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Y Wall Street se mudó a Washington (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Desplome histórico en bolsa de la banca

La reacción del mercado no se ha
hizo esperar. El prestigioso diario estadounidense The Wall
Street Journal describía así la sesión que
registró la bolsa de Nueva York durante la jornada de
investidura de Barack Obama como nuevo presidente de EEUU el
pasado martes:

"La crisis
bancaria hundió las cotizaciones de Wall Street. Bank of
America se desploma el 29%, Wells Fargo el 24%, Citigroup el 20%
y JP Morgan Chase pierde un 21%. Y esto entre otros, porque del
desastre se libraron muy pocos bancos".

"El sectorial bancario cayó el 20%, al nivel
mínimo desde el año 1995. El sectorial financiero
el 17%, al peor nivel desde 1994. Los bancos no es que
estén bajando es que se están volatilizando (…)
Pasarán muchos años antes de recuperar sus niveles
actuales, si es que alguna vez los recuperan. Para llegar a los
máximos que tenía el sectorial bancario, no hace
demasiados meses, necesitaría subir un 300% desde los
niveles actuales, algo que evidentemente no es cosa ni de un
día ni de un año ni de un lustro tampoco".

La jornada terminó como "el peor día de
investidura de la historia de los EEUU en el
mercado" de Nueva York. En este sentido, los analistas del equipo
de Serenity Markets resumían de este modo tan
gráfico la sesión bursátil de ayer: "Nueva
jornada de pérdidas en Europa, ante el
miedo a la situación del sector bancario que parece tener
muchos esqueletos que sacar aún del armario, y que sin
duda necesitará de mucho más dinero
público para salir de ésta", alertan. "Ya se habla
de la nacionalización de bancos históricos, que
hace pocos meses habría sonado a broma sugerirlo".

Situación "devastadora"

"El sectorial bancario cae hecho pedazos en los últimos
tiempos. No es que esté bajando, es que se está
desintegrando. Estamos ante una crisis sistémica bancaria,
y gracias a que los Estados, en esta ocasión sí,
han actuado de manera muy rápida y contundente, porque si
no en este momento no quedaba en pie ni la mitad de los bancos
conocidos", añaden.

"La cadena de quiebras podría haber sido sencillamente
devastadora. Pero las garantías aportadas por los Estados
a los bancos, han sido decisivas. Lo malo es que, poco a poco, el
sector
público se va quedando cada vez con más
porquería, y en economía todo es una teoría
de vasos comunicantes muy delicada. Los desequilibrios que todo
esto van a traer serán muy importantes", advierten.

La banca tardará años en recuperar sus valores de
antaño

Pasarán muchos años antes de que los bancos,
tanto de EEUU como de Europa, puedan llegar "a los niveles en que
estaban si es que llegan por el efecto dilución de las
cotizaciones. Y es que, "el problema es que los bancos necesitan
capital, mucho
más capital, y como era de esperar las pérdidas
reales son mucho mayores de lo reconocido", hasta el momento.
Basta con observar el pinchazo de la burbuja bancaria, medido en
términos de cotización bursátil, desde el
segundo trimestre de 2007 (fuente Bloomberg).

Ante tal situación, no es de extrañar que los
gobiernos de Gran Bretaña, Francia y
Bélgica, entre otros, hayan anunciado la aprobación
de un segundo plan de rescate
bancario para salvar sus respectivos sistemas
financieros.

Alemania acumula más de 300.000 millones en "activos
tóxicos"

En este sentido, el diario alemán Spiegel desvelaba el
pasado sábado un informe interno
del Ministerio de Finanzas
germano en el que, tras revisar las cuentas de los
principales bancos del país, concluía que las
entidades acumulan todavía en sus balances más de
300.000 millones de dólares en "activos tóxicos".
Casi cuatro veces menos de lo que han reconocido
oficialmente.

Tal factura
muestra que el
sistema bancario
alemán no es tan invulnerable a la crisis como se pensaba,
tal y como pone de manifiesto la reciente intervención del
Gobierno en el
Hypo Real Estate, la nacionalización parcial del
Commerzbank (segundo banco
alemán en activos crediticios) o las multimillonarias
pérdidas del gigante financiero Deutsche Bank la pasada
semana (casi 4.000 millones de euros en 2008).

La exposición
de Europa al crack de los países emergentes

Además, la caída del sistema bancario germano
pone al borde del abismo a la banca del este y centro de Europa.
Y ello, debido a su elevada dependencia crediticia de la primera
potencia europea.
No obstante, la banca de la UE es la más expuesta al crack
de los países emergentes, con casi 3,5 billones de euros,
tal y como avanzó este periódico.

A ello, hay que sumar la extrema situación de la banca
irlandesa tras el pinchazo de su particular burbuja inmobiliaria.
El Gobierno irlandés ha echado mano incluso de los fondos
de pensiones en un intento desesperado por recapitalizar su
banca. De hecho, las nacionalizaciones bancarias ya han dado
comienzo en este país.

La gravedad llega hasta tal punto que algunos destacados
economistas plantean que Irlanda abandone el euro si no recibe
ayuda financiera de la UE. Los analistas consultados por LD ni
siquiera descartan que se produzca una corrida bancaria (retirada
masiva de depósitos) en Irlanda.

¿Retirada masiva de depósitos en Irlanda?

. El análisis es, pues, "devastador". De hecho,
el sector bancario internacional todavía no ha tocado
fondo, según los analistas consultados. El problema es que
se teme una inminente oleada de intervención directa en la
banca por parte de algunos Estados, como EEUU o Gran
Bretaña, entre otros, para evitar quiebras como la de
Lehman Brothers. Es decir, una nacionalización que,
prácticamente, dejaría sin valor alguno
las acciones de
los inversores.

Se estudia nacionalizar grandes bancos

En este sentido, la clave del problema consiste en que la
adquisición de toda la mala deuda bancaria y la
nacionalización directa de entidades disparará
hasta niveles insostenibles la ya deteriorada capacidad
financiera de muchos países. EEUU y Gran Bretaña
están al borde de padecer una de las crisis de deuda
"más grandes de la historia", según los analistas
de Reuters.

Hasta el momento, el Gobierno estadounidense ha comprometido
más de 8,5 billones de dólares, casi el 60% del
PIB, en los
rescates financieros a través de diversos mecanismos.
Mientras, la factura en la UE ascendería a cerca de 4
billones, según los distintos cálculos que maneja
el mercado.

Una nueva ronda de intervención pública en este
ámbito podría suponer, finalmente, el pinchazo de
la burbuja que ha experimentado la deuda
pública a lo largo de los últimos meses, ya que
ésta ha sido demandada masivamente por los inversores, al
percibir los bonos del
Gobierno como valor refugio para protegerse de la tormenta
financiera

Degradación de la deuda pública en grandes
potencias

Los analistas advierten de que, llegado el caso, la rebaja en
la calidad de la
deuda pública que emiten grandes potencias, sobre todo,
EEUU y Gran Bretaña, será entonces inevitable. Las
agencias de calificación ya han rebajado el rating (nota
crediticia) a España,
Grecia y
Portugal.

Algo que, sin duda, encarecerá en gran medida la ya de
por sí histórica necesidad de financiación
de los distintos Gobiernos. Tan sólo EEUU precisará
recaudar más de 2 billones de dólares en 2009, y
China, su
principal acreedor, ya ha advertido que no comprará bonos
del Tesoro norteamericano de forma indefinida.

El pinchazo de la burbuja de bonos

Expertos de la talla de Martin Wolf ya señalaban el
pasado noviembre que hay un riesgo, y no
precisamente pequeño, de que "los monstruosos
déficit fiscales anunciados provoquen una crisis de la
libra", que ya se está produciendo a la vista de su
acelerada depreciación (está en paridad con el
euro), o bien "una venta a la
desesperada de la deuda pública británica", e
incluso "ambas cosas". El gurú Peter Schiff alerta del
mismo proceso, pero
en EEUU. Algo que podría conducir directamente a la
quiebra del
país, ante su incapacidad para afrontar los pagos de su
ingente deuda pública.

Los bancos centrales estudian imprimir billetes

Ante esta posibilidad, los organismos monetarios de ambas
potencias trabajan ya en un plan que dotaría a los bancos
centrales de la capacidad de imprimir dinero extra, sin respaldo
real alguno, e incluso emitir su propia deuda, con el fin de
comprar los bonos del Tesoro que precisan colocar sus
Gobiernos.

Y es que, es muy posible que no puedan vender a los inversores
toda la emisión de bonos que prevén emitir para
salvar de la quiebra a sus respectivos sistemas financieros.
Sería entonces cuando el fantasma de la hiperinflación se convertiría en un
riesgo real para la economía.

Los últimos acontecimientos del Supercrash confirman,
de este modo, que en EEUU permanece intacta la amenaza de una
nueva oleada de quiebras financieras (tal y como avanzó
este periódico en septiembre de 2008), que las
próximas subprime se extenderían hacia las
aseguradoras y deuda pública (LD abril de 2008), y que las
reiteradas inyecciones de liquidez de la banca central no
solucionarían el problema de insolvencia que sufren muchos
bancos (marzo de 2008). El Defcon one ya está en
marcha.

