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El conflicto entre Israel y Palestina hasta 2006 (página 2)




Enviado por Aida A.



Partes: 1, 2, 3, 4

Herzl organizó congresos sionistas. El primero de
ellos se celebró en Basilea en 1897, tras el cual
diría: «en Basilea he fundado el Estado
judío
».

Las oleadas migratorias hacia Palestina se denominaron
aliá. La primera de ellas se produce en estos
años (1882-1903), mientras que la segunda comprende la
década de 1904-1914. El método que
siguen estos pioneros es la compra de tierras y el
establecimiento de colonias agrícolas. Son en su
mayoría rusos que huyen de los pogroms. Estos
primeros asentamientos se denominarían
Yishub.

Como en todas las colonias, los judíos
tienden a ver a la población local como individuos sin
civilizar, que necesitan alguien que les ayude a cultivar sus
tierras y desarrollar sus pueblos. Lo cierto es que ya por aquel
entonces era difícil encontrar terrenos sin
cultivar.

En 1917, mientras se perfilaba el fin de la Primera Guerra
Mundial, el Imperio Otomano y Austrohúngaro,
así como la Rusia zarista,
estaban condenados a muerte. El 2
de noviembre de este año Lord Arthur James Balfour,
ministro del Foreing Office (Asuntos
Exteriores) del Imperio Británico, redacta una carta dirigida al
sionista Lionel Walter Rothschild, en la que se declara favorable
a la instalación de un hogar nacional judío en
Palestina[4]A pesar de la brevedad del texto y de las
escuetas explicaciones sobre el alcance de tal apoyo, los
sionistas considerarían esta Declaración Balfour
como el primer reconocimiento de los derechos del pueblo
judío sobre Palestina y una de las piedras angulares de la
creación del Estado de
Israel.

La carta de Balfour se dirige especialmente a los
judíos norteamericanos, sospechosos de simpatía
hacia el imperio austrohúngaro, el aliado de Alemania; y a
los judíos de Rusia, influidos por las organizaciones
revolucionarias que derrocaron al Zar en la primavera de 1917,
que son partidarios de que Rusia firme una paz separada con el
enemigo. Balfour habla incluso de la misión
encomendada a los judíos en Palestina: hacer que los
judíos del mundo se comporten
"convenientemente".

No obstante, el objetivo
último de Gran Bretaña al respaldar el sionismo es
el control de
Oriente Próximo. Ya en 1916 se habían producido
acuerdos entre Inglaterra y
Francia para
dividir toda la región entre ambas metrópolis: los
acuerdos Sykes-Picot. Para Londres, Palestina protege el flanco
este del canal de Suez, línea vital entre la India y Gran
Bretaña.

Los británicos hicieron también acuerdos
con los árabes, claramente contradictorios. Cuando el
califa otomano se unió en 1914 con Alemania y el Imperio
Austrohúngaro, Londres suscitó una revuelta de los
árabes contra su feudo, encabezada por un dirigente
religioso, el jerife Hussein de la Meca. A cambio,
Hussein obtuvo el compromiso británico de apoyar la
independencia
de los árabes. Esta sublevación se haría
célebre con el agente británico Thomas E. Lawrence
("Lawrence de Arabia").

Finalizada la guerra, la
Sociedad de
Naciones instaura el sistema de los
"mandatos": «Algunas comunidades que en otro tiempo
pertenecían al Imperio Otomano, han alcanzado tal grado de
desarrollo que
su existencia como naciones independientes puede reconocerse
provisionalmente, a condición de que los consejos y la
ayuda de un mandatario guíen su administración hasta el momento en que sean
capaces de gobernarse por su cuenta
». De este modo
Gran Bretaña adquiere el mandato de Palestina el 24 de
julio de 1922. El texto de la SDN por el que se le concede tal
mandato estipula que la potencia
será «responsable de la declaración
[Balfour] originalmente formulada por el gobierno
británico y adoptada por [las potencias aliadas] a favor
del establecimiento de un hogar nacional para el pueblo
judío
». Los hijos del jerife Hussein, muy
controlados por Londres, se instalan en los tronos de Irak y
Transjordania, mientras que Líbano y Siria caen en la
escarcela de Francia. Egipto,
formalmente independiente desde 1922, sigue bajo ocupación
británica.

Los primeros años en Palestina

El sionismo predicaba que Palestina era «una
tierra sin
pueblo para un pueblo sin tierra
», pero lo cierto es
que a principios del
siglo XX viven en ella árabes de las tres religiones:
600.000 musulmanes,
70.000 cristianos y 80.000 judíos. Los campesinos o
fellahs representan el 60% de la población
activa, aunque las tierras que trabajan pertenecen a unas pocas
familias pudientes musulmanas. La región está
económicamente viva: aumentan los cultivos de frutas y
cereales, crecen las industrias
manufactureras y el turismo, fruto de las
peregrinaciones a Jerusalén, Belén y Nazaret. La
vida intelectual y política se halla en
auge, de hecho, aparecen periódicos como Al
Karmel
, en Haifa, y Filastin, en Jaffa.

Ya antes de la guerra, los palestinos autóctonos
rechazan a la inmigración judía, cuyo comportamiento
se caracteriza a menudo por el racismo y el
desprecio a los "bárbaros". Por otra parte, las compras de
tierras son consideradas como tentativas de
desposesión.

Cuando en 1922 la SDN otorga el mandato sobre Palestina
a Gran Bretaña y establece las
fronteras[5]los palestinos comienzan a reclamar
que se forme un gobierno responsable ante un parlamento elegido
por quienes residen en Palestina desde antes de la guerra. Pero
ya es demasiado tarde, porque desde la conquista de
Jerusalén en 1917 se ha creado una administración independiente sionista (la
Agencia) que funciona al lado de la británica. Este
gobierno en la sombra se dedicaría, especialmente, a
favorecer el aumento de la inmigración, que no
crecería masivamente hasta la llegada de Hitler al
Poder. Tal
inmigración atraviesa a menudo momentos difíciles:
los judíos europeos prefieren el Nuevo Mundo a Tierra
Santa (entre 1850 y 1927 llegan a EE.UU. cuatro millones de
hebreos), además, las crisis
económicas en Palestina obligan a muchos a volver a
marcharse.

No obstante, el Fondo Nacional judío (organismo
económico dependiente de la
Organización Sionista Mundial) no se rinde: la compra
de tierras se convierte en el objetivo fundamental del movimiento
sionista, ya que ni pueden expropiar a los autóctonos, ni
existen tierras vírgenes que colonizar. Una vez adquirido
el terreno, se fomenta el trabajo
exclusivamente judío.

El nacionalismo
judío se extiende a otros ámbitos: aparece la
Haganá, milicia judía que
antecedería al ejército israelí. Por otra
parte, el Yishub impone la lengua hebrea
y se organiza políticamente. En 1920 reciben la
autorización del gobierno británico para elegir una
especie de parlamento, dotado de su propio ejecutivo, el Vaad
Leumi
(Consejo Nacional), y desde los años treinta
comienzan a decidir sobre las cuestiones que les afectan, con el
beneplácito de la potencia colonial.

Es entonces cuando aparecen dos corrientes políticas:
el socialismo de
David Ben Gurión (que se convierte presidente de la
Agencia Judía en 1935) y el revisionismo de Zeev
Jabotinsky, que pretende que se revise el mandato y que incluya
las dos orillas del Jordán para que los judíos
tengan acceso a Transjordania. Los socialistas acepan el
principio del reparto de Palestina, mientras que los
revisionistas consideran que la tierra es
"inalienable" y reivindican la expulsión de los
autóctonos.

Mientras tanto, Gran Bretaña trata de dividir a
los palestinos acentuando los roces entre las grandes familias,
en especial los Nashashibi y los Husseini. De esta manera se hace
imposible cualquier acuerdo: rechazan la creación de una
Agencia árabe similar a la judía, porque la
aceptación de ésta implica la legitimación del derecho
político de los judíos sobre Palestina. Esta
frustración se expresa en revueltas, motines y asesinatos,
como los cometidos en Hebrón en 1929, donde cerca de
ochenta judíos son masacrados.

