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Sobre la política y otros pensamientos (página 2)



Partes: 1, 2

En la realidad el libre albedrío para la doctrina
cristiana no puede existir, ya que nacimiento, presente y futuro
están ya previstos y escritos en el libro de los
tiempos. Fuera del ámbito religioso hoy día tampoco
es muy aceptable el libro albedrío ya que nacemos y
morimos regidos por normas impuestas
socialmente.- El gran principio de la libertad que
dice que lo que no esta prohibido esta permitido, no tiene ya
cabida en nuestra sociedad, ya
que si tal norma no nos involucra específicamente,
analógicamente seremos involucrados. Digan lo que dijeren
nuestros presuntos derechos. Los señores
encargados de administrar justicia en
cualquier ámbito que fuere se encargaran de hacer decir a
la norma lo que más convenga al "estado de
derecho".-

Los griegos tenían razón.- Somos regidos
por el "fatalismo" En la Iliada y en
la Odisea,
Homero el gran
poeta ciego se encarga de aquellos personajes que han cometido
hechos vituperables: Héctor, Príamo, Agamemnon,
Ulises. Pero estos personajes descargan su inconducta en el hecho
de los Dioses o del ineluctable destino. O por haber sido
victimas de un poder
sobrehumano irresistible.

Estamos en similar terreno.- Nuestra sociedad actual
tiene y padece a parecidos victimarios.- Los males irresistibles
son las pasiones: amor, miedo,
codicia, que se apoderan del hombre y de su
razón. Tal posesión demoníaca (daimon) la
toma el cristianismo y
pasa a la conciencia
medieval que la absorbe junto a los conceptos de Satán y
los demonios, procedentes del hebraísmo.

En la Grecia antigua
el crimen cometido por un "demens" es involuntario provocado por
la cólera
de un Dios y por ello es irresponsable.

Sin embargo en la Odisea, Zeus protesta contra los
mortales: "quienes dicen que de los dioses les viene el mal y son
en cambio ellos
mismos quienes se los buscan contra el hado por sus propias
insolencias".-

De un mero análisis se colige que la responsabilidad que los Dioses atribuyen a los
hombres surge de su libre albedrío.- El alzamiento de
Prometeo
contra la ley divina lo
condena al sufrimiento de un terrible castigo.

Tal alzamiento contra la prohibición divina y las
terribles sanciones impuestas también lo encontramos
repetidamente en la Biblia.-

Anteriormente nos referimos a Babuco enviado por los
Dioses para producir un dictamen sobre la conducta de los
hombres. También Hesiodo se refiere al mito de los
30.000 custodios enviados por Zeus a la tierra para
vigilar la conducta de los hombres y concluye "es artífice
de su propios males el hombre que
es artífice de los males ajenos.

Sastre con la afirmación de la miseria y de la
responsabilidad del hombre introduce la esperanza en su propia
libertad. Recordemos que la esperanza era para los griegos el
peor de los males.- Es por ello que la esperanza permanece en el
fondo de la caja de Pandora sin salir. Para los griegos hubiera
sido catastrófico y el peor de los males. No
concebían la espera que significa la esperanza. Es una
ilusión que no podían admitir, conforme a sus
principios, a
sus acciones y a
sus medios de
vida. Por otra parte para ellos no existir un mas allá.
Los Dioses estaban al alcance de su mano y lidiaban con ellos en
forma permanente. También Descartes nos
conduce a la libertad con su famoso pienso luego existo. Pero en
Sastre se traduce en la paradoja "miseria y libertad creadora" y
de tal modo se opone a Nietszche con su "voluntad de potencia" y el
"santo si" del superhombre. Y también se opone al mejor de
los mundos posibles de Leibnitz,
vapuleado por Voltaire en su
obra "Candido"

La esperanza es ensalzada por el Cristianismo que la
considera el refugio del hombre. La esperanza radica en que Dios
proveerá y se hará cargo de nuestras necesidades en
la vida eterna.-

Nietszche descreía de la moral
cristiana.- Nos advierte lo que habría de espantoso para
un espíritu antiguo en la formula paradojal "Dios
crucificado; esta formula anunciaba la transmutación de
todos los valores
antiguos". Sostenía que el hombre es una cuerda entre la b
elia y el superhombre…"lo que se puede amar en el hombre
es que es un transito y no un final. Amo –decía- al
que suelta palabras de oro delante de
sus obras y cumple siempre con usura lo que
promete…"

