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Cultura fenicia (página 3)




Enviado por Ronald Ramos



Partes: 1, 2, 3

El empobrecimiento de los suelos por la
erosión
que conllevó la destrucción de los bosques
debió influir enormemente en la producción agrícola. En el siglo X
a.C. sabemos que Fenicia no producía alimentos
suficientes para mantener a una población en aumento. La Biblia da noticia
de las importaciones de
grano desde Siria e Israel. El
déficit de grano de las ciudades fenicias se debió
además a la pérdida del territorio agrícola
circundante en la crisis de
finales del II milenio. La concentración del poblamiento
en las ciudades costeras constituyó un factor de
desestabilización en un territorio que ya estaba
superpoblado. En tiempos de Hiram I el déficit
agrícola fue paliado por el acuerdo con Israel. Pero,
desde los siglos IX-VIII, la expansión asiria redujo las
posibilidades de colonización agrícola de las
ciudades fenicias. La fundación de Kition en Chipre fue el
primer indicio de un cambio de
estrategia por
parte de Tiro. Se trató del control de un
territorio que proporcionaba a Tiro cobre de
calidad y que
constituía una cabeza de puente con vistas a la
fundación de colonias en el Mediterráneo occidental
para garatizar el comercio de
plata y productos
agrícolas, pero también para albergar a la
población excedente. La nueva dependencia de los
países vecinos en lo que se refiere a los productos
agrarios hizo que los fenicios
desarrollaran nuevas estrategias
económicas con el fin de sufragar las importaciones de
grano. Desarrollaron una producción manufacturera
(vidrios, tejidos,
recipientes metálicos, marfiles, muebles…) altamente
especializada y de gran refinamiento técnico. Las
manufacturas sustituyeron a las riquezas naturales en el primer
lugar del comercio fenicio, y la producción artesanal
alcanzó tal volumen que puede
hablarse de un sistema
industrial. Esta producción obligó a los fenicios a
buscar materias primas para su industria
fuera del empobrecido medio físico que habitaban. Fue
éste el origen de su expansión
marítima.

Aprovechando las rutas marítimas
abiertas por la desaparecida civilización micénica,
los fenicios se lanzaron al control comercial del
Mediterráneo y a su exploración en busca de
materias primas, entre las que se hizo especialmente deseable el
hierro, cuya
industria había sustituido a la del bronce. La política exterior de
Tiro y del resto de las ciudades fenicias se basó desde el
siglo X en su papel como intermediaria comercial entre las
grandes potencias orientales, en la producción
especializada de bienes de lujo
y en el abastecimiento de metales preciosos
a los estados asiáticos. Desde fines del siglo IX, la
creciente presión
tributaria del Imperio asirio sobre las ciudades fenicias y su
apremiante necesidad de metales para dotar a su ejército y
a su industria, repercutió en la enorme prosperidad del
comercio fenicio. Durante el I milenio, el hierro fue el material
estratégico más importante que los grandes estados
del interior de Asia utilizaron
para equipar a sus ejércitos; pero sobre todo fue
importante la plata, por su valor en las
transacciones comerciales, el metal más codiciado por los
asirios. Asiria favoreció el papel de Tiro como
intermediaria comercial con el Mediterráneo y mantuvo
relaciones preferentemente con la ciudad asiria. A cambio de la
libertad de
comercio, Asiria obtenía materias primas y metales de
Tiro. A fines del siglo IX, los comerciantes fenicios perdieron
el mercado
sirio-anatólico desde la alianza sirio-urartuta, que les
cerró el paso a las ricas minas de Cilicia y Asia Menor. A
partir de entonces sólo contaron con las reservas
metalúrgicas occidentales. Por otra parte, la economía de tipo palaciego que había
predominado durante la Edad del Bronce entró en su crisis
final tras las invasiones de fines del II milenio. En este nuevo
periodo, las iniciativas privadas de exploración y
colonización, muchas veces auspiciadas por los templos,
sustituyeron a la realeza en la planificación de la economía y en el
diseño
de sus objetivos.
Desde el siglo X a.C., la ciudad de Tiro se convirtió en
el más importante centro urbano de Fenicia. Fue
ésta la época del rey Hiram I, bajo el que Tiro
llevó a cabo grandes empresas en el
Mediterráneo y en el mar Rojo. Hiram extendió la
influencia de Tiro a Chipre, donde ya existía una colonia
fenicia anterior, Kition. Hiram mantuvo excelentes relaciones con
el rey Salomón de Israel, al que envió arquitectos
fenicios que construyeron el templo de Yahvé en
Jerusalén. La mítica ?flota de Tarsis? de Tiro
colaboró con Israel en algunas arriesgadas empresas
marítimas. Esta alianza se mantuvo incluso después
de que el reino de Salomón se dividiera en los estados de
Judá e Israel.

