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Relaciones entre el mueble de estilo de fin de Siglo XIX y la burguesía oligárquica (página 2)




Enviado por Ibar Anderson



Partes: 1, 2

En este extracto, el grupo social
(estrato) o clase
analizada se corresponde con la burguesía de fin de Siglo
XIX en Argentina. Para lo cual, los materiales
utilizados usados difieren del 1º y 2º año.
Pues, para el 1º año los materiales usados han sido
textos teóricos (fuentes
primarias y secundarias combinadas): libros;
trabajos de investigación acreditados en organismos
oficiales de gobierno y/o
universidades; material de estudio de cursos de posgrados;
documentación internacional sobre patrimonio;
actas de congresos, jornadas, seminarios, coloquios, conferencias
(nacionales e internacionales); revistas especializadas sobre
ambientación arquitectónica de interiores (arte,
decoración y muebles de estilo) para profesionales
(arquitectos, diseñadores, licenciados, decoradores y
otros); artículos diversos para todo público
aparecidos en distintos medios de
comunicación masiva (revista y
diarios) y otro material de archivo
documental (fotográfico) de la época que se
consideró oportuno. Para el 2º año se
fotografió las casas-museos (distintos casos) de arquitectura del
estilo Eclecticismo Historicista –italianizante,
clasicista, renacentista- (Federico Ortiz, Summa 252) de fin de
siglo XIX y principios de
siglo XX, sus ambientes interiores (antecámara,
escritorio, hall, comedor, jardín de invierno, fumoir,
sala de baile, dormitorios y otras salas) con todos sus muebles,
objetos, artefactos, utensilios y electrodomésticos (en
caso de poseer) existentes en su interior; como ser: el Museo
Nacional de Arte Decorativo (exresidencia de Matías
Errázuriz-Alvear de eclecticismo francés, con su
variada exposición
de salas de estilo y muebles de la época: Barroco del
Luis XIV, Regencia, Rococó del Luis XV, Luis XVI, Renacimiento
Francés o Tudor, Arte Decó), el Museo Metropolitano
(exPalacio Anchorena), el Museo Histórico Nacional
(exquinta de estilo italiano que perteneció a José
Gregorio Lezama y los muebles de época que se conserva en
su interior), el Palacio San José (exresidencia rural de
estilo renacentista-italiano que perteneció a Justo
José de Urquiza, que conserva mobiliario indo-portugueses
y franceses), el Museo Histórico de Zárate (Quinta
Jovita de moderado eclecticismo historicista, excasa de Manuel
José de la Torre y Soler, que conserva muebles burgueses),
el Museo Mitre (exresidencia de estilo colonial que
perteneció a Bartolomé Mitre, que conserva
mobiliario afrancesado e isabelino), el Museo Histórico
Sarmiento (donde se conservan sus muebles franceses, ingleses,
victorianos y brasileños), el Museo Dardo Rocha
(exresidencia de Dardo Rocha, que conserva sus ambientes y
muebles de la época de la Generación de 1880) y
otros museos como el de la Ciudad de Buenos Aires.

La metodología de trabajo fue
compleja, pues inicialmente se trabajo a partir de la
metodologías del Proyecto
acreditado B(098) de la SCyT – FBA – UNLP:
"Objetos de Uso Cotidiano en el ámbito
doméstico de la Argentina 1940-1990 (II)"
a cargo de
los Directores Fernando Gandolfi y Rosario Bernatene y equipo
(Pablo Ungaro y Roxana Garbarini). De los cursos de
posgrados: "Objetos de uso cotidiano en el ámbito
doméstico de la Argentina 1940-1990. Diseño,
semiología e historia"
(1997) y
"Vida cotidiana y cultura
material Argentina (1940-2000)"
(2000), ambos de la SCyT,
FBA, UNLP; y "Teoría
e Historia de la Conservación y Restauración del
Patrimonio Artístico, Arquitectónico y Urbano"

(2003) de la SCyT, FAU, UNLP. Rescatando otros trabajos
teóricos publicados por los mismos docentes-investigadores en la revista Arte
e investigación Nº 1
, 3 y
4 de la FBA – UNLP (en el siguiente orden
correspondiente): EL TIEMPO INTERNO
DE LOS OBJETOS. Problemas
teóricos en la
organización de la narración histórica
del diseño de objetos
(1996), OBJETOS DE USO
COTIDIANO EN LA ARGENTINA 1940-1990. Marco
Teórico
(s/f) y LA INSOPORTABLE DENSIDAD DE LAS
COSAS. Artefactos y paisaje doméstico en la Argentina del
siglo XX
(2000). La metodología se encuentra centrada
en el "objeto físico" (objetos, artefactos, utensilios,
muebles, electrodomésticos y otros); pues, para un
"historiador de los objetos", las ideas se encuentran expresadas
en formas, materiales, colores,
texturas, estilos artísticos, tecnologías e
ingenierías, tipologías, conceptos,
morfologías, situaciones de uso, relaciones espaciales y
arquitectónicas y otras cuestiones disciplinares
específicas del campo del diseño, la arquitectura,
el arte y la ingeniería (y que pueden ser leídas
a la luz de la
semiología, de los análisis tecnológicos y de
ingeniería, sociológicos,
antropológicos-etnográficos, artísticos,
arquitectónicos y de diseño). Así el "objeto
físico", artefacto, mueble, utensilio, producto,
electrodoméstico y otros (cultura material
doméstica), como "documento histórico" se
transforman en "objeto de estudio" (o análisis); y
buscando sus relaciones con el corpus teórico de la
"Teoría e Historia de la Conservación y
Restauración del Patrimonio Artístico,
Arquitectónico, Urbano, de Diseño e
Ingeniería"
pueden ser entendidos como "bienes
materiales patrimoniales" o "muebles patrimoniales". Por sobre
todo, lo interesante es que si el período 1880-1931
(metodológicamente trabajado con fuentes primarias)
representó una historia de las polarizadas
burguesía (clase alta) y proletariado (clase baja).

2 –
Desarrollo:

La elite de 1880, buscó en sus distintas
manifestaciones bajo techo de modo mas o menos público y
privado (y otras como: ocio, vivienda, vestimenta y actividades
deportivas) diferenciarse como una clase con "conciencia de
sí", supuestamente mejor que otras clases
sociales, en tanto detentadora del poder
económico y político (y de la conducción del
país). Esta minoría enriquecida controlaba el poder
de la ciudad desde una zona porteña completamente
modernizada (Recoleta) donde se instalaron los
aristócratas en mansiones de lujo. La riqueza generada se
derrocharía en la construcción de palacios, monumentos y lujo
a la europea. Creando un nuevo estilo de
vida, con viviendas suntuosas, gozando de todos los
lujos.

Por eso decimos que esta clase en 1880 fue muy ágil en
copiar los modos de consumo
occidentales, creando sus propios ámbitos según los
estilos europeos (lo que representaba una modernización).
Dado que el viaje a Europa
constituía uno de los indicadores de
la posición social de la aristocracia, en este sentido se
agrega al proceso de
"aristocratización" y de refinamiento de los estancieros
enriquecidos (además el viaje, de manera especial a
Francia, se
transforma en una verdadera fiebre divulgaba
por medio de la prensa
periódica).

La riqueza promovió y reforzó aún
más la vinculación de la elite de Argentina con
Europa, ya que además de permitir viajes al
antiguo continente, permitía el acceso a bienes importados
de lujo, periódicos, revistas y libros (de donde copiar o
adoptar por aculturación las modas y estilos de mueble
entre otros). Con este contacto directo con Europa la elite
aceleró su proceso de "europeización" a
través del cual los bienes importados –vajillas,
comidas, guardarropas, adornos, muebles, colecciones de arte y
otros fueron incorporados al "patrimonio
cultural" de esta clase y considerados como propios (Graciela
Elena Caprio, 1985), cuando no eran propios.

Otra forma de apreciar la "europeización" estaba en el
estilo dominante para sus nuevos hogares domésticos, en
las residencias de varias plantas, de
organización compacta, realizadas con
materiales importados y en estilos europeos (generalmente
franceses) en franca aceptación de las pautas culturales
de los países rectores que eran nuestros socios
comerciales (ingleses en lo económico y franceses en lo
arquitectónico, artístico y cultural).

En este sentido, ya en la década del 1860 tanto los
periódicos como las revistas informan a los lectores sobre
la moda europea a
través del sistema de
catálogos que permitía a las mujeres del interior
del país estar al tanto de los avatares de la moda
europea. De esta manera, la elite dirigente encargaba su
vestuario a los mejores sastres de Inglaterra y
Francia en sus frecuentes viajes. Pero esto no solo
sucedería con la "vestimenta del cuerpo" sino con la
"vestimenta interior del hogar" (mobiliario y otros utensilios y
objetos suntuarios), como ser grandes sillones necesarios para
los grandes vestidos.

