"El Designio de Amor de Dios para la Humanidad", "Misión de la Iglesia y Doctrina Social" y "Los Principios de la Doctrina de la Iglesia"
- La
acción liberadora de dios en la historia de
Israel - La persona
humana en el designio de amor de Dios - Designio de
Dios y misión de la Iglesia - Evangelización
y doctrina social - La doctrina
social en nuestro tiempo: apuntes
históricos - Los principios
de la doctrina social de la Iglesia: significado y
unidad - Principio del
bien común - El destino
universal de los bienes - El principio
de subsidiaridad - La
participación - El principio
de solidaridad - Los valores
fundamentales de la vida social - La vía
de la caridad
Capítulos I, II y IV de la
Doctrina Social de la Iglesia.
La acción
liberadora de dios en la historia de Israel
Todas las tradiciones culturales, gracias a la búsqueda
humana de lo divino, han tenido una experiencia de Dios (o dios),
que implica una ética
tanto a nivel personal como
social. Así entonces, el pueblo Israel en su
búsqueda de Dios encontró que Él se le
revelaba progresivamente, primero como liberador, con una
cercanía gratuita, que pedía un compromiso mediante
una Alianza, asumido libremente por el pueblo y que se
plasmó en el Decálogo, acontecimientos que
están íntimamente unidos por una praxis que
debe regular el desarrollo de
la sociedad
israelita en la justicia y en
la solidaridad. En
ese descubrir de Dios lo encuentran como origen de los que es, es
decir como creador, también esta, una acción
gratuita suya y que se ve oscurecida por la realidad del pecado: "es
allí donde debe buscarse la raíz más
profunda de todos los males que acechan a las relaciones sociales
entre las personas humanas, de todas las situaciones que en la
vida económica y política atentan
contra la dignidad de la
persona,
contra la justicia y contra la solidaridad".
Jesucristo,
cumplimiento del designio de amor del padre
En Jesús se cumple las promesas hechas por Dios ha
Israel, al tiempo que
manifiesta tangible y de modo definitivo quién es Dios y
cómo se comporta con los hombres; anuncia la misericordia
liberadora de este Dios en favor de los pobres; nos lo
enseña a reconocer como Padre de amor que se
entrega en su Hijo para liberar el genero humano de
la esclavitud del
pecado y continúa la prolongación de su amor
fecundo en la historia por el Espíritu
Santo: "La clave, el centro y el fin de toda la historia de
halla en su Señor y Maestro". Este amor de Dios exige una
reciprocidad que Jesús expresó como un mandamiento
nuevo" como yo los he amado, así ámense
también unos a otros" este mandamiento debe purificar y
elevar las relaciones
humanas en la vida social y política.
La persona humana
en el designio de amor de Dios
En el libro del
Génesis encontramos los fundamentos para una antropología cristiana: la inalienable
dignidad de la persona humana, la sociabilidad del ser humano y
el significado de su actuar en el mundo. La persona humana ha
sido creada por Dios como fruto de un acto libre y gratuito,
amada y salvada en Jesucristo, y se realiza entretejiendo
múltiples relaciones de amor, de justicia y de solidaridad
con las demás personas, mientras va desarrollando su
multiforme actividad en el mundo. En la comunión del amor
trinitario la persona humana esta llamada a descubrir el origen y
la meta de su
existencia y de su historia.
La salvación que Dios ofrece en Jesucristo y se
actualiza y difunde por el Espíritu Santo es universal e
integral, comienza a realizarse en la tierra y se
terminará en la plenitud de los tiempos. Esta
salvación exige una libre respuesta y adhesión
desde la fe que se concreta en el encuentro con los hermanos. "En
el corazón de
la persona humana se entrelazan indisolublemente la
relación con Dios, reconocido como Creador y Padre, fuente
y cumplimiento de la vida y de la salvación, y apertura al
amor concreto hacia
el hombre, que
debe ser tratado como otro yo, aun cuando sea un enemigo".
El actuar personal y social están siempre asechados por
el pecado lo que exige un transformación interior del
hombre y una
progresiva configuración con Cristo, ayudados siempre por
la gracia que viene de Dios, y que ha de verse reflejado en la
interacción con las demás
personas.
La participación en la vida filial de Cristo tiene el
efecto de liberar la verdadera identidad y la
consistencia autónoma de los seres humanos, en todos sus
expresiones. Se entiende por autonomía de las realidades
terrenas que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de
propias leyes y valores, que
el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco sin
embargo el uso de esas cosas creadas depende de Dios como su
creador. "La persona humana, en sí misma y en su
vocación, trasciende el horizonte del universo creado,
de la sociedad y de la historia: su fin último es Dios
mismo, que se ha revelado a los hombres para invitarles y
admitirlos en la comunión con Él". "La persona
humana no puede y no debe ser instrumentalizada por las estructuras
sociales, económicas y políticas,
porque todo hombre posee la libertad de
orientarse hacia su fin último. Por otra parte, toda
realización cultural, social, económica y
política, en la que se actúa históricamente
la sociabilidad de la persona y su actividad transformadora del
universo, debe considerarse siempre en su aspecto de realidad
relativa y provisional".
Designio de Dios
y misión de la Iglesia
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