La Segunda Edad del Hierro

Durante este periodo (900-550 a.C.), la
red de colonias
fenicias se convirtió en un imperio comercial merced a su
dominio sobre
el tráfico del hierro. Por ello, los imperios
mesopotámicos trataron en repetidas ocasiones de someter a
las ciudades fenicias orientales, con el fin de asegurarse el
control sobre el comercio mediterráneo. De este modo,
Fenicia sufrió el final del periodo de autonomía
que siguió a las invasiones de los ?Pueblos del Mar?.
Primero los asirios y, posteriormente, los babilonios y los
persas recurrieron a las campañas militares para imponer
su protectorado o su dominación directa sobre las ciudades
cananeas. En 875 a.C., el rey asirio Assurnarsipal II
sometió a tributo a las principales ciudades fenicias,
incluida Tiro, tributo que fue renovado en tiempos de Salmanasar
III mediante sucesivas incursiones militares. Por su parte,
Egipto, que
vivía un periodo de recuperación bajo los faraones
de la XXII dinastía, pugnaba por recuperar su influencia
sobre Fenicia. Los faraones apoyaron la resistencia
anti-asiria de las ciudades cananeas e impusieron su protectorado
sobre algunas de ellas, como fue el caso de Biblos.

Tras la muerte del
asirio Salmanasar III, la crisis de su imperio favoreció
las ambiciones de Egipto, que pudo ampliar su dominación
sobre Fenicia. La competencia de
estos dos imperios por el control sobre las ciudades cananeas
produjo graves tensiones en el interior de las mismas. Nuevamente
se decantaron distintas facciones dentro de la clase
dirigente urbana. La realeza de las ciudades y los sectores
aristocráticos cuya fuente de riqueza radicaba en la
propiedad
sobre la tierra y en
el poder
político, formaban la tendencia filo-asiria. Para esta
facción, el pago de tributos a los
asirios era preferible a la dependencia administrativa y
política del Imperio egipcio. Por su parte, las clases
urbanas de artesanos y comerciantes propugnaban la alianza con
Egipto como medio de desembarazarse de los onerosos tributos
debidos a los asirios, que recaían principalmente sobre el
producto del
comercio.

Estas tensiones produjeron luchas internas
en el seno de algunas monarquías, y en el caso de Tiro
dieron lugar a la escisión de la dinastía. La
hermana del rey de Tiro, Elisa, se alineó con la
facción filo-egipcia de la ciudad y, tras luchar por el
gobierno de la
ciudad, se exilió junto con sus partidarios. Del periplo
de Elisa surgió en 814 a.C. la fundación de
Cartago, que habría de convertirse en la principal
metrópolis colonial fenicia. Con la subida al trono asirio
de Tiglat-Pilaser III se inició un nuevo periodo de
sometimiento de las ciudades cananeas. Los asirios abandonaron su
antigua estrategia de imposición de tributos para pasar a
una política de conquista y
ocupación del territorio. En 743 a.C., Asiria se
anexionó el norte de Fenicia y sus ciudades perdieron gran
parte de su autonomía política. Durante el reinado
del asirio Senaquerib, una coalición de ciudades
protagonizó una importante revuelta, a la que
siguió una represión por la que Tiro fue sometida a
sitio durante 5 años. Posteriormente, una rebelión
apoyada por Egipto durante el reinado del asirio Asarhadón
concluyó con la destrucción de Sidón en 667
a.C. y con la anexión de los territorios aledaños a
Tiro, ciudad ésta que quedó reducida a su
territorio insular. Buena parte de Fenicia fue sometida a
la
administración directa del Imperio asirio y repartida
en provincias. Desde entonces, sólo Biblos, Arvad y el
islote de Tiro conservaron una cierta autonomía, aunque
sometidas al pago de tributos y a la presencia de gobernadores
asirios. La destrucción del Imperio asirio por la
coalición de las fuerzas babilonias y medas en 612 a.C.
supuso el fin de la dominación asiria sobre Fenicia. Sin
embargo, las consecuencias del periodo de la violenta conquista
asiria eran ya irreversibles: gran parte de la población
fenicia había huido de sus devastaciones, configurando un
movimiento
migratorio que benefició a las plazas fenicias de
ultramar. Este proceso de
poblamiento convirtió a las antiguas factorías
comerciales de las costas mediterráneas en
auténticas ciudades. En las ciudades fenicias orientales,
la desaparición del Imperio asirio fue seguida por el
apogeo del Imperio babilónico y por una nueva
dominación. Bajo Nabucodonosor II, los ejércitos
babilónicos sometieron Tiro tras un sitio de 13
años. La ciudad acabó claudicando y ello supuso el
fin de su monarquía, que fue sustituida por un
gobierno de magistrados civiles (sufetes) más
favorable a los intereses de las clases comerciantes. Finalmente,
la unificación de todo el Oriente Próximo por el
Imperio persa afectó también a las ciudades
cananeas, que pasaron a formar parte de una de las
satrapías o unidades administrativas del imperio. La
dominación persa parece que fue mucho menos onerosa para
los fenicios orientales que las anteriores, puesto que no se han
conservado noticias de
rebeliones y las ciudades gozaron de una amplia autonomía
local.