El "Libro
Blanco"

Gran Bretaña, ante las tensiones que se producen
en los años treinta, reune en el palacio de Saint James
en1939 a miembros de la Agencia Judía como Ben
Gurión, representantes palestinos encabezados por los
Husseini; y delegados de otros países árabes. La
conferencia de
Saint James sólo sirvió para certificar la
intransigencia de ambos bandos.

La atmósfera
prebélica surgida desde la ocupación nazi de
Bohemia-Moravia el 15 de marzo propicia el giro pro-árabe
de la política mandataria en Palestina, sabiendo que la
presencia de Hitler en el poder implicaba que los judíos
no tuvieran otra opción que apoyar a los
británicos.

Este cambio en la política mandataria queda
formalizado el 17 de mayo de 1939, con la publicación del
"Libro Blanco" de MacDonald (ministro de Colonias). Su contenido,
según el autor Joan B. Culla, se resume en tres
puntos:

  • Sobre el futuro político del país,
    Londres asociará gradualmente a árabes y
    judíos al gobierno, con la intención de que en
    diez años se pueda establecer un Estado independiente
    de Palestina.

  • En cuanto a la inmigración judía,
    ésta queda limitada a un máximo global de
    75.000 personas durante los próximos cinco
    años, y condicionada después al visto bueno de
    los árabes, de modo que los hebreos no representen
    más de un tercio de la población
    total.

  • La compra de tierras por parte de los sionistas
    resulta prohibida del todo o muy restringida sobre el 95% del
    territorio.

El Yishuv acoge el "Libro Blanco" con
protestas, tildando a Gran Bretaña de traidora. Por otra
parte, los dirigentes árabes rechazan también los
nuevos compromisos de Londres porque dicen que siguen siendo
demasiado concesivos con los judíos. Esto provoca nuevas
revueltas entre árabes, judíos y, ahora
también, británicos. Ben Gurión
declararía incluso que habían llegado los
días del «sionismo
combatiente
».

No obstante, la inminente guerra modera a las partes y
crea nuevos compromisos. La Agencia judía manifiesta a
Gran Bretaña su apoyo y disponibilidad para contribuir con
todos los medios al
inminente esfuerzo bélico, al mismo tiempo que le propone
«establecer una tregua en la controversia en torno al "Libro
Blanco
"».

Los árabes

La revuelta rural arabo palestina no se detiene con el
inicio del conflicto
mundial, sino que en nueve meses se producen casi mil incidentes
armados. Al mismo tiempo, el muftí al-Husseini se evade de
la residencia vigilada en Beirut con rumbo a Irak, donde el
pueblo manifiesta su apoyo a la Alemania nazi con la esperanza de
que una victoria germana les libere de la ocupación
francobritánica y de los judíos. El muftí se
erige portavoz de una Palestina que lucha contra las democracias
y contra el judaísmo internacional, y busca contactos
formales con Berlín y Roma, bajo el
argumento de que los árabes tienen derecho a resolver la
cuestión judía en Palestina. Hitler responde que
«Alemania y los árabes tienen como enemigos
comunes a Inglaterra y a los
judíos
».

En Bagdad, un golpe de Estado
el 2 de abril de 1941 instala en el poder al amigo del
muftí y filonazi Rachid Ali al-Qaylani, derrocado al cabo
de dos meses por la intervención militar británica
a pesar del auxilio alemán. En agosto-septiembre de 1941
soviéticos y británicos invaden conjuntamente
Irán.
Los nacionalistas palestinos allí refugiados son
deportados a Rhodesia, pero el muftí consigue llegar a la
Europa nazi,
donde es recibido por Hitler y Mussolini como un huésped
de honor.

Los sionistas

A pesar de los intentos de la Agencia Judía, Gran
Bretaña no frena la aplicación del "Libro Blanco" y
cierra Palestina a los cuatro millones de refugiados
judíos. Aún así, los judíos no niegan
su apoyo. Ben Gurión afirma: «debemos ayudar a
los británicos como si el "Libro Blanco" no existiese, y
debemos oponernos al "Libro Blanco" como si no hubiese
guerra
». El Irgún (banda terrorista hebrea)
suspende los ataques contra los británicos para no
perturbar su lucha contra Hitler. Sin embargo, la autoridad
mandataria no cesa de encarcelar miembros del Irgún y la
Haganá, mientras que la inmigración clandestina
provoca incidentes cada vez más dramáticos entre
sionistas y británicos.

Un sector del revisionismo armado se radicaliza. Abraham
Stern y otros miembros de la cúpula del Irgún se
escinden en septiembre de 1940 y constituyen una nueva organización clandestina que
adoptará el nombre de Lehi (acrónimo de Lohamei
Herut Israel, «Combatientes por la Libertad de
Israel»). El grupo
considera más que nunca a Gran Bretaña como el
verdadero enemigo –Hitler es sólo un perseguidor- y
propugna la violencia
terrorista como método para imponer un programa
nacionalista extremo, cuyas tesis
territoriales, raciales y político-sociales permiten
calificarlo de fascista. De hecho, Stern establece en 1941
contacto con representantes nazis y les ofrece «tomar
una parte activa en la guerra al lado de Alemania
», a
cambio del apoyo de Berlín a una Palestina judía.
Esta delirante estrategia
provoca numerosas deserciones. El Lehi sería desarticulado
y su líder
abatido a comienzos de 1942.

La colaboración judía con las tropas
palestinas se incrementa a medida que avanza el conflicto. En
total, el Yishuv aporta al ejército
británico más de 26.000 personas, el doble que la
comunidad
arabo palestina. Incluso, se crea una fuerza de
combate judía autónoma en el seno del
ejército británico formada por 5.000 hombres (la
Jewish Brigade).

Aunque el conflicto representa un gran peligro para los
judíos, también es una oportunidad. Ben
Gurión diría: «La guerra de 1914 nos
trajo la Declaración Balfour; esta vez debemos llegar a la
creación del Estado judío».

Para ello, Ben Gurión considera imprescindible el
apoyo de los judíos norteamericanos para que presionen
contra la política mandataria de Inglaterra. En mayo de
1942, una conferencia extraordinaria de los sionistas americanos
se reúne en el hotel Biltmore
de Nueva York. Las resoluciones que se adoptan, conocidas como el
"Programa Biltmore", proclaman la adhesión del movimiento
a la causa por la que luchan las naciones aliadas; la nulidad
legal y moral del
"Libro Blanco"; exigen «la realización del
objetivo original de la Declaración Balfour y del
Mandato»
y demandan «que la Agencia
Judía sea investida del control de la inmigración
».

Mientras, Palestina continúa impenetrable a la
admisión legal de refugiados judíos. Sólo
consiguen pasar menos de 20.000 personas a lo largo de la guerra,
una pequeña cantidad si tenemos en cuenta la huída
masiva que protagonizaron los judíos del Holocausto.

En abril de 1943, a pesar de la existencia de los campos
de exterminio, la conferencia anglo-americana de las Bermudas
sobre la cuestión de los refugiados concluye que ni
Palestina ni Estados Unidos
pueden acoger a más inmigrantes judíos.

El bloqueo migratorio favorece la reaparición de
grupos
terroristas como el Lehi, el Irgún y el recién
nacido Palmah. Las tres bandas perpetran atentados contra
policías ingleses y judíos al servicio del
«gobierno del "Libro Blanco"»y dirigentes
políticos. La "rebelión" llega a su punto
álgido el 17 de junio de 1946, cuando el Palmah hace
saltar once de los puentes que unen a Palestina con los distintos
países vecinos. Ante estos ataques se incrementa la
represión británica, e incluso, judía, pues
se movilizan las instituciones
judeopalestinas para sofocar el terrorismo
hebreo.