Expresaba: "No debes hablar a la muchedumbre sino a
compañeros.- Separar a muchos del rebaño. ¿A
quien odian mas los buenos y los justos?- A quien rompe sus
tablas de valores, al
infractor.- Pero ese es el CREADOR "el que inscribe valores
nuevos en tablas nuevas".- "El Dios creado es obra humana y
humano delirio como todos los dioses.- Es un fragmento de mi yo,
un fantasma que nunca vino del mas allá. El YO es el que
crea, quiere, da la medida y el valor de las
cosas. El YO posee en si mismo la mayor de las lealtades a pesar
y en razón de su confusión y de sus
contradicciones…No hay que compungirse frente a las cargas
que impone la vida. Para saber de felicidad no hay como las
mariposas y las pompas de jabón, creer en un Dios que
supiese bailar.- Desde que aprendí a andar, corro, desde
que soy ligero, vuelo y me veo por debajo de mí. Ahora
baila en mi un Dios"

Volvamos a la política: Cada voto
importa elección con exclusión de las demás.
¿Quien maneja esta elección? El accionar del
político, con su velada imposición sobre mi
voluntad.- Con sus mensajes
subliminales.

La elección deja de ser tal cuando me entrego a
los motivos y móviles de un político. Que los hace
propios y considero al mejor entre otros.

Los grupos de poder
persiguen masificar las ideas y a las personas. Descartes confeso
que en el teatro del mundo
avanzaba enmascarado. ¿Cual fue la razón de esta
expresión?- ¿La imposibilidad de expresar su
verdadero pensamiento?-

Enfoquemos la política un poco mas allá y
en el presente.-

Conmueve la dedicación que políticos de
otrora pusieron en bien de la patria. Sin ir muy lejos tenemos a
Hirigoyen, a Lisandro de la Torre, a Palacios, a Frondizi y otros
tantos que dedicaron sus afanes al pueblo y sus necesidades y las
necesidades de la Patria, antes que a las propias. El más
populista obviamente fue Perón y su
doctrina justicialista. No lo admiro pero fue también un
gran político. Hoy día salvo excepciones, todo
aquel que encara la política se cuelga de sus faldones
para darse lustre y "antigüedad" política.

Lo malo es que los mensajes de estos seores son vacuos.
No trabajan en lo absoluto por y para el bien del prójimo.
Hacen gala de muchas virtudes incluido el dinero
poseído o en miras de poseer, se conduelen de los pobres y
viven como reyes en lujosas propiedad y
autos muy
costosos. No me opongo a su bienestar, pero en el reparto de la
riqueza primero están sus bolsillos bien repletos y
arengas llenas de admoniciones hacia el rico y de promesas
incumplidas. ¿Son un mal necesario?-

Es sabido que nuestra Constitución Nacional tiene sus
raíces en la de Estados Unidos de
Norteamérica.- Nuestros constituyentes en su
mayoría no poseían el idioma ingles y por ello es
que tomaron como base la referida constitución
norteamericana en una versión francesa.- De ahí una
serie de errores que algunos fueron ulteriormente corregidos y
otros no.

La constitución norteamericana se fundo en las
ideas de grandes pensadores volcadas en el federalista y fue
objeto de pactos y de establecimiento de dos cámaras para
morigerar perniciosos efectos.

Tomemos nota de los temores que expresaban sus
principales pensadores los frenos, pesos y contrapesos ideados
para morigerar poderes y veremos la similitud de hechos que
acaecen en estos tiempos por estas regiones:

"…y conforme con la opinión de
Alexander Hamilton, nada era tan importante como evitar la
"traicionera usurpación" del poder de las Legislaturas. De
acuerdo con su criterio, debía evitarse el riesgo de que los
representantes se erigieran en "dictadores perpetuos". "No existe
tiranía más opresiva" –agregaba- que aquella
propia de una "mayoría dominante y victoriosa" (Syrett,
H., 1962: pp. 605-9).

George Washington compartía dicho
análisis. En su opinión, las Legislaturas
tendían a actuar simplemente en base a "prejuicios": sus
únicas motivaciones parecían ser los "celos
irrazonables" o los más crudos intereses sectoriales
(Rutland y Rachal, 1975). El citado Sedwick denunciaba
también la frecuencia con que "ambas ramas de la Legislatura"
tendían a ser ocupadas por un sólo partido,
numeroso y mayoritario, que acostumbraba a dejarse llevar por un
"espíritu frenético"

(East, 1971: p. 378). Asumiendo este tipo de
consideraciones, defendidas fundamentalmente por los
federalistas, como presupuestos
indudables, los miembros de la Convención Federal
comenzaron a discutir distintas propuestas de
reorganización institucional que resultaron sintetizadas
finalmente en la Constitución de 1787.