Última Edad del Hierro y periodos
helenístico y romano

Durante el periodo de la dominación
persa en la Última Edad del Hierro (550-330 a.C.), las
ciudades de Fenicia oriental conservaron una relativa
autonomía. La reforma administrativa llevada a cabo por el
emperador Darío incluyó a Fenicia en la quinta
satrapía, junto con Chipre, Siria y Palestina, pero no
cambió sustancialmente la situación de las ciudades
cananeas. Éstas conservaron su sistema de autogobierno y
sus dinastías locales, y actuaron como aliadas contra los
enemigos exteriores de Persia, como en el caso de las guerras que
enfrentaron a persas y griegos. Con la decadencia del Imperio
persa, se inició una nueva época de virtual
independencia
para las ciudades fenicias, que se volvieron hacia el floreciente
ámbito griego, con el que las unían fuertes lazos
comerciales. En 332 a.C., la mayoría de las ciudades
abrieron sus puertas sin resistencia a los ejércitos de
Alejandro
Magno. Durante el periodo helenístico, las ciudades
mantuvieron su autonomía a pesar de que el territorio
cananeo fue nuevamente el objetivo de la
competencia de Seleúcidas y Ptolomeos. Fue esta una
época de empobrecimiento comercial para las ciudades
cananeas, que tuvieron que competir con la pujanza
económica de Alejandría. Tras la conquista romana
en 64 a.C., Fenicia fue integrada en el esquema de la administración latina sin perturbaciones
aparentes, puesto que el sistema de gobierno colegiado de los
sufetes, que en la mayoría de las ciudades
había sustituido al poder monárquico sacramental,
se adaptaba muy bien a la administración romana. El comercio de las
ciudades orientales se benefició enormemente de la llamada
pax romana y floreció nuevamente tras un largo
periodo de declive. La romanización de Fenicia fue muy
profunda. Sin embargo, el sustrato de la lengua y la
cultura
cananeas se mantuvo vivo durante todo el periodo de
dominación romana e incluso posteriormente. En tiempos de
san
Agustín, ya en plena decadencia del Imperio romano,
sabemos que la lengua fenicia se hablaba aún en Cartago y
que la herencia cultural
y civilizadora cananea se había mantenido en rescoldo en
todo el área colonial fenicia. La tradición de
sincretismo y cosmopolitismo de esta civilización
posiblemente ayudó a que su legado sobreviviera a la
azarosa historia del
pueblo fenicio.

Los marinos fenicios y chipriotas, que
servían a Darío, se pasan a las tropas de
Alejandro, y, gracias a ellos, el rey de Macedonia pueda ya
contar con una flota que poco después le proporciona el
dominio absoluto del mar. Con este poderoso instrumento
bélico, el macedonio se apodera de todas las del Egeo y de Egipto,
donde funda la gran ciudad que lleva su nombre. Alejandro es
invencible por tierra y por
mar, y su juventud, su
ambición y su falta de escrúpulos, le empujan a
crar un gran imperio, ese gran imperio universal que él
sueña por primera vez y que, más tarde,
revivirá en las mentes de los hombres más
extraordinarios del Occidente europeo, desde Julio César a
Napoleón. Alejandor toma sucesivamente
Babilonia y Susa; luego, en territorio propiamente persa, la
capital
Persépolis. El mundo se le figura pequeño al hijo
de Filipo; después del imperio persa pretende conquistar
la India, y acaso
lo hubiera conseguido, si el descontento y la fatiga de las
tropas no le aconsejaran volver a Grecia.
Alejandro toma, entonces, el camino de la costa y encarga a su
almirante Nearco que le siga con los buques por mar. La
navegación realizada por Nearco es uno de los
acontecimientos navales más importantes de la
antigüedad.

Su Legado:

* En la vida política, su metodología de fundación de nuevas
colonias.

* En la vida económica, los modelos de
comercio y navegación marítima. El teñido de
telas y la fabricación de vidrio
transparente.

* En la ciencia, el
alfabeto y la divulgación de la escritura.

Fuente Consultada: La Humanidad de
Silivia Vázquez de Fernández

Guerras Púnicas

las
luchas entre
Roma y
Cartagano

Esta serie de enfrentamientos entre Roma y Cartago, que
se prolongaron alo largo de los siglos III y II. C., convirtieron
a la potencia italiana
en la dueña del Mediterráneo occidental.

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Introducción: Una vez que Roma
completó su dominio sobre toda la península
itálica, emprendió la lucha contra Cartago para
disputarle su influencia en el Mediterráneo occidental.
Los cartagineses comercializaban las telas, las piedras preciosas
y los perfumes de Oriente; el trigo de Sicilia y del Norte de
África; el
estaño
de Francia y el
hierro y la plata de España.

El enfrentamiento se extendió desde el año
264 al 146 a.C. y se conoce en la historia con el nombre de
guerras púnicas, debido a que los romanos llamaban
poeni (fenicio) a los cartagineses.

Cartago era una colonia de Tiro, fundada por Dido hacia
el año 880 a.C., quien había huido de su patria
para escapar del gobierno despótico de su hermano
Pigmalión. Al llegar a las costas de África
pidió a los nativos que le concedieran una
extensión de tierra que no fuera más grande que la
que pudiera cubrir la piel de un
buey, lo que fue aceptado. Entonces Dido hizo cortar el cuero en tiras
largas y estrechas, con las cuales trazó el
perímetro de un terreno mucho más amplio del que
debiera haber recibido.