Cuando finaliza la II Guerra Mundial,
la situación en Palestina es de bloqueo político,
denunciado por los dirigentes sionistas, que dicen de él
que supone «una condena a muerte para esos
judíos liberados que se cansan de esperar en los campos de
internamiento de Alemania
». Los árabes, en
cambio, afirman que estarían dispuestos a acoger
refugiados, pero no colonos.

En agosto de 1946 las autoridades británicas
adoptan nuevas medidas contra la inmigración, la
más dramática de las cuales es el internamiento en
Chipre de todos los que han sido detenidos. Tres razones explican
la ruptura del compromiso británico con los
judíos:

  • La situación económica del imperio es
    desesperada. Comienza el largo reflujo, que se
    plasmará, en particular, en el abandono de la India en
    1947.

  • Gran Bretaña tropieza con un fuerte
    movimiento nacionalista árabe que amenaza los tronos
    de sus protegidos, los reyes de Irak, Transjordania y Egipto.
    La ruptura con sus aliados puede poner en peligro la
    situación con el Estado judío.

  • Los sionistas desafían abiertamente su
    autoridad con los ya mencionados ataques
    terroristas.

La mediación de la ONU. La
UNSCOP

El 18 de febrero de 1947 el gobierno británico
anuncia su decisión de someter a las Naciones Unidas a
la cuestión de Palestina, pues se reconocen incapaces
«de aceptar las propuestas presentadas por los
árabes o por los judíos, o de imponer una
solución a todos».
Sobre todo porque Gran
Bretaña no quiere perder la amistad con
Estados Unidos, favorable a las aspiraciones sionistas, mientras
se perfila la Guerra
Fría.

En el país norteamericano las presiones del
colectivo judío favorecen que en 1945 el presidente Harry
Truman se declare partidario de la concesión de 100.000
visados más para los judíos en Palestina, creyendo
que la mayor parte de los judíos prefieren emigrar a
Palestina que a Norteamérica.

En este contexto, la ONU crea una comisión para
estudiar la suerte de Palestina. La United Nations Special
Comitee on Palestine (UNSCOP) reúne a los representantes
de once países. Para garantizar su neutralidad, no se
incluyen representantes de las grandes potencias. La
comisión llega en junio de 1947 y descubre un país
paralizado por el terrorismo de los grupos armados judíos.
Es boicoteada por el Alto Comité Árabe, mientras
que la Agencia Judía la rodea de "atenciones", hasta el
punto de instalar micrófonos en las salas de
reunión para conocer las posiciones de cada comisario y
testigo.

Pero la comisión atiende por igual tanto las
pretensiones de la Agencia Judía como las de grupos
minoritarios como la Liga para el Acercamiento y la
Cooperación Judeoárabes, favorables a una
«patria común del pueblo judío que
regresa a ella y del pueblo árabe que reside en
ella».

Tres elementos van a primar en el dictamen de la
mayoría de los miembros de la UNSCOP e inducirles a
sostener la división de Palestina y la creación de
un Estado judío: la tragedia de los "clandestinos", la
visita de los campos de la muerte y el
éxito
de la colonización.

  • La tragedia de los "clandestinos": en julio
    de 1947 un velero rodeado de barcos de guerra
    británicos atraca en el puerto de Haifa con 4.500
    pasajeros supervivientes de los campos de la muerte. Estas
    personas son brutalmente desembarcadas y trasladadas a otros
    buques. La escena es observada por uno de los miembros de la
    UNSCOP, Emil Sandstrom, al que los testigos hacen creer que
    los judíos emigrarán a Palestina pase lo que
    pase. Este relato conmueve tanto a la UNSCOP que desoyen las
    argumentaciones árabes. Los palestinos no se oponen a
    acoger refugiados, pero sí a acoger
    colonos.

  • Los campos de la muerte: el antisemitismo en
    la Europa del Este no termina con la guerra. El problema,
    además, es que a estos refugiados se les acoge muchas
    veces en lugares instalados a pocos kilómetros de los
    campos de exterminio a los que han sobrevivido (a veces en el
    interior del mismo), como el campo de Hahne, en zona de
    ocupación británica, cerca del campo de
    Bergen-Belsen, donde las tropas británicas encontraron
    10.000 cadáveres entre las barracas. Les habían
    dejado morir de hambre.

  • El éxito de la colonización:
    los observadores internacionales que habían visitado
    Palestina antes de 1947, así como la UNSCOP, se
    encontraron con un enorme subdesarrollo en la zona
    árabe y una forma de vida occidental y moderna en la
    judía. El representante de Guatemala de la UNSCOP
    comenta que «al lado del siglo XX, hemos visto
    vestigios del siglo XV».

No obstante, éste no es argumento para negar la
independencia a los árabes. Alain Gresh cita el ejemplo
del apartheid: «Nadie discute que en Sudáfrica,
en la época del apartheid, los barrios blancos eran
"limpios, adecentados, alegres", mientras que los guetos negros
eran "sucios, peligrosos, repulsivos". ¿La minoría
blanca, en consecuencia, tenía que conservar el
poder
?».

El Plan para la
partición de Palestina de 1947

El 31 de Agosto de 1947 la UNSCOP emite un informe en el
cual se recomienda la partición de Palestina en dos
Estados, con una unión económica entre ambos, y con
la región de Jerusalén y los lugares santos
dependiendo de la tutela
internacional. La partición se recomienda por siete votos
a favor, mientras que la creación de un estado binacional
obtiene tres votos. Hay también una
abstención.

El 29 de Noviembre la ONU aprueba la Resolución
181[6]más conocida como el Plan para la
Partición de Palestina, con 33 votos a favor (entre ellos,
EE.UU. y la U.R.S.S.), 13 en contra y 10 abstenciones. Esta
partición tendría efecto a partir de la retirada de
Gran Bretaña.

En el Plan se concretaban los territorios y fronteras
pertenecientes a cada grupo[7]A los árabes
se les asignó un tercio de las tierras costeras, a los que
se añadían los territorios altos con la
excepción de Jerusalén. Los judíos
recibían el 52% del territorio del Mandato de
Palestina.

En el Norte, esta área incluía las
planicies bajas y fértiles, la costa del Sharón, el
Valle de Jezreel, y la parte alta del Jordán y el Mar de
Galilea. El Estado judío obtiene también el
desierto del Negev, que incluía la costa sobre el Mar
Rojo. En general la tierra asignada a los judíos
consistía fundamentalmente en los sitios tradicionales de
población desde finales del siglo XIX, y en las zonas
donde fueron establecidos los refugiados judíos tras
la Segunda Guerra
Mundial.

Las reacciones fueron diversas. La mayoría de los
judíos celebraron el plan para la creación de un
Estado judío, pero criticaron la falta de continuidad
territorial del mismo, dividido en tres zonas separadas por
vértices que lo hacían muy poco viable (y
difícil de defender), al igual que el territorio asignado
a los árabes. Los líderes palestinos se opusieron
al plan argumentando que la población árabe era
mayoritaria en el país, pues representaba el 67% de la
población total (1.237.000 habitantes), y criticaron
además que la mayor parte de la tierra (el 54%, incluyendo
el desierto del Negev, que suponía el 45% de la superficie
de todo el país) se adjudicaba al Estado judío,
cuyos habitantes constituían el 33% de la
población. La Liga Árabe aprobó una
resolución en la que rechazaba frontalmente el Plan para
la Partición y en la que advertía que
emplearía todos los medios a su alcance, incluida la
intervención armada, para evitar que la Resolución
181 fuera ejecutada.

El Reino Unido también se negó a aplicar
el Plan de Partición, bajo el argumento de que era
inaceptable para las dos partes implicadas. Además, el
gabinete británico rechazó compartir la
administración de Palestina con las Naciones Unidas
durante el periodo de transición recomendado por el
Plan.

