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Reforma o Revolución (página 2)




Enviado por William Izarra



Partes: 1, 2

La necesidad imperante de la producción de la ideología revolucionaria, en esta fase de
transición, obedece principalmente a la cultura
reformista, la cual permanece vigente en casi todos los niveles
de la gestión
de mando. Concebido como "usufructuario del poder" el
aparato burocrático del Estado
funciona con un alto porcentaje de elementos contrarios al
modelo
revolucionario.

La reforma, opuesta a la revolución, no sólo está viva
en la práctica clientelar del burócrata, sino que,
ideológicamente, muchos revolucionarios no son portadores
de la ideología revolucionaria.

La ideología es la arista teórica del Proceso,
ausente en casi la totalidad del universo
revolucionario venezolano. La ideología es el factor de
poder que falta todavía por asimilar, procesar e
internalizar para sostener, de manera inequívoca, la
revolución
bolivariana.

Además, hay que agregarle a la fase de
transición, que el modelo Revolucionario no se materializa
por la vía violenta. El nuevo paradigma de
tomar el poder por la vía electoral, hace aún mucho
mas difícil el tránsito hacia las metas de la
Revolución. Este inédito Proceso, no tiene una
cartilla pre-elaborada que permita su funcionamiento como un
manual de
procedimientos. Se está inventando la
Revolución, la cual no es sólo el momento actual.
Es por supuesto éste y los otros que vendrán a
continuación. El momento actual, como etapa preliminar, va
acompañada de logros y errores, de imperfecciones, de
ensayos, de
viabilizar la ruta hacia el objetivo.
Pero, sin duda, las fases subsiguientes abrirán las
brechas que le darán fluidez a la participación
directa del colectivo nacional y a su crecimiento
político. No obstante, esto demanda
claridad ideológica y conciencia
revolucionaria.

Dentro del marco
teórico que debe producir cada individuo, se
debe considerar a la Revolución como paradigma de la
emancipación del pueblo. Lo que exige entender a su vez,
que la Revolución es también el estadio de la
sociedad que
asume: (i) la proyección del talento creador del
revolucionario, (ii) la liberación de amplísimos
sectores sociales nunca antes tomados en cuenta, (iii) la
búsqueda de caminos de justa prosperidad individual y
colectiva; y, (iv) el nuevo modelo político que le
pertenece a todo el pueblo.

Gráfico 2: Dos Sistemas

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Reforma o
revolución

La transición actual da inicio a una nueva etapa del
Proceso Revolucionario. Lo que implica definiciones
ideológicas para tomar la ruta correcta en este cruce de
caminos: reforma o revolución. La reforma es la
continuidad del modelo político de la democracia
representativa. Es mantener vivo el espíritu
pragmático y clientelar del usufructo del poder. Es
proseguir el ejercicio del mando sustentado en la
fascinación del poder. Es ser tolerantes con los
adversarios que siguen dentro del mando de gestión
gubernamental y mantener relegados, fuera de todo tipo de
influencia política, a quienes
mantienen sus convicciones revolucionarias. Es, en síntesis,
mandar de espaldas al pueblo.

Por su lado, la revolución, cuyo modelo político
es la democracia participativa y directa significa, antes que
nada, transformar el poder en instrumento del pueblo. Es
transferir la toma de
decisiones a las comunidades organizadas. Es gobernar con
base en los derechos de la
participación del pueblo. Es darle consistencia
constitucional a los actos soberanos del colectivo nacional. Es
reconocer el derecho que tiene el militante, activista o
revolucionario identificado con el Proceso, para expresar sus
opiniones y que éstas sean respetadas. Es también
aceptar las decisiones de la base, en todo lo concerniente al
ámbito de su competencia. Es,
de manera concluyente, darle todo el poder al pueblo. Esto es
revolución. Cualquier conducta o
decisión que se adopte fuera de este marco conceptual no
es revolución, es reforma.

Por lo tanto, la conducta reformista es la expresión
contra-revolucionaria, pura y simple. Por eso digo que la
coyuntura en la cual nos encontramos exige la definición
ideológica de manera inequívoca. O estamos en un
Proceso revolucionario y, en consecuencia, hay que ir a los
cambios estructurales de la génesis social para que mande
el pueblo; o, el Proceso es la continuidad de la reforma
pragmática que apunta hacia la perpetuidad de la
democracia representativa.

En la situación actual que abre la nueva etapa del
Proceso, se destacan los hechos relevantes de este instante: (i)
oposición reaccionaria, (ii) demanda de golpe, (iii) nuevo
orden mundial (EE.UU., en su nueva fase imperial), (iv) delicada
situación económica, (v) inconsistencia
ideológica de la mayoría de los gestores del poder
público, (vi) estructura del
Estado articulada al modelo de democracia representativa, lo que
niega el desarrollo del
modelo político revolucionario, (vii) prácticas
ilícitas que estimulan los antivalores revolucionarios,
(viii) amplios sectores comunitarios desatendidos por los
gobiernos locales y regionales que obligan la
desesperación y desencanto del pueblo.

La etapa actual tiene que finalizar con las elecciones
constitucionales del 2004. Elecciones para ir a la toma del poder
local y regional como acto revolucionario. Es decir, ganar los
cargos regionales y locales para transformarlos en instrumentos
del pueblo y no como acto burocrático para usufructuarlos.
La toma del poder regional y local tiene que darle respuestas a
las demandas del pueblo. Por esta vía se corregirán
los desvíos y deberán repararse los hechos
reformistas que han atentado contra las expectativas de
pueblo.

Si antes (IV República) las elecciones eran
consideradas como acto contra-revolucionario, hoy en día
(hacia la V República) es todo lo contrario. Hugo
Chávez inició el acto revolucionario al tomar
Miraflores. Ahora, para profundizar el Proceso, hay que ir a las
gobernaciones, alcaldías, asambleas legislativas, concejos
municipales, juntas parroquiales, a fin de cambiar el modo de
gestión. Pasar de la reforma "obligada" aceptando el hecho
de la transición entre 1999 y el 2004, para ir ahora a la
revolución; tanto en su modo de dirección, (con el pueblo y para el
pueblo), como en la identificación ideológica. Hay
que convertir las elecciones en acto revolucionario para tomarlo
y colocarlo al servicio del
pueblo. Sólo así se justifica el proceso
político como revolucionario.

La revolución
como
cambio estructural

Por todo lo expresado, entonces, precisemos y reiteremos lo
que entendemos por Revolución. Antes que nada hay que
enfatizar que Revolución es cambio de
estructura (Ver gráfico 3). De hecho, el modelo
político del proceso bolivariano, implantándose en
Venezuela, es
revolucionario. La Revolución busca, con el cambio de
estructura, crear un nuevo sistema
político. Por su parte, la estructura es la
dimensión del funcionamiento social donde se dan las
relaciones de los factores genéticos que producen los
actos visibles (hechos observables). La estructura es la
génesis de los fenómenos. Una revolución
actúa sobre la estructura. Mientras que la reforma opera
solamente a nivel de los fenómenos (lo visible). La
reforma no transforma la estructura. Reforma es contrario a
revolución. El modelo político de la democracia
representativa es reforma. No busca el cambio del sistema
político. La revolución se dirige a crear un nuevo
sistema de relaciones que establezca una nueva institucionalidad.
La democracia representativa se fundamenta en la
representación del pueblo. Por el contrario, una
revolución no tiene representantes. Solo voceros. En la
revolución las decisiones la toma directamente el pueblo,
no los representantes. En Venezuela, la representación
devino en cúpulas que se apropiaron del poder y se
aislaron del pueblo.