– El "banco malo" aparece como posible solución a la
crisis ante la ineficacia de las medidas tomadas (El Economista –
23/1/09)

(Por Ainhoa Giménez)

Ante el aparente fracaso de la oleada de medidas sin
precedentes lanzadas en octubre y noviembre para tratar de salvar
el sistema
financiero de EEUU y Europa, ahora aparece en el horizonte la
que puede ser la solución más dolorosa, pero
también la definitiva: el banco malo. Una solución
que los políticos no quieren ver ni en pintura hasta
ahora pero que Obama podría adoptar si de verdad quiere
ser tan radical en sus políticas
anticrisis como ha prometido.

Si EEUU da el primer paso, Trichet seguramente apoyaría
un sistema así en Europa, que podría sacar las
castañas del fuego a muchos políticos.

La solución del banco malo está muy bien
explicada en un artículo de David Roche (durante muchos
años jefe de estrategia de
Morgan Stanley y ahora presidente de su firma independiente)
publicado en The Wall Street Journal. Roche parte de que la nueva
fase de la crisis probablemente acabará con la
nacionalización de los principales bancos en todos los
países, por culpa de las causas de la crisis: el consumo
desaforado, el exceso de endeudamiento y la financiación
del festín mediante la creación ilimitada de
liquidez.

Entender estas causas explica por qué es tan
difícil solucionar esta crisis. "Desesperados por
preservar el valor de unos activos inflados por esta enorme
burbuja de liquidez, los políticos han rechazado la
solución dolorosa. Las inyecciones de liquidez, los planes
de rescate, la garantía de los depósitos y los
paquetes de estímulo fiscal
intentan sostener los precios de los
activos, cuando lo que hace falta es que caigan hasta su valor
real para que puedan ser limpiados. Los políticos
sólo han prolongado la crisis", explica este analista.

Es más, un informe del Banco Mundial
en 2002 concluía que no hay pruebas de que
estas políticas "acomodaticias" provocan una
recuperación más rápida, sino más
bien de que alargan las crisis. El ejemplo de Japón
en los 90 también es palmario de lo que ocurre cuando no
se permite que el precio de los
activos se ajuste a niveles de mercado.

Un banco que se quede con los activos tóxicos

Entonces, ¿qué se puede hacer? Su propuesta no
es la invención de la pólvora, porque ya fue
utilizada por las autoridades escandinavas en la crisis bancaria
de 1991: "Debe obligarse a los bancos a descubrir sus activos
tóxicos (unos 300.000 millones en Alemania y
800.000 millones de dólares en EEUU), que deben ser
amortizados a precios de mercado, con el impacto para los
accionistas y los bonistas, pero no para los depositantes. Si eso
implica que la mayoría de los bancos son insolventes, que
así sea".

¿Y cómo se hace eso? Para llevar a cabo esa
tarea, se puede crear un banco malo como hicieron los suecos.
Este banco malo limpia los activos tóxicos de los balances
del sistema bancario al comprarlos a precios de mercado y al
obligar a los bancos a amortizarlos.

Hay dos variantes de este banco malo: el "buen banco malo"
obliga a los bancos a amortizar esos activos y a limpiar sus
balances, y aquellos que son insolventes son recapitalizados,
nacionalizados o liquidados por el Estado;
pero también es posible usar al "banco malo" para comprar
los activos tóxicos a precios inflados para que el banco
puedan empezar a prestar dinero de nuevo (ése es el "mal
banco malo").

Sin embargo, los políticos en Europa y EEUU han
rechazado la creación de un buen banco malo, pese a que la
crisis está entrando en su tercer año, a que las
medidas adoptadas hasta ahora no han servido y a que los bancos
siguen ahogándose en pérdidas y hundiéndose
en bolsa.

Las alternativas no sirven

Roche se lamenta especialmente por la oportunidad perdida por
el Gobierno británico con su segundo plan de rescate. En
vez de crear un banco malo, ha optado por un aseguramiento
público de los activos tóxicos que les quedan, a
cambio de una
prima del 10% de esos activos. Lo cual implica que los
contribuyentes asumen el riesgo del 90% restante y que los
activos permanecen en el balance de los bancos, aunque ya no
corren riesgos por su
exposición a ellos. La razón por la que no ha
optado por la solución más valiente es que, en ese
caso, la mayor parte del sistema bancario británico
estallaría y tendría que ser nacionalizado. Por eso
mismo, teme que Obama tampoco se atreva a tomar la vía
dolorosa.

Finalmente, este analista ataca duramente a los
políticos por obcecarse en que la salida de la crisis pasa
por una reactivación del crédito
(porque quieren mantener vivo el endeudamiento y el consumo),
cuando lo que hace falta es todo lo contrario: el famoso
desapalancamiento y la vuelta al ahorro. "Y eso
no se puede alcanzar sin dolor", sentencia. A su juicio, lo que
está provocando el desapalancamiento y el agravamiento de
la recesión no es la falta de oferta de
crédito, sino la de demanda; por
tanto, ni siquiera la expansión del crédito que
pretenden los políticos servirá para reactivar la
economía.

"Si no se adopta la solución del buen banco malo, el
sistema seguirá tan corrupto como antes. Los activos malos
seguirán chupando recursos del
sistema económico en forma de prestatarios zombis, mala
distribución y precio distorsionado del
capital, deuda pública y déficits presupuestarios",
concluye. Recuerda que lo que lleva gastado (no inyectado) el
Gobierno de EEUU habría financiado dos guerras de
Vietnam -en dinero de hoy- y que el ejemplo británico
ilustra que evitar el problema genera desconfianza y no sirve
para resolver nada.

– EEUU ignora el destino de 350.000 millones de dólares
de ayuda a los bancos (El Economista – 24/1/09)

El Gobierno de Estados Unidos se
ha dado cuenta de que no tiene ni idea de qué ha pasado
con los 350.000 millones de dólares que ha dado a los
bancos para que volvieran a conceder préstamos, aunque
sí sabe que el crédito apenas ha aumentado.
"Algunas de las noticias que
hemos visto en los últimos días hablan de empresas que han
recibido ayudas y las han usado para reformar los baños o
las oficinas", se quejó el viernes el nuevo presidente,
Barack Obama.

Deben ser baños de oro, porque
350.000 millones de dólares son más que todo lo que
producen, por ejemplo, los argentinos en un año.

Neil Barofsky, encargado de supervisar el uso de los fondos,
ha reconocido que "prácticamente se desconoce… lo que
los receptores de las inversiones
del departamento del Tesoro han hecho con el dinero y
sus planes para cumplir con los requisitos de
compensación".

El programa impuso
algunos límites a
la remuneración de los directivos, pero los banqueros
aparentemente no han tenido problemas en
sortear el obstáculo.

Merrill Lynch en el punto de mira

El caso más flagrante hasta ahora ha sido el del banco
de inversión Merrill Lynch, que en diciembre
otorgó a sus ejecutivos entre 3.000 y 4.000 millones de
dólares en bonificaciones por buen desempeño, según ha revelado el
diario "The Financial Times".

El consejo directivo de Merrill otorgó las
bonificaciones días antes de informar de pérdidas
por valor de 21.500 millones de dólares en el cuarto
trimestre y mientras Bank of America, que accedió a
comprar el banco en octubre, llamaba a la puerta del Gobierno
para pedir más ayudas para llevar a cabo la
operación.

Los premios fueron aprobados en diciembre, en lugar de en
enero, como es usual, aparentemente para impedir que Bank of
America bloqueara la decisión.

Al final, quien pagó por todo fue el contribuyente
estadounidense, que dará préstamos por valor de
45.000 millones de dólares a Bank of America.

En busca del favor del Congreso

Al mismo tiempo que han
recibido el dinero del gobierno por su precaria situación
económica, los bancos han continuado con sus programas de
relaciones
públicas para ganarse el favor del Congreso,
según ha informado el diario "The Wall Street
Journal".

Bank of America, por ejemplo, se gastó el año
pasado más de cuatro millones de dólares para ese
fin, frente al millón de dólares del 2007.

Barofsky ha dicho que pedirá a todas las entidades que
se han beneficiado del fondo de rescate que expliquen en un plazo
de 30 días qué han hecho con los fondos.

En lugar de dar créditos, han pagado deudas

La meta del plan era que la inyección de capital les
permitiera reanudar la concesión de créditos para
la compra de automóviles y viviendas, y les diera margen
para ser flexibles con los propietarios de casas con el agua al
cuello para pagar las letras.

En su lugar, todo indica que la mayoría de los bancos
ha agrandado sus reservas o pagado deudas y no ha concedido
más préstamos por miedo a que la crisis lleve a la
quiebra al prestatario.

Eso probablemente les haga dormir mejor por la noche, pero no
ayuda nada al ciudadano común, que sufre las consecuencias
de una recesión aguda originada en gran medida por los
riesgos excesivos que asumieron los banqueros en su deseo de
enriquecerse.

Obligados a un seguimiento

Los bancos no tienen la obligación de divulgar
qué han hecho con el dinero, según las reglas del
programa aprobado en octubre.

La administración tampoco puede forzarles a
prestar porque ha comprado acciones en los bancos sin derecho a
voto, de forma intencional, según explicó entonces
el secretario del Tesoro, Henry Paulson, porque no quería
que el Gobierno se metiera a dirigirlos.

En el fondo de rescate quedan 350.000 millones de
dólares y Obama quiere usarlos, pese a las críticas
al programa, aunque ha prometido "más transparencia y
control".

Muchos banqueros se han resistido hasta ahora a la llamada a
arrimar el hombro en momentos de dificultad. Por ejemplo, John
Thain, quien hasta el jueves era el principal ejecutivo de
Merrill Lynch, gastó 1,2 millones de dólares en
reformar su oficina hace un
año, cuando su banco perdía miles de millones de
dólares.