La guerra de 1948-1949

El 14 de mayo de 1948 Ben Gurión anuncia la
creación del Estado de Israel, leyendo una
declaración de independencia en un museo de Tel Aviv. Al
día siguiente, los ejércitos de Egipto,
Transjordania, Siria, Líbano e Irak cruzan las fronteras y
comienzan la invasión de Palestina. Comenzaba la "Guerra
de la Independencia" o "Guerra de Liberación" para los
hebreos, y la "Catástrofe" para los
árabes.

Este conflicto se terminaría con la victoria de
Israel en julio de 1949 y se cobraría alrededor de 6.500
víctimas en el lado hebreo, y entre 5.000 y 15.000 de la
parte musulmana. Dicha victoria le proporciona al Estado
judío una ampliación de sus fronteras (mucho
más allá de lo que estipulaba el plan del reparto),
mientras que se desembaraza de la gran mayoría de los
palestinos que residían en sus territorios y los
transforma en refugiados. Tampoco respeta las indicaciones de las
Naciones Unidas con respecto a Jerusalén, pues el Estado
judío invade la parte Oeste de la capital. Pero
se le escapan dos territorios: la Cisjordania (y el Este de
Jerusalén), que Jordania se anexiona en 1950; y la
pequeña franja de Gaza, que queda sometida a la tutela
egipcia pero que conserva su autonomía.

Estas cuestiones territoriales se debaten en el
armisticio[8]que firma Israel con los
países árabes. Aunque los acuerdos del armisticio
eran en principio provisionales, esta situación no se
modificó hasta el año 1967.

Dirigentes árabes intentaron normalizar la
situación y terminar con la provisionalidad de las
fronteras en numerosas ocasiones. Este fue el caso de Abdallah de
Jordania; del coronel sirio Hosni El Zaim; o del dirigente egipto
Gamal Abdel Nasser.

Pero las confrontaciones entre los estados árabes
y las corrientes rivales dentro de éstos imposibilitaron
cualquier negociación. Por otra parte, Israel no se
precipitó en busca de la paz. Como explicaría Ben
Gurión al representante israelí en la ONU, Abba
Eban: «no debemos correr en pos de la paz. Los acuerdos
del armisticio nos bastan. Si corremos en pos de la paz, los
árabes exigirán su precio: o
territorios, o el regreso de los refugiados, o ambas cosas.
Más vale esperar unos años».
Como se
puede comprobar fácilmente, este problema sigue sin
solución y es la base principal de todos los demás
conflictos que
veremos en adelante.

Consecuencias de la guerra

La guerra supuso para los palestinos un enorme descenso
demográfico, pues la partición de Palestina y el
conflicto bélico causaron más de 500.000
refugiados. Otros tantos tuvieron que vivir en Israel, la franja
de Gaza, Judea o Samaria, gobernados por los judíos, los
egipcios o los jordanos. Israel se negó a reacoger a los
exiliados y desoyó las indicaciones de la ONU para
indemnizar a aquéllos a los que no readmitiese.

Por su parte, los árabes también
contribuyeron al éxodo de los palestinos, atendiendo a dos
razones: por un lado, pretendían demostrar al mundo y, en
especial a las Naciones Unidas, que la partición era un
error. Por otro, las tropas árabes planeaban atacar Israel
y «lanzar a los judíos al mar», lema
que implicaba un borrado total del Estado Judío, para lo
cual no debería haber población civil árabe
por medio.

La situación de los refugiados palestinos
cobró tal dramatismo que la ONU creó la
Organización para la Ayuda y Readaptación de los
Refugiados Árabes (UNWRA), destinada a garantizar la
supervivencia de los campamentos palestinos, dotándolos de
hospitales, escuelas, etc.

Por otra parte, la creación formal del Estado
Judío favoreció que, a pesar de la dura posguerra,
los judíos de todo el mundo emigraran a Israel. En poco
tiempo se duplicó la población. Este hecho, a largo
plazo, supuso una importante reactivación de la economía: nacieron nuevas industrias,
crecieron ciudades y pueblos, se construyeron infraestructuras,
etc.

En este marco, Israel es reconocido internacionalmente
como Estado cuando se adhiere a la ONU en los años
50.

En el año 1956, Francia, Reino Unido e Israel se
alían contra Egipto. Es así como se inicia la lucha
por el control del Canal de Suez.

Este importante canal, operativo desde 1869,
había sido construido con el dinero de
Francia y Egipto, y supuso para Gran Bretaña el enlace
entre la metrópolis y la India, motivo por el cual Londres
compró su participación al gobierno egipcio. Tras
la independencia de la India, el canal fue igualmente importante
para el transporte de
petróleo y otros productos.

Pero en 1952 el oficial del ejército
egipcio Gamal Abdel Nasser perpetró un golpe de Estado
contra el gobierno del rey Faruk I y dio un giro arabista a la
política exterior.

En julio de 1956, Nasser nacionaliza el canal de Suez,
de manera que conservaría las ganancias del canal,
pertenecientes antes a Gran Bretaña y Francia. Israel, en
cambio, tenía otros motivos diferentes para apoyar la
incursión. Desde el fin de la guerra del 48, Nasser
había sido una de las voces
más alentadoras de la lucha de guerrillas que
pretendía derribar el Estado Judío y
devolvérselo a los árabes.

El conflicto se inició el 29 de octubre de 1956,
con la invasión por parte de Israel del Sinaí y la
Franja de Gaza, alcanzando rápidamente el canal. Dos
días después, los dos países europeos
bombardean Egipto desde sus bases en Chipre y Malta.

Sin embargo, la Unión Soviética y los
Estados Unidos frenaron la invasión. La URSS estaba
ganándose la confianza árabe y era uno de los
principales aliados de Siria. EEUU, en cambio, se quejó
por no haber sido informado por sus aliados británicos y
franceses de tal acción.
La retirada se completó a principios de 1957.

Para Francia y Reino Unido, la retirada supuso la
comprobación de que ya no eran las potencias más
importantes. Por otra parte, la guerra tampoco fue
fructífera para Israel, pues a pesar de que la entrada al
Sinaí había sido fácil, el Estado
Judío no consiguió que Egipto cambiara de actitud.

Nasser, en cambio, se reforzó en el poder,
alzándose ante el mundo árabe como un héroe.
A pesar de las derrotas bélicas, el canal de Suez
siguió estando nacionalizado.

La subida de Nasser al poder era un claro ejemplo de los
numerosos movimientos revolucionarios que se habían
producido entre los árabes en los años 50. Los
estados cambiaron de gobierno (muchas veces mediante golpes
militares) y comenzaron a llamar a la unidad del mundo
árabe.

En este contexto, la Liga Árabe nombra
«representante de Palestina» a Ahmed
Choukeyri, «hasta que el pueblo palestino esté
en condiciones de elegir a sus representantes
». La
primera cumbre de jefes de Estado árabes, reunida en El
Cairo en enero de 1964, decide sentar las bases de una "entidad
palestina". El 28 de mayo comienza en Jerusalén el primer
Congreso Nacional Palestino, que marca la
creación de la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP).

Aunque la OLP no puede decidir sobre su estrategia ni
definir sus ambiciones o sus medios de lucha, está formada
por una generación de palestinos que se han educado en las
escuelas de la UNRWA, la oficina de la ONU
encargada de los refugiados de Palestina, y que han estudiado en
las universidades de Beirut o El Cairo. Estos militantes
especulan sobre la derrota de sus mayores y luchan por la
revancha. Esperan que la unidad de los árabes favorezca la
"Liberación de Palestina".

Paralelamente emergen pequeñas organizaciones
palestinas más autónomas. En los años 50
numerosos palestinos emigran a Kuwait en busca de trabajo. Uno
de ellos, Yaser Arafat, funda en octubre de 1959 Al Fatah
("Movimiento de Liberación Palestina"). Esta
organización predica que la liberación de la patria
debe ser obra de los propios palestinos, y no de los
países árabes, a los que pide en sus publicaciones
que «rodeen Palestina con un cinturón defensivo
y que observen la batalla entre nosotros y los
sionistas
». Desde enero de 1965, Al Fatah emprende
acciones
armadas contra Israel. Este activismo provoca en los refugiados
una creciente simpatía hacia Al Fatah, que no
tendrá relevancia importante hasta la guerra de
1967.