De inmediato levantó en aquel lugar una ciudad
que rivalizó con Tiro y extendió su influencia a
toda la costa africana del Mediterráneo. Luego los
cartagineses ocuparon varias islas del Mediterráneo,
inclusive parte de Sicilia, se establecieron en las costas de
España, atravesaron el estrecho de Gibraltar y navegaron
hasta las islas británicas y Francia hacia el Norte y
hasta las islas Canarias hacia el Sur. De esta manera Cartago se
convirtió en el centro de un verdadero emporio que
monopolizó el comercio de Occidente.

En su organización política, Cartago
constituía una república, como lo era Roma en esa
época. El poder
ejecutivo era ejercido por dos magistrados llamados sufetes,
elegidos con carácter vitalicio. Su poder era vigilado
por un Senado, cuyos integrantes pertenecían
exclusivamente a la clase alta de la población, que estaba
dividida en dos facciones, encabezadas respectivamente por dos
familias, la de los Hannón y la de los Barca.

Por otra parte en la primera mitad del siglo III a. C.
Roma se había, convertido en la primera potencia de la
península Itálica, extendiendo su tutela a las
ciudades griegas del sur y proyectando su sombra sobre
Sicilia.

Primera guerra
púnica:

La antigua colonia fenicia de Cartago, era la mayor
potencia marítima de la zona, con colonias en casi todas
sus islas incluyendo el oeste de Sicilia. Pretendía
dominar toda la isla para neutralizar a sus rivales comerciales y
acaparar su importante producción de cereales. En estas
circunstancias, una banda de mercenarios oscos, los mamertinos,
se apoderó de la ciudad siciliana de Messina, que
controlaba el paso hacia Italia.
Amenazados por Hierón II de Siracusa, pidieron ayuda tanto
a Roma como a Cartago (264 a. C.)

Ambas potencias acudieron a la llamada, pero llegaron
primero los cartagineses, que establecieron la paz con
Hierón. Esto no detuvo a los romanos, que expulsaron a los
púnicos de Messina e invadieron el territorio de Siracusa,
forzando a Hierón a aliarse con ellos en 263. La
superioridad de su ejército les permitió apoderarse
incluso de la base púnica de Agrigento, un año
más tarde. Pero los cartagineses controlaban el mar, lo
que decidió a los romanos a construir su primera flota de
guerra, que al mando de Cayo Duilio derrotó a sus enemigos
en Milas, en el año 260.

Esta ventaja les permitió expulsar a los
cartagineses de Córcega y devastar Cerdeña (259),
pero no apoderarse del oeste de Sicilia. Por ello, decidieron
atacar directamente en Africa. Una gran
flota romana venció a la cartaginesa en Ecnomo (256) y
desembarcó cerca de Utica al ejército de Atilio
Régulo, que se fortificó en Clypea. Las
desorganizadas fuerzas cartaginesas, incapaces de resistir a los
romanos en tierra, estaban dispuestas a capitular, pero las duras
condiciones impuestas decidieron su resistencia. Jántipo,
jefe de una partida de mercenarios espartanos, reorganizó
el ejército cartaginés, que se apoyó en la
caballería y los elefantes. Con estas fuerzas derrotaron a
Régulo (255), que tuvo que volver a Italia a bordo de una
flota que acababa de destruir a la cartaginesa en el cabo
Hermes.

Esta flota resultó arrasada por una tormenta,
pero los romanos construyeron una nueva que consiguió
tomar Panormo (254), aunque las sucesivas operaciones por
tierra y mar no lograron conquistar Lilybaeum y Drepanum. En 249
un contraataque cartaginés rompió el cerco sobre
estas ciudades y destruyó la flota romana, pero el
agotamiento de sus fuerzas impidió la continuación
del ataque en la isla, limitándose a defender las
posesiones que mantenían en ella.

Un nuevo avance romano supuso la severa derrota naval de
los púnicos en las islas Egatas (241); Roma consolidaba el
dominio del mar. Cartago tuvo que firmar una paz por la que
cedía Sicilia y las Lípari, además de pagar
como indemnización la cantidad de 3.200
talentos.

Entreacto en Hispania

Roma aprovechó la debilidad de Cartago, agravada
por la sublevación de sus mercenarios (241-237), para
apoderarse de Córcega y Cerdeña, a pesar del
tratado de paz. En estas circunstancias, el caudillo
cartaginés Amílcar Barca propuso la conquista de
nuevos territorios en la península Ibérica, donde
podría obtener los recursos materiales y
humanos para restaurar el poder de Cartago. El senado de la
ciudad le otorgó plenos poderes y, acompañado de su
yerno Asdrúbal y de sus hijos Magón,
Asdrúbal y Aníbal, se aplicó a la tarea de
construir un imperio en Hispania (237-228). Tras su muerte, su
yerno continuó su labor y fundó Cartago Nova (228)
como capital de los nuevos territorios. Roma, inquieta por estos
avances, impuso el Ebro cómo lImité norte de esta
expansión (226).