La adquisición de bienes suntuarios o lujosos, como
vajilla y platería, sería otro ámbito en
donde se lucharía por establecer las diferencias y las
pertenencias de clase. Pero este no sería el único
lugar donde se malgastaría una importante cantidad del
excedente de dinero
apropiado, pues la vida privada, cotidiana y doméstica
estaba repleta de consumo ostentoso, suntuario e improductivo
(Jorge Sábato,
1991).

Podemos decir que el estilo y origen de los muebles
representaba otro de los "símbolos" que indicaban la posición
y el poder de la clase social dominante. Si consideramos al
mueble como una manifestación de la "clase dominante
argentina" dentro de una sociedad
clasista, la oligarquía de 1880 mostró
predilección por la elegancia entendida como el culto por
las cosas antiguas y todo aquello que estuviera relacionado con
el gusto europeo (línea francesa e inglesa).

Respecto del papel simbólico y escenográfico de
las nuevas viviendas del norte de 1880 (palacios y petit-hoteles), estos irían
acompañados por su cerrazón hacia el exterior, para
convertirse en un espacio más privado (Fernando Devoto y
Marta Madero, 1999); por lo que cobra importancia el sistema
simbólico de los elementos arquitectónicos, que
estaban especialmente desarrollados en Francia (Cristina E.
Vitalote, 2006).

Esto es importante en el sentido que el "proceso de
europeización" comenzó por afectar a la cultura
material primero, pero trascendió en otros valores de la
cultura promoviendo nuevos cambios, construyendo un nuevo
ámbito físico –inspirado en un modelo
anglo-francés- y creando una nueva experiencia de vida no
sólo para la nueva elite sino también para los
grupos que
estaban bajo su dominio (Graciela
Elena Caprio, 1985).

Las fiestas de la época comenzaban y concluían
temprano. Los dueños de casa se esforzaban por brindar un
buen rato de esparcimiento a sus relaciones. Además de los
bailes en casas particulares estaba sujeto a un complicado
ritual, que tenía por objetivo la
ostentación de las riquezas (esos palacios usados como
hogares domésticos, serían desde el punto de vista
arquitectónico, elementos de la cultura material de la
ostentación de clase).

En el año 1930 la clase alta argentina y sus afanes
culturales, como vivían y habitaban los espacios
domésticos, fue narrado por Victoria Ocampo (1890-1979),
ensayista argentina, quien escribió inmejorablemente, la
vida de estas clases desde adentro, en su libro
autobiográfico. Su casa de Buenos Aires estaba situada en
la calle Florida, casi Viamonte y era un claro exponente de la
burguesía.

 

La escritora Alicia Jurado, no menos importante que Victoria
Ocampo, ha realizado aportes con respecto a la clase alta. La
casa de su abuela, donde vivió siendo niña, estaba
situada en Juncal 1223. Otros ejemplos de vida suntuosas y de
recibir educación europea
pueden encontrarse en las familias Bunge, Uriburu, Justo, Roca y
en la mayoría de los hombres que participaron de la
política y
economía de la década de 1920,
así como los que figuran en las listas de socios del
Jockey Club, de la Sociedad Rural Argentina y del Círculo
de Armas. Este
asemejarse, emular a Europa, constituía un modo de
expresar la riqueza y el poder y sobre todo una manera de
identificarse con "un mundo civilizado" (Graciela Elena Caprio,
1985). También debemos señalar que el ámbito
de la elite excedía los límites de
la ciudad, ya que incluía también las "quintas"
(como la de Gregorio Lezama y la Quinta Jovita en la Provincia de
Buenos Aires) y las "estancias" (como la de Urquiza en la
Provincia de Entre Ríos) ([1]).

Así, el "arte decorativo" de la riqueza de los
ambientes interiores y sus objetos, artefactos y muebles, de la
cual la exresidencia Errázuriz-Alvear fue un claro
exponente, estaban para construir un mundo de ficción,
cerrado y esplendoroso, en el cual la vida podía ser
vivida como una representación. En los interiores el "arte
decorativo" debía recubrir, ataviar cada parte del
espacio, cada objeto, desde las paredes hasta los adornos de los
muebles, desde los sillones a la forma de comportarse.

Para un estudio de casos podemos citar el siguiente
Caso Nº 1 de la exresidencia Errázuriz-Alvear,
excelente ejemplo del eclecticismo francés difundido en la
ciudad de Buenos Aires a principios del siglo XX, presenta los
siguientes ambientes, con los siguientes muebles (citados
rápidamente, para mas información ver DVD).

Entrando por el Vestíbulo de Entrada Luis XVI, se llega
a la Antecámara Luis XVI.

 

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Imágenes ( 1 ): En la antecámara Luis
XVI, pueden observarse muebles como la mesa Regencia, el facistol
–gran sofá- y los sillones Luis XV. A la izquierda,
en el centro se aprecia "La Noche", escultura de mármol de
Carrara de Joseph Michel-Ange Mollet (1814-1870), apreciado
escultor académico de su época. A la derecha se
aprecia el retrato de Josefina de Alvear de Errázuriz
(autores: Sorolla y Bastida, Joaquín. 1863-1923).

A un costado de la Antecámara Luis XVI se encuentra el
Escritorio Luis XVI. Donde pueden encontrarse en su interior la
escribanía Luis XVI, la bergère Luis XV, el
armario-vitrina Luis XVI, las cómodas Luis XV y Luis XVI,
la mesa y sillones Luis XVI, el reloj y el candelabro Luis
XVI.

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Imagen ( 2 ): En la sala Escritorio Luis XVI, se
encuentra la biblioteca donde
puede observarse la colección de libros de historia de la
arquitectura del S. XIX-XX y a su derecha una cómoda
estilo transición Luis XV-XVI revestida en madera de palo
de rosa y palo de violeta con tapa de mármol.

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Imagen ( 3 ): En la misma sala Escritorio Luis XVI,
observamos la mesa escritorio de madera de palo de rosa con
bronces cincelados y dorado, revestida en cuero en la
parte superior de estilo Luis XVI; con un sillón
escritorio (giratorio) de madera de haya tallada y cuero de la
época Luis XVI (para el dueño de casa) y un par de
sillones de madera de roble tallada y moldurada de estilo Luis
XVI (para quien visitaba por asuntos de negocio y/o
política al dueño de casa: Don Matías
Errázuriz Ortúzar). En el fondo, sobre la estufa
puede observarse un reloj de bronce dorado al mercurio con
esfera esmaltada Luis XVI, con dos candelabros a sus lados
(modelo de Claude Michel – Clodion) en bronce patinado y
dorado Luis XVI (de origen francés, S. XVIII). A su
costado derecha un sillón de madera de haya moldurada y
esterilada de la época Luis XV.

Saliendo del Escritorio Luis XVI hacia la Antecámara
Luis XVI, se pasa luego al Gran Hall Renacimiento Francés
o Gran Hall Tudor. Donde podemos encontrar una enorme y rica
variedad de muebles y objetos Góticos como las tallas, el
candelabro y los bancos
góticos con antifonarios y sillas de coro; también
encontramos objetos y muebles de estilo Renacimiento. La profusa
variedad oscila desde sillones fraileros españoles del S.
XVII, sillones plegadizos del S. XV y XVI, sillas y sillones Luis
XIII y Luis XIV, sillones Luis XIII, banquetas del S. XVI,
sitiales españoles, escabeles del S. XVI y XVIII,
facistoles Luis XIV y Barroco francés, mesas del S.
XVI-XVII e Isabel 1º -Elizabethiano o Isabelino-, credencias
-credenza o crédence- del S. XV, braseros del S. XVIII,
Ballestas alemanas del S. XVIII, arcones español
del S. XV y japonés del S. XVI-XVII.

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Imagen ( 4 ): En el Gran Hall Renacimiento puede
observarse la chimenea y en el rincón del fondo se aprecia
la escalera caracol. Observamos la escalera caracol del Gran Hall
Renacimiento, de acceso a los dormitorios del primer piso.
También se observa el detalle de la carpintería del
techo del Hall. A la izquierda de la escalera de caracol se
observa el Clave estilo Regencia, con caja instrumental italiana
del siglo XVII. Claramente se aprecian dos, de las cinco,
arañas de bronce, provenientes de la catedral francesa de
Estrées y ejecutadas a la manera de los trabajos flamencos
de fines del siglo XV que iluminan el ámbito; cada una se
compone de dos hileras de brazos de seis luces y terminan hacia
abajo en cabeza de león con una argolla en sus fauces
(cada brazo simula un tallo curvado, ornado de hojas de
viña recortadas y entrelazadas sosteniendo sendos
candeleros). Las cuatro arañas laterales coronan sus ejes
con ángeles arrodillados y la central con una imagen de la
Virgen que, vestida y tocada al modo flamenco, lleva un cetro en
su mando derecha.