Su decorador fue Michael Smith, el mismo que escogió
Michelle Obama para cambiarle la cara a la Casa Blanca. En este
caso la factura para el contribuyente sólo ascendió
a 100.000 dólares.

– Las medidas de socorro naufragan: Fracaso de los rescates
bancarios (El Economista – 25/1/09)

(Por Antonio Maqueda / Lourdes Miyar)

Tres meses después de anunciarse los primeros planes de
rescates bancarios en el mundo, los Gobiernos se enfrentan al
peor de los escenarios. No sólo estas actuaciones
públicas se han revelado claramente insuficientes, sino
que también las economías de los principales
países han entrado en recesión, con cifras de
desempleo y
deuda pública históricas, amén de una
paralización global de nuevos créditos. Ahora los
gobiernos lo intentan de nuevo, con la idea del banco "malo" como
la gran esperanza

A finales de septiembre, tras la quiebra de Lehman Brothers,
se puso en marcha la primera oleada de ayudas bancarias: unos
500.000 millones de dólares de los contribuyentes
empleados en la adquisición de activos tóxicos o
capital social de los bancos.

Si alguien pensaba que esto bastaba para resolver los
problemas y recuperar el flujo de los créditos, se
equivocaba de parte a parte. Los primeros planes evitaron la
temida quiebra sistémica, pero no devolvieron el sector a
la normalidad. Las cuentas de cierre del año han dejado al
descubierto la fragilidad de algunas de las mayores entidades
financieras, sus multimillonarias pérdidas y la necesidad
de que, de nuevo, se les preste ayuda para seguir en el
camino.

Parece entonces obligado preguntarse por qué han
fracasado los rescates y si esta segunda oleada, que eleva el
gasto total hasta el billón de dólares, será
suficiente para poner a salvo a los bancos.

A remolque de los hechos

En estas segundas actuaciones, como en las primeras, los
gobiernos actúan a remolque de los acontecimientos y,
aunque parezca imposible, sin tener un conocimiento
exacto del importe al que ascienden las pérdidas que se
empeñan en garantizar.

En opinión de cada vez más numerosos expertos,
estos parches multimillonarios, costeados con deuda
pública, evitan un desastre inminente, pero alargan y
encarecen la salida de la crisis.

Ayuda de los Gobiernos

No es que la humanidad cuente con gobiernos incompetentes, es
que resulta muy difícil encontrar la solución
perfecta para una tormenta sobre la que no hay precedentes. Todos
los países se enfrentan a esta crisis y a la
recesión a la vez. Encima, el resto de sectores privados
vuelven los ojos a los Gobiernos para reclamar ayudas. Y los
recursos son limitados.

Después de haber probado con la compra de activos
dañados de los bancos y de inyectar capital (bien
comprando acciones, bien a través de deuda), ahora, en
esta segunda oleada, Reino Unido garantiza las posibles
pérdidas de los bancos en activos tocados y recurre a
inyecciones extra. En Estados Unidos, resurge la teoría
del banco malo.

Los bancos no reconocen sus pérdidas

Pero no todas estas medidas garantizan que el sistema recobre
el músculo financiero necesario para reactivar los
créditos. Según los analistas, hay algo que falta
en estos planes necesarios para dibujar una salida segura de esta
pesadilla: no se ha obligado a los bancos a reconocer el valor de
sus pérdidas.

Los gobiernos optan principalmente por tres vías como
solución definitiva: una que se contempla con más
fuerza en
Reino Unido y que no se descarta para otros países
consiste en la nacionalización. Algunos bancos
británicos están muy cerca de ella. El Estado ya
posee el 59 por ciento de RBS y el 43 por ciento de
Lloyd's-HBOS.

Soluciones

La nacionalización, y si es completa mejor, tiene la
ventaja de borrar la incertidumbre sobre la suerte de las
entidades, lo que elimina la desconfianza que está
detrás de la sequía de los mercados de
liquidez, además de garantizar los depósitos de los
clientes. Pero
también tiene graves inconvenientes. Un dueño
público no tiene por qué resultar mejor que uno
privado. Podría conllevar una gestión
menos eficiente de los recursos. En el contexto actual
sería muy fácil sucumbir a las peticiones de ayuda
de los sectores que ejerzan más presión y
desviar hacia ellos parte los recursos. Los intereses
políticos, ya se sabe, no encajan muy bien con la pura
eficiencia
económica.

Otra vía que no elimina del todo las suspicacias se
basa en asegurar las pérdidas futuras. El Estado garantiza
que pagará por ellas, pero ¿cuánto?,
¿hasta el infinito si es preciso?

El tercer camino estriba en el banco malo, puesto en
práctica por Citi y que tiene su primer precedente en 1988
con el American's Mellon Bank. La teoría es sencilla. La
entidad se divide en dos. En una de ella se agrupan todos los
activos dañados y en la otra, normalmente más
pequeña, los sanos. El objetivo, y en
Suecia tuvo un rotundo éxito,
es procurar una rápida recuperación del banco
bueno, mientras se intenta poco a poco poner orden en el otro.
Eso sí, hay que volver al problema de raíz y
reconocer antes hasta dónde llegan los números
rojos, lo que conlleva a una necesaria pérdida de valor de
los activos bancarios.

Los gurús se atreven también a ofrecer soluciones
alternativas a estas tres. Georges Soros, en el Financial Times,
explica que el proyecto de Obama
de hacer un gran banco malo puede prolongar artificialmente la
vida de los bancos y resultar muy costosa para el contribuyente,
ya que no contempla compras a precios
razonables.

Bajar la solvencia

En su opinión, se deberían realizar inyecciones,
pero siempre basadas en valoraciones realistas. Después,
hay que relajar los requerimientos de capital de los bancos para
facilitar el reinicio del flujo de los créditos. Y una vez
hecho esto, la creación de un banco bueno y un banco malo,
allí donde se precise.

– Reportaje: Primer plano – La excepción
británica se acaba (El País – 25/1/09)

El Reino Unido asiste atónito al desplome de su
economía, su sistema financiero y su moneda

(Por Walter Oppenheimer)

"En estos momentos no se me ocurre una política más
popular que fusilar a los banqueros y nacionalizar los bancos.
Puede incluso permitirle a Brown ganar unas elecciones. Bien
pensado, hasta podría sacarnos a todos de este
follón". El autor de este comentario no es un
frívolo columnista de poca monta o un militante de la
izquierda radical. Es Philip Stephens, uno de los analistas
políticos más prestigiosos -y moderados- del
Financial Times. Consumado blairista en tiempos de Tony Blair,
firme defensor del vínculo transatlántico, la
confianza de Stephens en el libre mercado está fuera de
toda duda.

Su comentario es una caricatura,
pero es también una manera de hacerse eco de un estado de
ánimo que va ganando terreno entre los británicos a
medida que esta crisis se extiende en el tiempo y en el espacio y
se va pareciendo cada vez más a una gran depresión.
Los británicos están atónitos. No tanto
porque el país esté desde el viernes pasado
oficialmente en recesión -como tantos otros- sino porque
en poco más de un año el Reino Unido ha pasado de
ser una economía moderna en permanente crecimiento,
ejemplo reformista de mercados abiertos basados en los servicios y
muy en particular los servicios financieros e inmobiliarios, a
convertirse en el peor alumno de Europa, con gran parte del
sistema bancario intervenido por el Estado para evitar su
desaparición, la libra esterlina, último reducto de
orgullo y de independencia
del Imperio Británico, malherida y quién sabe si a
punto de pedir ayuda al mismísimo diablo en forma de
integración en el euro, y con cada vez
más voces
preguntándose si el Gobierno británico
tendrá que acabar sometiéndose a la
humillación de pedir ayuda al Fondo Monetario
Internacional (FMI), como
ocurrió en los años setenta.

El último en comentarlo, aunque es parte interesada, ha
sido David Cameron, líder
de la oposición. El primer ministro, Gordon Brown, le ha
contestado con desdén: "Eso es ridículo". Brown
también ha menospreciado al financiero americano Jim
Rogers, que ha dicho que no piensa volver a invertir en el Reino
Unido. "Si cree que voy a construir mis políticas a partir
de lo que digan un puñado de especuladores, está
muy equivocado", dijo el viernes Brown en una entrevista en
BBC Radio 4.

El excéntrico Rogers, fundador con George Soros del
mítico Quantum Fund, vive en Singapur porque cree que el
futuro está en Asia y opina que
el Reino Unido "ya no tiene nada que vender". "Tenía
petróleo, pero se está acabando. Y
no le queda nada que vender. La City de Londres era un desastre y
ahí han empezado muchos de los problemas. Siento mucho
decirlo pero no voy a poner dinero en el Reino Unido. He vendido
todas mis libras", ha dicho.

Desde el viernes, el Reino Unido está en
recesión: el PIB, que había caído un 0,6% en
el tercer trimestre de 2008, cayó el 1,5% en el cuarto
trimestre del año, según los datos de la
Oficina Nacional de Estadística. Una caída tres
décimas superior a lo que vaticinaba la City. Según
el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social
(NIESR en sus siglas en inglés), la economía
británica está de hecho en recesión desde
mayo pasado, aunque el buen comportamiento
de los cuatro primeros meses del año pasado le
permitirán cerrar 2008 con un crecimiento en torno al
0,7%.