Tras la guerra de Suez, la ONU había instalado en
el Sinaí a las tropas de interposición (UNEF) para
evitar enfrentamientos entre Egipto e Israel. El 17 de mayo de
1967 Egipto solicitó formalmente a la ONU la retirada de
estas tropas, y comenzó a remilitarizar el Sinaí y
la frontera con
Israel. Unos días después Egipto bloqueó los
estrechos de Tirán. Israel alegó que este hecho era
causa de guerra, pues contradecía las Leyes
Marítimas de la ONU. El rey Hussein de Jordania se
unió a la alianza entre Egipto y Siria.

El día 5 de junio Israel lanzó la
"Operación Foco", que consistía en varios ataques
contra las bases aéreas egipcias, e invadió la
península del Sinaí, ocupando la Franja de Gaza. El
7 de junio, el ejército judío cercó
Jerusalén, reabrió los estrechos del Tirán y
se hizo con el control de toda la península del
Sinaí. Asimismo, las divisiones israelíes en
Cisjordania ocuparon Nablús, Judea y Hebrón entre
otras ciudades, llegando incluso a cruzar el río
Jordán.

El día 8 de junio, Egipto e Israel firmaron una
tregua que no fue aceptada por Siria, lo que provocó la
campaña contra este país de los días 9 y 10
de junio, en los que Israel forzó la retirada de las
tropas sirias. La presión
internacional forzó al Estado judío a firmar un
alto el fuego.

Para Israel, la guerra supuso un aumento considerable de
su territorio[9]con la incorporación de los
Altos del Golán, Cisjordania (incluyendo
Jerusalén), Gaza y la península del Sinaí.
En el otro bando, la derrota militar de Egipto y Siria produjo
una gran indignación en el mundo árabe. Nasser
inventó la excusa de que habían sido Estados Unidos
y Gran Bretaña, en lugar de Israel, quienes habían
derrotado a Egipto con su armamento. Los gobiernos de ambos
países rompieron relaciones con Egipto. La Unión
Soviética sufrió un duro revés tras la
Guerra de los Seis Días. Se comprometió a ayudar
económicamente a los estados árabes, y
solicitó una convocatoria especial de la Asamblea General
de las Naciones Unidas.

En esta sesión, Israel reforzó nuevamente
sus posiciones, al alegar que como Estado legítimo
tenía derecho a defenderse. La propuesta de retirada fue
rechazada y ni siquiera se llegó a un armisticio, sino que
Israel insistió en mantener las líneas del alto el
fuego hasta que se completaran las negociaciones. El único
resultado de la sesión especial fue una resolución
adoptada el 4 de julio que se oponía a la anexión
de Jerusalén, que Israel había decretado
días antes. Esta resolución nunca se hizo
realidad.

La Unión Soviética aceptó la
petición de Egipto de reforzar su ejército y
surtió al país árabe con una cantidad de
material sin precedentes.

La derrota de Egipto, Siria y Jordania pone fin a las
esperanzas de unidad árabe y corrobora la tesis de Al
Fatah, que afianza su hegemonía entre los palestinos y su
control sobre la OLP. Pero hay más grupos revolucionarios.
Entre las organizaciones más conocidas de fedayin
("los que se sacrifican") las más importantes son el
Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), de
George Habache; y el Frente Democrático para la
Liberación de Palestina (FDLP), de Nayef Hawatmeh. Estos
grupos favorecen la lucha de guerrillas como única salida
a la situación. Se instalan en Jordania, desde donde
llevarán a cabo sus acciones en los territorios
ocupados.

La revolución
amenaza la estabilidad de los Estados árabes y el dominio de
Estados Unidos sobre el
petróleo. Por eso, en septiembre de 1970 (el
"Septiembre Negro"), los fedayin son aplastados en
Jordania por el rey Hussein. La resistencia
palestina se refugia en el Líbano. Para no desaparecer, se
lanzan al terrorismo internacional, simbolizado por la
organización Septiembre Negro: secuestros de aviones,
ataque contra los atletas israelíes en los Juegos
Olímpicos de Munich de 1972, etc.

Sin embargo, poco a poco esta organización
comienza a cuestionarse la idea de la lucha armada como
única vía para la liberación de Palestina y
se zambulle en la acción política y
diplomática. Finalmente, en 1973 abandonan los ataques
contra objetivos
israelíes en el extranjero. En las cumbres de Rabat (1973)
y Argel (1974) los países árabes reconocen a la OLP
como «el único representante del pueblo
palestino
». Yaser Arafat es recibido triunfalmente en
la ONU[10]La OLP abre representaciones
diplomáticas en gran cantidad de países. Cambia,
incluso, sus planteamientos fundamentales, pues desde 1969 Al
Fatah reivindica «la edificación de un Estado
democrático en que coexistan musulmanes, cristianos y
judíos
», es decir, sin la expulsión de
los colonos.

En 1974 la OLP propone la construcción de un estado en Cisjordania y
Gaza. Este nuevo objetivo presupone la coexistencia de los dos
Estados, pero Israel (con EE.UU. detrás) rechaza toda
conversación con interlocutores terroristas.

La Unión Soviética y los Estados Unidos no
habían cesado en el intento de que Israel y Egipto
firmaran acuerdos definitivos de paz, pero las conversaciones
eran cada vez menos fructíferas.

Cuando Anwar el Sadat sucedió a Nasser en el
poder, solicitó a la Unión Soviética
más armamento y autonomía para usarlo, pero la
potencia rusa se negó para no crispar aún
más la situación en plena Guerra Fría. La
respuesta de Sadat fue expulsar a los expertos rusos de
Egipto.

Siria, en cambio, sí mantuvo su apoyo a Egipto.
En junio de 1973, Sadat visitó Siria y acordó con
Hafez al-Assad (su presidente) el ataque definitivo a
Israel.

El 13 de septiembre, en el curso de unas maniobras
aéreas según los sirios, o de un hostigamiento
según los israelíes, trece aviones de combate rusos
de aquel país fueron derribados por el ejército de
Israel sobre el Mediterráneo, lo que provocó que
Assad instara a su homólogo egipcio a iniciar el ataque
cuanto antes.

El 6 de octubre de 1973, día del Yom Kippur,
fiesta judía, Egipto y Siria lanzaron su ataque contra
Israel, aprovechando que la mayoría de la población
civil israelí se encontraría en las sinagogas y que
las defensas estarían descuidadas.

Fue necesaria la intervención de la comunidad
internacional para que finalizara la guerra el 26 de octubre. El
Consejo de Seguridad de la
ONU acordó el envío a la zona de fuerzas de
interposición de países neutrales.

Egipto e Israel firmaron acuerdos separados en enero de
1974. De esta manera se estableció la salida del
ejército israelí de la zona occidental del Canal de
Suez y la creación de una línea de
separación de 11 kilómetros en la que se
desplegarían las fuerzas de las Naciones Unidas,
limitándose el número de tropas de ambos bandos.
Por su parte, las negociaciones sirio-israelíes culminaron
en mayo. Israel se retiraba de la zona Este ocupada en los Altos
del Golán durante el conflicto y hasta las posiciones del
alto el fuego de 1967.

Las negociaciones se prolongaron ante los deseos de
Israel y Egipto de firmar una paz estable. De esta manera, en
octubre de 1975, delegaciones de ambos países firmaron un
Convenio en Ginebra, cuyo contenido implicaba el abandono por
parte de Israel de los campos petrolíferos de Abu Rodeis y
la concesión de varios pasos a las fuerzas de la ONU, a
fin de que Egipto recuperase parte de la península del
Sinaí.