El Estado de la democracia representativa no es
revolucionario. Ha sido concebido para satisfacer objetivos de
las cúpulas reformistas. Todo el aparato
burocrático del Estado de la democracia representativa
–-gobernaciones, alcaldías, concejos municipales,
institutos autónomos y demás unidades políticas
burocráticas– es reformista. Su acción
está destinada a los reparos inocuos, débiles
mejoras, pero sin tocar la base de sustento (estructura).
El Estado
reformista impuso una cultura política basada en el
funcionamiento clientelar. El Estado reformista, aunque existe la
Constitución Bolivariana de 1999,
está vigente todavía. En pleno surgimiento del
modelo bolivariano, el Estado reformista es el órgano que
regula al colectivo nacional. Contradicción y antagonismo
que produce la etapa actual de la transición hacia la
revolución.

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Gráfico 3: Revolución

La revolución, para que pueda alcanzar su propio camino
–direccionalidad y viabilidad– tiene que operar a nivel de la
estructura de la democracia representativa. Tiene que cambiar y
erradicar el Estado vigente. Tiene que sustituir todas estas
unidades políticas burocráticas que someten al
pueblo. En la revolución, las organizaciones
del pueblo tienen que reemplazar al aparato burocrático
del Estado. Los burócratas, gestores del Estado, no
serán quienes decidan. Serán solamente instrumentos
del pueblo. El poder de las decisiones recaerá sobre el
pueblo. El pueblo –todos los estamentos sociales, organizaciones
de la comunidad,
expresiones natas del colectivo, factores de
intermediación– concebirá la nueva organización del Estado. El pueblo,
además de las expresiones de participación
instituidas en la Constitución del 99, tiene que inventar
otras formas de organización y de toma de decisiones, para
la conducción de su propio destino. La esencia de la
revolución surge del poder creativo del pueblo.

Actualmente, la democracia representativa tiene todavía
un espacio muy importante en la realidad venezolana. A la cultura
reformista se han asimilado muchos "revolucionarios". Destaca en
ellos el analfabetismo
ideológico, lo que produce debilidad para consolidar el
Proceso. La debilidad ideológica es una actitud
contra-revolucionaria. Hecho que minimiza la posibilidad de
consolidar la acción revolucionaria de quienes luchan por
establecer el bien común de la sociedad y la
emancipación el pueblo.

La ausencia de valores,
creencias y principios
sustentados en una nueva espiritualidad emocional, limita el
avance lineal (dirección recta hacia la meta de
alcanzar la revolución) del Proceso Revolucionario. La
debilidad ideológica obliga a tomar caminos sinuosos. La
recta se convierte en curvas y en giros que hasta llegan a los
360 grados para retornar al mismo punto de partida. Acciones que
retardan el cumplimiento de las fases y etapas del proceso. La
garantía del avance continuo, abriendo caminos rectos
hacia la meta de la revolución es la ideología.
Esto es el estímulo a las fuerzas interiores del ser para
no dejarse seducir por la fascinación del poder
reformista. Poder empleado para ser usufructuado. La
ideología es la palanca para catapultar el avance de la
revolución. Es el canal para construir el poder popular.
He ahí el reto actual de los venezolanos: hallar los
caminos de la revolución o quebrarse en el intento.
Procede entonces acelerar la construcción de los marcos de referencia
teóricos, para así sentar la base de los
fundamentos ideológicos.

Método de
lucha para alcanzar la revolución.

La búsqueda por alcanzar la revolución siempre
estuvo concebida bajo el método de
la vía violenta. Los antecedentes del proceso actual hay
que ubicarlos en la lucha armada de los años 60.
Allí está el origen de lo que hoy se construye en
Venezuela. Esos pioneros que a lo largo de más de tres
décadas lucharon y hasta entregaron su vida, por la
revolución, tienen que ser reivindicados. Su acción
y su pensamiento
influyeron en la vía revolucionaria. No obstante, el
año 1997 marca un hito en
la historia
política de Venezuela.

Gráfico 4: Cambio de Paradigma

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Me refiero a la Asamblea Extraordinaria del MBR-200 en abril
de 1997, realizada en Valencia. Las decisiones que en ese evento
se adoptaron crearon un nuevo paradigma para hacer la
revolución. Ya no sería la acción violenta
el método revolucionario, sino el electoral. A partir de
entonces la táctica cambia: (i) ir al gobierno por las
elecciones; (ii) crear una estructura político electoral
(MVR), y (iii) mantener vigente la estrategia de
llevar adelante el modelo revolucionario (consolidar el poder
popular).

Aunque el cambio de paradigma se inclinó por las
elecciones, eso no significa que el modelo político
revolucionario tiene que ser igual al representativo. Es
más, hay que diferenciar muy bien, y con sus respectivas
especificidades, entre lo que es ganar las elecciones como acto
burocrático o tomar el poder como acto revolucionario
(véase la explicación expresada arriba). Para ambos
actos se emplea el método electoral. Pero, el
burocrático es darle continuidad a la democracia
representativa. Es mantener el Estado concebido para el usufructo
del poder. Es seguir sosteniendo a los representantes electos
como cúpulas y así materializar la "teoría
del manguito". Esta se refiere a darle un solo manguito al
pueblo, mientras que las cúpulas se quedan con la mata
entera, cargada de jugosos y dulces mangos. La misma mata que le
pertenece al pueblo. Pero éste, adormecido por sus
limitaciones, no la reclama. La oposición actual simboliza
a la democracia representativa. Su acción está
inmersa dentro del concepto de las
cúpulas reformistas, que se apropian de la "mata de mango"
del pueblo. Algunos "revolucionarios" que no se han dado cuenta
todavía de las diferencias ideológicas entre lo
representativo y lo revolucionario, asumen las elecciones como
acto burocrático. Aspiran el poder no para el pueblo sino
para usufructuarlo.