Pero las cosas serán mucho peores este año. Las
previsiones oficiales del Gobierno, una caída de la
economía de entre el 0,75% y el 1,25% en 2009,
serán revisadas a peor en los próximos presupuestos,
en marzo. Esta semana, la Comisión Europea
pronosticó una caída del 2,8% del PIB
británico, el peor dato de la Unión
Europea con la poco honrosa salvedad de las minúsculas
economías de Irlanda y las tres repúblicas
bálticas. Las previsiones de The Economist Intelligence
Unit, publicadas el viernes, son aún más
pesimistas: una caída del PIB del 3,2% este año y
del 1,1% en 2010, en contra de la opinión de Bruselas de
que el Reino Unido cerrará 2010 con un modesto crecimiento
del 0,2%.

Como en toda crisis de este calibre, el paro ha
aumentado y también esta semana se ha sabido que en
noviembre había ya más de 1,92 millones de
desempleados. Pero más allá de las tragedias del
desempleo o de la frialdad de las cifras del PIB, esta crisis se
está convirtiendo en un psicodrama para los
británicos porque está cuestionando su sistema
bancario, el futuro de su industria
financiera e incluso la supervivencia de la libra esterlina.
Algunos expertos han llegado a comparar estos problemas con los
que llevaron al colapso a la banca de Islandia.

Primero fue el pequeño y provinciano Northern Rock. Luego el
Gobierno tuvo que forzar la absorción de HBOS por Lloyds
TSB. En octubre tuvo que entrar a saco en el capital del Royal
Bank of Scotland (RBS) y del Lloyds/HBOS para evitar una debacle.
Esta semana ha sido un calvario bursátil para Barclays,
RBS y Lloyds Banking Group (la entidad surgida de aquella
fusión
inducida).

En octubre pasado, el primer ministro Brown enderezó su
malbaratado prestigio político con un plan de rescate de
la City que evitó el colapso del Royal Bank of Scotland
-tercer banco del país, tras HSBC y Barclays- y de la otra
gran entidad escocesa, el HBOS (Halifax Bank of Scotland), que ya
se estaba integrando en Lloyds debido a sus dificultades para
digerir la crisis crediticia.

En aquel plan, el Gobierno puso sobre la mesa 400.000 millones
de libras (550.000 millones de euros al cambio de entonces,
425.000 al de esta semana) de los que 50.000 se destinaron a
reforzar el capital de los bancos con más problemas,
100.000 a doblar el fondo creado meses antes para que los bancos
pudieran canjear activos sanos por bonos del Estado para
conseguir liquidez y se pusieron al menos 250.000 millones de
libras en avales para la banca.

Aquel plan se exportó al resto de Europa y a Estados
Unidos como modelo a
seguir. Pero no ha solucionado ninguno de los problemas de fondo
de la banca británica: los bancos siguen sin prestarse
dinero unos a otros y empresas y consumidores apenas tienen
acceso a préstamos a pesar de que los tipos de interés
han caído en picado: estaban al 5,75% en julio de 2007, al
4,5% en octubre de 2008 y al 1,5% desde el 8 de enero, el tipo
más bajo en toda la historia del Banco de Inglaterra.

Brown y su ministro del Tesoro y canciller del Exchequer,
Alistair Darling, presentaron el pasado lunes un segundo plan de
rescate. Pero su impacto ha sido prácticamente nulo en el
mercado, que ha seguido castigando a los bancos en la Bolsa, y
también entre la opinión
pública, que no ha sabido encontrar un mensaje claro.
Quizá porque se trata de un plan más confuso y sin
cifras. Y, sobre todo, porque la reacción del mercado da a
entender que quizás ni siquiera el Gobierno está en
condiciones de garantizar el futuro de la banca británica.
"En el Reino Unido no hay ningún banco solvente. Y, si lo
hay, yo no lo conozco", ha dicho también Rogers.

No muchos suscribirían esas palabras en el Reino Unido,
pero la realidad es que el Estado posee ya el 70% del tercer
banco del país, RBS, y casi la mitad del cuarto, Lloyds. Y
esta semana se han podido leer editoriales en diarios tan
conservadores como The Times pidiendo la nacionalización
completa del RBS.

La crisis del sistema bancario ha ido acompañada del
hundimiento de la libra esterlina, que cotizaba a dos
dólares hace un año y el viernes se pagaba a 1,350
dólares, el cambio más bajo en casi un cuarto de
siglo. La libra se ha pagado durante años a 1,5 euros y en
estos momentos está al borde de la paridad con la divisa
europea. Su debilidad es consecuencia de diversos factores
combinados: los tipos de interés están por los
suelos y se
espera que bajen aún más, el mercado inmobiliario
sigue en crisis, el déficit por cuenta corriente
está por las nubes, las perspectivas económicas son
muy malas, se han disparado los números rojos en las
cuentas públicas y las turbulencias bancarias de los
últimos días han acabado por debilitar a la
divisa.

Todo esto ocurre en un país que presumía de
vivir de su industria financiera y se reía de la
trasnochada economía industrial de países como
Alemania. Los británicos empiezan a darse cuenta ahora de
que apostar de manera exagerada por la industria financiera es
una debilidad semejante a la dependencia que la economía
española ha tenido respecto al sector de la construcción.

Los ahorradores extranjeros se están marchando con
rapidez del Reino Unido y, según el Bank of New York
Mellon, sólo en septiembre y octubre del año pasado
fueron retirados más de 100.000 millones de libras, tres
cuartas partes del dinero que había entrado en los
últimos cuatro años.

Willem H. Buiter, profesor de
Economía
Política Europea de la London School of Economics,
hace ya meses que ha comparado la situación que vive el
Reino Unido con la crisis bancaria que padeció Islandia:
dos países excesivamente dependientes de su sistema
financiero y respaldados por una moneda débil a nivel
mundial, que al igual que el franco suizo o el yen han perdido
cualquier opción a ser una moneda de reserva tras la
aparición del euro.

Buiter y una treintena de autores defienden el ingreso de la
libra en el euro en una recopilación de ensayos
publicados hace unos días bajo el título
común de "Diez años del euro: nuevas perspectivas
para Gran Bretaña". Muchos de los autores concluyen que
quizás la libra no necesitaba del euro hace 10 años
pero que todo ha cambiado con la crisis y vale la pena reabrir el
debate
político sobre el ingreso.

En opinión de Buiter, el Reino Unido se enfrenta al
peligro de tres crisis financieras al mismo tiempo: la de los
bancos, la de la libra y la de la deuda soberana. "Sólo
hay tres formas de manejar ese problema", asegura. "La primera es
reducir el nivel de las actividades financieras internacionales
de la City, incluso más de lo que se reducirían si
la libra ingresara en el euro, para suavizar el excesivo peso de
las finanzas en la economía británica. La segunda
es convertirse en el 51º Estado de Estados Unidos. La
tercera es adoptar el euro. Sólo la tercera es
razonablemente posible", argumenta.

"Al no pertenecer a la zona euro, el Reino Unido es más
vulnerable a la triple crisis financiera porque pertenece a un
grupo de
países caracterizados por un cuarteto de inconsistencias:
un país pequeño con un sector bancario muy expuesto
al exterior, con una moneda que no es divisa de reserva y con una
capacidad fiscal limitada en comparación con la posible
insolvencia de su sector bancario", explica. Hay tres
países que comparten esa definición: Islandia, cuyo
sector bancario era 9 veces mayor que su PIB, Suiza (6 veces) y
el Reino Unido (4,5 veces).

Según Will Hutton, vicepresidente ejecutivo de The Work
Foundation y ex director del dominical londinense de centro
izquierda The Observer, si la crisis del Reino Unido se
acentúa, el Gobierno deberá elegir entre estas tres
opciones: recurrir al Banco de Inglaterra para imprimir dinero
como tuvieron que hacer en su día los países de
América
Latina, lo que dispararía la inflación y
empobrecería a la clase media;
pedir un macropréstamo del FMI, la UE y Estados Unidos, lo
que sería "un suicidio
político", o, "la última y más digerible
solución, ingresar en el euro para evitar la bancarrota
nacional".

"Entrar en el euro no tiene por qué hacerte más
solvente, pero los inversores afrontan un riesgo muy diferente, y
eso es algo crucial", opina en su ensayo el
alemán Wolfgang Münchau, uno de los miembros
fundadores de Financial Times Deutschland. Münchau cree que
el Reino Unido podría seguir fuera del euro si las cosas
no hubieran cambiado pero que, en el escenario que se avecina en
los próximos 10 años, "una política
monetaria independiente (el argumento principal de quienes
defienden que la libra siga fuera del euro) puede acabar siendo
lo contrario de una ventaja". "Ingresar en el euro puede
significar un marco económico mucho más estable",
asegura. Pero eso es algo que no ha dicho en público
ningún parlamentario británico desde hace
años.

Tribuna: Primer plano Paul Krugman – Un rescate incierto (El
País – 25/1/09)

La anticuada economía del vudú -la creencia en
la magia de las rebajas fiscales- ha desaparecido del discurso
civilizado. El culto a la economía de la oferta se ha
reducido hasta tal punto que sólo lo profesan
maniáticos, charlatanes y republicanos.

Pero algunos informes de
prensa
recientes dan a entender que muchas personas influyentes,
incluidos funcionarios de la Reserva Federal, reguladores
bancarios y, posiblemente, miembros del Gobierno entrante de
Obama se han vuelto devotos de otro tipo de vudú: la fe en
que podemos hacer que los bancos anden celebrando complejos
rituales financieros.

Para explicar el problema, permítanme describir la
posición de un banco hipotético que
denominaré Gothamgroup, o Gotham, para abreviar.