James Madison fue sin dudas el gran ideólogo
de la Convención, y el gran responsable intelectual de la
Constitución de 1787. Fue él quien cargó
sobre sus espaldas la tarea de organizar y dar forma a las
múltiples iniciativas que se cruzaban,
contradictoriamente, entre los miembros de la Convención
Federal. Cada vez que Madison levantaba la voz en la
Convención, el rumbo de las discusiones parecía
cambiar. Una gran mayoría de los convencionales
evidenciaba conmoverse en sus ideas frente a la fortaleza y
coherencia del ideario madisoniano.

Tomando como eje al trabajo de
Madison, puede advertirse que la primera preocupación que
aquejaba al político virginiano era la de contener el
accionar de los que llamaba "grupos facciosos": fundamentalmente,
grupos mayoritarios que, movidos por intereses o pasiones
comunes, actuaban en contra de los intereses de la comunidad o
los derechos de los ciudadanos

4. De este modo, Madison concentraba su atención, muy especialmente, en uno de los
dos grandes riesgos
enunciados en la época: el riesgo de la tiranía, o
más precisamente el riesgo de la tiranía de las
mayorías, manifestado con particular gravedad en los
años previos a la Constitución

5.Adscribiendo al mismo realismo que
marcó a
buena parte de la dirigencia norteamericana de entonces, Madison
no veía ninguna posibilidad de disolver el problema de las
facciones, ni tampoco concebía la posibilidad de
contenerlas apelando a la buena voluntad de nadie. La causa del
origen de las facciones se encontraba en la propia naturaleza del
hombre, y por lo tanto era imposible de erradicar

6. Lo único que se podía hacer contra
ellas, decía Madison en El Federalista Nº10, era
trabajar sobre sus efectos para minimizarlos en todo lo posible.
La propuesta federalista de reorganizar el sistema
institucional apareció entonces como imposible de eludir:
dado el grave riesgo creado por la existencia de las
facciones,
y dada la imposibilidad de
eliminarlas, la única alternativa disponible era
172

En nombre de la Constitución. El legado
federalista dos siglos después la de organizar las
instituciones
de modo tal de hacerlas resistentes frente a ellas, de modo tal
de evitar que el sistema de gobierno quedase
exclusivamente en manos de alguno de los diferentes grupos en que
se dividía la sociedad.

En tal sentido, Madison se encargó de
transmitirle a sus pares la siguiente sospecha: los males que
había padecido la Unión, desde la época de
la independencia,
encontraban una de sus razones principales en el propio sistema
institucional prevaleciente en una mayoría de estados.
Dichas instituciones, sostenía Madison, habían sido
demasiado débiles frente a las apetencias facciosas.
Incapaces de ponerle coto a tales facciones, habían
terminado quedando a su merced.

El análisis de Madison pretendía ser
descriptivo de la realidad de la época, y en buena medida
parecía acertado. Las disputas entre grupos mayoritarios
endeudados y grupos minoritarios deudores habían implicado
en muchos casos enfrentamientos armados, violencia,
caos. Y frente a dicho conflicto, la
mayoría de las instituciones locales no habían
conseguido mantenerse firmes: cooptadas en muchos casos por
alguno de los grupos en disputa, ellas habían servido
simplemente para poner el sello de la ley sobre lo que en otros
casos se lograba a través de las armas. Este era
el gran escándalo que conmovía a Madison, y con
él a buena parte de la dirigencia política
norteamericana: ¿cómo podía ser que el
sistema institucional
fuera tan
frágil frente a los avances facciosos?;
¿cómo podía ser que el mismo quedara tan
fácilmente a la merced de alguna particular sección
de la sociedad?

Frente al diagnóstico anterior, no resultó
nada extraño que toda la artillería teórica
de la Convención Federal se orientase a erigir controles
sobre el poder. La gran "creación" de los convencionales
resultó por ello el sistema de "frenos y contrapesos" -un
obvio reflejo de aquella urgente preocupación por remediar
los males que hasta entonces no se habían sabido evitar.
Como dijera Hamilton "[si le damos] todo el poder a las
mayorías, ellas oprimirán a la minoría. [Si
en cambio le damos] todo el poder a la minoría, ellas
oprimirán a las mayorías. Lo que necesitamos,
entonces, es darle poder a ambos grupos [para evitar así
el riesgo de
las opresiones mutuas]"
(Hamilton, en Farrand, 1937: vol. 1: p. 288). Este y no otro fue
el origen del desde entonces famoso sistema de "frenos y
contrapesos".