Asimismo, Egipto se comprometió a levantar los
bloqueos a Israel en el Mar Rojo y el Canal de Suez; y
renunció a la guerra unilateral y a efectuar amenazas
contra Israel salvo en caso de que el ejército
judío atacase un país árabe. La voluntad
pacifista de Sadat se manifestó con su visita a
Jerusalén, que provocó oposición en los
demás estados árabes. Pero Israel respondió
positivamente a la visita de Sadat y ofreció la retirada
escalonada del Sinaí en el plazo de tres a cinco
años (exceptuando zonas estratégicas) y el estudio
de un autogobierno y posible aplicación del derecho de
autodeterminación de Cisjordania.

La Conferencia de El Cairo se reunió el 14 de
diciembre de 1977 y participaron representantes de Egipto,
Israel, Estados Unidos y las Naciones Unidas. En esta conferencia
se realizaron negociaciones bilaterales que hubieron de hacer
frente a dificultades como el incremento de la
colonización israelí en los territorios ocupados,
el destino del Sinaí, Gaza y Cisjordania y el futuro de
los palestinos. Israel hablaba de autonomía y de
autogobierno, pero no aceptaba la idea de un verdadero Estado
Palestino.

Los acuerdos de Camp David de 1978

Ante el bloqueo de las negociaciones, el presidente
norteamericano J. Carter decidió intervenir directamente
como mediador, y por iniciativa suya, Sadat y Begin se reunieron
con él en Camp David entre el 5 y el 17 de septiembre de
1978, estableciéndose como resultado de la reunión
dos acuerdos: El primero fijaba un periodo transitorio de
autonomía administrativa para Gaza y Cisjordania de cinco
años, en el que se negociaría su estatuto
definitivo. El segundo estipulaba la conclusión de un
tratado de paz entre Egipto e Israel que sería firmado en
un plazo de tres meses.

Estos acuerdos resultaban ambiguos y dieron lugar a
malentendidos según fuera la interpretación egipcia o israelí, de
ahí las dificultades posteriores para su total
aplicación práctica.

Por otro lado, los acuerdos de Camp David reforzaron la
hostilidad a la política egipcia por parte del mundo
árabe. El 21 de septiembre, la cumbre de la Liga
Árabe se reunió en Bagdad y rechazó
formalmente los acuerdos de Camp David.

A pesar de que el acuerdo estipulaba tres meses de plazo
para firmar un tratado de paz, dicha firma no se produjo hasta
1979. El tratado, firmado en Washington con Carter como testigo,
estipulaba que, siguiendo un plazo máximo de tres
años, Israel evacuaría sus fuerzas armadas y
asentamientos civiles de la península del Sinaí. La
frontera que había separado a Egipto del mandato de
Palestina sería definitiva e inviolable. Se reforzó
la apertura del Canal de Suez y el estrecho de Tirán. Los
dos países se comprometían a normalizar relaciones
diplomáticas, económicas y culturales.

Las cláusulas del tratado y el calendario de las
operaciones
sucesivas sobre los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza
plantearon serios problemas ante
las diferencias existentes entre egipcios e israelíes,
diferencias que también empeoraban con la actitud de
Jordania y la de los mismos palestinos.

La Liga Árabe rompió relaciones con El
Cairo al calificar a Egipto de traidor. Según los
oponentes a Egipto, Sadat había cambiado Sinaí por
Gaza y Cisjordania. Los palestinos clamaron venganza y
prometieron un baño de sangre:
«Hemos de quemar todo lo que sea necesario para que
este tratado de traición no logre sus
objetivo
», gritaba el líder palestino
Arafat.

La década de los 80 estuvo marcada por los
ataques de Israel a Líbano y por el activismo palestino a
través de las "Intifadas".

La situación entre Israel y los países
árabes no mejoró. En junio de 1981, la
aviación israelí atacó y destruyó la
central nuclear iraquí de Tammuz, y en octubre de este
año el presidente de Egipto, Sadat, fue asesinado en El
Cairo por oficiales de su ejército.

No obstante, se presentó la posibilidad de
entablar negociaciones a partir del plan de paz del
príncipe Fahd de Arabia Saudí, que pretendía
la retirada de Israel de los territorios ocupados en 1967 y el
derecho de los palestinos a tener una patria y vivir en ella, lo
que implicaba el establecimiento de una administración
interina en la ribera occidental del Jordán y la franja de
Gaza bajo la supervisión de la ONU.

A pesar del apoyo casi generalizado a este plan, Israel
se negó a negociar con los árabes sobre la base de
las fronteras anteriores a 1967. De esta manera, a la
anexión del sector árabe de Jerusalén que
Israel había realizado en 1980, se unió la
anexión de la estratégica zona de los Altos del
Golán, en el mes de diciembre de 1981. Siria
declaró que esta decisión suponía
«la abrogación del alto el fuego y la
declaración de guerra
», mientras que el nuevo
presidente de Egipto alegó que esta anexión
contradecía los acuerdos de Camp David.

Con respecto a la península del Sinaí,
Israel llevó a cabo su devolución a Egipto entre
1980 y 1982.

    La invasión de
Líbano llegó el 6 de junio de 1982, cuando el
ejército israelí invadió el país por
el Sur. Los objetivos de esta operación eran asegurar que
el territorio situado al Norte de la frontera entre Israel y
Líbano quedara desmilitarizado; imponer en
Líbano un poder político bajo control cristiano,
aliado de Israel; disminuir la influencia de Siria en la
región; y desalentar cualquier esperanza de resistencia
por parte de la población palestina de los territorios
ocupados de Gaza y Cisjordania.

La guerra de Líbano supuso una verdadera
catástrofe para los refugiados palestinos: más de
mil murieron asesinados, atacados bajos las órdenes de
Ariel Sharon. Los que sobrevivieron a estos ataques fueron
evacuados a Siria, Túnez, Argelia, Jordania, Yemen del
Norte y del Sur, Chipre, Irak y Grecia.

Este conflicto generó una profunda
división entre los grupos de resistencia palestinos,
dispersos en varios países, que no se repararía
hasta abril de 1987.

La Intifada

En 1987 estallaría la rebelión popular de
la Intifada en Cisjordania, Gaza y en Jerusalén oriental.
El 8 de diciembre, un camión de colonos israelíes
embistió un coche de trabajadores palestinos en la franja
de Gaza, provocando la muerte de cuatro ocupantes del
vehículo palestino. Los habitantes de Gaza descendieron a
las calles para protestar. Las fuerzas de ocupación
israelíes reaccionaron con dureza matando a varios
manifestantes.

Así comenzó la Intifada o "la
rebelión de las piedras". Una sublevación sostenida
por los niños
palestinos, armados de pequeñas rocas, contra uno
de los mejores ejércitos del mundo. La OLP
aprovechó la situación y se encargó de
orquestar la Intifada.

La Intifada fue la culminación de un proceso que se
inició el primer día de la ocupación militar
de Cisjordania y Gaza. Las causas lejanas de la Intifada
residían en la práctica por parte de Israel de una
represión sistemática en todas sus formas, incluida
la política, con el propósito de la integración de los territorios y la
implantación de colonias.

A estas causas se unieron otras de carácter inmediato:

1ª) El gobierno israelí había
fracasado a la hora de formular una respuesta adecuada al Plan
Árabe del príncipe Fahd en 1982.

2ª) La cumbre árabe de Ammán en
noviembre de 1987 estuvo esencialmente consagrada a la guerra
entre Irak e Irán, perdiendo por primera vez la
cuestión palestina el papel central en las preocupaciones
de los jefes de Estado árabes.

3ª) Los palestinos de los territorios ocupados
perdieron la esperanza de que el arreglo de las relaciones
Este-Oeste llevara a las dos grandes potencias a ocuparse
más activamente de la solución del conflicto
árabe-israelí.

La Intifada ofreció dos importantes novedades con
respecto a movimientos anteriores: en primer lugar, el destacado
papel jugado por los Comités de trabajo voluntario, de los
Comités de las mujeres y de los sindicatos
profesionales, que supieron transmitir a la sociedad el sentido
de convivencia y de solidaridad. En
segundo lugar, la creación de una Dirección Nacional Unificada del
Levantamiento, cuya tarea consistió en formular las
reivindicaciones inmediatas y fijar las técnicas
de resistencia según los mensajes de rechazo a la
ocupación y afirmación de los derechos
nacionales.