Sobre el papel, Gotham tiene activos por valor de 2 billones
de euros y unas deudas de 1,9 billones, de modo que tiene un
valor neto de 100.000 millones de euros. Pero una fracción
considerable de estos activos -pongamos, 400.000 millones de
euros- son activos hipotecarios y otra basura
tóxica. Si el banco intentase vender estos activos, no
obtendría más que 200.000 millones de euros.

Por consiguiente, Gotham es un banco zombi: sigue funcionando,
pero en realidad ya ha quebrado. Sus acciones no carecen por
completo de valor (sigue teniendo una capitalización
bursátil de 20.000 millones de euros), pero ese valor se
basa enteramente en la esperanza de que los accionistas
serán rescatados por una ayuda estatal.

¿Por qué iba el Estado a rescatar a Gotham?
Porque desempeña una función
primordial en el sistema financiero. Cuando se permitió
que Lehman quebrase, los mercados
financieros se congelaron y durante unas semanas la economía
mundial se tambaleó al borde del colapso. Puesto que
no queremos repetir la actuación, hay que mantener a
Gotham a flote. Pero ¿cómo podemos hacerlo?

Bien, el Gobierno podría limitarse a darle a Gotham
unos 200.000 millones de euros, suficiente para que vuelva a ser
solvente. Pero esto, por supuesto, sería un enorme regalo
a los actuales accionistas de Gotham y también
invitaría a asumir riesgos excesivos en el futuro. Aun
así, la posibilidad de que se produzca ese regalo es lo
que ahora sostiene el precio bursátil de Gotham.

Un método
mejor sería hacer lo que el Gobierno hizo con las cajas de
ahorro zombis a finales de la década de 1980: se
incautó de los bancos difuntos y se deshizo de los
accionistas. Después transfirió sus activos morosos
a una institución especial, la Resolution Trust
Corporation (Corporación del Fideicomiso de
Resolución), pagó suficientes deudas de los bancos
como para devolverles la solvencia y vendió los bancos
saneados a nuevos propietarios.

Sin embargo, los actuales rumores dan a entender que los
políticos no están dispuestos a seguir ninguno de
estos métodos.
Por el contrario, supuestamente se inclinan por una
solución intermedia: trasladar los activos tóxicos
de los balances de los bancos a un banco malo o banco agregador
público, parecido a la Corporación del Fideicomiso
de Resolución, pero que no se incautaría primero de
los bancos.

Sheila Bair, presidenta de la Corporación Federal de
Seguros de
Depósitos, intentó hace poco explicar cómo
funcionaría: "El banco agregador compraría los
activos a un valor justo". Pero ¿qué significa
"valor justo"?

En mi ejemplo, Gothamgroup es insolvente porque los supuestos
400.000 millones de euros de activos tóxicos que tiene en
sus libros
sólo valen de hecho 200.000. La única manera de que
una compra pública de esos activos tóxicos pueda
devolver la solvencia a Gotham es que el Estado pague mucho
más de lo que los compradores privados están
dispuestos a ofrecer.

Ahora bien, los compradores privados podrían no estar
dispuestos a pagar lo que los activos tóxicos valen en
realidad: "La verdad es que en estos momentos no disponemos de
ninguna tasación racional de algunas de estas
categorías de activos", afirma Bair. Pero
¿debería la Administración
pública dedicarse a declarar que sabe mejor que el
mercado cuánto valen los activos? ¿Y es realmente
probable que pagar un "valor justo", sea lo que sea que eso
signifique, bastaría para devolverle la solvencia a
Gotham?

Lo que sospecho es que los políticos -posiblemente sin
ser conscientes de ello- se disponen a dar gato por liebre: una
política que se parece a la limpieza de las cajas de
ahorro, pero que en la práctica equivale a hacer a los
accionistas de los bancos, a expensas del contribuyente, enormes
regalos disfrazados de compras de activos tóxicos a un
"valor justo".

¿Por qué estas contorsiones? La respuesta parece
ser que Washington sigue teniendo un miedo mortal a esa palabra
que empieza por N: nacionalización. La verdad es que
Gothamgroup y sus instituciones
hermanas ya son pupilas del Estado, completamente dependientes de
la ayuda del contribuyente, pero nadie quiere reconocer ese hecho
y aplicar la solución obvia: una absorción
pública explícita, aunque temporal. De ahí
la popularidad del nuevo vudú, que, como he dicho, afirma
que unos rituales financieros complejos pueden resucitar a los
bancos muertos.

Por desgracia, este retorno a la superstición puede
salir caro. Espero equivocarme, pero sospecho que los
contribuyentes estamos a punto de ser víctimas de otra
mala pasada, y estamos a punto de que nos den otro plan de
rescate financiero que no servirá para nada.

(Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y
premio Nobel de Economía en 2008. © New York Times
News Service, 2009)

– Seis países de la UE nacionalizan en 100 días
gran parte de su banca (Cinco Días – 26/1/09)

La vorágine nacionalizadora no tiene fin. Desde Londres
a Berlín, buena parte de los Gobiernos europeos han
entrado en el capital de sus bancos para recapitalizarlos y tomar
las riendas de su gestión. En tres meses, 10 países
han desembolsado 124.510 millones de euros, según Thomson
Reuters y otras instituciones. Las entidades españolas
denuncian que estas ayudas suponen competencia
desleal. Reino Unido, Irlanda, Alemania, Bélgica,
Holanda y Luxemburgo toman el control de sus sistemas
financieros

(Por E. G. Ercoreca / M. M. Mendieta)

De la banca pública española apenas queda el
rastro de una letra. De los poderosos Banco
Hipotecario, Banco de Crédito Local o Banco Exterior
-que en los años setenta aún tenían un peso
importante en el sistema financiero-, tan sólo queda la
última sigla de BBVA. Su unión, en 1991, dio lugar
a Argentaria y, tras su privatización en 1993, la nueva entidad se
fusionó con el Banco Bilbao Vizcaya.

Este proceso, que tuvo lugar en la pasada década aunque
casi parece la Prehistoria, ha
vuelto a convertirse en sujeto de actualidad por los
últimos acontecimientos vividos en Europa.

En menos de 100 días, algunas de las economías
más poderosas del Viejo Continente han nacionalizado buena
parte de su sistema financiero. Ya sea con la plena
adquisición por parte del Gobierno de casi todo el sector
bancario -como en el caso de Islandia-, o con la entrada en el
capital de grandes grupos, para
tomar el control de los órganos de gobierno -como ha
sucedido en Holanda o Reino Unido-, lo cierto es que el sector
público de siete países europeos se ha convertido
en el principal actor financiero.

Los rescates masivos puestos en marcha en EEUU para apoyar a
sus grandes sociedades
hipotecarias (Fannie Mae y Freddie Mac) y a su principal
aseguradora (AIG) pusieron sobre aviso a las capitales europeas
del verdadero calado de la crisis internacional. Pero el
pistoletazo de salida para las nacionalizaciones tuvo lugar con
la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008.

La desaparición del cuarto banco de inversión de
Wall Street desencadenó una onda expansiva de desconfianza
que nadie había previsto. Los clientes comenzaron a
ponerse nerviosos, los ministros de Economía elevaron los
ahorros respaldados por los fondos de garantía de
depósitos y el Banco Central Europeo (BCE) bombeó
fondos a un ritmo nunca visto.

Aún así, estas medidas quedaron cortas y los
Gobiernos recurrieron a la última bala de la
recámara: comprar acciones (o títulos asimilabas)
de entidades financieras para recapitalizarlas y garantizar su
continuidad.

Los primeros en abrir la veda fueron los países del
Benelux. Fortis atravesaba momentos difíciles. Al
único gran banco paneuropeo (por su accionariado y su
presencia) se la había atragantado la operación ABN
Amro y su alto nivel de apalancamiento había mermado su
solvencia. En una acción
conjunta, Holanda, Bélgica y Luxemburgo desembolsaron
11.000 millones para tomar el control del grupo.

Reino Unido dice adiós al liberalismo

Después de Fortis, llegaron los casos de Dexia y de la
banca islandesa en grupo, pero la auténtica vuelta de
tuerca de este proceso se produjo cuando la epidemia
nacionalizadora se extendió a Reino Unido. Tres
décadas después de que Margaret Thatcher pusiera en
marcha la privatización de parte de la economía
británica, incluidos los savings banks (una especie de
cajas de ahorros), el Gobierno de Gordon Brown aprobó la
toma de participaciones directas en el sector financiero.

Londres ya cuenta con una presencia mayoritaria en tres de los
cinco mayores bancos británicos, tras desembolsar en
octubre 33.000 millones de libras (37.815 millones de euros). Hoy
por hoy, el 70% de Royal Bank of Scotland y el 43% del grupo
resultante de la fusión de HBOS y Lloyds TSB están
en manos del sector público. Curiosamente, esta
última entidad compró en 1995 lo que quedaba de los
citados savings banks.

Durante esta primera oleada de nacionalizaciones totales o
parciales (que ha tenido su correlato en el sector bancario
estadounidense), Holanda inyectó 10.000 millones de euros
en el grupo ING (a través de acciones convertibles en el
33% del capital) y colocó dos representantes en el consejo
de administración del banco. Además,
Suiza tomó cerca del 10% del primer banco del país,
UBS, después de haber sacado de su balance activos
tóxicos por 44.700 millones de euros.