Aníbal, que sucedió a su cuñado en
221, extendió el poder cartaginés al interior: La
conquista de Sagunto (219), ciudad que mantenía relaciones
con Roma, proporcionó a ésta el pretexto para
exigir la entrega de Aníbal. Cartago se negó, lo
que desencadenó una nueva guerra (218).

Segunda guerra púnica

Aníbal sabía que la única forma de
derrotar a Roma era atacando la base de su poder en Italia,
aparentemente protegida por su dominio del mar. El general
cartaginés dejó a su hermano Asdrúbal en la
península Ibérica, mientras él
conducía un ejército compuesto de mercenarios
africanos e hispanos, que cruzó los Pirineos, el
Ródano y los Alpes en seis meses. Aunque sus fuerzas
habían quedado reducidas a la mitad (20.000 infantes y
6.000 jinetes) tras la terrible marcha, consiguió
adelantarse a la, reacción romana. Venció en Trebia
(218) a un primer ejército mandado por los cónsules
P. Cornelio Escipión y Tiberio Sempronio, tras lo cual
muchos galos se unieron a las fuerzas cartaginesas.

Aníbal entró en, Etruria y aplastó
de nuevo a las tropas romanas en Trasimeno (217), dejando
indefensa a Roma. Pero no se atrevió a cercar la capital
con sus escasas fuerzas, y se dirigió al sur para tratar
de conseguir aliados entre las ciudades recientemente sometidas
por los romanos.

Mientras éstos habían enviado a Hispania
un ejército al mando de Publio y Ceneo Escipión,
que desembarcó en Emporion (218) y logró cortar las
comunicaciones
de Aníbal con sus bases en la Península. En 215 los
romanos cruzaron el Ebro, derrotaron a Asdrúbal y
conquistaron Sagunto. El cartaginés tuvo que marchar a
África para someter al rey númida Sífax, lo que
aprovechó Publio Cornelio Escipión para avanzar
hasta la Bética. Asdrúbal volvió a la
Península, reforzado por los jinetes númidas de
Masinisa, y logró vencer y dar muerte a los Escipiones en
Cástulo e llorci (211), obligando a los romanos a
replegarse al norte del Ebro. En otoño llegó a la
Península Publio Cornelio Escipíón, hijo del
cónsul del mismo nombre, que reorganizó las fuerzas
romanas para evitar que Asdrúbal acudiera en ayuda de su
hermano en Italia. Escipión consiguió tomar Cartago
Nova (209) y derrotar a Asdrúbal en Bailén (208),
pero éste reaccionó y marchó finalmente
hacia Italia.

Aníbal se había trasladado a Apulia tras
la victoria de Trasimeno, mientras entraba en negociaciones con
Filipo V de Macedonia y Hierónimo de Siracusa para
presentar un frente común contra Roma. El general Fabio
Cunctator le seguía de cerca sin presentar batalla, hasta
que fue obligado por el senado y el cónsul Varrón.
Aníbal le aplastó en Cannas (216), lo que
decidió a varias ciudades del sur a apoyarle. Trató
entonces de conquistar Tarento, cuyo puerto necesitaba para
restablecer sus comunicaciones con el exterior, pero la debilidad
de sus fuerzas, divididas para proteger a sus nuevos aliados, se
lo impidió. Para cuando lo consiguió (213), Roma
habla logrado recomponer sus tropas gracias a un extraordinario
esfuerzo de su población, había contenido a Filipo
en Iliria y mantenía sitiada a Siracusa, defendida por los
ingenios mecánicos del sabio Arquímedes y apoyada por una flota
cartaginesa.

En 211 los romanos se apoderaron de Capua y Siracusa,
acorralando a Aníbal en el extremo sur de la
península Itálica. Asdrúbal, que por fin
había llegado a Italia, fue derrotado y muerto en Metauro
(207), al tiempo que
Escipión vencía a los cartaaíneses en lupa y
expulsaba a los púnicos de casi toda la península
Ibérica.

Gádir, el último bastión,
cayó en 206; el romano llevó entonces la guerra a
África (204). Consiguió la alianza de Masinisa,
venció al rebelde Sífax y a los cartagineses en
Útica (203) y amenazó a la propia capital. Cartago
llamó en su ayuda a Aníbal, que se puso al frente
de lo que quedaba del ejército cartaginés. La
victoria de Escipián en Zama (202), que le valió el
apelativo honorífico de «el Africano»,
significó la completa derrota de Cartago, que tuvo que
renunciar a Hispania y a las islas que conservaba, entregar sus
elefantes y su flota de guerra y pagar 10.000 talentos.
Además, se comprometió a no emprender nuevas
campañas militares sin el consentimiento de Roma. En el
año 195 el senado romano exigió la entrega de
Aníbal, convertido en sufeta (magistrado supremo)
de Cartago, pero éste huyó a Oriente.
Constantemente perseguido por los romanos, acabó
suicidándose en Bitinia (183).

