age in Samoa: a Psychological Study of
Primitive Youth for Western Civilization Mass
MarketFreeman, D: (1986) Margaret Mead in
Samoa: The Making and Unmaking of an American Myth
Pelican
Harris, M: (1989) Our Kind Harper
and Row
Freud, S: Totem and Taboo
(The Standard Edition of the Psychological Works of
Sigmund Freud)Larocca, F: (2007) Camino al
equilibrio natural de nuestras vidas en
monografías.comLarocca, F: (2007)
¿Qué, cuándo, y cómo hablar
del sexo? en monografías.comLarocca, F: (2007) Anorgasmia:
Desde el punto de vista darvinista, la mujer siempre
gana en monografías.comLarocca, F: (2007) El himeneo:
Ceremonia trivial… ¿O tribal? en
monografías.comLarocca, F: (2007) El Caso
difícil Número 18 en
monografías.comLarocca, F: (2008) El Burlador de
Sevilla: Estudio psicológico en
monografías.comLarocca, F: (2008) El sexo en la
adolescencia: Vendaval sin ilusiones de calma en
monografías.comLarocca, F: (2008) El erotismo en
neurociencia aplicada en
monografías.com
Notas adicionales:
Esta persona no tiene relación
alguna con la protagonista de la historia: Murder in the
name of honour: The true story of a woman"s heroic fight
against an unbelievable crime (2009) por Rana Husseini
(Oneworld Publications)El himen no está suplido
ricamente con fibras nerviosas, por lo que, registra el dolor
muy pobremente. Muchos investigadores afirman que la
desfloración de la mujer no es peor que los calambres
de la menstruación.La ruptura indolora del himen no es
nada raro.La virginidad puede perderse
accidentalmente, y la presencia de un himen imperforado,
puede constituir un serio obstáculo para el flujo
menstrual.Para mejor entender la sexualidad y la
virginidad en islam:Debido al desarrollo
embriológico similar del sistema reproductivo de
muchos animales, algunos mamíferos, entre ellos los
chimpancés, elefantes, ballenas y manatís,
retienen hímenes.
Autor:
Dr. Félix E. F.
Larocca
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