La diferencia del acto burocrático con respecto al acto
revolucionario, es que lo electoral va a sustituir el
método de tomar el poder. El acto revolucionario busca
materializar la revolución, tal como se buscaba por la
vía violenta antes de 1997. El acto revolucionario es
colocar el gobierno al servicio del pueblo. Es darle viabilidad a
la democracia directa (asambleas populares, cabildos abiertos,
contraloría social, consejos locales de planificación, consejos comunales,
asociaciones de ciudadanos,). Es despertar al pueblo para
consolidar el poder constituyente. La persona que vaya
a las elecciones para tomar el poder y hacer del acto electoral
un acto revolucionario, estará en sintonía con la
base ideológica de la revolución. Esa será
una persona que se convertirá en instrumento del pueblo y,
por lo tanto, no decidirá nada de los asuntos
públicos que le competen a la comunidad, sin la consulta
popular. Como instrumento del pueblo, tendrá que estimular
los canales de su participación directa y propendrá
a crear las condiciones para sustituir el Estado de la democracia
representativa, por el Estado de la Revolución
Bolivariana.

El revocatorio para el Presidente, por ejemplo, es un acto
burocrático. Es una llamado de la oposición para
continuar con el modelo reformistas y contra-revolucionario de la
democracia representativa. Las cúpulas de la
oposición, usufructuarias del poder toda la vida,
manipulan al colectivo de la oposición. Su meta no es
favorecer al pueblo, sino mantener sus privilegios como clase
beneficiada del modelo representativo. Quien concurra al
revocatorio contra el Presidente estará contribuyendo con
la casta de las cúpulas. Le estará permitiendo a
los "representantes" quedarse con la mata de mango
negándose a conquistarla, pues esa mata les pertenece.

La oposición
reformista

Tres segmentos componen la macroestructura de la
oposición de hoy. El primero, lo constituye la
cúpula de los poderosos. Sector reaccionario instigador de
la conspiración y aliada del imperio. Grupo que
vislumbra la pérdida de su mando. Camarilla que ha sido
usufructuaria del poder durante la IV República. Segmento
que ha engendrado a las cúpulas del puntofijismo, por lo
que ahora, no quiere perder sus privilegios. Mantiene lazos
estrechos con la CIA, tanto en EE.UU., como en Venezuela. Soporta
también a los lobbistas en Washington (encopetados
escuálidos que hacen la antesala en los cuerpos que
deciden la política de EE.UU hacia Venezuela). Amantes de
la
globalización y de todos los planes militares que el
imperio ha diseñado para mantener su hegemonía en
América
y en el mundo. Vocero del modelo de democracia representativa,
sistema de gobierno que EE.UU., recomienda para latinoamérica.

El segundo segmento es el de los fanáticos. Clan que
asume con desmedida pasión las posturas
contra-revolucionarias. Pandilla de entusiastas obsesionados con
la salida de Chávez. Aupadores de la confrontación
en la calle. Propulsores del aniquilamiento de los
Círculos Bolivarianos y de cualquier otro componente
popular organizado. Gestores de las unidades de choque para
enfrentar al pueblo revolucionario. Su acción, aunque
relativamente autónoma, sin planes racionales, se plega a
las que determina la cúpula de los poderosos. Son sus
secuaces para aplicar la violencia y,
en consecuencia, seguidores ciegos de sus posiciones
ideológicas.

El tercer sector es el de los decepcionados. Conjunto ubicado
en la penumbra de la vacilación. Cree que, entre la
oposición y el gobierno, Chávez representa el "mal
mayor". No obstante, tampoco siente plena simpatía por la
mal llamada coordinadora democrática (CD). Presenta
rasgos de relativa racionalidad y claros sentimientos
nacionalistas. Su más impactante preocupación es el
miedo de que Venezuela caiga en el comunismo.
Participa de las costumbres tradicionales del mundo occidental y
de los valores
inculcados por la iglesia
católica. Su realidad no va más allá de su
parcela familiar y su estatus socio-económico. Hecho
determinado, principalmente, por su analfabetismo
ideológico.

Esta rápida categorización, de los segmentos de
la oposición, nos conduce a vislumbrar el qué hacer
para quebrar el referendo. No
me refiero al derecho que tienen los ciudadanos venezolanos, a
emitir su juicio acerca del sistema de gobierno. El planteamiento
se hace en relación a la existencia de pruebas de los
planes conspirativos que oculta el sector de la cúpula
poderosa. Planes disfrazados de referendo, con el apoyo del
imperio, para exterminar a todos los revolucionarios y
bolivarianos. Planes que serán respaldados por el segundo
segmento: los fanáticos. No obstante, son planes que no se
van a materializar. Están precisados. Las fuerzas
revolucionarias neutralizarán a la perversa
desestabilización. Por lo tanto, la estrategia de
acción pacífica para derrotar al revocatorio apunta
hacia el tercer segmento: los decepcionados. Estrategia de tres
propuestas concretas: (i) Ideología, (ii) modelo de
desarrollo y (iii) proceso.

La ideología sustentada en las tres banderas — el
gobierno se transforma en instrumento del pueblo (I), se crea el
poder constituyente (PC) y se rescata la Agenda Alternativa
Bolivariana (AAB) del MBR-200– tiene que incidir en el talento
de este sector "light" de la oposición. Los estamentos
más significativos son la clase media y los trabajadores.
A ellos hay que hacerles entender que la meta de la
revolución no es el comunismo inexistente, sino la
consolidación del poder del pueblo. Las tres banderas (
I+PC+AAB) son la génesis para conducir el desarrollo
nacional hacia el modelo de producción intermedio
(desarrollo endógeno). Esto es la sustitución de
las Corporaciones Transnacionales (CTN) por las unidades
productivas nacionales. Unidades de producción que
estarán en manos de los trabajadores y de los
profesionales, técnicos y empresarios de la
prosperidad.

Además, hay que añadir, que la Revolución
se está inventando. Por eso, el segmento de los
decepcionados, que supuestamente posee talento, temperancia y
ecuanimidad, tiene la oportunidad y la obligación de
participar en la construcción de la nueva era en
Venezuela. Los decepcionados pierden más acatando las
líneas de la CD (repetir el modelo cupular y clientelar),
que incorporándose al Proceso Revolucionario (luchar por
alcanzar el Bien Común).

La clase
media

La clase media es el amplio sector de profesionales,
técnicos, empresarios, productores, inversionistas y
similares que constituyen el 15% de la población nacional venezolana. La clase
media, como categoría social, tiene un peso muy
significativo para la definición del futuro del
país. Sector que agrupa tanto a partidarios del Proceso
Revolucionario, como a adversarios. No obstante, la
porción de la clase media que se opone al gobierno es
mayor que la que lo apoya. Como mayor también es el grueso
que acude a las marchas y llamados de la oposición. Casi
todo el sector siente frustración por la
insatisfacción de sus expectativas. Por eso, para
consolidar el Proceso, es oportuno plantearle a la clase media
las metas del proceso revolucionario. Analizar los postulados
teóricos, desglosar los principios ideológicos e
identificar coincidencias. A este sector hay que hacerle entender
que la revolución no es violencia ni degradación de
la calidad de
vida. Por el contrario, a medida que avanza el Proceso y gana
espacio en la conciencia nacional, se va decantando su
significado, se alejan prejuicios culturales y se descartan
confrontaciones pasionales. Es importante enfatizar que solamente
con la lucha del colectivo unido, bajo la necesaria tolerancia
ideológica, se logrará la evolución de la sociedad hacia
parámetros más elevados de prosperidad.
Además, sólo el trabajo en
conjunto, gobierno-comunidad, corregirá los errores
cometidos.