Tercera guerra púnica: A pesar de las
derrotas, Cartago logró recuperar su vitalidad comercial,
despertando la envidia de los mercaderes latinos y la suspicacia
de los gobernantes romanos, especialmente Catón el Censor,
que hizo famosa la frase Delenda est Carthago (Cartago debe
ser destruida
). Cuando los cartagineses se enfrentaron a las
constantes pro-vocaciones del rey númida Masinisa, apoyado
por Roma, ésta les declaró nuevamente la guerra
(149 a. C.). Cartago intentó negociar la paz, pero las
duras condiciones impuestas por los romanos provocaron una
resistencia desesperada, que se prolongó por espacio de
dos años, hasta que Escipión Emiliano, nieto del
Africano, tomó el mando de la expedición romana
(147). El nuevo general logró estrechar el cerco sobre
Cartago, que finalmente cayó en 146. El solar de la ciudad
fue arrasado y maldito, con la ceremonia simbólica de
cubrirlo de sal y la prohibición de volver a edificar
sobre él. Los habitantes supervivientes fueron vendidos
como esclavos y el territorio se convirtió en la provincia
romana de África.

Sidón

Sidón fue una importante ciudad de
Fenicia, fundada en la misma época que Tiro, Biblos (hoy
Djebail) y Beritos (hoy Beirut), en el III milenio adC.

Aunque en 1900 era una población de unos 10.000
habitantes; en el año 2000 rondaba los 200.000 musulmanes
Sunita. Cerca de la ciudad se planta trigo y verduras, y se
produce bastante fruta. El antiguo puerto es utilizado por
embarcaciones pequeñas. Hay una refinería en la
ciudad.

Alcalde: Abdelrahman Bizri

Biblos fue una antigua ciudad fenicia que estaba situada en
una colina, denominada Gubla en los textos cuneiformes y Gebal en
la Biblia, actualmente es una ciudad del Líbano
también denominada Djubayl, treinta kilómetros al
norte de Beirut.

Su etimología proviene de la colina en que estaba
situada (Gablu, montaña en lengua hebrea) que
derivó en su nombre original hebreo Gebal, pasando de
aquí a la forma griega Byblos y de allí la palabra
Biblion "libro", que
también originará el término Biblia.

Fue una activa ciudad mercantil, mercado de papiros, madera de
cedro, y cobre del Cáucaso, convertida en el centro
comercial del Mediterráneo oriental. Mantuvo vasallaje con
los faraones del antiguo Egipto; posteriormente fue ciudad
tributaria de asirios y persas.

De la antigua Biblos se conserva una muralla de comienzos de
la Edad del Bronce, el templo Baalat Gebal, una necrópolis
y numerosos restos de la época romana y medieval.

Fue declarada Patrimonio de
la Humanidad por la Unesco en el año 1984.

Conclusión

Fenicia es una de las más importantes y
representativas civilizaciones de la antigüedad. Importante
ya que su contribución al intercambio cultural del
mediterráneo es decisiva; y representativa porque no
sólo colaboró con la evolución
humana a través del desarrollo del
alfabeto y la navegación sino también hizo un
importantísima aporte al conglomerar las
características y los avances de las culturas que se
desarrollaron en su contemporaneidad.

Los fenicios se convirtieron en los grandes navegantes
de la antigüedad, y propagaron por el Mediterráneo la
civilización de los pueblos del Cercano Oriente. Los
marinos fenicios atravesaron también el estrecho de
Gibraltar y exploraron las costas africanas y europeas del
océano Atlántico. A la par del comercio
marítimo, los fenicios realizaron también un activo
intercambio por tierra con los países del Asia occidental.
Además de comerciantes, los fenicios fueron grandes
industriales. Su principal aporte en este aspecto fue el vidrio;
también construyeron barcos y evolucionaron en la
navegación.

Los fenicios también desarrollaron variadas
formas artísticas, uno de los primeros alfabetos y la
utilización de la moneda como medio de intercambio
comercial.

En síntesis,
podemos afirmar que los fenicios hicieron variados aportes a la
civilización humana. Sus contribuciones se observan desde
la religión y
el arte hasta el
desarrollo
económico, pasando por la industria, la
navegación y las letras.

El
Líbano

Fecha de la IndependenciaDeclarada : 22 de
noviembre de 1943 Reconocida :1 de enero de 1944

 

Extensión: 10.230 Km²

Límites: Norte y Este, Siria; Sur, Israel;
Oeste, mar Mediterráneo.

Población: 3.728.000 h.

Densidad: 358,5 h/km2.

Capital: Beirut

División administrativa: 6
gobernaciones.

Ciudades principales: Trípoli, Sidon,
Tyre, An-Nabatiyah, Juniyah.

Gentilicio: libanés.

Forma de Estado:
república unitaria.

Idioma: árabe, francés.

Religión: islamismo shií, 34%;
islamismo sunní, 21,3%; crisdanismo maronita, 19 %;
drusos, 7,1 %; cristianismo
ortodoxo griego, 6%; cristianismo ortodoxo armenio, 5,2%;
catolicismo griego melquita, 4,6%.

Moneda: libra libanesa.