Cambio en las reglas de juego

Una de las paradojas que se ha producido con este rescate
masivo de la banca está referida a las ratios de capital.
Las inyecciones masivas de fondos para sanear los balances de
entidades con problemas (o con riesgo de sufrirlos) han provocado
un incremento sin precedentes en los coeficientes tradicionales
de solvencia. A comienzos de 2008, la ratio de capital Tier I
media en los grandes grupos europeos (un indicador de su
fortaleza financiera o su capacidad para absorber
pérdidas) apenas llegaba al 7%, ahora ya alcanza el
9%.

Este cambio en los estándar de solvencia ha perjudicado
a las entidades que no han recibido dinero público, porque
a la hora de buscar financiación mayorista deben pagar
precios más altos, al contar con peores ratios. Tanto el
Banco de España, como la patronal bancaria (AEB) y la
Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA)
han denunciado públicamente que los rescates suponen
competencia
desleal.

Cuando la fiebre
nacionalizadora parecía haber pasado, un segundo brote se
ha extendido por otros países. Alemania tomó el 8
de enero el 25% de Commerzbank, así como una
posición indirecta en Deutsche Bank. La pregunta ahora es
si la denostada banca pública acabará
convirtiéndose en la única existente.

Armas de los Gobiernos para apoyar a la banca

La entrada del Estado en el capital de las entidades
financieras es la herramienta más expeditiva que tienen
los Gobiernos para respaldar a los bancos en dificultades, pero
no es la única. En el último año, los
Ejecutivos de medio mundo han utilizado toda una panoplia de
armas para
apoyar al sector financiero.

Ahorro seguro.- Una de
las primeras medidas adoptadas en Europa para fortalecer la
confianza en el sistema financiero fue incrementar las coberturas
de los fondos de garantía de depósitos. La quiebra
de Lehman Brothers generó una gran incertidumbre entre los
pequeños ahorradores, algunos de los cuales comenzaron a
retirar dinero de los bancos. Por este motivo, los Gobiernos
incrementaron las cantidades mínimas que se
cubrirían en caso de quiebra de una entidad financiera.
Los ministros de Economía de la Unión Europea
fijaron en 50.000 euros por cliente y banco
los ahorros garantizados.

Compra de activos.- La liquidez ha sido, junto con la
desconfianza, el principal enemigo de la banca durante el pasado
ejercicio. Los Gobiernos han puesto en marcha diversas
iniciativas para favorecer la financiación a medio plazo
de los grupos bancarios. Una de ellas consiste en comprar activos
de las entidades, a cambio de dinero líquido, para que
puedan seguir prestando a familias y empresas. En España,
el Ejecutivo ha autorizado la creación de un fondo, dotado
con un máximo de 50.000 millones de euros, para adquirir
activos financieros. Este instrumento ha realizado ya tres
subastas, con las que ha distribuido 14.000 millones.

Avales públicos.- Un tercer instrumento puesto a
disposición de los bancos son los avales públicos
para emitir nuevos bonos. Cuando una entidad financiera coloca
papel con la garantía del Estado, obtiene mejores precios
en los mercados mayoristas. El Gobierno británico de
Gordon Brown fue el primer país en utilizar esta medida,
en una emisión por 3.000 millones de euros.

Deuda respaldada.- La cuarta herramienta pública
utilizada en beneficio de la banca es el respaldo de la deuda en
vigor de la entidad ante posibles impagos. En Alemania, el
Ejecutivo de Angela Merkel ha concedido garantías de este
tipo a Hypo Real State, IKB oWestLB.

– Krugman recomienda a Obama nacionalizar la banca de EEUU y
aprobar un gran New Deal (Libertad
Digital – 26/1/09)

El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, recomienda a
Obama nacionalizar "temporalmente" la banca y gastar billones de
dólares para salvar la economía. En una misiva, el
economista aconseja además implantar la sanidad
pública en EEUU y fortalecer los sindicatos.

El destacado economista Paul Krugman, recientemente
galardonado con el Premio Nobel en este ámbito,
publicó en la revista
Rolling Stone una misiva destinada al nuevo ocupante de la Casa
Blanca, Barack Obama, en donde subraya los grandes
desafíos económicos a los que se enfrenta la
primera potencia mundial.

El artículo, traducido también al castellano, no
tiene desperdicio. El diagnóstico de Krugman sobre la
economía estadounidense es muy crudo. "Como le
sucedió a Franklin Delano Roosevelt hace tres cuartos de
siglo, usted está haciéndose cargo en un momento en
el que todas las verdades establecidas han desaparecido y toda la
sabiduría convencional demostró estar equivocada
(…) Muchos presidentes han tenido que lidiar con crisis, pero
muy pocos se han visto obligados a hacerlo desde el primer
día con una crisis como la que Estados Unidos enfrenta
hoy".

Paro superior al 9%

Sus previsiones sobre la destrucción laboral, es muy
pesimista. Así, avanza que para finales de este año
la tasa de desempleo superará el 9%. De hecho,
"probablemente estaremos viendo un desempleo real de alrededor
del 15 % -más de 20 millones de norteamericanos que ven
frustrados sus esfuerzos para conseguir trabajo-",
alerta.

Como resultado, "diez millones de estadounidenses de clase
media serán empujados a la pobreza, y
otros seis millones a la indigencia". Por si ello fuera poco,
"los gobiernos provinciales y locales, habiendo perdido gran
parte de sus ingresos,
tendrán que hacer recortes incluso en los servicios
más esenciales". En este sentido, el estado de California
acaba de entrar en bancarrota, tal y como avanzó LD.

"Catástrofe nacional"

Por ello, Krugman advierte a Obama que, "si las cosas siguen
su curso actual, pronto estaremos frente a una gran
catástrofe nacional. Y es su tarea evitar esa
catástrofe", indica. Es aquí donde el economista
lanza sus particulares recetas económicas para afrontar la
crisis y evitar una II Gran Depresión que amenaza incluso
con ser peor que la de los años 30.

La Reserva Federal de EEUU (Fed) ha "perdido su poder" para
tratar de restaurar el crédito, señala. "No hay
ningún pronóstico realista de que la Fed pueda
sacar a la economía de la caída que atraviesa".

"El último presidente que tuvo que enfrentar un
lío semejante fue Franklin Delano Roosevelt, y usted puede
aprender mucho de su ejemplo". Es decir, aboga por imitar el
modelo del New Deal, puesto en marcha en los años 30, pese
a que muchos economistas han demostrado que ese ingente programa
de gasto
público no logró resolver la Gran
Depresión que sufrió EEUU, sino que tan sólo
sirvió para agudizarla y prolongarla en el tiempo
más de lo necesario.

Dinero de los contribuyentes para salvar a la banca

Sin embargo, Krugman insiste: "Entonces, como ahora, el
Gobierno tuvo que usar el dinero de los impuestos para
rescatar al sistema financiero (…) Para 1935, el Gobierno de
EEUU era dueño de cerca de un tercio del sistema
bancario", y la
administración Roosevelt empleó esa banca
pública inyectar crédito en el mercado,
recuerda.

"Más aún, el New Deal se lanzó a prestar
un montón de dinero directamente a empresas y gente que
quería comprar su casa, y a gente que ya era propietaria,
ayudándolos a reestructurar sus hipotecas para que puedan
quedarse con sus casas. ¿Puede usted hacer algo como eso
hoy?", pregunta Krugman. "Sí, puede", añade.

Es decir, el Premio Nobel de economía recomienda
abiertamente al nuevo presidente que nacionalice la banca de
EEUU, en una estrategia similar a la que está estudiando
el Gobierno de Gran Bretaña. "Si los bancos necesitan
fondos federales para sobrevivir, provéaselos, pero
demande que los bancos hagan su parte prestando esos fondos al
resto de la economía", enfatiza el asesor.

Más ayudas públicas y subvenciones

"Otorgue más ayuda a los propietarios. Utilice a la
Asociación Federal Nacional Hipotecaria y a la
Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios -las
agencias de préstamos inmobiliarios- para transmitir los
bajos costos de los
préstamos oficiales a propietarios calificados",
insiste.

En este punto, Krugman reconoce que "los conservadores van a
acusarlo (a Obama) de nacionalizar el sistema financiero, y
algunos lo llamarán marxista (a mí me pasa todo el
tiempo). Y la verdad es que usted estará, de alguna
manera, llevando a cabo una nacionalización temporal. Pero
eso está bien: en términos generales, no queremos
que el gobierno maneje a las instituciones financieras, pero por
ahora necesitamos hacer lo que sea para lograr que el
crédito vuelva a fluir", advierte.

Una estrategia "marxista"

Además, insta a Obama a aprobar un ingente programa de
gasto público para reactivar la economía del
país. En este sentido, Krugman alaba el New Deal de
Roosevelt. Pese a ello, afirma que dicho presidente fue
"demasiado precavido". Y es que, "el impulso que le dio a la
economía entre 1933 y 1936 fue suficiente como para bajar
el desempleo, pero no a los niveles pre-Depresión (…)
Tuvo que venir el enorme proyecto público conocido como
Segunda Guerra
Mundial -un proyecto que silenció al fin a los
tacaños- para que la Depresión llegue a su
fin".

Obama debe gastar casi 1 billón de dólares al
año

Por ello, recomienda a Obama ir mucho más allá.
"Debe gastar lo suficiente como para llenar el agujero que
dejó la reducción (del gasto) del sector privado".
La factura será descomunal si EEUU pretende alcanzar el
pleno empleo. "Usted
probablemente tiene que gastar 800.0000 millones de
dólares al año para lograr una recuperación
económica total". Precisamente, ésta es la cifra
que maneja Obama en su nuevo plan de impulso económico que
pretende aprobar cuanto antes. Es decir, billones de
dólares de gasto en la presente legislatura.