El llamado a la clase media, la debe hacer el Presidente con
postura de estadista. Desde la perspectiva del Jefe de Estado que
vislumbra el modelo de país desde ahora hasta los
próximos 50 años, el Presidente debe tenderle la
mano, de manera muy franca, a la clase media. Reafirmar las metas
de los proyectos
económicos, las cuales cuentan con este sector. Hacerle
sentir su rol protagónico en el modelo de sociedad que se
busca. Explicarle el cómo hacer viable la ejecución
de los planes de desarrollo (estado-clase media). Principalmente,
los referidos al sector petróleo de acuerdo a los postulados de la
Agenda Alternativa Bolivariana (AAB) —plan rector
original del modelo de desarrollo concebido por el MBR-200 a
largo plazo.

La renacionalización apunta a la
industrialización del petróleo y
del gas a
través del sistema de empresas
nacionales, (pequeñas, medianas, cooperativas y
similares), no de las transnacionales. Y es la clase media la
poseedora del "know how" para ser la palanca del progreso de
Venezuela (desarrollo endógeno). Es también la
punta de lanza para que el Proceso, pueda materializar las metas
mas apreciadas de la prosperidad nacional.

De ese sector, por lo menos el 30% de los que se ubican en la
posición "antichavista" debe ser captado para incorporarse
al Proceso Revolucionario. Este 30% cuando aprecie que, por la
vía del trabajo
creativo de la industrialización petrolera, su nivel
socioeconómico se recuperará y hasta
crecerá, entenderá los alcances significativos del
Proceso. Se convencerá del espacio que tiene ganado al
lado de la revolución. Por lo tanto, lo que tenemos que
hacer es sumar adeptos al Proceso. Táctica que,
además del Presidente, tiene que ser asumida por todos los
revolucionarios. Cada luchador bolivariano debe atraer, por lo
menos, a dos miembros de la clase media. De esta manera se
estimularán las propuestas factibles de generar riqueza
individual y colectiva.

Los
trabajadores

Los trabajadores es el otro target que
debe considerar la estrategia de captación para consolidar
el Proceso Revolucionario. No puede haber avance, en
ningún plan político, si no se cuenta con una
cuantiosa parte del sector de los trabajadores. Los trabajadores
constituyen el motor de la
transformación. Son la palanca que mueve pisos,
montañas y hasta la arena movediza más severa del
mundo. Los trabajadores tienen un espacio vital en los planes del
Proceso Revolucionario. De hecho, los lineamientos
estratégicos contemplados en la AAB, dedica dos
líneas maestras al sector trabajo.

La primera línea maestra es el Plan
Nacional de Empleo, factor
primario de los equilibrios macrosociales. El plan se convierte
en el mecanismo fundamental de las fuerzas productivas, para
materializar el desarrollo nacional. Bajo la óptica
revolucionaria, el plan de empleo activa los programas
operativos dirigidos a la reivindicación clasista de los
trabajadores. Se eleva su condición humana y se optimiza
la acción sobre los medios de
producción. Por lo tanto, el efecto en cadena que genera
la relación de programas del plan, tales como: ingreso,
alimentación, salud, vivienda y
producción, se orienta a desarrollar las fuerzas
productivas, perfeccionando sus instrumentos de trabajo y la
tecnología
de uso.

La otra línea maestra esboza la dinámica de la producción.
Definiendo el concepto de Modelo Productivo Intermedio (MPI), la
AAB coloca su esfuerzo en cuatro (4) agentes multiplicadores de
la fuerza de
trabajo y su acoplamiento a la autogestión: (i)
construcción, (ii) agroindustria, (iii) pequeña y
mediana Industria y
(iv) turismo. Cuatro
áreas prioritarias donde el factor trabajo se articula a
una megared de unidades productivas. Su estructura
orgánica se establece con base en empresas familiares,
microempresas,
cooperativas o núcleos de industrialización.
Unidades orientadas a estimular la capacidad creativa del
trabajador y gestionar su prosperidad.

Con estos enfoques teóricos, sustentados por la
voluntad política del Presidente, se debe concebir la
estrategia comunicacional para clarificar a los trabajadores que
aún no le ven el "queso a la tostada".
Invitarlos a asumir el nuevo modelo venezolano. Como quiera que
existen limitaciones en el desarrollo de las líneas
maestras de la AAB, hay que identificar sus causas en la vigencia
de un Estado reformista –democracia representativa– y de una
cultura puntofijista de burócratas incrustados en el
aparato estatal. Hechos que aparecen en la escena como variables "sin
control" que
alteran la viabilidad revolucionaria. No obstante, la
búsqueda de caminos autogestionados por los mismos
trabajadores, cuenta con el apoyo político incondicional
de los factores de poder. La acción de los trabajadores
dentro de la concepción revolucionaria será un
aporte decisivo para mutar reforma por revolución.
Reemplazar el Estado reformista por el Estado revolucionario. Ese
sí es el queso de la tostada.

La estrategia apunta, entonces, a fortalecer las
organizaciones de trabajadores –establecidas, emergentes o
periféricas– apegadas a los principios de la
sustitución de paradigmas en
la práctica laboral. Impulsar
la co-gestión y entregar la opción autogestionaria
para concretar lo expuesto en las líneas maestras de la
AAB. Así, para ser divulgado con sinceridad y compromiso,
los trabajadores pasarán a: (i) liderizar vías
productivas de desarrollo nacional; (ii) responder a su
condición de clase social para convertirse en punta de
lanza de los cambios estructurales; (iii) impulsar innovaciones
en el modo de producción; (iv) dirigir o co-dirigir –con
base en la condición de su área de trabajo– los
medios de producción.

En síntesis, de acuerdo con los postulados
revolucionarios, los trabajadores ganan más con la
revolución que con la reforma. Con la revolución,
los trabajadores dejan de ser piezas de una máquina, para
transmutarse en cuerpo orgánico de la sociedad. Con la
revolución, los trabajadores persuadidos de sus bondades,
el Proceso Revolucionario se consolida.

Plan de
Captación.

Una vez cumplidos ambos procesos de
recolección de firmas para la solicitud de los
revocatorios –21/11 y 28/11– entramos en una nueva fase del
Proceso. Varios escenarios surgen a partir de los resultados
obtenidos. Ninguno, por supuesto, definitivo hasta tanto el CNE
no emita su veredicto al concluir la validación de las
firmas. Sin embargo, se hace necesario vislumbrar, desde este
mismo instante, las diferentes formas de acción que se
deben instrumentar para mantener la coyuntura favorable al
Proceso. Se plantea entonces un primer escenario, el más
desfavorable al Proceso: el "Escenario Crítico"
(EªC), el cual consiste en la obtención, por parte de
la oposición, de las firmas exigidas para los
revocatorios.