El Gran Hall Renacimiento. Vista general desde la entrada, con
la escalera helicoidal esquinera y la balaustrada del primer
piso. Al centro conjunto de mesas y sillones del siglo XVII; a la
izquierda gran chimenea y ventanales estilo Renacimiento
francés y biombo Coromandel a la derecha, "El banquete de
Syphax", uno de los tres tapices flamencos. Adentro de la gran
chimenea se encuentra una plancha trashoguera de hierro forjado
negro que ostenta el escudo de armas de la familia
Errázuriz junto con el de la familia Alvear
(verdadero símbolo político-económico de la
época, que caracterizaba a estas familias poderosas). Se
aprecian varias pinturas españolas e italianas, el gran
tapiz de "La Batalla de Tessino", la vitrina con tallas y
orfebrería europea y el facistol barroco francés.
Es de admirar el delicado diseño geométrico del
piso de parquet de madera, con su combinación de piezas
claras y oscuras, respectivamente de arce y nogal.

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Imagen ( 5 ): Mesa extensible de madera de roble
taraceada de la época Isabel 1º (1558-1603) presente
en el Gran Hall, rodeada de seis sillones de madera de roble
tallada y torneada Luis XIII (se observan las chambranas en "H" o
travesaños torneados que unen las patas de balaustres)
tapizados de damasco, con fondo de oro. La mesa
inglesa de roble es de estilo "Elizabethano" o "Isabelino"
(época de Isabel 1º), fin de siglo XVI, con friso de
diversas maderas incrustadas, sostenida por cuatro grandes pies
esculpidos y coronados por capiteles jónicos y unidos
entre sí por travesaños (donde se aprecia el
conocido "bulbo Tudor o de melón", se fracciona un tercio
arriba, dando un bulbo seccionado y alargado). Los
travesaños de las patas, están colocados muy bajos,
al igual que el estilo Jacobino (1603-1649). Al fondo se observa
el rincón gótico.

En esta sala, en un rincón, sobre los sillones del coro
de observa el hachero gótico (candelabro) de hierro
forjado del S. XVI, al lado del cuadro; en la extremidad de un
brazo adherido a la pared presenta una caja enrejada, dentro de
la cual se alza la barra en la que se fija la antorcha a la gran
hacha de cera llamada blandón. A la izquierda del hachero
gótico (candelabro) se encuentra dentro de la pared "La
virgen con el niño", mármol del siglo XVI.

El diseño del cielorraso ofrece tableros cuadrados y
profundos casetones, en varios de los cuales se incluyen
paños romboidales de vidrios emplomados traslúcidos
que dejan pasar la luz proveniente de la claraboya de vidrios
(material reemplazado actualmente por chapa de fibras
traslúcida).

Otro detalle de la baranda del pasillo del primer piso que da
acceso a los dormitorios, que rodea al techo del Gran Hall.
Detrás, contra las paredes se encuentran un tapiz y debajo
del mismo un arcón
de madera de nogal tallada y moldurada del S. XVII, al costado
del arcón sillones plegadizos de madera de roble tallada y
cuero del S. XVI (que no logran verse en esta fotografía).

Saliendo del Gran Hall Renacimiento Francés o Gran Hall
Tudor, pasamos al Comedor Luis XIV. Donde se puede apreciar
vajilla de la manufactura de
Sèvres (platos, bols, tazas para zopa écuelle
à bouillon
, tazas trembleuse, jarras,
cremeras, aguamanil y azucareros entre otros), porcelanas chinas
del siglo XVIII, tacitas y teteras, así como varias piezas
de orfebrería (como los juegos de
té y café de
plata del S. XIX, la sopera Luis XV), la mesa y veinticuatro
sillas Luis XV para sus respectivos comensales.

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Imagen ( 6 ): Comedor Luis XIV, decoración de
Hoentschel. Vista hacia la esquina sur, con la visión de
los dos "panneaux" de Alfred de Dreux y las consolas de
mármol rosa salmón. Sobre las consolas de
mármol rosa salmón se encuentran vasos chinos y par
de perros de
Fô; al fondo, el biombo de laca de doce hojas. Saliendo del
Comedor Luis XIV, pasamos por el Jardín de Invierno Luis
XVI o Fumoir (salón de fumar para los caballeros).

Saliendo del Comedor Luis XIV se pasa al Jardín de
Invierno Luis XVI. Donde se puede ver obras de arte (esculturas
como la Diosa Minerva o los Perros de Fô). Inmediatamente
el Jardín de Invierno Luis XVI da paso al Salón de
Baile Regencia (estilo de transición del Barroco propio
del Luis XIV al Rococó del Luis XV).

En el Salon de baile Regencia, donde se puede analizar la
cómoda (meuble d'appui), el sofá
corbeille, los cuatro sillones, las cuatro sillas y las dos
bergères de transición del estilo Luis XV al Luis
XVI con la marquise del mismo juego; cuatro
vitrinas estilo Luis XVI que reposan sobre cuatro mesas-consolas
del mismo estilo.

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Imagen ( 7 ): Sofá "corbeille", cuatro sillones,
cuatro sillas, dos "bergères" de madera tallada, moldurada
y dorada. Tapizado en un "gros" de seda crema y bordados en
"chenile" con gradaciones del rosa al rojo vivo, con bordados
aplicados. Bordados: "pintura a la
aguja" en hilo de lana. "punto acostado" en cordón de lino
recubierto en seda. Época transición del estilo
Luis XV al Luis XVI. Francia. Siglo XVIII. Estampillados: Martin
N. Delaporte. Proceden del castillo de Saint mandé y
pertenecieron a la Corona de Francia.

En el salón existen cuatro vitrinas estilo Luis XVI.
Son de bronce dorado y cristal. Reposan sobre mesas-consolas de
estilo Luis XVI, de madera esculpida, dorada y pintada de gris,
suntuosamente decoradas.

Saliendo del Salón de Baile Regencia, pasamos al
Salón de Madame Luis XVI.

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Imagen ( 8 ): Salón de Madame Luis XVI. Donde se
puede estudiar la profusa variedad de confortables sillones Luis
XVI, mesas y secrétaires (mesa más cajones ocultos)
Luis XVI, canapé Luis XVI, cómodas y escritorio
cilindro Luis XVI.

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Imagen ( 9 ): Se observan sillones Luis XVI,
estampillados George Jacob, de madera tallada y pintada de gris,
con respaldos ovales, patas ahusadas y acanaladas, retapizados
con brocato de seda de fondo blanco y motivos circulares
polícromos, juego de sofá de tres cuerpos.
Mención especial merece la alfombra de Ispahán, de
3,3 (m) x 4,86 (m), con notable factura que
data del siglo XVI. El fondo rojo y la guarda negra destacan los
variados motivos decorativos de flores estilizadas y otros
elementos de diferentes colores. En el salón de estar,
Luis XVI, decoración de Carlhian. Vista general hacia el
ángulo noreste, con la vitrina de porcelanas chinas
Capucine. Sobre el perímetro, pianoforte y
colección de sillones y muebles franceses del siglo XVIII,
"El Gran Canal", óleo de Marieschi, el tapiz de Coypel
sobre tema quijotesco y "La Eterna primavera" de Rodin. En el
paño central, entre las dos ventanas que abren a la
avenida del Libertador, se halla encastrado un curioso tapiz de
la Manufactura francesa de Gobelinos que presenta a modo de
cuadro enmarcado dentro del tejido, a "Don Quijote
visitado por la Sabiduría en el momento de su muerte".
Pertenece a la serie de la "Historia de Don Quijote", con
cartones originales de Charles Coypel (1694-1752) y con encuadre,
guirnaldas y moños de Tessier.

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Imagen ( 10 ): Rincón de sillones Luis XVI con
respaldo oval y tapizado original en "petit point" con motivos de
flores y moños sobre fondo rojo junto a la mesa de juego
de caoba. De fondo el "secrétaire" al lado de los
cortinados del gran ventanal.

En el primer piso se encuentran los dormitorios. En el
Dormitorio estilo 1º Imperio (1799-1815), se aprecia la cama
lit bateau, con mesa cilíndrica, una
cómoda y sillas Napoleón 1º, dos sillones de la
época Directorio-Consulado, mesa de tocador y escritorio
(coiffeuse-bureau) de fines del siglo XVIII y principios
del siglo XIX. 

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Imagen ( 11 ): En esta imagen se observa la
cómoda de madera de roble enchapada en tejo y caoba con
bronce cincelado y dorado, de estilo 1º Imperio, con sillas
de caoba y bronce del mismo estilo de H. Jacob-Desmalter
(1770-1841).