Los efectos y consecuencias que provocó la
Intifada fueron los siguientes:

1º) La consolidación definitiva de la OLP
como el único representante legítimo del pueblo
palestino.

2º) El logro de la unanimidad en torno a la
cuestión palestina, con las excepciones habituales de
Estados Unidos e Israel.

3º) En la comunidad israelí surgieron por
primera vez minorías en favor de la paz con los
palestinos.

La OLP asumió el movimiento de la Intifada y se
encargó de movilizar a la opinión palestina en
torno al establecimiento en los territorios ocupados de un Estado
Palestino confederado a Jordania.

La proclamación del Estado
Palestino

La Organización para la Liberación de
Palestina experimentó una importante reactivación a
partir de 1987, pues se logró la unidad de todos los
sectores y fuerzas palestinos.

En octubre de 1988 Yaser Arafat se reunió con el
presidente de Egipto y con el rey de Jordania, que poco antes
había declarado que dejaba de ser responsable de los
territorios palestinos ocupados por Israel y que pretendía
la creación de una confederación
jordano-palestina.

El 15 de Noviembre de 1988 se reúne en Argel el
Consejo Nacional Palestino para aprobar un acuerdo decisivo: la
proclamación del Estado Palestino, con la
declaración de su independencia y la formación de
un gobierno provisional en el exilio. Esta declaración
contenía todos los requisitos necesarios para iniciar el
ansiado proceso negociador. Con ello la OLP aprobaba el Plan de
la ONU para la Partición de Palestina y la
Resolución de 1967, en la que se pedía la retirada
israelí de los territorios ocupados. Al mismo tiempo se
solicitaba la convocatoria de una Conferencia internacional de
paz para Oriente Medio, con la participación de todas las
partes, con la condición del reconocimiento del derecho
del pueblo palestino a la autodeterminación y su renuncia
al terrorismo como medio de acción política. En
diciembre de 1988 esta declaración de independencia fue
explicada por Arafat ante la Asamblea General de la ONU reunida
en Ginebra.

El Comité Central de la OLP nombró en 1989
a Yasser Arafat presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Se
culminaba así un proceso en el que Palestina aparece como
una entidad política y nacional.

La Guerra del Golfo propició un acercamiento
entre israelíes y palestinos, a iniciativa de las
potencias occidentales, que se produjo de la mano del Secretario
de Estado norteamericano James Baker, que convenció a
todos los interlocutores de que se reunieran en una conferencia
de paz. La oposición israelí a negociar con Yaser
Arafat fue la culpable de que no estuviera presente la OLP,
aunque sí acudieron figuras palestinas destacadas dentro
de los territorios ocupados: Faisal Husseini, Zakaria al Agha,
Hanan Asrawi o Hanna Siniora.

Este principio de acuerdo dependía de la
aceptación conjunta, en primer lugar, entre Estados Unidos
y la Unión Soviética (que se alcanzó pronto
debido al final de la Guerra Fría); y en segundo, de
Israel y Siria, que posibilitaría la celebración de
la Conferencia de Paz.

De Madrid a
Oslo

El 30 de octubre de 1991 se inauguró en el
Palacio Real de Madrid la Conferencia de Paz. a la que
asistieron delegaciones de EE.UU., Rusia, Egipto, Israel,
Líbano, Siria y una delegación conjunta
Jordano-Palestina, así como de la C.E., el Consejo del
Golfo, y la Unión del Magreb Árabe. La ONU
asistió en calidad de
observadora.

El argumento empleado tanto por árabes como por
israelíes no cambió: «paz por
territorios
», los árabes; «paz por
paz
», los israelíes.

De las conversaciones bilaterales entre los
países árabes e Israel podemos destacar:

 A) Los judíos reiteraron que
Jerusalén es su capital irrenunciable; los palestinos
también.

 B) Israel estaba dispuesto a devolver la franja de
seguridad ocupada en Líbano cuando lo pidieran los
libaneses (no los sirios).

D) Los palestinos demandaban los territorios tomados por
Israel en 1967.

E) Los jordanos ofrecieron a los palestinos la
federación.

La Conferencia de Madrid supuso el inicio de varias
conversaciones bilaterales, pues fue la confirmación de
que las partes del conflicto sí podían sentarse
cara a cara para negociar, aun cuando el entendimiento era, en
muchas ocasiones, imposible.

Se celebraron nuevas reuniones en Washington y
Moscú en las que se trataron temas como los refugiados, la
cooperación económica y los problemas
ambientales, además de la seguridad regional y los
territorios ocupados.

Las elecciones israelíes, que dieron la victoria
a Isaac Rabin; y, en menor medida, las estadounidenses, que
cambiaron a Bush por Bill Clinton, impulsaron el empleo de un
nuevo tono en las conversaciones.

El primer ministro israelí Rabin aceptó
acatar la Resolución 242 de la ONU (retirada de Israel de
los territorios ocupados en 1967) como base en las negociaciones
con Siria. Respecto a Gaza y Cisjordania, Rabin indicó que
la citada resolución sólo comenzaría a
discutirse con los palestinos después del período
transitorio de auto-gobierno. Es en este marco cuando ambos
contendientes se reúnen en secreto en Oslo, al margen de
las negociaciones entre israelíes y el resto de
países árabes. Adoptan una "Declaración de
principios sobre los acuerdos provisionales de autonomía".
El gobierno israelí y la OLP admiten que «ya es
hora de poner fin a decenios de conflicto, de reconocer nuestros
derechos legítimos y políticos recíprocos,
de esforzarse en vivir en la coexistencia pacífica y la
dignidad y la
seguridad mutuas y de alcanzar un arreglo de paz justo, duradero
y global, así como una reconciliación
histórica
». En septiembre de 1993 se
reunirían en Washington para presentar estos
acuerdos[11]

Los acuerdos de Oslo prevén un periodo de
autonomía de cinco años en Cisjordania y Gaza,
durante el cual una Autoridad Palestina administrará la
vida de los palestinos. El ejército de ocupación se
desplegará fuera de las ciudades y pueblos pero
seguirá controlando las fronteras exteriores, así
como la seguridad de las colonias. Los contenciosos principales
(trazado de las fronteras, Jerusalén, refugiados,
colonias, etc.) se dejan "en suspenso" y serán objeto de
negociaciones sobre un arreglo permanente, que se supone que
comienza en el tercer año de la autonomía (en mayo
de 1996).

A pesar de las buenas intenciones que habíamos
visto en todas estas reuniones, la posibilidad de la convivencia
de dos Estados fracasó. Aunque en 1995 se celebró
con tono amistoso una nueva reunión en Oslo, varios
factores ajenos provocaron el fracaso de los acuerdos: Isaac
Rabin fue asesinado por un extremista israelí,
ascendió la derecha al poder en 1996, los conflictos no
cesaron durante las negociaciones, etc.

La Autoridad Nacional Palestina se implantó con
éxito tras la llegada triunfal de Arafat a Gaza. A
comienzos de 1996 se celebraron elecciones para designar un
consejo legislativo. La participación fue
masiva.

La cuestión territorial no se llegó a
zanjar en ningún momento. A pesar de las promesas, Gaza y
Cisjordania siguieron sin alcanzar la libertad. El gobierno
israelí dividió Cisjordania en tres zonas: el
Área A englobaría las grandes ciudades y
estaría bajo control absoluto palestino. El Área B,
formado por la mayoría de pueblos palestinos,
estaría bajo control mixto (civil palestino y militar
israelí). El Área C continuaría
ocupado.

Este reparto propiciaba que la Autoridad Palestina
gobernase sobre territorios desperdigados por el 40 % de
Cisjordania; y sobre las dos terceras partes de Gaza.