Tasa de natalidad: 2 %

Tasa de mortalidad: 0,64 %

PIB por habitante: 5.480
dólares.

Geografía. Estado del Oriente Medio
asiático. El Líbano es un país muy
urbanizado (90% de su población) y densamente poblado. Sus
recursos son fundamentalmente agrícolas, con cultivos de
huerta (tomate,
pepino, pepinillo, cebolla), papa, olivo, trigo y frutales; posee
también ganadería
ovina, caprina y una creciente producción avícola.
Hay yacimientos de yeso y sal, y sus industrias
más importantes son cementeras y alimentarias. Tiene una
larga tradición financiera para los capitales de Oriente
Medio.

Los Cedros: Cerca de 120 km de Beirut. Sabido por los
libaneses como los cedros del Señor. Algunos de los 400
árboles
restantes son ya 1500 años viejos. El árbol del
cedro, majestuoso e indestructible, es el emblema de
Líbano y adorna su bandera. Los Fenicios, los Griegos y
los Egipcios utilizaron su madera por siglos en sus hogares,
templos, sarcófagos y galeras. La aldea de los cedros,
encontrada a 2000 m de altitud, es un centro de esquí muy
pintoresco con hoteles, chalets,
y pistas para esquiar. Cerca está la gruta de Qadisha, una
caverna natural con formaciones estalagmitas y
estalactitas.

Historia. El Líbano es heredero de la
civilización fenicia y desde la antigüedad fue
dominado por los imperios macedónico, romano y bizantino.
Cuando en el año 634 se produjo ~ conquista árabe,
los cristianos maronitas se refugiaron en las montañas.
Los cruzados se apoderaron de la región entre 1098 y 1291,
pero en 1521 fue integrada en el Imperio Otomano. En 1860
comenzó la intervención francesa. En 1943 obtuvo la
independencia, adoptando el régimen de república
presidencialista. El Estado
así constituido englobaba

a distintos grupos
étnicos y confesionales con planteamientos
políticos divergentes; la estabilidad se logró
mediante una fórmula de poder compartido, en la que la
presidencia era desempeñada por un cristiano y la jefatura
de gobierno por un musulmán de rito sunní. En 1967
se produjo la tercera guerra árabe-israelí, y al
término de la misma se asentó en el país un
importante número de refugiados palestinos. Desde sus
bases del Líbano, los palestinos iniciaron una actividad
guerrillera contra Israel, que provocó el enfrentamiento
de los distintos grupos políticos libaneses. La creciente
tensión estalló en 1975, cuando comenzó la
guerra civil entre los distintos grupos, acrecentada por las
acciones de
los refugiados palestinos y la intervención de los
ejércitos sirio e israelí. En 1981 las tropas
sirias penetraron en el Norte del país y en 1982 las
israelíes en la zona Sur, hasta Beirut, de donde
expulsaron a los combatientes de la OLP. En 1983 se
estableció en el país una fuerza
pacificadora occidental, con tropas de EE UU.,, Francia e Italia,
que sufrió continuos ataques terroristas hasta su partida
en 1984. En 1991 se acordó el desarme de las diferentes
milicias y se firmó un tratado de amistad con
Siria. El proceso de normalización fue puesto en peligro en los
años siguientes por los enfrentamientos en el Sur del
Líbano entre Israel y miembros del grupo
integrista Hezbollah, así como por la desastrosa
situación económica. En mayo de 2000, el
ejército israelí se retiró del Sur del
Líbano, poniendo fin a 22 años de ocupación.
Aunque temporalmente el país vuelve a vivir una
época de paz, salpicada de vez en cuando por atentados y
escaramuzas entre Hezbollah e Israel en el sur del país,
la situación política en el interior no ha
mejorado, con una enorme división política entre
los distintos grupos.

El mensaje del Líbano: Un hito en la
historia moderna del Líbano lo constituye la visita del
Papa Juan Pablo II al Líbano el 10 de Mayo 1997. Durante
esa visita el Papa festejó su cumpleaños y
pidió a las multitudes de todos los credos que le cantaran
el feliz cumpleaños en árabe. Ante esta multitud el
Papa pronunció su famosa frase al describir al
Líbano como un "mensaje" hacia el mundo. Un mensaje de
convivencia, de paz, de pluralismo religioso basado en el
respeto mutuo,
la igualdad y la
libertad. Un mensaje de cultura milenaria que, compartida con sus
vecinos, constituye la cuna de la civilización universal.
El alfabeto de Biblos, la urbanización del
mediterráneo a través de la fundación de
decenas de ciudades muchas de las cuales son hoy en día
perlas del mediterráneo, la barca, la filosofía de Tales, Zenón de Sidon
fundador del Estoicismo, Pitagoras que
nació y estudió en Sidon, el tratamiento del
átomo
por parte de Makos de Sidon, Europa la hija
del rey de Tiro que fue secuestrada por Zeuz y cuyo nombre se
hizo continente, Kadmus el hermano de Europa que se
convirtió en maestro de los griegos al enseñarles
el alfabeto, no son más que destellos de aquella cuna y
aquel mensaje en un país que hoy vuelve a dar un ejemplo
de extraordinaria reconstrucción.