El EªC nos lleva al esfuerzo concentrado –unidad de los
revolucionarios– para activar el Plan de Captación
Estratégico (Cª), cuyos elementos operativos son:

  • a) los Ejecutores del Plan (Ñ) y

  • b) los Receptores de la Estrategia (?).

Los Ñ están constituidos por los sujetos
activos que le
van a dar la direccionalidad al Plan: (i) el Presidente de
la
República y (ii) los militantes revolucionarios.

Por su parte los ? son los blancos fundamentales de la
oposición a los que apunta la meta del Cª: (i) la
Clase Media y (ii) los Trabajadores. Tal como ya lo analizamos
arriba, un 30% de estos ? debe ser captado para el Proceso
Revolucionario.

Como todo plan, el Cª demanda tiempos específicos.
Y éste, se concreta en dos momentos perecederos: el
preventivo, que abarca todo el mes de enero 2004 y el ejecutivo,
que dispone solamente de 75 días –a partir del 01/02/04–
para poner en marcha las tareas de captación,
diseñadas bajo el método del "Fast Track".

Destaca en este Cª la acción del Presidente
Chávez. Como Jefe del Gobierno, Jefe de Estado y Líder
del Proceso, el Presidente tiene la responsabilidad de operacionalizar las dos macro
tareas definitorias del Cª.

La primera, se refiere a la concepción de una nueva
política comunicacional. Política que tome en
cuenta su imagen y personalidad
acopladas a la meta del Cª. Esto pasa por reafirmar la
actitud de estadista (visión estratégica del
país bajo la concepción amplia e incluyente de una
nueva sociedad); profundo en el manejo de los elementos
teóricos que justifican una práctica no excluyente
(salvo los apegados a la conspiración); ecuánime en
sus juicios para abarcar a todo el espectro de la multivariedad
de organizaciones de la sociedad en general; concreto y
específico para la determinación de funciones por
parte de todos los actores, en los diferentes escenarios del
acontecer nacional; y, muy especialmente, tomar como "leiv
motiv", como razón fundamental de su política, el
desarrollo nacional, sus planes de acción y las formas que
la Revolución dispone, para incorporar a todos los
venezolanos a la construcción mancomunada del nuevo modelo
de sociedad. La política de imagen y comunicación debe concebirse dentro del
estilo de sus últimas apariciones –como por ejemplo,
la intervención ante la
organización Empresarios por Venezuela. El Presidente
tiene que repetir y perfeccionar este modo de difusión
colectivo.

La otra macro tarea del Presidente es la acción
específica del gobierno. Una comisión de alto
nivel, integrada por las instituciones
del gobierno vinculados a los planes del desarrollo nacional
–Planificación; Producción y Comercio;
Finanzas y
PDVSA— tiene que convocar a ?, tales como:

  • (i) organizaciones del sector productivo fuera de
    sospecha conspirativa;

  • (ii) a los empresarios, profesionales y
    técnicos autónomos;

  • (iii) a las organizaciones sindicales no
    desestabilizadoras;

  • (iv) a los trabajadores independientes;

  • (v) a los desempleados calificados y emprendedores
    con talento, pero sin recursos;

en fin, a todos los ubicados en la dimensión "light" de
?, para pedirles su opinión, ideas y
recomendaciones, acerca del qué y del
cómo hacer para llevar adelante un plan de
desarrollo nacional en conjunto: fuerzas del Proceso y
oposición racional.

Plan inicial para las áreas prioritarias de: (i)
Petróleo, (ii) Obras Públicas y (iii) Seguridad
Social. Esa comisión de alto nivel a designarse de
inmediato, dispondrá del momento preventivo (enero 2004)
para inventar el método de convocatoria y la forma de
intercomunicación con los sectores ?.

A partir del 01 de febrero del 2004 se le dará inicio
al momento ejecutivo de Plan, y entrará en vigencia el
"Fast Track" que comprende:

  • (i) 30 días para realizar la consulta (febrero
    2004),

  • (ii) 30 días para sistematizar y procesar las
    sugerencias (marzo 2004), y

  • (iii) 15 días para que el Presidente de la
    República presente al país los resultados de la
    convocatoria en un instrumento que puede ser denominado:
    "Plan Básico de Medidas Alternativas para la
    Reconciliación Nacional y el Desarrollo
    Autónomo de la República Bolivariana de
    Venezuela"
    (abril 2004).

Por su parte, los militantes revolucionarios (Ñ) deben
ejecutar la tarea del "1 x 2". Esta consiste en la
captación de 2 ?, por cada revolucionario. Para
ello se requiere revisar su propia conducta como exponente del
Proceso y capacitarse para la difusión ideológica.
La conducta apropiada del militante tiene que caracterizarse por
ser portador de una personalidad conciliatoria, no dubitativa,
plenamente convencido de las metas de la revolución,
firmeza de carácter sin demostrar violencia, aunque
esto no signifique debilidad. Atributos personales para unirlos a
la difusión ideológica como elemento vital del
Cª. La difusión ideológica demanda un
mínimo de estudio a realizarlo durante el momento
preventivo. A tal efecto, recomiendo lo siguiente:

  • (i) discernir acerca de los contenidos conceptuales
    del Presidente en sus alocuciones públicas,

  • (ii) analizar los tres documentos emblemáticos
    de Simón Bolívar (Manifiesto de Cartagena,
    Carta de Jamaica y Congreso de Angostura) y

  • (iii) asimilar los folletos publicados por quien esto
    escribe –modestamente— ya que contienen elementos
    teóricos básicos para entender lo que es la
    revolución. Tales folleto son: (a) "El Proceso
    Revolucionario", (b) "La Plataforma Unitaria" y (c) "Dos
    Sistemas Políticos: Revolución Bolivariana y
    Democracia Representativa"

He aquí pues, una propuesta de qué
hacer
ante el escenario específico de un eventual
revocatorio para marzo del 2004. La meta que se persigue es
impedir el número de firmas revocatorias y sumar adeptos
al Proceso Revolucionario (ver gráfico 5)

Monografias.com

Gráfico 5: Plan de Acción

Variables de la
coyuntura

No obstante, aunque hay evidencias de
avances importantes en los niveles de conciencia del colectivo
nacional, aunque la recolección de firmas para los
revocatorios fue un acto de madurez ciudadana, aún
así, toda esta nueva situación de
manifestación de voluntad de la sociedad nacional por
mantener la paz en el país, la coyuntura actual sigue
estando determinada por las siguientes variables:

  • a) la acción desestabilizadora de los grupos
    reaccionarios de la oposición nacional (cúpula
    y fanáticos)

  • b) la actitud conspirativa de la mayoría de
    los medios de comunicación y difusión social de
    carácter privado

  • c) los organismos de inteligencia pro-imperialistas
    (CIA y demás unidades manipuladoras de la
    información estratégica, que operan, cerrada y
    clandestinamente en Venezuela),

  • d) las fuerzas terroristas, nacionales e
    internacionales, aupadas por los halcones que dirigen la
    política norteamericana,

  • e) los lobbistas de la
    reacción venezolana que hacen política en
    Washington en las antesalas de la Casa Blanca, el Congreso de
    EE.UU., el Departamento de Estado, el Pentágono y
    demás instituciones que tienen influencia en
    importantes representantes del mando norteamericano.