En la primavera de 1996 una serie de atentados suicidas,
lanzados por el movimiento islamista Hamás cristalizaron
en la victoria de la derecha y de Benjamín Netanyahu en
las elecciones israelíes. El movimiento Hamás
(Movimiento de Resistencia Islámica) había surgido
de la organización de los Hermanos Musulmanes, que fue, en
los años setenta y principios de los ochenta, ayudada por
los servicios de
información israelíes para luchar
contra la OLP. Hamás expresó en 1993 su hostilidad
hacia los acuerdos de Oslo y creó una estructura
clandestina, las brigadas Ezedine Al Qasam, que realizaron
campañas de atentados contra civiles israelíes en
aquella primavera. El gobierno de Tel Aviv replicó
frenando las negociaciones.

En la primavera de 2000 se reanudaron las conversaciones
sobre el estatuto definitivo de Cisjordania y Gaza. En lo
sucesivo habría que abordar los expedientes más
espinosos: el trazado de las fronteras, la suerte de los 3,7
millones de refugiados palestinos, las colonias,
Jerusalén, etc. El primer ministro israelí Ehud
Barak (que sustituyó a Netanyahu en 1999) convence a Bill
Clinton de que convoque una cumbre entre él y Yaser Arafat
para «forzar el destino». Esta
reunión se celebra, de nuevo, en Camp David, en julio de
2000. El fracaso vuelve a ser total, pues tras este nuevo
intento, el Estado palestino (concepto aceptado
por Barak) dispone tan sólo de una soberanía limitada. La delegación
israelí ofrece restituir casi toda Cisjordania, incluido
el valle del Jordán; contempla la admisión en
Israel de decenas de miles de refugiados palestinos (aunque no
todos) y suaviza un dogma inamovible previendo por primera vez el
reparto de "Jerusalén unificada", decretada en 1967
"capital eterna" de Israel.

Pero Arafat rechaza los acuerdos por estar, en su
opinión, lejos del mínimo aceptable: el presidente
de la ANP exige la totalidad del Jerusalén árabe
tal y como era el 4 de junio de 1967. Al no firmar el compromiso,
marchita su aureola ante los palestinos.

El 28 de septiembre de 2000 Ariel Sharon impone su
presencia de una manera provocadora en la Explanada de las
Mezquitas de Jerusalén. En tres días, el
ejército israelí abate a 30 personas y hiere a 500.
Los palestinos, a falta de toda consigna central, se rebelan.
Reclaman, ni más ni menos, el fin inmediato de la
ocupación. De este modo comienza la Segunda
Intifada[12]conocida también como Intifada
de Al-Aqsa[13]

La segunda Intifada es muy diferente a la
Revolución de las Piedras anterior. En primer lugar, tiene
detrás al aparato político, burocrático y
militar de la ANP, con la consecuente participación de
policías palestinos y milicianos, y la posesión de
armamento ligero. Esto recrudece la lucha de ambos bandos, pues
Israel contesta a los ataques con tanques y helicópteros,
lo cual imprime a los enfrentamientos una dinámica bélica. Otra novedad es la
entrada en escena de los árabes israelíes, que se
manifiestan desde ciudades de Israel en solidaridad con sus
hermanos de Gaza y Cisjordania.

Ariel Sharon y el recrudecimiento del
conflicto

El 6 de febrero de 2001 el septuagenario "halcón"
Ariel Sharon obtuvo la victoria en las elecciones sobre Ehud
Barak.

En marzo-abril de 2001, después de seis meses de
enfrentamientos, la segunda Intifada ya había puesto fin
al proceso de Oslo y se había retrocedido a la lógica
de guerra de décadas atrás. Contra esto, el primer
ministro apostaba sin escrúpulos por las medidas de
fuerza. El resultado fue de 1.900 muertos palestinos y 623
israelíes a finales de septiembre de 2002.

Por otra parte, los ataques del
11-S[14]despiertan entre muchos musulmanes su lado
más radical. Hamás se manifiesta violentamente en
apoyo a Al-Qaeda, al grito de «Bin Laden, bombardea Tel
Aviv
!». Esta nueva situación, así como
la presión del nuevo presidente estadounidense George W.
Bush, incitan a Sharon a describir a Arafat como
«nuestro Bin Laden» y legitimar la
represión del levantamiento palestino incluyéndola
dentro de la campaña planetaria contra el terrorismo
global.

Uno de los aspectos más destacables de la
Intifada durante 2001 y 2002 es el protagonismo creciente que
adquieren los grupos islamistas, en detrimento de un Arafat
indeciso ante la apuesta insurreccional y la retórica
negociadora. De hecho, son estos grupos quienes imponen sus
métodos al
conjunto del movimiento nacional: Yihad, Al Fatah, las Brigadas
de los Mártires de Al-Aqsa y, por supuesto,
Hamás.

El cambio que experimenta la resistencia palestina no es
sólo metodológico, sino también discursivo y
cultural. Las expresiones de una racionalidad democrática,
pragmática y laica, voces como la de la diputada Hanan
Ashrawi («las manifestaciones pacíficas y
populares son el arma más eficaz para combatir la
ocupación… Además, con la vía armada no
tenemos ninguna posibilidad de ganar
»), son sepultadas
bajo gritos de odio, fanatismo e irracionalidad.

Mientras, los israelíes se dividen en dos bandos:
por una lado, buena parte de la opinión
pública se apiña alrededor del liderazgo y
dureza de Sharon y contemplan la expulsión de los
palestinos al otro lado del río Jordán como una
manera apropiada de afrontar el conflicto; por otro, ejecuciones
extrajudiciales de combatientes de la Intifada, los cientos de
víctimas colaterales de la represión (a menudo
niños) y los excesos del ejército ponen en marcha
multitud de grupos y plataformas en favor de la retirada de
Cisjordania y de Gaza y en defensa de los derechos de sus
habitantes árabes. Desde enero de 2002, por ejemplo, medio
millar de oficiales y soldados en la reserva del ejército
israelí declaran públicamente «no
queremos seguir luchando más allá de la
Línea Verde (la frontera hasta 1967) con el
propósito de ocupar, deportar, destruir, bloquear, matar,
causar hambre y humillar a todo un pueblo».

El enquistamiento de la situación inclina a cada
vez más israelíes a propugnar la separación
física
entre ambos pueblos. En 2002, el gobierno de Sharon decide
construir un muro[15]entre Cisjordania e Israel.
Esta barrera, denominada Muro del Apartheid o Muro de la
Vergüenza por los palestinos, ha dividido también la
opinión pública de todo el mundo: quienes defienden
su eficacia frente a
los atentados y quienes la condenan.mEl Comité
Internacional de la Cruz Roja ha dicho que la barrera, cuya
longitud final será de unos 700 kilómetros, es una
violación flagrante del derecho
humanitario internacional.

La retirada de Gaza

En agosto de 2005 el gobierno de Ariel Sharon
inició la retirada de las colonias de Gaza y de cuatro
asentamientos de Cisjordania. Fue el mayor giro en la
política israelí desde la guerra de 1967. Uno de
los motivos que impulsaron este cambio fue el "problema
demográfico", pues el gobierno israelí temía
que el continuo ascenso de población árabe en la
zona contribuyera a la inestabilidad del Estado
judío.

Tras un intenso debate, la
retirada se inició el 15 de agosto de 2005. La franja de
Gaza y la zona de alrededor de los cuatro asentamientos de
Cisjordania se cerraron a los visitantes y se iniciaron los
procesos de
evacuación y demolición de las infraestructuras de
las comunidades. A pesar de que el proceso fue más
sencillo de lo inicialmente previsto, se vivieron escenas de
angustia entre los colonos que rechazaban el traslado. El
desalojo se completó con la retirada de la frontera entre
Gaza y Egipto, el 12 de septiembre, mientras que en Cisjordania
finalizó el 22 de este mes. La retirada provocó la
alegría de grupos palestinos como Hamás, que pronto
iniciaron una lucha contra las fuerzas de seguridad
israelíes.

Partes: 1, 2, 3, 4
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