Conclusiones

La cultura fenicia es una
civilización antigua que no dejó firmes huellas
físicas de su existencia. Su lugar geográfico en la
historia, es la actual República Libanesa, y el
crecimiento desproporcionado de las ciudades, así como los
frecuentes enfrentamientos bélicos del pasado, generaron
un gran retraso para el hallazgo de nuevas y avanzadas muestras
de un pasado glorioso. Sin embargo, a diferencia de otras,
dejó un importante legado cultural a las civilizaciones
posteriores, entre ellas crear un importante vínculo entre
las civilizaciones mediterráneas, los principios
comerciales y el alfabeto, que fueron los legados
más importantes que dejaron los fenicios. Los fenicios
ejercieron una poderosa influencia sobre toda la cuenca del mar
Mediterráneo.

se convirtieron en los grandes navegantes
de la antigüedad, y propagaron por el Mediterráneo la
civilización de los pueblos del Cercano
Oriente.

Grandes civilizaciones actuales; comunicación escrita, moneda,
navegación, industria del vidrio, y otros.

Según estudios recientes financiados
por la revista
National Geographic, al analizarse el cromosoma Y de los huesos
procedentes de antiguos enterramientos fenicios y cotejarlos con
los de personas vivas actualmente, ya sea en el Líbano o
en cualquier otra parte del Mediterráneo, se ha podido
demostrar que el material genético es el mismo. Aún
más, la línea sanguínea fenicia proviene de
antiguos substratos mediterráneos. Pero, ¿de
dónde salieron los fenicios?.Según Heródoto:
"De acuerdo a los Persas, los mejor versados en Historia, los
primeros fenicios tuvieron discrepancias entre sí y una
parte de ellos se desplazó a las cuencas del Mar de
Eritrea, habiendo migrado al Mediterráneo desde un lugar
desconocido y asentándose en lugares inhabitados,
aventurándose posteriormente, a realizar largos viajes
más allá de Egipto y Asiria…"Sin embargo,
esta breve descripción de Heródoto sobre el
origen de los fenicios, actualmente se considera poco más
que una leyenda, puesto que sabemos a día de hoy que
realmente los fenicios eran, seguramente, cananitas. Según
las Tablillas de Amarna, del siglo 14 a.C. se autodenominaban
Kenaani o Kinaani, o sea, cananitas. Sin embargo, muchos
arqueólogos piensan que los fenicios son sencillamente
indistinguibles de los descendientes de los primigenios
cananitas, que durante siglos desarrollaron una particular
cultura y habilidad. Otros creen, al igual que Heródoto,
que la cultura fenicia debió basarse en un origen externo.
Tenemos pues, toda clase de exposiciones: que los fenicios eran
comerciantes que procedían del País de Punt (el Ta
Netjer egipcio o Tierra de los Dioses) basándose en
antiguos papiros de las primeras dinastías, siendo la
ubicación de Punt uno de los grandes misterios de
la arqueología actual, puesto que se ha
situado desde algún punto al sur de Nubia (actualmente
Sudán), como en las tierras altas de Etiopía, al
sur de Eritrea e incluso en el actual Líbano; que los
fenicios tienen algún tipo de relación con los
minoicos, con los Pueblos del Mar, con los filisteos e incluso
que se trata de una de las Doce Tribus perdidas de
Israel.

El Líbano, que en la antigüedad
fue centro de la cultura fenicia, constituyó un puente
entre Oriente y Occidente. Varios pueblos ocuparon su territorio
y dejaron monumentos de gran valor arqueológico. En
Baalbek, los romanos levantaron un templo dedicado al dios Baco,
en el que se encuentran las mayores columnas construidas por esa
civilización.

Bibliografía
consultada

  • Historia Antigua – Universidad de Zaragoza – I Ciclo
    – Prof. Dr. G. Fatás, "Fenicios"
    http://fyl.unizar.es/historia_antigua/POA/fenicios.html

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    Ed.Kapelusz, Buenos Aires 1965.

  • "Historia de las civilizaciones y del arte" Julio
    Valdeón y otros, Ed. Anaya, Madrid 1984.

  • "Historia del Mundo" José Pijoan, tomo II,
    Ed. Salvat, Madrid 1979.

  • "Historia del Oriente" Albert Malet, Librería
    de Hachette y Cía., París 1914.

  • "Fenicia", Enciclopedia Microsoft®
    Encarta® 97
    © 1993-1996 Microsoft Corporation.
    Reservados todos los derechos.

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http://www.amarre.com/html/historias/viajes/fenicios.php

http://html.rincondelvago.com/civilizacion-fenicia.html

http://wapedia.mobi/es/Fenicia

http://www.ua.es/dossierprensa/2002/05/03/19.html

http://www.monografias.com/trabajos15/fenicios/fenicios.shtml

http://www.misionlibanesa.com.ar/Fenicios/index.htm

http://www.redmagisterial.com/ligoteca/fenicios.htm

Anexos

 

 

 

 

 

 

Autor:

Ronald Ramos

Partes: 1, 2, 3
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