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Imagen ( 12 ): Cama en forma de góndola. Madera
de roble enchapado en tejo y caoba con bronce cincelado y dorado.
Francia. Época Primer Imperio (1804-1814). A la izquierda
una mesa de noche (somno) de madera y bronce de iguales
características que la cama, con un reloj (veilleuse) de
bronce cincelado, patinado y dorado. La cama "Lit bateau" (cama
en forma de barco), época Primer Imperio (Napoleón
I). Francia, principios del siglo XIX. Mobiliario ejecutado en
madera de roble enchapada en tejo y caoba con aplicaciones. Ambos
respaldos son de la misma altura y están formados por dos
columnas cuyas bases y capiteles de bronce están finamente
cincelados. Sobre éstos hay dos rosetas de bronce. La
parte curva se orna con un magnífico motivo formado por
una cabeza de carnero y un ramo de rosas y amapolas
(flores del sueño). La parte delantera tiene como adorno un
motivo compuesto por una roseta con encuadramiento octogonal, del
cual salen a ambos lados guirnaldas de amapolas con capullos y
hojas. Todos estos elementos están delicadamente
cincelados en bronce. Estampillado por François H.
Jacob-Desmalter (1770-1841). Donación J. L. Ocampo,
1938.

En todos los ambientes antes enumerados existen obras de artes
diversas: pinturas famosas como "El Greco", esculturas famosas
como la de Rodin, tapices famosos como los del Taller de
Cornelius Mattens, jarras y jarrones, vasijas, potiches de
porcelana china y otras
porcelanas, tallas de maderas, mármoles, terracotas,
orfebrería, platería, cristalería, biombos,
alfombras, perros de Fô, tibor, etc.; todas obras de
incalculable valor
histórico-cultural y económico. Pero lo que es mas
importantes quizás dan cuenta del "eclecticismo" de los
ambientes donde no siempre –ni necesariamente- existe un
correlato entre el estilo del mobiliario y los objetos acumulados
y el estilo arquitectónico de los ambientes o salas
(aunque en la planta baja, principalmente es donde se evidencia
una mayor correspondencia decorativa y estilística). Por
ello Federico Ortiz en el artículo "La arquitectura
argentina desde mediados del siglo XIX hasta 194" aparecido en la
revista Summa Nº 252, sostiene que el
proceso de asimilación de la arquitectura europea
(mobiliario incluido) en la Argentina puede ser definida como
Eclecticismo historicista.

Federico Ortiz sostiene que a lo largo del siglo XIX, muy
pausadamente al comienzo y muy rápidamente al final, la
Argentina va adoptando para sí las tendencias, las formas
y las disposiciones de la arquitectura europea. A partir de 1850
el proceso de asimilación de las principales corrientes de
la arquitectura europea se acelera, hasta llegar a alcanzar un
desarrollo
vertiginoso hacia fin de siglo XIX, y más aún en
las primeras décadas del siglo XX. Lo primero que
cambió en los edificios fue su aspecto exterior, su
"vestido" (sus fachadas). En 1930 las construcciones comienzan a
vestirse a la italiana (ejemplo de ello es la exresidencia
Gregorio Lezama, ubicado en calle Defensa Nº 1600, Capital
Federal; con galería exterior, torre mirador, hornacinas,
estatuas y macetones, con su interior decorado por el artista
uruguayo León Calleja), a adoptar para su apariencia unos
moldes clasicistas, que no nos atrevemos a denominar
neoclásicos porque su aplicación fue a edificios
más bien pequeños, y fundamentalmente en la
arquitectura doméstica (no da la escala de la
monumentalidad requerida del Neoclásico). Esta modalidad
italianizante fue nuestro primer contacto usual y colectivo con
la arquitectura de raíz historicista, más
precisamente con el Clasicismo historicista. El Clasicismo
historicista es el componente mayor del Eclecticismo
historicista, que a su vez fue la corriente principal de la
arquitectura europea desde 1830 hasta, por lo menos 1940
(arquitectura de los países poderosos de Europa). En el
caso de la exresidencia Gregorio Lezama, su obra se inició
en 1858.

Sorprende (al ojo no adiestrado en arquitectura) la
extraña analogía formal en la comparación de
la exresidencia de Gregorio Lezama en la Provincia de Buenos
Aires (hoy sede del Museo Histórico Nacional) con la
exresidencia de Justo José de Urquiza en la Provincia de
Entre Ríos (hoy denominado Museo del Palacio San
José). Aunque el primero es de estilo italiano con
galería exterior (su obra se inició en 1858) y el
segundo es de estilo renancentista con frisos greco-romanos y
columnas de tipo Corintio (su obra finalizó en 1858).
Quizás uno de los aspectos sobresalientes fue que la
extraordinaria jardinería de ambas residencias
estában unidas porque Eduardo Holmberg intercambió
plantas de jardín de una con la otra.

 

Por otro lado, interesante fue comprobar el afrancesamiento de
nuestra arquitectura (mobiliario incluido), con Alejandro
Christophersen (uno de los mas renombrados exponentes de la
misma), en sus obras como la exresidencia Anchorena o Palacio
Anchorena edificado en 1906 (hoy sede del Museo Metropolitano,
ubicado en calle Castex 3217, Capital Federal). Conforma un
conjunto único de tres residencias particulares, cuya
construcción estuvo inspirada en la arquitectura francesa
del siglo XVIII. Originalmente pertenecieron a la familia
Anchorena, erigiéndose en la esquina de Arenales y
Basavilbaso, pleno corazón de
la zona mas residencial y elegante de la Capital Federal, en el
entorno de la Plaza San
Martín; es interesante señalar que el material
original del enlucido de la fachada del Palacio fue el revoque
símil piedra, técnica importada por los inmigrantes
italianos, que contribuyó a hacer de la imagen de Buenos
Aires la de "París de América
del Sur" (David Kullock, 1985). El "barrio de las residencias",
dicho por Graciela Elena Caprio, ubicado hacia el norte de la
ciudad, alrededor de la Plaza San Martín (hacia el norte a
la Recoleta y la Avenida Alvear); aquí se alzaban las
suntuosas moradas de los Alvear, Barcy Anchorena, Cobo,
Cáseres, Unzué, Quintana y Pereyra; por citar
algunos apellidos.

Primero las grandes familias se trasladaron a la calle Florida
y al barrio de la Merced, como señala Galarce, lo recuerda
Victoria Ocampo y lo memora Lucio V. Masilla. Historiando a la
familia de los Anchorena, Sebrelli relata las mudanzas y las
construcciones de los Palacios de los Anchorena, ubicados en la
Plaza San Martín, verdaderos "hoteles particulares" (Grand
Hôtel Particulier, petits hoteles y el hôtel
privé francés) inspirados en los palacios franceses
de la época de Luis XV y Luis XVI.

A partir de 1880, las mansiones fueron una necesidad de la
oligarquía y de la burguesía adinerada. A
principios de siglo se distinguen claramente tres tipos: el
palacio exento, con jardines al frente y al fondo, tal como se
los veía en la avenida Alvear, el "hotel particuliére" en plena ciudad y
por último el "petit hotel", solución para
economías más medidas, que podía ocupar un
solo lote, con entrada asimétrica y fachada sobre la
línea municipal. En todos los casos el espacio
predominante es el gran salón (aquí hemos detallado
el Gran Hall Tudor de los Errázuriz-Alvear), lugar de las
recepciones y espejo del "status" de la familia, de poco uso pero
de fuerte valor "simbólico". Respecto de los demás
ambientes, cada uno tiene su función
estrictamente asignada, ejemplo: luego de la cena, los caballeros
pasaban al fumoir (las damas no, porque no fumaban); ellas se
dirigían al "petit salón" (Salón de Madame,
como el de Josefina Alvear de Errázuriz), a conversar de
sus cosas, y si había baile o concierto, más tarde
damas y caballeros se volvían a reunir en el salón
de baile (como el "Salón de Baile" Regencia de la
exresidencia Errásuriz-Alvear)

Cuando la gran burguesía adoptó el hotel y el
palacete, los territorios interiores se demarcaron con rigor,
hasta que se impuso el modelo francés (nuestros ejemplos
más sensacionales son del siglo XX, como la residencia del
matrimonio
Errázuriz Alvear, que acabamos de detallar en sus
ambientes más importantes), con un subsuelo de servicio, una
planta noble de recepción, con gran hall de escalera,
salas de recepción, comedor, saloncitos, jardín de
invierno; una planta para los dormitorios principales y recibo
íntimo y un ático o buhardillas (detrás de
la mansarda) con habitaciones de servicio. Existen otros relatos
que así lo confirman. Algunos palacios excepcionales, como
el de los Pereyra Iraola en Esmeralda y Arenales (hoy demolido)
son buenos ejemplos de los espacios necesarios para que la alta
burguesía practicara las nuevas costumbres y demostrara
que "estaba en la cosa" adoptando modos europeos, fuente de todo
prestigio. Cabía cualquier estilo (desde el Renacimiento
hasta el borbónico), a ello se lo denominó
Eclecticismo historicista, aunque en Argentina, hasta fines del
siglo XIX hay que relativizar eso del "gusto personal del
arquitecto", dado que aquí, la decisión
estilística (cosmética) estaba todavía en
manos del comitente "ilustrado" (el que sería el
dueño de casa).

