- El espíritu del ser
abogado - ¿Quién es
abogado? - La fuerza interior del
abogado - La moral () en el
abogado - El abogado y el
secreto profesional - La chicana o la
mentira en el abogado - El abogado y la
sensibilidad - El desdoblamiento
psíquico del abogado - El abogado y su
independencia - El trabajo del
abogado - El abogado y la
palabra oral o escrita - El estilo forense del
abogado - El abogado y la
cordialidad - Conceptos arcaicos en
el abogado - El arte y el
abogado - El abogado pertenece a
su clase - Así se hace el
despacho de un abogado - Abogados y
especialistas - La hipérbole o
exageración en el abogado - El abogado
financiero - Los asistentes (TCU) y
el abogado - El abogado y su
traje - Decálogo del
abogado
El
espíritu del ser abogado
"Estas páginas son algo más que unos
apuntes de observaciones y mucho menos que un cuerpo de doctrina,
nada hay en ellas de científico ni de narración
amena, son sencillamente la expresión de un estado de
conciencia."
Con estas palabras empezó Don Angel OSORIO el
prólogo a la primera edición
de "El alma de la
Toga" allá por el año 1.919, después de
haber cumplido veinticinco años de ejercer la
profesión de abogado y de ser el Decano del Colegio de
Abogados de Madrid. En
verdad sus palabras son expresión del alma, de un estado
evolucionado de conciencia, de la conciencia del verdadero
abogado. Don Santiago SENTIS MELENDO al escribir el
prólogo a la séptima edición dijo que
"He querido escribir este prólogo, presentar esta
edición de un libro que
-escrito cuando el autor celebraba sus bodas de plata con la
abogacía, a los veinticinco años de la muerte del
autor-, sigue con vida." En 1.995 llegó a mis
manos un ejemplar de la novena edición -tiraje de 1.989- y
al leerlo me parece que está -y continuará por
muchísimos muchos años más- totalmente
vigente. Por eso es que me apetece tomar sus más de 400
páginas habladas en un castellano ya un
poco arcaico y re-crearlo en menos cantidad y hablarlo -en la
medida de lo posible- en un castellano de ahora -quizá en
palabras de a centavo y comunes-; aunque eso sí
asegurándome en todo momento que esta
re-presentación no pierda la calidad del
original -y que Don Angel me perdone por tal atrevimiento y
ustedes lo tomen como lo que es: el espíritu del ser
abogado-.
¿Quién es
abogado?
La abogacía no es una consagración
académica sino una concreción profesional, porque
nuestro título no es el de "abogado" sino el de
"licenciado en derecho" ([1]) que nos autoriza
para ejercer la profesión de abogado ([2]).
Así pues quien no dedique su vida a pedir justicia a los
Tribunales y a dar consejos jurídicos, será todo lo
licenciado que quiera ser, pero abogado no será
([3]). El que aprovechó su título
para ser ejecutivo de la municipalidad, entre éstos debe
figurar e igualmente los que se aplicaron para ser banqueros,
diputados, periodistas o representantes comerciales: ¡entre
ellos han de figurar!, porque ser abogado es cosa bien
distinta… como se verá.
La fuerza
interior del abogado
La fuerza que no
hallemos en nosotros mismos no se hallará en ninguna
parte, ya que fuera de nosotros están toda clase de
sugestiones: el doctrinarismo contradictorio para sembrar la
duda, el sensualismo para perturbar nuestra moral, la
crítica
para desorientarnos, el adversario para desconcentrarnos, la
injusticia para enfurecernos. ¿Qué pasa cuando se
nos plantea un caso y hemos de formar opinión y trazar un
plan?:
1( Sentimos que una voz interna nos dice "cuidado!
no tengas el atrevimiento de juzgar sin leer lo que dicen los
autores y consultar la jurisprudencia
y escuchar el parecer de tu docto amigo Fulano" y es
así como esta voz nos induce a perder el sentido propio a
puro recabar los ajenos.
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