Tal plan, unido al recorte de la recaudación fiscal
producirá, sin duda, unas cifras de déficit
realmente atemorizantes. Pero las consecuencias de ser demasiado
cuidadoso -o de no hacer lo suficiente como para frenar la
caída en picado de la economía- serán
aún más terroríficas que el océano de
tinta roja" que se avecina sobre las cuentas públicas de
EEUU, alerta.

Además, Krugman lo tiene claro, y el Gobierno federal
debería prestar también ayuda a los gobiernos
estatales y municipales para "prevenir que recorten gastos de
inversión en el momento menos propicio".

"Sanidad pública universal"

Por último, el economista aboga por implantar en EEUU
la "atención médica garantizada para
todos sus ciudadanos". Es decir, anima a Obama a aprobar un
sistema público de cobertura médica universal.

"Todo esto va a costar dinero", según reconoce el
economista. Sin embargo, considera que dicho plan de gasto
público "no significará una carga muy grande sobre
los futuros presupuestos. Piénselo de esta manera: Con la
deuda federal de largo plazo pagando la menor tasa de
interés en cincuenta años, los costos en
intereses de un billón de dólares de deuda nueva
sumarán apenas 30.000 millones de dólares anuales.
Cerca del 1,2% del actual presupuesto
federal" al año, indica.

La vuelta de los sindicatos a EEUU

Por último, recomienda recuperar y fortalecer la
organización sindical. Y es que, le comunica a Obama
que "puede hacer muchas cosas para fortalecer los derechos de los
trabajadores". Reconoce que esta estrategia, "probablemente, no
sucederá en su primer año, pero si sucede, y cuando
suceda, la legislación hará que Estados Unidos
dé un enorme paso adelante hacia recuperar la sociedad de
clase media que hemos perdido".

"Ahora depende de usted cumplir con esa esperanza. Llevando a
cabo un programa de recuperación aún más
audaz y completo que el New Deal, usted puede no sólo dar
vuelta la economía, puede poner a Estados Unidos en el
camino hacia una mayor igualdad para
las próximas generaciones", según concluye la
misiva.

(Krugman es Profesor en Princeton y columnista del New York
Times, y colaborador habitual de la revista Rolling Stone)

– La opción de nacionalizar los bancos gana peso en
EEUU (El País – 26/1/09)

Analistas de la talla de Paul Krugman y miembros del equipo de
Obama apuestan cada vez con más énfasis por esta
vía

Una crisis financiera global es capaz de derrumbar muchos
mitos. El
Foro Económico
Mundial de Davos ha anunciado que adoptaba un código
de austeridad y en Gran Bretaña analistas de prestigio
defienden la entrada en el euro o, al menos, la apertura de una
discusión pública al respecto. Esa misma crisis ha
hecho que ahora en Estados Unidos crezca el debate sobre un
término tabú hasta hace poco: la
nacionalización y, más en concreto, la
nacionalización, eso sí, parcial y temporal de
algunos bancos estadounidenses.

Hay dos candidatos claros: Bank of America y Citigroup. Dos
bancos que ya han recibido 300.000 millones de dólares
(algo más de 228.400 millones de euros) del Estado, que
posee porcentajes importantes de su accionariado.

Ayer mismo, en una tribuna publicada por el suplemento
NEGOCIOS de
este periódico, el premio Nobel de Economía Paul
Krugman lo defendía en estos términos: "¿Por
qué estas contorsiones? La respuesta parece ser que
Washington sigue teniendo un miedo mortal a esa palabra que
empieza por N: nacionalización. La verdad es que
Gothamgroup (un banco creado ad hoc por el economista para
explicar su caso) y sus instituciones hermanas ya son pupilas del
Estado, completamente dependientes de la ayuda del contribuyente,
pero nadie quiere reconocer ese hecho y aplicar la
solución obvia: una absorción pública
explícita, aunque temporal".

¿Está preparado el presidente Barack H. Obama
para tomar la decisión? se pregunta hoy David E. Sanger en
el diario The New York Times, diario que organizó hace
cuatro días un debate con cuatro expertos sobre el tema.
Nancy Pelosi, portavoz de los demócratas en el Congreso,
evitó a toda costa pronunciar la palabra
"nacionalización" en una entrevista en el canal de
televisión ABC para terminar
preguntándose: "¿Hemos llegado a pensar alguna vez
que veríamos el día en que usásemos esa
terminología? ¿Nacionalización de los
bancos?".

Esa nacionalización puede ser contagiosa y no terminar
en estos bancos. Todo el mundo anda a la espera y hay quienes
creen que lo peor no ha pasado. "Los escenarios de pesadilla no
tienen fin", asegura un miembro de la administración Obama
en The New York Times. "Nacionalizar es algo que hacen los
extranjeros, no algo que hacemos nosotros, no es un
término del vocabulario americano", asegura el historiador
económico Charles Geisst. O, al menos, no lo era.

– La gran banca pierde en bolsa un billón de euros en
18 meses (Negocios – 27/1/09)

Santander, con una caída del 45% de su valor
bursátil, es el mejor parado de los grandes. RBOS y Citi
se dejan más del 90%.

(Por A. Ledo)

Un billón de euros. Una cifra casi idéntica al
PIB (Producto
Interior Bruto) español es
lo que han perdido en bolsa 16 de los grandes bancos del mundo
desde que estallara la crisis crediticia en el verano de
2007.

Royal Bank of Scotland y Citi esconden las cifras más
escalofriantes con caídas en su capitalización
superiores al 90%. Exactamente, el 96% en el caso del Royal Bank
of Scotland (RBS). En poco más de año y medio y
tras 282 de existencia, la situación de la entidad
británica está "al límite", en palabras de
su consejero delegado, Stephen Hester.

El deterioro de los activos debido a la fuerte
exposición a productos
subprime y la compra del holandés ABN Amro han sido
determinantes para que uno de los bancos más grandes del
mundo se encuentre ahora al borde del abismo.

Bajo la batuta del responsable ejecutivo Fred Goodwin,
expulsado ya de la entidad, RBS gastó una fortuna en
adquisiciones haciendo caso omiso a las indicaciones de su
cotización. Las acciones, que llegaron a cotizar a 600
peniques, cerraron el viernes a 12,1.

Crisis de capital

De poco les sirve a los sufridos inversores el discurso de las
grandes entidades sobre unos mercados irracionales y paralizados.
El lamentable estado de sus balances es la razón
principal, a juicio de muchos. "Los inversores no creen que los
bancos tengan suficiente capital", explica David Reilly en
Bloomberg, y Citigroup es un ejemplo dramático.

"Existe la sospecha de que la mayoría de las entidades
bancarias es insolvente, por lo que continuarán las
nacionalizaciones parciales o totales para evitar la quiebra del
sector", señala el presidente de M&G Valores,
José Ignacio Gutiérrez-Laso.

De hecho, desde Oddo recuerdan que las revisiones a la baja de
beneficios se concentran especialmente en financieras.
Actualmente, el consenso estima una caída de beneficios en
2008 del 18,7%, una sangría que no parará en
2009.

La única lectura
positiva que se puede extraer del cuadro adjunto es que Santander
"sólo" ha perdido la mitad de su valor bursátil.
BBVA, por su parte, se ha dejado el 60%.

– Alemania da luz verde al
mayor paquete de ayudas desde la II Guerra Mundial
(El Confidencial – 27/1/09)

El gabinete ministerial de la canciller alemana, Angela
Merkel, aprobó hoy el mayor paquete de medidas
coyunturales desde la Segunda Guerra
Mundial para reactivar la economía del país
ante la crisis financiera internacional. El programa de ayudas
contempla un presupuesto de 50.000 millones de euros para este
año y 2010, que se dedicarán fundamentalmente a
inversiones en la educación y las
infraestructuras de carreteras y ferrocarril.

Además traerá consigo reducciones fiscales para
los ciudadanos, aunque conllevará un drástico
incremento del endeudamiento del Estado, que este año
podría alcanzar hasta los 60.000 millones de euros. El
paquete de medidas aprobado por el gobierno germano incluye
también una ayuda de 2.500 euros para la compra de un
nuevo vehículo a quienes se deshagan de su
automóvil de más de nueve años de
antigüedad.

El segundo paquete de medidas coyunturales aprobado por el
gabinete de Merkel beneficia especialmente a los ayuntamientos y
comunas, que percibirán el grueso de las ayudas destinadas
a educación
e infraestructuras.

– ¿Apuesta Estados Unidos por la Gran Depresión
II? (El Confidencial – 27/1/09)

(Por S. McCoy)

Coinciden los que algo saben de economía en general, y
de las relaciones de intercambio entre naciones en particular,
que uno de los factores determinantes para evitar que la actual
crisis no devenga en un remedo de la Gran Depresión de
1929 será, precisamente, el no caer en la tentación
proteccionista que entonces condenara a muchos países a
una suerte de autarquía económica de la que
sólo la obligada apertura de fronteras, que trajo consigo
la Segunda Guerra
Mundial, les permitió salir. Lo saben todos menos Miguel
Sebastián, compre español, barato, barato. Por eso
ha llamado tanto la atención, en muchos analistas
internacionales, las inoportunas declaraciones del nuevo
Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Tim Geithner,
acusando abiertamente a China de manipular su divisa y
advirtiendo del uso de todos los cauces diplomáticos a su
alcance para corregir tal situación. No es el resultado de
un calentón informativo, sino que nace como una respuesta
escrita a requerimientos del Comité de Finanzas del
Senado, carácter premeditado que da más
empaque al
discurso si cabe, que ya es caber.