Todas estas variables contra-revolucionarios buscan crear las
condiciones objetivas para derrocar al Presidente Constitucional
de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo
Chávez y aniquilar a todos los sectores, grupos,
organizaciones e individuos que se identifican con la
revolución, con el bolivarianismo y con las tesis
ideológicas orientadas a alcanzar la emancipación
del pueblo.

Por lo tanto, esta coyuntura, arroja también
situaciones críticas para favorecer a la oposición
reaccionaria, a fin de emplear el referendo revocatorio al
Presidente Chávez, como excusa para desestabilizar.
Coyuntura pre-golpista que tiende a justificar la
aplicación de la Carta
Democrática Interamericana a través de la OEA
(instrumento sumiso a la línea del gobierno de EE.UU.) y
así materializar la política de aislamiento que
propugna el Presidente George W. Bush, contra el Presidente
Chávez.

En consecuencia, y ante las amenazas que se vislumbran contra
la paz, la justicia y los
derechos
humanos, las cuales podrían ocurrir en Venezuela en el
futuro inmediato, se necesita convocar a la unidad de todos los
revolucionarios venezolanos. Todos significa: bolivarianos;
pensadores de los nuevos tiempos; ideólogos; militantes de
izquierda; agrupaciones políticas y sociales que apoyan al
Proceso Revolucionario; organizaciones comunitarias; sectores
nacionalistas de la clase media y profesional; patriotas
trabajadores; campesinos; en fin, todos los luchadores que buscan
darle direccionalidad y viabilidad a este Proceso. Todos tienen
que asumir la posición política de preservar el
cambio bolivariano. Todos tienen la obligación de asumir
la tesis ideológica revolucionaria. A todos le hacemos un
llamado para unir el trabajo y la acción política
de manera fraterna y mancomunada. Es obligación de todos
los revolucionarios impedir el regreso de lo viejo
constituido.

Este es un llamado para asumir aciertos y errores con
humildad. Desechar rencores y aceptar la valía de cada uno
de los hombres y mujeres que están en pie de lucha por la
defensa del Proceso. Es un llamado al MVR, PODEMOS, PPT, PC, LIGA
SOCIALISTA, MEP, UNT, Fuerzas Bolivarianas, Tupamaro, Carapaica,
CTU, CRV, UPV, Círculos Bolivarianos, Frentes de Lucha,
Redes Sociales,
PDV, Clase Media en Positivo, Movimientos Comunitarios, ONG
bolivarianas, las organizaciones de luchadores que participaron
en la Asamblea de la Plataforma Unitaria en el Teatro Municipal
de Caracas y las nuevas que se están adhiriendo a la P.U.,
Asociaciones Civiles, y todos, completamente todos, los que se
han identificado con este Proceso y le dan su respaldo
incondicional al Presidente Chávez. Es un llamado para
actuar en función al
Bien Común (meta de la Revolución) y desechar las
prácticas clientelares, pragmáticas y reformistas
de la democracia representativa (IV República y
puntofijismo). Limpiarse de las posturas contra-revolucionarias,
usufructuarias del poder y tomar la vía que profundice la
Revolución, sustentando la tesis del PODER POPULAR. Acto
de conciencia política para que renazca el pensamiento
revolucionario.

Si todos, absolutamente todos, tomamos conciencia del momento
crítico que vivimos y si nos untamos de humildad,
temperancia, sabiduría y coraje, nuestra lucha nos
marcará a todos los seres de buena voluntad, sostenedores
de esta Revolución, un lugar reservado en el destino de
Venezuela.

La democracia
representativa como modelo de EE.UU., para la América
Latina.

El Revocatorio es el primer escalón de la estrategia de
acción desestabilizadora, por parte de la oposición
reaccionaria en alianza con las fuerzas internacionales. La
acción continúa, en dirección hacia la
aplicación de la Carta
Democrática Interamericana, de no alcanzar la caída
del gobierno bolivariano a través del revocatorio. Y, de
no lograr tampoco este propósito por la vía de la
OEA, la escalada se intensifica con la intervención (Fase
final de la estrategia).

Analizada la situación coyuntural del revocatorio y la
forma de contrarrestar sus efectos nocivos, veamos ahora el
significado de la Carta Democrática Interamericana,
aprobada en la Asamblea General de la OEA en septiembre del
2001.s

La Carta Democrática Interamericana es el instrumento
internacional que sostiene el modelo político de la
democracia representativa. La Carta es el soporte de la
democracia representativa como sistema político ".
indispensable para la paz y el desarrollo de la región".
Es también, el sostén del ".ejercicio efectivo de
la democracia representativa como base del estado de derecho
de los regímenes constitucionales de los Estados miembros
de la OEA".

Por lo tanto, de su texto se
infiere que el modelo político adoptado por la OEA –valga
decir, por los EE.UU– para ser acatado por latinoamérica
es la democracia representativa. Conclusión que nos
permite emitir dos juicios. El primero, se refiere a la naturaleza de
la OEA. Partiendo de su concepción doctrinaria y
razón existencial como engendro de EE.UU., el modelo
político sustentado en la Carta es una imposición
directa del imperio. El segundo juicio es la concepción
misma de democracia. No es precisamente la representativa, la que
garantiza los principios y valores expresados en la Carta. En
Venezuela, se está sustituyendo ese sistema
político por haber fracasado como modelo de justicia,
derecho y prosperidad de la sociedad. La democracia
representativa procreó representantes del colectivo que
devinieron en cúpulas usufructuarias del poder. Se
convirtieron en grupos cerrados que solo acudían al pueblo
en tiempos de campaña electoral para que los eligieran.
Pero, alcanzado su objetivo, le daban la espalda. Cúpulas
que se apropiaron de lo que al pueblo le pertenecía.
Hicieron del modelo político un instrumento clientelar
para satisfacer sus expectativas grupales e individuales. Nunca
se empleó para alcanzar el bien común. Los
resultados, a la vista del mundo, es que este modelo
político sirvió para el 20% de la población
venezolana (oligarquía y acólitos) pero no
resultó satisfactorio para el 80% restante (clase media y
pobres). Una copia del método que impuso el imperio por la
vía del NOI que funciona para el mundo norte, pero no para
el mundo sur (Ver las cifras más adelante).

La Carta impone un sistema, como si la democracia
representativa fuese el único modelo político que
sustentase la justicia, los derechos y la prosperidad del pueblo.
El sistema de la Revolución Bolivariana, opuesto al modelo
que exige el imperio para la región, se basa en la
democracia participativa, cuyos fundamentos filosóficos y
principios políticos son propios de la democracia directa.
Todo el poder para el pueblo es lo que sintetiza
la meta de la democracia directa y esa es la meta de la
Revolución Bolivariana. Modelo que no promueve
representantes sino voceros, ya que el poder lo ejerce
directamente el pueblo. Los representantes deciden por el pueblo,
mientras que en una revolución los voceros no toman
ninguna decisión. Sólo elevan la voz del colectivo.
El poder y, por ende, todo lo que ello implica lo tiene el
pueblo. La democracia directa cumple y va mucho más
allá de los preceptos considerados en la Carta. Esto es lo
que busca alcanzar la Revolución Bolivariana.