Estas grandes casas (palacios y pequeños hoteles), ya
ubicadas en zona norte, constaban de dos o tres niveles, con
jardín al frente o junto a las medianeras y en la parte
posterior. En la zona cercana a la calle estaban las salas, el
comedor, a veces la biblioteca. Como la vida social había
adquirido un gran desarrollo, la casa tenía espacios
"particularizados" según el tipo de visita y la hora en
que se recibía: cuartos espaciosos sólo para
descansar, zona de recepción para las grandes reuniones o
sala para tomar el té. En el primer piso estaban los
dormitorios, con baño instalado, guardarropas y
lencería.

Todo acompañado por una creciente imitación de
costumbres europeas, transculturación y emigración
mediante. Todo estos cambios, convergieron en una
resemantización de la vivienda, a la condición de
"objeto de uso" de la casa (antigua casona de herencia colonial
española o casas patriarcales), se le agregó la de
"signo" de su situación social (la casa y sus ambientes
como símbolo de clase social, prestigio y status
socio-económico y cultural). Cuenta Sebrelli, que
Tomás Manuel de Anchorena (perteneciente al viejo
patriarcado) no deseaba en su casona de Cangallo 97, donde
había vivido, ni lujo ni aparato; la casa debía ser
solo un objeto para ser usado y no para ostentar, por lo cual
debía ser de estilo sencillo (Rafael E. J. Iglesia,
1985).

La exhibición del rango social, a través de la
ostentación de riquezas se hizo presente en la
arquitectura (recién con los hijos de Tomás Manuel
Anchorena). Dado que el proceso de transculturación, en la
que la antigua elite necesita ser reconocida nuevamente (y donde
los recién llegados a la cima –como Carolina
Benítez de Anchorena o Aarón de Anchorena-
también necesitan ser reconocidos rápidamente);
así las grandes mansiones tuvieron sobre todo una
función predicativa (señalar que el propietario era
"gente bien", función ausente en la casa patriarcal, donde
el apellido bastaba –como le sucedió a Tomás
Manuel Anchorena-). Por eso es que la vivienda
doméstica-patriarcal, de tipología "chorizo" y de
herencia española (como objeto de uso, que
sólo servía para vivir y no para aparentar) se
transformó en un hogar tipo palacios de herencia francesa
Luis XV y XVI (como objeto de símbolo de
"status
", que además de servir para vivir sirve para
ostentar el prestigio socio-económico y cultural). El
mobiliario era una continuidad de la arquitectura exterior, en la
arquitectura interior, para lo cual la decoración del
interior era de vital importancia.

Lo que fue un hecho, es que más allá del valor
de status (objeto de símbolo de clase), esta elite tuvo
grandes posibilidades para satisfacer sus necesidades
habitacionales (objeto de uso). El mensaje que emite el
"hôtel privé" o el "palacio" y/o "palacete" no se
refiere sólo a un estilo, o a un país; estas
denotaciones son rápidamente superadas (lo que importa es
la situación social que connota su presencia). Antes, la
situación social de sus habitantes se conocía
directamente porque se conocía el origen (el apellido,
ejemplo: Tomás Manuel Anchorena), la trayectoria y el
comportamiento
de cada uno (como la Atenas clásica), argumenta Rafael E.
J. Iglesia. La mansión opulenta sustituye ese conocimiento
cara a cara (posible en la Gran Aldea de Buenos Aires de
principios de siglo XIX, pero imposible en una ciudad que en 1900
llegó al millón de habitantes); el signo predica:
"casa suntuosa igual ciudadano importante" (Rafael E. J. Iglesia,
1985). El tamaño y la cosmética, fueron resultado
de esa necesidad predicativa.

Buenos Aires a fines del siglo XIX dejó de ser la "Gran
Aldea" para transformarse en una urbe cosmopolita de carácter europeizante. La existencia de
tiendas como Gath y Chaves, El Louvre bonaerense, la ciudad de
Londres, con "las vitrinas a la moda europea", otras tiendas
lujosas en la calle Florida, el Hipódromo, los jardines de
Palermo, y las nuevas avenidas, completaban el aspecto de la
ciudad de Buenos Aires en el año 1882 (Graciela Elena
Caprio, 1985).

En el siguiente estudio de casos presentamos el Caso
Nº 2.
La exresidencia de Justo José de Urquiza
(hoy sede del Museo del Palacio San José, ubicado en la
ruta Provincial Nº 39, kilómetro 128, zona rural,
Caseros, Departamento de Concepción del Uruguay,
Provincia de Entre Ríos), alejado de Buenos Aires y cuya
obra finalizó en 1858, fue otro ejemplo del Eclecticismo
historicista (y de la "civilización" europeizada). Su
frente y patio principal son de estilo "renancentista italiano",
tiene frisos greco-romanos y columnas de tipo Corintio. Todo esto
lo convierte en uno de los clásicos ejemplos de su
época, en la que, no sólo se dotaba a las mansiones
de los últimos adelantos del confort; sino que el
arquitecto hacía alarde de todos sus conocimientos
estilísticos en el desarrollo de la obra. Otro claro
exponente del Eclecticismo historicista. Fue la primera casa del
país que contara con agua corriente
y de ser iluminada con gas acetileno
(eso la hace importante). 

Esta casa patriarcal, de planta baja, continuadora directa de
la casa colonial y a la que Sarmiento llamó: "(.)
romana, hasta con los limoneros y jardines"
([2])
que poseía el Patio del
Parral. Enrique Iglesia sostiene que los patios de estas
casas patriarcales tenían no solo la forma sino la
función de los patios romanos.

Si hay algo que distingue a estas residencias europeizadas por
el Eclecticismo historicista, eran sus jardines afrancesados. En
este sentido, el parque exótico del Palacio San
José fue un verdadero "laboratorio de
experimentación botánica" (y un jardín de
aclimatación de especies que se usaron para la más
importante colonia agrícola de inmigrantes que se
instaló en la Provincia de Entre Ríos). Y en el
caso particular de la exresidencia de Urquiza y de Gregorio
Lezama, mas arriba citada es que intercambiaron semillas y
especies vegetales. El mismo Lezama, otro apasionado de las
plantas, convirtió la quinta en jardín,
otorgándole un tratamiento paisajístico como no
había tenido Buenos Aires hasta entonces: a la abundante
forestación existente sumó otras especies
provenientes del exterior, trazó caminos con escalinatas,
divisaderos de la barranca y glorietas, distribuyó
estatuas, fuentes y estanques. Quizás uno de los aspectos
sobresalientes fue que la extraordinaria jardinería de
ambas residencias (Lezama en Buenos Aires y Urquiza en Entre
Ríos) estaban unidas porque Eduardo Holmberg
intercambió plantas de jardín de una con la
otra.

El "Patio del Parral" posee diecisiete habitaciones que lo
circundan y un aljibe. Simultáneamente el segundo patio,
el "Patio de Honor", constituye el recinto principal de le
residencia y en donde transcurría la mayor parte de la
vida familiar en San José, rodeado por dieciocho
habitaciones-dormitorios para los moradores y huéspedes
ilustres y de una amplísima galería, sostenida por
veintiocho columnas toscazas.

El "Patio de Honor" se encuentra rodeado por la "Sala de los
Espejos" o sala de recepciones (donde reinan el alfombrado, la
araña central, los muebles de estilo europeo afrancesados,
el arte en las paredes), el "Escritorio Político", (donde
hace su presencia el secretáire, junto al escritorio y lo
sillones), la "Sala de Costura" (de Doña Dolores Costa) y
la "Sala de actividade comerciales" (donde se destaca el reloj
suizo-francés).

En los dormitorios de huéspedes y de los dueños
de casa, encontramos los "armarios roperos" (destinados a colgar
ropa) del siglo XIX constituyeron una progresión respecto
de los armarios con estanterías destinados a guardar ropa
doblada (llamados cómodas). Las llamadas "mesitas de
noche" (nosotros actualmente las conocemos como "mesas de luz" de
dormitorios) estaban presentes en los dormitorios (generalmente
se confeccionaban por parejas para guardar útiles de aseo,
una destinada a ocultar la "bacinilla de cámara" -o vaso
para deposiciones- y la otra para guardar el lavamanos, destinada
a lavarse las manos luego de usar la bacinilla). En otro
dormitorio de huéspedes puede observarse la
cómoda-bidé que poseía un
bidé-cajón.

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Imagen ( 13 ): Dormitorio de huéspedes. Se
observa la cómoda-inodoro-bidet, que se ubicaba dentro del
mismo dormitorio junto a la cama del mismo estilo, para hacer las
necesidades fisiológicas durante la noche (con tablero de
mármol y detalles decorativos indo-portugueses). La jarra
y la jofaina para lavarse la cara y manos se ubican sobre el
mármol de la cómoda-inodoro-bidet. También
se observa el "armario ropero" (destinado a colgar ropa) al
fondo.