Ahora bien, conviene notar que, a pesar de la
habitualidad con que se las confunde, no existe una identidad
entre la propuesta de adoptar un sistema de "frenos y
contrapesos" y un sistema de (simple) división de poderes.
Más aún, en los años de debate
constitucional, en los Estados Unidos, federalistas y
anti-federalistas se distinguieron entre sí
fundamentalmente por la posición que adoptaron frente a
tales cuestiones. Aunque todos coincidían en la idea de
que el poder no debía estar concentrado, los federalistas
defendieron la idea adicional de consagrar un sistema de "frenos
y contrapesos" mientras que sus rivales, tomando la bandera
contraria, se pronunciaron en favor de una separación
estricta entre las distintas ramas del poder (Manin, 1997;
Vile,1967). Lo que pretendía el sistema
173

Como dijera Madison, si la ambición era
imposible de erradicar del género
humano, entonces las nuevas instituciones debían hacer uso
de ella contrarrestando la ambición "con más
ambición"

7. De lo contrario, sugería, iba a repetirse
un escenario conocido, del tipo presente en los años de la
post-independencia, con legislativos todopoderosos que por un
lado pretendían usurpar los poderes de las demás
ramas del gobierno, y que por otra parte encontraban el camino
allanado para llevar adelante sus designios

8.¿Qué "herramientas
institucionales" creó entonces la Constitución?
¿De qué "medios" dotó a las distintas ramas
del poder para asegurar aquellos "mutuos controles"? Entre otras
herramientas, la nueva Constitución federal le
otorgó al Ejecutivo sus propios instrumentos defensivos
(el veto presidencial); habilitó la reacción de la
justicia frente a las decisiones tomadas por los poderes
políticos (a través del control judicial
de constitucionalidad); permitió al Congreso insistir con
sus iniciativas (sobreponiéndose al veto presidencial, y
re-elaborando las decisiones impugnadas por la justicia), a la
vez que facultó al mismo para enjuiciar a los miembros de
las restantes ramas del gobierno. Por otra parte, el propio
Legislativo fue dividido en dos partes, animadas en principio por
intereses diferentes, y orientadas a controlarse la una a la
otra: ninguna norma puede convertirse en ley hasta no contar con
el acuerdo entre las dos Cámaras legislativas, lo que
significa que cualquiera de ellas puede ponerle freno a las
iniciativas (opresivas) de la otra. Todo este intrincado esquema
de controles mutuos entre los distintos poderes -este esquema de
"frenos y contrapesos"- constituye la gran
innovación
institucional aportada por los federalistas a la teoría
constitucional moderna.

Desde entonces, instituciones tales como el veto del
Ejecutivo, el bicameralismo con su esquema de idas y vueltas o
"ping pong" previo a la aprobación de cualquier ley, y el
impeachment, forman parte del menú propio de cualquier
Constitución moderna. Lo mismo puede decirse del sistema
de control judicial de

constitucionalidad -esto es, de la capacidad de los
jueces para declarar a cualquier decisión legal
inválida en caso de que la misma contradiga a la
Constitución. La historia del control
judicial resulta, de todos modos, algo peculiar frente a las
instituciones anteriores: la Constitución norteamericana
(del mismo modo que la gran mayoría de las Constituciones
que la siguieron) no consagró de modo explícito la
revisión judicial, como sí lo había hecho
con las demás herramientas institucionales nombradas. La
práctica de la revisión judicial tomó vida
efectiva re-174

A partir del famoso caso "Marbury v. Madison"
("Marbury v. Madison," 5 U.S., 1 Cranch, 137, 1803) en donde la
propia justicia reconoció a la facultad del control de
constitucionalidad entre sus propias atribuciones 9. De todos
modos, y aunque el silencio constitucional sobre la
cuestión es veraz, también lo es que la gran
mayoría de los constituyentes parecían reconocer
como obvia la facultad de los jueces para declarar
inconstitucional una ley 10.

Me ha tocado vivir experiencias con nuevos
"políticos" que han pasado a tener relevancia en el
contexto nacional, pero tales vivencias que dicen a las claras de
la moral y
actitudes que
los mueve, será objeto, si se me permite, de otra
presentación.

 

 

 

 

 

Autor:

Dr. Enrique Atilio Montero

Abogado-UBA

Partes: 1, 2
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