Como proceso, la Revolución, en fase de
transición, no ha reemplazado totalmente a la democracia
representativa. La confrontación con los gestores del
modelo representativo se ha radicalizado. Los representantes no
quieren perder su poder. No quieren ser sustituidos por el
pueblo. Por eso es que acuden fervorosamente a la OEA a apelar
por la aplicación de la Carta. Cualquier acto que se de en
la escena política venezolana y que no favorezca a sus
intereses, acuden de inmediato a la OEA a rogar piedad. Imploran
al imperio su intervención para aislar al gobierno de la
Revolución Bolivariana. Pero aún así, aunque
el imperio los apoya, no han podido manipular a la conciencia del
colectivo que está buscando implantar el modelo de la
democracia directa. Ya es de dominio del
pueblo venezolano que los EE.UU., no tiene amigos sino socios; no
tienen principios sino intereses.

Rol de la FA en el
Proceso Revolucionario.

En esta nueva etapa republicana y de reacomodos mundiales, la
FA de hoy está llamada a satisfacer nuevos roles
doctrinarios. Además de los instituidos
históricamente, hoy en día convertidos en fines
tradicionales, la FA tiene que replantearse tareas asignadas que
ya han perdido vigencia.

A propósito de los actos de recolección de
firmas para la solicitud de revocatorios y detectada la
estrategia desestabilizadora de la oposición, luce
oportuno revisar el rol de la FA dentro del Plan
República. Esa práctica, que data desde los
años 60, es otra de las expresiones de la democracia
representativa. Las condiciones que motivaron la creación
del Plan República (etapa de la lucha armada y fases
subsiguientes de violencia extrema) ya no existen. Han
desaparecido. La sociedad venezolana se encuentra en otros
estadios de civilización que hace innecesaria la custodia
militar de los procesos electorales. Es más, el Proceso
Revolucionario por su alto contenido democrático y gestor
de la paz colectiva, induce a la FA a ceder estas tareas al
propio poder electoral. El CNE tiene la suficiente autoridad para
el control íntegro de cualquier proceso electoral. Con la
recolección de firmas, quedó demostrado el nivel de
madurez de la sociedad venezolana. Durante ambas eventos
–21/11/03 y 28/11/03– quedó establecida la operatividad
eficiente del árbitro electoral. Se materializó la
intencionalidad del colectivo nacional en aceptar la
autonomía del naciente cuarto poder.

Además de esta razón de peso, con el Plan
República la FA queda expuesta a que se le involucre en
una diatriba política partidista fuera de los fines
existenciales de la institución militar. Contrasta
observar, por un lado la población civil, volcada de
manera pacífica en los centros de expresión de su
voluntad y, por el otro, la figura del militar en traje de
guerra
portando armas largas.
Luce antagónico ver por las pantallas de TV, a un grupo de
ciudadanos protestando, ante un carro militar con efectivos
uniformados de campaña, al impedir su circulación
por no estar de acuerdo con algún procedimiento
propio del acto electoral. En este caso, a la FA se le minimiza
involucrándola en procederes no ajustados a su rol
primario como lo es hacer la guerra y, por lo tanto, someter al
adversario.

Con base en la Constitución Bolivariana, la FA
construye un nuevo marco doctrinario para su uso y empleo. La
nueva realidad nacional, etapa de transición hacia la
consolidación de cambios estructurales en las relaciones
de poder, incide en la conducción de la FA para replantear
sus roles tradicionales. Aunque permanezca inalterable la
enunciación de sus fines, la acción racional de su
práctica por alcanzar esos enunciados, tiene una
orientación diferente. El Proceso Revolucionario
venezolano apunta hacia la creación del poder popular. La
toma de decisiones durante el sistema de la democracia
representativa se fundamentaba en el método cupular. Grupo
privilegiado, apropiado del poder, que determinaba el qué
hacer del colectivo nacional sin establecer ningún tipo de
consulta. De esa cúpula formaba parte la élite de
la FA. Ahora, y hacia los años por venir, el nuevo sistema
que busca implantarse, va tomando la dirección de
transferir las decisiones al pueblo. No será entonces la
cúpula la que decida el destino y el modelo de sociedad a
adoptar, será la comunidad organizada a todo nivel, la que
asumirá ese rol. En este nueva dimensión de la toma
de decisiones se anota también la FA.

Sin alterar la base que sostiene el principio rector de la
institución como lo es la disciplina
–mando y obediencia– el colectivo militar formado por
oficiales, sub-oficiales y tropa, es considerado también
como un conjunto perteneciente a la nueva sociedad emergente. Por
lo tanto, ese colectivo tiene que opinar acerca del
qué
y del cómo deben ser
empleados los distintos componentes de la FA.

Como parte también de sus roles tradicionales, la FA en
la revolución lleva implícito la conciencia
nacional y sus principios institucionales derivados, como son
identidad,
soberanía y autodeterminación. Por
eso y con base en las metas del proceso, la FA debe enfocar de
manera diferente los antagonismos con el imperio. El proceso
revolucionario exige otro modo de concebir al mundo actual,
dividido por la globalización entre mundo norte y mundo
sur. La revolución demanda la manutención de
posturas autónomas en cuanto a los cambios en las
relaciones sociales y las relaciones de producción. Por lo
tanto, el adversario dominante, centro del mundo global de hoy,
lo es también de la FA. El imperio ha engendrado
instrumentos para aniquilar al Proceso Revolucionario venezolano.
Y esto incluye a la FA. En este momento, la revolución
tiene que enfrentar al Plan Colombia, a los
otros planes militares del Comando Estratégico del Sur, al
ALCA, a las
operaciones de
inteligencia
de la CIA, y a todas las maquinaciones de los EE.UU., contra
Venezuela. El aislamiento internacional, la aplicación de
la Carta Democrática como castigo, la
desestabilización contra-revolucionaria, todas estas
iniciativas del imperio, para obstaculizar el Proceso
político venezolano, cuentan con el apoyo de los grupos
reaccionarios nacionales. Elementos adversos a la FA.