Las bergère Luis XV cohabitaban en los dormitorios con
los muebles de estilo indo-portugueses (lo cual habla a las
claras del eclecticismo en mobiliario). Por otro lado, la cama de
bronce de Urquiza, habla del "higienismo" de este Federal que
nada tenía de "Bárbaro-Federal" (por
oposición a los Unitarios), muy avanzada para la
época y que contrastaba con las camas de madera de los
cuartos de huéspedes.

En todos los dormitorios, ya sean de los dueños de
casa, los hijos o de los huéspedes, se observan
cómodas con espejos y sobre los mármoles jarras con
jofainas para lavarse las manos y cara a la mañana; una
mesita de noche y sillas acompañan las camas.
Anecdótica es la historia que se relata de 1870 (cuando
Sarmiento visitó la exresidencia de Urquiza o Palacio San
José), la cual cuenta como Urquiza (un Federal) no
tenía nada de "bárbaro" (e incluso nada de "sucio"
como lo suele narrar la historia desde la visión
unitaria); pues, el mismo Urquiza le hizo colocar una canilla
(con agua corriente) en el dormitorio donde se alojaría
Sarmiento (para demostrarle que a pesar de ser Federal era mas
"limpio" y "civilizado" que los Unitarios porteños; pues
su hogar fue la primer residencia de la argentina en contar con
el moderno y civilizado servicio de agua corriente por
cañerías, un dato no menor).

Respecto del baño, las funciones estaban
separadas en dos partes: por un lado las funciones que
actualmente se cumplen con el inodoro (evacuación
fisiológica de orinar y deyecciones de las heces o
materia fecal)
se realizaban dentro del dormitorio (en las cómodas de
espejo con bacinilla en los cajones y cajón-bidé,
con mármoles superiores que tenían las jarras con
jofaina para lavarse las manos luego de hacer las necesidades); y
por otro lado, la función que actualmente cumple la ducha
se llevaba a cabo en la "sala de aguas", donde se calentaba
el agua
–proceso complicado- y dentro de una bañadera se
efectuaba el baño de ablución (contaba
además con un ropero y perchero para colgar toallas y
efectuar cambios de ropa, etc.). El baño estaba dotado de
una tecnología de vanguardia
para la época que era el sistema de "agua corriente" por
cañerías (el primero de su tipo en la
Argentina).

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Imagen ( 14 ): Obsérvese la publicidad
francesa de características similares publicada a
principios del Siglo XX. Esta era la "civilización"
afrancesada de la cual Urquiza –como buen burgués-
se inspiró.

En el patio posterior se encuentra uno de los aljibes y
mecanismos que llevaban el agua al interior del edificio del
Palacio San José. En la imagen se aprecian los mecanismos
realizados por el artesano francés Paul Doutre que en 1856
fue el responsable de realizar tal avance tecnológico en
la instalación de agua corriente (necesario para el
baño y la cocina).

En la "Cocina" observamos la conección de agua
corriente empotrada al muro, claramente instalada al lavatorio
con una canilla. Remata el ambiente la
cocina octogonal central de fundición de hierro (o cocina
económica) con adornos de bronce y tiraje al techo,
especialmente construida para el Palacio.

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Imagen ( 15 ): El "Comedor" no agrega nada nuevo para
la época, mas que juegos de vajillas, platería,
cristalería, mesas, aparadores y sillas (tan comunes para
la época).

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Imagen ( 16 ): Salón de los espejos.

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Imagen ( 17 ): El mueble por excelencia de este
ambiente es la "mesa de billar", la que ocupa el centro de la
sala. Fue comprada en la casa Verdier Hermanos, de origen
francés, lugar en el que se encargó también
una lámpara, afín al uso y a la necesidad de buena
iluminación que exige el juego (una
"araña con cuatro reflectores" o lámparas de
querosén del año 1867); el proveedor en persona se
encargó de efectuar la instalación correspondiente.
Para el dueño de casa, el juego de billar fue una de las
distracciones principales.

En la "Sala de Juegos y de Armas" (para Don Justo José
de Urquiza) están las mesas y las sillas y sillones para
los juegos de cartas, el
ajedrez y el
backgammon (de estilos ingleses y franceses igual que en la
exresidencia errázuriz-Alvear); pero el juego principal
era el billar y una "araña con cuatro reflectores"
(lámparas de querosén del año 1867) la
iluminaban. En las paredes las armas de fuego de distintas
épocas, lanzas, divisas y
retratos completan el ambiente. El billar fue una de las
distracciones predilectas del General Urquiza. La mesa del Juego
fue adquirida en la Casa Verdier Hnos., de París en
1865.

En el "Escritorio Político", (donde hace su presencia
el secretáire, junto al escritorio y lo sillones). En el
escritorio político (o secretaría) desde donde
Urquiza ejerció su conducción de la
Confederación Argentina. Veinte años de hechos
importantes para la historia nacional rememora este ambiente,
tiempo coincidente con el de mayor gravitación nacional de
su morador. A la izquierda, contra el rincón, atrás
del escritorio se encuentra el "secretaire" abierto, que
según tradiciones, es un obsequio del barón de
Mauá, banquero brasileño del período de la
Confederación. El busto de bronce que representa a Urquiza
fue realizado en Roma por Camilo
Petruchi y le fue obsequiado al dueño de casa por el papa
Pío IX (esto habla de las buenas relaciones que
poseían con el mundo de la religión
cristiana).

A continuación, presentamos la "Sala de actividade
comerciales" (donde se destaca el reloj
suizo-francés).

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Imagen ( 18 ): El reloj, es un objeto que rememora la
colonia agrícola que fundara Urquiza, dicho reloj fue de
un colono suizo-francés que lo trajo en 1857. La colonia
San José fue la segunda colonia agrícola con
inmigrantes extranjeros que se fundó en nuestro
país. En las primeras épocas la costeó
Urquiza casi en su integridad.

Desde que la residencia de Urquiza se terminó de
construir en 1858 hasta 1870 (el año en que murió
asesinado por sus enemigos políticos), pasaron doce
años donde habitó este hogar de estilo
correspondiente al Eclecticismo historicista (y de
ecléctico estilo decorativo, en las combinaciones de
objetos y mobiliario de su ambientes). A pesar de los grandes
adelantos en confort, para la época.

Se evidencia, en los hogares que se conservan como Museos
(como el Museo de Urquiza), de los personajes importantes
–patricios- del país (políticos simplemente
en algunos casos y políticos-burgueses en otros), que los
avances
tecnológicos eran incorporados (como norma de lo
"modernos" y avanzados que eran como individuos para las
época); lo que agregado al previo "eclecticismo
decorativo" de sus muebles (esto sumado al eclecticismo
historicista arquitectónico de tales residencias)
conformaban un paisaje interior doméstico mucho mas
complejo de analizar (mas allá de la aparente concordancia
estilística de los muebles y objetos, que parecían
respetar cierto correlato entre ellos en algunos casos; esto no
es tan evidente cuando se procede a verificar las diversas fechas
de fabricación, los diversos lugares de producción y las diversas corrientes e
influencias artísticas presentes en su
elaboración). La norma parece ser otra, "lo moderno" por
sobre todo, era lo más avanzado tecnológicamente,
lo más "civilizado" confortablemente e
higiénicamente hablando para la época (sin importar
tanto la cuestión estilística, decorativa y de
diseño estético; aunque si se producía un
cierto grado de combinación estética mucho mejor, pero esto no es la
norma observada).

Otra exresidencia que corresponde –en este estudio o
análisis de casos
– al Caso Nº 3,
contemporánea a la de Urquiza en Entre Ríos, pero
en Buenos Aires, es donde vivió Bartolomé Mitre
(hoy sede del Museo Mitre, ubicado en calle San Martín
336, Capital Federal); aunque fue una emblemática casona
colonial de tres patios del año 1789 (no circunscripta a
la corriente del Eclecticismo historicista en arquitectura), su
morador vivió en ella desde 1860 hasta 1906. Dicha
residencia comenzó a ser habitada casi paralelamente al
Palacio Urquiza, también tuvo grandes adelantos para la
época, pero a diferencia del Palacio de Urquiza, esta
casona mas humilde en su arquitectura, continuó casi
treinta y seis años más siendo ocupada por sus
moradores. Y su vida cotidiana estuvo rodeada por el mobiliario
Isabelino de fines del siglo XIX, con tintes eclécticos y
adelantos tecnológicos de vanguardia para la época
(que vienen a confirmar empíricamente lo que más
arriba afirmábamos que "lo moderno", "lo avanzado", "el
confort civilizado" era lo que más importaba frente a lo
estético).