Quien mejor ha analizado las consecuencias de unas
afirmaciones de tal calado ha sido Willem Buiter en su blog
Maverecon de Financial Times. En efecto, en un post colgado el
pasado sábado, el autor recuerda que la normativa
estadounidense, ante una coyuntura como la descrita, une
inseparablemente antecedentes de hecho con fundamentos de derecho
y obliga al propio Secretario del Tesoro, bien bilateralmente o a
través del Fondo Monetario Internacional, a negociar con
el país en cuestión, en este caso China, para que,
de la forma más rápida posible, ajuste su moneda a
un tipo de cambio
tal que le impida distorsionar su balanza de pagos
o beneficiarse de una indeseada ventaja comercial. Se faculta
incluso, a tal fin, al uso de medidas de presión de corte
arancelario. Justamente lo contrario de lo que el mundo necesita
o, mejor dicho, de lo que el propio Obama precisa a día de
hoy, especialmente si uno tiene en cuenta que China sigue siendo,
en términos absolutos, el principal financiador de lo que
queda de la voracidad inversora (ahora pública)
norteamericana.

Da, por tanto, la sensación de que la nueva
política cambiaria de Estados Unidos va a girar sobre dos
grandes elementos: por una parte, todo un clásico, la
ardorosa defensa de la fortaleza del dólar, discurso
oficial de los últimos años, cuya evolución irá indudablemente ligada
a la percepción
sobre la solvencia de la economía de aquel país y,
por otra, la contención de la tentación devaluadora
de las autoridades chinas que podría impedir la adecuada
corrección del desequilibrio exterior estructural
norteamericano. Una amenaza potencial más cercana de lo
que parece, fundamentalmente por tres motivos.

Uno, el crecimiento trimestral anualizado de China se
habría reducido en el último trimestre de 2008,
según los analistas de Standard Chartered, hasta el 0%,
frente al interanual oficial del 6,8%. Se requiere de mecanismos
de reacción. Dos, existen serias dudas acerca del impacto
del mega plan de infraestructuras llevado a cabo por el gobierno
con objeto de canalizar ahorro a la inversión e incentivar
la demanda interna; no hay que olvidar que China carece de las
prestaciones
sanitarias y de pensiones propias de una economía
desarrollada lo que actúa como una rémora en las
decisiones de compra de sus ciudadanos. Tres, sólo
quedarían las exportaciones
cuyo colapso, que se ha llevado tras de sí a naciones como
Japón, Corea del Sur o Taiwán y ha provocado la
destrucción de 10 millones de puestos de trabajo, amenaza
con reventar el dique político social que contiene a la
población de aquél país.
China se encuentra realmente en la encrucijada.

En ambos casos se trata de estrategias de
divisa arriesgadas, precisamente, por la ausencia de control
sobre el resultado. Resulta cuando menos sorprendente, en
cualquier caso, la beligerancia ex ante de un Obama que esperemos
no sea un lobo con piel de
cordero. Es verdad que nos podemos encontrar, más antes
que después, con un repliegue ideológico chino que
lleve aparejado una vuelta a los fundamentos de la
autosuficiencia comunista, una cierta renuncia a los principios del
libre mercado ya establecidos en el país, una necesidad de
identificación de enemigos interiores y exteriores y,
finalmente, una imposición de sus condiciones de comercio, por
la vía de la suficiencia fiscal de la que disfruta. Sin
embargo, de ahí a tratar de acelerar el proceso a
través de declaraciones cuando menos inoportunas, media un
abismo.

Por una vez, si me dan a elegir entre la condescendencia con
los chinos de Paulson y la beligerancia aparente de Geithner, me
quedo con el primero. Me cuesta sinceramente mucho encontrar
alguna solución a lo que tenemos encima que no pase, de un
modo u otro, por China. Y tratar de cortar esa única
alternativa con argumentos que en el pasado fueron causa de
mayores quebrantos económicos me parece no sólo un
disparate sino una temeridad. De la primera Gran Depresión
Estados Unidos emergió como el gran referente mundial.
Esperemos que no persiga que pasemos por el mismo proceso para
reforzar su debilitado liderazgo
actual. ¿Imaginería política? Cosas peores
se han visto.

– Japón y Alemania lanzan nuevos paquetes de ayuda
contra la crisis (El Mundo – 27/1/09)

Tokio / Berlín.- Los gobiernos se están viendo
obligados a lanzar paquetes de ayuda adicionales para hacer
frente a la crisis económica mundial, que no tiene visos
de remitir -el lunes se anunciaron 70.000 despidos en ocho
compañías-.

Japón ha decidido inyectar fondos públicos en
empresas privadas especialmente afectadas por la crisis a
través de entidades de crédito apoyadas por el
Gobierno

Los fondos públicos se utilizarán para cubrir
hasta un 80% las posibles pérdidas que los bancos nipones
puedan registrar después de haber invertido en las
compañías más perjudicadas por la
crisis.

Para poner en marcha esta iniciativa, el Banco de Desarrollo de
Japón comprará acciones preferenciales de algunas
de estas compañías perjudicadas.

Por otro lado, la entidad financiera apoyada por el Gobierno
Japan Finance se encargará de cubrir las pérdidas
de las compañías que reciban fondos públicos
del Banco de Desarrollo, en caso de que su situación
empeore y las lleve a la bancarrota.

Las empresas elegidas para recibir las inyecciones de fondos
serán aquellas que tengan un mayor peso en las
economías regionales y cuyo fracaso podría afectar
en mayor medida a los niveles de empleo locales.

Para recibir el dinero, las empresas deben ser capaces de
registrar beneficios en un periodo de tres años. Para esta
medida el Gobierno establecerá un presupuesto de cerca de
1,5 billones de yenes (16.773 millones de dólares) del
presupuesto estatal para 2009, válido hasta el 31 de marzo
de 2010.

El mayor plan alemán desde los cuarenta

Por su parte, el gabinete ministerial de la canciller alemana,
Angela Merkel, ha aprobado el segundo paquete de medidas contra
la crisis, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial, para
reactivar la economía del país.

El programa de ayudas contempla un presupuesto de 50.000
millones de euros para este año y 2010, que se
dedicarán fundamentalmente a inversiones en la
educación y las infraestructuras de carreteras y
ferrocarril.

Además traerá consigo reducciones fiscales para
los ciudadanos, aunque conllevará un drástico
incremento del endeudamiento del Estado, que este año
podría alcanzar hasta los 60.000 millones de euros.

El paquete de medidas aprobado por el Gobierno germano incluye
también una ayuda de 2.500 euros para la compra de un
nuevo vehículo a quienes se deshagan de su
automóvil de más de nueve años de
antigüedad.

El segundo paquete de medidas coyunturales aprobado por el
gabinete de Merkel beneficia especialmente a los ayuntamientos y
comunas, que percibirán el grueso de las ayudas destinadas
a educación e infraestructuras.

– Lo bueno y lo malo de un "Bad Bank" (Intereconomia –
28/1/09)

Cuyo objetivo no es otro que aglutinar los activos
"tóxicos" que actualmente están en el activo de los
bancos

(Por José María Manzanares)

Impresionante rebote en todos los mercados de renta variable
por la esperanza de un nuevo plan de rescate, y. en este caso, se
trata de la creación de un "Bad Bank" o "Banco Malo"
gestionado por el FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation)
cuyo objetivo no es otro que aglutinar los activos
"tóxicos" que actualmente están en el activo de los
bancos.

El gran problema que plantea el comprar estos activos
"tóxicos" es su precio ya que en función de este
tendríamos 3 efectos en los mercados financieros:

1) Precio por encima del valor actual de estos activos: a los
bancos les vendría de maravilla ya que recuperarían
valor en sus activos y a la vez se fortalecería su capital
pero estaríamos utilizando dinero público para
pagar un sobreprecio que es difícil de justificar.

2) Precio equivalente al que cotizan: difícil debido a
la cantidad de activos diferentes.

3) Precio por debajo del valor actual: caso inverso al primero
donde los bancos deberían provisionar más
préstamos y su vez necesitarían más capital
y bueno para el contribuyente (se compran activos valorados en a
un precio de 20 y a futuro puede llegar a valer 100).

Esta idea, ya planteada en su día (23 de septiembre del
2008) por el presidente de la Reserva Federal, Bernanke y por el
antiguo Secretario del Tesoro, Henry Paulson plantea el problema
que todo el mundo tiene in mente: "a qué precio".
Según el nuevo Secretario del Tesoro, Geithner se pueden
plantear 3 alternativas o una mezcla de ambas y estas son las 3
opciones:

1) Valorarlo en un precio parecido al que cotizan activos
similares: existe el problema de la gran diversidad de activos
que hay en los balances y con subyacentes diferentes (desde real
estate tanto inmobiliario residencial como oficinas,
préstamos de tarjetas de
crédito, de financiación de automóviles,
hasta los famosos leveraged loan o préstamos apalancados
que se dieron a los prívate equity para adquirir
empresas), tema complejo y con la duda añadida de que si
la situación se deteriora, a cualquier activo se le
aplicaría inmediatamente este precio con la consiguiente
devaluación del mismo y necesidad adicional
de capital.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14
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