Todo esto nos lleva a ubicarnos en una nueva realidad y
considerar que la FA tiene ahora que manejar con especial agudeza
el escenario del poder mundial. Identificar con precisión
a los factores reales que manejan al mundo. Por ejemplo, como
parte de su doctrina, la FA tiene que incorporar a su objeto de
estudio, lo que significa a nivel mundial el grupo G-8, la
Comisión Trilateral, el Consejo de Relaciones Exteriores
de EE.UU., el grupo Bilderberg, logias que se arrogan el
privilegio de planificar el futuro mundial. Sociedades
cupulares y secretas que planifican las políticas
hegemónicas que se ejecutarán en cualquier punto
del globo. Trazan los grandes caminos por los que
discurrirá la historia mundial. Los gobiernos más
poderosos, las grandes Corporaciones Transnacionales (CTN), los
organismos mundiales de relaciones multilaterales (ONU, Banco Mundial,
Wall Street, Banco
Interamericano de Desarrollo, entre otros) van a depender de sus
líneas definitorias. Por eso, la FA tiene que abocarse a
comprender los hilos de la racionalidad del poder mundial. Su rol
doctrinario le exige profesionalizar aún más su
justo empleo. Dejar a otras instancias las tareas que no le son
orgánicas. El Plan República, como prótesis
que le fue adjudicada en una época que lo requería,
ya está superada. La doctrina de empleo de la FA dentro de
la concepción revolucionaria tiene otra dirección.
Va dirigida a la producción de la ciencia
militar y a profundizar en sus relaciones sociales con la
realidad existencial del pueblo.

Norte y
Sur

La realidad del mundo en pleno siglo XXI, es una
repetición altamente tecnificada de la realidad del siglo
XX. Sigue vigente la relación de dominio que ejercen los
gobiernos de los países del primer mundo (norte), sobre
los países en desarrollo (sur). Aunque cuesta decirlo, y
mucho más creerlo, el mundo de hoy es más desigual
que el de hace 50 años. A veces, y con mucha facilidad,
nos olvidamos de los hechos más trascendentes para saber
que el mundo es el infierno. La cotidianidad nos arropa de tal
manera que nos hace sumiso de la costumbre. La rutina nos ancla
en los límites de
lo posible y nos confunde al creer que los avances de la
tecnología han superado las desigualdades e injusticias.
Los poderosos de hoy son más crueles e inhumanos que los
de antes.

La globalización, método de articulación
del neoliberalismo
como sistema social de producción no tiene por meta
generar riqueza para satisfacer los necesidades del pueblo. No,
su objeto es la acumulación constante de los beneficios,
para proseguir con la expansión infinita del capital. No
hay signos de
amor hacia el
prójimo, ni lucha por alcanzar el bien común. Vale
solo lo pragmático del valor del
dinero. Hecho
que categoriza el "status social"
de quien posee el usufructo del bien material.

Por lo tanto, no es la cultura de la indolencia, ni los
desastres
naturales, ni los malos gobiernos del tercer mundo las causas
fundamentales del empobrecimiento de los países
subdesarrollados. Estas variables influyen. Pero la razón
fundamental es que el Nuevo Orden Mundial (NOI), diseñado
bajo la ideología del neoliberalismo, se hizo para
beneficiar a los poderosos. El capitalismo
global se basa en la búsqueda de utilidades por parte de
los sectores privilegiados de las oligarquías financieras
corporativas, las empresas transnacionales y el complejo
industrial militar.

Todos los esfuerzos consagrados por la ONU para establecer
nuevas relaciones económicas internacionales equitativas
fracasaron. Los EE.UU., se impusieron en el mundo como
superpotencia única con su proyecto de
dominación a escala
planetaria. Ahora, sometido Irak,
amenazado Irán,
Siria, Corea del Norte y Cuba, puesta
en la mira Venezuela y usurpado el derecho
internacional, el imperio perpetúa su hegemonía
para afianzar la globalización mundial. Medio siglo
atrás se dijo que un día no habría abismo
entre países desarrollados y subdesarrollados. Se
aseguró que el mercado sin
regulación, la privatización máxima y la retirada
del Estado de la actividad económica, eran los principios
para alcanzar el desarrollo
económico y la prosperidad social.

Sin embargo, a pesar de la receta, existiendo potencialidades
científicas tan avanzadas, así como la capacidad de
generación de riqueza tan extraordinaria, nunca la brecha
de la desigualdad fue tan grande como ahora. El NOI funciona para
el 20% de la población, pero excluye al 80% restante.
Durante los últimos años ha aumento la
polarización social a nivel mundial. Por ejemplo, la
riqueza de los 475 billonarios del mundo equivale al ingreso del
60% de la población mundial, cifra que alcanza los 3 mil
millones de personas. Sólo los billonarios de EE.UU.,
aumentaron de 13 en 1982, a 149 en 1996. La riqueza de los 400
estadounidenses más ricos, según la revista
Forbes, aumentó un promedio de US$ 940 millones cada
año entre 1997 y 2000. Una sola persona, Bill Gates,
acumula tanto dinero como 120 millones de norteamericanos. El
valor neto de las 400 compañías nombradas por
Forbes como las más ricas fue de US$ 1 trillón en
el año 2001. Esto representa un aumento de US$738 billones
en un año. Las 3 personas más ricas del mundo
poseen bienes
superiores al PIB de los 48
países menos desarrollados. La riqueza de los 84
individuos más ricos excede el PIB de la China, cuya
población es de 1.200 millones.

Por su parte, en el mundo sur, de sus 4.400 millones de
habitantes el 60% carece de higiene
pública, el 33% no goza de agua potable y
un 25% no tiene vivienda adecuada. Más de 100
países tienen un ingreso por habitante inferior al de hace
quince años. 1.300 millones subsisten con 1 dólar
al día. 1.600 millones viven peor que en los años
80. Más de 820 millones están desnutridos. Se
estima que 507 millones no sobrevivirán los 40 años
de edad. Dos de cada cinco niños
padecen de retraso. Uno de cada tres sufre de bajo peso. 30 mil
mueren cada día. 2 millones de niñas son forzadas a
ejercer la prostitución. 130 millones no tienen acceso
a la
educación. 250 millones menores de 15 años
están obligados a trabajar para sobrevivir.

Esta es la expresión de la globalización
capitalista mundial. Esta es la realidad de la relación
Norte-Sur. Esta es la razón fundamental de la pobreza y las
calamidades que sufre el Tercer Mundo. Esta es la causa que
engendra la marginalidad.
Estas son las cifras de la injusticia social. Esta verdad, aunque
les duela a los neoliberales, no es la visión del
comunismo. Son las cifras de los mismos investigadores del mundo
norte.

Quienes se confrontan con los revolucionarios defendiendo el
modelo político de la democracia representativa y, en
consecuencia, consciente o inconscientemente siguen las
líneas que dicta el Imperio, están del lado del
mundo Norte. Son copartidarios de la desigualdad del mundo de
injusticia de hoy. Respaldan al poder mundial, el que a su vez
los sacrificará cuando ya no les sirva a sus intereses. No
se dan cuenta que se someten a un adversario ideológico
por considerarlo, equivocadamente, su benefactor. Ellos mismos
serán víctimas de quienes dictan las
políticas mundiales de dominio. Su afinidad de hoy,
necesidad coyuntural y temporal del Imperio para
oponérsele a la revolución, será ignorada al
momento de materializar sus metas.

 

 

 

Autor:

William E. Izarra

Caracas, Venezuela

Partes: 1, 2
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