Destacable es el juego de baño del año 1900
(circa) estilo Luis XV. Donde encontramos un sillón con
respaldo y asiento de esterilla para bacinilla (lo que conforma
un antecedente del inodoro, pero distinto a la cómoda con
bacinilla y cajón-bidé que poseían los
dormitorios del Palacio San José de Urquiza), y una
bañadera con agua corriente (esta si de las mismas
características que la que poseía Urquiza en su
residencia). Un lavabo de cara y manos con agua corriente, y una
mesa accesoria con jarra y jofaina, completaba el juego. Todo
ello habla de lo adelantado del hogar para la época (a
pesar del aljibe del patio, de fuerte herencia colonial).

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Imagen ( 19 ): Juego de baño c.1900 estilo Luis
XV. Las ricas maderas de jacarandá, palo de rosa,
embellecen el estilo del mobiliario.

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Imagen ( 20 ): Arriba, sillón con respaldo y
asiento de esterilla para bacinilla, correspondiente al juego de
baño estilo Luis XV en el primer piso de la casa
(antecedente del inodoro). Abajo, bañadera con agua
corriente.

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Imagen ( 21 ): Lavatorio de cara y manos con agua
corriente, con jarra y jofaina para lavarse la cara y manos.

Respecto del dormitorio, la cama higiénica de bronce
conforma otro detalle interesante; la cual acompañada por
un ventilador de techo para el verano, conjuntamente con una
estufa eléctrica para el invierno (dotaban a la vivienda
de los grandes avances tecnológicos de la época).
La lámpara eléctrica en el escritorio, es
más de las mismas comodidades (eléctricas) y
confort avanzado.

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Imagen ( 22 ): Dormitorio contiguo al escritorio
privado en la planta alta de la casa, sugiere la faceta cotidiana
familiar del dueño de casa. Mitre murió en este
dormitorio el 19 de enero de 1906 a los 84 años.

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Imagen ( 23 ): Estufa eléctrica ubicada en el
dormitorio de Mitre (la electricidad
verdadero símbolo de la modernización
tecnológica).

Y si afirmábamos que "lo moderno", "lo avanzado", "el
confort civilizado" era lo que más importaba frente a "lo
estético" (y aunque en la exresidencia
Errázuriz-Alvear, edificada en el año 1917,
cohabitaba "lo estético" con "lo tecnológico"). Lo
estético estaba en segundo plano condicionado a que
significaba "ser moderno" para la época de principios de
siglo XX (inspirados por la civilización europea
francesa-inglesa).

La "Civilización", en el sentido amplio y tal como lo
había planteado Sarmiento en la Generación de 1937,
era lo que la Generación de 1880 había adoptado;
donde "higiene" y
"confort" eran sinónimos de "civilizado". Que mejor que
ver y analizar el mobiliario personal de Sarmiento (un verdadero
"civilizado" para la época, que con sus viajes
cosmopolitas, por el capitalismo
mundial de avanzada: Europa y EE.UU. fue haciendo una suerte de
"coleccionismo cosmopolita capitalista" de cada viaje,
adquiriendo algo aquí y algo por allá).

Debimos empezar la
investigación, en el año 1880 (con la
históricamente conocida "generación del ?80" en
adelante y en cada clase social). Este vertiginoso proceso de
crecimiento se corresponde con el denominado período de
"organización nacional" en lo económico, en lo
social, en lo político y en lo cultural (Graciela Elena
Caprio, 1985). Ampliamente reconocido por la
historiografía de casi todas las disciplinas sociales, la
ideología de esta época
influyó en la vida "pública" y "privada" de la
sociedad argentina moderna y naciente; pues, el proyecto de
transformación nacional puesto en marcha a partir de 1880
se proponía introducir "la civilización europea" en
la Argentina (en todos sus sentido, en sus formas de habitar
incluso y en su cultura material doméstica
también). Estas son las razones de nuestros
orígenes modernos.

Este movimiento
iniciado en 1880 por la elite liberal y cosmopolita, que
ejercería sobre el país una dominación
ilustrada, defendía ferozmente sus privilegios, pero se
apoyaban en la razón: animadora del progreso, su
conservadurismo se teñía de una filosofía positivista. La palabra
"progreso" se convirtió en el leit motiv de la
época (Hugo Biagini, s/f), conjuntamente con la
máquina tecnológica. Esta generación estaba
convencida que el "progreso" estaba directamente relacionado con
el avance de las ciencias.
Pensemos por un momento como la tecnología de aquella
época cambio la vida
de todos los ciudadanos: el teléfono (1880); aguas corrientes (1870) y
en Buenos Aires para 1904 ya el 57% de las casas contaba con el
servicio de agua corriente; iluminación a gas primero y
eléctrica luego (en 1882 se establece el servicio de
iluminación eléctrica en la ciudad de La Plata) y
la lista sigue: telégrafo, ferrocarril, etc. (ellos
fomentaron la investigación científica y el
desarrollo del conocimiento y serían un buen caldo de
cultivo para el ingreso al país de la "modernidad"
científico-tecnológica entendida como
modernización, que se estaba dando en el mundo capitalista
occidental avanzado).

El discurso
higienista (dispositivo positivista y civilizador de la
generación de 1880 que ha actuado como reducto
burgués doméstico) ha aportado "disciplinamiento"
sobre los cuerpos de los inmigrantes (en los conventillos).
Así podemos describir a la vida privada (hogareña),
como resultado de una "tecnología social burguesa"
(tecnología social para penetrar los cuerpos y las vidas
privadas simultáneamente) y el hogar doméstico como
un "dispositivo tecnológico del habitar" fue otra
tecnología más del poder burgués. Podemos ir
mas lejos con el poder disciplinar descripto por Foucault (invento
burgués) y la disciplina de
la higiene descripto por Salessi (otro invento burgués). Y
concluir que en tanto "lo salubre" era identificado con lo
"civilizado", "lo insalubre" era relacionado con la "barbarie";
pues, Salessi relacionó a E. Echeverría (1871) y su
paradigma
"salubre/insalubre", con el paradigma de
"civilización/barbarie" de D. F. Sarmiento (1845).

Ejemplos: El Grand Hôtel Particulier, los petits hoteles
y el hôtel privé francés fueron todos
identificados con "lo civilizado = lo higiénico".
Contrariamente y debido a que en 1867 se había dado una
epidemia de cólera
que había culminado en 1871 (cuyos focos infecciosos eran
los conventillos), permitió identificar a los conventillos
con "lo bárbaro = lo no-higiénico"; con foco
principal en el Sur (sector de Buenos Aires que más
había crecido con inquilinatos y conventillos). El
control de las
epidemias y las enfermedades
infectocontagiosas (viruela y otras como la tifoidea
–producto del tifus- y gastro-intestinales) que azotaban a
los conventillos (porque las personas estaban hacinadas y mal
alimentadas), lo cual podía producir desinfecciones con
destrucción de cierta parte del mobiliario (ya si eran
pobres y pobre era su "cultura material doméstica", mas
pobres quedaban de lo que eran por la destrucción de los
escasos objetos domésticos). La solución
recién llegó cuando se instalaron servicios de
aguas corrientes y cloacas (en este sentido los habitantes de los
conventillos tuvieron ciertas ventajas respecto de los que
hicieron el tránsito a la vivienda individual
periférica, o vivienda unifamiliar precaria).

Como estudio de casos si analizamos el Caso Nº
4
, el juego de muebles de la sala de estar del
mismísimo Sarmiento, conservado en el Museo
Histórico Sarmiento (ambientación de la
última residencia de Sarmiento en Buenos Aires, ubicado en
Avenida Juramento 2138, Capital Federal). Comprobamos que parte
del juego de salón estaba formado por un asiento redondo
(Borne), un sofá de tres cuerpos y tres sillas; tapizado
en terciopelo rojo, capitoné (adquirido por Sarmiento en
París en 1874). El eclecticismo se evidencia en la ruptura
del estilo con la mesa luso-brasileño que acompaña
dicho juego, sin ninguna correspondencia geográfica
afrancesada. Podemos continuar observando que la mesa escritorio
de roble tallado, estilo Tudor inglés
del siglo XIX (era otra adquisición cosmopolita de
Sarmiento). Y la lista sigue, si tenemos en cuenta las sillas con
sello en el asiento "Paris deville frere 12 Rue Gaillen"
(lo que ahora nos trae de Inglaterra a Francia nuevamente). Y si
luego pasamos al escritorio con tapa corrediza tipo perciana de
mecanismo a cilindro, adquirido por Sarmiento en EE.UU. (hemos
cruzado el Océano Atlántico a tierras americanas,
pero no del sur, según lo más arriba indicado, sino
del norte). Continúa esta clase de "eclecticismo" en el
mobiliario del dormitorio, donde muebles de estilo victoriano del
siglo XIX se combinan con la cama de arrimo con dosel y el
baúl adquirido en EE.UU.

