Los liberales bienintencionados, anticlericales y
masónicos al estilo decimonónico, propio de los
países latinos, que reemplazaron en el poder a los
Borbones mediante una revolución
pacífica en 1931, no pudieron contener la agitación
social de los más pobres, ni desactivarla mediante
reformas sociales efectivas, (especialmente agrarias).
En 1933 fueron sustituidos por unos gobernantes conservadores
cuya política de represión de las
agitaciones e insurrecciones locales, como el levantamiento de
los mineros de Asturias en 1934, contribuyó a aumentar la
presión
revolucionaria.
Este movimiento
revolucionario estuvo alentado desde amplios sectores e
importantes dirigentes del PSOE y la UGT, como Largo Caballero o
Indalecio Prieto y de forma desigual, por la Confederación
Nacional del Trabajo (CNT)
y el Partido Comunista de España
(PCE). Los principales focos de la rebelión se produjeron
en Cataluña y en Asturias, aunque los sucesos más
graves tuvieron lugar en esta última región.
En octubre de 1934, la Confederación Española de
Derechas Autónomas (CEDA), retira su confianza al gobierno
centrista de los radicales de Lerroux y exige participar en el
mismo. El presidente de la
República Alcalá-Zamora, a pesar de los temores
que le inspiraba la doctrina de Gil Robles sobre el
accidentalismo de las formas de
gobierno, decide indicar a Lerroux que se incluyan tres
ministros de la CEDA en el Gabinete. Sin embargo, este
nombramiento no es aceptado por los partidos de izquierda,
especialmente el PSOE, que esperaban una convocatoria anticipada
de elecciones generales.
En Madrid, el
día 5, la UGT declaró una huelga
general, que la CNT no apoyó. La intervención del
Ejército sofoca la revolución, que deja como
resultado decenas de muertos. En Barcelona, el gobierno de la
Generalidad de Cataluña presidido por Lluís
Companys, de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), bajo
la presión de José Dencàs, consejero de
Orden Público, proclama el Estado
Catalán dentro de una República Federal
Española, en la noche del 6 al 7 de octubre.
Este hecho provocó la proclamación del estado de
guerra y la
intervención del Ejército. La autonomía
catalana fue suspendida por el Gobierno y la Generalidad de
Cataluña se sustituyó por un Consell de la
Generalitat designado por el Gobierno.
También fue detenido Azaña, que se encontraba
casualmente en Barcelona para asistir a los funerales del que
fuera ministro de su gabinete Jaume Carner. En Asturias la CNT
mantenía una postura más proclive a la
formación de alianzas obreras que en otras zonas de
España. Los mineros disponían de armas y dinamita,
y la revolución estaba muy bien organizada. El gobierno
perdió el control, la
prensa se
encontraba censurada. El partido Socialista Francés
reunió firmas para frenar la ola de ejecuciones.
Azaña, responsable de las sublevaciones catalanas y
asturianas, debía regresar a Barcelona y fue frenado. La
coalición de centro-derecha gobernó en
España un nuevo período. Un tema preocupante fue el
de la transformación de los latifundios.
Por tal motivo, se dictaron tres decretos. También se
decidió comprar el trigo debido a la
superproducción. Otro tema muy importante era el de
la
educación. Se construyeron nuevas escuelas y
residencias para maestros. Además, se les devolvió
las propiedades confiscadas a los jesuitas.
Más tarde, la CEDA volvió a participar en el
gobierno con el propio Gil Robles como ministro de Guerra, quien
se oponía a los golpes militares.
Sin embargo, el gobierno de 1935 era reaccionario. Se
negó a la reforma
agraria y dotaba miserablemente a la educación
pública. Se negó a sancionar impuestos que
perjudicaban a los ricos. El presidente derogó la ley de Defensa de
la República y en su lugar, Lerroux, sancionó una
ley que definía los estados de prevención, alarma y
guerra. El presidente así declaró el estado de
guerra, en el cual la policía podía aplicar la
ley marcial. Luego, fue sustituido por el estado de
alarma.
A pesar de la censura, la prensa daba más que hablar.
Tras ganar las elecciones, Gil Robles, habló de tener una
cooperación entre su partido, CEDA y el gobierno
republicano. Los izquierdistas lo consideraban un
fascista-clerical pero los exiliados monárquicos empezaron
a regresar al país. Se fundó un Bloque
Nacional que establecía un Estado corporativo y
totalitario. Gil Robles tuvo muchos enemigos y detractores.
Las pasiones políticas,
la vitalidad literaria, cultural y el idealismo
individual, estaban en pleno florecimiento durante el año
1935. Mientras tanto el presidente, había esperado las
condiciones adecuadas para convocar a elecciones, ya que contra
una derecha y una izquierda desunidas, podía surgir un
centro fuerte. Halló en Manuel Portela Valladares, al jefe
de gobierno más apropiado, para este periodo electoral;
quien levantó lo que quedaba de censura de prensa durante
las semanas siguientes.
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