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Imagen ( 24 ): Juego de salón, parte de un juego
de salón formado por un asiento redondo (Borne), un
sofá de tres cuerpos y tres sillas. Tapizado en terciopelo
rojo, capitoné. Fue adquirido por Sarmiento en
París en 1874.

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Imagen ( 25 ): Mesa escritorio de roble tallado, estilo
Tudor inglés. Siglo XIX. Fue obsequiado a Sarmiento por su
nieto Augusto Belin en 1847. Biblioteca de nogal construida sobre
un diseño del propio Sarmiento en los EE.UU. y adoptado
para las escuelas primarias de todo el país con el nombre
de "Biblioteca Sarmiento". Se nos revelaba así Sarmiento,
no solo como el prócer nacional, sino como uno de los
primeros diseñadores de muebles argentinos. A la
izquierda, sillas de madera de haya dorada, imitando caña,
con sello en el asiento "Paris deville frere 12 Rue
Gaillen".
Son seis en total y estaban en la salita
íntima de la casa. El asiento Borne, reloj de mesa de
ónix y bronce, con figura de mujer de plata.
Firmado "Laurent". Siglo XIX, apoyados sobre una mesa de
jacarandá del S. XIX. Estilo luso-brasileño, se
encuentram en esta sala.

En este estudio de casos, podemos continuar comparando
y analizando los casos de la "Quinta Jovita" (Caso Nº
5
), o excasa de Manuel José de la Torre y Soler (hoy
sede del Museo Histórico de Zárate, ubicado en la
calle Ituzaingó Nº 278, Departamento de
Zárate, Provincia de Buenos Aires), que fue habitada por
Domingo Faustino Sarmiento, Oscar Ivanisevich, Ricardo
Balbín y Jorge Luis Borges
entre otros ilustres. La Quinta Jovita es otro único y
excelente ejemplo que, aún hoy, se conserva intacto,
testimoniando las formas de vida de la burguesía naciente
de la ciudad de Zárate (al norte de la Provincia de buenos
Aires), hacia fines del siglo XIX (aproximadamente data de 1870).
Conformando un verdadero "oasis paisajístico" de la ciudad
(idem al Palacio Urquiza y la Quinta Gregorio Lezama). La fachada
de la Quinta Jovita, es de sobrias líneas italianizantes
(moderado Eclecticismo historicista).

O la exresidencia Dardo Rocha (Caso Nº 6),
fundador de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires (hoy
sede del Museo Dardo Rocha, ubicado en la calle 50 Nº 933,
de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires),
también conocido como "casa de los cuarenta días".
Y en todos los casos la norma encontrada que se repite es:
"eclecticismo del mobiliario", adelantos tecnológicos,
confort e higiene, todo cuanto significaban "lo civilizado" y "lo
moderno" para la época.

Dardo Rocha fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires
(1881-1884) durante el período que se iniciaba la
denominada Generación de 1880. En los años que van
del 1870 al 1880 quedaron la impronta de todos los elementos que
caracterizarían a la Argentina moderna, con sus ciudades,
y el ingreso en los "años dorados de comienzo del siglo
[XX]" (Jorge Sábato, 1991). Y en tanto se formaron las
ciudades modernas en nuestro país, se conformó el
hogar doméstico moderno también (que es lo que
aquí nos interesa), sus ambientes (cocina, comedor,
living, dormitorios, baños y otros) y su paisaje interior
formado por los distintos elementos de diseño, arte,
arquitectura e ingeniería (muebles, artefactos,
utensilios, obras de arte, decoración, ambientación
arquitectónica, electrodomésticos y otros objetos
de la cultura material).

Destacable paradigma de baño de ablución +
retrete (lo cual define un paradigma de baño moderno) fue
el de la casa Dardo Rocha.

3 –
Conclusiones:

Aún en las mejores residencias de 1880-1914, la norma
es que se evidencia un eclecticismo-burgués en el decorado
interior que era coincidente con el eclecticismo
arquitectónico historicista. El "mueble" se ha
desarrollado con relativa autonomía respecto de la
arquitectura-interior (del "inmueble"); a pesar –por
ejemplo- de la aparente relación directa entre
arquitectura-interior (una ambientación Luis XV o XVI) y
el mobiliario decorativo de estilo (tipo: Luis XV o XVI). Pues
han aparecido profundas interrupciones estilísticas que
confirman el "eclecticismo decorativo" en el mobiliario que
varía desde los Luises al victoriano y del Art Decó
– Nouveau al luso-brasileño e indo-portugués entre
otros estilos. El "eclecticismo" de los ambientes incluso
está presente en las viviendas mas "civilizadas"
diseñadas con mas recursos
económicos (palacios, palacetes, petit hoteles, grand
hôtel particulier, hôtel privé francés
de 1880-1930) donde no siempre –ni necesariamente-
existió un correlato entre el estilo del
mobiliario
y los objetos acumulados y el estilo
arquitectónico
de los ambientes o salas (esto se
agravaría con la llegada de los electrodomésticos).
El eclecticismo de sus muebles responde a un cosmopolitanismo
capitalista del burgués coleccionista de objetos de todo
el mundo (hombre de
mundo) y de los mas variados estilos como si fueran trofeo (dado
que eso muestra su clase
social).

Otra conclusión es que lo civilizado = lo salubre =
palacio francés
y por otro lado la barbarie = lo
insalubre = conventillos.
El paradigma de
"civilización/barbarie" (Sarmiento, 1845) de la
Generación de 1837, se transforma en el paradigma
"salubre/insalubre" (Echeverría, 1871) de la
Generación de 1880, explica (Salessi, 1995). Las
diferencias de clase social entre la burguesía nacional
(que habitaba salubremente) y el inmigrante europeo (que habitaba
insalubremente) se evidenciaron en el período 1880-1914 en
sus ambientes domésticos. Entre la abundancia de los
espacios para uno y la falta de los mismos para los otros.
Asimismo entre la abundancia de su cultura material
doméstica (objetos y muebles) para uno y su pobreza material
para otros. Este período se identifica por clases altas y
trabajadoras (la clase media era prácticamente
inexistente, se encontraba en formación al principio del
S. XX).

4 –
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Autor:

Ibar Anderson

Diseñador Industrial Ibar Anderson.
Magíster en Estética y Teoría del Arte.
Facultad de Bellas Artes. Universidad Nacional de La Plata.
Argentina. 2009.

[1] Rafael E. J. Iglesia señala los
casos de las viviendas construidas entre 1870 y 1911 en la
ciudad de Buenos Aires. Como el "Palacio Alvear", en Cerrito y
Juncal, obra del arquitecto Juan Buschiazzo (demolido). Otras
dos casas del mismo arquitecto: las de Carlos Casares Ocampo,
en Arroyo y Cerrito y de María Unzué de Alvear,
Avenida Alvear 29/85 (amba demolidas). Otros palacios
excepcionales como el de los Pereyra Iraola del arquitecto
Ernesto Bunge (demolido). También la casa de la familia
Barrenechea, en Avenida Callao y Vicente López y de la
familia Legarreta, ambas del arquitecto Juan Buschiazzo
(demolidas). Otros ejemplos, del que quizás fue el
arquitecto mas famosos: Alejandro Christophersen (el antiguo
"Hôtel Particulier" de Antonio Lelor, hoy Circolo
Italiano en Libertad
1270 y el Palacio de la familia Anchorena, hoy Palacio San
martín, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto). Mas ejemplos lo conforman la expropiedad de la familia
Paz, hoy Círculo Militar, en Plaza San Martín;
proyectado por el arquitecto Louis Sortais. El palacio Ortiz
Basualdo (hoy embajada de Francia), en Arroyo y Cerrito, obra
del arqutecto Pablo Pater. El palacio de la señora
Inés Ortiz Basualdo de Peña sobre Plaza San
martín de Buenos Aires, obra del arquitecto Jules Dormal
(hoy demolido). El "Hôtel Privé" de la condesa de
Sena, en Montevideo 1572. Buenos Aires, obra de los arquitectos
Lanas y Hary (hoy demolido). Fuera de la ciudad de Buenos Aires
y en el mismo período, el autor señala la
importancia de las residencias de campo y casas-quintas como
ser la casa de campo en la provincia de Buenos Aires de la
familia Tornquist -en Sierra de la Ventana-, obra de C.
Nordmann; y el casaco de la estancia Huetel, de Carlos
María Casares, obra del arquitecto Jacques Dunant. Las
dos casas-quintas tradicionales como la residencia "El Talar"
de la familia Pacheco Anchorena en General Pacheco -Tigre-; y
el Palacio Miraflores de la familia Ortiz Basualdo en el barrio
de Flores. La villa Ortiz Basualdo en Mar del Plata, obra de
los arquitectos Luis Dubois y Pablo pater.

[2] Iglesia, Rafael. "La vivienda opulenta en
Buenos Aires: 1880-1900, hechos y testimonios", en revista
Summa. Nº 211. Buenos Aires. 1985. (pp. 73).

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